Lluvia de Besos

By Karensushi

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Abigail de veintidós años lleva diez meses desde que se graduó en una universidad de Colombia y tras su gradu... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítula 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 35

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By Karensushi

Mi familia viajó a Madrid por diez días porque yo se los pedí, quisiera decir que lo hemos pasado fenomenal juntos pero eso sería mentira, aunque tenerlos cerca me reconforta, une mi alma y me hace sentir más fuerte de lo que realmente soy, debido a toda esta tristeza emocional que carga hemos perdido la oportunidad de vivir grandes planes como tenía planeado en un inicio a causa de que no me siento realmente yo, necesito esas explicaciones que no me fueron dadas.

Mañana es navidad y aunque yo no soy fan de las celebraciones, mi hermana Carla si lo es, sobre todo de esta, creo que es su favorita, justo por esa razón desde que me desperté he tratado de borrar de mi mente el cuerpo muerto del oficial Gutiérrez, de sacar esa foto de Kenneth con otra mujer y de intentar no darle una explicación a nuestra ruptura.

Me repito para mí misma una y otra vez que todas las cosas suceden por algo, y que el destino te pone pruebas para hacerte más fuerte para el futuro. Puede parecer patético pero decirme una y otra vez estas palabras me hace tener esperanza de algún día poder vivir en paz y tranquilidad conmigo misma, porque le di a un hombre el poder de romperme el alma, de hacerme pedazos y aunque es normal sufrir cuando se ama debo aprender que mi mundo no gira en torno a ningún hombre y me digo a mi misma que esa es la lección que recibo por todo esto. Quizás todo esto sea un invento para justificar mi dolor pero aun así me hace bien creerme esta mentira.

—Abigail —me llama mi hermana, sacándome de mis pensamientos y la miro —Tu teléfono está sonando —miro hacia mi móvil y es cierto, no me había percatado del sonido que produce al recibir una llamada, lo tomo y veo en la pantalla el número de la oficial que está a cargo del caso del asesinato del oficial Gutiérrez y del mío porque cuando declaré todo lo ocurrido ese día y que una camioneta negra muy parecida a la que me perseguía días a tras no quedo duda de que sin duda las personas que lo eliminaron son las mismas que van detrás de mí, el haberlo asesinado solo prueba que él estaba cerca de llegar a algo importante, oscuro y caminaba por aguas turbias.

—Diga

—Señorita Abigail, es Lucrecia la inspectora a cargo de su caso

—Si ya sé, dígame —digo nerviosa

—Usamos las cámaras de seguridad para seguir el rastro de la camioneta tras el homicidio de mi compañero el otro día, nos ha llevado a retener a dos hombres, necesito que venga a verlos por sí reconoce alguno

—Claro, ahora mismo voy

—Muy bien, la espero —Finalizo la llamada y observo a mi hermana que juega un videojuego en su laptop, se ve súper concentrada y yo soy testigo de que ama pasar su día así —. No piensas hacer nada más que jugar ahí

—No tengo nada más divertido que hacer —me dice sin quitar la vista de la pantalla

—Tengo que salir, pero cuando regrese si estas lista podemos ir a comprar el árbol de navidad y montarlo juntas

—Eso sería genial —dice y me mira por un segundo para luego sonreír

—Muy bien, voy y en cuanto regrese vamos juntas pero tienes que estar lista, no quiero que nos coja la noche en la calle —La verdad es que de día no quiero estar sola, de noche no deseo salir de casa y si pudiera me mudara a China para dejar bien lejos todo mi pasado, empezaría una nueva vida lejos de todo este caos, pero me es imposible dar ese paso porque aquí está mi familia, mis amigos, el trabajo de mis sueños, el hombre al que amo y tengo mil motivos para no abandonar todo lo que me ha costado construir.

Tomo mi bolso y salgo directo a mi coche, verifico que la patrulla que custodia mi casa ahí está escoltándome a cada lugar que voy y con ellos me siento más segura pero no lo suficiente porque sé muy bien el tamaño y poder de mis enemigos. Tardo quince minutos en llegar a la estación de policía, cuando entro no veo a la recepcionista por lo que voy directo a la oficina de Lucrecia porque en los últimos días he venido bastante a verla para declarar nuevamente los detalles de mi caso.

Llego a su despacho y por las ventanas de cristal puedo verla, doy un suave toque y ella levanta l vista de unos papeles y se levanta para recibirme.

—Buenos días —digo con el intento de una sonrisa

—Entra y siéntate por favor —obedezco y ella regresa a su sitio —Disculpa que te moleste nuevamente pero tras analizar las cámaras de seguridad pudimos seguir el rastro de los asesinos y capturarlos, hasta ahora no han dicho una palabra, sin duda este caso está relacionado con el tuyo porque los hombres que alquilaron la camioneta son de tu país, con un historial criminal bastante interesante, además de entrar a España de manera ilegal y documentos falsos —Mi corazón se acelera con cada palabra que escucho, todo este tiempo he sabido que venían detrás de mí peor tenía la esperanza de que mi persecutor fuera Rebecca y no el hombre de mis pesadillas.

—¿Están seguros de todo esto? —pregunto nerviosa

—Así es, necesito que los veas por si reconoces a alguno, hasta el momento no ha aparecido el arma homicida y sin ella no podemos demostrar que ellos son los asesinos

—Pero el auto está alquilado a nombre de ellos

—Sí, pero su abogado es uno de los mejores y más caros, estamos seguros de que alegarán que el auto fue robado y solo podremos acusarlos de entrar ilegales al país usando documentos falsos.

—Muy bien, haré lo que sea necesario para ayudar

—Entonces sígueme —se levanta y yo la imito, ambas salimos de su oficina y caminamos hacia una habitación que al inicio está totalmente oscura pero que tras unos minutos veo que es realmente en su interior —Esta es la rueda de reconocimiento —la habitación es pequeña y tiene un vidrio oscuro —del otro lado verás a varias personas, puedes estar tranquila porque es un vidrio de doble cara, tú los ves a ellos pero no al revés, el otro lado es un espejo —me limito a asentir y solo la observo teclear algo en su teléfono y ambas permanecemos en silencio —. Mi compañero lo está preparando todo, tu solo fíjate bien en sus rostros quizás alguno de esos hombres te parezcan conocidos de algo

—Está bien —al otro lado del vidrio que se encontraba oscuro, se enciende una luz blanca y luego poco a poco pasan cuatro hombres, cada uno lleva un cartón en sus manos con un número para identificarlos.

Mis manos se vuelven sudorosas por el nervio y lentamente doy un paso adelante, me limpio el sudor en la tela de mi pantalón y observo al hombre de la derecha, que es el primero de los cuatro que están al otro lado. Es joven, incluso más que yo, tiene un rostro hermoso y siento lástima por él, por haber acabado aquí, no necesito fijarme mucho en él porque sin duda sé que es la primera vez que lo veo. Paso al segundo y esta vez tengo en frente a un hombre cuarentón de cabello negro con una mirada endurecida, tiene arrugas y bolsas alrededor de sus ojos y sus ojos son tan negros como su pelo, tiene un tatuaje en forma de estrella en el cuello y lo que me sorprende no es que lo tenga sino lo que eso significa, conozco muy bien cómo termina ese diseño.

—¿Inspectora? —digo en tono bajo, ella se acerca a mi hasta quedar a mi lado —El segundo hombre, tiene un tatuaje en el cuello —ella lo mira como si recién ahora lo notara —cree que puedan mostrarlo completo

—Claro que sí —nuevamente teclea algo en su teléfono y se ve a un oficial que entra y le pide a todos que se pongan e lado, quedando a la vista el tatuaje en su totalidad, dejo escapar un suspiro por la sorpresa, y llevo una mano a mis labios, porque a pesar de todas las pintas, de todo lo que ha ocurrido a pesar de todo en mi albergaba la esperanza de que el no estuviera detrás de mí nuevamente. —¿Lo reconoces?

—Sí, ese tatuaje en forma de estrella que tiene siete puntas y tal parece que tiene otra más pequeña en el centro es el símbolo de una organización criminal de Colombia

—¿Reconoces alguno de los otros hombres? —Vuelvo mi mirada al frente y todos se encuentran nuevamente frente a mí, miro al tercer chico, que es un rubio de ojos color miel, con un cuerpo muy formado y la pena por ver gente tan joven arruinando sus vidas, regresa a mí, pero para mi suerte no sé quién y jamás lo había visto, camino a un lado para colocarme justo frente al cuarto y último hombre y al levantar la vista y ver esos ojos oscuros, ese rostro envejecido y las canas que se aprecian en el pelo me quedo paralizada ante mis recuerdos, porque sin duda sé quién es, sin duda lo he visto antes, pero no recuerdo donde. Observo su cuello y no hay marca de tatuaje, y aunque eso me tranquiliza ese susto y salto en el estomagó aún está ahí recordándome que mi vida está en peligro cada minuto que permito que mi demonios tengan poder sobre mi vida —Abigail estás bien, te estás poniendo pálida —La inspectora se acerca a mi lado y me toma de un brazo de manera delicada —. ¿Sabes quién es este hombre? —No respondo, hago un viaje por mis recuerdos de años atrás y a pesar de que el infierno que viví duro solo cuatro horas para mi cada minuto era equivalente a un año de vida, cada toque, cada golpe, cada lágrima que solté, cada rastro del dolor que se llevó un aparte inocente que había en mí, revivo todo esto en mi mente y no lo encuentro pero sé que lo he visto antes, solo debo recordar —Abigail

—No lo sé, me parece conocido solo no recuerdo de dónde

—Muy bien, hora de irse, ya has tenido suficiente por hoy —Me toma de una mano y me lleva hasta la salida.

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