Días 30 y 31: Impregnación de aroma y cachorros.
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Ismael hizo una reservación para almorzar en un restaurante conocido. Tomó la precaución de pedir algunos de sus guardaespaldas para vigilar tanto la entrada, como a él y a su omega dentro.
Gael estiraba las solapas del saco de Ismael. Los dos de pie esperaban la aparición de aquella pareja.
—Gael, por más que las estires van a quedarse en su lugar— le sujetó las manos. El joven lo abrazó, quería un refugio para sus nervios. —... Estás oliendo a mi— comentó Ismael acomodando sus risos.
—No sé qué esperar...— musitó.
—Sh— el mayor pasó sus manos por su nuca para poder besarle la coronilla. —... Estoy contigo y tengo asegurado el lugar, nadie saldrá de aquí herido, ¿okey?— puso sus dedos en su mentón, haciendo que lo mirase. —... Si te sientes abrumado, aprieta mi mano tres veces y yo actuaré.
Gael se ruborizó.
—Isma...— el nombrado usó sus pulgares para acariciarle las mejillas.
—Ahora, respira profundo— el chico obedeció. —. Relájate. Con la cara en alto, presume esa gargantilla— Gael se sonrió tras hacerlo. —. Recuerda presentarte con mi apellido— le tocó la nariz. —. Beso.
—¿Qu-
El rubio no lo dejó terminar. Agarrando su cintura con una mano y su cabello con la otra, lo puso a suspirar de amor. Gael se agarró de sus hombros. Todo estaba bien, hasta que alguien se aclaró la garganta.
El pelirrojo estaba estático. Una señora de edad, con cabellos rojos y mechas de canas estaba mirándolo sorprendida con sus ojos cafés. A su lado, otro un poco más alto de pelo completamente cubierto de canas, con el iris amarillento. Despedían un agradable aroma a manzanas y peras. Gael apretó la mano de su novio. No podía hablar. Inhaló el chocolate para relajarse un poco.
—Fer— empezó la más baja con una sonrisa nerviosa. —... Es un placer verte de nuevo— le extendió los brazos.
Gael se quedó en su lugar. Solo la miraba. Escuchó los pensamientos de Ismael.
—Si sigues así, te pico una nalga.
Bastó para que reaccionara.
—Eve, Jackson— sus nombres le supieron amargo. —... Legalmente, ahora me llamo Gael Ga— tragó grueso. —... Gael Garza— extendió su mano. Su contraria respondió a su saludo un poco insegura. —. Es raro... Volver a verlos— miró al otro para darle la mano. Este lo apretó con más fuerza, Gael cerró los ojos por la molestia. —... Sin embargo, están bien los dos, digo... Siguen juntos, eso es... Eso es bueno— fingió una sonrisa.
—¿No me vas a presentar, mi amor?— se sobresaltó al sentir como Ismael le tocaba el trasero.
—Él es...— le puso una mano en el pecho. Seguía nervioso, no le salían las palabras.
—Soy Ismael Garza, el prometido de Gael— el joven se quería morir. —. Es un placer conocerlos— les dio la mano a cada uno para luego señalar a la mesa. —. ¿Tomamos asiento?
Luego de haber ordenado algo para comer y una buena bebida para la espera, la conversación tensó un poco más a Gael.
—¿Ismael Garza, no?— el señor se veía curioso. —Eres hijo de-
—El difunto Jacob, eso es correcto— asintió feliz.
—¿No eres un poco mayor para Fer?— el hombre entrecerró los ojos.
—No explotes— advirtió Ismael cuando lo sintió abrir la boca. Gael se contuvo. —... Está en lo correcto señor Jackson. Pero lo importante es que Gael y yo nos queremos.
El señor tamborileó en la mesa con sus dedos.
—Te ves bien F— la mujer se detuvo con una mano en el pecho. —... Gael— dijo con desaire. —... Te ves saludable, ¿seguiste estudiando?
El pelirrojo asintió.
—Tengo una licenciatura en relaciones industriales— vio como sus progenitores ponían sorpresa en su mirada.
—¿De verdad?— Jackson acercó su copa a su boca.
—Oh, sí, fue el primero de su clase de hecho— respondió Ismael con orgullo rodeando al menor con su brazo.
—O sea... Que te va bien— Eve lo miraba. Podía sentir el recelo de Gael. —... ¿Hace cuánto se conocen? ¿Están comprometidos, no?
—Nos conocemos hace— empezó Ismael. Se quedó pensando sin saber que responder al final. —... Perdón es que, siempre que pienso eso termino sintiendo que es como el primer día que lo conocí— miró a su pelirojo para besarle la coronilla.
Gael tomó su copa, a ver si con un poco de champán se le bajaba el nerviosismo.
—¿Y ustedes en qué están ahora?— preguntó el omega.
—Bueno, desde que no se pudo trabajar en la granja hemos tenido que hacer de todo un poco— contaba la pelirroja. —. No fue nada fácil, pero por fin logramos estabilizarnos.
—Sí, me imagino que les costó mucho...— Gael levantó una ceja.
—Tranquilo...— Ismael le tomó la mano por debajo de la mesa.
—¿Cómo consiguieron mi número?— se empezó a sentir un olor a tierra mojada, y no era por Ismael.
—Otra vez, trabajamos para los Moore— Ismael miró a Jackson. —... Nos tomó por sorpresa que el señor Alec y tú estaban en contacto todavía.
—Sí, fue algo así como una señal de que podíamos volver a verte— Eve le sonrió.
—Alec está preso, ¿saben porqué, no?— el menor se encimó.
Jackson entrecerró los ojos. Ismael suspiró harto.
—Te dije que seguía metiéndose en problemas— soltó molesto.
—¿Cómo dijiste?— Gael le puso atención.
—Eres muy problemático, Fernando— respondió su progenitor.
—Gael— repuso cansado. —. Mi nombre es Gael.
Ismael sintió su mano temblar.
—Pequeño, por favor. Respira.
—¿Qué es lo que quieren?
—Solo queríamos verte para... Arreglar todo contigo, ver si estabas bien y eso— respondió la mujer.
—¿Quieren arreglar todo conmigo? Bueno, pueden empezar por pedirme disculpas— Jackson lo miró fijo.
—¿Disculpas?— repitió para poner una sonrisa. —¿Nosotros pedirte disculpas? ¿Según tú qué hicimos?— Ismael apretó el puño. Verlo moverse lento no le daba buena espina. —... Tú fuiste él que se equivocó.
Gael se rió.
—Yo no fui el que vendió a su único hijo como si fuera un objeto, solo para pagar una deuda ridícula— Gael apretó la mano de su alfa.
—Esas deudas se generaron por culpa tuya— dijo Eve.
—Alec se inventaba cada cosa con tal de fastidiarme y dejarme mal parado con ustedes. Siempre traté de decirles la verdad, pero nunca me creyeron— Gael miró a otro lado. —... Me vendieron y ni les importó si iba a estar bien.
—Ibas a estar con el hijo del líder del clan, ¿qué más querías?— Eve levantó la voz. —Si no lo hacíamos, nos iban a correr de la granja, Fernando. Por Dios.
—Pues, creo que no le bastó. Igual fue a quemar la maldita granja y nos dejó a todos en la calle— Jackson cruzó sus brazos. —. Fernando, debiste ser un poco más agradecido, con todo y lo que hacías, él accedió a nuestra propuesta de comprarte.
Un golpe seco en la mesa hizo que las copas rebotaran sin derramarse. Gael estaba de pie, rojo de la rabia y con el puño cerrado en medio del mantel de seda amarillo.
Solo podía oírse su respiración pesada, miraba a los dos con rabia. Ismael le sostenía todavía.
—Mi maldito nombre es Gael Garza... Y si quieren hacerme sentir mal por todo lo que pasó, están muy equivocados— respiró profundo. —. Tuve que huir para salvar mi vida y la de Elliot, ¿sabían a caso lo que hacían en ese lugar?
—Era el negocio del señor Alec, a nosotros no nos incumbía— el muchacho abrió los ojos de par en par, a la vez que Ismael.
—No puede ser...— murmuró Ismael.
Gael se sentó desconcertado.
—¿Por qué no vas a ver la comida, cielo?— sugirió Gael. —Se está tardando mucho— Ismael lo miró dudoso.
—¿Seguro, pequeño?
—Ve— Ismael se levantó.
—Con permiso.
—Insisto que es muy mayor para ti. Se nota que te hace falta una figura paterna— dijo Jackson.
Gael apretó el mantel.
—¿Y qué si eso fuera verdad?... Tal vez sí veo en él al padre que más necesité cuando tuve problemas, él que debió protegerme y apoyarme... Ustedes son los menos indicados para criticar mi vida— el chico se levantó. —. Creo que fue una mala idea acceder a verlos... Ustedes nunca afrontarán su culpa...
—Gael, por favor. Tienes que entendernos— Eve le tomó una mano.
—Yo no tengo que entender a nadie— se apartó un par de pasos atrás. —... Fernando murió la noche que quemaron los cultivos de maíz, aprendan a vivir con eso y no vuelvan a buscarme. Por qué en lo que a mí concierne, soy un chico que creció huérfano.
Les dio la espalda para tropezarse con Ismael. El rubio de inmediato lo rodeó con sus brazos.
—¿Qué pasó?
—Vamonos— pidió a punto de llorar.
Ismael asintió y sin dignarse a mirar a las personas en la mesa terminaron de alejarse. Dejando la cuenta paga y dejando que los escoltaran hasta su hogar.
Gael llegó quitándose la camisa junto a la gargantilla, estaba cansado de todo. Jaló a Ismael de la mano y lo metió al nido. Allí se quedaron abrazados, dejando que el pelirrojo llorara mientras su alfa le besaba la cabeza y sobaba su espalda. Olía intensamente a chocolate.
—Ismael... ¿Tú nunca vas a dejarme, verdad?
El nombrado le acarició el rostro, le regaló una linda sonrisa.
—¿Crees que sería capaz de abandonarte, pequeño?... ¿Con todo lo que nos ha pasado?
—Eso es lo que me asusta... Desde que estoy en tu vida, paz es lo que menos hemos tenido— se recostó en su hombro.
—¿Y qué? Yo no voy a dejarte. Te tengo el ojo encima, jovencito. Estaré contigo contra lo que sea.
Gael cerró los ojos.
—Lo siento...
—Tranquilo, mi pequeño...
Tiempo después...
Gael puso el pastel en la cobertura plástica encima de la mesa larga. Su suegra se acercó con un montón de platitos en ambas manos.
—Gaelito, no recuerdo la última vez que Ismael disfrutara tanto un cumpleaños— dejó todo en la mesa. —. Te quedó precioso todo.
El pelirrojo se sonrió. Se llevó una mano atrás, tocó el bolsillo derecho del pantalón para asegurarse que el sobre seguía allí. Le dio una mirada a los invitados. Walter y Amir estaban con sus mellizas llenas de alegría. Theo, Jerald, Eda e Ethan estaban por otro lado conversando. Ismael no estaba. Pero al poder leer sus pensamientos, supo que no estaba tan lejos.
Salió del salón de fiesta para mirar a la terraza del edificio dónde vivía con su alfa, quién miraba al cielo junto a la baranda de protección. Gael se le paró a un lado.
—Deberíamos estar adentro— Ismael se sobresaltó al oir su voz. —. Faltan cinco minutos para el año nuevo— lo miró.
Veía su cabello rubio largo ondear en el viento, bajó la mirada y puso una sonrisa.
—Hace un año, me escondí aquí arriba de mi padre... Lo invité a celebrar el año nuevo y obvio, no dejó pasar la oportunidad para decirme tantas cosas— exhaló. —... Me ahogaba en llanto y solo pensaba en saltar de aquí...
—Isma...— Gael estaba sorprendido.
—Algo me decía que no lo hiciera y entonces decidí esperar un año más para hacerlo— miró a Gael. —... Pero te conocí y me salvaste Gael— lo abrazó. —... ¿Recuerdas esa vez que te daba miedo que yo fuera a abandonarte por todo lo ocurrido?... ¿Cómo crees que podría dejarte sí fuiste tú el que me salvó la vida?...
El pelirrojo no sabía que decir. Solo correspondió su abrazo para después besarlo. Cuando se separaron, Gael sacó el sobre y se lo extendió contento.
—Feliz cumpleaños, Ismael.
El rubio lo abrió sin vacilar. Leía lo que parecía ser un informe de clínica. Cuando vio las ecografías su corazón se aceleró a la par de los fuegos artificiales que anunciaban la media noche.
Levantó a su omega del piso para abrazarlo con toda la fuerza y el amor que sus brazos le permitían. Las lágrimas empezaron a caer por su felicidad. No podían con tanto en aquel momento. Temblaban de la emoción, casi ni podían hablar por lo que volvieron a besarse.
—Feliz cumpleaños, Gael.
Era sin dudas el comienzo de una era dorada; de algo bueno, correcto y real.
FIN