Hasta que dejemos de ser Idio...

By OnaSpell

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«Noel, lamento decirte que un buen cerebro vale más que un buen culo». Cuando Noel Martín (un idiota en toda... More

©
EN FÍSICO ❤️‍🩹
Dedicatoria
ᴘᴇʀꜱᴏɴᴀᴊᴇꜱ
Prólogo
1. El arte infravalorado
2. Las tres reglas de Noel
3. Hei-Hei, unas bragas mordidas y un pastel de fragarias
4. El pastel de fragarias
5. Cómo perder la dignidad
6. Un auténtico dolor de cabeza
7. Atrapados sin querer
8. El karma no existe, ¿verdad?
9. Sueña, pero no te duermas
10. No hagas de hoy una noche normal
11. La última oportunidad
12. Dos pares muy dispares
13. Las estrellas fugaces también piden deseos
14. Queda mucho por sentir
15. Dejar ir para encontrar
16. Dos extraños a punto de colisionar
17. Un éxito catastrófico
18. Si el amor aprieta, no es de tu talla
19. A la muerte emborráchala
20. Si juegas con fuego, terminas en cenizas
21. Que el miedo no te impida seguir soñando
22. Si el amor está en el aire... ¡No respires! (1/2)
22. Si el amor está en el aire... ¡No respires! (2/2)
24. Huye de las personas que apagan tu sonrisa
25. Tiempo de florecer
26. Los ojos besan antes que la boca (1/2)
26. Los ojos besan antes que la boca (2/2)
27. Quién tiene magia, no necesita trucos
28. A veces hay que dejar ir, para poder ser
29. Y es contigo cuando brillo más
30. Busca lo que encienda tu alma
31. Firmarte con un beso
32. Las cicatrices al aire libre se curan mejor (1)
32. Las cicatrices al aire libre se curan mejor (2)
33. Sé la mejor versión de ti mismo
34. Perderse duele una vida
35. Hablemos de los cristales rotos...
36. Eras, eres y serás siempre tu
37. No existen últimas veces... Solo penúltimas
38. Hasta siempre, Lena
Epílogo
Guía para dejar de ser idiota

23. Más voz, menos eco

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By OnaSpell

Tap-tap-tap.

Repiqueteaba nervioso con el bolígrafo.

— ¡Sht! — se quejaron.

Tap-tap-tap.

— Tío, ¿puedes hacer el favor de parar de dar golpes con el puto bolígrafo? Lo próximo es que te lo clave en el ojo — gruñó Arón.

Arón y Sergio, dos compañeros de clase y jugadores de básquet, se habían unido a Cristian y a mí para estudiar juntos. Era otra vez lunes, menos mal que el día siguiente a la de pasado mañana ya era la víspera del viernes. Estábamos en la biblioteca del Instituto, un espacio que olía a cerrado y del que estaba más frecuentado por bichos que libros polvorientos.

— A ver, Cristian. Pregunta para ti. Tema cuatro, historia contemporánea — exclamó Sergio. Nos ganamos una mirada de odio de otros alumnos que también estaban allí. — Dime una colonia española del siglo XX.

Cristian se quedó en blanco. En la hora siguiente teníamos examen de Historia. Lo llevábamos terriblemente mal.

— La de Invictus de Paco Rabanne, o Nenuco — interrumpió Arón.

— Mira que eres subnormal — contestó Sergio pegando una colleja a la nuca calva de Arón. — Si es que las neuronas se te resbalaron cuando te pelaste este cabezón.

Cogí el móvil e, inconscientemente, volví a mirar el mensaje que le había enviado a Lena el jueves pasado. Había cogido su número de móvil del grupo de clase que habían creado hacía años. Desesperado, había enviado ese mensaje sin pensar, sin tener en cuenta que ella tal vez me respondería y yo me sentiría gilipollas.

Rectifico. Era gilipollas. Si es que el sentido común es como el desodorante, la gente que más lo necesita nunca lo usa.

¿Qué esperaba? ¿Qué leyera mi mente desordenada? Lena podía ser una lunática que remaba en sentido contrario que la sociedad, pero tenía claro que vidente o bruja aún no lo era.

Lo releí todo.

"¿Y ahora qué?".

"¿Ahora qué de qué? Especifica", me había contestado.

La había dejado en visto.

Confieso que maté algunos sentimientos en ese momento; fue en defensa propia. Aún recordaba el momento en que vi como Alek la sujetaba de los hombros, preocupándose por ella y reclamándola. Como ella le sonreía, de vuelta, siendo tan trasparente y única. Yo solo quise darle una ostia a Alek, alejarlo de ella. De mí. Quería dejar de sentirme reemplazado por algo que jamás fue.

Y odiaba la sensación. La sensación de un corazón resquebrajándose.

Estaba jodido.

— Noel, te toca a ti. Explica que significa la afirmación "todos somos iguales" y qué motivos tuvo el liberalismo para formularla — me preguntó Sergio.

Alcé una ceja.

— Creo que yo pondré alguna frase cursi de Pinterest — añadió Arón. No se callaba ni bajo el agua.

— Cállate la boca, le toca a Noel.

— Él no te contestará, ¿no ves que está en las arañas? — dijo Arón.

— Se llama musarañas, listo. Qué eres muy listo — me defendió Cristian.

— Debe estar enamorado de la rarita. La pelo zanahoria — propuso Sergio.

Le lancé una mirada helada. ¿De la rarita?

— ¿Qué has dicho? — murmuré enfadado.

— Lo que has oído — contestó él, moviendo los hombros arriba y abajo, como si la conversación no fuera con él.

— Últimamente se rumorea que os habláis mucho, hasta Jolene lo dice — añadió Arón.

Alcé las cejas. Oh, no. Yo no me iba a enamorar de nadie, ya era complicado hacerlo de mi mismo. ¿No dicen que el amor siempre está en la vuelta de la esquina? Pues yo prefería vivir en una rotonda; sin puntas; sin muros que derribar.

— Buenos días Noel, ¿cómo sigues de los dedos?

Abrí los ojos como dos naranjas cuando la vi detrás de mí, con los labios fruncidos. ¿Llevaba un jersey rojo con un dinosaurio, dentro de una taza, que rezaba la palabra Tea-Rex? La palabra lunática se quedaba en nada.

— ¿Cómo que de los dedos?

— Pensé que te los habías roto... Como ya no me escribes y me dejaste en visto.

— Y hablando de la reina de Roma... — murmuró Sergio con una sonrisa.

Quise tirarle los apuntes en la cabeza. Con la cantidad de libretas y hojas que estaban esparcidas por encima la mesa le podría haber roto el cráneo.

— ¿La reina de Roma? — interrogó Lena, poniendo los brazos en jarra y lanzándome una mirada que desprendía chispas. Nadie contestó, los cuatro nos quedamos mirándola. Ella observó los apuntes que había encima de la mesa. — ¿Estáis estudiando historia?

Asentimos.

— ¿Cómo lo lleváis? Supongo que ya os sabréis las Colonias Españolas del Sg. XX en Europa — agarró una silla y se sentó a mi lado. Los chicos sonrieron divertidos. — Sabíais que, en realidad, la locución "Hablando del Rey de Roma, por la puerta asoma" se debe al refrán "Hablando del ruin de Roma". Se refería a personas mezquinas que aparecían por sorpresa, para husmear. En fin, ahora se dice rey.

Si mi cerebro tenía alguna oportunidad de contener neuronas se habían suicidado todas después de ese discurso.

— ¿Qué quieres? — susurré enfadado cuando Sergio, Arón y Cristian se pusieron a hablar entre ellos.

— Eso quiero saber yo. ¿De qué iba ese WhatsApp tan misterioso? ¿Te has convertido en poeta? ¿Eres descendiente de Antonio Machado y no me lo has dicho?

— ¿Y qué si lo fuera?

— Pareces un fatuo.

— Habla cristiano, por Dios — exclamé en voz baja.

— Qué estás lleno de soberbia. Ridículo — su rodilla le dio un golpe a la mía.

— Bicho raro — me defendí.

— Malmirado.

— ¿Qué pasa entre vosotros? — di un salto en la silla. Cristian nos observaba y sus ojos destilaban preocupación.

— Nada. — gritamos Lena y yo. Nos ganamos un reproche del bibliotecario, quién nos observó por encima de las gafas de pasta.

Cristian arrugó la nariz, se levantó, se despidió y se fue. Fue un momento extraño. Lena, en contra de mi voluntad, se quedó un buen rato, contándoles a Arón y Sergio el temario de historia. Sonreí cuando vi la cara de preocupación de los dos chicos al ver que más del 80% de lo que se había explicado en clase lo habíamos olvidado. Todos, menos ella. En fin. Los entendía, Lena era mucha Lena.

El timbre sonó y me levanté como un muelle. Tenía dos opciones: darle una respuesta a Lena o huir. Obviamente, no iba a ser valiente. Huir era la mejor opción. En mi vida había tenido tantas ganas de ir a un examen, todo fuera para alejarme de ella.

Entré corriendo por la puerta. El profesor Luciano Mafteiu estaba sentando en su silla, y su perro guía estaba mordiendo un hueso a su lado. Me senté lo más lejos que pude de ella, no podía distraerme con tonterías. Luciano se levantó

— Hay un examen tipo A, y uno tipo B. Así que ni os molestéis en copiaros del compañero. Todo lo que sale lo hemos hecho en clase. ¿Alguna duda?

Victoria tuvo que levantar la mano.

— ¿El examen es fácil?

— Si has estado atenta a clase, sí. Si has estudiado a la última hora, no. Ya sabéis, estudiar es como ir al gimnasio. Hay personas que creen que por ir una hora a la semana quemarán todas las calorías de la comida basura que se comen cada día.

La clase entera rio. Luciano sabía cómo ganarse al alumnado.

El examen fue más difícil de lo que me había pensado, aún así terminé satisfecho con él. Cuando quedaban diez minutos para terminar el examen Lena se levantó y entregó su hoja. La miré de reojo. Suspiré para mis adentros. Era última hora, por lo tanto, seguro que se iría a casa y me dejaría en paz.

Una silueta alta pasó por mi lado. Mordí la punta del bolígrafo cuando me di cuenta de quién era. Alek. Y por extraño que parezca, algo me quemó por dentro; más que el Whiskey barato.

Fui el último en terminar. Entregué el examen a Luciano.

— ¿Cómo ha ido? — me preguntó.

— Creo que bien, señor Mafteiu.

— ¡Claro que sí! Si eres de los mejores alumnos que tengo.

— No exagere — sonreí.

— No exagero, Noel. Deberías comenzar a creértelo. Ser más voz, menos eco.

— Yo...

— Tu único límite es tu mente.

Hay profesores que dejan huella, que cambian vidas. Y, a pesar que siempre que decía examen sorpresa me pasara la vida por delante de mis ojos, le debía el mundo entero.

☁️ ☁️ ☁️

Salí de clase, relajado, convencido que ella no estaría. Había sido el último. Me equivocaba. ¿Nunca se daría por vencida? En el pasillo, delante de las taquillas, me cogió del jersey y con una voz inhumana por ser tan poca cosa pidió que la mirara a los ojos.

— Eres muy pesada, ¿lo sabías?

— Sólo los materiales pesan. Ah. Y tus ganas de no decirme que te pasa por esa cabeza de chorlito — frunció los labios de piñón. — ¿De qué iba ese mensaje?

— ¿Qué mensaje? — intenté hacerme el idiota, hecho que se me daba muy bien.

— ¡Noel Martín Álvarez, deja de huir! — me sujetó por la capucha de la sudadera.

Joder. Decenas de ojos se posaron sobre nosotros y no pude evitar recordar las palabras de los chicos: "debe estar enamorado de la rarita". No, no quería que nadie más me viera con ella. No quería que me juzgaran, que me señalaran con el dedo y vieran que, en realidad, era un niño asustado. Debía ser más fuerte, con menos sentimientos. Empecé a sudar frío, me mordí el labio.

De un arrebato, la cogí del brazo y me la llevé de allí.

Me entraron ganas de llorar. De gritar. De querer estar solo y, al mismo tiempo, necesitar un abrazo.

La arrastré hasta el baño de chicos de la segunda planta, sabía que a esa hora casi nadie iba allí. Ella también lo sabía. Me juzgó con los ojos. Y no se por que me dolió, si se suponía que ya me había acostumbrado a que me miraran de esa forma. Respiré hondo, intentando tranquilizar las pulsaciones que me martilleaban en el pecho.

— Lena, deja de hacer eso.

Alzó las cejas.

— ¿A qué te refieres?

— ¡De tratarme como si fueras mi amiga!

Ella abrió mucho los ojos.

— ¿Por qué te engañas tanto, Noel? — murmuró. Dio un paso hacia mí.

Joder. El corazón se me subió a la garganta. Temí que me viera por dentro. Los ojos no saben guardar secretos.

— Deberías dejar de jugar con fuego — contesté. — Vas a quemarte.

— Si no juegas con fuego, te mueres de frío.

Como lo hacía para tener siempre una respuesta.

— Lo leí en una novela de wattpad, ya sabes. Oliver es fan de esa plataforma de libros mamarrachos. Me obligó a leerla. — añadió, como si me hubiera leído la mente.

— No te entiendo... — farfullé, malhumorado.

— ¿Y qué es lo que quieres entender? — se acercó más a mí. Estaba tan cerca... Tuve que bajar la mirada para mirarla a los ojos. — ¿Qué por qué tú? ¿Qué por qué soy tan pesada? No tengo ningún reparo en decírtelo.

— Quiero saber por qué no puedes alejarte de mí. ¿Te doy pena? ¿Es eso?

Y, en realidad, quería preguntarle porque yo no era capaz de distanciarme de ella.

— Porque...

De imprevisto, me puso una mano en la boca, tapándola y me estiró en el cubículo del baño, encerrándonos dentro. Quise preguntarle que idea tan estúpida había tenido, metiéndonos a los dos en un espacio de tres metros cuadrados. Más, sabiendo que tenía algo de claustrofobia. Ese momento podía terminar terriblemente mal. Noté como su cuerpo se pegaba al mío e, inconscientemente, me mordí el labio. Su cabello anaranjado me acariciaba el mentón.

Un ruido me sobresaltó. Alguien había entrado en el baño. Ella alzó la mirada, divertida, y posó el dedo índice encima de mi boca, indicando que permaneciera en silencio. Sus labios estaban demasiado cerca de los míos. Tragué saliva. Efectivamente, aquello terminaría mal.

Los ruidos se volvieron más intensos, dándome cuenta que debían ser dos personas. Y entre golpes y pisadas, oí un sonido peculiar. ¿Gemidos? ¿Eran puto gemidos? ¿Quién iba a follar en esos baños?

Abrí mucho los ojos. Me negaba quedarme encerrado en un cubículo minúsculo mientras oía como dos tíos fornicaban como conejos. Lena me sujetó por la cintura, impidiendo que me pudiera mover.

— Pervertida — vocalicé en silencio, mientras la miraba a los ojos.

Ella negó con la cabeza.

— Prudente — añadió ella.

Un móvil comenzó a sonar, era una canción de Nathy Peluso. Me puse blanco como la leche. Esa melodía... La había oído tantas veces.

— Oliver, me están llamando, deberíamos irnos de aquí — dijo esa voz jadeante.

— No me dejes así, todo palote — se rio Oliver.

Noté como Lena se ponía la mano en la boca para no soltar ninguna exclamación de sorpresa. Tenía los ojos muy abiertos. Debíamos salir de allí, no quería que nos encontraran allí encerrados, confidentes de ese secreto.

— Te lo compensaré en la fiesta del finde — oímos como le pegaba una cachetada en el culo.

— ¡Espera! Qué llamaré a Lena, a ver si ya se ha ido a casa.

Lena fue rápida, silenció su móvil antes que empezara a vibrar y nos descubrieran.

— Mierda, no contesta. Vámonos.

Lena y yo nos quedamos solos. Sus ojos se encontraron con los míos y, al contrario de lo que había pensado, soltó una carcajada. Su risa era tan peculiar como ella, le salían gruñidos de cerdito. Era la primera vez que la veía así, tan ella a mi lado.

Me contagió la risotada y terminamos los dos, encerrados en un cubículo maloliente, con los labios a punto de chocarse, compartiendo risas y momentos tan peculiares como ella. 

🌟 Nuevo capítulo. 🌟

Este capítulo me ha costado algo más y aún no lo he podido corregir al 100%, pero no quería dejarlo para más adelante. Espero que os haya gustado. 

🔥 Podéis encontrarme en INSTAGRAM dónde subo cosas inéditas de mis novelas y memes del libro. ✨ www.instagram.com/onaspell_ ✨

🥰 Le dedico este capítulohermionezgrager12 . El próximo capítulo lo dedicaré a la primera persona que comente. (no repetiré dedicaciones para poder llegar a todos, jo) 😱

PREGUNTA COTILLA

¿Qué os ha parecido el momento Lena y Noel en el baño? Ha estado a punto. 😏😏😏

¿Noel va a pegar a Alek? La verdad, espero que no. No me gusta el Noel celoso. 😱

AY DIOS MÍO lo que han descubierto. Se veía de lejos, pero ahora ya está confirmado jsjsjs.

GRACIAS POR APOYARME EN TODAS LAS REDES SOCIALES, sois lo más. Y GRACIAS POR ESAS 30K VISITAS. 😍😍😍😍

🔥 He subido un nuevo vídeo en mi canal de YouTube. Si pasarais a darle amor os lo agradecería mil.  

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