-¿De verdad está llorando?
Nadie respondió a Neji lo evidente sobre Maito Gai que solo recibía alguna palmada de apoyo de parte de Kiba mientras Shino movía la cabeza de un lado a otro renegando de su suerte.
-Ino-chan llega a las once ¿Quién va a recibirla a la terminal? -preguntó Kakashi que, como todos, había ignorado al defensor legal y la vergüenza que llegaba a sentir por su maestro.
-Gracias por ofrecerte Kiba-kun, será mejor que corras, sabes cómo odia la impuntualidad.
-¡¿Eh?!-el muchacho se sobresaltó aterrado de sobremanera-¡Kakashi-sensei son las doce y cuarto!
-Por eso mismo, corre- respondió sonriente, al chico no debió decirle una vez más, la rubia debería estar hecha una furia, primero un viaje en autobús de diez horas y luego la recogían dos horas después de su llegada. ¡Pero estaba seguro que Kakashi lo sabía desde antes!
En cuanto Kiba cerró la puerta Gai dejó escapar un alarido acompañado de profusas lágrimas. Neji volvió a llevarse una mano al rostro casi sin concebir que el argumento del drama era que "una bella flor corrompió su juventud" cuando ni siquiera estaban seguros sobre la veracidad del acta matrimonial con ese completo desconocido que tal vez solo quería aparecer un rato en los medios.
Lo cierto era en todo caso, que en todos sus trabajos y domicilios anteriores, nadie tenía algo bueno para decir de ella. La despidieron de dos tiendas, los motivos en ambos casos fueron hostigamiento a los clientes, sus estudios los realizo por correo usando el sistema a distancia, popular en el País de los Campos de Arroz debido a la precaria situación infraestructural que padecían.
Con ello afortunadamente su lista se reducía, pues no podía haber compañeros con los cuales crear resentimientos. Y en pendientes de investigación quedaban solo aquellos con los que compartió vivienda.
-Kakashi-sensei- llamó Shino sacando un fólder de su portafolio.
-Encontramos al dueño del auto del que nos habló la anciana.
-Y no era ni rubio ni castaño, el tipo era calvo-interrumpió Kiba.
Shino volvió a tomar la palabra.
-Planeábamos darle una visita hoy por la tarde pero...
Quitándole el diario que momentos antes había vuelto a poner en evidencia que todo periodista se enteraba de cosas que no debía, hojeó en páginas anteriores buscando un artículo pequeño, pero de significación particular:
-¿Fraude y extorsión?-preguntó Kakashi sorprendido.
-Sí, ya habíamos confirmado sus antecedentes, Kiba ronca mucho y me puse a revisar con ayuda de Sai, y supusimos que tenía un secreto que Karin trataba de pagar, eso explica la hora de visita, algo discreto.
Gai seguía deprimido en un rincón de la habitación.
-Van a tener que averiguar cuál era ese asunto-dijo recibiendo un asentimiento.
-Neji-kun, ¿Conseguiste lo que te pedí?
El joven que permanecía de brazos cruzados resopló con fastidio.
-Sí...
- ¡Sabía que contaba contigo!
- ¡No tienes idea de cuánto me costó conseguirla!
Kakashi sonrió e hizo un gesto con las manos que minimizaba el acto.
-Nada que no pudieras resolver, yo lo sabía.
-Sasuke-san, espero que sepa que esto es ilegal-susurró Jūgo mostrando sus credenciales a un guardia de seguridad, pero no obtuvo respuesta, de cualquier forma, le iba a hacer aquel favor y eso era de lo que ambos estaban consientes.
Confidencial y anónimo, con el asistente personal del Procurador de Justicia al frente, nadie se atrevería a interceptar a Sasuke, incluso, si Jūgo daba la orden, todos borrarían aquella visita de su memoria.
-¿Cuánto tiempo?-preguntó cuando abrieron la última reja.
-Diez minutos - susurró el Uchiha entrando en el cubículo para descolgar el comunicador.
Jūgo asintió y le dejo a solas.
-¡Sasuke-kun!- la voz ligeramente distorsionada de Sakura al otro lado de la línea pareció completamente extraña para Sasuke que no respondió siquiera.
La joven de cabellos rosados guardó la emoción que la embargaba por el simple hecho de verlo ahí, aparentemente por su propia voluntad. Bajó un poco el rostro, estaba más pálido de lo usual, y parecía que no había dormido bien en varios días.
-No debería estar aquí, no si tu abogado no está presente-murmuró, aunque el amplificador de sonido le permitió a ella escucharle con claridad.
-No diré nada, no quiero meterte en problemas, lo prometo.
-Bien...
Hubo un momento de silencio, la elocuencia no era el punto más fuerte de la personalidad de Sasuke, y menos si el tema eran las reminiscencias de vivencias absurdas a su parecer. Con algo de brusquedad sacó el papel que había encontrado pegado a su parabrisas y se lo mostró pegándolo contra el cristal para que ella pudiera verlo.
Sakura se quedó sin palabras y la boca se le secó más de lo que ya estaba. Era una impresión común y corriente de una fotografía tomada tiempo atrás, en ella aparecían casi Naruto, Sasuke y ella, la imagen del rubio había padecido un cruel corte que sacaba la mayor parte de su cuerpo y cara del cuadro mientras que el entonces niño Uchiha y la chica se encerraban en un corazón trazado a pulso con un marcador rojo.
-Sasuke-kun... yo...
Estaba segura de que esa fotografía, al menos la original, la había roto él cuando se le declaró en un arrebato que incluso a ella le daba pena. Y la original la había tomado con película de rollo. Acercándose para ver, en esa impresión alcanzaba a detectarse la unión de los tres trozos: la original había sido escaneada.
-Yo no...
-Sakura...
Más silencio, ella estaba horrorizada, esa fotografía debía estar en la basura, en alguno de los depósitos de Konoha sepultada por los desechos posteriores de doce años. Sasuke respiró combinando en el acto un suspiro cansado.
-Solo quiero que este circo termine-dijo quedamente arrugando el papel y regresándolo a la bolsa de su saco.
-Siento... siento lo de Karin-san...
Sasuke levanto la vista, hacía unos días que los pésames habían terminado, pero ciertamente faltaba ella. Como hizo con los otros se encogió de hombros.
-¿Qué tan mal te va?- preguntó para cambiar el tema sobre cómo se sentía, cómo iban las investigaciones, y qué pensaba hacer a futuro.
-He tenido mejores días... aunque...
-No pretendas que todo está bien. Creo que Neji está empezando a pedir una extradición- dijo de momento, aunque no estaba seguro, no ponía mucha atención a los correos que le mandaba el Hyūga, ni siquiera estaba seguro del porqué los mandaba si les había dicho desde el principio que le tenía sin cuidado lo que hicieran.
-Sería más cómodo.
-Tal vez.
-Sasuke-kun ¿Por qué... porqué pediste que cremaran el cuerpo de Karin-san?
-Yo no lo hice.
De pronto la puerta se abrió, entró Jūgo con el semblante un poco agitado.
-Sasuke-san, alguien del cuerpo defensor quiere pasar, tengo a un oficial reteniéndolo con pretexto de sospechar de su credencial.
El muchacho se puso de pie dirigiéndole una última mirada a su compañera. Aquella conversación no había existido, y era por el bien de su situación legal.
-Salgamos por atrás- sugirió Jūgo conduciéndolo por los pasillos.
-¿Te importa si voy solo?- pregunto adelantándose sin esperar respuesta, con aquél inmenso hombre siempre había sido así, Sasuke podía disponer y el otro no reprochaba. Viéndole marcharse giró para regresar y resolver el asunto del agente y su credencial, reprendería al "incompetente", dejaría pasar al defensor de Konoha y pagaría el almuerzo de los involucrados.
Movió la cabeza, decepcionado de sí mismo ¡Cómo cosas tan sencillas fomentaban la decadencia del sistema!
Para cuando lo vio, escapar no fue una opción. Naruto ya le había saltado encima y poco le faltaba para abrazarlo con fuerza, en cambio, el rubio escandaloso se limitó a dejarlo acorralado entre dos autos, la pared y él mismo.
-¡Sabía que vendrías!
-Sabía que tú pusiste la foto.
Sasuke resopló.
- ¿Qué quieres?
-¡Vamos! ¡No hay porqué ser groseros! ¡Tiene mucho tiempo que no te veo! Solo quiero hablar.
-Ya se lo dije a Suigetsu, a Kakashi, a Orochimaru y al imbécil de Kabuto, no necesito un hombro para llorar.
Buscó la manera de abordar su auto y emprender la huida, pasando encima de Naruto en caso de ser necesario.
-Te propongo un trato- habló el chico sonriendo ampliamente con lo que enfatizaba sus rasgos zorrunos, característicos de él-. Vamos a tomar algo, hablamos un rato, hasta las seis, y después, me desaparezco.
A Sasuke le pareció tentador, demasiado para ser sincero y tal vez la única opción que tenía para no permanecer en calidad de fugitivo para aquél obstinado sujeto que era su amigo. Porque definitivamente, no podía negar que lo era.
Suspirando tras la evidente derrota le indicó que subiera.
-¿Iremos en tu auto?- preguntó el rubio encaminándose al puesto de copiloto.
-Imbécil, tú no tienes.
- ¡Claro que tengo! ¡Dattebayo!
-Esa lámina corroída no es un auto.
-¡No es una lámina! ¡Es un clásico!
-Es chatarra.
-¡Que no lo es!
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