DÍA 21.
Loki despertó tranquilamente en la cama de aquella mujer de orbes verdes que eran el mismísimo paraíso.
La tarde anterior, el pelinegro tenía miedo de que el millonario le contara a ___ la cagada que había hecho; sin embargo, sus miedos eran infundados, pues cuando llegó la noche y fue a la casa de la diosa nuevamente, esta lo recibió de la misma manera que siempre, cenaron juntos entre una charla sobre lo estúpido que era el nuevo alcalde, y luego durmieron plácidamente sintiendo el calor del otro.
Todo era perfecto.
Perfecto porque era con ___.
Rodó en la cama, buscando el cuerpo cálido de su acompañante, pero sólo encontró sábanas frías que lo hicieron abrir los ojos. Efectivamente, se encontraba solo en la cama, y a juzgar por la temperatura de las mantas, la ojiverde se había levantado hacía ya un buen rato.
Se levantó dispuesto a buscarla, pero en ese momento la puerta del baño se abrió, saliendo de este la mujer, con el cabello goteando y una toalla gris amarrada a su curvilíneo cuerpo, mantenía un gesto serio, pero este inmediatamente cambió a una sonrisa un tanto forzada en cuanto sus miradas se cruzaron.
—Buenos días. —saludó caminando hasta el armario— Ya puedes ir a bañarte si quieres.
Sentió una actitud extraña en ella inmediatamente, por lo cual frunció el ceño.
—¿Todo en orden? —preguntó, acercándose dispuesto a abrazarla, pero la diosa se escabulló rápidamente, fingiendo no haber notado sus intenciones.
—Todo en orden. —aseguró de manera extraña, mientras se colocaba una blusa color azul claro.
El sabía que no era así, podía percibir algo extraño en su comportamiento, sin embargo, le dio una sonrisa cariñosa y dejó un beso en su cabeza, antes de ir a bañarse.
Ella se vistió velozmente, sonriendo tontamente ante la vista de sus prendas al lado de las de Loki, sonrisa que inmediatamente se borró al recordar lo que le dijo a Tony la tarde anterior.
¿Por qué lo habrá dicho? ¿Será la verdad?
Mientras se cepillaba el cabello, le fue inevitable pensar en la ridícula situación que se encontraba.
Por un lado estaba Thor, que era la promesa que debía cumplir tarde o temprano y por otro lado estaba Loki, que la hacía sentir viva como jamás se había sentido.
Pero ambos tenían sus fallos.
A veces, quería escapar y quedarse con Loki para siempre.
Otras veces, se acordaba de esos ojos azul brillantes y esa cabellera rubia, y simplemente no podía.
Los amaba a los dos.
Salió de sus pensamientos al sentir una mirada sobre ella.
—¿Te vas a quedar viéndome? —preguntó con una ceja arqueada.
—Podría verte para siempre. —respondió sincero.
Sus ojos mostraron calidez y le dio una sonrisa suave, que pronto se perdió entre un nuevo gesto serio, pero antes de que el pelinegro pudiese preguntar qué ocurría, ella salió velozmente de la habitación hacia la cocina, dejándolo con la palabra en la boca.
Se rascó la cabeza algo confundido, mientras sacaba del armario un traje color negro junto con una camisa rosa. Caminó con la corbata en las manos en busca de ___, queriendo su ayuda al momento de anudarla, no es que no supiera hacer el nudo, pero quería que ella lo hiciera por él, porque siempre que lo hacía tenía un gesto de concentración extremadamente adorable.
—Sí, Stark. —___ le hizo una seña con la mano mientras hablaba por teléfono— Está bien, igual hablaré con Thor más tarde.
Loki sacó las tostadas de la despensa y empezó a untarlas con mermelada de fresa para la diosa y con mantequilla de maní para él.
—Bien, nos vemos en un rato. Mándale un abrazo a los demás de mi parte.
Colgó la llamada, viendo al dios servir el café en dos tazas y llevarlas a la mesa.
—¿Pasó algo?
—¿Eh?
—Nunca hablas con Stark tan temprano, además estás actuando un poco raro.
—Oh... No, no pasa nada.
Nadie dijo nada más durante el desayuno.
Unos minutos después, Loki recogió los platos y los dejó en el fregadero, ___ los lavó rápidamente y se secó las manos, mientras caminaba hacia la habitación nuevamente. El pelinegro la siguió con una expresión desconcertante, estando atento a cada movimiento: perfume, dientes lavados, brillo en los labios, sonrisa al espejo, pestañas maquilladas.
—Ya debo irme, tengo algunas cosas por resolver. —lo miró, balanceándose sobre sus pies— Puedes quedarte aquí si quieres, o irte, no lo sé.
Actuaba extraño, muy extraño.
—___...
—Que tengas buen día. —se despidió, dejando un beso en su mejilla y saliendo apresurada del lugar.
La diosa caminó rumbo a su encuentro con sus amigos en el salón, cuando llegó abrio la puerta, manteniendo una leve sonrisa.
—Buenos días. —saludó alegre.
—Buenos días, ___. —saludaron al unísono, tranquilamente.
Tony le tomó la mano, dándole un corto beso en el dorso de la misma, mientras ella se sentaba en medio de el y de Rhodes.
—Bien, ¿haremos algo divertido? —preguntó Sam, con una leve sonrisa.
—Por supuesto, conmigo es todo diversión. —respondió la ojiverde, sonriente— Espero que hayan empacado trajes de baño.
Se dirigieron al risco para saltar al mar, habiendo armado equipos para jugar con una pelota de hule. Mientras ___ terminaba de acomodarse el traje de baño, sintió una vibración en su pantalón, era un mensaje de Loki:
"Loki: Ya estoy en casa.
___: ¡Yey!
Loki: Tal vez podamos escaparnos un rato y salir a algún lado, ¿no te gustaría?
___: Suena bien. Pero en este momento voy a disfrutar con el equipo.
Loki: Claro...
Loki: ¿Thor está allí?
___: Vendrá más tarde, tiene asuntos que arreglar con Brunhilde.
Loki: Claro, él está invitado.
___: Bueno, ya sabes que estos son más los ambientes de él.
Loki: Sí, por supuesto.
Loki: ¿Nos vemos más tarde entonces?"
No deseó contestar ese último mensaje, por lo cual dejó el teléfono a un lado de su ropa y se lanzó al mar a jugar con sus amigos.
Eran cerca de las once de la mañana, el equipo de ___ estaba conformado por Tony, Rhodes y Bucky; en el otro, estaban Sam, Steve, Clint y próximamente Thor, que no debía tardar en llegar.
Mientras esperaban al dios, se refrescó en el agua, hasta que sintió un toque en su hombro.
—La vida aquí es genial, preciosura, debería vivir aquí con Pepper, Morgan y el gato. —sonrió.
—Estaría encantada de que vivieran aquí. —le sonrió de vuelta.
Stark se carcajeó libremente, hundiéndose unos segundos en el agua, para mojar su cabello y volver a mirar a su amiga.
—Te vi con una expresión algo triste hace un rato cuando veías tu teléfono, ¿no me vas a contar lo que sucede?
La mujer soltó un suspiro.
—Me estoy atormentando demasiado la cabeza, es eso.
—¿Con tu decisión?
—Así es. —asintió— Lo que Loki dijo ayer es un tema complicado, hemos tenido algunas discusiones por eso, creo que ya no puedo soportarlo más.
—Hey, necesito a mi mejor amiga de vuelta. —la tomó por los hombros, mientras flotaban en el agua.
—¿A qué te refieres?
—Lo sabes bien. —habló en voz baja, para evitar que los demás escucharan— Has estado mucho tiempo metida en ese ridículo papel de hacer lo correcto, complaciendo a todos y haciendo lo que se espera que hagas, pero no estás pensando en ti, ni en lo que en realidad quieres.
—Tony...
—Pareces un robot programado para cumplir promesas, ___. Ya sé que estás preocupada de lastimar a alguno de los dos, pero tienes que pensar en ti, por muy egoísta que suene.
—Ellos me acogieron cuando no tenía a nadie, Stark. —susurró bajando la mirada.
El millonario negó con la cabeza.
—No tienes que hacerlo.
—Lo prometí.
—¿Sacrificarás tu felicidad por una promesa que hiciste casi obligado?
—Sabes bien cómo fueron las cosas, Stark. El fingió su muerte y yo ya estaba comprometida con su hermano. —murmuró masajeándose el cuello— Nos amamos, estaremos bien.
—¿Lo amas o sólo estás convenciéndote a ti misma de que lo haces para poder cumplir esa promesa?
No respondió, no supo qué decir.
Pronto llegó el dios del trueno, para así poder comenzar el juego, pero su mente ya no estaba al cien por ciento en ese momento.
___ se sentía como una persona de doble bando, se sentía culpable al estar haciendo esto, por el simple hecho de no querer decidir, así no tendría que lastimar a ninguno. Era una buena persona, una mujer dulce y con un corazón puro, que simplemente había quedado atrapada en su propia red de promesas y mentiras.
Pero es que ella ya lo había pensado.
Lo había pensado tantas veces, y aún así le era imposible elegir.
Ambos eran sus mejores amigos, su familia, lo más cercano que tuvo a una luego de quedar huérfana a una edad tan joven. Desde que llegó a la vida de los príncipes, había sido educada y entrenada para ser la futura reina, puesto a que le dejaron en claro que se casaría con alguno de los hermanos, pero obviamente, conociendo a Odín, el elegido sería Thor, pese a todo; cuando se consideró una adulta, el siguiente paso lógico para todos, fue el matrimonio, porque en ese momento, la presión de Odín empezaba a surtir efecto, recordando que incluso después de la "muerte" de Loki, ya estaba hablando de comprometerlo con ella.
Pero tenía unos ojos azules, una cabellera negra y una sonrisa encantadora en su mente, siempre la había tenido.
Intentó alejarse por la confusión, pero ninguno de los hermanos salió de su mente, por algún motivo su ser no se permitía alejarlos, a ninguno de los dos.
La presión de una decisión aumentó cuando el día de ayer, en la casa del rubio, mientras este mismo terminaba de arreglarse, ella se topó con una caja de madera, donde estaba guardado el antiguo anillo de compromiso que alguna vez había tenido en su mano; este estaba acompañado de una nota, dirigida a ella, que no quiso leer, porque sólo complicaría más las cosas.
Hace un tiempo estaba lista para asumir ese tipo de compromiso con el dios del trueno, era un hombre perfecto y a pesar de todo, era uno de los más importantes en su vida y lo amaba muchísimo.
No se detuvo a pensar si el amor que sentía por Thor, era el amor que debía sentirse por una pareja.
A veces se sentía valiente para mandarlo todo al demonio y elegir a Loki, cada vez que tenía momentos tan íntimos con este. Pero no contaba con sus engaños, su sed de poder y todas las mentiras que eso involucró.
Suspiró pesadamente, en medio del juego.
Sabía que estaba jodida. Las cosas no se iban a solucionar ahí mismo, sino que seguramente, sólo empeorarían más, y de una forma u otra sabía que iba a perder a Loki por su promesa.
La idea de perderlo, de no volver a besar sus labios o ver las arruguitas que se hacen en sus ojos al sonreír, era de por sí algo insoportable de pensar. No sabía como reaccionar a ello y mentiría si dijera que no tenía miedo.
Miedo de que el pelinegro se diera cuenya de que merecía lo más glorioso del universo, y que ella sólo era una mínima estrella.
Miedo de que se hartara de aceptar lo poco que le estaba dando, y buscara a alguien que no lo oculte ni que lo haga esperar, alguien que le diera lo que en verdad merecía.
Miedo de que se fuera.
En ese momento, cuando el juego acabó, decidió dejar de pensar en lo que torturaba su corazón día a día, esbozó una leve sonrisa en cuanto Thor se acercó hasta ella, con el cabello mojado y goteando debido al juego en el mar.
—Buen juego, alteza.
—Sólo lo dices porque tu equipo ganó. —rodó los ojos con gracia— Ahora, date prisa y ve a vestirte.
Ella arqueó una ceja.
—¿Por qué?
—Pasaremos el día juntos, porque pareces haberte olvidado de mí y necesito hablar de algo urgente contigo. —sonrió.
Un escalofrió recorrió su espalda ante sus últimas palabras, pero lo disimuló.
Se despidió de sus amigos entre abrazos mojados cuando salieron del agua, para después emprender camino a su casa envuelta en una toalla y con su ropa arrugada en una bolita, junto con su teléfono.
Llegó a la puerta de su casa, abriéndola rápidamente y tumbando sus cosas en el suelo sin cuidado alguno, dejando la toalla también allí, mientras tiritaba levemente; de pronto, un sonido en la sala la hizo girar, encontrando a un Loki en una camiseta negra y una pantaloneta azul, sus orbes verdes se toparon con sus pozos azules.
—¿Loki? —musitó confundida— ¿Qué haces aquí?
El mencionado tragó hondo, repentinamente ansioso por el ambiente que se había formado y que distaba mucho del que normalmente había cuando los dos estaban juntos.
Fría, así la podía sentir.
Se pasó una mano por el pelo, levemente nervioso.
—Vine a dejar unos libros... —le echó un vistazo— Te divertiste allá afuera, ¿eh?
—Ah, sí. Fue un buen rato.
Ella se rascó la nuca, evitando su mirada, luego volvió a hablar.
—Bueno, creo que iré a darme una ducha y a vestirme, tengo... asuntos que arreglar.
—Supongo que con mi hermano, ¿no es así? —apretó los labios.
—Sí, supongo que tú también tienes cosas por hacer, así que hablamos después, ¿vale?
Algo en esa frase, tensó al dios.
—¿Nos vemos esta noche? —preguntó con un leve temor.
—Oh, no lo creo... No sé cuanto demoraré, así que, lo mejor es que te quedes en tu casa esta noche.
—A-ah, e-está bien.
___ se balanceó sobre sus pies, para luego sonreírle, mientras se acercaba a el, dándole una ligera caricia en la mejilla, que rápidamente lo hizo reaccionar, ladeando la cabeza y cerrando los ojos.
—Hasta luego. —se despidió, subiendo las escaleras para encerrarse en su habitación.
Algo no estaba bien.