Superfluo -【Sally Face】

Par LaughingDollyPop

7K 855 3.3K

"𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 𝐧𝐞𝐟𝐢𝐥𝐢𝐦. 𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 á𝐧𝐠𝐞𝐥, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐦á𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐮 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñ... Plus

:✮· Medianas cosas que aclarar · 🎀 ✮:
O1: Cosas raras para empezar.
O2: Locuras de niño hormonal.
O3: Los primeros contratiempos.
O4: Feliz Martes.
O5: Lo necesito.
O6: Sin comentarios.
O7: Inspiración.
O8: Razones de sobra.
O9: Intentándolo o dejar pasar.
1O: Dulce despertar.
1 1: Rizos pelirrojos; mañana peligris.
1 2: "¿Quieres recordarlo?".
1 3: Desconectados.
1 4: Internamente.
1 5: "¿Te sientes bien?".
1 6: Extrañas manías.
1 7: "Voló, voló, voló, voló".
1 8: Mimos de un par de pubertos.
1 9: "Si así gustas y así quieres".
2O: "¿Quien soy yo para interponerme?".
2 1: "En efecto, es un libro".
2 2: Sostenme.
2 4: Vuelta a casa, otra vez.

2 3: Dime qué esperar de alguien como él.

205 24 161
Par LaughingDollyPop



El silencio tensaba completamente el rudo ambiente que la ausencia de soledad imponía. A donde sea que mirase el rubio, todo era tan deprimente, austero; provocando desconfianza como si solo fuesen animales salvajes vestidos de traje, queriendo saltar a su yugular para silenciarlo. Pero no, prometió hablar, y lo haría. Por los que no tuvieron la misma suerte que él en ese horrible campamento, y por los que sí la tuvieron pero no se atrevían a hacer lo correcto.

Fueron momentos de dura reflexión. En los que pensó si, efectivamente, provocaría algún cambio valeroso al mundo, haciendo lo que pensaba hacer. Hablar en tribunales para defender a alguien que no estaba y dar la verdadera imagen de un suceso, era algo hastiante y que inspiraba un profundo terror, además de algo que nunca pensaría presenciar en un futuro. Defender o apoyar a alguien en un juicio, santo cielo, jamás lo imaginaría años atrás.

Y sin embargo, allí estaba. Viendo como todos los ojos posaban en él, mientras el juez parecía determinar su sentencia respecto al caso. La familia de alguno de los chicos del campamento estaba allí, y lo sabía porque además de ser nombrados, lo miraban justamente con una especie de tristeza; un sentimiento de eterno duelo y consuelo, que buscaban en sus palabras. Por esas personas es que pensaba hablar con la verdad desde que tuvo su asiento en esa sala. Por esas personas no volteaba a ver a su anterior tutor de cabellos rubios, sentado al final de las filas con un rosario pendiendo de su cuello, y la clásica túnica de ministro, mientras lo observaba.

Lo sorprendente y quizás preocupante, era el hecho de que, no se veía en lo absoluto molesto o furioso con él. No veía a Travis con rabia ni tampoco con asco. Simplemente... lo miraba, allí sentado; testificando horrores y queriendo apoyar a una familia desafortunada, que no le importaba en lo más mínimo al ministro ni tampoco le producían lástima alguna, pero, sí curiosidad en lo que hacía Travis por ellos.

Su hijo, parecía otra persona. Parecía un adulto seguro en vez de un chico recién terminando su etapa adolescente. Parecía un hombre enfrentando la crudeza del mundo adulto y de las mierdas del mundo, en vez de un simple puberto preocupado en dramas escolares o en disfrutar su libertinaje curioso. Un hombre, un adulto, que en vez de disfrutar el despertar de la juventud y despedirlo como se debía, solo, estaba allí, en un tribunal, testificando con una seriedad y un coraje nunca antes visto en él, y repartiendo una especie de seguridad que, efectivamente, no le había transmitido su padre en ningún momento.

¿Qué le había hecho ese tal Fisher a su hijo? ¿Qué le había hecho Dios o la vida misma a su hijo?

La sentencia del juez dictaminó, que el caso de las muertes en aquel campamento religioso en los límites de Nockfell, le daba el beneficio de la duda a la familias de las víctimas para recibir la indemnización correspondiente por los daños y prejuicios sufridos. Además, el testimonio de Travis Phelps y un par de chicos más sería de vital importancia, para decidir que el campamento efectivamente sería cerrado permanentemente. Los tutores de dicho establecimiento serían enviados a juicio por diversos cargos de abuso de poder, daños y violencia de todo tipo ejercida en sus prácticas educativas y doctrinas religiosas, y además, los jóvenes que habían atentado contra la vida de las víctimas también irían a juicio. En el caso de los mayores de edad, muy seguramente terminarían en prisión, y en el de los menores infractores, serían puestos en custodia dentro de alguna organización perteneciente al estado que les proporcionase un acompañamiento adecuado, para luego llevarlos a juicio por los crímenes cometidos una vez cumpliesen la mayoría de edad.

Travis suspiró cuando escuchó la sentencia, y agradeció en el fondo de su torturado corazón, que quienes debieran pagar por lo cometido finalmente lo hicieran. Pidió paz y un descanso eterno a las almas de los chicos que no pudieron tener justicia a tiempo en sus casos, y rezó agradeciendo a los factores de la vida y las personas buenas que lo acompañaron, para encaminarlo a tiempo y lograr que hoy en día, hiciese lo correcto.

Cuando la audiencia se dio por terminada, Kenneth Phelps fue el primero en retirarse de la sala. No era necesario que viniese a ver a su hijo, pero, en el fondo sí tenía claro que mostrar una completa indiferencia a estas alturas, lo alejaría más de su objetivo.

Lisa Johnson acompañó al rubio menor fuera de la sala, una vez lo vio despedirse de las familias de las víctimas, y de los compañeros que se animaron a testificar. Entre todos, se desearon lo mejor y agradecieron las decisiones tomadas, para luego desearle la paz a quienes ya no estaban presentes para ver cómo se hacía justicia por ellos.

Travis abrazó a la conserje, y esta suspiró cuando el resoplido del chico le transmitió toda clase de sensaciones sofocantes. Ya estaba hecho. Habían optado por hacer lo correcto, ahora, era momento de volver a casa.

─Mi niño, no siempre es fácil ser el héroe, y tú ya lo eres. Estoy orgullosa de ti─.

─Gracias, Lisa. Creo que es hora de irnos, tengo algo de dolor de cabeza por madrugar tan temprano y...─ la expresión del rubio se congeló ni bien levantó la vista, y desvió la mirada accidentalmente a las puertas de la sala. Justo en el pasillo, su padre posaba recostado contra una pared y aparentando estar sumamente tranquilo ─Necesito salir un momento, a hablar con alguien. ¿Puedo?─.

─Por supuesto, ¿con quién deseas hablar? Sally debe haber salido de clases a esta hora seguramente, ¿quieres...?─.

─Si me permites, quiero... charlar con mi padre un par de cosas─.

Lisa volteó a ver a dónde miraba el rubio, y en efecto, su expresión se desconcertó de tal vista. Una mezcla de rabia con tristeza, desagrado, miedo y desconfianza, recorrieron su rostro. No podía creer que ese hombre realmente estuviese allí, posando como si nada y seguramente esperando a que su hijo fuese a hablarle. ¿Qué mierda quería?, ¿lograr que volviese con él?

La idea de permitirle a Travis ir y hablarle no le agradaba, para nada, pero no es como si con una charla ya lo convenciese de hacer las maletas e irse. Travis tenía toda clase de sensaciones sofocándolo como para permitirse tomar decisiones impulsivas. Necesitaba descansar, y... quizás charlar cosas pendientes con ese hombre. De cualquier forma, el rubio tenía dieciocho años, ¿quién era ella como para decidir si darle permiso o no de hablar con alguien?

─Claro, hijo. Ve y charla lo que debas charlar. ¿Te espero afuera?─.

─Si no es mucha molestia. Gracias─.

─No tienes porqué agradecer. Los dejo solos─ y allí, la castaña cruzó la puerta y miró de reojo al hombre, quien con cierta condescendencia la observaba, como si fuese gentuza o una vagabunda acompañando a su perfecto hijo. Y Lisa de verdad quería arreglar a golpes un par de cosas con ese hombre, pero, asco le provocaba la sola idea de tener que tocarlo.

Continuó su camino y se perdió detrás de las puertas que daban hacia afuera. Travis solo suspiró y caminó por el mismo pasillo, pero se detuvo justo a un metro de su padre. Podría querer hablar con él, pero ni de chiste tendría tanta confianza como para acercarse demasiado. Solo, hizo lo de siempre. Se recostó contra el muro y resopló, como si esperase a que el otro rompiese el silencio.

Eran tan iguales. Orgullosos y cortantes. Fríos y siempre determinados. Imponentes y a la vez... débiles por dentro. La única diferencia que determinaba la barrera de odio que parecían tenerse, era la resistencia que tenía cada uno para ocultar su debilidad. Kenneth Phelps solo portaba una coraza bastante difícil y hasta quizás imposible de atravesar. Ni siquiera en los momentos de quiebre demostraba algún dolor. En cambio, Travis sí se expresaba cuando solía romperse, y aquello, mostraba lo vulnerable que era por dentro en realidad, y sabía que su padre lo odiaba por ello.

─Veo que tienes claro a dónde apunta tu determinación─ el ministro comenzó, manteniendo una voz uniformemente limpia y sin una sola pizca de emoción maligna o benevolente. Solo una firmeza carente de agresividad o veneno en sus palabras. Como si reflexionara en voz alta ─Sin embargo, sofocante resulta al siempre tenerlo en claro en momentos complejos, ¿no crees?─.

─Sí. Parece admirable desde fuera, pero internamente agobia... y pesa─ Travis continuó, con la misma calma que su padre imponía en su hablar. Sin embargo, ver al hombre continuamente con el ceño fruncido y los labios firmes solo le inspiraba más desconfianza. La tranquilidad antes de la tormenta, asemejaba. Y el hecho de que, viejas sensaciones pasadas incomodasen hablar con su padre, solo lo hacían más difícil. Sentía que, sin importar lo que dijera, o el tono que usara, era una simple idea estúpida o sentimiento absurdo, que no vendría al caso. Y Kenneth Phelps, había sido un excelente maestro minimizando los pensamientos de su hijo. Los efectos se mostraban ahora, imposibilitando que ambos se sintiesen cómodos o sí mismos hablando.

─Presumo no fue un impulso egoísta el que te impulsó esta vez─ el ministro continuó, levantando ligeramente la mirada y observando la nada misma, casi mostrando una pizca de intriga en sus oscuros ojos cafés ─Casi me atrevería a llamarlo un "impulso altruista" si no creyera conocerte bien─.

Otra vez, allí estaba el hombre que despilfarraba la visión real de su hijo. Tergiversando sus palabras y tapándolas con tinta negra, para volver a escribir en blanco lo que en su interior realmente se hallaba. Reflejando sus ideales y pensamientos, casi sentimientos, en el joven que tenía a su lado. Casi como, si intentase volver a moldearlo a su antojo, con simples palabras, cuando era evidente que solo chocaban cual pluma liviana, contra el caparazón de seguridad que había creado su hijo en todo ese tiempo reflexionando. Solo, eran palabras, resbalando sin veneno ideales que sí pesaban.

─Podría ser─ era obvio que en realidad no, pero, Travis no pensaba ponerse a discutir. Llevarle la contra directamente a su padre solo llevaba a eso, discusiones. Lo mejor era añadirle ambigüedad a sus palabras, como si la verdad en estas fuese algo volátil o complejo como para definirse con certeza o facilidad ─Solo... hice lo que creí era lo correcto. Si me afectaba o no... era algo que no pensaba reflexionar─.

─Ideas pospuestas podrían alejar la claridad que requiere tu juicio. A veces es tarde para reflexionar, pero... negarse a hacerlo puede hacerte cometer errores─.

De nuevo, el padre que enseña e intenta encaminar a su hijo, surgía entre las cenizas. Travis no había pedido ningún consejo, y no creía necesitarlo, sin embargo, le tranquilizó volver a escuchar esa faceta paterna en el hombre a su lado. Casi como... si lo viera como un padre y no como un monstruo por una vez.

─Suena razonable. Posiblemente reconsidere ciertos ideales─ el rubio menor supo que con aquella declaración, solo aparentaba dar el brazo a torcer por su tutor. Pronto la lluvia de sermones y manipulaciones vendría para intentar devolverlo a su antigua vida, por ello, reconsideró qué añadir a sus palabras para convertirlo en una sentencia ─Aunque, algunas cosas sé que se quedarán. Tomé una decisión en ese tribunal, como tomé otras poco tiempo atrás. No lo reflexionaré─.

Por momentos, Travis sintió un genuino miedo. El resoplido de su padre solo le provocaba más de aquel horrible sentimiento, como si lo presintiese enojado de nuevo, y a punto de estallar. Miró de reojo y levantó un poco la mirada, para ver que en efecto, el hombre le miraba con cierta condescendencia, sin embargo, calmaba esa perspectiva de inferioridad y volvía a mirar hacia la nada, mientras pensaba en silencio qué decir a continuación.

─Bien, un hombre que toma decisiones y no se arrepiente, verdaderamente es un hombre, supongo. Lo importante es que no te acobardes cuando enfrentes las consecuencias de tus acciones─.

¿Kenneth lo estaba amenazando? ¿Advirtiendo quizás? ¿Enseñándole alguna moraleja tonta? Travis dudaba qué responder, así que guardó silencio más tiempo del que quiso, y finalmente murmuró como si no le diese importancia a lo dicho anteriormente.

─Supongo─ la ambigüedad parecía ser su mejor herramienta.

Hubo un silencio bastante tenso por segundos, en los que Travis calmó sus pensamientos intrusivos, y deseó que la situación no se volviese horriblemente violenta en segundos. Convivir con un padre como aquel solo acreditaba eso. Un estado de ánimo tan volátil y capaz de ser tan destructivo que, efectivamente, inspiraba un profundo miedo siendo incluso su hijo; la persona a la que menos debería intentar lastimar.

Kenneth también parecía reflexivo. Curiosamente calmado, y, sumamente confiado de que podría controlar su temperamento, aunque tuviese razones para dejarlo estallar. No estaba el mocoso de apellido Fisher ni ningún ser que pudiese descarrilar su estado de ánimo, solo Travis, su hijo, y este no estaba actuando de ninguna manera comprometida. Solo estaba calmado y a su lado, dispuesto a charlar, y era el momento que ansiaba desde hace días, donde ni siquiera llamándolo podía tener el derecho de hablar ciertas cosas.

No quiso concentrarse en cómo su hijo lo evadió, porque sabía que era un detonante para su temperamento. Lo más prudente sería actuar tranquilo y con suficiencia. Estaba en un tribunal, había guardias en todos lados, y Travis había venido acompañado. No era estúpido tampoco, y no le veía sentido a descontrolarse apropósito.

─¿Cómo llevas la vida siendo independiente? Supongo conservas autonomía y continúas siendo responsable en tus estudios─.

Aquella pregunta definitivamente no se la esperaba el rubio joven. ¿Su padre preguntando por su día, como en los viejos tiempos, cuando todo era tranquilo y no había tanto caos producido por el estrés que provocaba esa estúpida secta, rompiendo la unidad de su familia? Vaya, sonaba tan irreal y hasta bonito, si no fuese lo suficientemente experimentado como para estar alerta cerca de su padre en todo momento.

─Es más complejo de lo que imaginé, pero, en parte satisfactorio. Me gusta sentir que todo lo que hago tiene consecuencias pero a su vez, yo decido qué hacer y afronto lo que debo. Es eso, ser autónomo y capaz de mí mismo. Y, respecto a los estudios, creo que todo está bien. No tengo ninguna asignatura con mala nota, y trato de ser excelente─.

─Interesante─ el ministro se redujo a ese simple calificativo, y suspiró.

Charlar sobre cosas triviales era más complejo de lo que esperaba. Todo sería más fácil si no hubiese forzado tanto los vínculos con su hijo. ¿Por qué todos los padres siempre estaban predispuestos a esas conversaciones, y tenían tanta facilidad para llevarlas a cabo? Él no podía decir "buenos días" sin sonar a que tenía la imprescindible necesidad de estrangular algo. Era frustrante. Necesitaba mejorar su habilidad para charlar sin fachadas de por medio, como lo hacía con los peregrinos estúpidos de su iglesia. Necesitaba consejos, pero no pediría ayuda. Eso era denigrante.

─¿Tú cómo llevas la vida de ministro, por ahora? Perdí la costumbre de preguntar por ti a los fieles cada domingo, y ya no sé por dónde estás en el camino del señor─ lo último requirió un duro esfuerzo de Travis, por no hacerlo sonar sarcástico. "El camino del señor", por Dios, ni siquiera podía sentir que hablaba en serio cuando volvía a usar esas frases, carentes de su esencia como persona al borde de considerar ser agnóstica.

Kenneth solo resopló con cierto hastío. Hasta su hijo había perdido el interés en ver cómo estaba él. ¿Y cómo iba a estar? Era el maldito líder de una secta religiosa, donde la presión caía sobre sus hombros con más fuerza. Y ahora que sabía que Sal Fisher estaba vivo, y saliendo con su hijo, solo... le hervía la sangre de pensarlo.

Además, ¿preguntar a los peregrinos? ¿Qué clase de charlatanería barata era esa? Era evidente que los fieles de la iglesia sabían menos de la vida del pastor, que de las propias anormalidades de Nockfell. Travis estaba rozando el borde de lo absurdo en la conversación, y ya lo estaba directamente desafiando.

─Bien─ y así, con total simpleza y frialdad, Kenneth pareció decidir que no tocaría más el tema al respecto, hasta que miró por debajo y justo a su derecha, donde Travis se hallaba mirándolo con cierta indiferencia. No podía ser tan jodidamente cortante cuando se estaba tomando la molestia de preguntarle sobre algo que ni siquiera le importaba ─Las misas se están volviendo más complejas de lo que eran antes. La carga horaria en mi itinerario sofoca cada pequeña muestra de disfrute y minimiza mis posibilidades de... vivir plenamente. Así que sí, bien, como desde hace tiempo lo lleva siendo─.

Travis suspiró, con cierto cansancio respecto a lo frustrante que era afrontar esta parte de su nueva etapa en la vida. La etapa donde se separaba de la convivencia con su padre, y lo veía hundirse sólo en la miseria que caracterizaba su vida. Sabía que se hundiría junto a él si lo acompañaba, pero el peso de la culpa sería menor de ser así.

Kenneth miró con condescendencia a su hijo. Odiaba que este le tuviese piedad o lástima en lo más mínimo. Por algo se enfocaba tanto en imponer miedo en él. Para hacerlo fuerte. Para que, al no tenerle piedad ni lástima a su propio padre, tampoco a nadie en la vida. Para que nada pudiese hacerlo débil. Para que el miedo y la pena no consumiesen su vida, e impidiesen que sea un hombre verdaderamente fuerte. Por más que el motivo fuese tan fácil de tapar. Por más que Travis nunca pudiera agradecerle lo que hacía por él, puesto que no podía comprenderlo, aún así, lo lograría hacer fuerte, y lo haría el líder perfecto para los fieles. Un gobernante correcto y perfectamente encaminado. Alguien que sabía lo que hacía y no dejaba que nadie lo rebajase.

No quería que su hijo fuese como él, quería que fuese aún mejor que él, aunque, el sentido de la palabra "mejor" podría ser fácilmente llamado con lo opuesto, por cualquiera con un mínimo gramo de raciocinio.

─A veces, me gustaría poder acompañarte y repartir esa carga horaria conmigo. Creo que... sería menos agotador lidiar conmigo manteniéndome ocupado, también─.

─Podrías acompañarme en las misas de los domingos, e irte cuando se acaben─.

Travis resopló y trató de hundir toda jodida idea donde eso sonase bien o con un resultado feliz. No. No podía quebrar su voluntad con tanta facilidad. No podía dejarse carcomer por darle el brazo a torcer a aquel hombre. Y sí, aquellas palabras eran traicioneras, y Travis desconfiaba de ellas como del hombre que las pronuncia, pero, seguían sonando bien en algún rincón de su cabeza. Quería acompañar a su padre, aunque fuese un corto tiempo, y sentir que era hijo de alguien. Que ayudaba. Un chico responsable que podría enorgullecer a aquel hombre.

Por más que en el fondo, sabía bien que jamás lo lograría.

─No puedo─ el rubio hizo un esfuerzo por sonar decidido. Sin una pizca de temor o titubeos en su voz.

Él había decidido. Conviviría con Sal Fisher en los apartamentos, y se alejaría de la toxicidad de su padre para mantener una buena vida. Aunque este se hundiera en la miseria. Aunque lo llamase por ayuda sabiendo que estaba enfermo y la requería. Era tóxico. Debía alejarse, porque, algo en el fondo de Travis, le decía que su voluntad no resistiría tanto tiempo. Podría quebrarla por un pedido de su padre. Podría mandar todo a la basura por sentir que este se enorgullecía. Podría confiar nuevamente en él, en cualquier momento, pero nunca en la volatilidad de su propio juicio.

Podría traer a la vida al Travis de antes, por cualquier descuido.

─Es una pena─ Kenneth sin una sola pizca de emoción, tristeza, rabia o lástima, escupió aquellas palabras ─No te culpo de cualquier forma, por tener un itinerario sumamente ocupado. Los estudios y el descarrilar tu vida consumen mucho tiempo─.

─Sí, lo debes saber por experiencia, seguramente─ Travis volvió a adoptar aquel veneno que llevaba guardado desde hace tiempo. Si su padre quería comenzar una discusión, pues perfecto, él no se quedaría atrás. Contrario al hombre, sí sabía tener autocontrol y retirarse cuando no valía la pena continuar. Por ahora, elegiría muy bien su vocabulario a utilizar ─¿Sabes?, me olvidé de preguntar por ti en tu cumpleaños. ¿Qué tal lo pasaste sin piñata esta vez?─.

Kenneth frunció aún más el ceño y los nudillos en sus puños. Resopló con cierto hastío y el veneno que tenía preparado por si acaso, surtiría efecto con sus próximas palabras. Aún así, ¿qué clase de humor negro sumamente desagradable usaba su hijo? Sabía a qué se refería, pero si tanto quería una golpiza, no debía gritarlo a los cuatro vientos.

─Veo que convivir con maricas te hizo extrañar la rudeza de una verdadera paliza─.

─Ni te creas. Rudeza no es algo que me falte conviviendo con "maricas". La paso bastante bien, aunque no creo que mi intimidad sea algo que verdaderamente te importe, así que me guardo el derecho de reservarme los detalles. ¿Alguna otra duda que cause su morbosa curiosidad?, ministro─.

Bien, eso definitivamente rozaba los límites de su paciencia. Podría enumerar en una detallada lista las cosas que hacían hervir su sangre y provocar que espuma saliese de su boca. Se centraría más en los modismos usados para referirse a él mismo en lo último: ¿Qué era eso de llamarlo "morboso" y dirigirse a él como "ministro" y no como padre?

─También veo que ocupas tu lengua con un vocabulario que evidentemente define lo podrida que está tu mente─.

─Oohh, ¿quiere saber en lo que ocupo mi lengua?, ministro─ Travis rió con cierta amargura. Podría fingir que lo disfrutaba, pero verdaderamente estaba rabioso con el descaro que ocupaba su padre para meterse en su vida privada. ¿Y a él qué mierda le importa lo que con su culo haga? ─Si me permite, debo retirarme. Mi familia me espera, y tengo a un marica al cual ir a ver. Saludos a los peregrinos de mi parte. Que disfrute su itinerario sumamente ocupado en las misas─.

Justo cuando el rubio se encaminaba hacia las puertas, un brazo firme lo tomó del hombro y lo hizo voltear. Ya esperaba algún derechazo para empezar, sin embargo, prepararse no le funcionó. No era tan simple el final de su mañana.

─Podrás engañar a ese afeminado, a su familia, o a cualquiera de tus estúpidos amigos, pero no te engañas ni a ti ni a mí. Sé que no hay una puta mañana en la que no te cuestiones lo que eres. Sé que cada vez que ves a esa gente no te sientes incluido, porque solo eres pasajero en sus vidas. Alguien que nunca pertenecerá a ellos porque en el fondo, tú te odias por lo que ellos quieren que seas y en lo que te convierten. Tú nunca pertenecerás, jamás, a esa ordinaria gente. Tú ya estás marcado y sabes bien a dónde perteneces. No escaparás para siempre de tu destino, Travis. Él te encontrará, y el pasado no será un refugio para cuando él llegue. Dios todo lo puede ver─.

¡Ya deja de sonar como a un jodido maniático y suéltame! Dios no es un maldito desquiciado rencoroso que encamina con el miedo a sus fieles. El que tiene el cerebro así de podrido eres tú, tú y la gente a la que le das esa visión de la religión que tanto hace que nos odien─.

─Ellos te odian porque son ignorantes, y tú te odias porque no aceptas lo que en el fondo eres─.

─Tú no me muestras lo que soy, tú me muestras lo que tú eres. ¡Y no me interesa ser tú, así que suéltame!─.

Finalmente, el rubio menor tratando de contener su furia, se deshizo del brazo de su padre con un par de empujones. No era momento para liarse a golpes, y no caería tan bajo por él, no otra vez. Simplemente cruzó las puertas que daban hacia la salida, y miró por un segundo una última vez a su padre.

Ese hombre estaba enfermo, y nunca se iba a curar.

─¡Tesoro mío, aquí estás!─ la voz de Lisa finalmente distrajo sus últimos pensamientos. Sintió ese abrazo cálido eliminando los escalofríos y la frialdad, que producían los agarres repentinos de su padre. Un contraste tan horriblemente sofocante ─¿Cómo estás? ¿Qué te hizo? ¿Quieres que lo denuncie? Podríamos aprovechar que estamos aquí y ver si...─.

─Estoy bien, madre─ por momentos, el ceño fruncido de Travis desapareció, tras reconsiderar cómo se había dirigido a la conserje. Esta solo lo miraba con una sonrisa preocupada, y unos ojos bastante lindos y hasta quizás con cierto brillo. Era tan lindo verla como a una madre.

─¿De verdad estás bien?─.

─Sí, fue una charla tranquila dentro de todo. No fue lo que esperaba, pero, fue mejor de lo que podría haber sido antes. Quiero ir a casa, me gustaría ver qué hacen los chicos y cómo le fue a Sal con el examen ese. Para algo pasamos tanto tiempo estudiando─.

─Oh, que bonito. Por supuesto, mi niño. Vamos, tomemos un autobús y después, podríamos ir a por un helado, ¿no te parece? Algo dulce para quitar lo gris y deprimente del día. Recién es la mañana y no puede ser que el resto del día sea tan amargo, ¿no?─.

─Por supuesto. Veré cuánto cambio tengo para llevar de dos sabores─.

─No digas tonterías. Invito yo─.

─Oh, bueno─ el rubio intentó sonreirle a la mujer, pero sinceramente y a sus adentros, la pura frustración de lo sofocante que era su mañana, solo le arruinaba el día. Quería ir a casa. Quería estar sólo.

Quería reflexionar.



. . .

[¿Me extrañaron, trolas? Perfecto, era hora de descarrilar nuestra estabilidad emocional aún más con este libro. Agradezco de corazón la espera y la paciencia. Los quiero, cuídense]

Continuer la Lecture

Vous Aimerez Aussi

204K 11.2K 101
Segunda parte de One Shots - Selección Mexicana La primera parte se encuentra en mi perfil más de 100 One Shots Pequeñas historia de tus futbolistas...
84.5K 8.6K 56
☆ y me pueden decir diez mil cosa' de ti pero yo pongo mi alma en el fuego por ti nadie sabe, lo que yo haría no saben que ni con cien mencione' van...
1.5M 135K 41
¡Está historia ya no está disponible para su adaptación!. →Dónde Jungkook es el padrastro de Jimin y descubre que Jimin tiene OnlyFans← - Quiero que...
157K 16.8K 38
⠀⠀⠀⠀ ⠀★ jeongguk es un ⠀⠀⠀⠀⠀⠀famoso actor porno ⠀⠀⠀⠀⠀⠀y taehyung un lindo ⠀⠀⠀⠀⠀⠀chico que disfruta de ⠀⠀⠀⠀⠀⠀public...