Corrían en el patio muy felices, Richard era un niño alegre y divertido, a pesar de ya no ser una niña, Gertrudis siempre jugaba con él, a sus 18 años ya era toda una joven adulta, había crecido en gracia y belleza, estaba feliz de tener a su hermano y una familia unida, aquellos recuerdos de Poly se hacían borrosos, a veces quiso creer que todo se trató de una horrible pesadilla, comprendió que su peor momento había sido terrible y aún así Poly había estado con ella apoyandola, pero es triste que esa amistad se haya vuelto tan tóxica...
La muñeca estaba en una repisa del cuarto de Gertrudis, jamás en estos tres años, la muñeca había cobrado vida, el collar era una manera de traer al mundo a lo que fuera que poseía a Poly, aún así no quería saber nada de eso. En una ocasión de sus visitas a Ohio, alguien le contó la verdad acerca de Kelly, y es que Kelly no estaba loca, Kelly estaba poseída por el demonio que había dentro del collar, el collar había sido un regalo de iniciación para una secta satánica, las palabras de Poly acerca de ser un ángel de luz ahora eran una mentira absoluta, que cerca estuvieron ella y su familia de sufrir aquél tormento, pero... ¿Porque Poly no había querido poseerla a ella también? Tal vez era porque ya estaba grande cuando se la dieron o por que Gertrudis no era una niña cien por ciento inocente que digamos.
Era hora de partir, iría pronto a la enorme y prestigiosa Universidad de Glasgow, se había esforzado mucho por obtener una beca y ahora iba a cumplir su sueño de estudiar arquitectura, siempre quiso construir una gran y enorme casa para ella y su familia, era una carrera difícil pero no iba a rendirse.
Empaco sus cosas y pensó de inmediato en la muñeca, no iba a dejarla en casa con su familia y principalmente su hermano, así que la metió junto con sus cosas y fue a desenterrar el collar que había dejado bajo una piedra, lo sacó de la caja en donde lo había metido y lo metió junto con la muñeca (grave error).
Fue difícil despedirse de su familia y de su pequeño hermano, éste lloraba sin entender porque su hermana tenía que irse, Ruth abrazó a Gertrudis sintiéndose orgullosa de su hija, Gertrudis partió a la Universidad en su pequeña camioneta y se fue, vendría a visitarlos siempre que pudiera.
La Universidad de Glasgow era enorme, terrorífica y una impresionante obra de arquitectura, la Universidad misma fue una total inspiración para ella, así que se dirigió a su nuevo cuarto, le fue difícil encontrarlo y casi no podía con tantas cosas, finalmente lo encontró y se dio cuenta que lo compartíria con una chica de su edad.
-Hola, tú debes ser Gertrudis, mucho gusto soy Betsy.
-Hola Betsy ¿Como sabes mi nombre?
-Bueno pues seremos compañeras de cuarto, por eso lo se, vamos te ayudo con tus cosas.
-Gracias, eres muy amable.
-¿De dónde eres?
-Soy originaria de Ohio pero hace tres años que vivo aquí en Glasgow.
-Es poco, yo soy de Los Ángeles es mucho más lejos.
-Vaya que si.
Gertrudis desempacaba, su nueva compañera Betsy era muy agradable, era bajita, piel trigueña y ojos marrones y su cabello era muy rizado y lo usaba corto, ambas hablaban y hablaban sin parar mientras desempacaban, Gertrudis sacó entonces la muñeca y Betsy la miró sorprendida.
-Wow, ¿Y eso? Creo que estás muy grande para jugar con muñecas.
-Si bueno es que... Es especial...
-Bueno esta bien, yo traje a mi osito pero no le digas a nadie jajaja.
-Jajaja, de acuerdo.
-Trae acá quiero verla.
-No lo sé, yo...
-Anda, no le haré nada.
-Esta bien.
-Huy, pero si que es fea, esta toda sucia y descuidada, mira su vestido que sucio esta.
-Es una muñeca vieja y ha estado mucho tiempo guardada.
-Si, se le nota, mira trae una cuerda.
Betsy tiró de la cuerda e hizo hablar finalmente a la muñeca.
-Trudy es mi mejor amiga por siempre.
-Que graciosa, dijo tu nombre ¿Como lo hizo?
Gertrudis se puso pálida y casi deja caer su ropa, esa frase no era de la muñeca y mucho menos su nombre, sintió el estómago revuelto y Betsy lo noto.
-¿Estás bien?
-Si, es el viaje seguramente, iré a caminar un rato.
-De acuerdo.
-Mete a la muñeca en esa caja, por favor.
-Claro yo lo haré.
Gertrudis salió rápidamente de la habitación y salió del edificio, había una fuente cercana y se sentó ahí un rato, tenía tanto miedo de que la muñeca aún sin el collar tuviera vida.
Regresó de nuevo a la habitación y terminó de empacar, luego descansó un rato y siguió hablando con su nueva amiga, después se hizo de noche, necesitaba descansar y mañana empezaría sus clases, ya pensaría luego en que hacer con la muñeca.
A mitad de la noche, Gertrudis no podía dormir, un mal presentimiento le rondaba los pensamientos, se levantó y abrió la puerta, lo único que habían eran pasillos oscuros y espeluznantes, ahora no estaría mamá para ayudarle en sus terrores nocturnos, entró de nuevo y se acostó, de pronto sintió como algo subía a su cama, se levantó y se quedó sentada, era Poly de nuevo quién la veía con furia.
-Mira como has crecido Trudy, ya eres toda una adulta, ahora ya no vas a jugar conmigo ¿Verdad?
-No Poly yo...
-Por cierto, ¿Porque me quitaste mi collar? ¿Dónde estoy?
-En la Universidad.
-¿Que hago aquí?
-Te traje conmigo, es que no iba a dejarte haya con mi familia.
-Que linda amiga, inseparable como siempre, aunque no quiero compartirte con Betsy, no me agrada.
-Betsy es mi nueva amiga y mi compañera de habitación, si quieres quedarte deberas aceptar mis reglas, ¿Entiendes?
-Gertrudis ya déjame dormir, dijo Betsy mientras se movía en la cama.
-Lo siento es que yo estaba...
-Si, ya duerme.
-Esta bien...
La muñeca ya no estaba en la cama, un frío extraño recurrió el cuerpo de Gertrudis, se durmió con dificultad y en la mañana las campanas sonaban, era el anuncio que decía que las clases de las 6 estaban por comenzar, tenía clases a esa hora, así que se despertó y a su lado estaba la muñeca, sintió mucha rabia y enojo, realmente creyó que esto ya había acabado.
-Hay que ir a la primera clase, si llegas tarde no te dejan entrar.
-Me recuerda a la escuela.
-Si lo sé, este es mi segundo año así que yo te guiare como pueda, vamos, después te mostraré toda la Universidad.
-Gracias, eres tan amable.
-Y tú muy irrespetuosa, no debes hablar con tus amigos en la habitación cuando alguien este durmiendo.
-Descuida no volverá a pasar.
-Y guarda a tu muñeca, no querrás que nadie piense que eres una niñita ¿O si?
-No, claro que no...
Gertrudis agarró a la muñeca y la metió al armario, lo cerró y se fue a alistar para su primera clase, esta experiencia universitaria era muy difícil para ella y tener que lidiar con Poly era peor.
Mientras se iba, miró hacía la ventana de su habitación, Poly ya estaba observandola cómodamente en la ventana, Gertrudis se lamentó por haberla traído, este no es lugar para muñecas...
Betsy y ella recorrieron gran parte de la Universidad, Gertrudis estaba sorprendida de lo hermosa que era, cada detalle, cada ladrillo, cada pared, fue emocionante, pero esa alegría estaba tristemente apagandose por el problema que tenía con Poly, ¿Acaso nunca la dejará en paz?
Pasaban los días y Poly dejó de molestar, era extraño para Gertrudis pero aún así estaba agradecida, las clases empezaron bien, pero eran agotadoras, tantos números y medidas la iban a volver loca.
Una noche Betsy salió, iría de fiesta con unos amigos, invitó a Gertrudis pero esta no pudo ir, tenía tantas tareas que hacer.
-Tú te lo pierdes, adiós nos vemos luego.
-Que te diviertas.
Gertrudis se durmió en el escritorio de lo cansada que estaba, luego despertó y se sintió frustrada de no haber terminado su tarea, la cabeza le dolía mucho y extrañaba tanto a su familia, se acostó en la cama y comenzó a llorar, luego alguien comenzó a acariciar su cabello como cuando mamá lo hacía.
-Ya mi niña, Poly esta aquí, Poly te cuida...