Esta historia como cualquier otra, comienza con una joven de veinte años de edad y seis meses de embarazo sentada en una oscura bodega llena de secadores, cepillos, rizadoras y demás productos capilares propios de un salón de belleza, a su lado se ubicaba un ventilador de mesa marca Crown que solo soplaba aire caliente, en sus piernas sostenía una revista con una portada que exhibía una foto de Buda, su contenido estaba lleno de información sobre antiguas tradiciones y artes chinas para la atracción de la buena suerte, la abundancia y la fortuna.
Sobre la mesa reposaba el recipiente plástico ya vacío donde la noche anterior había empacado un no muy apetitoso almuerzo que consistía en una porción de arroz blanco, huevo frito y dos tajadas de plátano frito. No es que renegara de la comida, es solo que su mamá había fallecido hacía más de un año víctima de un cáncer de estómago y en su afán por criarla para crecer como una princesa, jamás le enseñó a cocinar.
Desde el exterior escuchó la voz de sus compañeras que se acercaban a la bodega para su turno de almuerzo, señal inequívoca de que su media hora había terminado. Con cuidado empacó el recipiente plástico y la revista en el desgastado bolso de mano que cargaba para todas partes.
Para ese momento trabajaba como manicurista en un salón de belleza, lo que ganaba allí le alcanzaba apenas para comer y pagar la renta, su situación era tan crítica que en sus seis meses de gestación, jamás asistió a ninguno de los controles prenatales reglamentarios, mientras tanto, el padre de la criatura pasaba vacaciones en las Bahamas con su esposa y sus dos hijos.
Sola, sin dinero y sin un trabajo estable Gabriela Buendía decidió seguir adelante con su embarazo, sabía que tenía todas las circunstancias en su contra y también era consciente que apelar a denuncias y reclamos hacía el padre de la criatura sería inútil, ya que ciertamente era ella quien había cometido el error de involucrarse con un hombre casado y con hijos.
Sentada en el espacio destinado para el cuidado de las uñas la esperaba una impaciente señora Charris, cuya hija se casaba al día siguiente, tomó de la mesa principal el maletín con todos sus implementos de trabajo, mientras buscaba lo necesario para empezar, le alcanzo a su clienta una revista para que revisase el modelo que quería para sus uñas.
-¿Ya pensaste en que nombre le vas a poner a la criatura? - preguntó esta ojeando la revista.
-Aún no - respondió Gabriela atándose el cabello para iniciar con su trabajo.
-Si tu madre estuviese viva se sentiría avergonzada de la procedencia de ese pobre bebe, crecerá con el estigma de ser un bastardo.
-Seguramente su hija dañando matrimonios y dejando a esos pobres niños sin un padre es ejemplo de moralidad... pensándolo bien, ella y yo estamos al mismo nivel... ella quitándole el marido a otra y yo acostándome con el marido de otra. Dígale que nos encontremos un día de estos para compartir experiencias - respondió Gabriela, lanzando el maletín con todos los esmaltes sobre las piernas de una muy conmocionada señora Charris. Ese mismo día fue despedida de su trabajo.
En la noche del 7 de diciembre del año 1992, mientras las familias se reunían en los portones de sus casas celebrando la noche de velitas y el cielo se pintaba con coloridos juegos pirotécnicos, Gabriela pujaba desesperada en la sala de partos, desde el pasillo exterior llegaba la melodía de la canción "La Casa en el Aire" del compositor Rafael Escalona, a pesar del dolor que sentía, lograba escuchar con claridad la letra de la canción.
"...Voy a hacerte una casa en el aire
Solamente pa'que vivas tú
Después le pongo un letrero muy grande
De nubes blancas que diga Ada Luz
Después le pongo un letrero muy grande
De nubes blancas que diga Ada Luz..."
-Es una niña hermosa y perfectamente sana - comentó la enfermera entregándole la niña a la feliz madre - ¿Cuál será su nombre?
- Ada Luz - respondió ella sin atisbo de duda en su voz - Ada Luz Buendía.
Para el cumpleaños número tres de la pequeña Ada y mientras empacaba sus pertenencias para mudarse a una nueva casa (una donde la renta no fuese tan costosa), Gabriela se topó nuevamente con la revista de Buda que había guardado en su bolso el día en que fue despedida de su trabajo como manicurista, llevada por la curiosidad se tomó unos minutos para ojearla mientras Ada jugaba con un oso de peluche cuyo relleno ya se empezaba a salir por una de sus patas, hizo una corta nota mental para cocerlo antes de que fuese más grave.
En una de las paginas de la revista encontró un articulo que llamo tremendamente su atención, este se titulaba:
"El Arte del Feng Shui"
El Feng Shui es un antiguo sistema filosófico que se define como el arte de armonizar el ambiente para favorecer el bienestar de un individuo. A través de este el sujeto se encuentra ante la posibilidad de tener un mayor bienestar y equilibrio en todos los aspectos de su vida, empezando por la salud física y mental, los terrenos sentimentales, la armonía, la abundancia y por supuesto en la riqueza.
En resumen se trata de una disciplina que estudia la relación entre las personas y el ambiente físico sobre un espacio y sus objetos, por lo cual todo se conecta y afecta el bienestar de una persona.
En este orden de ideas, una de las ramas del Feng Shui afirma que los polos de la tierra ejercen cierta influencia para determinar la suerte y la fortuna de cada persona de acuerdo al lugar del mundo en el cual se encuentren ubicados.
Después de múltiples averiguaciones, compra de libros y revistas especializadas en Feng Shui, meticulosas investigaciones en bibliotecas locales y complejos cálculos basados en los datos de nacimiento de la pequeña Ada, Gabriela dedujo que de acuerdo a la disposición de los polos de la tierra y sus pulsaciones, el lugar que más le convenía para vivir y donde tendría más prosperidad sería en el extremo oriente asiático, es decir, la región que comprendía el archipiélago japonés y las dos Coreas, la pregunta era ¿Cómo llegaría hasta allá teniendo en cuenta su precaria situación económica?
Pues bien, la respuesta llegó a ella casi un año después a través de un anuncio en la sección de clasificados de fin de semana, donde un ciudadano de origen asiático buscaba una empleada de servicio de medio tiempo: sus labores consistirían en encargarse de los quehaceres de la cocina y aseo del lugar, lo que más llamó la atención de Gabriela en el breve texto del clasificado fue el hecho de que el dueño del lugar daba la opción de que la empleada fuera a trabajar con sus hijos (si los tenía)
Sin pensarlo dos veces, se presentó en el lugar y fue admitida como empleada de servicio, aquello por supuesto supuso un gran alivio para ella, ya que el apartamento era pequeño, por lo cual sus labores eran sencillas, así mismo, ya no tenía que pagar guardería para Ada y lo mejor, su salario era mucho más alto de lo que cualquier persona con el mismo empleo podría aspirar.
Por su parte, el señor Kim se encontraba más que satisfecho con el trabajo de su nueva empleada y también estaba encariñado con la pequeña Ada, debido a que en cierta medida le recordaba a su hijo menor, Seokjin.
La razón por la cual el señor Kim residía de manera temporal en el país latinoamericano, se debía a que en ese momento su compañía de tecnología se encontraba en medio un proceso de expansión que eventualmente le supondría la apertura de franquicias en todo el continente americano, pero en cuánto cumplió su año de trabajo allí, Gabriela se encontraba en medio de una verdadera encrucijada, dado que sabía muy bien que no encontraría a un empleador con las características del señor Kim, era consciente de que la brecha de comunicación y cultural eran enormes, eso sin contar con la forma tan opuesta que ambos tenían de ver el mundo, pero lo cierto es que jamás se había sentido tan a gusto en un trabajo y lo mejor, jamás había sido tan bien recompensada por hacer una labor relativamente sencilla.
Después de conversar largamente con su esposa, el señor Kim decidió iniciar los trámites correspondientes para que Gabriela y su hija viajaran con él a Seúl. La propuesta consistía en que ella trabajase como interna en la casa de los Kim, a ambas se les daría techo, alimentación, educación para Ada y un sueldo lo suficientemente generoso para la manutención de ambas.
De esa manera madre e hija viajaron al país asiático para enero de 1997. Hoy en día Gabriela aún recordaba con claridad el rostro lleno de temor de su pequeña hija cuando el avión despegaba de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional El Dorado, mientras ella no paraba de repetirle que todo iría bien, su rostro agotado cuando arribaron al aeropuerto de Incheon, el frío que amenazaba con congelar sus huesos, las diminutas manos de Ada tratando de atrapar los pocos copos de nieve que caían del cielo y el paisaje que se divisaba a través de las ventanas del taxi que las llevaba rumbo a la residencia de los Kim en pleno corazón de Seúl.
Pero lo que más recordaba Gabriela de aquel caótico día, fue el brillo en los ojos de su hija cuando su mirada se posó por primera vez en la casa que se convirtió en su hogar por los próximos quince años, aún recordaba la expresión de la señora Kim cuando salió a recibirlas en la gran puerta de madera que decoraba la fachada de una casa que parecía ser sacada de película, la curiosidad del mayor de los Kim, Seokjung, mientras sostenía un balón de fútbol bajo su brazo y las pequeñas manos de Seokjin aferradas a las piernas de su madre en un intento por esconder su rostro lleno de lágrimas.
Aún podía sentir el sabor dulce del chocolate caliente que les tenía preparado y sus ganas de expresarle lo agradecida que estaba por confiar en el buen juicio de su esposo y recibirlas en su casa con las puertas abiertas, pero sus habilidades comunicativas eran tan escasas que no encontraba las palabras para decir todo lo que sentía.
Mientras todo ello ocurría y mientras el matrimonio de los Kim se ponían al día después de casi un año sin verse, Gabriela vio a su hija dejar la taza de chocolate casi entera sobre una pequeña mesa en el centro de la sala, para después acercarse al pequeño Seokjin quien trataba de armar un juego de bloques a la vez que se secaba las lágrimas, al parecer su hermano mayor le había desarmado su set anterior con el balón de fútbol con que jugaba y debido a ello ambos se habían ganado una pequeña reprimenda.
Casi sin pensarlo, la pequeña Ada sacó del bolsillo de su abrigo un pañuelo con un bordado que mostraba una casa que levitaba en la mitad de solitarias nubes y un letrero (también hecho en nubes) en donde se leían las palabras "Ada Luz Buendía" el pañuelo fue el regalo para el cumpleaños número cuatro de su hija y en su momento fue su única alternativa en una de sus tantas crisis económicas, ella misma lo había bordado y era (o por lo menos eso pensaba ella) el tesoro más preciado de la pequeña, así que le sorprendió cuando se lo entregó a Jin para que este secará sus lágrimas.
Así mismo, tomó algunas de las piezas del juego de bloques para empezarlo a armar, empoderándose completamente de la causa; con los ojos abiertos como platos el niño pasaba la vista del pañuelo al rostro de su compañera quien seguía demasiado empeñada en encontrarle forma al castillo de bloques, después de algo más de dos minutos el pequeño Jin se puso en pie, corrió hacía los brazos de su madre y le dijo algo al oído que la hizo sonreír al instante. Casi quince años después Gabriela se enteró que aquello que Jin le dijo a su madre para hacerla sonreír de esa manera fue:
-Mamá... ¿Acaso ella es un ángel? ¿Uno de verdad... verdad?
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Sentada sobre el alféizar del ventanal que adornaba su esplendorosa oficina, Ada Luz Buendía observaba la brillante joya color rosa pálido celosamente puesta sobre la superficie del anillo de oro blanco que rodeaba el dedo anular de su mano izquierda. Según las meticulosas averiguaciones de Myeong, su socia y mejor amiga, el anillo tenía un valor aproximado de 50.000 dólares, por supuesto la sorpresa de Ada fue enorme, pero ¿Acaso no era eso con lo que siempre había soñado desde que era niña? El príncipe azul que no escatima en gastos cuando de sorprender a su novia se trata.
Superado el escándalo por el precio del anillo (escándalo producto de la falsa modestia) Ada estaba feliz de decir que finalmente su vida andaba sobre ruedas. Para consagrarse como fundadora y diseñadora principal de una de las casas de moda más cotizadas en Corea del Sur, además de una de las mujeres extranjeras más exitosas en el dragón asiático, tuvo que sortear toda clase de dificultades que eventualmente le permitieron abrirse camino en una de las industrias más difíciles y competitivas del mundo.
Claro, no dejaba de sentirse orgullosa de sus éxitos y de la suerte con la que toda su vida había contado, pero de lejos el mayor de sus logros consistía en haber conocido a Choi Minho hacía más de tres años en el que ella consideraba "el día con más suerte de su vida" le llamaba así, porque aquel fue el día en que su empresa creció como marca a raíz del cierre de una licitación con una importante compañía de entretenimiento. Aún recordaba con perfecta caridad aquel primer encuentro, lo guapo que se veía con su smoking negro, su sonrisa, los dientes blancos que parecían iluminar todo el lugar, su elegante estilo de cabello, su piel torneada y perfecta y por supuesto esos ojos que aún lograban arrancarle suspiros día tras día.
Podría describir sus tres años de relación como dignos de una comedia romántica o en el mejor de los casos como dignos de uno de los K dramas de dieciséis capítulos que tanto le gustaba ver. A pesar de que ambos eran polos opuestos en prácticamente todos los aspectos en los que dos personas podían ser polos opuestos, la pareja había demostrado tener una química excepcional desde el principio, él como uno de los abogados penalistas menor de treinta años más brillantes del país, había tenido el honor de representar con éxito varios de los casos más renombrados en la prensa nacional, a raíz de ello fue reclutado por una de las firmas de abogados más importantes de la ciudad con un envidiable sueldo que incluía la cantidad de ceros suficientes para llevar una vida llena de lujos y comodidades.
Pero aquello era lo que menos le importaba a Ada, ciertamente su sueldo también era lo suficientemente bueno para darse una buena vida, en realidad lo que más le atraía de su novio y ahora futuro esposo, era la manera ejemplar en la cual se desempeñaba tanto en su trabajo como en su vida diaria. Con cada día que pasaba se convencía que había elegido bien a su compañero de vida.
La mayor de las crisis en su relación la enfrentaron cuando los padres de Minho se rehusaron a aceptar a Ada como futura nuera. Al ser el mayor de dos hermanos, las tradiciones dictaban que su deber sería casarse con una mujer también coreana, sin embargo Minho amenazo con renunciar a su herencia si sus padres no le permitían casarse con "el amor de su vida" por lo cual al señor y a la señora Choi no les quedó más remedio que desechar las tradiciones y aceptar la unión de la joven pareja.
En cuánto a la propuesta de matrimonio, está también fue digna de uno de sus K dramas favoritos. Para ese momento Ada veía "What's Wrong With Secretary Kim". En uno de los capítulos de la afamada serie protagonizada por Park Seojoon y Park Minyoung, el egocéntrico señor Lee ordena cerrar un parque de diversiones para llevar a su secretaria Kim Mi So a su primera cita; pues bien, cuando Minho se enteró de aquello, decidió hablar con uno de sus clientes, quien entre otras cosas resultó ser uno de los socios fundadores del parque, después de pagarle una gruesa cantidad de dinero el parque quedó disponible para la feliz pareja y esa noche a la luz de coloridos juegos pirotécnicos Choi Minho le propuso matrimonio a su novia de tres años, Ada Luz Buendía.
Mientras pensaba en todo ello, su secretario Do Yoon entró a la oficina con varios papeles y la agenda con su itinerario, rápidamente le resumió sus compromisos, citas y obligaciones del día, como siempre su agenda estaba ocupada, pero aquello, consideraba ella, era sinónimo de éxito y prosperidad. Después de todo su madre tenía razón con toda esa cháchara del Feng Shui que tanto tuvo que escuchar.
En cuánto Do Yoon se retiró, decidió revisar su correspondencia, como siempre habían invitaciones a eventos, pasarelas, reuniones, el informe de los puntos de venta y la lista de proveedores y materiales para la próxima colección, cuando terminó con los papeles "importantes" revisó el sobre dedicado a la prensa.
En el sobre de prensa Do Yoon incluía las revistas, artículos y periódicos donde se mostraban imágenes o se hacía referencia a algunos de los productos de Ada's Wonder, encontró un artículo donde se mencionaba el éxito en sus puntos de venta, la calidad de sus productos y la originalidad de sus diseños, unas cuántas fotos en revistas de sus más recientes piezas y cuando creyó que había terminado con el sobre, notó que aún quedaba una revista, con cuidado la sacó y de manera instantánea una sonrisa se dibujó en su rostro.
-Ahora estás en GQ... mira lo lejos que has volado mi aviador...
En ese instante su teléfono empezó a sonar, sobre la pantalla se leyó el nombre de "Minho ❤️" con cuidado apartó la revista cuya portada mostraba los rostros serios de siete jóvenes a quienes toda la nación reconocía muy bien, junto a la foto resaltaba el texto:
"BTS World Domination"
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¡Hola a todos!
Como se habrán dado cuenta, Andrea volvió con toda aprovechando la celebración del cumpleaños de nuestro hermoso príncipe azul.
Esta historia la empecé a escribir hace cerca de un mes. Tenia la idea rondándome en la cabeza desde hace mucho tiempo y decidí darle forma. Espero de corazón que les guste y la disfruten mucho. Como sucede siempre conmigo las actualizaciones serán un poco lentas además de que recién empecé un nuevo trabajo (uno que en verdad me gusta) pero que me va a quitar mucho tiempo 😓
Para ti: El príncipe azul que pensé que solo existía en sueños, quiero desearte el cumpleaños mas hermoso de todos. Que tu vida este llena de mucha paz, luz y felicidad y que tu existencia siga iluminando nuestros caminos por toda una eternidad.