𝙐𝙯𝙪𝙢𝙖𝙠𝙞: 𝙚𝙡 𝙘𝙡𝙖𝙣 𝙚𝙭𝙩𝙞𝙣𝙩𝙤

¡𝓒𝓾𝓪𝓷𝓽𝓸 𝓽𝓲𝓮𝓶𝓹𝓸! ¡𝓛𝓪 𝓵𝓵𝓮𝓰𝓪𝓭𝓪 𝓭𝓮 𝓔𝓻𝓸-𝓢𝓮𝓷𝓷𝓲𝓷!

<<-Oye, maldito viejo rabo verde -la hija de la Habanero Sangriento hizo chocar el puño derecho contra su palma izquierda- ¿Que rayos crees que estás haciendo?

El hombre peliblanco se tensó, creyendo reconocer esa aura de inmediato, capaz de paralizar a cualquiera que fuera objeto de su furia.

-*¡¿Kushina?!* -se preguntó, dándose la vuelta lo más rápido que podía.

Apenas tuvo el tiempo de ver la cara de la kunoichi cuando le asestó un puñetazo en la mandíbula con todas las fuerzas que tenía. El anciano salió volando, dejando una estela de vapor a su paso y gritando cosas, incomprensibles gracias a la altura y las corrientes de viento que pasaban por ahí.

-¡Maldita mocosa!

-¡¡Eso te pasa por depravado!!

El ojinegro tuvo que pensar rápido, pues iba a caer de una gran altura. Hizo un sello de medio carnero, invocando a un sapo que aterrizó antes que él, ayudándolo a no estamparse en el suelo.

Suspiró, con una mano en el mentón, el cual comenzaba a inflamarse. Eso había estado cerca. Esperaba no haber llamado demasiado la atención, o su sensei lo encontraría.

Lo pensó demasiado pronto. Sintió a una veintena de ANBU rodearlo. Poco después, una marcha tranquila se oyó caminando en su dirección. Nadie más ni nadie menos que Sarutobi Hiruzen.

-Conque aquí estabas, ¿Eh?

Definitivamente ese no era el día de suerte de Jiraiya.>>

El Sannin se veía en un aprieto especialmente gordo. Quiso formar un sello manual para escapar nuevamente, pero un actuar rápido de su sensei con un sello de bloqueo en su cabeza lo abstuvo de cualquier movimiento del cuello hacia abajo.

-Ah, no, no vas a volver a irte ahora -lo riñó el mayor- ¿Por qué no te dejaste ver por toda la semana? ¡Tuvimos problemas realmente serios y a tí se te ocurre jugar a las escondidas!

-¡No sabes disfrutar la vida sensei! -reclamó el Sannin, cual niño pequeño.

-¡No te detienes en tus actividades pervertidas, ni siquiera para ver a tu ahijada! ¡Minato y Kushina te la confiaron, junto a mí! ¿O se te ha olvidado?

-¡Estabas tú, que tienes muchísimos ninjas a tu mando, eso es más que suficiente para cuidar a una mocosa! ¡Además, tenía otras cosas que hacer! -replicó.

La mirada del albino de nacimiento se había oscurecido levemente, ante la mención de su antiguo alumno y su familia. Era una de las razones por las que no había pisado Konoha hacía doce años: los recuerdos eran dolorosos. En cierto modo, podía comprender a Tsunade, pensó. Sin embargo, no era algo que daría a notar, menos delante de Sarutobi.

Hiruzen suspiró, sobándose las sienes. Su alumno no tenía remedio, de hecho, en eso se parecía bastante a Nozomi. Ambos fingían perfectamente estar bien, cuando en realidad, no podrían estar peor. Era un verdadero problema para los que los apreciaban, pues, a menos que tuvieran suerte, o los conocieran demasiado bien, jamás adivinarían si la sonrisa era falsa o no.

-Ha necesitado de tí, aunque no lo creas. Lamentablemente no puedo enterarme de todo lo que pasa en esta aldea, y algunos aprovecharon eso a su favor, incluso la infancia de su madre fue mejor que la de ella misma.

Los ojos de Jiraiya se tornaron gélidos. Había oído hablar de esto merodeando por otras aldeas: Jinchūrikis que eran maltratados y abusados por su propia gente, incluso algunos Kages hacían la vista gorda. ¡Pero su ahijada era hija de los héroes de la aldea, y era una heroína por sí misma! ¡Alguien debería mostrar, al menos, un poco de respeto!

-¿Cuándo fue el último atentado? -exigió, en voz baja, que no escondía un tinte amenazante.

-Una semana. Secuestro hasta una octava parte de Yūgakure por parte de Kumo.

Hubo un silencio largo y tenso, en el que el Instinto Asesino del Sabio de los Sapos comenzó a surgir, pesado y oscuro, como un manto abrumador. Los ANBU tragaron saliva, retrocediendo unos pasos, y la gente que se había congregado ahí para ver lo que pasaba, salió corriendo despavorida.

-Tranquilízate -apaciguó el mayor, sin querer sembrar el caos- Un shinobi de Suna descubrió la artimaña y la rescató. Tuvo una operación por una herida grave, pero justo hoy acaba de salir del hospital.

-Pues no lo parece -protestó, aún sintiendo el dolor de su mandíbula partida, más calmado ante la revelación- Recuerdo aquella vez en que Kushina y Tsunade nos descubrieron a Minato y a mí en las aguas termales. Casi morimos ese día. Ahora estoy empezando a creer que eso de que la manzana nunca cae lejos del árbol es verdad.

-Oh, por cierto -recordó el ex-Hokage, ignorando su queja- Pensé que, si no era por Nozomi, al menos vendrías corriendo al enterarte de Minato.

El menor frunció el ceño, con una mirada confusa. ¿Qué podría pasar con Minato, si ya estaba muerto? ¿Alguien había profanado su tumba o algo así?

-¿De qué hablas Sarutobi-sensei?

-¿Qué no te escribió una carta? -el invocador de monos ninja tenía una venita sobresaliente en la sien- ¿Siquiera leíste quién firmaba o revisaste bien la letra? -al recibir una sonrisa nerviosa del Sabio, bufó, resignado- Sigues tan descuidado como siempre. Estoy seguro de que solo la leíste por encima.

Se acercó al porta-armas de su antiguo discípulo, rebuscando hasta que encontró un papel arrugado y hecho bolita. Lo extendió y alisó, encontrando la firma de su sucesor en la parte de abajo de la hoja, y lo puso frente a la cara del ojiónix, señalándolo.

-"Me despido cordialmente. Na-mi-ka-ze-Mi-na-to.", con la caligrafía de un maestro de sellos, una promesa de explicar cómo es que está vivo, y además, una leve sensación de su chakra -hizo notar, separando en sílabas el nombre, para asegurarse de que lo entendiera. Aunque, apenas vio la cara del nómada...

Jiraiya.exe ha dejado de funcionar...

-Aquí tienen sus ramen de cerdo y de miso -dijo Ayame, extendiendo los platos a sus respectivos comensales.

Después de que Nozomi mandara a volar a Jiraiya, lo único que se le ocurrió a Ebisu para calmarla, fue llevarla a comer ramen de Ichiraku. Había oído por ahí, que si algo calmaba a los Uzumaki, era la comida. Cada quien tenía gustos diferentes, pero estaba muy seguro de que Iruka disculpándose con los Ichiraku por un consumo de 34 platos, no era porque, de repente, hubiera tenido un antojo masivo y repentino. Además, se lo debía a la chica.

La Uzumaki partió sus palillos, agradeció por la comida, y comenzó a devorar platos sin que su nuevo maestro se diera cuenta. Este, organizaba las cosas en su mente para hacer un plan de entrenamiento para la fémina.

-Nozomi-chan, tras analizar la información que me dio Kakashi-sensei, y observar atentamente unas grabaciones de las peleas preliminares, veo que no logras controlar bien el chakra.

-Esho esh shenshillo -habló con la boca llena, antes de tragar- Un tal Orochimaru nos atacó en la segunda prueba y me puso un sello que descontrola el chakra de Kurāma-san y el mío. Por eso necesitaba a Jiraiya-san para liberarlo, es el único que sabe de sellos más que el Yondaime.

-¡¿Le pusiste nombre al Kyūbi?! -se escandalizó el de gafas, más sorprendido por eso, que por la confirmación de que el Sannin desertor hubiera vuelto a Konoha.

-No le gusta que le digan Kyūbi -refunfuñó ella, sin prestarle mucha atención, debido a que estaba tratando de enredar todos los fideos posibles en sus palillos- Dice que ese es el nombre que le pusieron los humanos. Prefiere el original.

-C-Como sea -farfulló el otro, pensando en que tendría que reportarlo al Hokage- Eso significa que tal vez podamos usar ese sello en tu beneficio. Si lograras obtener de nuevo el control de tu chakra, con él encima, entonces cuando lo quiten, tu control será mucho mejor.

-Entonces es un principio parecido al de las pesas de entrenamiento, ¿No? -dedujo ella.

-Exacto. Pero antes que nada, te compararé con Sasuke-kun y Kiba-kun, para que te hagas una idea de tu nivel respecto a ellos, tanto de chakra como de control.

-Entendido.

-Como sabes, para usar ninjutsu o genjutsu, es necesario concentrar chakra para realizar la técnica. Por ejemplo, si Kiba-kun convocara cinco clones con Bunshin no Jutsu. Él tiene una concentración perfecta con un control moderado de su chakra, se excede un poco en sus técnicas, pero no gasta demasiado, y como sus reservas son grandes, al ser de un clan ninja, no supone un problema digno de preocupación.

La Uzumaki asintió, mientras se terminaba el vigésimo sexto tazón, sin que el Tokubetsu Jōnin la viera, y le daba el último sorbo.

-En el caso de Sasuke-kun, a él le cuesta más concentrar el chakra. No obstante, su control del chakra es perfecto, así que crearía cinco clones, como Kiba-kun. Aún así, desperdiciaría algo de chakra.

-Por lo tanto, el señor perfecto no es tan perfecto -se rió ella, con las manos detrás de la nuca, mientras esperaba la siguiente ronda.

-No tienes tiempo para reírte de otros -la regañó el hombre- Es cierto que contando tus enormes reservas de chakra, que hacen más difícil el trabajo, tu control y concentración del chakra son promedio, tal vez un poco más elevado. Sin embargo, comparada con los otros dos, no llegas ni a nivel Genin. Con la cantidad que gastas para hacer tres clones, ellos dos podrían formar diez clones. ¿Te imaginas todo el potencial que estás desperdiciando?

-Es cierto que Kakashi-sensei mencionó algo al respecto -musitó la menor, omitiendo el hecho de que, en realidad, había sido Minato- Pero aún así, ellos usan Bunshin, que es una técnica que usa poco chakra. Yo uso Kagebunshin, una técnica de nivel "B", que gasta mucho más chakra, aún en ninjas con buen o perfecto control.

-¿Sabes cuánto chakra uso yo para hacer tres Kagebunshin? -cuestionó Ebisu, para darle un ejemplo más equitativo.

-No. ¿Cuánto?

-La doceava parte de mi chakra total -reveló- Tu podrías hacer lo mismo, y aún con menos, ya que tus reservas son más grandes que las mías.

La adolescente abrió los ojos, demostrando sorpresa. Había sentido antes las reservas del de gafas oscuras, que debían ser entre la mitad y tres cuartas partes de las suyas. Y si él, con una doceava parte de su chakra podía hacer tres clones, ¿Cuántos podría hacer ella con la doceava parte del suyo?

-Te harás mucho más fuerte si haces el entrenamiento que propondré -prometió, levantándose de su banco.

-¿De verdad? -preguntó, con brillitos en los ojos ante las posibilidades que tenía frente a ella.

-Te lo garantizo. Vamos de una vez.

-¡Sí señor! -respondió ella, con un saludo al estilo militar. Aunque, se acordó de algo importante. Dejó la mitad del pago de la cuenta, antes de adelantarse unas cuadras en una nube de humo.

Ebisu estaba a punto de seguirla, cuando Teuchi lo detuvo.

-Señor, la cuenta -le recordó.

-Ah, sí, casi lo olvido.

El pelinegro giró, quedándose estupefacto al observar las dos enormes pilas de platos vacíos que se erguían torpemente en la barra del establecimiento. Tragó saliva con horror, mientras padre e hija Ichiraku se frotaban las manos, complacidos con todo lo que iban a cobrar.

-¡Muchas gracias! -se reverenció Ayame, después de haber exprimido hasta el último centavo de la cartera del mayor.

Si, aunque la mitad de la cuenta ya hubiera sido pagada, el instructor tuvo que dar todo su dinero para poner la otra mitad. ¿Y cómo es que Nozomi tiene tanto dinero? Se-cre-to.

Luego de quedarse sin dinero, el maestro de Konohamaru corrió para alcanzar a su nueva discípula, a la que no había visto irse y quiso reclamarle por aprovecharse de su trato, pero no podía por dos excelentes razones.

1. Ella había pagado la mitad.

2. Aún tenía ese vergonzoso secreto para chantajearlo. No le cabía duda de que eso podría hacerlo sin dudar.

Después de un largo rato, llegaron a su destino. Las mismas aguas termales donde la Uzumaki demostró su brutal fuerza. El hombre agradeció no haber traído el Icha Icha Paradise del que era poseedor, pues no quería recibir "lecciones de vuelo", por así decirlo. Nozomi, por su parte, pensó por un momento que pudieron haber comido en algún lugar cercano para no tener que recorrer el mismo camino dos veces, pero lo desechó al instante. Ramen era ramen, y sobre todo el de Ichiraku.

-¿Para qué vinimos aquí de nuevo, koshinuke-chan? -cuestionó, ganándose una venita salida en la sien de su acompañante, ante el apodo- Porque dudo que sea para bañarnos.

-No, pero entrenaremos en los baños termales -confirmó el de gafas.

Caminaron hasta la fuente de las aguas termales, una cascada que caía desde una pequeña colina de roca cercana, justo detrás de los baños termales. Había varios puentes de madera que se interconectaban entre sí, con barandales rojos para dar estabilidad.

-Llegamos a nuestro destino -anunció el Jōnin, deteniéndose en una parte donde no había barrera.

-¿Y qué se supone que haré dattebane?

Ebisu se rió un poco, ajustándose las gafas. Iba a disfrutarlo, se notaba por todos lados, incluso en su aura de chakra.

-Caminar sobre el agua caliente.

-¡¿Eh?! -fue el grito que soltó la pelirroja, entrando en pánico repentinamente- ¡¿Sobre agua caliente?! ¡¿Con este sello?!

-Dijiste que lo harías, ¿No es así?

-Si no salgo tan cocida como un huevo duro de aquí, será un milagro -murmuró, con la cara gris y una pequeña aura depresiva. Exhaló, dándose una fuerte palmada en las mejillas, y expulsando los pensamientos negativos- ¡Lo lograré! Ya lo hice una vez, ¿No es así? Ahora que sé como se siente y como hacerlo, volver a conseguirlo será pan comido'ttebane.

-Entonces, ¿A qué esperas? -animó el mayor, señalando el pequeño río.

-Si, si, pero antes que nada -Nozomi formó el sello del doble carnero con ambas manos- ¡Kagebunshin no Jutsu!

Al instante, un clon se formó en la plataforma de piedra. La adolescente original sacó un pergamino de su porta-armas, lo desenrolló un poco (lo suficiente para dejar ver dos kanji dentro de un círculo: 保存), y apoyó su mano, concentrando chakra. Dos pilas de libros surgieron en una nube de humo, ordenadas de mayor a menor relevancia.

-Muy bien yo, ¿Podrías investigar acerca del Byakugan y el Sharingan mientras domino esto de nuevo? -pidió, con una pequeña sonrisa, mientras se quitaba la chamarra y la dejaba apoyada en el barandal rojo.

-¡Sí jefa! -exclamó ella con un saludo militar, corriendo a tomar un libro y empezando a leer.

-Buena estrategia -reconoció el de azul, un poco a su pesar- Los clones de sombra absorben la información y cuando se disipan, la transmiten al invocador del jutsu. Perfecto para la situación, aún así, ¿No deberías poder hacer más?

Las dos adolescentes lo miraron con un tic en el ojo.

-No puedo -dijo la original, irritada- El sello impide que concentre el chakra suficiente para hacer muchos clones que duren más de un minuto. Con esfuerzo puedo hacer uno que dure de diez a quince minutos.

-Ya veo. Te entorpece mucho, ¿No es cierto?

-Ni que lo diga, Ebisu-sensei -resopló, concentrando más chakra para comenzar el ejercicio.

-¿Cómo me llamaste? -preguntó el ojicafé a toda prisa, queriendo confirmarlo.

-De ningún modo, ko-shi-nu-ke-cha-n -se burló ella, riendo por lo bajo ante la cara enojada de su maestro temporal.

El hombre bufó, exasperado. Esa chica era muy irrespetuosa. Le valía un rábano que él fuera su superior, y tenía el presentimiento de que así era con todos.

-Te advierto que el agua está a 60 Cº -el mayor se acomodó las gafas, con una venita en la sien- Si fracasas muchas veces, acabarás roja como un t-

El instructor se interrumpió bruscamente antes de completar la frase, pues recordó los viejos rumores que corrían por la aldea, acerca del "Habanero Sangriento" y el "Dúo Demoníaco". Más le valía no mencionar ni por accidente la palabra con "T", frente a la niña-zorro.

-¿Como un qué, koshinuke-chan? -cuestionó ella.

-C-Como un tarro de moras -mintió pésimamente.

Agradeció que ella no se hubiera dado cuenta y preferido seguir con el entrenamiento.

Una estela de humo recorría la aldea de Konoha a toda velocidad, directa hacia la torre Hokage. No le importó derribar puestos ambulantes, carros y obligar a varias personas a hacerse a un lado rápidamente, puesto que tenía que llegar a su destino lo más pronto posible.

En cuanto reaccionó de su trance, gracias a unas pocas (cofcofbastantescofcof) bofetadas de Hiruzen, cabe aclarar, el Sabio de los Sapos concentró una cantidad de chakra lo suficientemente grande como para romper la restricción que tenía sobre su cuerpo. Cuando se vio libre de esto, corrió tan rápido como pudo, en la dirección más recta posible para llegar donde su alumno. Tenía que verlo con sus propios ojos, tenía que saber si Minato realmente estaba de vuelta.

Ingresó al edificio más importante de la aldea como un bólido, haciendo volar papeles, plantas y atropellando a una que otra persona, mientras recorría las escaleras apresuradamente para llegar al piso de la oficina. Llegó adentro de un portazo, sobresaltando al rubio tras el escritorio y haciéndolo botar algunos documentos por accidente.

-Jiraiya-sensei -logró decir, aún un poco sorprendido de que estuviera ahí, con las mejillas rojas e hinchadas. Después de todo, se había estado escondiendo de ellos por una semana, para que al final, llegara a su oficina por voluntad propia- *Bueno, siempre ha sido impredecible, ¿No es así?* -pensó.

-Minato -musitó el ojinegro, las manos temblando un poco- Estás vivo.

Sin darle tiempo a responder nada, el mayor se abalanzó sobre el usuario de Hiraishin no Jutsu, como queriendo retenerlo a su lado. Ciertamente, había sido un golpe muy duro el enterarse de su muerte. Ya había perdido a esos niños de Amegakure no Satō un tiempo atrás, y unos años después, el cuarto alumno que tenía, también había muerto. Por eso, ahora que lo tenía frente a él, que lo veía respirar y llamarlo "sensei", de nuevo, su cuerpo reaccionó por sí solo, y no pensaba dejarlo ir. El Namikaze correspondió, comprendiendo el sentimiento del que fue su mentor.

Claro que eso no evitaría su pequeño castigo.

El ojinegro se separó del abrazo, mirándolo seriamente, antes de levantar un puño y golpearlo en la cabeza, con una venita sobresaliendo en la sien.

-¡Idiota! -le espetó, agitando su mano cerrada en el aire- ¡¿Cómo te atreves a morir tan joven, eh?! ¡Y al fin habías logrado ser Hokage!

-P-Pero sensei... -intentó decir, sobándose la cabeza. Empezaba a dudar que fuera buena idea dejar que le enseñara a su hija.

-¡Sin peros! ¡Eso no fue lo que yo te enseñé, mocoso malagradecido! -riñó, sin dejarlo alegar nada- ¡Ni siquiera me avisaste para que viniera a ayudar o algo! -luego se cruzó de brazos, negando con la cabeza- Estos mocosos de hoy en día... Ya no hay respeto para los mayores.

Hubo un silencio medianamente largo. Minato sonrió un poco, pues sabía lo que su maestro trataba de ocultar. No podía esconderse de él, su propio pupilo, con el que había entrenado y al que había enseñado por tanto tiempo, mucho menos después de su impulso.

-Es bueno verlo de nuevo -dijo, sabiendo que el discípulo de Hiruzen no podía seguir enojado por mucho tiempo.

-Al menos no has perdido los modales -se quejó el anciano, arrugando la nariz, mientras trataba de seguir viéndose molesto- ¿Y bien? ¿Para qué me llamaste? Tu carta no explicaba mucho.

El ojizafiro suspiró, negando con la cabeza, pues sabía que Jiraiya solo deseaba cambiar el tema, pero aún así, tomó un porte más serio para abarcar la situación. Sabía que la noticia le afectaría cuando llegara a la parte más importante, pero no tenía idea de a quién más acudir para este asunto. Después de todo, él había sido su mentor.

-Es sobre Nozomi.

-¿La mini-Kushina? -preguntó, estremeciéndose y, al mismo tiempo, llevándose una mano a la cara con temor reverencial- Ya la conocí, me regaló un bonito porrazo en la mandíbula.

-Estabas espiando en los baños termales, ¿No es cierto? -cuestionó el Namikaze con una poker-face ante las imprudencias de su maestro, a las que ya estaba acostumbrado. Seguramente por eso tenía las mejillas hinchadas: debían haberlo abofeteado muchas veces.

-¡Estaba en medio de una importante investigación! -rebatió Jiraiya, apuntándolo con el dedo- Nunca lo entenderían, y eso que te lo expliqué muchísimas veces.

-Recuerdo esos días, muchas gracias -zanjó, tragando saliva mientras recordaba a una Kushina de 16 años furiosa con él, persiguiéndolo por todo el bosque, por algo a lo que había sido arrastrado- Aún así, eso no es importante ahora. Hubo un imprevisto en el Examen Chūnin, un infiltrado que logró escaparse.

El peliblanco se puso atento, pues eso era importante, y más al ver como los sellos silenciadores que su alumno había implantado en la oficina se activaban. Alguien que lograra infiltrarse en el Examen Chūnin de Konohagakure, la más poderosa de las cinco aldeas principales, y escapar, debía ser muy poderoso.

-Orochimaru -dijo el Kīroi Senkō sin más- Atacó al equipo de Nozomi. Por la información que obtuve, gracias a una sensor del examen que fue su alumna, sabemos que la consideraba una amenaza potencial, pero que, al mismo tiempo, llegó a pensar en ella como un futuro recipiente. Desistió de eso por el sello que mantiene al Kyūbi dentro de ella, gracias al cielo, pero implantó un nuevo sello sobre ese, al que llamó "Gogyō Fūin". Me preguntaba si lo conocías, puesto que yo nunca oí hablar de él.

El Gama Sennin apretó los labios. Siendo sincero, ya se esperaba algo así del que solía ser su compañero y mejor amigo. Aún le dolía un poco el saber que ahora era su enemigo, pero ya nada podía hacer. Debía defender a Konoha de él.

-Gogyō Fūin, ¿Eh? -chasqueó la lengua- Como se esperaría de él: un sello que solo los Sannin conocemos. Vaya que la consideraba una amenaza, ese sello bloquea o perturba el chakra de la víctima. Sé como deshacerlo, pero necesito que venga la niña aquí.

-Te lo agradezco -sonrió el menor, aliviado, y pasando a la siguiente cuestión- Ahora, estoy seguro de que sabes que la final del examen Chūnin se acerca. Solo los más fuertes Genin de las aldeas aliadas estarán ahí, así que, si no es una molestia para tí, me gustaría que la entrenaras.

-¡¿Qué?!

El de marcas rojas se cayó de espaldas al suelo ante la petición de su antiguo alumno, sin poder creer lo que le pedía.

-¿Yo, el gran Jiraiya Goketsu, entrenar a esa Kushina 2.0? ¡Quiero vivir, muchas gracias! -exclamó, eufórico.

-Vamos sensei, estoy seguro de que se llevarán bien. Ustedes dos se parecen mucho -persuadió, intentando convencerlo- Te apuesto a que, al final, ella misma va a hacer que digas que sí.

-El que la suerte de Kushina en las apuestas fuera todo lo contrario a la de Tsunade, no significa que la tuya también -rebatió, haciendo berrinche.

-Solo hazle la misma prueba que me hiciste a mí, y estoy seguro de que superará tus expectativas. Tengo plena confianza en que podrá hacerlo.

-Eso es diferente, Minato. Tu eres un genio, y además tuviste mucha suerte de solo acabar con un brazo roto esa vez. Pero no creo que ella lo logre, ¿Sabes?

-Ya verás cuando lo haga. Mientras tanto, debería llamarla para que le quites el sello, ¿No lo crees?

-Espero que no me reconozca -tragó saliva, poniéndose tieso mientras veía al rubio escribir una nota y enviarla con un halcón.

Hubo un sonido de caída al agua, y montones de charcos se formaron en la orilla de piedra, o aumentaron los que ya habían.

-¡Otra vez!

Nozomi estaba empapada de pies a cabeza en el agua caliente. Llevaba más o menos un cuarto de hora intentando equilibrar la cantidad de chakra en sus pies para mantenerse en la superficie del agua, pero el sello en su abdomen no cooperaba en lo absoluto. El aire frío la hacía estremecerse, y el líquido hirviente quemaba su piel, sin embargo, no por eso iba a echarse atrás.

-*¡No por esto voy a rendirme! ¡Los golpes de Kiba dolieron más!* -formó el sello del carnero, concentrándose- Reúne chakra en los pies y expulsa una cantidad fija -se dijo, avanzando al río una vez más.

¿Resultado? Volvió a hundirse.

-¡¡Quema!! -exclamó, saliendo de un salto. Inmediatamente, una ráfaga de aire frío la recibió, y a su cuerpo, recién bañado en agua caliente, no le cayó muy bien- ¡ESTÁ FRÍO DATTEBANE!

-*No lo ha notado -pensó Ebisu, con una ceja alzada- Tarda más en hundirse que antes. Su chakra por fin empieza a presentar la resistencia y equilibrio necesarios para sostenerse.*

-¡Maldición! -escupió ella, tratando de sacar la poca agua que había ingerido- Pero tengo que conseguirlo. ¡Y voy a hacerlo! ¡No retrocederé a lo que dije!

Volvió a concentrar chakra en la planta de los pies, usando el sello correspondiente y se lanzó al agua de un brinco. Este proceso se repitió unas cinco veces más, hasta que notó que pasaba algo muy extraño. Al momento de poner sus plantas en el agua, estas comenzaron a hundirse lentamente, como si el agua misma se hubiera vuelto alguna especie de gel. Uno muy caliente.

A toda prisa, sacó sus pantorrillas del agua, y vio a su maestro, que portaba una sonrisita divertida. Eso solo podía significar una cosa.

-Lo supiste todo este tiempo, ¿No es así?

-Es raro que no te hayas dado cuenta -replicó él, mirándola desde arriba.

-¿Cómo iba a darme cuenta de algo como eso, si estaba más concentrada en no terminar hervida? -reclamó, molesta por que no le hubieran dicho.

Bufó, volviendo a levantarse y, al mismo tiempo, recibiendo toda la información del clon que había dejado estudiando. Le dolió la cabeza, y resintió sobre todo en el lugar donde había tenido puntos de sutura, pero había valido la pena. El clon había leído la cuarta parte de los libros, específicamente los que hablaban del Byakugan, junto con unos cuantos datos del Jūken. Era lo suficiente como para empezar a armar una estrategia contra Neji, y a eso sumando los datos que había obtenido en su combate contra Hinata (que había servido al doble, pues tuvo la oportunidad de observar tanto ataques como contraataques con el mismo estilo, que podía adaptar al Senpūken), podría decir que, al final del mes, tendría el combate en la bolsa.

Sacudió la cabeza y tomó una bocanada de aire, antes de crear otro clon, darle las instrucciones de investigar esta vez sobre el Sharingan y el Katon, y volver a intentar. Sabía que iba a doler aún más que las veces anteriores, pues su pie se hundía más lento, por consecuencia, permanecía más tiempo en el agua, pero debía hacerlo para refinar su control.

Mientras tanto, observando las quemaduras en la piel de su estudiante temporal (que se curaban con vapor, igual que si se quemaran), y el como temblaba de frío, a Ebisu le llegó un recuerdo de otro entrenamiento. Este había ocurrido ya un tiempo atrás, poco antes de la misión de Nami.

Flashback

-Hoy está más motivado que nunca, honorable nieto -halagó el Jōnin a su pequeño alumno, que había estado haciendo lagartijas por cinco minutos enteros sin soltar la más mínima queja- *Por fin comprendió mis enseñanzas* -pensó- A esta hora del día suele atacar al Hokage-sama.

-Ya no lo haré más kore -replicó el estudiante de la Academia, sin dejar de ejercitarse.

-Al fin entró en razón -suspiró él, bastante alegre de no tener que estarlo persiguiendo de ese momento en adelante- Seguir mis enseñanzas es el camino más corto hasta el puesto Hokage.

-No hay atajos ni caminos cortos -contradijo, con el ceño fruncido, y ante la clara interrogación en la cara de su maestro, prefirió apoyarse en sus rodillas para descansar un momento mientras explicaba- Lo dijo Nozomi nee-chan. Para llegar a ser Hokage, hay que estar preparado -afirmó con determinación.

Fin del flashback

-¡Ya casi lo tengo'ttebane! -se alegró la pelirroja, viendo como ahora solo se hundía de los tobillos hacia abajo y no se desequilibraba.

-*A pesar de todo, volvió a obtener el control de su chakra muy rápidamente -se dijo el otro, notando el grave error que él mismo había estado cometiendo- Nunca imaginé que mejoraría tanto. Es cierto que no hay atajos para nada. Parece ser que te malinterpreté. Fuiste una profesora mucho más inteligente que yo -sonrió un poco, sin que ella lo viera- Y no eres el zorro demoníaco. Eres una ninja de Konoha hecha y derecha.*

-¡Lo logré! -exclamó la ojizafiro, saltando de la emoción.

Y era cierto. A pesar de tener encima el Gogyō Fūin, Nozomi había conseguido estar de pie en la superficie del agua, sin tambalearse ni hundirse. La adolescente revisó su "núcleo" de chakra, notando que volvía a mantenerse sereno, a pesar del sello, que actuaba como un aspersor de jardín.

Antes, este revolvía el chakra como si fuera una tormenta. Ahora, sin embargo, la chica había logrado manipular las violentas corrientes para que trabajaran a su favor, desviándolas todas a una represa que había creado alrededor del núcleo. Eso hacía que ni una gota de chakra se escapara.

Como la nueva represa no estaba controlada por el sello (que solo afectaba al núcleo en sí), podía usar y controlar perfectamente el chakra que salía de ahí. Era como un "núcleo secundario". Y sí, si alguien pregunta, sí se le ocurrió por los aspersores que mantenían hidratados los jardines y parques de Konoha.

-Bien -asintió Ebisu, mirándola por primera vez sin odio en los ojos.

Ella lo notó inmediatamente, adquiriendo una sensación cálida por todo el cuerpo, a pesar de seguir mojada y en medio del aire frío. Era casi la misma emoción que había sentido ese día, el día que Iruka-sensei la reconoció. Le dio una de sus sonrisas más brillantes, esa que era heredada de sus dos padres.

Hubo un corto periodo de entendimiento entre ellos, que el chillido de un halcón mensajero tuvo que romper. El ojicafé le hizo una seña, recibiéndolo y tomando el pergamino que venía en la bolsa, para luego dejarlo ir. Cuando terminó de leer, le dio una mirada a la Uzumaki.

-Parece que tu maestro ha sido encontrado, Nozomi-chan. El Hokage-sama nos manda a llamar.

-¡Excelente! -la del Equipo 7 salió del agua de un salto, tomando su chamarra y secándose con ella- Ya quiero que me saquen este sello. Tengo que contarle a Kurāma-san todo lo que ha pasado mientras él dormía. Y hablando de sellos, tal vez Jiraiya-san conozca el método exacto para hacer el Fūja Hōin, Bakasuke no me dijo mucho -se dijo con una mano en el mentón- ¡Qué emoción conocer a otro maestro de Fūinjutsu!

Vaya que no se imaginaba a quién encontraría en la oficina de su padre.

Ninguno de ellos se dio cuenta, pero un ojo de arena los siguió por todo el camino, hasta que entraron a la torre Hokage. En ese momento, se deshizo, y el invocador del jutsu soltó un casi imperceptible suspiro de alivio.

-Al menos estos incompetentes ya no la dejan sola -bufó para sí mismo- Pero qué entrenamiento tan estúpido. Esta vez, podría darle una fiebre peor que la del otro día.

**********

*Se asoma detrás de una pared gruesa, ondeando una banderita blanca*

¡Lo siento! ¡Batí mi propio récord! Un mes sin actualizar. ¡Pero tengo una buena excusa!

*Las lectoras bajan un poco los trinches y las antorchas*

Estoy haciendo una colaboración con unas amigas, que se enteraron de que soy escritora, y me pidieron que les hiciera un favor. Estuvimos un mes planificando todo, y usé el tiempo que habitualmente tomo para escribir, así que me tardé mucho más de lo habitual en terminar este cap.

Además, estaba en época de exámenes y los profes nos cargaron de trabajo, así que prácticamente llegaba a casa a dormir.

¡Perdónenme!

Prometo que la próxima vez no tardaré tanto, yo también quiero escribir los acontecimientos que siguen. En compensación por la tardanza, les traje un cap de 5000 palabras.

Tsuki-san, ¡Se va!