Amelie Moore y la maldición d...

By siriusblack33

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Hasta sus once años, Amelie fue una chica muy normal... o creyó serlo. Por más asombroso que parezca, ella t... More

Sinopsis
Advertencia
El día en que todo cambio
Más allá de la plataforma 9 ¾
Sexto año
Volar en escoba, por Amelie Moore
Entre cazadores y capitanes
-NotadeAutora-
¡GUERRA!
Vacaciones de mal genio
El enigma de la mujer de la fotografía
Zorras por Francia
Las tres D
La mejor no cita del universo
Programa de infidelidades
Baile de pociones (Parte 1)
Gwenog Hera Moore
Compañeras de cuagto
-NotadeAutora-
Pica-pica
Lily Evans
Séptimo año
Jamelie
Jodidas debilidades
Bufandas para el frío
El plan
La asquerosa mariposa del amor
Otra vez... ¡¿Qué?!
Visitas inesperadas
Los Weasley
Si ella lo dice...
Por ti
La trágica historia de una patética pelirroja friendzoneada
Desde James
Tercera, la vencida
El clásico
Chicles de sandía (Parte 1)
Chicles de sandía (Parte 2)
Epílogo
Albus Potter y la maldición de los Potter
One-Shots
PLAGIO

Baile de pociones (Parte 2)

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By siriusblack33

Fue el sonido de la alarma lo que la despertó. Si fuera por ella, hubiera optado por seguir durmiendo un par de horas más. Y es que eso mismo iba a hacer, hasta que recordó que tenía que ir al baño de las chicas del segundo piso, porque había quedado en hacer una poción Multijugos con Emily y Louis.

Se levantó de mala gana, sorprendiéndose al encontrar su vestido y el de Kyle desparramados sobre el piso. La habitación era un desastre. Allí había gran parte de su ropa, su baúl abierto de par en par y sus materiales y libros por todos lados. Se fijó que estaba en ropa interior, algo muy extraño al pensar que Amelie siempre había sido muy pudorosa, hasta enfrente de sus amigas.

Tratando de hacer el menor ruido posible -tal vez aquello amainaría el agudo dolor de cabeza que sentía- comenzó a remover sus pertenencias en el piso, hasta encontrar algo que ponerse. Finalmente selecciono unos shorts de jean desgastados a los bordes y una simple musculosa de modal verde. Hoy no había necesidad de ponerse el uniforme de la escuela, recordó que era el último día y las últimas horas antes de que volvieran a subir al expreso de Hogwarts camino a casa.

Pensando en ello, abandono la habitación, dándole un último vistazo a su amiga Hua, que tenía huellas de lágrimas en las mejillas y los parpados bastante hinchados; al parecer, había pasado otra noche llorando por James y nunca se iba a recuperar de su rompimiento.

-¡Que pintas! –escucho burlarse a la Señora Gorda, mientras atravesaba el retrato. Entonces se dio cuenta de que no había consultado un espejo desde que despertó. Y aquello le llevo a otra conclusión: que debería llegar temprano a la habitación para ordenar aquel desastre y armar las maletas.

Mientras bajaba las escaleras y trataba de peinarse el cabello con los dedos y recogerlos en una coleta, Amelie pensaba y recordaba. Todas aquellas acciones juntas hacían que la cabeza le palpitara a cien y pronto ya no toleraba ni el hecho de escuchar sus pisadas. ¿Por qué rayos le dolía la cabeza?

¿Qué había pasado ayer?

Dejo su pelo. Tirar de los nudos que se habían formado en sus rizos la iba a desmayar. En vez de eso, empleo todo su esfuerzo en tratar de recordar algo. Con dura pena, lo único que consiguió antes de llegar al baño de la segunda planta, fue la imagen de un líquido rosa revolviéndose en un vaso de plástico que ella acercaba a su boca.

Atravesó la puerta del baño y se encontró con un par de lavabos frente a ella, dispuestos en forma circular al centro de la sala. Hacia el lado izquierdo, se habría un pasillo en el que al largo de la pared se extendían varios compartimientos individuales, que tras sus puertas ocultaban, seguramente, los retretes. En medio del pasillo estaban Emily y Louis con un caldero de peltre a sus pies que humeaba y burbujeaba.

Pensó que Louis la iba a saludar eufóricamente, como siempre lo hacía. Pero, en vez de eso, el muchacho pareció asustarse al observar a Amelie y tan solo pregunto:

-¿Es que no te has visto en un espejo?

También creyó que Emily la defendería, pero la rubia se limitó a señalar el espejo que había sobre los lavabos. Amelie la obedeció y algo temerosa con lo que pudiera encontrarse, se dirigió hasta allí.

Paso el dorso de su mano derecha sobre el vidrio para sacarle el polvillo, y lo que vio la horrorizo. Podría creer que no era ella, si es que no fuera consciente de que estaba observando un espejo. La Amelie frente a si tenía sus ojos verdes inyectados de sangre, se veían rasgados debido al sueño, tanto que podría hacerse pasar por la hermana perdida de Hua. Su rostro estaba demacrado y tenía un par de lagañas por sus largas pestañas, sin contar el hecho de que parte del maquillaje que se había colocado a la noche anterior estaba corrido hasta los pómulos, al igual que el labial, que ahora se extendía por su mentón. ¡Era un monstruo! Y para completar su aspecto de payaso de circo, se dio cuenta que solo la mitad de su cabello pelirrojo estaba alisado y peinado, el resto de sus pelos se paraban en todas direcciones.

Sobre que no tenía humores para chistes, Myrtle la Llorona empezó a revolotear sobre su cabeza, tarareando una canción de circo, mientras agregaba entre frases, rimas como: «¡Asesorada por dementores, muy pronto en tus pesadillas, con un Ridikkulus tendrás que espantar a la pelirroja marranada!»

-¡CÁLLATE YA, MYRTLE! –chillo Amelie, taladrándose ella misma la cabeza.

Pero el grito no funciono más que para aumentar sus dolores, ya que pareció ser el llamado a Peeves, el poltergeist especializado en aumentar las burlas y quien no tardo en unirse a la pegadiza rima de Myrtle.

Emily y Louis siguieron con la poción como si nada hubiera ocurrido y, a regañadientes, Amelie decidió que aquello era lo mejor. Mientras más se enojara, más incitaría a Peeves y Myrtle a que siguieran molestándola; era mejor que se fueran cansando con el tiempo. Si es que eso era posible.

-¿Alguno me quiere contar que ocurrió anoche? –ambos la miraron e insinuaron una sonrisita burlona.

-¿Qué persona en su sano juicio es capaz de aceptar un vaso de los merodeadores?

Amelie sintió como su alma se le caía a los pies. ¡Había sido una idiota! ¿En que estaba pensando? Tal vez en la perfecta sonrisa de James… de seguro, esa podía ser la única razón por la que acepto el vaso. ¡¡¡Un brindis!!! ¡Ella había visto cuan raros se estaban comportando los merodeadores! ¡Había metido la pata!

-Por Merlín –susurro Amelie, tocándose la cabeza y observando distraídamente la poción-. ¿Qué tenía?

Louis rio.

-Al ponche que había hecho Slughorn le agregaron un poco de hidromiel combinado con jerez más un toque de colorante rosa… Inteligente, ¿No lo crees?

La cabeza le palpitaba a horrores cuando trataba de acomodar todo en su cabeza. Era obvio. Había sido una idiota. Le dirigió una mirada fulminante a Louis, quien sonreía divertido.

-Y… ¿He sido tan estúpida como para tomar más?

-¿Alguna vez oíste sobre la poción de Loto?

Tuvo que hurgar aún más en su mente, que le daba flechazos y pinchazos. Al fin lo recordó, en el libro de Libatius Borage. Era una poción que producía el mismo efecto que las flores de loto de los cuentos de mitología griega: adicción y amnesia. Era complicada, con materiales e instrumentos difíciles, bastante imprecisa. Pero, al parecer, eso no se había visto como un inconveniente para los merodeadores. Y lo peor de todo, es que además de la poción, se habían asegurado de agregarle un poco más de alcohol al ponche, seguramente para poner las cosas un poco más divertidas y… alocadas.

-Díganme que no… -murmuro Amelie, cerrando los ojos en señal de deseo, dándose cuenta de que los canticos de Myrtle y Peeves iban amainando-. Díganme que no he hecho nada raro.

Ambos ravenclaws intercambiaron miradas de complicidad, unas que tenían bien empleadas para poner los pelos en punta de todo el mundo. Luego, Emily desvió su vista a Amelie una fracción de segundo, para luego volver a revolver la poción:

-Si te dijéramos eso, mentiríamos. Y mentir está mal.

Sus dientes rechinaron. Entrecerró los ojos observando a Louis quien estaba desternillado de la risa y a Emily, quien trataba de ocultar sin resultado a la vista la sonrisita burlona en su rostro. Se estaban burlando de ella, y Amelie lo sabía muy bien, pero por más que las conductas de sus amigos le molestaban, el saber que había ocurrido la intrigaba.

Escucho el sonido de una succión, seguido de un chapoteo de agua y un fuerte golpe de metal contra metal, y se dio cuenta de que Myrtle la Llorona al fin había abandonado la insufrible canción y se había tirado de zambullida al retrete. Miro hacia arriba y los costados, buscando a Peeves, pero el poltergeist ya no estaba. Gracias a Merlín, ya estaban solos.

-Al fin… -suspiro-. ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho? –inquirió preocupada, dedicándole una mirada suplicante a su amigo.

-Tú has hecho poco comparado con los demás. Resulta que el alcohol no hizo efecto hasta que se bebieron un par de incontables vasos más. Para ese entonces, la fiesta de Slughorn ya había terminado y Dylan Belby nos guio hasta la sala de los Menesteres.

-¿Y tú como te acuerdas de todo eso? –curioseo Amelie, con la vista perdida en el remolino que formaba la poción Multijugos al ser batida por Emily. Aunque no estaba viendo a Louis, pudo imaginarse su sonrisa socarrona.

-Nosotros no tomamos. Paris Peyton llego a avisarnos justo a tiempo…

-En realidad te buscaba a ti –lo interrumpió Emily, dejando su trabajo para mirar fijamente a Amelie.

Se hubiera imaginado cualquier cosa menos esa… ¿Qué Paris Peyton había ido a advertirle a ella? ¿Por qué haría eso? Aparentemente, Louis descifro su expresión, porque volvió a añadir para aclarar:

-Estaba bastante preocupada y con apuro. No nos habría dicho sino se lo preguntábamos. Para cuando te encontramos, ya lo habías tomado.

-Creo que Paris ya estaba enterada del plan de los merodeadores –aporto Emily.

-Es muy cercana a James –dedujo Amelie, recordando que los había pescado un par de veces hablando en murmullos. También lo sabía desde aquella vez que habían merendado juntos. Peyton no solo era cercana a Potter, también parecía entenderse muy bien con Fred: hablaban entre códigos y simples miradas, que entre ellos tres se veían bastante comprensivas.

Aunque no había querido sonar muy celosa, se dio cuenta que no lo había logrado, porque Emily le levanto rápidamente una ceja. Había tenido suerte en que Louis fuera extremadamente ciego para adivinar los sentimientos. Para que nadie siguiera sospechando, planteo otra de sus dudas:

-¿Y Dylan? ¿Cómo es que fue capaz de llevarlos a la Sala si estaba bajo los efectos de la poción?

-Oh, Dylan no había bebido –dijo Emily, acercando su bolso a ella para sacar un cepillo de pelo y alcanzárselo a Amelie-. Estaba tan consciente como nosotros. Creo que ellos ya tenían todo muy preparado, porque sin ninguno de los cuatro con toda su mente a pleno, nadie podría habérsele ocurrido seguir la reunión en la Sala de los Menesteres. Así mismo… me han llegado rumores que solo se mantuvo sobrio en el camino. Resulta que dentro de la fiesta, también había de aquel ponche y… ya sabes, aprovecho.

-¿A qué clases de personas les gusta emborracharse y estar fuera de su control a voluntad propia?

-Son los merodeadores, Ammie. Luego de conocerlos, nada es imposible.

-Pero… ¿Y Dylan? –pregunto Amelie extrañada, mientras cepillaba su cabello lo más despacio y suave que podía, para no tirar de los enredos y que su cabeza le doliera más-. Está bien que él es un merodeador, pero ya saben, él es más relajado que los demás. Siempre pensé que era el único que conservaba una hebra de cordura. Nunca creía que fuera esa clase de persona.

Louis rio. Y Amelie se dio cuenta que se estaba perdiendo de algo.

-Claro que no. Dylan no es del tipo de personas que les gusta emborracharse… es del tipo de personas que busca emborracharse solo para encontrar una buena excusa al hecho de besarse a la chica que te trae loco frente al novio y hermano.

-¡¿QUÉ?! –nunca se había sentido tan mareada en su vida. Louis le estaba pidiendo que sacara conclusiones por sí misma, pero le costaba mucho el tan solo pensar.

¿De quién podría gustar Dylan? ¡Nunca había pensado en eso! No encontraba ni un mínimo indicio, por más que Louis ya le había dado dos pistas, por eso se sintió muy agradecida cuando Emily le hablo:

-Belby está enamorado de Roxanne. Roxanne Weasley, la hermana de Fred y la novia de Frank Longbottom.

Le molestaba el hecho de que todos trataran a las mujeres de brujas chismosas, cuando los hombres no las superaban por mucho. Louis parecía tan emocionado por la cara de sorpresa de su amiga ante los cotilleos, que Amelie pensó que se haría pis encima.

-Roxanne lo ha rechazado incontables cantidades de veces, pero todo había permanecido en mucho secreto hasta anoche, que por culpa de su borrachera, Dylan le termino contando todo a todos. La cosa fue que le robo el beso a la Weasley frente al novio y hermano de esta. ¡Deberías haber visto a Fred! Por más que parecía estar en una nube, bien que se había dado cuenta de que uno de sus mejores amigos había besado a su hermana… ¡Se había puesto tan rojo como su cabello!

-Quiso pegarle a Dylan, pero el pobre zafo justo a tiempo.

A medida que contaban, Amelie iba imaginándose las escenas, tratando de hacerlo parecer muy real. Pero nada se le figuraba. Había pensado que si le contaban alguna de las cosas de anoche, ella iba a ir recordando de a poco, pero… ¡Ni mu!

Cerró sus ojos con parsimonia y siguió cepillando su cabello. Trato de hacer un poco de paz, para que la cabeza dejara de palpitarle al menos. Le agarraron unas horribles nauseas, que a duras penas tuvo que tragar. ¡Diu!

Cuando logro serenarse un poco, siguió con el interrogatorio.

-¿A dónde estaba yo en ese entonces?

Louis y Emily se miraron entre ellos y supo que algo andaba mal.

-Creo que es mejor si te contamos la historia desde el principio…

Y así lo hicieron.

El mayor desastre, terminada la fiesta, fue el bullicio que hicieron todos los invitados a la reunión de Slughorn por los pasillos, en camino al séptimo piso. Todos charlaban a gritos, se reían, festejaban, hacían monerías o hipaban. Era un auténtico circo. Aunque, luego estaban las personas que no habían bebido del ponche, las cuales eran unas pocas diez: Louis, Emily, Paris Peyton, Alice Longbottom, Albus y Lily Potter, Scorpius Malfoy, Rose Weasley, Gaia Turner y Dylan Belby.

Como buenos amigos, Emily y Louis escoltaron a Amelie. Iban tras ella, persiguiéndola, escuchándola hablar de cómo los dos rubios deberían estar juntos, de cuan mono era Albus con traje y de cómo zorras como Peyton deberían dormir en los jardines. Entre muchas otras cosas más, claro. Según ambos testigos visuales, las cosas empeoraron cuando James se acercó a buscarlos seguido de Paris, quien no dejaba de cuidarlo para que no hiciera ninguna tontada. En el camino hasta ellos, Potter había besado más de tres chicas.

-Digamos que… tú y James se habían puesto demasiados… acaramelados. –sentenció Emily, satisfecha de cómo lo había expresado.

Amelie se tapó el rostro con ambas manos, mientras sentía como sus mejillas se calentaban a causa del rubor. ¿Acaso se habían enterado? ¿Alguien se había enterado de lo que había pasado en los vestuarios? ¡Merlín, porque había sido tan tonta!

-Acaramelados… -repitió Amelie, sin atreverse a mirarlos a los ojos y escondiendo la cabeza entre sus rodillas-. ¿De qué forma?

-Pues se abrazaban… se daban las manos… te agarraba de la cintura, te hablaba al oído.

-¿El muy idiota me decía cosas empalagosas? –inquirió, fingiendo estar indignada, cuando en realidad estaba enfadada consigo misma, porque… en verdad que quería recordar aquello.

-Por muy extraño que te parezca… no. Hablaban de Quidditch creo… -le conto Emily, tratando de recordar. Louis, a su lado, chasqueo los dedos.

-¡Ah, sí! Tú le decías como que querías repetir lo del otro día y él te decía algo así como… ¡Ah, cierto! Que la próxima vez te quedaras después del entrenamiento, que te enseñaría a perfeccionar.

Agradeció que su rostro estuviera cubierto. Ahora ya ni sentía su dolor de cabeza, estaba demasiado ocupada en ocultar su sonrojo. Pero, como se veía, Louis y Emily no se habían dado cuenta, y es que por suerte no habían escuchado ninguna palabrita clave ni comprometedora.

-¿A qué se refería? –pregunto Emily con curiosidad, separando sus ojos grises del caldero de peltre por primera vez en el día.

-Una nueva táctica de juego –respondió Amelie, tal vez mucho más rápido de lo que hubiera querido.

Aguanto la mirada sospechosa de Emily una milésima más, que se le hizo eterna, tratando de mostrarse impasible, hasta que al fin la muchacha dejo de interrogarla con los ojos y volvió a su trabajo.

Se mantuvieron en silencio un segundo más, mientras Amelie procesaba lentamente todo lo que había ocurrido. ¡Rayos! ¡Como quería recordar todo! Pronto, se dio cuenta que se estaba salteando un par de cosas.

-¿Paris estaba allí?

-Oh, sí. Estaba de los nervios. Trato de separarlos de todas las formas posibles. Te tiro de los pelos hacia atrás, se colgó de James, trato de hacerte una zancadilla… Al final tuvimos que ayudarla. No queríamos ni imaginarnos como te pondrías tú, si al día siguiente te enterabas que habías besado a James Potter.

-¡¿BESÉ A POTTER?! –chillo, tirando inconscientemente de sus cabellos pelirrojos a causa de los nervios. Noto que había podido desenredarse y que el alisado que se había hecho anoche aún le estaba durando, pero no sería por mucho luego de que se diera un baño. Cosa que necesitaba urgente…

-¡Tranquilízate! No seas idiota, Ammie. Si lo hubiera besado, ya te hubieran taladrado las orejas con los rumores. No lo besaste… pero casi lo haces.

Tal vez, Louis era muy idiota. Y es que cualquier persona se daría cuenta que a Amelie estaba a punto de darle un ataque de pánico. Por suerte, Emily fue capaz de percatarse de los instintos asesinos que Amelie estaba pensando en revelar en cuanto Louis se diera la vuelta, por lo que le dijo lo que quería:

-Fue en un momento en el que hablaban. Lo intento dos veces. A la primera lo paraste tú. Le pusiste un dedo en la boca y lo hiciste retroceder mientras te reías.

Eso era lo que ella buscaba. Al momento que Emily explicaba, un flashback hizo aparición en los recuerdos perdidos de Amelie, y le regalo la vista de uno de sus dedos de esmalte verde, cubriendo la boca de James (la cual estaba con los labios juntos y estirados, en espera de un beso) justo por la mitad.

-La segunda vez, estuviste a punto de corresponderle, pero fuimos lo suficientemente rápidos como para separarte.

-Por lo menos actuamos a bien en una ocasión… -comento Louis, mientras Amelie se lamentaba de no haber podido besarlo. El muchacho no estaba del todo correcto como él creía. Sí que Amelie habría querido besar a James-. Porque créeme que a Kyle y Dean no era posible de separarlos ni con una espátula.

Sin poder evitarlo, Amelie abrió los ojos y su boca desmesuradamente… ¡Kyle y Dean! ¡Por Merlín! Cerró sus ojos para recordar, pero al igual que siempre que lo había intentado voluntariamente, nada apareció.

-Cuéntame detalles –pidió la pelirroja con una sonrisa, acercándose aún más a su amigo, emocionada. Emily rio.

-Albus, quien iba unos pasos más delante de nosotros, nos contó que ellos comenzaron con su… emoción –Louis soltó una risita por lo bajo y Emily, sonrojada, lo golpeo en la cabeza- en el sexto piso. Luego, el pequeño Potter volvió con nosotros. Creo que pasaron unos… tres minutos para que llegáramos al lugar donde Kyle y Dean estaban haciendo de las suyas.

-Y para ese entonces, ya había manos en lugares indebidos. –indico Louis con una sonrisa socarrona y un movimiento insinuador de cejas, para que Emily volviera a ruborizarse y darle un golpe –aún más- fuerte en la cabeza.

Esta vez más animada, Amelie trato de hacer memoria de lo que había pasado con Kyle y Dean, pero nuevamente… nada. ¿Cómo podía ser posible? Si estaba allí y le habían dado detalles y un leve indicio de imaginación ¿Por qué no lo recordaba cómo le había pasado con el flashback de James?

Y entonces se dio cuenta de que la anécdota ya había terminado y, así mismo, aun no habían contestado su primera pregunta. Por esa razón, volvió a formularla.

-¿A dónde estaba yo en ese entonces?

Nuevamente las miradas. Aunque sabía que esta vez le responderían directamente, sin ninguna excusa.

Como lo predijo, Louis suspiro pesadamente.

-Pues, luego de lo de James sabíamos que habías perdido el control. Y… Paris fue la única que se ofreció como voluntaria para llevarte de vuelta a la Sala Común.

La sangre se le helo. Las puntas de sus pelos se erizaron. Y estaba segura de que sus orejas se abrían parado en sentido alerta si fuera un sabueso que hubiera detectado al zorro –o, en este caso, a la zorra-. Por un instante se había quedado sorda, con el eco de unos tambores en los oídos, de los cuales estaba en lo cierto de que no retumbaban de afuera. Sino, de su cabeza.

¿Qué podría haber hecho Paris con ella en aquel estado? ¿Qué le habría dicho Amelie? ¿Por qué RAYOS, de todas las personas del mundo, justamente debía ser Peyton?

-Ella se comportó muy bien contigo –le conto Emily-. Estaba bastante desesperada por tu estado. Yo las acompañe a ambas hasta la torre de la entrada de Gryffindor, pero no pase más allá del retrato. Si me veían allí, podría perder mi cargo de prefecta –señalo, seriamente-. Además, solo Paris tenía la contraseña, creo que se la había pedido a James, al igual que el número de tu habitación.

-No sabes si… ¿Hice o dije algo?

-No. Solo sé que, al volver, Paris se tardó demasiado. Dijo que habías hecho un desastre en la habitación –Amelie recordó el tumulto de ropa y pertenencias sobre el piso-. Si tanto te preocupa, deberías preguntarle.

Inconscientemente, sin pensarlo (tal vez por la costumbre al hablar de Paris), Amelie hizo una mueca y miro incrédula a Emily, quien con sus ojos grises le parecía dejar bien en claro que no estaba hablando de un juego.

-La estas juzgando mal, Amelie. Yo que tu… le daría una oportunidad.

El baño se sumió en un incómodo y tenso silencio. Louis, quien conocía bien a ambas, sabía que mantenerse callado era lo mejor: a Emily le molestaba que no la tomaran en serio y a Amelie no le caía de maravilla que le estuvieran ordenando que hacer.

Se mantuvieron así por un par de minutos más, en donde lo único que se escuchaba era el ruido de las cañerías, el sonido de la cuchara de madera al chocar con los alrededores del caldero cuando Emily revolvía la poción y el chasquido de las burbujas de esta al explotar. Pronto, el líquido había adoptado su composición gruesa y similar al barro.

-Creo que ya es hora –murmuro Louis, consultando su reloj de muñequera-. De seguro que ahora mismo Hyde está bajando para el desayuno…

-Muy bien, ve a buscarla –señalo Emily, sacudiéndose el polvillo de sus manos y empujando a su amigo a la salida-. ¡No lo olvides! Finges que quieres algo con ella, te la llevas a hablar lejos y, en cuanto no haya nadie mirando… ¡Zas! La dejas inconsciente en el armario de escobas, ¿Entendido?

-¡Que sí! ¡Ya lo hemos repasado veinte mil veces!

-¡No olvides arrancarle un cabello! –le chillo como despedida, para luego cerrar la puerta del baño tras él.

Con un movimiento de varita, Amelie barrió un poco el piso alrededor del caldero de peltre para dejar un espacio libre de polvillo donde sentarse. Ahora venía su parte.

Acerco la mochila de Emily hasta si y de ella saco un frasco que la ravenclaw había preparado con los ingredientes finales. El recipiente estaba lleno hasta el tope de piel seca desmenuzada de una serpiente arbórea africana, que a Amelie se le dio bien esparcir por sobre la poción. Espero un eterno minuto sin apartar la vista del caldero, observando como los ingredientes se desintegraban lentamente llegando a hundirse y pasar a formar parte de la poción acabada.

Bajo la tensión de Emily, quien le rogaba porque se apurase, retiro los trozos de piel que la poción no había admitido y los pisoteó con un colador. Una vez ya machacados, volvió a introducirlos al líquido, tras el suspiro de alivio de su amiga. No mucho después, llego Louis.

Estaba jadeando luego de su corrida desde el armario del conserje hasta los baños del segundo piso. Tenía el cabello rubio parado en todas direcciones, aspecto único que le generaba un poco de similitud con el resto de sus primos.

-Tal vez este dormida una hora y algo, creo que será tiempo suficiente para que lo hagas.

Sin decir más, Louis saco un pequeño frasquito de vidrio con tapa de corcho de su bolsillo del pantalón. Al entrecerrar los ojos, Amelie pudo distinguir un pequeño y rubio pelo de Jo Hyde dentro del envase; el cual fue agregado a la poción con muchísima precaución. En cuanto la hebra toco el líquido, Emily festejo.

-¡Adoro hacer esto! ¡Dime si no es divertido hacer esto, Louis! –exclamo, mientras que con una cuchara de gran amplitud cóncava servía una gran cantidad de líquido dentro de un pequeño vaso.

-Sera divertido hasta que McGonagall te descubra –le advirtió el muchacho.

No hizo falta mucha insistencia ni circunloquios; en cuanto Louis termino de hablar, Emily cerro los ojos y se llevó el vaso hacia la boca. Tampoco tardo más de un segundo en correr a uno de los compartimientos, murmurando que vomitaría.

Poco después, Emily volvió con ellos. Bah, Amelie suponía que era Emily, eso le decía su lógica. Porque en vez de ver a la típica Emily de rostro angelical, ojos grises y pelo rubio de rizos, estaba una Jo Hyde de silueta perfecta, cabello alisado y cara de caballo. La única diferencia de esta Jo con la verdadera, es que no había en ella su típica postura altanera y provocativa.

-¡Woaw, Emmy! –murmuro Louis, mientras la aludida se sonrojaba.

-Jo Hyde no se sonroja –la corrigió Amelie, contemplando con asombro el resultado de la poción-. También debes recordar llevar tus pechos altos y el culo como pato –algo avergonzada, bajo las risas de Louis, Emily la obedeció-. También deberías probar con ajustar y levantar tu pollera… un poco más… ¡Vamos, sin vergüenza: eres Jo, no Emily!... ¡Perfecto!

Diez minutos después, Amelie se encontraba sola en el baño abandonado de segundo piso. Ni siquiera estaba Myrtle la Llorona para hacerle compañía. Levanto el caldero del piso y comenzó a limpiar el piso con algo de magia, mientras rebuscaba entre la mochila de Emily algo para mejorar su aspecto. Finalmente, encontró un maquillaje que la ayudaría a borrar las ojeras de sus ojos.

Por suerte, la cabeza ya no le dolía, aunque de vez en cuando le daba un leve pinchazo. Otra buena noticia es que había podido deshacerse de sus restos de labial y delineado con un poco de magia y había podido hacer parecer su rostro más vivo y alegre, más… Amelie. Por último, solo le quedaba guardar las pertenencias de Emily en la mochila para poder dárselas ordenadas en cuanto volviera de engañar a Zelma Jones.

Tiro el frasquito de vidrio que había traído Louis en el tacho de residuos más cercano y se agacho para tomar la mochila de Emily y llevársela a su hombro cuando encontró bajo esta la cuchara de amplitud cóncava que había olvidado limpiar. No tenía nada que hacer hasta que el tren partiera de camino a su casa a media tarde, por lo que tenía tiempo suficiente y de sobra para ponerse a lavar aquella cuchara al estilo muggle; además, su varita ya estaba guardada en la mochila y volver a desordenar todo no era lo que planeaba.

Se guio hasta el primer lavabo, pero al girar la canilla nada sucedió. Lo mismo pasó con el siguiente. Y con el otro. Estaba decidida a sacar su varita hasta que, sorprendentemente, el quinto lavabo funciono. Tiro la cuchara dentro de la pileta, para que se enjuagara sola, mientras ella buscaba con la mirada algún tipo de jabón líquido.

Pero se distrajo de su tarea en cuanto sus ojos verdes dieron con el grifo del quinto lavabo. En el había una serpiente grabada. Estaba algo oxidada y cubierto de una gruesa capa de polvillo, pero algo en aquel dibujo del reptil capto la atención de Amelie. Suavemente y con parsimonia, recorrió con su dedo índice la figura, de arriba a abajo. Y luego otra vez.

A la tercera ocasión, sus manos dieron con algo más firme y cálido, que de tan solo un leve tirón, la dio media vuelta.

Frente a ella estaba James. Pero no el de siempre, el de sonrisa traviesa y sus ojos divertidos. En esta oportunidad se veía preocupado y asustado, y la línea de sus labios estaba llana.

-¿Qué haces? –pregunto con brusquedad, sin desentrelazar sus dedos de los de Amelie.

Como siempre, Amelie observo embelesada sus ojos. De color café, con una pequeña manchita de color verde sobre su pupila. Pero había algo en ellos que no le gustaba… Posiblemente que la vista de James iba de ella hacia el grifo con una actitud precavida y desconfiada.

-¡¿Qué te importa Potter?! –chillo ella, tratando de zafarse de su agarre.

-¡¿En qué carajos pensabas?! ¿Realmente lo has hecho?

-¡No sé de qué me estás hablando, James! –grito Amelie con desesperación, consiguiendo al fin alejarse de él.

Fijo su vista en sus dedos y vio que estaban rojos, el muchacho la había tomado demasiado fuerte. El dolor de cabeza había vuelto, haciendo que el ritmo de los tambores en su mente se acoplara al sonido del agua cayendo sobre el lavabo, el cual seguía emanando un gran caudal mientras lavaba la cuchara.

Sabía que James la había soltado solo porque lo había llamado por su nombre. Aun sin contestar, el muchacho se acercó hasta el grifo y lo cerró. Amelie noto que, disimuladamente, Potter aprovechaba para pasar su dedo índice por la serpiente.

¿De que hablaba James? ¿Por qué estaba tan preocupado y molesto?

-Perdón –musito, mientras pasaba su vista por la mano de Amelie-. Fui un idiota, no… no quise hacerte daño.

-Solo… solo contéstame mi pregunta.

Amelie trago su llanto y se obligó a estar firme frente a él. No quería que él la viera llorar por tal estupidez, pero conociéndose, Amelie sabía que tanta tensión la estaba estropeando. Por sobre todo, los nervios: el que James no contestara. Solo se dedicaba a revolver su cabello azabache como siempre, tratando de buscar las palabras adecuadas.

En el momento exacto en el que Amelie abrió la boca para reclamar, James la interrumpió, señalando hacia el lavabo.

-Es la entrada a la Cámara de los Secretos.

***************************

DISCULPEN LA TARDANZA. En serio, no fue adrede. No quería demorarme ni nada, siempre y cuando podía escribía, aunque tan solo fuera un parrafito por día.

Bueno, pero finalmente aquí lo tienen. Tengo varias excusas: la primera es que me obligue a leerme “Insurgente” antes de que saliera la película y como que me re metí en el libro, y me fue imposible dejarlo hasta que lo termine. Luego, esta lo de la escuela. Creo que las vacaciones a los profesores, les quita el poder para darnos deberes largos y eternos, así que cuando vuelven tienen una súper venganza contra el sol que los quemo y los dejo como tostadas y se descargan con nosotros.

De paso, aprovecho para visarles, que en Abril comienzo a tener todas las pruebas seguidas, así que posiblemente también me tardare. Aun no logro acostumbrarme al ritmo.

Separe el capítulo en dos partes porque me parecía muy largo. Mi propósito era que ambas cosas estuvieran juntas, pero como era muy largo sabía que les iba a dar algo de poca emoción leerlo y lo dejarían a la mitad.

También les pido perdón por el problema que tuve el otro día. Seguramente observaron en su tablero de noticias que había actualizado, y lo siento pero fue que apreté “Guardar y publicar” por equivocación. Mande un mensaje por mi muro, pero sé que muy pocos leen las noticias (no los culpo, yo tampoco las leo jajajaja) así que lo siento.

Finalmente, espero que les haya gustado y me gustaría saber que piensan sobre… TODO.

Próximamente… ¡Vacaciones con los Potter! ¡Wiiiiiiii!

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