Desmoronamiento

By LucyDrag_neelFT

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Hinata Shouyou sufre, tiene miedo y no puede hacer nada para remediarlo. Lo único que puede hacer es que Kage... More

Por tu bien
Gritos de pánico
Secretos y Rumores
Complicaciones
Calidez
Pesadillas y fantasías
Mentirosos y mentiras
Amigo
Confianza
Venganza
Más que amor
Sonrisa
Decay
Comprender
Batalla
Inicio 1ª parte
Inicio 2ª parte
Cuenta atrás
Los delicados comienzos de un nuevo final
Diez minutos
EPÍLOGO

Confusión

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By LucyDrag_neelFT

-Está bien –lo miró fijamente a los ojos –Pero dime el por qué.

-Que estés castigado sin actividades del club no significa que no puedas entrenar fuera del equipo –se ajustó bien la bolsa de deporte en el hombro antes de dar unos pasos hacia su atacante.

-¿Y piensas perderte el entrenamiento solo por mí? –Kageyama asintió, agarrándole del brazo y atrayéndole hacia él mientras miraba que no había nadie en el pasillo -¿Kageyama?

Kageyama no dijo nada. Solamente empezó a tirar de él, alejándose de aquella zona lo más rápido posible sin dar la oportunidad a Hinata de entender la situación. El agarre del colocador era fuerte y esto preocupaba al menor. En alguna ocasión intentó soltarse, pero la fuerza del otro chico era mucho mayor. 

Pasaron por los pasillos casi corriendo como si huyeran de algo o de alguien, esa situación comenzó a inquietar y molestar al central, no solo por el hecho de que Kageyama le estuviera llevando sin control por los pasillos, si no también por la sensación agria de su estómago. Esa mañana Kai le dijo que se divertirían ahora que no puede participar en las actividades del club;

¿Y si Kai se toma esto como un acto de huida? 

Pensaba para sí mismo. 

A saber lo que es capaz de hacerme. 

Tragó saliva mientras un sudor frío empezó a cubrir su cuerpo.

No quiero que me haga eso de nuevo 

Los ojos de Hinata se abrieron como platos y ahogó un grito al recordar. Tenía mucho miedo de volver a pasar por eso, no quería. Se encontraban ya fuera del instituto, detrás del gimnasio concretamente. Kageyama se detuvo en seco al oír tal grito de pánico de su compañero, tragó saliva y con indecisión miró hacia atrás para encontrar a un Shouyou derrumbado en el suelo con las manos a ambos lados de su cabeza. Esa visión horrorizó a Kageyama, sabía que Hinata no estaba bien, que algo estaba ocurriendo, pero eso era demasiado, rápidamente se acercó al otro chico poniéndose de cuclillas a su lado.

-¡Hinata! ¡Oye!  -le agarró de los hombros para levantar su torso y poder verle la cara. La visión escandalizó al más alto, la fuerza con la que sujetaba los hombros de Hinata disminuyó al ver esos grandes ojos color caramelo convertidos en unos opacos sacos de lágrimas que parecía que no miraban hacia la realidad -¿¡Qué te ocurre!?

Hinata fue esta vez el que no respondió. Kageyama volvió a zarandearlo suavemente para sacarlo de su trance, en cambio, el cuerpo del menor cayó pesadamente sobre el otro muchacho, preocupándolo aún más. El colocador intuyó que las palabras no iban a servir, así que arrimó al pequeño contra su pecho, acariciando lentamente su pelo, intentando calmarlo.

-No me hagas daño, por favor... -Tobio levantó la vista – ...no me hagas daño, por favor...

-Nadie te va a hacer daño, idiota –le separó despacio, mirándolo a esos opacos ojos cubiertos de lágrimas –yo estoy aquí para impedirlo, recuerda.

Hinata lo miró fijamente, el brillo volvía a sus ojos cuanto más miraba al otro chico. Se quedó hipnotizado, observándolo como si nada más existiera en este mundo. Kageyama hacia lo mismo, no podía dejar de mirar aquellas sonrojadas mejillas cubiertas de débiles lágrimas ni aquellos ojos vueltos a la vida ni tampoco a su menuda y sonrosadita nariz.

"Pero a veces la fuerza de una sola persona no basta para superar algunas adversidades, recuérdalo"

Esa frase resonó en la mente de Hinata. Ya estaba harto de todo ese sufrimiento que solo le consumía en soledad, necesitaba a alguien que le ayudase. Alguien que suprimiera ese dolor, nunca se había percatado de ello pero esa persona siempre estuvo a su lado.

-Kageyama... -las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas –ayúdame... –su voz era suave y débil, casi inaudible. Pero esa pequeña voz sonó con fuerza en la cabeza de Kageyama, sentía que tenía que ayudarle como fuera, no podía dejar esto así, no quería volver a ver ese rostro de pánico de nuevo. Alzó sus brazos colocándolos alrededor del otro chico, fundiéndose en un brazo.

Kageyama rodeó al otro chico con fuerza, acomodándolo contra su pecho mientras acariciaba suavemente su desordenado cabello, dejando que el pequeño siguiera sollozando en sus brazos sin que temiera nada.

-Siento interrumpir el momento romántico, te estaba buscando Shou-chan –dijo soltando una risilla mientras se acercaba a la escena.

El colocador se separó lentamente de Hinata, poniéndose de pie para encarar al muchacho que tenía delante. Tenía los puños fuertemente apretados y una fea mirada gobernaba en su rostro. Estaba furioso, muy furioso. Aunque Hinata dijera lo contrario ese chico era la causa de todo, debía detenerlo como fuera y proteger a su central.

-¿¡A qué has venido!? –dio un paso hacia Kai.

-Vengo a por algo que me pertenece –dijo señalando a Hinata quien aún no se había dado cuenta de la presencia del albino. Kai pasó por delante de Kageyama rápidamente, sin importarle lo más mínimo su presencia en el momento –Venga Shou-chan, es hora de ir a divertirse un rato.

Los sentidos del pelirrojo vibraron al sentir la presencia de Kai. Miró hacia arriba encontrándose, efectivamente, con el albino que le miraba atentamente, mientras un furioso Kageyama se acercaba peligrosamente hacia él con los puños apretados. Hinata dirigió su mirada hacia el moreno, le conocía lo suficiente como para adivinar sus intenciones, no podía permitirle que lo hiciera, no en ese momento. Se levantó ágilmente del suelo interponiéndose entre el puño y Kai. Ambos muchachos se quedaron expectantes ante aquello. El cuerpo de Hinata se movió por instinto, si a ese chico le pasaba algo, sin duda, todo sería peor...

A pesar de haber pedido ayuda a Kageyama... ¿Nada cambiaría? Al parecer sí, igual ya era demasiado tarde. El cuerpo de Hinata cayó al suelo por el fuerte golpe, quedando tendido en el suelo sin moverse, Kai miró de reojo hacia abajo para luego volver su mirada de nuevo al frente, soltando un suspiro de alivio. El pelirrojo empezó a sangra por la nariz y el golpe empezó a volverse más rojo por cada segundo que pasaba. Kageyama congelado en su sitio miraba su puño y al chico al que había derribado.

-¡HINATAA! –Aterrorizado fue hacia él, incorporándolo con cuidado mientras tocaba la mejilla donde lo había golpeado sin querer -¿¡CÓMO SE TE OCURRE HACER ESO, IDIOTA!?

-No sabría decir quién es aquí el más idiota de los dos –dijo Kai, riéndose de la situación. El colocador se volvió hacia él, poniendo su mano en forma de puño de nuevo para golpearlo –Aunque puede que tú solo seas un mente simple.

Kai capturó el puño de Kageyama aprentándolo con fuerza a la vez que el otro chico seguía haciendo fuerza hacia él. Estaban frente a frente mirándose a los ojos. La tensión del ambiente aumentó.

-¿¡Es que no te importa lo más mínimo Hinata!? –Kai retorció con una llave de judo la mano de Kageyama, colocándola en su espalda e inmovilizándolo completamente.

-Yo no le dije que se pusiera en medio, ¿le debo dar las gracias o algo así? –tiró del brazo que estaba sujetando de Kageyama, provocando así que gritara del dolor.

Posiblemente si seguía así acabaría dislocándole el hombro o rompiéndole el brazo.

–Si quieres hacemos un trato, dejas de meterte en asuntos donde no te llaman, yo no te parto el brazo, puedes seguir jugando a tu querido voleibol y a cambio dejas que ahora me lleve a Shou. La otra opción sería que yo te rompiera el brazo ahora mismo y me llevara igualmente a Shou, tú decides.

El moreno chasqueó la lengua ante aquel callejón sin salida. En un intento desesperado, con su brazo libre intentó golpear el estómago del albino con el codo. Al otro chico no le dio tiempo a reaccionar y el ataque dio en su objetivo, como respuesta, Kai en un hábil movimiento, golpeó las piernas de Kageyama, haciendo que éste cayera al suelo, golpeándose la cabeza y quedando algo aturdido.

-Al final va a ser la opción uno. Bien por ti –recogió al inmóvil Hinata del suelo, cargándolo en brazos. Kageyama se levantó a duras penas del suelo, apoyándose sobre una rodilla –Oh, es cierto, el regalo de despedida.

Kai cogió a Hinata por la mandíbula, besándolo intensamente delante del colocador; las palabras no pudieron salir de la boca de Kageyama ante esa escena. Veía como el cuerpo de Hinata temblaba y su rostro se iba arrugando en un gesto de miedo y asco, sentía que el corazón se le había parado y que sus sentidos dejaron de funcionar, Kai le ofreció una soberbia mirada  para luego empezar a alejarse del lugar con el pelirrojo en brazos.

-¡¡MIERDAA!! –gritó, agachándose contra el suelo y  golpeándolo con el puño lleno de rabia. Esa rabia perduró hasta que sus nudillos empezaron a sangrar.

* * *

Kai y Hinata acabaron llegando al río, a esas horas no había nadie así que el albino decidió quedarse allí por el momento. Era un lugar tranquilo, un pequeño bosque separaba Karasuno del  río por lo que la serenidad que se respiraba era mayor. No era un río muy ancho, estaba rodeado de una verde hierba, y una pequeña cuesta hacia que pareciese incrustado en la tierra. Dejó a Hinata en la húmeda hierba con cuidado de que no se resbalara y a continuación el hizo lo mismo. El suave sonido del río calmaba la tensión de hace un momento, Kai inspiró y espiró profundamente un par de veces antes de volverse hacia Hinata para examinarlo con la mirada.

-Lo siento –sacó un pequeño pañuelo de su bolsillo limpiando la sangre de su nariz y algunos rastros de lágrimas que aún permanecían en su rostro –. Pero debo hacerlo.

Hinata despertó a los pocos segundos, su cabeza daba vueltas y su cuerpo le dolía intensamente, el pelirrojo estaba muy confuso, desde que recordó aquellas traumáticas escenas, su mente estaba llena de lagunas e información desordenada. 

Sus ojos tardaron unos minutos  en reconocer el espacio donde se encontraba.

-Umm... Kageyama ¿qué ha pasado? –Kai se puso delante de él, acorralándolo contra la hierba.

-Kageyama ha tenido que ocuparse de unos asuntos, estás conmigo, Kai –Se señaló a sí mismo, sonriendo a la vez que se apartaba de nuevo para tumbarse en la hierba. 

Hinata comenzó a temblar intentando alejarse de él, pero su cuerpo no le respondía correctamente, el miedo se había apoderado de él y su mente paralizaba sus músculos

–Tranquilo no te haré nada, al menos en los próximos cinco minutos –Kai se tumbó de lado, apoyándose con el codo mientras que con la otra mano acariciaba la mejilla hinchada del pequeño.

Hinata probó a apoyarse sobre sus codos pero el plano inclinado de la tierra y la humedad de la hierba hizo que su cuerpo resbalara hacia abajo, Kai rápidamente lo agarró de la mano para que no llegara hasta abajo, la hierba también perjudicó al albino resbalándose de su sitio por una mala pisada, ambos rodaron un par de metros hasta que  para su suerte se detuvieron.

-¡Suéltame! –dio un tirón brusco a su mano para soltarla de la del otro chico.

-Venga, venga, sabes que conmigo hacerte el fuerte no te sirve de nada, además –se colocó encima de él, poniendo ambos brazos al lado de su cabeza y una pierna en medio de las del pelirrojo, forzando a abrirlas –Tu novio quería pelea y perdió patéticamente ¿lo sabias? –los ojos de Hinata perdieron su brillo de nuevo.

-Kageyama... ¿perdió? –Kai asintió acercándose más a la cara del central hasta darle un intenso beso.

El cuerpo de Hinata era un muñeco de trapo y Kai provechó aquello para quitarle la chaqueta y la sudadera color crema que llevaba siempre debajo, le despojó de ambas prendas rápidamente, haciendo lo mismo también con la camiseta de manga corta que llevaba debajo. El albino volvió a su rostro; besándole la boca y lamiendo sus labios con un beso más intenso que el otro. 

Con sus manos desabrochó el cinturón del pantalón del pequeño, metiendo sus manos por dentro de la ropa interior del pelirrojo. Hinata impasible, se removió en su sitio intentando liberar sus labios, Kai como respuesta empezó un leve masaje sobre su zona sensible, haciendo que soltara algunos gemidos que fueron insonorizados con la boca del más alto. Hinata gemía en su boca mientras los movimientos se volvían mas rápidos, el sube y baja era cada vez más intenso y con mayor rapidez, Fushimita se separó de la boca del menor para escuchar sus sonidos de placer con regocijo. Bajó un poco el ritmo para que el pequeño no viniera muy rápido. La diversión aún no había empezado.

-P-para ahh... -suplicó Hinata.

-Si ahora viene lo mejor –dio la vuelta a Shouyou, poniéndolo boca abajo. El pulso del central se aceleró, comenzando a removerse ante el pánico –No, no, no, no te puedes librar.

Kai le bajó los pantalones, sin llegar a quitárselos, mientras con una mano separaba el bóxer de su piel para introducir sus dedos en el pequeño. Hinata seguía resistiéndose en su sitio todo lo que podía para evitar eso de nuevo, una vez bastó para traumatizarle y no quería que fuesen dos.

-Noo ¡¡Para!! ¡¡NGHH!! –gritó pero su boca fue tapada por la mano de Kai a la vez que los dedos entraron en él.

* * *

Kageyama había conseguido levantarse a duras penas después de unos minutos de la pelea, por suerte fue encontrado por Suga y Nishinoya quienes iban a rellenar las botellas de agua en la fuente que había detrás del gimnasio. Al encontrar al moreno de ese modo ambos se asustaron y lo llevaron rápidamente al vestuario donde Kiyoko y Yachi, con cuidado, curaron sus heridas. Intentó explicar de la forma más adornada posible lo que había sucedido con él y Hinata. Todos se quedaron paralizados ante esas declaraciones, incluso Tsukishima quedó impactado y en blanco. Al equipo aun le costaba creer que su pequeño central había sido castigado una semana sin realizar actividades del club y esto confundió aún más sus cabezas.

Se dirigió con el resto del equipo hacia la salida para despedirse de ellos antes de salir en busca de Hinata, no le había contado a los del equipo que Kai se había llevado a Hinata, así que esa era la oportunidad perfecta para hacerlo y si de algo estaba seguro, era de que no pararía hasta encontrarlo, no podía fallarle dos veces después de todo lo que le prometió.

Cuando se despidió del equipo, dio la vuelta sobre sus pasos para volver a Karasuno, al llegar se fijó si la bici de Hinata aún se encontraba allí, al ver que sí, a pesar de no ser lo más sensato ni lo más seguro, cogió su teléfono, marcando rápidamente el número del pelirrojo. Al ver que no dada señal, corrió hacia el lugar donde Kai se fue con Hinata, sin parar de telefonear al pequeño y poder oír, al menos, la melodía de su móvil.

Traspasó el pequeño bosque que separaba Karasuno del río, parándose un momento para respirar antes de volver a llamar al teléfono del chico, para su suerte la melodía sonaba débilmente por lo que corrió a la máxima velocidad que pudo, hacia el lugar de origen. Saltó el arcén que limitaba el bosque y la carretera para bajar por la pequeña cuesta de hierba que daba al río, la melodía cada vez era más fuerte y bajó con cuidado por la hierba, evitando resbalarse.

El móvil de Kageyama cayó al suelo al ver aquella escena, sus manos empezaron a temblar al encontrar aquel panorama en frente de él, sabía que algunas personas podían ser crueles, pero no a ese nivel. 

Hinata estaba inconsciente, tendido boca abajo en la hierba. Su ropa superior se encontraba desperdigada alrededor de él, mientras que unos arrebujados bóxer cubrían aún sus zonas intimas, tenía los pantalones casi por los tobillos y el aspecto de su cuerpo no mejoraba mucho la situación. Había visto muchas veces el torso de Hinata mientras se cambiaban, pero nunca lo había visto con aquellas marcas, tenía la espalda cubierta de hematomas morados y rojos, junto con algunos rasguños. 

Se lanzó hacia donde se encontraba, tapándole y guardándole al menos la dignidad que le quedaba. Tocó aquellos hematomas con cuidado notando que algunos tenían relieve, es decir, eran recientes. No se atrevía a darle la vuelta, ya había visto muchas expresiones de Hinata pero estaba seguro de que esa no iba a ser igual, y posiblemente, no lo podría soportar. Giró su cuerpo lentamente, mirando primero a su torso que se encontraba en igual o peor estado que su espalda, bajó a sus piernas, también golpeadas, y volvió a dirigir su mirada al torso, subiendo hasta su cuello para ver las marcas de chupetones en él y finalmente, mirar su rostro.

-Hinata... -Unas débiles lágrimas cayeron en el rostro de Kageyama. 

La mejilla donde le golpeó aún seguía roja y algo hinchada, sus párpados y mejillas estaban aún húmedos y un pequeño hilo de saliva sobresalía de la comisura de los labios de Hinata. La expresión del chico en ese momento era indescriptible, solo se podía definir como pánico. Nunca le había visto en ese estado, ni quería volver a hacerlo. Se sentía inútil y derrotado, nunca hubiera imaginado que el sufrimiento que el pequeño contenía en su interior era tan grande.

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