No te enamores de Mia © [LIBR...

Oleh kinomera

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Libro 2 de la bilogía «No te enamores». Es necesario leer «No te enamores de Nika» antes de iniciar esta lect... Lebih Banyak

❁ ANTES DE LEER
❁ ADVERTENCIA
Prefacio
00_Googlea suicidio
01_Un gnomo madón
02_Amaia suena mejor
03_Construir paredes
04_ Ya no parece un gnomo
05_Chismes de pueblo
06_El temor al monstruo
07_Mi existencia de mierda
08_Las razones que buscaba
09_El lugar correcto
10_¿Qué siente ella?
11_¿Qué me pasa?
12_No te enamores de Mia
13_Ser un cretino nunca se sintió peor
14_ ¿Lastimarla o salir lastimado?
15_Una promesa
16_Un beso en mi mejilla
17_Ella
18_¿Quieres huir?
19_La fiesta de Adrien
20_La fiesta de Adrien (II)
21_Idiota es poco
22_¿Se puede ser feliz?
23_No sería la primera vez
24_Vidas que no cambian
25_Si ella se queda
26_ Mentiras sobre mentiras
27_Dilo sin llorar
28_Luz y oscuridad
29_Una vida normal
30_Aksel, Sophie y Dax
31_Beber jamás fue bueno
32_Entregarle todo
33_Una oportunidad perdida
34_Sí existe un nosotros
35_Es sábado
36_El comienzo
38_Hazlo
39_Tenemos que hablar
40_Te amé antes de saber que te amaba
41_Aprendió sola
42_Me enamoré de Mia
43_ Somos las víctimas
44_Un boleto de salvación
45_Pregúntame
46_Pestañeo
FELIZ DÍA
Epílogo
AGRADECIMIENTOS
EXTRA: 14 de febrero
EXTRA: Cumpleaños (1)
EXTRA: Cumpleaños (2)
EXTRA: Cumpleaños (3)
EXTRA: Una historia de Halloween
EXTRA: Una historia de Halloween (2)
EXTRA: Una historia de Halloween (3)
EXTRA: Halloween
EXTRA: Navidad en Soleil (1)
EXTRA: Navidad en Soleil (2)
❁¡Estaremos en librerías!❁

37_Después del partido

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Oleh kinomera

Capítulo 37

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

El día antes del partido decidí usar una de las pastillas que la doctora Favreau me recetara para dormir. Descansé por primera vez en semanas, pero me negaba a tomarlas. Prefería los descansos ligeros plagados de pesadillas a los sueños bonitos que me hacían sufrir cuando volvía a la realidad.

La única razón por la que deseaba rendir era por Dax. Un encuentro importante, su última oportunidad de ganar y representar al centro del continente en las finales de la liga juvenil de fútbol.

No había pasado las mejores semanas de su vida, aunque se empeñara en demostrar lo contrario. Estaba frustrado y triste. Se esforzaba como ningún otro jugador y apoyarlo era lo menos que podía hacer.

Sin embargo, dos jugadores no hacían un equipo de once y, apartando a nuestro portero, el resto no estaba preocupado por ganar. En ningún entrenamiento mostraron la mitad de interés que Dax. Charles, el capitán, no era un líder que inspirara cuando en el vestidor, y antes de salir al campo, hacía chistes sobre las porristas que vinieran con Regen.

Nuestros contrincantes venían concentrados y las porristas no estaban en su lista de prioridades. Lo demostraron cuando sonó el silbato que anunciaba el inicio del partido y la multitud vitoreó con cada jugada emocionante.

Cada pase estaba curiosamente coordinado. Los de Regen habían hecho la tarea en sus entrenamientos y tenían un delantero veloz; además de un defensa, y capitán del equipo, que hacía imposible pasar una línea invisible en el terreno, sin contar al portero.

Dax marcó en la primera mitad y yo en la segunda, pero como equipo, nos equivocábamos. Discutíamos cada vez que las jugadas fallaban y en un descuido, cuando faltaban minutos para el final del tiempo reglamentario; el delantero de cabello negro, el veloz, anotó otro gol y el marcador terminó tres a dos.

Ganaron y lo merecían. Eso no evitó que Dax saliera sin hablar o pasar por los vestidores. Desapareció y supe que no lo vería en varios días.

Me duché en lo que mis compañeros discutían, reían como si nada hubiese pasado y volvían a comentar sobre las porristas. Salí de primero y por pedido de Aksel me quedé en la fiesta que organizaban después del partido.

Tenían música, bebida sin alcohol y profesores vigilando. Los mismos que no captaban el tráfico de vodka, tequila y ron de las botellas escondidas a los vasos plásticos que todos llevaban en la mano.

Me senté en las gradas, en el nivel más bajo y cercano al campo, veía a los fiesteros moverse de un lado a otro. Se mezclaban con los visitantes, emocionados de tener algo nuevo con que entretenerse.

Me obligaba a no mirar demasiado, no reconocer a nadie. Sabía que Amaia estaba ahí. Si la veía me sentiría peor o terminaría acercándome. No quería pasar por lo mismo de la semana anterior.

El sol cayó y se hizo de noche. Las luces del campo se encendieron y la fiesta no paró. Me habría fundido al asiento si no fuera por el extraño movimiento de los fiesteros. Se congregaban en una zona y los que estaban más lejos iban notándolo, mostrándose curiosos.

Me acerqué, despacio, sabiendo que era una discusión o una pelea. Todos se apiñaban, haciendo imposible que atravesara la multitud. Pedir permiso no servía y, al escuchar su voz por encima del murmullo, me congelé.

Avancé a codazo limpio y protestas hasta alcanzar al pequeño círculo que rodeaba el conflicto.

—Vete a otro lugar, amigo —dijo Aksel, era imposible no reconocer su voz—, no va a pasar.

Frente a un pelirrojo que le sacaba unos centímetros, estaba mi hermano. Detrás, Amaia sostenía la mano de Sophie.

—Sí, definitivamente quieres que te partan la cara —espetó quién reconocí como Julien, el ex novio de Sophie.

Alzó la mano y su trayectoria terminaría en el rostro de Aksel si no me hubiese interpuesto y sostenido su brazo.

Se sorprendió y lo empujé con todas mis fuerzas, logrando que se alejara. Fue divertido verlo hacer malabares para no terminar en el suelo.

La adrenalina inundaba mi sistema. No podía entender lo que sentía, la idea de golpear a un imbécil me causaba una satisfacción indescriptible.

—Me parece que a quién le van a partir la cara, es a otro —murmuré, preparándome para la función.

—¿Qué pasa contigo, Sophie? —Julien miró de su ex novia a nosotros—. ¿Ahora tienes un ejército de defensores? ¿Qué les has dicho que te hice para...?

—Muchas palabras, imbécil —interrumpí—. Vete de una puta vez o te llevas un ojo morado de regalo.

—¿Quién te crees?

Le había dado la oportunidad.

—Como quieras, pensaba dejarte inconsciente de un solo golpe, pero si sigues hablando, puede que no sea tan caritativo.

Lo empujé, provocándolo, deseando que diera el primer golpe para tener una razón por la que acabar con él.

>>¿No querías partir caras? —insté—. Adelante, principito.

—Basta ya, Nika. —Aksel me tomó del hombro y entró en mi campo de visión—. Él se va a ir y dejará en paz a Sophie. No hay por qué llamar la atención.

—Yo no me voy a ningún lugar sin hablar con Sophie —declaró el pelirrojo, acercándose, decidido.

Me deshice de Aksel y estaba a punto de tomarlo del cuello cuando alguien lo alejó. La multitud chilló y se abrió, por miedo a recibir un golpe.

Intenté alcanzar al maldito Julien y Aksel sostuvo mis brazos a la espalda en lo que Charles hacía lo mismo con mi objetivo. Ambos queríamos llegar al otro y nos lo impedían. Gruñí y grité para que me soltara en lo que mi hermano me sacaba del círculo.

Los chillidos no me dejaban ver nada que no fuera al pelirrojo, hasta que desapareció entre la multitud. Protesté y me revolví.

—¡Suéltame! —grité cuando nos detuvimos.

—¡No te voy a soltar hasta que no te calmes!

Dejé de moverme, aunque mi corazón seguía palpitando a toda velocidad.

—No tenías que haberme aguantado —reproché, viéndolo—, ese imbécil...

—¡Cállate! —gritó una voz femenina que identifiqué como la de Mia. No sabía que estaba con nosotros—. No quiero seguir escuchando lo mismo.

Se interpuso en la pelea y no lo noté.

—¿Estás bi...?

—Estoy perfectamente —zanjó y puso su atención en Aksel—. Busca a Sophie y manténganse con Victoria y Rosie. Dudo que Charles deje solo a Julien.

Bufé y les di la espalda con tal de calmarme; caminando de un lado a otro, mirando al cielo, con tal de no correr a buscar al cretino. Intentaba calmar mi respiración y dejar de temblar en lo que ellos conversaban.

Cuando Aksel se alejó, me detuve. Amaia seguía allí.

—Te quedarás en los vestidores hasta que nos vayamos —ordenó—. Da igual si tengo que encerrarte ahí. No quiero más problemas.

Me dio la espalda y se encaminó al borde del campo. El estómago me dio un vuelco al tenerla tan cerca. Apuré el paso para alcanzarla.

—Mia, lo si...

—No me vayas a decir que lo sientes.

Sentía que se hubiese visto obligada a intervenir en un conflicto del que podía salir lastimada.

—No quería ponerme así —confesé—, pero, ¿qué quieres que haga?

Se detuvo cuando entramos al pasaje bajo las gradas que conducía a los vestidores.

—¿Que te comportes como una persona normal?

—No puedo actuar normal si atacan a mi hermano y mucho menos cuando fue capaz de hacerle algo tan sucio a Sophie —dije, señalando en dirección al pasado conflicto—. Merece que le parta la cara.

—No estoy diciendo que Julien no haya sido un asco. —Agitó las manos a los lados de su rostro—. Da igual lo que hiciera, los golpes no son la respuesta. ¡La violencia jamás será la respuesta!

Su voz se elevó un poco.

>>No puedes golpear a alguien solo porque te saca de tus casillas o crees que lo merece.

Escucharla me recordó a las veces en que mi padre gritó y golpeó por cualquier motivo, al día en que se enfureció con la pequeña Emma por estar jugando en el pasillo. La violencia no era la respuesta porque, una vez te acostumbrabas a ella, era difícil abandonar el hábito.

—Tienes razón.

Me costó trabajo tragar y su expresión se relajó al escucharme.

—Julien se portó muy mal, pero no es un hijo de puta —murmuró—. Vi su actitud y por mucho que deteste lo que hizo, lo conozco. Sabe que la cagó y, como tú dices, cargará con una gran culpa, una que es suya: la de arruinar lo que tenía con Sophie.

>>Estaba desesperado y que tú le partas la cara no resolverá nada —añadió—. No lo hará sentir mejor a él o a Sophie. Te meterá en problemas a ti, posiblemente a Aksel y a nosotras que todavía formamos parte del instituto y queremos optar por la universidad.

No había pensado en nada cuando lo vi dispuesto a atacar a Aksel.

—Tienes razón —repetí.

Intenté relajarme, apoyé la espalda a la pared y fijé la vista al techo. No podía soportar mi peso en ese momento.

—¿Te siente bien? —preguntó.

El tono preocupado en su voz me sacó una sonrisa.

—Sí, estoy bien.

—Perfecto. —Sus hombros subieron y bajaron con el aire que tomó al organizar sus pensamientos—. Quédate aquí hasta que avisemos. No sería bueno que estuvieras rondando.

—Mia. —Se detuvo—. Lo siento.

—Solo no te metas en más problemas —pidió—. No vas a ganar nada con golpes.

—Y lo dice la que habría machacado a Rosie en el pasillo central.

Logró contener la sonrisa.

—Que me equivoque de la misma manera significa que sé de lo que hablo —especificó—. Digamos que aprendí la lección y tuve la suerte de tenerte cerca para no meterme en problemas.

Recordar esos momentos me hizo estremecer.

—Supongo que me estás pagando el favor.

—Sola no habría podido. A duras penas Aksel podía contigo.

Cada vez le mostraba más facetas de mí que odiaba y ella siempre me ayudaba, a pesar de todo.

—Gracias —murmuré.

Se encogió de hombros y me dio la espalda. La opresión en mi pecho volvió, la que provocaba el miedo a verla partir. Toqué su hombro con ganas de hacerla girar, pero recordé que mi tacto podía desagradarle y aparté la mano.

Dio media vuelta y me observó. Su rostro, su mirada. Daba igual lo que dijera su madre, yo la necesitaba para sobrevivir.

—No lo hagas —susurró con tristeza, leyendo mi intención—, solo no lo hagas.

—Por favor. Solo quiero que...

—Nika, no —cortó—. No quiero hablar de esto, no de nuevo para terminar en el mismo lugar.

—Te juro que quiero respetar tu decisión y entender que se acabó... No puedo. —Me acerqué, intentando que las palabras no se atascaran en mi garganta—. Sé que soy egoísta y debo alejarme, pero te extraño. —Su labio tembló—. Te extraño demasiado para quedarme callado cuando veo la más mínima oportunidad de arreglarlo.

—No hay nada que...

—Extraño todo de ti. —Quedamos a un paso de distancia—. No me importa lo que digas, teníamos algo especial y lo sabes tan bien como yo.

Mis ojos escocieron.

>>Extraño tus mensajes, nuestras conversaciones, tus preguntas para saber cómo me fue en terapia. Verte estudiar con Aksel en la mansión, ayudarte y que me sonrías cada vez que hago un mal chiste. —El dolor en el pecho me hacía temblar y no quería ponerme mal frente a ella—. Extraño todo de ti, Mia; incluso que me llames idiota o malinterpretes lo que digo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

>>Te necesito —confesé— y cada día que pasa se hace más fuerte, es peor soportar la distancia y quizás me estoy engañando, pero quiero creer que te sucede lo mismo.

>>Muero por besarte. —No me atreví a acariciar su rostro sin saber cómo se sentía—. Daría cualquier cosa con tal de que tú quisieras lo mismo.

—Darías cualquier cosa —repitió con voz apagada.

—Lo que sea. Pide lo que quieras y lo haré.

Presionó sus labios y sorbió por la nariz antes de hablar:

—¿Por qué tenía que irme para que hablaran con tu amiga ese día?

Estaba desesperado y las preguntas llegaban, las que no quería responder con tal de no mentir.

—No quería que supieras algunas cosas de mi pasado y teníamos varias que aclararle a Siala antes de que se fuera.

—¿Y eso es?

—Las verdaderas razones por la que salimos de Prakt sin decir nada.

Se cruzó de brazos, esperando a que le diera más que pequeños datos que solo creaban nuevas preguntas.

—Y sigues sin querer que sepa esas razones —supuso.

—Exacto.

—Pero quieres que arreglemos... Quieres que arreglemos lo que sea que teníamos.

—Más que nada en el mundo.

Frunció el ceño y su respiración tembló.

—Pues para eso necesito saber que puedo confiar en ti y si no eres sincero, es imposible.

—Mia, yo...

—¿Te estoy pidiendo algo irracional? —preguntó con tristeza—. Dime si estoy presionándote o chantajeándote de alguna forma, no es lo que quiero.

—No, eso no es lo que estás haciendo.

—Quiero entender cómo es que de un día a otro eres tan distinto. Quiero saber si puedo confiar en ti porque lo que sucedió me demuestra que no.

—Y yo quiero que confíes en mí.

—Respóndeme entonces —suplicó—, ¿por qué salieron huyendo de Prakt?

—Porque mi madre era la borracha del vecindario —confesé, aunque fuera una de las últimas razones de la lista—, la que todos señalaban y juzgaban. La que dejó a su hija pequeña en manos de su hermano irresponsable y terminó rompiéndose el cuello por las escaleras. La mala madre que no era capaz de hacerse cargo de sus hijos, al punto que uno intentó suicidarse.

—¿Aksel intentó suicidarse?

Sus ojos se abrieron demasiado, la confesión la asustó.

—Claro que no.

—Tú... Tú inten...

—Fue un accidente —mentí—. Atravesé por la ventana del segundo piso y terminé en el jardín con el brazo destrozado. —Mi padre me había lanzado—. Perdí un año en la recuperación y creyeron que intenté suicidarme por lo sucedido con mi hermana.

—¿Por eso huyeron?

—Por años mi madre lo intentó, pero no podía, no se lo permitían. —Era imposible detenerme, las mentiras salían por si solas—. Una y otra vez llegaban los chismes, los recuerdos y el mismo maldito lugar donde había sucedido todo, la misma casa.

>>Fue algo improvisado. Desaparecer era la única opción y nos fuimos a Tanya, un pueblo muy al norte, con el tío de mamá. Queríamos empezar de nuevo, dejar todo atrás y él nos dio la oportunidad.

—¿Por eso no le contaste a tus amigos?

—Quisimos borrar el pasado con tal de que mi madre tuviera un futuro. —No dejar huellas que él pudiera seguir—. Teníamos miedo de que atentara contra su vida, por muy fuerte que sea, todos tenemos un límite. Por eso tuvimos que explicarle a Siala.

Mantuvo el silencio, intentando entender lo que acababa de decir.

Era creíble, posible y el engaño perfecto; cuando mezclabas la realidad con mentiras era lo que obtenías. Me sentía sucio por usar hasta el último recurso con tal de recuperarla.

—¿Y eso es lo que tanto querías ocultar? —Era demasiado lista y su rostro expresaba confusión—. Algo más hablaron con tu amiga y no me estás diciendo, ¿cierto?

—Mia...

—Dime qué es —demandó.

—No tiene sentido.

—Lo tiene para mí y no entiendo el porqué lo escondes con tanto ahínco.

—Es mi pasado y en él lo único que hay es oscuridad. No quiero que llegue a ti, no me lo perdonaría.

—Pues yo quiero saber —suplicó con gesto preocupado—, necesito saber.

—No tiene sentido decirlo. Te juro que esa es la razón, dejarlo todo atrás.

—Sigues sin decirme la verdad y esperas que te crea.

—Mia, por favor...

—Contigo son todo verdades a medias —dijo, decepcionada—. ¿Cómo crees que alguien puede confiar en ti?

>>No puedes esperar que esté tranquila y feliz sabiendo que me ocultas cosas. —Estaba a nada de llorar—. dijiste que confiáramos el uno en el otro —declaró, golpeando con su diminuto dedo índice sobre mi pecho—. dijiste que no eras adivino, dijiste que si queríamos que funcionara teníamos que compartir lo que nos sucedía y lo tiraste a la basura cuando mentiste esa noche.

Tenía una razón, pero no podía decirla.

>>Es como si no supieras entender a otro ser humano, como si en un momento fueras una persona y al siguiente otra —chilló con la voz quebrada—. ¿Qué demonios está mal contigo, Nika Bakker?

Apresé su mano contra mi pecho y su tacto me reconfortó sin importar la situación o el sufrimiento que le provocaba.

—Todo —acepté—, todo está mal conmigo.

Hice que su palma se abriera en el centro de mi pecho, ligeramente a la derecha donde realmente estaba mi corazón.

—Nada aquí dentro funciona correctamente. —Estaba más roto que el resto, marcado desde el momento en que fui concebido—. No sé actuar sin lastimar a otros o ayudar, sin buscar problemas. No sé proteger a quienes aprecio y ni tan siquiera sé querer de la manera adecuada. —Daba igual mi esfuerzo—. Yo todo lo hago mal, de la forma equivocada.

Tuve que sonreír. A veces pensaba que mi corazón disfuncional era la razón.

>>Es como si mi corazón no estuviera en el lugar correcto.

—O simplemente no estuviera —masculló.

—Puede que no, pero nadie me hace sentir así.

Miró su mano y supe que podía sentir el palpitar acelerado, el golpeteo frenético por tenerla cerca.

>>Puedo ser un desastre, soy consciente, pero nunca nada lo ha hecho latir de este modo —aseguré—; solo tú, Amaia.

No respondió. Su mano temblaba sobre mi pecho y cerró los ojos por varios segundos.

—Las palabras bonitas no bastan, Nika —murmuró, finalmente—. Hace mucho pasó el momento en que eso me haría caer.

>>Acaba de pasar la última oportunidad para ser sincero.

—Mia...

—No vuelvas a hablarme, mirarme o intentar nada. —Se alejó con una mirada glaciar—. Respétame, al menos, y déjame en paz de una vez por todas.

Sentí que me caía a pedazos. La presión en el pecho, los temblores y las sudoraciones. Me derrumbé sobre las rodillas y recordé a la doctora Favreau.

Ataque de pánico.

Intenté respirar, calmarme, decirle a mi cerebro que la asfixia no era real, que si había oxígeno en mis pulmones. No podía. Me abracé con las manos sobre los hombros y me encogí, haciendo que mis piernas se pegaran a mi torso. Me hice un ovillo, sentado en el suelo, y así dejé de temblar.

Poco a poco, pasó. La cabeza me dolía, una punzada constante en mi frente. Al menos podía respirar y cuando escuché que alguien se acercaba, me puse de pie y fingí que salía del túnel bajo las gradas.

Un grupo de fiesteros iban gritando. Ignoré sus miradas y salí al campo donde fue más fácil respirar. Di vueltas sobre mis pies sin saber a dónde ir o qué hacer. Lo hice hasta que mi vista se detuvo en lo alto de las gradas.

Amaia estaba allí, sentada, con un chico. La desesperación que provocó imaginarla con alguien más me hizo recordar la última sesión de terapia.

No, yo no estaba bien y dudaba que algún día pudiera estarlo.

Era imposible tenerlo todo y si seguía intentando estar con ella la lastimaría igual o peor de lo que mi pasado o mi padre podían hacerlo.

No podía fingir que quería protegerla cuando mi egoísmo insistía en recuperarla.

Quería tenerla conmigo porque la necesitaba, para sentirme mejor. Era hora de pensar en mí y en ella a la vez, algo que solo lograría si la dejaba ir.


~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~

A @Oda207 que desde tiktok me pidió
un capítulo dedicado. Gracias por
el apoyo y las lindas vibras.
😘

~❁ ❁ ✦ ❁ ❁~


Hola, mis champiñones.

Es tarde, trabajé mucho y estoy cansada. El domingo las interrogo sobre su semana para leer el chisme. Por hoy me voy rápido.

Actualización el domingo.

Las amo.
💋

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