Jenny: Bellyache - gilbert bl...

By theriskyanne

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reparto
❝SOUNDTRACK❞
- PARTE UNO: VIAJE
Capítulo Uno: El Viaje
Capítulo 2: Los Cuthberts
Capítulo 3: Zanahorias Enojadas
Capítulo 4: Pijamada
Capítulo 5: Cena Con Los Blythes
Capítulo 6: La Carta Del Tío Fred
Capítulo 7: Nadie Se Escapa
Capítulo 8: Tejas Verdes
Capítulo 9: Amigos
Capítulo 10: El Regalo
- PARTE DOS: RENACER (soundtrack!)
Capítulo Once: Llovizna
Capítulo Doce: La Tercera Vez
Capitulo Trece: ¿Flores?

Capítulo Catorce: Lluvia

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By theriskyanne

El barco que zarpaba desde Francia con rumbo a Trinidad parecía una combinación de máquina mortal y barco de turistas: no era demasiado grande, tenía un buffet en la sala principal y los camarotes estaban contados para al menos 20 personas. Había "habitaciones" para los trabajadores, las cuales eran subterráneas y parecían refugios más que un lugar de descanso.

Francis y Lucille me despidieron ahí en la costa, después de que el chico entrara mi equipaje y encontráramos el lugar donde estaría durmiendo. Aunque venía a trabajar en la planta más baja del barco, el dueño y capitán reconocieron mi apellido y se llevaron casi 2 horas de charla sobre mi padre cuando fui a comprar el boleto. Así, es que me acomodaron un camarote aunque pretendía dormir con las otras trabajadoras.

Esa mañana estaba lloviendo, no era el mejor día para comenzar un viaje por mar pero se debía hacer de igual forma.

— Cuando se vayan de Francia, envíen una carta a mi casa en Avonlea para leerla cuando regrese. James estará ahí entonces, si regresan antes, pueden quedarse en nuestra casa todo el tiempo que deseen.

— Está bien, Jenny. Te estaremos molestando en unos meses ahí — Francis dijo eso mientras se despedía con un abrazo, después dejando que Lucille me revisara por última vez antes de jalarla del brazo porque seguía insistiendo en que yo tenía gripa.

— Estaré bien, chicos. Nos vemos en otra ocasión.

El barco no demoró en iniciar su camino tiempo después de entrar al camarote. Tengo un trabajo que hacer, y definitivamente no con la ropa que llevo. Comencé a cambiarme en mis pantalones de trabajo, junto con la camisa y el sombrero que siempre usaba. Mi cabello era demasiado largo y molestaba al intentar trabajar, así que lo acomode con varias pinzas y un lazo.

La parte inferior del barco estaba más calmada de lo que esperaba. Ya que solo había pasado una hora desde que zarpamos, no habían muchos problemas. Cuando estuve ahí saludé a algunos trabajadores que se encontraban recostados en sus respectivos lugares y me acerqué al supervisor.

— Buenos días, señor. — El hombre me observó de arriba a abajo en eso momento, y preferí seguir con mi sonrisa mientras hablaba.

— ¿Es usted James McKyntire? — Cuando iba a seguir hablando él comentó eso. Me quedé congelada como un bloque, sin saber que más decir. ¿Por qué el nombre de mi hermano? — El mecánico que trajo el capitán. Yo soy el supervisor Blanc.

— Yo... — Ni siquiera quiso escucharme más y me entregó varias hojas impresas en papel amarillo, casi como el de los periódicos. — ¿Y esto?

— Son los planos del motor. Usualmente no hay problemas mayores con él, pero este va a ser uno de los viajes más largos que ha hecho el barco, así que harías bien en aprendértelo para cuando te necesitemos.

— Señor, pero yo-

— Vaya arriba, aquí ya hay suficientes personas.

— Quisiera darle un vistazo a las máquinas, señor. Especialmente la de carbón. — De nuevo me miró de arriba a abajo, silbándole a dos trabajadores para que me acompañaran.

Ni siquiera se que decir en estos momentos. ¿James? ¿Por qué mi hermano? Lo menos que esperaba era ser tomada como un hombre en este lugar. Tengo que admitirlo, me sentí muy ofendida. ¿A caso El Capitan no quiso decirles que su nuevo mecánico es una mujer?

De igual forma, los dos trabajadores eran muy diferentes al supervisor y ellos me explicaron cosas que habían sucedido en viajes pasados.

— Muchas veces el nivelador de presión aumenta demasiado, y llega a explotar. Nos sucedió en un viaje parecido a este, hacia Chicago. — La persona que me estaba diciendo esto era un hombre de color de, al menos, 24 años. Se veía bastante joven, y era casi de mi altura. — El último mecánico logró arreglarlo por el momento pero puede que vuelva a suceder.

— Está bien, lo tendré en cuenta. — Había traído conmigo mi libreta así que comencé a escribir en ella, señalando algunas partes que lucían en mal estado. Si en algún momento el barco enfrentaba una tormenta, debía de estar pendiente del estado de esas piezas o de otra forma la presión haría explotar algo. — ¿Saben de otro problema?

— Además de este, no hay más. — Note que solo era uno de los dos el que me dirigía la palabra, y cuándo miré al otro, solamente me recibieron unos ojos fríos. — ¿Estaría bien si puede ir a revisar algunas cosas que pidieron los invitados? Nos dieron una lista, pero no podemos subir con usted para acompañarle.

— ¿Por qué no? Ustedes son los que conocen este barco, me demoraría todo el día en encontrar los lugares de la lista. — Ambos se miraron uno al otro, sin saber que responderme. Me volví hacia el supervisor, caminando lejos de ellos. — Señor Blanc, necesito subir con dos de sus trabajadores para revisar algunas cosas arriba, espero que no tenga problema con que nos demoremos un poco.

Blanc me miró por tercera vez de arriba abajo y comenzó a reírse, dejando de tomar del vaso que tenía al lado.

— Ninguno de ellos puede subir al piso principal por órdenes del capital, señor McKyntire. Los invitados no están aquí para una exhibición-

— Pero ellos van conmigo. El capitán confía en mi criterio como mecánico, señor. Que dos de sus trabajadores me guíen por el barco no debe ser perturbador para nadie.

— Muchacho, sea sensato. — Ya este viejo me estaba haciendo enojar, pero decidí tomar mi cuaderno mas cerca, suspirando. — El lugar de ellos es aquí abajo.

— Señor Blanc, no se si a usted y al capitán se les olvidó, pero la esclavitud en nuestra nación se prohibió desde 1794. Estamos en el siglo 20, señor. No hay ninguna razón para que estos hombres no puedan acompañarme. Si el capitán presenta quejas, yo responderé a ellas.

En ese barco parecía ser que las únicas conexiones que tenía eran con el capitán y mi apellido, pero ni siquiera el primero quería reconocer que había contratado a una mujer como mecánica, y el segundo no me servía de mucho con personas de tan poca civilización.

Al final subimos de igual forma, pero el segundo de ellos decidió quedarse abajo.

— Mi compañero es muy terco, lo lamento. — El mismo chico de antes dijo eso cuando comenzamos a subir las escaleras, pero hizo señas para que entendiera que no era nada de otro mundo. — Pero, trate de no desafiar las órdenes del capitán, señorita. Puede pasar un mal rato durante el viaje.

— Así que alguien si me reconoce como mujer, gracias. — Él sonrió cortamente a mi lado, sosteniendo la caja de herramientas que había dejado arriba antes de bajar.

— Estaba un poco confundido pero parece que mis instintos si son verdad. — Asentí, viendo lo que sucedía en uno de las barandas del barco. El tornillo estaba cayéndose por la humedad así que comencé sacarlo. — ¿Qué la trae a este barco, además del trabajo?

— Trinidad. Necesito llegar ahí. — Saqué el tornillo corroído totalmente, y tome otro que me alcanzó el chico. — Por cierto, ¿cuál es tu nombre? Luces un poco más joven que el resto.

— Joan. Tengo 25 años. — Así que no estaba tan equivocada sobre su edad. Terminé de colocar el tornillo, limpiándome los dedos con mi pañuelo.

— Yo soy Jenny. Aunque parece que ahora me llamo James — Joan volvió a sonreír de la misma forma que antes, y supe lo que sucedía. — No tienes que sentirte incómodo por hablar conmigo. A diferencia de las personas de este barco, no me importa de que color sea tu piel. Ambos somos trabajadores para la misma persona. Así que te trataré como tal. Espero que hagas lo mismo.

— Está bien, señorita.

Esa noche, después de arreglar alrededor de 12 cosas en el piso superior del barco, terminé volviendo a mi habitación a las 5 de la tarde. Ni siquiera había almorzado, y pronto sería la cena.

Lucille tenía un poco de razón cuando dijo que tenía la gripe. No era nada serio, pero después de haber pasado horas bajo la lluvia de Francia, definitivamente había agarrado algo. Decidí tomar un poco de té y usar el vapor caliente calmar mi nariz obstruida, y terminé por quedarme dormida por dos horas.

Fue la campaña de la cena lo que me despertó, así que decidí lavar mi rostro, soltar mi cabello y dirigirme al salón de comidas.

En ese momento no había nadie, pues era aún muy temprano para algunos. Decidí servirme rápido y comencé a llenar un plato de comida: puré de papa, algo que parecía ser pollo con especias, dos manzanas y una taza de café. Cuando me senté a comer, ya lentamente comenzaron a llegar personas.

— Buenas noches — Murmuré lentamente entre la comida hacía dos tres mujeres que se sentaron al frente, y quienes me devolvieron el saludo casi que de forma inexistente.

— Ni siquiera tiene un poco de maquillaje en el rostro... ¿Y le viste los pantalones?

Ignore lo que decían, y me dediqué a terminar ambas manzanas para poder llevar mi plato a la cocina. Estaban demasiado agrias, pero no habían verdes así que tuve que acostumbrarme al sabor. Cuando por fin terminé llevé mi plato a la cocina.

— ¡Señorita, puede dejarlo en la mesa! — Uno de los ayudantes en la cocina me dijo, señalando atrás. — No tiene porque venir hasta aquí.

— No es problema, antes, quisiera ofrecerme a tomar el turno de lavar los platos. — El ayudante negó varias veces, diciendo que no podían hacer a un invitado trabajar. — En realidad también trabajó aquí, soy el mecánico que contrato El Capitan.

— ¿Mecánico? — Me miró de arriba a abajo, ya la cuarta vez en el día. — ¿Habla en serio?

— Claro que si. — Di un paso dentro de la cocina, tomando uno de los delantales disponibles al lado. — Es por eso que tomaré este turno para lavar los platos.

El ayudante seguía incrédulo a mis palabras pero seguí lavando sin darle importancia, termina casi una hora después. Lo bueno de las personas con dinero, es que usualmente comían temprano y se iban a dormir. Lo sé porque los padres de Liam solían actuar igual.

Al terminar agradecí a los ayudantes de la cocina por su trabajo, y me fui a mi habitación una vez más. Era mi primer día, y aunque debería sentirme cansada físicamente, me sentía más exhausta mentalmente. Eso de que el capitán les haya dicho a los supervisores que el mecánico nuevo era un hombre me dejó un poco mal, principalmente porque era obvio que nadie quería admitir que una mujer ejercía esa profesión.

Y es que ni siquiera a mis 16, casi 17 años, había experimentado una sola vez lo que era ser reconocida por alguien más que mis amigos. Y eso me frustraba al nivel de que mi rodilla comenzaba a doler aunque no estuviera caminando.

Decidí dejar de lado eso por ahora, no quería dañarme mi primera noche en ese barco, y mucho menos quiero empeorar la situación de mi gripe. Prefería tomar una hoja de papel y mis lapiceras, para escribir otra vez.

Es posible que nunca le entregue a Gilbert estas cartas, pero al mismo tiempo es la única manera de despejar mi mente. Lo mismo con James, y Jordan.

Mientras más se acerca su aniversario de muerte, más pienso en el hecho de que ya llevo años sin mi hermano mayor. Ya llevo intentando vivir en este mundo unos 3 años sin él, pero aún siguen vívidos los momentos.

Desde esa vez que me di cuenta de mis sentimientos por Gilbert Blythe, me imagine el escenario de como sería presentárselo a mi hermano mayor. Quisiera presentarle la persona que me gusta, para que sepa que ya no estoy sola. Tengo a James, a los chicos de Avonlea, y a Gilbert. Para ser honesta, después de este tiempo donde sólo hemos sido mi hermano y yo, encontrar nuevas personas fue vigorizante.

Pero ahora vuelvo a estar lejos de ellos, y aunque lo hice con una razón específica, sigo pensando que es un poco triste separarme de ellos.

Y si de esta manera pienso yo, alguien que ha pasado menos de un año en la isla, ya imagino como se sentiría Gilbert, quien lleva toda su vida ahí.

Tal vez, Lucille tiene razón. ¿Sería capaz de pedirle a Gilbert que venga conmigo a Francia cuando James y yo tengamos que volver? No quiero pedirle que se separe de sus amigos. Gilbert es de Avonlea, tiene toda su vida ahí. Yo, en cambio, sigo siendo una extranjera. Aunque mi hermano y yo por fin tenemos amigos en la isla, nunca hemos olvidado el hecho de que somos de Francia. Nuestra familia está en Francia.

Pensar en volver a Francia para vivir no me agrada, y mucho menos tener que ver a las personas con las que compartí infancia.

A final de cuentas, solo soy yo divagando en cosas que aún no pasaran.


PD: próximamente estaré editando los primeros capítulos de la historia (faltas ortográficas, etc). No cambiare nada de la trama así que no es necesario que lo vuelvan a leer, pero si quieren pueden volverlo a revisar después de editado para que sea más agradable la lectura. Se que desde el 2017-2018 mi forma de escritura a cambiado bastante así que se siente un poco distinto, entonces puede que haga algunos cambios en eso.

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