Capítulo 32

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Elsa abrió los ojos lentamente, sentía la luz sobre sus párpados, y la brisa enfriando su sensibilizada piel. Estaba tan exhausta, que no podía ni siquiera levantar la cabeza del colchón. Notaba el peso del brazo de Chris sobre su cintura, su pierna inerte entre las suyas, y su cálido aliento deslizándose por su cuello. Sabía que estaba sonriendo, lo sabía. El hombre se había esforzado durante horas, para dejarla bien claro que después de él no habría nadie más. Él no sólo sería el último hombre en su vida, sino el único y definitivo. Ningún otro la llenaría como él, ningún otro le daría tanto, ningún otro la veneraría como él. Y Elsa ahora le creía. Un hombre que hacía el amor de aquella manera, tenía que amarla por encima de sí mismo. Los hombres son seres egoístas por naturaleza, buscan su placer, aunque tengan que hacer algo a cambio. Pero Chris no buscó su propio alivio hasta que no estuvo satisfecho con su trabajo. Quería que Elsa tocara el cielo varias veces antes que él, y vaya si lo consiguió. ¿Existiría un club de cazadores?, quizás fuera un gigoló, o un actor prono en ciernes, porque no era normal aquella resistencia ni aquel autocontrol. ¿Habría sido con todas las demás mujeres igual?. Seguro que no, porque si tan solo una de ellas hubiese experimentado lo que ella, no le habría dejado escapar.

Ahora sí que estaba decidida a no dejarlo escapar. Era un tesoro en sí mismo. Guapo, sexy, rico, joven, bueno, cariñoso, atento, protector, y un Dios del sexo. Seguro que olvidaba algo, pero en aquel momento no podía pensar. Su cerebro trabajaba bajo mínimos, y la culpa era suya. Elsa notó como los labios de Chris comenzaban a depositar tiernos besos sobre su hombro.

-           Si llego a saber antes que iba a ser así, no habría esperado tanto.-

-           Creo que te has resarcido con creces.-

-           Yo pienso que todavía no, pero será mejor que vayamos a comer algo. Necesito recargar mis energías.-

Una alerta llegó al móvil de Elsa, y se estiró para alcanzarlo. Mientras Chris regresaba a la cama con una bandeja repleta de manjares, ella negaba con la cabeza mientras sonreía.

-           ¿Qué es tan gracioso?.-

Tendió el teléfono hacia Chris, el cual estudió la imagen de una enfurecida Olivia haciendo unas declaraciones a un periodista local. En ellas arremetía contra el violento nuevo ligue de Chris. Dando nombres directos, arremetía contra los barriobajeros orígenes de la mujer que la había echado de malas maneras de casa de su amiga.

-           Se ha puesto la horca al cuello ella solita.-

-           Decir que eres de Brooklyn, que insensatez.-

-           Desde luego, ¿cómo puede decir tantas mentiras sobre mí?. Cualquiera que investigue un poco, sabe que soy una refinada señorita inglesa de clase media. De mi boca nunca saldrían las ordinarieces que esa malhablada a insinuado.-

-           ¿Vas a demandarla?.-

-           Un par de llamadas a los medios, y ellos mismos se encargarán de ella.-

-           A veces me das miedo.-

-           Miedo no te doy, pero te apuesto lo que quieras a que soy capaz  de hacerte temblar.-

-           ¿A sí?.-

-           No tienes ni idea de lo que puedo conseguir con...-

-           No sigas por ahí, me hago una idea de lo que puedes hacer con esas manos maravillosas.-

-           Oh, no me refería a mis manos.-

Elsa empujó a Chris sobre la cama, con lentitud, y él se dejó arrastrar, intrigado. Ella caminó a cuatro patas sobre su cuerpo. Acompañando cada frase con la pertinente aclaración practica.

-           Hay muchas maneras de hacer que tu cuerpo vibre, todo depende de dónde y cómo lo acaricie.-

-           ¿Ah, sí?. Ilústrame.-

Elsa arrastró la palma de su mano sobre el definido abdomen de Chris.

-           Mis manos, ...mis dedos, ...mis uñas.-

Mientras hablaba, iba intercambiando los instrumentos de su lenta tortura.

-           Mis labios, ...mi lengua..., mis dientes.-

Cuando los incisivos se deslizaron sobre la híper sensibilizada piel, Chris no pudo contener el gemido de placer que a duras penas retenía. Aquella mujer iba a acabar con él, y estaba deseando que así fuera.

Una nueva cazadoraWhere stories live. Discover now