El arroyo de los cardenales r...

By LadyBerrybell

377K 43.8K 4.5K

El pequeño y dicharachero Leo tiene un gran problema. Ese gran problema mide aproximadamente 1.81, tiene el p... More

Una pequeña queja.
Capítulo 1 (Editado)
Capítulo 2 (Editado)
Capítulo 3 (Editado)
Capítulo 4 (Editado)
Capítulo 5 (Editado)
Capítulo 6 (Editado)
Capítulo 7 (Editado)
Capítulo 8 (Editado)
Capítulo 9 (Editado)
Capítulo 10 (Editado)
Capítulo 11 (Editado)
Capítulo 12 (Editado)
Capítulo 14 (Editado)
Capítulo 15 (Editado)
Capítulo 16 (Editado)
Capítulo 17 (Editado)
Capítulo 18 - Alain (Editado)
Capítulo 19 (Editado)
Capítulo 20 (Editado)
Capítulo 21 (Editado)
Capítulo 22 (Editado)
Capítulo 23 (Editado)
Capítulo 24 (Editado)
Capítulo 25 (Editado)
Capítulo 26 (Editado)
Capítulo 27 (Editado)
Capítulo 28 (Editado)
Capítulo 29 (Editado)
Capítulo 30 (Editado)
Capítulo 31 (Editado)
Capítulo 32 (Editado)
Capítulo 33 (Editado)
Capítulo 34 (Editado)
Segunda Parte: Capítulo 1, Alain (Editado)
Capítulo 2, Leo (Editado)
Capítulo 3, Alain (Editado)
Capítulo 4, Alain (Editado)
Capítulo 5, Alain (Editado)
Capítulo 6, Leo (Editado)
Capítulo 7, Alain (Editado)
Capítulo 8, Alain (Editado)
Capítulo 9, Leo (Editado)
Capítulo 10, Alain (Editado)
Capítulo 11, Alain (Editado)
Capítulo 12, Alain (Editado)
Capítulo 13, Leo (Editado)
Capítulo 14, Alain (Editado)
Capítulo 15, Alain (Editado)
Capítulo 16, Alain (Editado)
Capítulo 17, Alain (Editado)
Capítulo 18, Alain (Editado)
Capítulo 19, Leo (Editado)
Capítulo 20, Alain (Editado)
Capítulo 21, Leo (Editado)
Capítulo 22, Leo (Editado)
Capítulo 23, Leo (Editado)
Capítulo 24, Leo (Editado)
Capítulo 25, Leo (Editado)
Capítulo 26, Leo (Editado)
Capítulo 27, Leo (Editado)
Capítulo 28, Leo (Editado)
Capítulo 29, Leo (Editado)
Sebastian (Editado)
Áurea (Editado)
Capítulo final, Leo El sonido del mar. (Editado)
Cumpleaños Sebastian. (Editado)
Extra. La boda de Áurea.

Capítulo 13 (Editado)

6.6K 833 161
By LadyBerrybell

Es lunes por la mañana. El despertador suena escandalosamente en mi mesilla por lo que lo estampo contra el suelo esperando a que se rompa y deje de tocarme la moral. Me desperezo estirando los brazos y las piernas en un intento para despertarme del todo.

Es entonces cuando me doy cuenta de que el reloj debía llevar un buen rato sonando y que por lo tanto voy más que tarde al instituto. A toda velocidad me deshago del pijama, me visto y me lavo los dientes en un tiempo récord.

Salgo volando por la puerta principal ignorando a mi pobre abuela que agita algo en mi dirección. Corro todo lo que puedo por las calles en un desesperado intento por no llegar tarde. A mitad de camino me percato de podría haber cogido el coche de mi abuela. Meneando la cabeza miro la hora en el móvil, mientras mando a Áurea un mensaje de socorro.

Veo pasar a Alain en el utilitario de su madre y la sangre me hierve en una mezcla de ira y deseo bastante extraña. Al poco llega Áurea con una música en un idioma que no había escuchado en mi vida sonando a todo volumen.

—Si quieres a partir de mañana te paso a buscar —dice en cuanto entro en el coche.

—No es necesario, vives en la otra punta del pueblo —declino amablemente la oferta mientras me abrocho el cinturón—. Pillaré prestado el coche de la abuela.

Ella me contempla con una ancha sonrisa.

—Adivina de lo que me enteré ayer —pongo el típico gesto de "hónrame con tu cotilleo"—. Alain va a empezar a entrenar después de clases. A solas. En la piscina.

La miro sin comprender.

—¿Piscina? —Si es nadador tiene mucho sentido que tenga un cuerpo tan increíble. Y mientras tanto yo con el culo enterrado en mi silla jugando al Zelda.

—Joder, pensé que lo sabías ya que es el chico que te gusta —saca un papel de la mochila que tiene abierta en el asiento trasero y temo por mi vida durante unos instantes. Es un panfleto donde se anuncia el equipo de natación con Alain serio en el centro—. Es el capitán del equipo de natación del instituto y muy bueno nadando.

Recuerdo que Alain siempre quería llevarnos a nadar al arroyo del bosque pero yo me negaba rotundamente, por lo que acabábamos peleándonos.

—Róbale la ropa para que vuelva a casa en bañador —sugiere Áurea con voz malévola—. Sería algo digno de ver.

Me carcajeo aunque probablemente me pasaría con una erección de cuidado las siguientes dos semanas ante el espectáculo.

—Ya veré —digo justo cuando aparca. Salimos del coche preparados para enfrentarnos a la clase de matemáticas.

Alguien me pone la zancadilla haciendo que me caiga de bruces al suelo. Fenomenal. La caída hace que me rasque la mejilla contra el pavimento y la sangre queda como prueba de ello.

Me incorporo tocando con suavidad donde me he herido. Pienso en posibles formas de destruir este mundo y con él todos los energúmenos que se dedican a molestar al personal a las ocho de la mañana.

Miro a quien me ha tirado, se trata de uno de los matones que forman parte del equipo de natación. Presupongo que Andrea ya ha empezado a mover los hilos que harán de mi vida un infierno.

Decido ignorarle para no activar la parte de su cerebro que claramente conecta con la de un primate y paso a su lado sin inmutarme. Quién no lo hace es Áurea, que le propina una patada en culo obligándolo caer de rodillas.

—¿A qué no hace puta gracia, mamón? —se acerca a mí para inspeccionar la herida, que escuece y pica—. A la próxima, te las verás conmigo. Y sabes de sobra que puedo hundirte, Patterson.

Esa amenaza me deja perplejo. El tal Patterson nos lanza una furibunda mirada pero se marcha empujando a los típicos cotillas que se han detenido a ver la escena.

En clase de matemáticas Alain no se presenta por lo que puedo respirar con tranquilidad al menos dos horas.

El profesor Wackerly explica con claridad y su voz suave es agradable al oído. Poco a poco voy entendiendo las partes que antes se me hacían demasiado complicadas y viendo que las matemáticas no son tan imposibles como pensaba en un principio.

Como predije, el día no mejora conforme pasan las horas. Parece ser que Andrea tiene más aliados de lo que pensé en un principio. No dejan de patearme, empujarme y lanzarme cosas aleatorias.

Lo que me toma más valor es comer en la cafetería dónde sé que estarán todos los enemigos que me he ganado. Así como Alain.

Me siento en la esquina más recóndita y apartada, donde solo los supuestos inadaptados se sitúan, aunque para mí todo el mundo es más o menos igual. Áurea llega hasta mí con nuestra comida y con aspecto de haber pasado el rato en una jaula de leones.

—Lo siento —susurro mientras alcanzo la bandeja que contiene una especie de pastel de carne.

—Son todos una pandilla de adolescentes sin muchas luces, no tienes que disculparte —se sienta, bebiendo toda su limonada de golpe—. Tú al menos diste la cara, la atacaste de frente. Aunque no fuera con la mejor intención.

Pienso que no soy mejor que Andrea en cuanto a mi comportamiento, pero no digo nada, sobre todo al ver a Alain venir hacia mí con una bolsa en la mano.

Paso la saliva a trompicones por mi garganta preparándome para lo peor. En el momento que alcanza nuestra mesa, barajo la posibilidad de escapar corriendo.

La fragancia especiada que lleva me deja aturdido. Como si fuera un estúpido, no puedo dejar de mirar el lunar que tiene bajo el labio. Parece una gota de tinta marrón.

Sus ojos azules me atraviesan antes de sacar una caja de la bolsa y verter el contenido sobre mi cabeza.

Montones de tripas de pescado se escurren por mi pelo, los hombros y se filtran por el jersey a rayas que me he puesto hoy.

Lo más asqueroso que olido en mi vida.

—Ojo por ojo, ¿verdad, Leo? —musita en mi oreja, dejando la caja sobre la mesa y marchándose sin mirar atrás.

Áurea se mueve para ayudarme a limpiar el desastre en el que me he convertido.

—Siento no haber reaccionado, pero su mirada era un tanto extraña. En ningún momento pensé que fuera a echarte esto por encima —la fulmino con la mirada aunque sé que ella no tiene la culpa—. Vamos a ver si podemos arreglar el desastre en el que te has convertido.

Me lleva hasta dónde se imparte educación deportiva. Las duchas quedan entre el pabellón y la piscina cubierta, son pequeñas y funcionales. Lo que viene a ser una putísima mierda. Me quito toda la suciedad mientras Áurea promete ir a toda velocidad a mi casa y traer ropa para cambiarme.

Cuando termino me ato una toalla a la cintura y espero. El sol está bajo en el horizonte, dándome a entender que llevo demasiado tiempo esperando por ella. Tengo un frío insoportable en las duchas así que decido buscar algún radiador pero el único que hay cerca es el que se encuentra en la entrada de la piscina. ¿Broma del destino? Con seriedad me planteo el robarle la ropa.

Me asomo para cerciorarme de que Alain está entrenándose tal y como ha dicho Áurea.

Lo que veo me deja sin habla.

La piscina tiene la iluminación baja por lo que el resplandor sale del agua, irrumpido por la figura que lanza fuertes brazadas. Llega al marcador y sale sacándose las gafas y el gorro. Regueros de agua recorren su piel, dándole un aspecto que me entrecorta la respiración.

Se percata de mi presencia.

—¿Qué quieres, pervertido? —Iba a responderle con alguna frase ingeniosa, pero me doy cuenta de que solo llevo una toalla en mi cintura.

—Nadas bien —comento para después morder el interior de mi mejilla ante mis renovadas dotes de conversación. Camino hasta a su lado para observar el agua. Y también su cuerpo húmedo, todo hay que asumirlo en esta vida—. Aunque siempre lo hiciste bien.

Lanza un sonido exasperado.

—Es hora de cerrar, márchate. —Me empuja con el hombro, aunque no muy fuerte, cuando pasa a mi lado. Sin saber por qué, le agarro del bañador.

—Dejemos de pelear —suplico.

—Tú lo buscaste. —Se suelta de mi agarre y me empuja nuevamente con más fuerza. Mis pies dejan de tocar suelo y me precipito a la piscina.

El pánico llena mi interior al comprobar que el nivel del agua es demasiado alto. Empiezo a patalear asustado ante la posibilidad de ahogarme. No sé nadar, nunca he querido aprender. Viviendo en zonas del interior consideré que no era necesario. Soy un verdadero iluso.

Trago lo que semejan litros de agua y comienzo a hundirme a pesar de esforzarme por mantenerme a flote.

Escucho a Alain zambullirse a mi lado. Rodeándome con sus brazos me lleva hasta la rampa que hay al fondo de la piscina. Me hace girar y pone las manos en mis mejillas.

—Respira —realmente lo intento, pero estoy tan asustado todavía que no me siento capaz de reaccionar. Toso, sintiendo la garganta arder—. Leo, mírame. Dime que estás bien. Por favor.

Alzo mis ojos hasta encontrarme con los suyos, jadeando fuertemente y percatándome de que la toalla se ha perdido. Estupendo, estoy completamente desnudo en sus brazos. Ahora sí que no voy a poder esconder lo que siento. Odio ser un hombre.

—Leo —repite mi nombre con voz angustiada. ¿Le ha asustado la posibilidad de verme morir? Pues ha sido por su jodida culpa—. Leo.

Me abraza rozando con su cabello negro y húmedo mi mejilla y me estremezco.

Se separa contemplándome antes de besar mi labio inferior. Luego pasa al superior, con suavidad. Me atrae más hacia él y toma mi mentón, con el dedo pulgar traza un camino hasta mi oreja para luego posar todos sus dedos en la nuca y deslizarlos por mi espalda. Suelto un sonido un tanto absurdo sin poder evitarlo.

Poso las manos sobre su pecho olvidándome del ardor que hay en mi garganta. Mientras nos besamos me va acercando lentamente al borde de la piscina.

Me siento mareado. Alain me está besando de nuevo a pesar de todo lo que nos hemos hecho el uno al otro estos últimos días. No voy a quejarme por ello.

Dejamos recorrer nuestros labios y vuelvo a respirar. Nos miramos el uno al otro durante un buen rato sin mediar palabra.

Unos sonidos provenientes del pasillo nos devuelven al mundo real. Donde estoy desnudo en la piscina del instituto. Si me pillan seré más que El provocador.

Nos apartamos. Estoy caliente como una vitrocerámica que acaba de hacer un guiso.

—¿Esto significa que no me odias? —mascullo completamente hecho un lío.

—No. —responde saliendo de la piscina, me tiende una mano para que pueda salir—. Pero es complicado, Leo —una vez fuera lleva la mano hasta su pecho y por unos instantes mira hacia el agua, ahora calmada—. Siento haber hecho que te cayeras.

Camina fuera de la estancia dejándome desnudo.

—La piscina ya no tiene agua y voy a cerrar, así que vamos —escucho que dice a quién sea que esté en el pasillo.

Al cabo de un rato vuelve vestido y me tiende una muda de ropa limpia. Se marcha de nuevo sin decir nada.

Me visto con rapidez y espero a que se me baje un poco el calentón.

¿Qué quiere decir con complicado?

Continue Reading

You'll Also Like

343K 36.8K 44
Noah es un chico que no conoce su pasado, ni siquiera Noah es su verdadero nombre; Un día cualquiera, él apareció a media noche en la orilla de la pl...
6.7M 250K 62
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...
5.9K 1K 28
Él no sólo robó mis lápices, él se llevó mi vida entera ♡
63.9K 5.1K 31
El amor no ocurre sí no se puede culpar al destino; si no puede ser como en los cuentos de hadas. Tampoco ocurre al compararlo con la realidad, que...