¿Qué escribes? |LGBT|

By valeherie

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"Siempre la veía desde mi ventana, ella siempre estaba escribiendo en su laptop. Parecía olvidar cualquier co... More

¿Qué escribes?
Solo pregunta casualmente, así de «Hey, ¿qué escribes?»
Ahora debemos hacer que confíe en nosotras.
Me hiciste sufrir con tu libro, te hago sufrir con una película.
El cuarteto asesino
Solo tienes que tirarte
Bonitas manos, ¿me las prestas de collar?
En términos de heterosexualidad, no tenemos heterosexualidad
Mi escritora favorita
¿Jack Frost? Mi rey
¿Celos o inseguridades?
Cuerpecito, contrólate.
El delineado es la peor parte
La vieja de los gatos que lee las cartas
(Tratar de) Deshacerse de los sentimientos
Se cayó la cuarta pared.
Cagaste, Abby Harris.
ABBY, DATE CUENTA.
No hagamos las cosas raras.
Madurar no es de dios.
Ni modo, la vida sigue
Pasado de fuckgirl
Se celebra en el obelisco
Un paso más
Mejor prevenir que lamentar
Me pasó un ratón entre las piernas
No podemos hacer un trío, hecho lamentable
Se juntó el ganado
También es mi chica
La feria... y otras cosas
La feria... y otras cosas II
EXTRA: el chisme de Marco y Luke
Reglas para ser mi amigx
Ellie, la fuente del chisme
Vandalismo en forma de corazones
Se nos fue la mano... literalmente
Hetero el que no juegue
Cenas, reencuentros, infidelidades... cosas de la vida cotidiana
¿Luke se iba a morir?
Hay drama. ¿No amas el drama? Yo amo el drama
Así no es como pensé que moriría
Tengo casa sola
Ya comimos, gracias
Nuestra historia [capítulo final]
Epílogo

¿Sabes que otra cosa es rosita?

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By valeherie

Abby Harris.



Me miré el cabello como por décima vez en el día.

Tuve un impulso de pintarlo de rosa. Y cuando le pedí el permiso y el dinero a mi hermano, el mismo me llevó a la peluquería. Por eso lo amaba.

Y me había quedado bien, eso me había subido mucho la autoestima, pero seguía sintiéndome mal.

—Ay —Me quejé cuando Adrián tiró de mi cabello. Estaba intentando trenzarlo.

— ¿Jamás te peinas o qué? Tienes como un millón de nudos, así no puedo.

—Me da pereza.

—Anda busca un peine.

Sin replicar, fui a buscarlo a mi habitación y luego volví a la suya para volver a sentarme entre sus piernas. Le di el peine, y él se encargó de deshacerse de los nudos sin maltratarme mucho el cabello.

— ¿Qué tienes, Abby? —preguntó de pronto.

— ¿Qué tengo de qué? —murmuré, mirándome las manos.

—No sé, sueles hablar hasta por los codos y ahora estás muy callada. ¿No te gustó como te quedó el cabello? A mí sí.

—Sí, sí me gustó... no se trata de eso.

— ¿Entonces? —insistió, y cuando no quise hablar, volvió a tirar de mi cabello, pero esta vez a propósito.

—Ayyy.

Toribio asomó su pequeña cabeza por la puerta que se encontraba entrecerrada, miró a todos lados, y decidió volver a irse, lo que me hizo sonreír. Porque ahora ese gato era mi felicidad. Lo amaba más que a mi vida.

—Abby —continuó presionando.

Yo no podía decirle. Tenía miedo.

¿Y si reaccionaba mal? ¿Y si pensaba que yo era una tonta? ¿Y si creía que yo estaba mal porque me gustase una chica?

De nuevo, volví a sentir un molesto nudo en la garganta. Lo tenía desde anoche, solo que por ratos se potenciaba. Y no había podido llorar, no quería llorar. Me negaba a hacerlo.

Dejó de peinarme, porque pareció que había terminado, y entonces me hizo darme la vuelta para verme a los ojos que ya se me habían cristalizado. Porque esa semana estaba siendo toda una sensible y lo odiaba.

—Está bien si no quieres contarme —dijo—. Pero aquí estoy ¿sí? Incluso si solo me usas para darte un abrazo.

Eso me hizo sonreír.

Y no lo dudé, solo lo abracé con fuerza y traté de ahuyentar las enormes ganas de llorar que tenía desde mi conversación con Lily.

Sé que él quería que le contara, que quería que hablara, porque la última vez que me guardé las cosas, no salió bien. Pero no me sentía lista para decírselo. Porque tendría que empezar por Melissa y acabar con Lily, y no quería hablar de ninguna de ellas. Menos, con mi hermano. Y menos, sintiéndome así.

Hundí mi rostro en su cuello y traté con ganas de no llorar, pero fallé, y sabía que empezaba a preocuparlo.

—Te quiero ¿oíste? —me dijo, acariciando mi cabello.

—Y-yo a ti.

Tenía que soltarlo.

Así que, por primera vez, decidí abrirme totalmente.

Por eso, había hecho una video llamada con mis amigas. Sí, las asesinas. Al inicio, fue un desastre porque algunas tenemos un internet del asco, pero se logró.

Ellas ya sabían algunas cosas, detalles que se me escapaban. Pero ahora les estaba contando todo con detalles.

Y, cuando acabé de hacerlo, Val, por alguna razón, estaba llorando.

—Perdón, es que... es que... sigue, sigue —Meneó la mano, quitándole importancia.

—Bueno... yo, uhm, yo no sé por qué colgué.

Sí sabía.

Me asusté.

Lily lo estaba admitiendo. Admitió que yo le gustaba, que sentía algo por mí. Y no sé, me permití sentir algo por ella porque pensé que no sería mutuo, pero entonces resultó que ella había sentido algo por mí desde antes de conocernos.

Y eso triplicó mi miedo.

Ella leyó mi libro, estaba segura, y eso significaba que sabía lo que sentía por ella. Porque fui tan tonta como para poner nuestros nombres y todas las cosas bonitas que habíamos hecho hasta entonces. Claro que sabía que lo que sentía la Abby del libro por la Lily del libro, era lo mismo que yo sentía por ella.

Me sentí expuesta.

Porque ni siquiera tuve la oportunidad de decírselo yo misma, ella lo descubrió.

Y, lo confieso, realmente no podía estar enojada porque me hubiese leído. Era algo tonto. Pero lo que me daba pánico era que hubiese leído ese libro.

Por eso fingí demencia toda la llamada. Por eso hice lo que vi más fácil, huir. En unas palabras menos dramáticas: colgar la llamada.

Y desde la noche anterior no había sabido nada suyo. No había estado activa desde ninguna de sus cuentas y tampoco había intentado escribirle. Lo que me hacía una terrible persona porque cuando yo desaparecí solo un día, ella incluso fue hasta mi casa para asegurarse que todo estuviera bien conmigo.

«Y yo solo estaba ignorándola»

¿Y si estaba mal? ¿Y si sentía triste? ¿Y si no tenía alguien con quien hablar?

Y yo solo estaba dejándola de lado. Solo estaba pensando en mí cuando fue ella quien expuso sus sentimientos.

Dios, era una egoísta.

No supe que me había puesto a llorar, hasta que las chicas intentaron consolarme.

—No es tu culpa, Abby —empezó Val.

—Tú no podías saber que ella te estaba leyendo —continuó Vilma.

—Yo seré sincera —dijo Luz—. Me parece que las dos hicieron mal, porque ambas estaban ocultando cosas. Y, bueno, me parece súper de película que se hayan descubierto al mismo tiempo —finalizó, y las tres la miramos—. ¿Qué? Es verdad.

—Tienes razón, fui una terrible amiga —concluí, pegando mi frente al escritorio.

—Eso no fue lo que ella dijo —replicó Vilma.

—Y ya viste que ella dijo que no quería ser tu amiga —Levanté la vista para ver a Val subir y bajar las cejas.

—Y, antes de que pienses otra cosa porque eres lenta —interrumpió Luz—, se refiere a que quiere ser, no sé, tu novia.

¿Mi qué?

¿Cómo alguien iba a querer ser mi pareja?

—Y-yo no sé...

—Si no fuese así, ella no te habría dicho lo que siente, Abby.

Muy dentro de mí, sabía que ellas tenían razón, pero no quería aceptarlo.

—Y tú también sientes cosas por ella, es tan fácil como que se pongan de acuerdo.

—No es tan fácil... —murmuré—. No creo que ella quiera estar con alguien que no sabe lo que quiere...

—A ver —Vilma se puso de pie, pero se inclinó hacia el frente para que pudiésemos seguir viéndola—. Si esa Lily te quiere, te va a querer con todo y tus miedos y te ayudará con ellos. Y si tú tanto la quieres, pondrás de tu parte. Y por lo que nos haz contado de ella, suena a que es una buena persona y que está dispuesta a todo, Abby.

»Ya te dijo como se siente, pero no puedes dejar todo en sus manos. Si realmente la quieres —hizo énfasis en sus palabras—, es tu turno de dar el siguiente paso. Y sino, bueno, ella perrea sola.

Me sentí abofeteada.

Y regañada.

Pero también sentí que espabilé, no literalmente.

Más bien como que reaccioné un poco.

Y luego me reí, al igual que las demás.

— ¿Tú crees? —pregunté, insegura. Las otras dos la miraban como si fuese su diosa, y yo también la veía así. La admiraba.

—No creo, estoy segura —concluyó, tomando asiento de nuevo—. Piénsalo, pero tampoco lo hagas mucho porque no puedes tenerla esperando por siempre. Ahora, hablemos de lo bonito que te quedó el cabello.

Ellas halagaron mi cabello y lo bien que lucía junto a mi piel pálida, pero yo no estaba realmente del todo en la conversación. Solo me quedé pensando y dándole mil vueltas a las palabras de Vilma.

No tenía ni idea de que iba a hacer.

Volví a la conversación cuando escuché algo raro.

—Me gusta cómo se te ve el rosita —dijo Luz.

— ¿Sabes qué otra cosa es rosita? —preguntó Val.

— ¡¡Val!! —chilló Vilma, Luz pestañeó varias veces y Val se desternillaba de la risa. Yo no pude evitar reírme al igual que ella.

—Están locas —dije, como pude, entre risas.

—Ustedes son unas malpensadas —reprochó Val—, tantas cosas rositas y ustedes pensaron eso. Yo no dije absolutamente nada —Se cruzó de brazos, incrementando mis risas.

Ella soltaba cosas doble sentido por naturaleza.

—En fin —se apresuró a cortar Vilma, y se pasó las manos por el pantalón—. Tengo frías las manos.

— ¿Quieres ponerlas...? —empezó Val, pero otro chillido la interrumpió.

— ¡No sigas!

—Bueno, sí, yo estoy aquí. Bien, traumada —Luz alzó los pulgares.

—Por dos —dije.

— ¡Yo no he hecho nada! —Se defendió Vilma—. Yo también estoy traumada. La puerca aquí es Val.

—Eso no era lo que decías anoche...

— ¡¡Busca de Dios!! —exclamó Vilma.

—Prefiero buscar otras cosas...

—Padre nuestro que estás en el cielo... —empezó Luz, y yo estaba muriéndome de la risa.

Por eso las quería.

—Mejor muéstranos a Toribio —pidió Vilma, que se había sonrojado.

—Sí, eso —secundó Luz.

—Que aburridas —se quejó Val.

—Voy a buscar a mi niño.

Me puse de pie y salí de mi habitación para ir a buscarlo donde siempre se encontraba: bajo el sillón. Porque ese lugar le parecía más cómodo que la cama que le había comprado.

Me agaché e intenté ver bajo el sillón, pero no estaba ahí.

Me puse de pie y lo busqué por cada rincón del pequeño apartamento, pero no le conseguía.

—Adrián, ¿has visto a Toribio? —pregunté entrando a su cuarto sin siquiera tocar.

—Uhm, no. ¿Ya revisaste bajo el sillón?

—Fue el primer lugar que miré.

Lo dejé hablando solo y me devolví a la sala, solo para darme cuenta de que la puerta estaba abierta, así que fácilmente pudo haberse salido por la reja.

Iba a darme algo.

pinche toribio, pero ni al pedo, la vida sigue

JAJAJAJJAAJ

bueno, mención especial a mi chica favorita @LuzGuerrero106 y a @vilmadelgadob por su aparición en este capítulo. así como las escribí, así son JAJAJA. ellas también son escritoras, así que vayan a leerlas o sufren todos en este libro. ambas tienen historias LGBT. go go go.

bueno, ESTOY ANSIANDO QUE LLEGUEN A DONDE VOY APOHSCIPJCALNKMSAN,BNDA M,AS 

esto de guardarme los capítulos no me gusta

en fin

besos en la boca

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