Seduciendo a tus demonios © [...

Galing kay MarDMMD

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[Destructiva Obsesión #1] No es necesario leer Elaine para entender SATD. [COMPLETA]✔ PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO... Higit pa

Booktrailer y advertencias.
IMPORTANTE.
Prólogo.
Capítulo 01.
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06.
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.- Parte I.
Capítulo 19.- Parte II.
Capítulo 20.
Capítulo 21.- Parte I.
Capítulo 21.- Parte II.
Capítulo 22.
Importante.
Capítulo 23.- Parte I.
Capítulo 23.- Parte II.
Capítulo 24.
Capítulo 25.- Parte I.
Capítulo 25.- Parte II.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
¡Lara y Neal! + Curiosidades.
Capítulo 38.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo especial: San Valentín 2022.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo.
CATD. (Importante)
¡CATD DISPONIBLE!

Capítulo 39.

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Galing kay MarDMMD

 25 de Abril, 2021.





Grecia.

El segundo destino, es Grecia.

No puedo evitar ver por la ventana todo el camino a quién sabe dónde.

Y es que...es tan precioso.

El mar tan azul, el cielo tan claro, la brisa del mar. Hay casas hermosas y coloridas, que seguro tienen semejante vista al mar. Las personas se pasean por la acera, llevan a sus perros con correa, trotan o van directo a la playa a disfrutar el día soleado y cálido.

Ya pasan de las tres de la tarde debido a las horas que hicimos de vuelo.

―Y...exactamente, ¿dónde estamos? ―Cuestioné, sintiendo demasiada curiosidad.

Neal se encontraba a mi lado en los asientos traseros, ya que un chófer nos está llevando al lugar que Neal le dijo.

―Estamos en Parga ―Mencionó―. ¿Te gusta?

Asentí energéticamente.

Por lo poco que he visto, puedo decir libremente que me encanta.

―Es precioso ―Le sonreí.

El camino no fue tan largo, porque pronto estuvimos aparcando en la entrada de un chalet. Si de por sí, la casa ya es impresionante y grande, el jardín enorme, lleno de árboles, plantas y flores, la hace lucir más.

Bajamos del coche y también el hombre que conducía lo hizo, para ayudarnos a bajar nuestro equipaje. Después de que agradecimos y nos despedimos, él se marchó, dejándonos solos en el enorme lugar.

Neal me invitó a seguir un camino de rocas hasta la puerta principal. Estando ahí, sacó unas llaves y abrió. Ambos entramos al lugar y mientras él dejaba las maletas y cerraba detrás de nosotros, me dediqué a observar. Tal vez, incluso mi boca se encontraba entreabierta.

El diseño del techo es de madera, las paredes son de piedra. Desde aquí puedo ver la sala, tiene una enorme pantalla en uno de los muros, en cada uno de los lados de la televisión, hay un estante pequeño. El izquierdo está lleno de libros perfectamente acomodados, y el otro tiene algunos adornos. Los sofás son grises y en el centro hay una mesita muy linda.

Del techo cuelgan varias lámparas pequeñas. Hay algunas pinturas, incluso también una chimenea en la casa, cerca de la sala.

Mientras más nos adentrábamos, pude ver el comedor. La mesa es de cristal y las sillas también son grises, a juego con los sillones. Hay una puerta que te guía a una enorme cocina, muy equipada y moderna.

Frente a las escaleras para subir al segundo nivel, hay un enorme ventanal por el que se filtra la luz, lo cual solo ilumina por completo la casa.

Realmente es hermosa.

―¿Es algún tipo de hotel? ―Formulé, aún sorprendida por la belleza del lugar.

Lo noté negar.

―Es mi casa ―Respondió, ayudándome a quitarme el abrigo ya que el clima es cálido.

―¿Tu casa? ―Repetí.

Debió costar una fortuna.

―La llamo mi «casa de retiro» ―Mencionó, colgando mi abrigo en el perchero cercano a la entrada―. Ya sabes, cuando envejezca y me retire de la FEIIC, entonces viviré aquí. Es un lugar lleno de paz y tiene una vista muy bonita.

―Espera, ¿tienes una casa en Grecia y aparte un apartamento en Chicago y otro en Londres?

Ladeó la cabeza y asintió, un tanto consternado.

―¿Realmente eres agente o en realidad eres algún jefe de la mafia o algo por el estilo? ―Inquirí, ocasionando que él sonriera, un tanto divertido.

―Juro que soy agente ―Dijo, alzando su mano a modo de juramento―. Pero seré sincero, básicamente renuncié a todos mis derechos cuando decidí salirme de mi casa. Me desheredaron por eso mismo y lo único que me llevé a casa de Nate, fue la ropa que tenía puesta en ese momento. Así que mi abuelo paterno años después, cuando estaba muriendo, comenzó a sentirse culpable y todo lo que tenía, lo dejó a nombre de mi hermano y el mío, en lugar de dejarlo al nombre de su hijo, es decir, Mikhail Hardy, mi progenitor ―Comenzó a explicar―. El apartamento de Londres, lo dejó a mi nombre, junto con una suma de dinero que no he tocado desde que la dejó. Esta casa, el departamento de Chicago y todo lo demás, los he adquirido con mi sueldo y por mi propia cuenta.

―Es decir, eres un hombre totalmente independiente.

―Afortunadamente.

Sonreí, asintiendo con la cabeza.

―Y aparte también un hombre de acción.

Elevó una ceja.

―Eso puedo demostrarlo de nuevo en cualquier rincón de la casa que tú desees ―Soltó, usando un tono coqueto.

―¿Y después me llevarás a conocer Parga?

Asintió.

―Perfecto ―Volví a sonreír, arrojándome a sus brazos y dejando que me envolviera entre sus besos y sus caricias.

Un par de horas después, ambos ya estábamos aseados y listos para salir a pasear y a comer por ahí. Nuestro equipaje ya se encontraba en la habitación que será de los dos durante este par de días. Una vez que regresemos, me tomaré mi tiempo para que me lleve a conocer por completo su hogar. Sobre todo, el jardín. Mañana cuando amanezca, me gustaría salir un rato al jardín.

Neal me llevó fuera de casa todo el día, en una camioneta que estaba en su garaje, por lo que sé, es el auto que tiene aquí cada vez que viene. Me llevó a comer a un restaurante bonito y cerca de la playa. Después estuvimos un rato en el mar, incluso me enseñó a surfear un poco. Terminé más veces en el agua de las que me gustaría admitir, pero se hizo el intento. También jugamos voleibol con un grupo que nos invitó y después de despedirnos de ellos, Neal me llevó a cenar antes de tener que volver a casa.

Estoy completamente rendida y solo quiero sentarme frente a esa chimenea de la sala, teniendo la compañía de Hardy.

Aunque, también quiero terminar de conocer el chalet por completo.

Mientras me daba una ducha rápida, Neal se quedó atendiendo una llamada de su trabajo. Las puertas de la ducha son transparentes y no hay una que separe el baño de la habitación, por lo que puedo ver perfectamente la cama desde aquí y si él entra al dormitorio, también podrá verme.

Después de algunos minutos más, finalmente salí. Sequé mi cuerpo y mi cabello con una toalla. Después, fui directo a la cama ya que ahí dejé mi ropa. Básicamente solo son unas bragas y una bata de seda color roja.

Y es que, si dormiré al lado de un hombre tan insaciable como Neal, ¿entonces para qué me visto?

Escuché la puerta abrirse mientras me vestía, después escuché sus pasos y finalmente, lo sentí llegar a mí. Me jaló con sus brazos para que mi espalda quedara pegada a su pecho. Acercó sus labios a mi cuello para depositar un beso sobre mi piel. Fue lento, suave.

―¿Es muy tarde para tomar esa ducha contigo? ―Susurró, besando nuevamente.

―Esta vez, perdiste tu oportunidad, Hardy ―Contesté, formando una sonrisa en mis labios―. Tal vez mañana sea tu día de suerte, mientras tanto, te toca aguantarte.

Bufó un poco.

―Hay veces que realmente detesto al capitán Causer ―Murmuró.

Sus palabras me arrancaron una pequeña risa. Me giré para encararlo y para besar sus labios brevemente, después me separé, tomé una manta para envolverme en ella y así comenzar a caminar a la puerta.

―Estaré abajo.

―Te alcanzo en unos minutos. Debo ducharme antes ―Mencionó, quitándose la camiseta.

Sacudí la cabeza y salí de la habitación antes de quedarme como una tonta mirándolo. Bajé las escaleras y fui directo a la cocina para preparar algo de chocolate caliente para ambos. Antes de venir a casa pasamos a una tienda y compramos algunas cosas. Entre ellas, leche, chocolate, galletas obviamente y algunos dulces.

Comencé a preparar el chocolate y esperé a que estuviera listo y que Neal bajara, todo esto mientras comía un paquete de oreo's.

Pasados unos cuantos minutos, comencé a servir el chocolate en dos tazas y le agregué malvaviscos. Vi a Neal bajar por las escaleras y caminar hacia acá. Su cabello aún está húmedo, lo cual solo causa que se mire mucho más oscuro de lo que ya es.

Tomé una de las tazas y se la tendí, por lo que la aceptó con gusto, para después beber.

―El chocolate sí te gusta.

―Mucho ―Asintió.

―Pero las oreo's no ―Hice una mueca.

Él rió un poco.

―Jamás he dicho que no me gusten, si me gustan, pero prefiero las galletas de chispas ―Se encogió de hombros.

Fruncí los labios justo antes de darle un sorbo a mi bebida. Sabe muy bien, tenía tantas ganas de tomar chocolate caliente. Es de mis bebidas favoritas y tomo muy seguido, pero esta semana no había tenido mi dosis de ella.

―¿Y qué cosas no te gustan? Aparte del pastel de zanahoria, claro ―Aclaré, una vez que dejé mi taza sobre la barra.

Neal ladeó la cabeza, pensando su respuesta.

―¿Te refieres solo a comida o cualquier cosa en general?

―Cualquier cosa en general.

―Bueno...no me gusta el golf, lo odio con mi vida. Tampoco la gente presuntuosa, no me gusta el tomate. No me gustan las pasas, ni la iglesia ―Dijo―. En realidad, creo que hay muchas cosas que no me gustan, si las menciono entonces no acabaría....ah, no me gusta mi apellido.

Alcé las cejas, un tanto sorprendida.

―¿Hardy?

―Adens. Mi segundo apellido es Adens ―Respondió, después de beber de su chocolate―. No me gusta porque implica muchas cosas.

―¿Implica muchas cosas?

―Sí ―Formuló―. ¿Y a ti? ¿Qué cosas no te gustan?

Fruncí los labios y recargué mi cadera contra la barra mientras pensaba.

―Pues...no me gusta el kiwi, ni las toronjas. No me gustan las películas de terror que tienen escenas muy sangrientas. No me gusta que me hablen de teorías sobre el fin del mundo porque después no me dejan dormir y le doy vueltas al asunto un millón de veces ―Entorné los ojos―. Tampoco me gustan las cosas muy amargas, soy más de dulce. Y no me gusta que me mientan, aunque creo que a nadie le gustan las mentiras.

―Te faltó mencionar que tampoco te gusta bailar ―Me recordó.

Formé una pequeña sonrisa.

―Últimamente, la danza es algo que volvió a llamarme. No sé, creo que podría acostumbrarme de nuevo y...me está gustando otra vez ―Hablé bajo―. Es una suerte que pasé toda mi vida bailando, no olvidé ni un solo paso, solo falta que vuelva a ponerlos en práctica.

Movió la cabeza de arriba abajo lentamente.

―¿Otro miedo superado? ―Cuestionó, un tanto cauteloso.

Y mi sonrisa creció más, fue más energética.

―Otro miedo superado, Hardy.

―Entonces te gustará esto ―Apenas terminó de hablar cuando dejó su taza y tomó mi mano para llevarme a quién sabe dónde. Pregunté a dónde me llevaba mientras subíamos las escaleras, pero él solo me dijo que aguardara un poco.

Tiendo a ser un poquito impaciente.

Finalmente llegamos al final del corredor, en donde había una puerta enorme. Neal abrió, mostrando lo que ocultaba el interior.

Un salón de baile.

El piso es de madera y en lugar de tener paredes visibles o de concreto, hay espejos. Todo el lugar está lleno de espejos. Estoy acostumbrada a que una sola pared los tenga, pero aquí son todas. También hay algunas barras, por lo que deduzco que usaban este lugar también para el ballet.

―¿Y esto? ―Alcancé a decir, entrando al lugar para admirarlo más de cerca.

Hay algunas velas a lo largo de una de las paredes, solo que no están encendidas. También en una esquina, hay una silla.

―Cuando compré la casa, los de la inmobiliaria dijeron que la antigua dueña fue bailarina de ballet, por eso tenía su propio estudio aquí. Ya sabes, para practicar ―Contó―. Y así la dejé, seguro debió ser muy importante para ella.

―Si tenía su propio lugar, así de equipado para ensayar, seguro que bailar fue su vida entera ―Susurré, pasando mis dedos a lo largo de una de las barras.

―¿Y para ti? ―Su pregunta me hizo enfocarlo―. Me refiero a antes de que dejaras de hacerlo. ¿Qué significaba la danza para ti?

―¿Encenderás las velas? ―Pregunté, cambiando el tema por completo brevemente.

Alzó una ceja.

Caminó directo a las velas aromáticas y se puso de cuclillas para tomar una caja de fósforos y encender la primera, después comenzó a hacer lo mismo con todas las demás, hasta que finalmente terminó y me brindó toda su atención.

Suspiré bajo.

―Era una de las partes más importantes para mí. No me sentía yo si no estaba en una pista. No me sentía viva si no estaba bailando ―Confesé. Coloqué mi manta en medio del suelo y después me senté sobre ella. Palmeé el lugar frente a mí, invitando a Neal a venir, él inmediatamente aceptó―. Desde que era apenas una niña, se convirtió en lo que me apasionaba y podía pasar horas danzando, incluso si los pies me comenzaban a doler. Lo amaba, me hacía sentir libre. Y...me dolió demasiado dejarlo, me dolió tenerle miedo y me aniquiló por completo empezar a repudiar algo que había pasado tantos años amando. Pero fue lo mejor para mí, para mi salud mental.

»Pasé tres años sin hacer lo que me apasionaba porque el temor me dejaba paralizada. Pero ya no quiero tener miedo ―Seguí―. Quiero ser fuerte para superar y dejar todo lo que me abruma atrás.

Porque hay tantas cosas que aún no dejan de doler y siempre quieren arrastrarme a lo más profundo de ese pozo del que aún me está costando salir por completo.

―Pero ya eres fuerte, hechicera. Eres brillante, capaz e inspiras tantas cosas.

―¿Inspiro cosas?

Asintió.

―No solo dolor, también inspiras valentía, ternura y fortaleza ―Me dijo, posando sus ojos en los míos―. Tus ojos inspiran pasión. Son hechizantes, dejan a cualquiera sin palabras.

Lo miré atenta cuando posó su palma sobre mi mejilla, inclinándose un poco para hablarme cerca.

―Con una sola mirada, puedes poner al diablo de rodillas frente a ti. Incluso puedes lograr que hasta el cordero más fiel, pierda el camino ―Susurró, mirando de mi boca a mis ojos. Y tal vez, no pudo contenerse ni por un segundo más, porque pronto pude sentir la suavidad de sus labios sobre los míos.

Me dejé envolver por completo por sus movimientos lentos, seductores y cargados de deseo. Llevé mis manos a su cabello para atraerlo un poco más, para sentirlo un poco más cerca.

Su otra mano se posó en la parte baja de mi espalda y debido a lo fina que es la tela, perfectamente puedo sentir su tacto. Quiero sentirlo más, quiero sentir su piel.

Poco a poco, el beso perdió toda lentitud y suavidad, convirtiéndose en algo necesitado. Mis ojos permanecieron cerrados en todo momento, me encontraba totalmente perdida e idiotizada. El leve sabor a chocolate de sus labios, me tenía totalmente encantada y deseosa.

Pronto, me atrajo de la nuca y me besó con más firmeza, arrancándome un gemido de placer que se perdió contra él. Deslicé mis dedos hasta el borde de su camiseta para alzarla y quitársela por encima de la cabeza, por lo que, por escasos segundos, tuvimos que separarnos.

Volvió a atacarme, como si de alguna manera no pudiera separarse de mí.

Mordió mi labio inferior con suavidad, antes de pedirme permiso para que nuestras lenguas se encontraran, permiso que sin rechistar, le otorgué.

La mano que no mantenía en mi nuca, fue a parar al nudo de mi bata para deshacerlo. Mi cuerpo quedó al descubierto cuando me quitó la bata, tirándola a algún rincón del salón. Como es su costumbre, me rasgó las bragas sin importarle nada más. Después, trazó caricias suaves en mi culo.

Mi coño se sentía húmedo e hinchado, se sentía incapaz de esperar más tiempo.

Ansío que me llene por completo. Que vuelva a reclamar mi cuerpo.

Deseo que me necesite tanto como yo a él.

Sé que es así, porque soy consciente del bulto que se roza contra mi vientre.

Mis dedos se movieron a la cinturilla de su chándal para deshacerme de él y así, estar a la par en cuestión de desnudez. Al notar mis intenciones, se separó ligeramente y negó lentamente con la cabeza, aún rozando mis labios.

―Quiero verte, hechicera.

Abrí los ojos e intenté repasar sus palabras en mi mente para entender lo que quiere decir con eso.

No lo conseguí.

―¿Eh? ―Formulé.

―Quiero que te toques para mí ―Su tono me desenfocó por completo―. Quiero que te toques como cuando piensas en mí, cuando imaginas que son mis labios los que te besan...

Dicho esto, dejó un beso lento y suave sobre mis labios, el suspiro que me robó, se perdió en su boca.

―Cuando imaginas que son mis manos las que te tocan ―Siguió, esta vez su tacto descendió hasta llegar a mi intimidad, una vez ahí, empezó a acariciar con sus dedos, empapándolos de mis fluidos en el proceso. Sus movimientos lentos sobre mi piel sensible y necesitada, me hicieron gemir con fuerza, sin poder contenerme―. O cuando imaginas que soy yo el que te folla. Quiero verte.

Se separó ligeramente para verme a los ojos. Su mirada estaba oscurecida, delataba su impureza, sus deseos y sus pensamientos lascivos.

Asentí, completamente dispuesta.

La idea me atrae, me invita.

La comisura de sus labios se alzó en una sonrisa ladeada, complacida.

Se puso de pie y me vio desde arriba, una altura que lo hacían ver más intimidante. Como si en este momento, él tuviera todo control sobre mí, que yo tengo que obedecer a todas sus exigencias.

Caminó lentamente a la silla y se sentó. Su torso está completamente descubierto, su cabello un poco desordenado y sus labios más rojos de lo normal. Es una imagen completamente erótica, tanta masculinidad, belleza.

Sí, es la mejor fuente de inspiración.

Y está listo para ver todo el espectáculo que quiere que haga para él.

Me acomodé sobre la manta, colocando mi palma contra el suelo para apoyarme y así arquear mi espalda un poco y flexionar mis piernas. Las abrí, por lo que ahora me encontraba totalmente expuesta.

Expuesta, pero no vulnerable.

Porque su mirada grita que le gusta lo que ve.

Porque lo conozco, porque él me conoce a mí.

Porque me siento tan cómoda con él, incluso si estoy de esta manera.

Porque me desea.

Y porque yo lo quiero.

Abre las piernas para él, pero no tu corazón.

Aún no.

Eché la cabeza hacia atrás en el instante en el que comencé a acariciar mis pliegues completamente húmedos con los dedos de mi mano libre. Jadeé suavemente por el contacto, mi respiración se aceleraba con cada movimiento, con cada una de mis caricias.

―Tus ojos en mí, Lara ―Lo escuché hablar―. Mírame.

Automáticamente enfoqué mi mirada en Neal.

―Tan exigente...―Gemí, haciendo un recorrido a mi entrada.

Suspiré, completamente embelesada. Neal tiene toda su atención en mí, en cada uno de mis movimientos. Después de todo, tiene a su chica masturbándose por y para él enfrente.

Quiere un espectáculo, ¿quién soy yo para negárselo?

Me mordí el labio inferior cuando mis dedos se movieron a mi clítoris, primero lo froté lentamente de arriba abajo, jadeando y gimiendo en el proceso. Conforme fui aumentando, mi cuerpo se calentó más. Mi piel hervía, mi pulso estaba tan frenético.

El escuchar un suspiro escapando de Neal, me enardeció más.

Por unos cortos segundos, enfoqué mis ojos en uno de los espejos, en mí. La imagen de mí misma, brindándome placer mientras Neal me devoraba con la mirada, me hizo sentir poderosa.

Aumentó más mi libido.

Moví mis dedos en círculos y empecé a imaginé que eran los suyos. Que me tenía contra él, que me tomaba, que me hacía suya de esa manera en la que me vuelve loca. Imaginé que era él quien me envolvía, el que en este momento, me tocaba de esta manera tan placentera.

―Neal...―Susurré.

Lo vi tragar saliva.

Está intentando no perder el control.

De nuevo tracé un ritmo de arriba abajo, froté con entusiasmo, aumentando con cada segundo que pasaba. En ningún momento volví a apartar la mirada de Hardy. Solo me concentré en este momento, en no poder contener los gemidos que escapaban desde lo más profundo de mi ser.

Unos movimientos más bastaron para que sintiera la presión acumulándose. No pude evitar echar la cabeza hacia atrás justo cuando me corrí. Gemí con fuerza, de manera sonora y provocando un eco debido a lo vacío que estaba el lugar.

―¡Neal...! ―Alcancé a formular en medio de mis jadeos.

Mi pecho subía y bajaba con fiereza, mi respiración perdió por completo su ritmo, el que el aire me faltara, fue un tanto agobiante.

Cerré los ojos, intentando recomponerme de lo que acababa de pasar.

Tomé respiraciones profundas para volver del país de las maravillas.

Jadeé cuando sentí un ligero espasmo invadirme cuando me acomodé en el suelo y volví abrir los ojos cuando lo escuché levantarse de la silla.

Mi respiración volvió a descontrolarse con cada uno de sus pasos en mi dirección.

Tuve que alzar la cabeza cuando se detuvo a mi lado y cuando llevó su mano a mi barbilla para sostenerla.

―¿Ahora me dirás que soy una buena chica? ―Jugueteé―. ¿Me darás palmaditas y un premio por obedecerte?

Volvió a estirar sus labios en una sonrisa de lado.

―¿Quieres un premio, hechicera? ¿Qué es lo que deseas?

―Lo tienes dentro del pantalón y seguro que necesita mi atención ―Le dije, llevando la mano que antes tenía apoyada contra el suelo, hasta su pronunciada erección. Coloqué mi palma extendida contra él, sintiéndolo―. Pero antes, ¿no vas a probarme?

Alcé mis dedos, completamente llenos de mí.

Se puso de cuclillas y no se resistió ni por un segundo a abrir la boca cuando acerqué mis dedos a ella.

Cerró la boca alrededor de ellos y lamió lentamente, saboreándome. En ningún momento apartó los ojos de los míos. No dejó de verme.

Bendito demonio de ojos dorados.

―Aún tengo mucha energía para que me des mi segundo orgasmo ―Insinué.

Liberó mis dedos y se relamió los labios, antes de abalanzarse contra los míos y besarme con exigencia.

Jadeé contra él y por poco caigo por la sorpresa, afortunadamente, me sostuvo con firmeza antes de que eso pasara.

Mientras nos besábamos, llevé mis dedos a la cinturilla de su pantalón para bajarlo. Después me ayudó a quitarlo, junto a su ropa interior.

Su miembro erecto y caliente quedó al descubierto, listo para llenarme.

Volvió a ponerse a mi altura para de nuevo, recibir mis besos. En el proceso, tomé su pene para sostenerlo y comenzar a tocarlo de arriba abajo, robándole un resoplido causado por el placer que le provocó mi tacto.

Se separó y comenzó a trazar un camino de besos desde mi mejilla, hasta llegar a mi oído.

―Estoy loco por ti ―Murmuró―. Me tienes agarrado de los huevos, hechicera. Arrastrándome por ti.

―Romántico ―Solté.

Dejó escapar una risa baja y divertida.

Lo solté cuando me atrajo para acomodarme sobre su cuerpo. Él mantenía sus piernas apoyadas contra el suelo, ingeniándoselas para tenerme sobre él.

Una de sus manos se mantenía en mis nalgas y la otra en mi cabello mientras continuaba su recorrido de besos por todo mi cuello, hasta bajar a mis senos. Comenzó pasando su lengua sobre mi pezón izquierdo, causando que me removiera y gimiera bajito. Mordisqueó con suavidad, antes de atraparlo por completo, cerrando su boca sobre él.

Mi excitación en ningún momento disminuyó. Al contrario, ahora que lo tengo tocándome de nuevo, aumentó muchísimo más.

Me froté contra él de forma ansiosa para hacerle saber que no quiero esperar más.

―¿Con o sin preservativo? ―Cuestionó cuando se separó solo un poco.

―Sin.

Si usamos preservativo en este momento, tendríamos que parar un momento para que vaya a la habitación por uno.

Yo no fallo ni un solo día con mis anticonceptivos, por lo que no pensaré en posibles bebés. Él tiene que hacerse exámenes cada seis meses por su trabajo y el último que se tuvo que hacer, fue hace algunas semanas, así que está completamente limpio. Al igual que yo.

Quiero sentirlo por completo, sin nada estorbando.

Y no puedo esperar más.

La punta de su miembro se rozó contra mi entrada completamente húmeda. En un movimiento hábil y rápido, se adentró en mí. Su invasión me robó un gemido alto, de nuevo haciendo eco y retumbando por todo el salón de los espejos.

Sus labios de nuevo subieron a los míos mientras comenzaba a penetrarme, marcando un ritmo de entrada por salida. Me moví sobre él, siguiéndolo por completo.

Sus manos recorrieron cada rincón de mi cuerpo, deslizó sus dedos por mi piel con suavidad. Sus estocadas aumentaron, fueron más rápidas, profundas y duras. Sus labios sobre los míos, ahogaron mis gritos.

Lo atraje del cabello cuando él también me besó de forma necesitada y deseosa.

Su piel golpeaba contra la mía con cada embestida que descargaba contra mí y estos mismos golpes, resonaban por todo el lugar, junto con nuestros gemidos y jadeos.

Mordí su labio inferior en el proceso, antes de separarme y echar la cabeza hacia atrás, entrando en mi trance y dejando que el placer nublara y desapareciera todo a mi alrededor.

Colocó sus palmas en mi espalda firmemente, para mantenerme contra él.

―Neal...―Gimoteé.

Si Satanás creó a este hombre caliente, perverso y jodidamente bueno follando, hizo un buen trabajo.

Y amén.

Mordisqueó suavemente mi barbilla, aún enterrándose una y otra vez, atentando contra mi cuerpo y dejándolo completamente débil.

Giré ligeramente la cabeza para mirar el espejo a nuestro lado. La sola imagen de nosotros dos así, de él teniéndome tan pegada a su cuerpo, follándome, arremetiendo contra mí una y otra vez, me fascinó. Una imagen preciosa, erótica, extraordinaria.

―Hechicera...―Lo escuché susurrar contra mi oído.

Lo ha hecho.

Me arruinó por completo.

Me arruinó para cualquier hombre.

No sé si algún día, sea capaz de desear a otro que no sea él. No sé si algún día podré dejar de sentirme tan suya.

Unos movimientos más, fueron suficientes para que el orgasmo me alcanzara, golpeándome con fuerza, abrumándome por completo. Grité su nombre en el proceso y después volví a gemir desde lo más profundo de mi ser cuando se corrió dentro de mí, cuando pude sentir más de sus palpitaciones en mi interior.

Nuestros alientos se mezclaron mientras tratábamos de regular nuestras respiraciones y nuestro ritmo cardíaco.

Me apretó contra él, soltando un siseo cargado de placer al sentirse liberado.

Cerré los ojos, tratando de aclarar mi mente y tratando de volver al aquí y al ahora. Recargué mi frente contra su hombro, soltando un suspiro entrecortado.

Me acarició el cabello con suavidad. Aún respira de manera agitada, aún puedo sentir los latidos frenéticos de su corazón.

―También estoy loca por ti, Hardy ―Musité, apenas fue audible.

Depositó un beso en la coronilla de mi cabeza, lento y dulce.

―¿Sí? ―Suspiró contra mi cabello.

Asentí lentamente.

Salió suavemente de mí, robándome un jadeo por el ligero y repentino espasmo que me llegó. Después, se dejó caer de espaldas sobre la manta para atraerme y hacer que apoye mi cabeza contra su pecho.

Coloqué una de mis piernas sobre las suyas y busqué protegerme contra su cuerpo caliente. Estamos totalmente desnudos, nada nos cubre.

Me abrazó y comenzó a trazar caricias en mi piel que no hicieron nada más que arrullarme.

―¿Me has traído de viaje para poder follarme en otro lugar que no sea Chicago?

Sentí su pecho vibrar por la ligera risa que escapó de él.

―No, sabes que no es por eso ―Contestó―. Aunque...la idea no me desagrada. Si de mí dependiera, te haría mía en cada rincón del mundo.

―Bueno, ya puedes ir tachando Grecia y Brasil de la lista ―Mencioné―, incluso nuestro último destino. Aunque aún no me dices cuál es.

Guardó silencio unos cuantos segundos, solo unos cuantos.

―¿Quieres saberlo?

Asentí rápido.

―Sí ―Formulé, completamente segura y atenta.

Suspiró suavemente, aún sin detener sus caricias en mi piel.

―Está en blanco.

Alcé la cabeza deprisa y le lancé una mirada de extrañeza, sin comprender ni un poco.

―¿En blanco?

―No hay un destino aún, simplemente, está en blanco ―Se encogió de hombros.

Fruncí más el entrecejo.

―¿Por qué?

Enfocó sus ojos dorados en los míos.

―Porque quiero que tú lo elijas, porque quiero que pienses en un lugar que anheles tanto visitar. No sé, Alemania, Corea, Colombia, Francia, lo que sea. Un lugar que durante toda tu vida, has deseado conocer ―Dijo, tomando mi barbilla con suavidad―, el que tú desees. Solo dímelo y te llevaré ahí.

No había ni un poco de broma en su tono.

Habla completamente enserio.

―¿De verdad? ―Susurré, completamente conmocionada.

―De verdad, hechicera.

No pude contenerme ni por un segundo más, así que llevé mis manos a ambos lados de sus mejillas y me incliné para besarlo. Él sonrió sobre mis labios, una sonrisa que me llenó el corazón.

Me gusta que cuando las cosas se ponen calientes, hay un lado oscuro en él que sale a relucir, deja que el hombre demandante, perverso y lujurioso tome el control. Y me gusta que después de eso, puede ser completamente tierno, dulce, atento y lindo como suele ser en otras ocasiones.

Se vuelve un osito de felpa que solo quieres abrazar y llenar de besos cuando las cosas bajan de temperatura. Es una cosa bella que solo quiere mimos y abrazos cuando caemos rendidos en la cama o en cualquier superficie.

―Gracias, gracias ―Agradecí, besando sus labios y su rostro una y otra vez, logrando que él riera por mi entusiasmo―. Gracias, gracias.

Después lo abracé, escondiendo mi rostro en su pecho y suspiré cuando esta vez comenzó a acariciar mi cabello. Ninguno dijo nada más durante todo este rato, estaba más ocupada dejándome arrastrar por el sueño y el cansancio que me causó todo lo que pasó antes, estaba dejándome llevar por la tranquilidad que Neal me ofrece.

Mantener los ojos abiertos fue imposible y puedo intuir que él también está más relajado porque su respiración es lenta y arrulladora. Solo me mantiene abrazada a él, protegiéndome del frío de la noche.

Antes de dormirme, lo escuché llamarme, por lo que solo pude hacer un movimiento lento con la cabeza para indicar para que continuara.

―Me das paz.

Una sonrisa se dibujó en mis labios a causa de sus palabras, justo antes de rendirme por completo.

***

28 de Abril, 2020.

Tomé el par de ramos de flores con fuerza mientras caminaba al interior del cementerio, con Neal a mi lado. Mi abuela alguna vez me dijo exactamente dónde se encontraban las tumbas que busco, pero aún así fue difícil encontrarlas.

Nunca había venido.

Ni siquiera cuando murieron.

Finalmente, después de dar tantas vueltas por todo el lugar, por fin logré encontrarlas. Se nota demasiado lo abandonadas que están, como si nadie los conociera o no tuvieran a nadie.

Están tan solos.

No como la tumba de mi abuela, que siempre está limpia y con flores frescas que llevamos mi hermano y yo cuando las viejas comienzan a marchitarse.

Suspiré y me puse de cuclillas para sacudir con mi mano un poco de polvo de la lápida de Sofía y después hice lo mismo con la de Dave Spencer. Después coloqué cada ramo respectivamente.

―Es la primera vez que vengo aquí, en tantos años, esta es la primera vez. La abuela dijo que mamá quería ser sepultada en la tierra donde mi abuela creció y mi padre solo quería permanecer a su lado cuando tuvieran que partir. Se querían a su manera, de alguna forma que no entendía, se amaban ―Dije―. Tenía ocho años cuando murieron, apenas si los recuerdo. Y...tal vez suene cruel lo que diré, pero no me dolió tanto su muerte, jamás estaban en casa, ambos tenían una adicción terrible al juego y la mayor parte de su sueldo, iba directo al casino.

»Cuando estaban en casa, solo la pasaban discutiendo frente a mi hermano y frente a mí. Jamás se preocuparon por Thomas o por mí, tuve que aprender a ser independiente desde niña cuando Abby no estaba, ella también tenía una adicción al casino, pero jamás nos descuidó, nos alimentaba, nos amaba, cambió los pañales de Thomas cuando era un bebé y ni siquiera tenía que hacerlo, no éramos su obligación, pero aún así nos trató como a unos hijos ―Seguí hablando―. Ella fue mi mamá y me dolió mis veces más su muerte, incluso, a veces me siento culpable de que así sea. Así que, ¿me hace una mala hija el haber sufrido más la muerte de mi abuela, que la de las personas que me dieron la vida?

―No ―Respondió al instante―. El que te hayan dado la vida, no significa que les debas amor.

Alcé la cabeza para mirarlo.

―No todos los padres merecen el cariño de sus hijos y eso no está mal ni te hace una mala hija ―Continuó―. Si tú consideras a tu abuela como tu madre, si la quieres más a ella, no debes sentirte culpable. Nadie está obligado a tenerle cariño a una persona solo porque lleva tu sangre, porque a veces simplemente no lo merecen.

Aún así, tuve ganas de visitarlos por lo menos una vez. Por eso pedí que el tercer destino sea México, el lugar que vio nacer a mi abuela y en donde las personas que me dieron la vida, están sepultadas.

―Eran buenas personas, solo que no supieron cómo ser buenos padres ―Suspiré, mirando las tumbas para dedicarle una sonrisa pequeña y triste―. Estaban frustrados, eran muy jóvenes cuando me tuvieron y no supieron cómo lidiar con todo, mucho menos cuando el segundo hijo llegó. Pero estoy segura de que aún así, de alguna manera, sí nos querían.

Me levanté y me sacudí la ropa. De nuevo enfoqué mi atención en Hardy y estiré mi mano para tomar la suya.

―Solo quería verlos siquiera unos minutos después de la última vez. Pero creo que es hora de irnos, no estoy aquí para sentirme triste, quiero disfrutar Guadalajara porque mi abuela me decía que es precioso ―Mencioné―. Quiero ver si no mentía al decir que es hermoso, así que, ¿nos vamos?

Asintió.

―Vamos.

Comenzamos a caminar rumbo a la salida para llegar al auto que alquiló esta mañana para movernos con libertad.

Ayer llegamos muy tarde porque el único vuelo, salía a las diez de la mañana. Apenas llegamos a la habitación del hotel cuando caímos rendidos en la cama. No pudimos conocer nada ayer, pero hoy sí. Nos queda todo el día de hoy y mañana antes de tener que regresar a nuestro hogar.

Así que lo vamos a disfrutar.

Desayunamos en el hotel, por lo que ahora lo que sigue es dar un recorrido. Fuimos a lo que nos dijeron que son «Pueblos mágicos de Jalisco». Un par de ellos, en el primero al que fuimos, había un puente enorme, que si mirabas hacia abajo al pasar, solo te encontrabas con vegetación y una altura intimidante. Neal me tomó de la mano cuando me detuve casi al empezar, ya que me sentí mareada debido a la bendita altura.

Y él estaba como si nada, intentando calmar mi miedo.

Lo peor no fue cruzarlo una vez, sino que fueron dos porque volvimos por el mismo lugar.

Nos tomó mucho tiempo porque yo me negaba a avanzar, solo podía notar las miradas divertidas y atentas de las demás personas al verme protestar contra Neal.

Jodido puente colgante.

Después de todo el caos y de que regresamos a nuestro curso, fuimos a conocer el pueblo, las calles y los pasadizos.

Una vez que dejamos Mazamitla, fuimos directo a Lagos de Moreno. Pasamos delante de la enorme parroquia, imponente y con las puertas abiertas de par en par, ya que al parecer se estaba celebrando una boda.

Lo confirmé cuando los novios salieron, sonriendo, completamente felices y emocionados. Sus familiares estaban detrás de ellos, lanzando arroz al aire y aplaudiendo.

Después de vagar por las calles, admirando todo y sacando fotografías con el celular. Unas personas al vernos, nos dijeron que deberíamos ir al museo y conocerlo, que seguro nos gustará.

Nos dieron indicaciones y por suerte, pronto llegamos a él. Pasamos un par de horas recorriendo todo el lugar, hasta que finalmente optamos por salir y conseguir algo de comer.

Entramos a una fonda llena de comensales y rápidamente nos atendieron. La mesera tomó nuestra orden entusiasmada. Irradia energía. Le pedí enchiladas y Neal optó por mole con arroz, aunque no sabe lo que es.

Y se notó más cuando después de un rato, trajeron nuestros platos y él miró el suyo con curiosidad.

―Está rico, Abby lo preparaba muy seguido ―Comenté, tomando mi tenedor para comenzar a comer―. No te fijes en la presentación, te aseguro que cuando lo pruebes, lo amarás.

Miró de su plato a mí.

―Tiene pollo, así que todo va bien ―Sus palabras me hicieron reír un poco. Después tomó su propio tenedor y comenzó tomando un poco de comida, se lo llevó a la boca y comenzó a comer. Puedo adivinar por su expresión, que sí le gustó.

―¿Qué tal?

―Tienes razón, esto está delicioso ―Contestó una vez que tragó.

Sonreí y asentí, antes de comenzar a comer para disminuir mi hambre.

En algún momento de nuestra comida, cuando estábamos cerca de terminar ―O bueno, cuando yo estaba cerca ya que soy muy lenta y él acabó antes―, un señor sosteniendo ramos de girasoles hermosos, se acercó a nuestra mesa.

Unas flores para la güerita ―Ofreció, hablándonos en español. Por suerte este es un idioma que sí logro entender―. Baratas y recién cortadas, mi gringo.

Neal asintió, sacando efectivo para pagar uno de los arreglos.

Muchas gracias, patrón. Que Dios me los bendiga ―Agradeció el señor.

Gracias a usted, buen día ―Le regresó el pelinegro.

El hombre se retiró, pasando por las otras mesas para seguir vendiendo sus girasoles con las demás personas.

Neal me tendió el ramo.

―Para ti, güerita.

Lo tomé, sonriendo de manera boba.

―Muchas gracias, gringo.

Él rió levemente.

―Así le dicen a los estadounidenses, ¿no? ―Preguntó.

―Sí, pero tal vez como no hablaste tanto, no notó que tu acento no es estadounidense, sino británico ―Me encogí de hombros.

Frunció los labios un poco.

Una vez que yo terminé de comer y que pagó la cuenta, entonces salimos para ir al auto y ver qué más podemos ir a conocer. Abrió la puerta del copiloto para que yo subiera y después de que lo hice, fue de su lado para entrar.

Apenas terminó de colocarse el cinturón de seguridad, cuando su celular comenzó a sonar, ni siquiera alcanzó a encender el coche.

―Si es Causer, me tiro del puente al que fuimos hace un rato ―Resopló.

Negué, un tanto divertida.

―Contesta, debe ser importante.

Suspiró, tomando su teléfono. Le frunció el ceño a la pantalla unos segundos, antes de contestar y llevarse el celular al oído.

―¿Nate? ―Es su hermano―. Hola, ¿qué pasa?

Escuchó atentamente.

―¿Por qué suenas tan serio? ¿Te pasó algo? ―Unos segundos más en silencio―. ¿Entonces?

Acerqué mi nariz a las flores para olfatearlas y así intentar poner mi atención en otra cosa que no sea su conversación.

―Solo dime ―El tono de su voz, me hizo enfocarlo. Y lo hice justo en el momento, en el que su semblante cambió a uno que no supe interpretar, tal vez a causa de lo que sea que le dijo su hermano―. Oh...

¿Qué ocurre?

Guardó silencio unos segundos, tal vez Nate estaba hablando ahora.

―No, todo bien ―Murmuró―. Te llamaré despué...de verdad, solo...hablamos después.

Colgó rápido, sin esperar una respuesta más.

Lo noté liberar el aire contenido mientras bajaba el celular.

No dijo nada, solo se quedó quieto. Ni siquiera parpadeó.

―¿Neal? ―Lo llamé, sintiéndome un poco insegura.

Tragó saliva.

―James se suicidó.

Hundí las cejas.

Lo ha mencionado un par de veces, pero aún no sé quién es.

―¿James? ―Formulé, sin apartar los ojos de él―. ¿Quién es James?

Y volvió a tomar una respiración profunda, aún con la vista perdida en la nada.

―Fue mi amigo ―Farfulló―. Él...él asesinó a mi hermana.

*
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*
*
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N/A.

Holaaa, aquí tienen el capítulo♡
Espero que les guste♡

Nos vemos en el capítulo 40.😎

Besooos♡♡

Pd. Por favor, deséenme suerte porque estoy en la última semana del semestre y tengo mil trabajos que entregar:(

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