Chris barrió de nuevo en el campo aquella tarde, parecía que sus pies tenían alas. No estuvo nervioso durante el encuentro, no estuvo nervioso cuando vio a Elsa esperándolo después del partido, no estuvo nervioso durante la cena. Pero cuando subieron al coche para dirigirse a su apartamento, sus manos empezaron a temblar. Que durmiera en su cama no quería decir que fueran a mantener relaciones sexuales, era tan solo una maniobra para repeler al enemigo. Aún así, no podía evitar que todo su cuerpo vibrara.
Cuando entraron por la puerta, se toparon de frente con Briana.
- Hola primo, llegas a tiempo para venirte con nos....-
Cuando Briana vio la compañía de traía su primo, supo que tampoco podría convencerle para que saliera con ellas esa noche.
- Ah, Briana, esta es Elsa. Elsa, esta es mi prima Briana. Oh, y esa de allí es Olivia.-
La última aludida había salido al escuchar que Briana saludaba a su primo. Se había detenido en seco al ver a Elsa, y comenzó a caminar hacia ellos lentamente mientras entrecerraba sus ojos, estudiando a su contrincante.
- Hola, me alegro de conoceros.-
Elsa tendió la mano hacia ambas, sin perder ni un segundo la compostura. Chris la agarró por la cintura, acercándola a su cuerpo, dejando muy claro que estaban juntos. Elsa podía sentir el fuego de la mirada de Olivia, abrasando todo lo que examinaba de ella. La pequeña depredadora estudiaba cada detalle de Elsa, buscando toda la información que pudiese necesitar. Elsa supo entonces que Chris estaba en un auténtico lío, la pequeña tentadora no era tan superficial. Ella tenía un objetivo, cazarlo, y se había preparado a conciencia para hacerlo, quisiera él o no. Ambas se miraron unos segundos a los ojos. Puede que Olivia no identificase realmente a la rival que tenía delante, pero Elsa si lo tenía bien claro, era otra cazadora. Ambas querían la misma presa, y estaba claro que Olivia iba a recurrir a todas las tretas a su alcance para conseguirlo. Lo del asalto en la cama había sido claro. Elsa alzó la barbilla levemente, algo que sólo Olivia podría notar. El desafío había sido aceptado, sólo una conseguiría la pieza.
- Es tarde y estoy agotado, así que nos vamos a dormir.-
- Ya. Bueno, la noche es para los jóvenes. Que durmáis bien.-
Chris asintió con la cabeza, mientras arrastraba a Elsa hacia el dormitorio. Cuando la puerta se cerró tras ellos, Chris soltó el aire que retenía en los pulmones.
- Tenías razón. Trama algo.-
- Para que luego critiquen el instinto de supervivencia.-
- Correr lo más lejos posible del peligro es siempre lo mejor, pero...-
- ¿Quieres asustarme?, porque créelo, empiezo a sentir frío en los huesos.-
- Algo me dice que la chica se ha cansado de esperar a que la prestes atención.-
- De eso ya me había dado cuenta yo solito, gracias.-
- No, me refiero a que va a perseguirte hasta que caigas.-
- Genial, la gacela y el león. Y he de suponer que no soy el rey de la selva en este caso.-
- No estás muy puesto en zoología. El león defiende su territorio, pero la que caza, es la leona.-
- Estupendo, ahora sí que no voy a poder dormir en toda la noche, pensando en lo que tiene preparado para mí esa mujer.-
- Tranquilo, esta noche, de los monstruos me encargo yo. Así que ponte el pijama, lávate los dientes, y a dormir.-
- Sí, mama.-
Media hora más tarde, Chris estaba de costado, contemplando el perfil de Elsa, recortado por la luz de la luna. Había deseado tenerla en su cama desde... ya no lo recordaba. Y ahora que lo había conseguido, su cuerpo estaba petrificado. No podía, lo deseaba, pero no podía. Dejó escapar un suspiro, y se volteó de espaldas, dejando que su mirada se perdiera en el techo.
- ¿No puedes dormir?.-
- Lo haré, dentro de un rato.-
Sintió el cuerpo de Elsa pegarse a su costado, y el cálido brazo extenderse sobre su tenso estómago.
- No te preocupes, yo cuidaré de ti.-
Chris la deslizó dentro de su propio brazo y la apretó un poco más, al tiempo que la encajaba mejor bajo su hombro.
- Catwoman al rescate.-
- Cuando saco las garras, soy mortal.-
- Vale, pero no la descuartices sobre la alfombra, la sangre cuesta quitarla.-
Rieron suavemente, y el sueño los atrapó a ambos abrazados.
Cuando Chris despertó por la mañana, sintió el cuerpo caliente de Elsa pegado al suyo. Una sonrisa se dibujó en su cara. No, no habían tenido sexo, pero había sido la mejor noche de su vida. Nunca pensó que acostarse a su lado, y amanecer junto a ella, dejarían aquella sensación de sobrecogedora calma dentro de su pecho. Hasta aquel momento, no había entendido realmente el significado de la frase "estar bien". Si tendría que definirlo de alguna manera, sería como decir que no necesitaba nada más, se sentía completo. Era un puzle en el que se había colocado la última pieza.
- Buenos días.-
- Buenos días.-
- ¿Dormiste bien?.-
- Como un bebé.-
- Será mejor que nos levantemos, creo que es tarde.-
- ¿Vienes a darte una ducha?.-
- Mejor prepararé el café. Si me meto en la ducha contigo...-
Chris salió de la cama de un salto, o eso o empezaba a comérsela en la cama, con pijama y todo.
- Promesas, promesas.-
Elsa oyó el agua correr, y se encaminó a la cocina. Como esperaba, con el ruido del agua, Olivia apareció camino de la habitación. Elsa la detuvo con su voz a medio camino.
- Yo que tu no daría un paso más en esa dirección.-
- ¿Es una amenaza o algo así?.-
Elsa posó las tazas en la isleta de la cocina mientras sonreía con malicia.
- ¿Necesito hacerlo?.-
- No puedes competir conmigo. Eres vieja para él, y no tienes lo que busca.-
- Discúlpame si pensaba que era Chris el que decidía eso.-
- Yo solo lo estoy ayudando a elegir lo que mejor le conviene.-
- Que eres tú, evidentemente, porque eres...-
- Todo lo que puede desear.-
- Ah, sí, lo olvidaba. Eres joven, bonita, no tienes inhibiciones sexuales y sabrías cómo gastar su dinero, ¿olvido algo?.-
- Él es demasiado caliente para ti. Búscate un viejo con dinero que page tus operaciones de cirugía.-
- A diferencia de ti, no necesito a alguien que me mantenga. Tengo un buen trabajo que me gusta, y que cubre con creces todas mis necesidades. Yo me he centrado en encontrar mi propio camino, no soy un parásito que necesita aferrarse a la fama y el dinero de otro para vivir.-
- Te he reconocido, ¿sabes?. Sé que antes estabas con ese otro jugador, "el muro Gales". Seguro que te habrá dado la patada por otra más joven, y ahora intentas atrapar a mi hombre.-
Elsa atisbó por el rabillo del ojo una sombra detrás de la puerta de la habitación de Chris. Seguro que él estaba escuchando. Tenía que medir sus palabras, no porque descubriera la verdad sobre su historia con Adam, no porque esa zorra aprovechara contra ella la poca información que pudiese sonsacarle, no, tenía que demostrarles a ambos que con ella no se jugaba, porque era peligrosa con aquellos que intentaban hacerla daño, pero a la vez tenía que mostrarse lo suficientemente débil como para necesitar la protección de Chris. Al fin al cabo, el ego masculino es frágil, y siempre les ha gustado ser el caballero de brillante armadura que protege a su dama.
- Lo que yo haga o deje de hacer no es de tu incumbencia.-
- Lo es cuando te interpones en mi camino.-
Elsa había caminado lentamente hacia ella, con cautela, bajando el tono de su voz, haciéndolo más incisivo.
- Te equivocas, eres tú la que está intentando entrometerse en el mío. Así que te daré una única advertencia. Aparta tus tetas siliconadas de mi hombre, o te las rajaré con mis "stilettos" y las usaré para rellenar el balón de entrenamiento de los Sydney Roosters. No te metas con una chica del este del puente de Brooklyn, mierdecilla.-
La última parrafada la soltó mientras mantenía la pose más barriobajera que conocía, una mano en la cadera y la otra moviéndose ante la cara de Olivia, mientras su barbilla se desliza horizontalmente haciendo círculos.
- Acabaré contigo.-
- Inténtalo si puedes.-
Olivia dejó escapar un rugido, y se abalanzó sobre una segura Elsa. Pero antes de llegar siquiera a estar cerca, unos brazos fuertes como bandas de acero la retuvieron.
- Básta.-
- ¡Suéltame, voy a arrancarla los ojos¡.-
- Créeme, es por tu propia seguridad.-
- No la sueltes, Chris. Voy a buscar mis "stilettos".-
Cuando Elsa desapareció tras la puerta de la habitación, Chris cedió divertido al forcejeo de Olivia.
- ¡Está loca!. Haz algo.-
Chris se recostó en el sofá, con las manos tras la cabeza y una sonrisa traviesa en la cara.
- Ummm, pelea de gatas. Ni loco me lo perdería.-
Al oír la puerta de la habitación abrirse con fuerza, Olivia salió disparada hacia la puerta de salida del apartamento. El portazo fue seguido por la carcajada de Chris.
- La has metido el miedo en el cuerpo, cariño.-
Elsa estaba de pié a su lado, con uno de sus zapatos de tacón en la mano.
- Volverá.-
- ¿Tú crees?.-
- ¿Descalza y en bragas?. Créeme, no pasa de la portería.-
Chris se había levantado y estaba abrazando a una agitada Elsa.
- Pues sí que eres peligrosa, chica del este del puente de Brooklyn.-
Elsa le entregó el zapato a Chris, mientras se llevaba la otra mano a la boca conteniendo una arcada.
- Creo que voy a vomitar.-
Elsa corrió hacia el baño, seguida por un confundido y aún divertido Chris. Cuando la alcanzó, estaba inclinada sobre el lavabo, salpicándose agua sobre el rostro y la nuca.
- ¿Estás bien?.-
- Me ha venido a la mente la imagen de mi zapato clavado en una de sus tetas. Puag.-
Chris no pudo contener la risa, que cada vez se elevó más y más. Dios, le encantaba todo de esa mujer. Incluso con el vómito amenazando a salir, tenía ganas de estrujarla contra su cuerpo.
- ¿Dónde aprendiste eso que hacías con la cabeza?.-
- Te dije que se aprende mucho en los culebrones, sobre todo los americanos.-
- Eres increíble. Sólo tú eres capaz de dar la vuelta a todo el asunto, y hacer que sea divertido.-
El rostro de Elsa volvió a adquirir su sonrosado aspecto, y una sonrisa se dibujó en su boca.
- Sí, ¿verdad?.-
- Salgamos de aquí.-
La cogió de la mano y la arrastró fuera del baño.
- Creo que voy a saltarme el desayuno, si no te importa.-
- Ahora mismo no estoy pensando en desayunar.-
- ¿Entonces dónde me llevas?.-
Chris cogió una silla y atrancó con ella el pomo de la puerta de la habitación y guió a Elsa hacia la cama.
- No saldremos de aquí hasta que de verdad sea tu hombre.-