WICKED HATE | FRED WEASLEY (t...

By acirel_

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AVISO: lenguaje maduro, contenido sexual, violencia y uso de drogas y alcohol. Fred Weasley siempre ha odiado... More

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By acirel_

NO TE DEJARÉ
_____________

— ¡Lilith, por favor, abre los ojos! — Escuché la voz desesperada de Fred en la distancia. 

Me obligué a hacerlo, apenas siendo capaz de percibir a nadie más que no fuera él, y noté cómo me acostaba en un cómodo sofá. Mi cuerpo se hundió de inmediato en él y no pude mover ni un solo músculo ya que mis ojos apenas se mantenían abiertos. Fred me miró con la preocupación brillando en sus ojos marrones mientras me quitaba un mechón de cabello de la cara. 

— Mamá, ¿qué- qué hacemos? Tenemos que ayudarle — tartamudeó, bastante nervioso, mirando mi cuerpo y mi ropa cubierta de mi propia sangre.

— Primero hay que detener la hemorragia — dijo Lupin rápidamente, antes de dejar que la Sra. Weasley respondiera, y se acercó a mí, colocándose detrás del sofá para tener una vista completa de la situación. — Harry, en uno de los cajones encontrarás algunas hierbas e ingredientes que son útiles para las pociones curativas. Por favor, tráelas lo antes posible. Tonks, por favor, preséntate en el Ministerio e informa del ataque y de los Mortífagos que participaron en el.

— Asegúrate de que esté cómoda, Fred. Esto va a tomar algo de tiempo... — susurró la Sra. Weasley mientras ponía su mano sobre la temblorosa de Hermione. — Querida, ¿puedes enviarle una carta a su amiga Olivia Lovegood?Seguramente querrá saber lo que ha pasado.

Tanto Hermione como Fred asintieron nerviosamente y mientras la chica corría afuera, el pelirrojo comenzó a quitarme los zapatos y agarrar mantas de todas partes de la pequeña cabaña. 

— Freddie...— logré murmurar, sintiendo mi garganta y mi boca doloridas y secas. Sus ojos no se encontraron con los míos, pero supe que me estaba prestando atención.  Tragué saliva, con el dolor todavía en cada rincón de mi cuerpo. — Está bien, no tienes que hacer todo esto. No tienes porqué salvarme.

— Joder, sí, tengo que hacerlo Lilith — simplemente murmuró en respuesta. Mi corazón se hubiese acelerado si hubiera tenido la energía para hacerlo. El hecho de que él estuviera tan dispuesto a salvarme solo hacía que quisiese llorar por lo mucho que lo amaba. 

— Freddie, deberías rasgarle la ropa para ver qué tan dañada está su piel y sus músculos y para que no se infecte — sugirió George, mientras se aseguraba de que Ron y Ginny, que seguían en shock, estuvieran bien.

Remus tomó un cuchillo de Merlín sabe dónde y se lo entregó a Fred. Antes de que pudiera hacer algún sonido, el pelirrojo rasgó mi camisa, teniendo cuidado de no lastimarme aún más. Un jadeo compartido proveniente de Fred, Remus y la Sra. Weasley llenó el tenso silencio. 

— ¿Es tan malo? — Preguntó Harry, detrás de nosotros. 

Ni siquiera podía mirar. No quería en absoluto. En cambio, me concentré en Fred, quien después de tragar saliva y palidecer un poco, volvió a tratar mis heridas. 

— Está bien, cariño, todavía estás sangrando demasiado así que tendremos que aplicar un hechizo de reparación, ¿vale? Las garras de ese hijo de puta te han perforado mucho por lo que las heridas son demasiado profundas para curarlas fácilmente. Mantente despierta,  ángel, eso es todo lo que te pido. Por favor, mantente despierta.

— ¡No! ¡El encantamiento reparador puede dejarle cicatrices en todo el cuerpo! ¡¿Estás loco?! — protestó la Sra. Weasley. Estaba tan perdida que su voz sonaba increíblemente lejana a pesar de que estaba cerca de nosotros. 

— ¡MORIRÁ SI NO DETENEMOS LA HEMORRAGIA, MAMÁ! — Fred estalló, frustrado, pasándose la mano por el cabello.  — Es mejor tenerla con cicatrices que no tenerla en absoluto.

No pude evitar soltar algunas lágrimas que se mezclaron con las manchas de sangre y polvo en mi rostro, y tampoco pude evitar notar como la mano de Remus acariciaba mi mejilla para limpiarlas. 

— Shh, querida, está bien. Estarás bien — su voz susurrante me calmó. Fred trató de sacar su varita del bolsillo de sus pantalones pero sus ojos se perdieron en mi cuerpo herido y sus manos comenzaron a temblar levemente.  — Fred — lo llamó Remus, notando también el tembloroso movimiento. — Déjame hacerlo. Ven y toma su mano.

Inmediatamente cambiaron de lugar y pronto, el toque cálido, calmante y reconfortante del pelirrojo me envolvió, haciendo que ya me sintiera curada. Sus ojos se clavaron en los míos con miles de palabras, que no pude descifrar, silenciadas detrás de ese brillo de preocupación. 

— Cariño...— murmuré débilmente, casi incapaz de mover mi cuerpo cuando sentí la varita de Remus contra mi piel. 

— Estoy aquí — dijo Fred con el mismo tono suave pero también sincero. — No te dejaré. Jamás lo haré. Yo no soy como Ares.

Las lágrimas se amontonaron en mis ojos de nuevo y tuve que morderme el labio para contenerlas. Fred me dejó un beso rápido en la frente y sostuvo mi mano mientras Remus seguía aplicando todos los hechizos curativos que podía. 

Un pequeño gemido salió de mi boca cuando sentí que mi carne se juntaba. Era repugnante. 

Fred apretó mi mano.  — Aguanta, Lilith, sé que puedes. Remus, ¿puedes ser un poco más amable?

Lupin lo miró brevemente y luego negó con la cabeza. — Lo haría si pudiera, Fred. Jamás la lastimaría voluntariamente.

Mi cuerpo se sentía entumecido a pesar de que el dolor, que había disminuido, todavía estaba presente. Los minutos se sintieron como una eternidad y aunque mi vida ya no se me escapaba de los dedos, todavía tenía miedo de que en cualquier momento cerrara los ojos para no volver a abrirlos nunca más. 

— Aquí, querida, bebe esto — la Sra. Weasley me ofreció una pequeña taza y me hizo beber la poción. Sabía muy mal, pero aún así me la tragué por el hecho de que se estuvieran tomando la molestia de curarme y salvarme. 

— Acabo de recibir una respuesta de Liv, llegará mañana temprano en la mañana. Aparentemente, Irlanda está siendo vigilada y no puede aparecerse aquí — anunció Hermione cuando entraba por la puerta, todavía aparentemente nerviosa. 

La Sra. Weasley acarició mi cabello alejándolo de mi cara. 

— Eso es todo. Tendrá algunas pequeñas cicatrices pero al menos sobrevivirá — dijo Remus exhausto. — Puedes dejarla dormir, apuesto a que está agotada.

— Lo-lo siento — susurré, sintiendo que mis ojos se cerraban.

— ¿Por qué?

— Por hacer que os toméis tiempo para salvarme... Nunca podré agradecéroslo lo suficiente — las palabras salieron inmediatamente de mi boca, más suaves que antes. 

Fred negó con la cabeza y Remus chasqueó la lengua. — No seas tonto, Lilith. Eres como una hija para mí y sobretodo. eres nuestra amiga. Por supuesto que haríamos lo que sea que esté en nuestras manos y aún más para salvarte.

— Ahora descansa, querida. Lo necesitas — me sonrió Molly. — Vengan conmigo, niños. Les mostraré las habitaciones, la cabaña es pequeña pero al menos es un lugar seguro. 

— Yo me quedo — estalló Fred rápidamente. 

— Freddie, puedes dejarla descansar. Ella estará bien — George trató de convencerlo, pero su gemelo se negó, sin dejar de mirarme. 

— No, no, yo no me muevo de aquí.

Quería agradecerle por todo lo que estaba haciendo por mí y decirle que podía irse a descansar, pero mi mente estaba tan cansada y mis ojos se sentían tan pesados ​​que no podía formar una palabra. En cambio, me quedé profundamente dormida. 

Esa noche no soñé. 

✵ ✵ ✵

La tenue luz del sol del amanecer me despertó. Mi cuerpo todavía estaba adolorido y apenas podía moverme por mi cuenta, pero el dolor no impidió que mi corazón se acelerara cuando vi la imagen frente a mí. 

Fred estaba sentado a mi lado, con la cabeza entre las manos y el cabello revuelto. Anoche había pensado que se quedaría un rato y que luego, se iría a dormir después de la dura noche, pero a juzgar por su apariencia, se había quedado a mi lado toda la noche. 
Oh, Freddie. 

— Freddie — lo llamé en un suave susurro.  Inmediatamente se movió, bastante sorprendido, frotándose los ojos con las manos.

— ¿Sí, cariño? ¿Necesitas algo? — Fred habló con una voz baja y somnolienta.

— ¿Te quedaste aquí toda la noche?

— Por supuesto — dijo como si fuera lo más obvio del mundo. — No te iba a dejar aquí sola.

Mi corazón se derritió ante sus palabras mucho más de lo que debería. 

— No tenías que...

— Claro que tenía que hacerlo, Lilith — me interrumpió. — Podrías haberme necesitado.

Mi mano fue directamente a tomar su mejilla y él dejó un beso suave y corto en ella, moviendo su mano para acariciar la mía. Estaba a punto de responder, pero un pequeño golpe fuera de la puerta interfirió. Los ojos de Fred se abrieron ampliamente e inmediatamente se puso de pie, agarrando su varita. 

— ¿Quién está ahí?

— Yo. Olivia — la voz suave de Liv habló con un toque de preocupación en su tono. 

Inmediatamente el pelirrojo abrió la puerta dejando que la rubia entrara al lugar. 

— Mierda, debería haberte pedido algo más para demostrar que eres tú — se quejó Fred, pasando sus manos por su rostro cansado. 

— Para ser honesto, Fred, nunca he visto a un Mortífago llamando a la puerta — dijo sin pensar. — ¿Donde está?

El pelirrojo señaló con la cabeza el sofá donde todavía estaba acostada. Los ojos de Liv se enfocaron en los míos e inmediatamente caminó para ponerse frente a mí, arrodillándose a mi lado. 

— Liv...

— Estoy aquí, perra imprudente — susurró, tomando mi mano y dejando muchos besos en ella. — ¿Qué diablos se te pasó por la cabeza para decidir que era una buena idea correr detrás de tu madre, eh? No puedes dejarme tan malditamente pronto, joder. Y si es así, al menos llévame contigo.

No pude evitar reírme, sintiendo el dolor en todo mi pecho pero soportándolo. 

— Ya deberías saber que no pienso demasiado en las cosas. Y nunca te dejaría venir conmigo.

Chasqueó la lengua moviendo las mantas que Fred había puesto para cubrir mi cuerpo durante la noche. Como las heridas aún estaban sanando, solo llevaba mi ropa interior, así que para mantenerme caliente el chico me había envuelto con tres pesadas mantas que Liv tuvo que mover ligeramente para examinarme. 

— ¿Quién te curó?

— Entre Remus, la Sra. Weasley y Fred. ¿Dónde está Lin?

— Está poniendo los últimos hechizos protectores en el piso, vendrá más tarde con algunos medicamentos que le pedí — dijo, pasando sus dedos cuidadosamente por las cicatrices frescas. — ¿Encantamiento reparador? Eso es inteligente. Pero sabes que no estarás completamente curada en un par de semanas, ¿verdad? Estas heridas parecen demasiado profundas incluso para curar con magia.

— Hicimos todo lo que pudimos. Tuvimos suerte de que en la cabaña hubiera algunos ingredientes para pociones curativas...— comenzó Fred, caminando para sentarse en el sillón junto a Liv. — Le dimos las
más fuertes que encontramos.

— Bien. Todavía necesitará medicinas y mucho descanso. ¿Te importa si me quedo aquí? No creo que podamos sacarla de la cabaña en al menos dos semanas.

— Claro, todos nos quedaremos.

— ¡Liv! ¡Por fin estás aquí! — la voz de Remus se escuchó detrás de mí.  Palmeó el hombro de Olivia mientras se ponía de pie a mi lado.  — ¿Cómo te sientes, querida?

— Todavía como la mierda, pero al menos ya no me muero — logré decir, sonriéndole. 

Cuando el resto de la casa comenzó a llegar, todos se detuvieron a hablar un rato conmigo, asegurándose de que estaba bien. 

George me trajo el desayuno para luego mostrarle a Liv la habitación que podía ocupar.  La Sra. Weasley, Ginny y Hermione me ayudaron a moverme al pequeño baño para limpiar la sangre seca de mi cuerpo y ponerme un camisón blanco limpio, ya que el resto de mi ropa estaba sucia y hecha jirones. Harry me preparó otra poción curativa, Ron y Tonks hicieron todo lo posible para hacerme reír un par de veces y también me trajeron agua cada vez que la necesitaba. 

Sin embargo, me sentía inútil.

Ese sentimiento se intensificó aun más cuando Hermione me ayudó a ponerme de pie y Liv tuvo que sostenerme por detrás ya que mis piernas apenas me respondían. Qué puta mierda. 

Cuando Pauline llegó, tal y como había hecho Liv, corrió a arrodillarse frente a mí para examinar mis heridas dado que una de sus especialidades en Beauxbatons era la magia curativa. Tras examinarme un par de minutos y bombardearme con preguntas, sugirió hacer una poción camerunesa que había aprendido y de la que ninguno de nosotros había oído hablar, pero que me hizo sentir mucho mejor que la poción curativa promedio. 

Ya de noche otra vez, después de haber sido medió obligada a cenar por Remus con la excusa de que tenía que recuperar fuerzas;  Fred, Liv, George, Pauline y Hermione se quedaron conmigo un rato más. 

— No puedes volver a dormir aquí — dijo Hermione de manera obvia. — Te despertarás con un gran dolor de espalda.

— Mione, creo que ya me duele lo suficiente el cuerpo como para preocuparme por un simple dolor de espalda — murmuré con una sonrisa.  — No te preocupes, amor, te prometo que estaré bien.

— ¿Por qué no te acuestas con Liv y conmigo? — Sugirió Pauline. 

— No, apenas cabríamos en la cama y no quiero molestaros.

— No nos molestas, por el amor de Merlín — Liv chasqueó la lengua. 

— Liv, estaré bien.

Todos se quedaron en silencio por un par de segundos y mis ojos se movieron hacia la ventana, donde las estrellas comenzaban a aparecer y el cielo gradualmente se tiñía más y más de un azul oscuro. 

— Entonces me quedaré contigo — Fred rompió el silencio. 

— No, ya lo hiciste anoche. Necesitas descansar también — respondí de inmediato realmente sería. 

— Me da igual..

— Fred. He dicho que no.

Sacudió la cabeza. 

— No me importa lo que digas. No te voy a dejar sola, es posible que necesites algo durante la noche y apenas puedas moverte por tu cuenta...— respondió más serio y firme que de costumbres pero aún con su expresión tranquila y su tono relajado. — Si no quieres dormir aquí, podemos dormir en mi cama. Apuesto a que es mucho más cómoda que este sofá.

— Si no lo haces, Lilith. Yo también me quedaré aquí contigo — Liv dijo, muy seria también. 

— Y yo — Hermione asintió con firmeza. 

— Anda, Lilith — George habló por primera vez, tratando de razonar conmigo. — Puede que la habitación de Fred sea pequeña pero la cama es lo suficientemente grande para los dos. Además, aunque te sientas mejor que ayer, no estás lo suficientemente curada y es posible que necesiten algo más tarde durante la noche. Déjanos ayudarte tanto como podemos.

Medité en sus palabras. Anhelaba una cama cómoda con sábanas suaves, pero al mismo tiempo, tenía miedo de tener una pesadilla mientras dormía con Fred. Ni siquiera podía recordar la última vez que me había acostado con un hombre en la misma cama. Los ojos de Liv y los míos se encontraron y supe que estaba adivinando mis pensamientos. 

— Intenta dormir allí, Lilith. Solo inténtalo. Además Georgie tiene razón, no estás lo suficientemente bien como para dejarte dormir sola.

Finalmente, asentí y dejaron escapar un suspiro de alivio. Liv, Pauline y Hermione intentaron ayudarme a ponerme de pie, pero como mis piernas me fallaron descaradamente, así que George tuvo que levantarme y cargarme mientras su hermano corría a su habitación para tener la cama lista. 

— Aquí tienes — murmuró George, colocándome en la cama, mientras Hermione corría a cubrirme con las sábanas y mantas. 

— Gracias, Georgie. Gracias a todos. No podría desear mejores amigos aunque existieran. — Sonreían todos agrupados en la puerta. 

— Lo que sea por nuestra Slytherin favorita — dijo el pelirrojo, guiñándome un ojo.

— Fred, si ella...— Hermione tragó saliva antes de continuar, — ...empeora, no dudes en despertarnos, ¿de acuerdo?

Fred asintió, mientras dejaba los medicamentos que Pauline había traído en la mesita de noche. 

— Cuida de mi mejor amiga, Weasley — advirtió Liv, señalándolo y dándole su mirada más seria. 

Después de cerrar la puerta detrás de ellos, el silencio llenó la habitación. 

— Lamento lo mucho que estoy molestando, Freddie.

Arqueó una de sus cejas y negó con la cabeza. 

— Deja de decir esas tonterías, Lilith. No me estás molestando ni a mí ni a nadie — movió las sábanas de su lado de la cama pero de repente, se congeló en su lugar y me miró fijamente. — Puedo dormir en esa silla si quieres, cariño. Quiero que estés cómoda.

Vi la vieja e incómoda silla de madera y sentí un sabor amargo en mi boca solo por pensar en Fred durmiendo allí mientras yo disfrutaba de su cómoda, fresca y limpia cama. Me tragué todos los miedos en mi mente y lo miré. 

— No, Freddie. Te quiero aquí, conmigo.

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro y sentí que mi corazón se derretía cuando se metió en la cama, dejándome sentir su calor corporal.

— Dormiré en este lado de la cama para no molestarte, y no dudes en despertarme si necesitas algo, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza y dejó un beso suave y rápido en mi mejilla. 

— Buenas noches, Freddie.

— Buenas noches cariño.

Las luces se apagaron y un solo pensamiento llenó mi mente mientras me acostaba cómodamente en la cama, notando cómo mis ojos se cerraban lentamente mientras el olor y la suave respiración de Fred me hacían sentir sana y salva. 

Lo amaba s que nunca.




Feliz navidad guapis <3

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