Lluvia de Besos

By Karensushi

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Abigail de veintidós años lleva diez meses desde que se graduó en una universidad de Colombia y tras su gradu... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítula 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 28

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By Karensushi

Estoy ansiosa, miró el reloj en mi mano sin parar, tengo ganas de salir corriendo de la oficina y buscar a mi familia que en cualquier momento van a llegar como habían prometido. Tantas cosas han cambiado en mí, en mi vida, tanto que contar, más el anhelo de verlos al fin luego de tanto tiempo, he aguantado las ganas que tengo de gritarle en la cara a Matilda pero no, eso no sería nada prudente o bueno para mi cerrera, es poco profesional, a pesar de todas las cosas sigue siendo mi jefa, odiosa y detestable pero mi jefa al fin y al cabo.

Mi regreso como esperaba no fue nada fácil, de algún modo Matilda siempre encuentra la forma de torturarme, estoy bastante segura que lo disfruta, Kenneth me dijo que no me molestaría más en cuanto a él, pero sabía que ella encontraría un nuevo modo de perturbarme.

Desde ayer no he visto ni hablado con mi mejor amiga, tampoco he visto a Tania desde que llegamos del viaje, al que si vi más sonriente de lo normal fue a Pablo, no sé porque pero él me parece confuso no lo logro entender por más que lo intento. Luego de poseer tanta información de su ruptura con Tania, lamentablemente no puedo verlo con los mismos ojos y encontrármelo tan alegre hizo que me dieran ganas de asfixiarlo por cada lágrima que le hizo derramar, pero prometí que no opinaría nada así que finjo no saber nada, no es mi asunto y además no quiero entrometerme en los problemas de nadie, bastante tengo con los míos.

Mi día solo empeoró en el preciso instante en que llegué a mi puesto y encontré a Matilda sentada con una sonrisa de oreja a oreja esperando por mí. Según ella necesitaba un reporte de todo lo que hice en mi viaje para saber si aún no tiene un motivo para despedirme. Cada partícula de mi paciencia la he utilizado desde entonces, ya que me ha tenido por horas en su oficina repitiendo lo mismo una y otra vez, como si yo no tuviera nada que hacer, pero mi mala suerte cambia cuando Pablo viene por ella, al fin dejándome sola.

—Pablito por un instante me caíste bien —susurró antes de levantarme para dirigirme a mi puesto en la oficina.

Mi teléfono vibra en mi bolso y al sacarlo veo que es Alexa, ella se encargaría de llevar a mi familia a la casa.

—Dime Ale.

—Marica ya estamos aquí, al fin estamos aquí —dice una voz chillona que reconozco como la de mi hermana.

—Me alegra mucho escuchar eso.

—Cuando llegas a casa, me muero por verte, los abuelos te mandaron dulces de tus favoritos.

—Eso suena tan tentador, que me dan ganas de salir corriendo —ella ríe del otro lado de la línea.

—Mamá quiere hablar contigo, espera.

—Abi, cariño ¿cómo andas?

—Emocionada porque al fin están ustedes aquí, no pude faltar hoy al trabajo por eso les envié a Alexa.

—Nombe no tenías que haber molestado a Alexa, nosotros podíamos tomar un taxi la casa.

—Ella sola se brindó, les dirá cuáles son sus habitaciones pueden comer y hacer lo que quieran mientras me esperan, siéntanse como en casa.

—Vela ¿Cuándo sales del trabajo?

—No lo sé, ni siquiera he podido empezar a trabajar, pero no te preocupes que nada más terminé iré a verlos.

—Dale niña, te quiero.

Cuelgo el teléfono y miro mi reloj, son las diez y media, me dispongo a ir a la cafetería por algo fuerte que me despierte, el no haber hecho nada en toda la mañana me tiene atontada.

Camino al ascensor y entro rápido antes de que las puertas se cierren. Dentro solo hay un hombre de cabello corto y oscuro, con unos ojos azules muy bellos, viste elegante y al verme me muestra una sonrisa, una parte de mí siente un escalofrío al verlo y por alguna razón me parece conocido pero no recuerdo de dónde.

Me siento a su lado y marco el número del piso que deseo, veo que él ya había marcado el mismo piso, que es el de la oficina de Kenneth a quién no he visto en todo el día, el elevador sube y siento que la mirada del hombre está en mí cosa que me molesta y mucho así que para mi sorpresa finalmente decido hablar o mi mente estallará por no haber dicho lo que me carcome por dentro.

—Se le perdió una parecida a mí.

—Usooo, si tuviera una como tú, no la pierdo —su respuesta me molesta más por el tono que por ser un coqueteo, me muestra una sonrisa y cambio mi vista al frente. Sus palabras se repiten en mi mente me doy cuenta que al igual que yo es colombiano.

El elevador llega a su destino y las puertas se abren el hombre antes de salir me mira

—Qué tenga buena tarde señorita.

—Igual usted —le respondo, él sonríe y comienza su camino.

Aunque muero por ganas de ver a mi adorable novio, me quedo en mi lugar, siento un instinto que me pide alejarme de este tipo y hace tiempo aprendí a hacerle siempre caso, Kenneth puede esperar, me voy hasta la cafetería a pedir mi chocolate de siempre.

Una vez lo tengo en mis manos regreso al ascensor no quiero perder mi tiempo y debo comenzar de una vez mi trabajo si deseo irme pronto a casa.

El resto de mi día es tranquilo y sin la presencia es Matilda, ni Pablo, ni Tania ni mi añorado novio, quien me ha enviado par de mensajes para decirme lo ocupado que ha sido su día y que desea verme.

Cuando termina mi horario de trabajo voy a la oficina de Kenneth con mucha rapidez, al llegar a su piso veo a través de los cristales que está reunido con alguien por lo que decido esperar a que termine, mientras respondo algunos mensajes de mi familia diciéndome que ya están instalados en casa y con grandes ganas de verme.

Finalmente tanto Kenneth como él hombre que ahora reconozco como el chico del ascensor se dan la mano y ambos salen de la oficina.

—Cariño, lamento que hayas tenido que esperarme —se acerca a mí y me da un beso corto en los labios.

—No pasa nada, ya has terminado.

—Sí, déjame presentarte. Él es...

—Thiago, señorita.... —dice interrumpiendo a Kenneth.

—Abigail —respondo mientras le estrecho la mano.

—Muy bonito nombre y es bueno al fin saberlo —Thiago, me sonríe pero una parte de mí dice a gritos q no es de confiar, cuando conocí a Tania, también la juzgué y resultó siendo mi error pero con este hombre, la piel se me eriza y me provoca escalofríos.

—Thiago —interviene Kenneth mientras me pasa una mano por la cintura y yo lo miro y sonrío como una tonta enamorada porque admitámoslo es lo que soy —. Abigail es mi novia, me gustaría saber cómo es eso de que por fin sabes su nombre.

—Esta mañana coincidimos en el ascensor, pero bueno no fue nada importante —Los dos chicos se miran y es evidente la rivalidad en sus miradas.

—¿Te falta mucho para terminar? —decido hablar y cambiar el tema porque no me gusta como ambos se miran y lo último que deseo es que se cree un problema en estos momentos.

—Yo ya me iba, estaremos en contacto Kenneth —Luego me mira a mí y toma mi mano y me planta un beso en ella —fue un placer conocerla señorita —Rezo en mi interior para que no ocurra nada por parte de mi querido novio quién en estos momentos me aprieta como si me fueran alejar de él.

—Lo mismo digo —respondo por educación pero un tono nada coqueto, bastante seco de hecho —Sin más Thaigo se voltea, camina hacia el ascensor y una vez entra en el siento que puedo volver a respirar.

—No me gusta ni un poco como te miró.

—Ni a mí, pero yo pasó, ya no está, se fue —Miro alrededor y como no veo a nadie de la oficina lo abrazo con todas mis fuerzas y le doy un beso en el pecho al momento su mirada se suaviza, me sonríe y me da un beso corto en los labios.

—Listo para conocer a tu suegra querido novio —Toma mis brazos de su cuello y los retira.

—Eso no ocurrirá hoy —lo miro sorprendida y sin entender.

—Mira ese hombre no me gustó, por eso quizás me comporté como si todo estuviera bien, discúlpame pero aunque te perdoné lo ocurrido con Zoe aún estoy molesto Abigail, ahora mismo quiero estar solo y me voy a casa de este modo —dice en un tono bastante frío.

—Creí que todo este tema estaba cerrado y que eras capaz de entender que yo no soy quien para contarte los secretos de los demás

—Es que no era de cualquiera nena, es de mi hermana, como quieres que esté.

—Agradecido quizás, de que haya hecho lo que ellas necesitaban

—Crees que no lo estoy, claro que sí, lo que esperaba un poco más de confianza de tu parte si tu hermana estuviera en esa posición estoy seguro que te gustaría saberlo.

—Claro que sí, pero también entendería.

—Entender que —dice en tono molesto.

—Estoy segura que ni siquiera me hubieras creído.

—No te costaba nada intentar, sabes que, mejor lo dejamos aquí, ambos estamos lo suficiente alterados como para decir algo equivocado y de lo que luego nos podemos arrepentir —Pasa por mi lado, camina hacia el elevador y yo me quedo ahí estática y sin entender nada, mi mente quiere ir detrás suyo pero mis piernas no se mueven, escucho como se aleja y yo me quedo sola con un nudo en la garganta que me dificulta respirar, siento como las lágrimas corren por mi rostro y rápidamente las limpio, no quiero que nadie me vea así, tomo mi bolso y me marcho del edificio.

Ni siquiera Kenneth podrá arruinar lo que significa para mí que mi familia esté en Madrid, si él quiere estar molesto que se vaya lejos de mí, él se pierde lo que es compartir con mi maravillosa familia.

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