Elígeme [Thor, Loki y tú]

[Libre]

DÍA 08.

Narras tú.

Sentí la luz del día golpear mi rostro, el dolor de cabeza y la terrible resaca se hicieron presentes en mi ser.

—Por los cielos... —gruñí, tomándome la cabeza fuertemente.

—Mhhh.

El sonido a mi lado me hizo girar, encontrándome con el perfecto rostro de aquel pelinegro que estaba tomando más de lo que estaba dispuesta a perder.

Sonreí suavemente cuando Loki se estiró levemente y se acomodó mejor en la cama, sin haber despertado en ningún momento.

Recordé todas las veces en las que el ojiazul se había quejado de mi sueño pesado, sin embargo, el también tenía un sueño tan profundo que a veces era muy difícil sacarlo.

Anoche había sido difícil, puesto que Brunhilde nos había llevado a Thor y a mí a celebrar nuestro compromiso, tuve que fingir felicidad ante la idea y sonreír ante cada cosa de la boda que hablaban.

Sin embargo, después de unas copas, supe que no podría soportarlo más y corrí a donde el dios del engaño.

Le había dicho a Loki que quería casarme con él.

El no escuchó, pero lo había dicho. Y volvería a decirlo una y otra vez.

No lo dudada ni un segundo.

Escuchar esas palabras provenir de mis propios labios, se había sentido como haberme quitado una carga de encima, estaba siendo sincera conmigo misma ante lo que yo en verdad quería.

Lo que en verdad quería, pero no podía hacer.

No quería ser la responsable de romper el frágil corazón de Loki, lo quería ser la causante de sus lágrimas y de su sufrimiento, pero hasta cierto punto, era totalmente inevitable, pues aunque estaba plenamente consciente de que estaba enamorada de él, tenía una responsabilidad que me había encadenado.

Sabía con una dolorosa precisión que no podía dejarlo todo, así en eso se fuera la felicidad que había tenido por tanto tiempo, y sabía que tarde o temprano, este dulce sueño en que estaba envuelta, acabaría.

Todo acabaría y yo me quedaría atrapada en un matrimonio sin querer casarme realmente, con un hombre que aunque era maravilloso, no me causaba los mismos efectos románticos que el pelinegro conseguía con tan sólo respirar.

Todo acabaría, y mientras yo quedaría encadenada, Loki podría volar por el mundo en medio de su brillo de libertad.

Me sentía egoísta, por querer conservar la brillante luz que el dios hacía emanar de mí con tan sólo existir.

No podía simplemente mandarlo todo al carajo, no podía darle explicaciones que no solucionarían nada, porque seguiría adelante con ese matrimonio.