Lluvia de Besos

By Karensushi

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Abigail de veintidós años lleva diez meses desde que se graduó en una universidad de Colombia y tras su gradu... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítula 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 29

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By Karensushi

Desearía tener el poder para detener el tiempo por un instante, esto se debe a que tengo sentimientos encontrados, por un lado deseo entrar a casa y abrazar a mi familia en vez de quedarme afuera como he hecho por veinte minutos por el motivo, o mejor dicho la persona que me tiene así, Kenneth, se fue dejándome a solas, sigue molesto porque le mentí, pero estoy segura que en mi lugar hubiera hecho lo mismo. No quiero que se note que estuve llorando o estoy triste por eso he tardado un tiempo, necesito recuperarme y sentirme bien antes de entrar.

Entiendo su punto de hermano mayor y sobreprotector, como no hacerlo si tengo a Carla y si le ocurriera algo parecido probablemente yo no fuera tan pasiva como lo fue el. Tomé una decisión de la que no me arrepiento porque considero que no soy quien para juzgar o contar la vida de otros, guardé silencio porque ni siquiera tenía en mi poder la historia completa de lo que ocurrió. Quizás mi mayor error fue responder su llamada, porque fingí que todo estaba bien cuando en verdad no lo estaba, debido a mi maravillosa actuación ahora mi chico, si es que aún lo es, no confía en mí y duda de las cosas que le contado, me considera una experta en el arte de mentir. Siento unas ganas inmensas de llorar pero no puedo hacerlo mi familia se daría cuenta, viajaron desde muy lejos para hacerme feliz, estar a mi lado y yo no tengo el poder de robarles esa felicidad.

La incertidumbre me agobia. ¿Qué sucederá ahora? Necesito idear un modo para que me perdone y resolver esto, porque sin duda no quiero perder al hombre que amo, pero de esto me ocuparé luego, por ahora solo me queda respirar profundo y dejar todo atrás y sacar a esa chica fuerte que hay en mí, una que pocas veces dejo ver pero que ahí y es capaz de enfrentar lo que sea por su familia, y justo hoy eso haré, borraré la tristeza de mi rostro porque ellos no se merecen verme luego de tanto tiempo de esta manera.

Tomo mi bolso y bajo del auto, activo la alarma y camino en dirección a mi casa, con cuidado de no hacer ruido para sorprenderlos abro la puerta y de inmediato me invade un olor a comida casera maravilloso, sin duda se debe a la sazón de mi madre, he extrañado tanto sus comidas que estar aquí a segundos de verla provoca una sonrisa en mi labios y en mi pecho se instaura una verdadera felicidad, dejo mi bolso en la mesita de la entrada y camino hacia al salón sin hacer ruido para sorprenderlos.

—¡Sorpresa! —Catalina, mi madre, Carla mi hermana y Alex mi padrastro me miran felices y las dos primeras vienen a directo a mí para abrazarme o asfixiarme en un abrazo de tres. Cuando se alejan mi madre se coloca frente a mí para analizarme, suele hacer eso cuando estamos mucho tiempo sin vernos, luego sonríe, lo más es probable es que esté sorprendida por cómo me veo.

—Mi niña, pero que guapa estás, tu pelo es... diferente, jamás te habías hecho algo así, me encanta —Nuevamente me abraza e inundo mi rostro en su cuello, siento su típico olor a flores —Te extrañé tanto —me dice y creo que está llorando por el tono de su voz, trato de alejarme un poco pero ella me presiona hacia ella por lo que simplemente me quedo ahí el tiempo que lo necesite.

—Yo también las extrañé —digo mirándolas a ambas cuando finalmente me suelta, siento ganas de llorar por la emoción y la felicidad, pero las contengo.

—¡Y para mí no hay abrazo! —habla Carla con cara de pocos amigos, sonrío y voy hacia a ella para hacerle cosquillas mientras la apretujo toda como en los viejos tiempos, está mucho más alta, ya casi es de mi tamaño.

—Ven aquí le digo —ambas reímos y se siente de ensueño poder tocarlas y no solo verlas a través de una pantalla.

—Tu madre tiene razón estás muy cambiada pero te ves bien mamacita —me dice Alex luego de besarme la mejilla, mi relación con él no es exactamente la mejor de todo el mundo pero nos llevamos bien, me gusta ver como luego de tantos años aún hace feliz a mi madre, y eso no tiene precio en este mundo, cabe destacar que también es muy buen padre.

—Luego de tantos abrazos, creo que yo también quiero uno —dice Alexa, que viene a saludarme.

—Gracias por traerlos.

—No agradezcas son cinco pavos —lo dice tan seria que cualquiera creería que no está jugando pero la conozco demasiado bien así que cuando río y ella también lo hace.

—Tengo que irme.

—Quédate a cenar, te aseguro que mi sazón es sabrosa —habla mi madre, y no puedo negar que ver como ya se llevan bien, me llena de felicidad.

—No puedo, pero mañana están invitados a cenar en mi casa, mi abuela quiere conocerlos.

—Ahí estaremos —responde Catalina —dile que llevaremos el postre.

—Te acompaño hasta la puerta —ella se despide de mi familia, la acompaño a la salida de la casa —¿Sucede algo? —pregunto porque en su rostro noto preocupación.

—Martin me llamó, me pidió una última oportunidad para hablar, según él tiene pruebas de que no me mintió.

—Si eso dice, debes darle el beneficio de la duda.

—Estoy nerviosa.

—Lo sé, solo no salgas de tu papel hasta que te demuestre que realmente es inocente, no te dejes llevar por lo que sientes porque si realmente es cierto lo que viste entonces no te merece.

—Lo sé, solo estoy ansiosa y realmente deseo que sea inocente.

—Todo saldrá bien —le digo apretándole una mano.

—¿Por qué Kenneth no vino contigo?

—No quiere saber de mí por ahora, no me perdona por haberle mentido y ocultado lo de sus hermanas —el día que llegué de viaje tuve una intensa charla con Kenneth sobre el tema de sus hermanas, la cual no termino muy bien pero si mejor que hoy, a pesar de eso me sentí tan mal que cuando regresé a casa lo primero que hice fue ir a contarle todo a mi amiga, para mi sorpresa ella me dijo que hubiese actuado de la misma forma en que lo hice, por un momento creí que eso era buena señal y que el enojo de Kenneth pasaría rápido, pero me equivoqué.

—Ojalá entre en razón, tu dale su tiempo y espacio, cuando pase unos días sin ti, él solito te llamará, ustedes se aman y lo que hiciste es una prueba de ello, aunque no lo quiera ver así.

—Suerte —le digo y ella sonríe, nos damos un beso en cada mejilla y finalmente se va. Cierro la puerta y regreso al salón con todos.

—Bueno y cuándo comemos esa sabrosa comida que huelo —Digo regresando con mi familia, mi madre se levanta.

—Dale, enséñame donde están los platos, me he cansado de adivinar donde está todo en esa bendita cocina, por suerte esa adorable niña me hizo la vida más fácil.

—¿Alexa te ayudó a cocinar? —digo tan sorprendida porque ni yo me lo creo.

—Ira no sabías, tremendo talento y hasta nos llevó al supermercado a comprar lo que necesitaba, a penas tenías comida, por eso estas tan flaca —río porque mi mamá siempre dice lo mismo.

—Mamá tenía la comida de mi dieta. A penas ayer llegué de un viaje de trabajo no he tenido tiempo de ir a hacer la compra.

—Mientras esté yo aquí no hay dieta que valga —dice tomándome de la mano y arrastrándome con ella hasta la cocina

—¿Qué plato cocinaste? —pregunto, el olor es tan delicioso, que mis tripas suenan exigiendo toda la comida que tengo en frente.

—Uno de tus favoritos, bandeja paisa y de postre merengón.

—Dios eso tiene mil calorías pero extraño tanto tu comida que me da igual —le digo abrazándola por detrás.

Busco los platos y mientras ella sirve voy poniendo en la mesa los vasos y cubiertos, Carla aparece frente a mí dando brinquitos y se acerca para hablarme bajito.

—Pensé que vendrías con Kenneth.

—Hubo un cambio de planes —digo tratando de aparentar normalidad.

—Nombe no me digas ahora que se pelearon, oh mami, dime que hizo y ahora mismo voy a darle su merecido —río por su comentario, sin duda me tengo que acostumbrar a todo ese vocabulario que ya había olvidado.

—No, no pasa nada —ella me mira como si no me creyera y por un momento tenemos una mini guerra de miradas como en los viejos tiempos, pero ella desiste.

—Voy a ver que vaina hace mi padre —Del mismo modo en que vino se aleja y regreso a la cocina, mi madre tiene todo listo y entre ambas llevamos todo a la mesa para cenar.

Alex se sienta al lado de Catalina y yo frente a ella con Carla a mi lado, observo todo y los recuerdos de casa vienen a mi mente, esta misma imagen se repetía cada día y no mentiré diciendo que no era feliz, porque si lo era, o lo fui hasta el día en que toda mi vida cambió, pruebo la comida y una fiesta de especies y sabores se producen en mi boca.

—Lo recordaba delicioso pero esto es aún mejor.

—Me alegro que te guste, cariño.

—¿Cómo va el nuevo trabajo? —pregunta Alex.

—Muy bien, aunque mi jefa al inicio me tenía un poco de inquina pero por suerte ya no, todo es normal y lo mejor es que finalmente estoy haciendo lo que tanto amo.

—Chévere —mi madre me mira con una sonrisa —Imagino que debes haber conocido a algún famoso, Magic es una de las revistas más bacanas del país.

—Sí, hace poco viajé a Sevilla por trabajo, y allí conocí a Emilia Pardo.

—¿La escritora? —pregunta mi madre y yo asiento con la cabeza porque tengo mi boca con esta exquisita comida.

—En mi primera semana, tuve que ir a un evento de maquillaje en el Parador de Toledo, regresé con una bolsa llena de sus productos.

—Y no me guardaste nada, eres una mala hermana.

—No se me azare parce —Digo recordando una de nuestras frases lo que provoca que todos en la mesa rían porque es evidente que ya no estoy acostumbrada a hablar así —Los productos se los regalé por su cumpleaños a Alexa pero antes saqué unos bellos labiales para mi hermanita de quince que aún no puede abusar del maquillaje.

—Uff, habló la que nunca se maquilló a mi edad, tengo fotos que demuestran que mientes —La miro tratando de aguantar mi risa pero fallo.

Tenerlos en casa se siente maravilloso, desde el momento en que crucé lapuerta y vi el rostro envejecido pero feliz de mi madre, la alegríainterminable de Carla y esa cara de tonto enamorado de Alex, una paz seinstauró en mi pecho y sin darme cuenta dejé de estar triste por mis problemascon Kenneth, estoy segura que me ama del mismo modo en que lo hago yo, cometíun error pero nada que con un poco de tiempo no se pueda arreglar. Tengo fe ennosotros y en esta química tan fuerte que nos mantiene unidos, por lo queconsidero que lo que puedo hacer es aplicar la misma técnica de Martín, darlesu tiempo para luego finalmente hablar, unos días sin vernos no nos dejaremosde amar ¿oh sí?

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