Diario perdido •Katsuki Baku...

By Baruta-

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Su timidez y miedo al rechazo le hacían escribir en un pequeño cuaderno lo que sentía por él. Varias hojas en... More

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By Baruta-


Miércoles. Media semana después de Navidad. Llevaba pensando bastante tiempo. Incluso dejó de escuchar las voces de sus compañeros en el cambio de clase, aquella nota no dejaba descansar su mente por más de un minuto. A medida que buscaba enfocarse en sus estudios, charlas casuales o siquiera dormir, todas y cada una de las palabras de aquel escrito volvían para no dejarla tranquila. No podría sentirse del todo insegura y podría, de alguna forma, agradecerle a esa chica por ello..., sin embargo, debía comprobar aquello.

Faltaban poco más de dos meses para que iniciara marzo, el mes que mencionaba la nota, pero no sabría de cuál de todos sus días aquella chica la estuviera previniendo. Quizá, con esa nota si podría llamar a su madre y hablarle de ella, pero, aun, temía correr el riesgo de preocuparla si todo se trataba de una broma o una confusión por parte de la desconocida ¿Será que ella la ha observado? ¿Cómo lo haría si gran parte del tiempo lo pasa en la academia? ¿Estudiará en Yuei también? Si era así ¿en qué año y curso? Pero además ¿de qué debería cuidarse? ¿cómo debería prepararse ante lo desconocido que no explicaba aquella nota? Su estado emocional aún no estaba tan alto para soportar otro acontecimiento como el anterior o similar, y su con fuerza, a pesar de poder ser suficiente, no se sentía segura de pelear en esos momentos, temiendo tener un descontrol más de sí misma y terminar afectando a más personas de las que debiera.

—(Nombre)-san.

¿Tendría alguna relación con al incidente de su padre? ¿El enemigo había encontrado la forma de contactarla? Pero ¿por qué la estarían previniendo de algo que podría ser beneficioso para ellos? O ¿podría ser que quisieran utilizarla como carnada para llevar a alguien en específico? No podría arriesgarse a que alguien más sufriera por su culpa o bajo la posibilidad de que lo pudiera prevenir. Si eso sucediera, no se perdonaría jamás; tanto como no haber estado con su padre por más tiempo ¿cómo podría detener a los villanos, a Kohaku? ¿Cómo podría hacerlo sin permitir que más personas salieran afectadas como su padre? Habría que descubrirlo y estudiarlo para atacarlo, y prevenir que utilizara su habilidad de intercambio, pero... ¿cómo?

—¿Estas bien, (Nombre)-san?

La voz de Izuku la regresó a la realidad y dirigió su mirada a las personas que tenía a su alrededor, siendo las chicas y el mismo peliverde. Tenían una expresión confundida y preocupada, pues la azabache no escuchó los contantes llamados de su amigo peliverde. Ashido estaba delante de ella, observándola con el ceño levemente fruncido, conociendo ese gesto intranquilo que la pelirosa no mostraba tan seguido, pidiéndole una respuesta que borrara todo rastro de esa inseguridad cuanto antes.

—S-si, estoy bien —respondió apenada, rascando su nuca y ladeando la cabeza ligeramente en el acto—. Solo... pensaba —añadió observado a todas las chicas para finalizar en Midoriya.

—De acuerdo... —la pelirosa no quedó muy convencida de ello, quizá, más tarde hablaría con ella en su habitación—. Vamos a comer entonces —la invitó mostrándole una sonrisa de boca cerrada, queriendo disimular el poco convencimiento que tenía tras escuchar la respuesta de su amiga.

Y, tras oir su invitación, (Nombre) cambió su semblante a uno más tranquilo, dejando todos esos pensamientos agobiantes para otro momento del día. Había pasado tres días con ese secreto en su cabeza, pero ya no podría soportar más días así sabiendo que el tiempo se pasaría y para entonces, considerando que todo fuera realmente cierto, no tendría una forma de lidiar con lo que pudiera enfrentar. Pensaba hacerlo por su cuenta, efrentarse a ello sin que nadie más lo supiera y de esa forma no poner a nadie más en riesgo; si todo era un plan de Kohaku, no iba a permitir que nadie más tuviera el mismo destino que su padre.

Quizá, aprovecharía toda la tarde para pensarlo, para planear algo y estructurarlo con el paso de los días hasta que marzo llegara. Pero, en lugar de todo eso, deseaba depositar su confianza y liberar sus inseguridades en una persona. Y esa persona le esperaría después de clases en el lugar donde solían entrenar. Sin embargo, su atención debía estar enfocada en sus amigas y en ese breve descanso en la cafetería.

Sabía que le debía una respuesta a Mina, una explicación que realmente la convenciera, porque ya había esperado demasiado.


***

Pensativo. Así podría ver a Deku, sentado sobre el suelo justo delante de ella mientras observaba la nota que la desconocida le entregó. Le había escrito un mensaje momentos antes de terminar el descanso y regresar de la cafetería con las chicas al aula, pidiéndole que fuera al lugar donde entrenaban para platicar de una inquietud muy grande que tenía desde Navidad. Tal vez, la preocupación también se instalaba en su interior aunque quisiera mostrarse tranquilo ante ella, pero (Nombre) había estudiado sus expresiones y lograba intuirlo con solo verlo de reojo, fingiendo que rompía algunas ramitas que encontró en el suelo esperando un comentario al respecto.

No quería preocuparlo demasiado, que aquello lo considerara como un aviso o una simple broma o confusión como ella deseaba hacerlo, pero sabía que eso sería difícil. Nadie podría entregar una nota de forma tan misteriosa y extraña como lo hizo la chica de la capucha negra en el centro comercial.

—Quisiera creer que es una broma...

(Nombre) murmuró su deseo, pero, a su vez, una voz diferente a la de Izuku, perfectamente reconocible a la distancia gracias a sus estruendosos gritos, se oyó—: He visto ese sobre antes...

La presencia de Bakugo no era esperada, no porque no quisiera que estuviera ahí, sino porque no era común verlo por ahí. Provocó un respingo en ambos y en Izuku un pequeño hipido asustado. Lo observaron salir de los arbustos que obstruían el camino de regreso a la academia y la residencia, como si recién llegara con ellos y hubiera observado el sobre de reojo para decir al aire su comentario. No obstante, quien logró ver el gesto serio de Bakugo fue (Nombre). Conocía los gestos de Bakugo, aquellos que mostraba cuando perdía una práctica, era reprendido por Aizawa o simplemente se mostraba como una persona peleada con la vida, aunque ese era normal en él...; pero el que veía ahora era diferente. La opacidad de sus iris lograba confundirse con los puntos de sus pupilas, su ceño, a pesar de ser cubierto por las hebras de su cabello, no estaba fruncido a profundidad, pero, de alguna forma, lo hacía ver más serio o molesto con algo..., o con alguien.

—En el centro comercial —añadió segundos después, dirigiéndose exclusivamente a (Nombre) solo para recordarle que, a pesar de haber ocultado ese sobre entre sus compras, él logró verlo.

Quizá, había sido demasiada obvia ocultándolo torpemente y titubear a la hora de hablar con él en el centro comercial. Le sorprendía lo bien que respetaba la privacidad de los demás y tal vez, viendo que ahora Izuku podía verlo, consideró que podía decir aquello sin problema alguno. Pero ¿por qué estaba serio al mencionar aquel sobre? No había estado previamente para escuchar su contenido, aunque ni siquiera ella se molestó en explicarle a Midoriya qué tenía escrita la nota y solo lo dejó leerla.

—¡Kacchan! —gritó Deku incrédulo por verlo ahí una vez más, pues en esa ocasión no parecía estar corriendo como lo hacía por las tardes, era como si él solo hubiera ido... ¿a verles? No estaba seguro— Tu... ¿tu ya has leído su contenido? —preguntó analizando un poco más la situación. Mencionó que lo vio en el centro comercial, y recuerda haber visto llegar a sus dos amigos juntos después de ir ahí, lo que podría decirle que la chica lobo había hablado con él sobre el tema, y solo quería confirmarlo.

—No —Bakugo respondió tajante, escupiendo aquella palabra solo para terminar de acercarse a ellos y observarlos desde su altura, con las manos dentro de los bolsillos del pantalón deportivo de la academia—. Solo cuando orejas trató de ocultarlo —aclaró. Diciéndolo como un reproche que no quería admitir que era.

Al inicio, pretendía ir hasta ellos solo para ver si estaban entrenando como otros días; fingiría que corría una vez más y ninguno de ellos sospecharía que había ido solo para curiosear... Pero, cuando no escuchó ruidos de golpes, gritos o quejas por el entrenamiento, supo que algo más sucedía, incluso llegó a pensar que había ido hasta ahí como un idiota creyendo que los encontraría; sin embargo, tras llegar a un arbusto cercano, logró verlos sentados en el suelo y se acercó solo para comprobar qué pasaba o qué les impedía practicar. Luego, vio a Izuku pensativo, sosteniendo algo en la mano que catalogó, de inicio, como su libreta de anotaciones, creyendo que analizaba sus notas sobre héroes para aconsejar a la chica lobo. Se sintió molesto. Y fue así hasta que dio un paso más, que distinguió aquel sobre que su compañera quiso ocultar en el centro comercial.

Eso lo puso más serio que otras veces y quería preguntarse por qué reaccionaba de esa manera. No era un asunto suyo, pero, inexplicablemente, esperaba que (Nombre), al considerar que vio aquel sobre y notarla inquieta por tenerlo, él fuera la primera persona a la que le hablara de su contenido.

—Yo... ammm...

(Nombre) se mostró nerviosa ante la atenta mirada de sus dos compañeros de clase, apenada con Midoriya por no decirle completamente la información. Nadie más sabía de ese sobre, ni siquiera su madre; pero nerviosa por la de Bakugo, que era la primera vez que le observaba de aquella forma, tan directa e intensamente como si de alguna forma le pidiera una explicación por ocultarlo en el centro comercial. Pero, si (Nombre) era sincera consigo misma, una pequeña parte de ella se sentía culpable por ocultárselo a Bakugo y no mencionárselo justamente en el centro comercial y saber qué era mejor hacer. Él podría haber sugerido buscar a un policía para perseguir a la persona que se lo entregó, o quizá encontrar a esa misma persona y preguntarle qué diablos pasaba por su cabeza para hacer eso. Pero, en lugar de todo eso, y dejando que los nervios y la sorpresa la envolvieran, decidió quedarse callada al respecto y continuar su día con normalidad, sin saber que esa nota, justo en ese momento, le provocaba dolores de cabeza y más inseguridades de las que ya tenía.

—Creí que...

Pero no encontraba las palabras para explicar todas las ideas y pensamientos que tenía acumulados en su cabeza. Quería explicarles sus inseguridades de por qué no quería decírselo a nadie, lo que pensaba hacer por su cuenta, el temor de ser observada por los villanos muy de cerca y no saber quién pudiera ser. Quería decirlo todo y a la vez no, porque no encontraba la forma de hacerlo, de explicarlo con claridad y no titubear, deseaba preguntarles qué hacer al respecto, que le aconsejaban, pero no podía.

—Déjame ver eso —Bakugo sin previo aviso le quitó la nota a Izuku, comenzando a leer el contenido de la misma, sin prever que su estómago daría un gran vuelco por la información. No sabía cómo explicar los motivos por los que creía tener aquella sensación y a la vez se mesclaban con la ira y una extraña y minúscula, pero irritante, inseguridad.

—Podría tratarse de una broma... una confusión...

—¿De veras lo crees? —Bakugo cuestionó con un tono frío, serio... provocando un escalofrío en (Nombre) al entender que todo lo escrito ahí, no tenía nada de chiste— ¿Ay un maldito psicópata que te está observando y crees que es una broma?

Izuku simplemente observó a sus dos acompañantes, notando más de lo que podría en cada uno de ellos.

—¿Por qué no dijiste nada en el centro comercial? Pudimos haber encontrado a ese bastardo y detenerlo de una vez —espetó Bakugo con ira, sin medir el tono de sus palabras e ignorando a quién se las decía por el simple hecho de saber que (Nombre) podría estar en peligro incluso dentro de la UA. Pero..., seguía sin entender por qué se comportaba de esa manera. Quizá podría dejarlo a que siempre había sido así de gritón, pero, aquella inseguridad oculta en cada sílaba de sus palabras, le decía que ese no era el motivo.

—Kacchan ¡Detente! —Izuku se interpuso entre la penetrante mirada del mencionado y (Nombre), quien desviaba la suya a otro lado reflexionando las palabras de su amigo—. Al menos debemos saber sus motivos —se puso serio, haciéndole ver el punto de vista de ella, de lo que pensaba, de lo que pasaba en su vida. Al igual que él, Midoriya sabía que Bakugo estaba preocupado por su compañera de clase, quizá aún más. Ambos podían entender lo que pasaba con ella, las inquietudes que tenía gracias a esa investigación en la que estuvieron involucrados durante sus prácticas y, sobre todo, no olvidaba el momento en que él fue más rápido para sostener a (Nombre) antes de caer al suelo cuando se desmayó.

La imagen era tan nítida en su cabeza. Recordaba a Bakugo sostenerla con cuidado, poner sus manos sobre los hombros de la azabache y luego dejar que su peso se recargara en su pecho. Había duda en sus fracciones después de eso, como si no supiera qué hacer, a dónde ir o si debía llamar a los médicos para que la ingresaran a la ambulancia; sin embargo, antes de ello, y de acercarse hasta él, Deku notó cómo era que miraba a su compañera. Molesto, impotente. Observando a todos lados como si deseara encontrar al vilano y hacerle pagar por aquella herida en el rostro de (Nombre), aquella que se detuvo en tocar porque sabía que la lastimaría más. Quizá, Midoriya empezaba a relacionar sus casuales encuentros con la preocupación que Bakugo pudiera tener por su compañera, creyendo que ya sabría que todos los sentimientos que había leído en aquel diario negro eran de su compañera.

Por un instante, (Nombre) se quedó callada, regresando la vista al frente, pero sin mirar a Bakugo y dijo—: Si creía que era una broma o una confusión... si lo hacía... —se detuvo, tensando la mandíbula, sintiéndose patética por sus siguientes palabras, aquellas que no quería mencionar solo para no mostrar debilidad, para no ser débil ante él. Y él la miraba desde su altura, con la mandíbula ligeramente tensa y sus manos hechas puño sin llegar a tensar sus nudillos, con aquella nota arrugada en una de ellas— no tendría miedo.

Y lo dijo. Lo soltó, y con ello un gran peso que sentía desde que leyó por primera vez aquella nota. No quiso observar a sus acompañantes, ni ver sus rostros llenos de incredulidad o burla por lo que decía. Pero sus ojos se abrieron demás, sorprendida por las palabras contrarias a lo que creía, aunque tuvieron que pasar algunos segundos para que cada uno de ellos pensara con cuidado sus palabras.

—Está bien, (Nombre) —Izuku fue el primero en hablar, poniendo su mano amiga sobre el hombro de la chica, recibiendo su mirada zafiro con un pequeño brillo de esperanza en él—. Yo también he tenido miedo. Todos tenemos miedo, All Might, incluso Kacchan ha tenido miedo.

—¿AHH? —Bakugo se quejó con naturalidad, provocando una pequeña sonrisa de boca cerrada en (Nombre) por la reacción cómica que suele tener. Obligándolo a cruzarse de brazos y murmurar maldiciones para conservar ese gesto en su rostro y no aquel preocupado.

—Todo estará bien, (Nombre) —Izuku le sonrió

Sé mi héroe, Bakugo.

Página ocho

¿Cómo podría hacerlo y cuando planeaba decirle algo sin querer morderse la legua? Delante de él. Justo delante de él alguien más lo hacía. Alguien más decía aquellas palabras "Todo estará bien", aquellas que ella ansiaba escuchar de su boca mientras le daba una caricia o un apretón reconfortante, porque, ese momento, donde (Nombre) permanecía sentada en el suelo repleta de miedos e inseguridades, tratando de salir de aquel abismo que provocó la partida de su padre y el derrumbe con el que contribuyó el villano..., era el ideal para decirlas.

Sin embargo, su orgullo le dijo que no. Que no debía hacerlo, que ya había alguien más. Su rival fue el primero...

—¿No es verdad, Kacchan?

Recibió la mirada de ambos. De un sonriente Izuku y una tímida, pero expectante y curiosa (Nombre) que esperaba escucharlo hablar, decir algo, al menos una palabra reconfortante; aquel "sí" que confirme lo que decía Midorya, pero no fue así. Él solo chasqueó la lengua—: Aun así, debiste decirlo en el centro comercial.

Sin decir alguna palabra más, salvo por parte de Izuku invitando a (Nombre) a regresar a la residencia, los tres tomaron rumbo a los dormitorios. El cielo se tornó de tonos naranjas y rojizos, anunciando la puesta de sol e indicándoles que debían regresar cuanto antes si no querían problemas con su profesor. Pareciera ser que los tres caminaban en sintonía, pero por un par de pasos más, Bakugo iba en la delantera, con su postura habitual y encorvada, con el rostro pensativo, su ceño fruncido a profundidad y varias preguntas en su mente, así como algunas palabras atoradas en su garganta.

Por su parte, Izuku y (Nombre) regresaban juntos, en silencio, pero nada incómodo entre ellos. El peliverde también pensaba, pero no quería darle más vueltas al asunto hasta que (Nombre) tocara el tema una vez más al día siguiente, habría sido mucho hablar de él ese día contando la intromisión de Katsuki; y ella, simplemente queriendo encontrar respuesta a preguntas que no quería tener, porque eso significaría pensar en Bakugo.

¿Por qué fue hoy? ¿Por qué no se lo dije antes? ¿Por qué se enojó? ¿Por qué me dice orejas? No quería vincular todo con el amor, no quería dejar que su enamoramiento la llevara a suponer que era porque él sentía algo por ella; así no eran las cosas con él. Bakugo simplemente pasó ahí por casualidad, la encontró en el centro comercial y su reacción seguramente fue porque los villanos podrían estar detrás de esa nota y ella quería tomarlo como una broma, a la ligera.

No había amor, nunca lo habría...

***

—¿Y bien? —Momo observó de hito a hito a sus dos amigas y compañeras de clase. A su derecha, Mina simplemente ladeaba la cabeza y silbaba fingiendo no haber escuchado su pregunta; y a su izquierda (Nombre), que tenía la vista perdida, pensando una y otra vez en su conversación con Bakugo y Midoriya.

—¿No tienen algo que contarnos? —Hagakure agitó sus manos en el aire, mostrándose ansiosa por saber los detalles de los posibles romances de sus dos amigas— ¡(Nombre)! —llamó la chica invisible sacándola de sus pensamientos; dio y pequeño respingo y la miró confundida, aunque un poco asustada también—. Te vimos regresar con Bakugo-kun del centro comercial —recordó Toru chillado de emoción.

—Cuéntanos qué sucedió —Uraraka se acercó a la chica lobo con gran curiosidad.

Por su parte, la azabache no encontraba una respuesta, era como si todo lo que sucedió ese día se hubiera borrado de sus recuerdos. O la verdad era que realmente no quería contar nada de ese día porque pensaba que en algún momento les contaría lo que sucedió con la chica desconocida y revelaría la existencia de aquella nota que no la dejaba tranquila desde que llegó a sus manos y la leyó.

—Solo regresamos como dos compañeros de clase —dijo fingiendo gran tranquilidad, mordiendo su lengua de a ratos solo para recordarse qué no debía decir.

—¿No es curioso que te toque trabajar con él en el tercer periodo de prácticas? —Hagakure unió sus palmas, pero nadie podría darse cuenta si las pegaba a su mejilla como un gesto de ternura o de oración por creerlo un milagro. Las demás chicas se preguntaron lo mismo.

La chica lobo miró a cada una de sus amigas finalizando en Ashido, que aprisionaba entre sus dedos algunos rizos de su cabello rosado como muestra de los nervios que sentía. Ese gesto le dio una idea a (Nombre), aunque sabía que debía dar una respuesta que dejara satisfechas a las chicas—. Me hubiera gustado practicar con alguna de ustedes —habló mostrándose decepcionada—, pero creo que los compañeros que tengo fueron elegidos para evitar problemas. Y está bien así, de esa forma me aseguraría de no hacerles daño en el proceso. Que Bakugo sea mi... compañero fue solo por seguridad, supongo —una risa nerviosa abandonó sus labios y cerró los ojos por un momento para no recibir tan directamente las miradas curiosas de sus amigas—. Pero... hablemos de Mina y Kirishima —cambio de tema sentenciando a la pelirrosa que le regaló una mirada asesina—. Creí escuchar que estaban muy juntos ¿no es así?

—Es verdad, kero —Tsuyu apoyó el comentario de la chica lobo—. Si no mal recuerdo ambos se separaron del grupo y hasta que Mineta gritó todos los vimos juntos.

—Pero no es lo que piensan —alegó Mina tapándose el rostro con ambas manos moviéndose a un lado y al otro como si con ello se quitara toda la atención que tenía por parte de sus amigas, exceptuando a dos.

Por su parte, Momo había notado cierta intranquilidad en (Nombre). La chica no solía juguetear con sus manos, ni rascarlas al punto de generar marcas discretas en su piel obligándola a cambiar de lugar. La vicepresidenta intuía que algo más pasaba con ella, quizá no tanto por el hecho de hablar sobre Bakugo, sino por una inquietud más que posiblemente la mantenía pensando.

—¿Todo bien, (Apellido)-san? —preguntó deteniéndola con su mano, colocándola sobre el hombro de la contraria.

—Si, todo bien —respondió la chica lobo poniendo su mano sobre la de su amiga, dando un apretón de confianza para no preocuparla, pues sabía qué tan observadora era y lo que menos quería provocar eran más preocupaciones a sus amigas—. Solo iré al baño. Creo que tomar mucha agua no fue buena idea —bromeó, regalándole una sonrisa genuina a Yaoyorozu—. Vuelvo enseguida —se puso de pie y salió de la habitación, dejando de escuchar los chillidos de sus amigas llenos de emoción y los gritos de Mina tratando de aclarar su situación.

Caminó por los pasillos y bajó por el elevador, dejando que su espalda sintiera la frialdad del metal en esa noche de invierno a media noche, el suelo brillaba gracias a la luz que iluminaba el pequeño transporte y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Se sentía feliz por todo ello, por tener esas amistades, ese grupo de compañeros de clase y los buenos momentos que había pasado con ellos, pero las palabras escritas de aquella nota volvían una vez más para amargar su momento. No podía dejar que eso pasara, no podría amargar un buen momento. No quería más recuerdos tristes.

Era una mentira decir que iba al baño, necesitaba aire fresco y salir de los dormitorios era lo mejor que podría hacer para sentirse en paz y tranquila, despejar sus pensamientos y dejar que el aire gélido del invierno rosara la piel denuda de sus brazos y rostro. Sin embargo, a pesar de sentirse en calma en la soledad y fría oscuridad del exterior, el recuerdo de su padre llegaba acompañado de tantos momentos que vivió con él y que conservaba como bonitos. Quizá, no dejaba de sentirse impotente y arrepentida por todo lo que sucedió sin volver a verlo y escuchar su voz en un tono tranquilo y sereno llamándole o contándole sus historias diarias al regresar del trabajo; esas que le alentaban aspirar a ser una heroína, crecer y ayudarle a vencer a los villanos..., días que no verá llegar.

—Ya han pasado algunos meses y otros más desde la última vez que te vi y discutimos —habló con melancolía—. Quisiera contarte las cosas que han sucedido, algunas tan inesperadas... Creo que nos faltó mucho por hacer juntos y aprender de ti, aunque ahora sé qué debo hacerlo sola —guardó silencio por un instante, observando al cielo una vez más solo para contemplar las estrellas, creyendo que en una de todas esas, su padre estaba ahí—. No sé qué debo hacer... papá.

—Vamos a entrenar —(Nombre) dio un respingo tras escuchar aquella voz. Compañero de algunas prácticas, de clases e incluso su pareja de prácticas en el tercer periodo... Era inesperado escucharle, creía que estaría dormido como el resto—. Entrenemos —repitió él—. Para ser más fuertes —añadió recibiendo una mirada llena de sorpresa por parte de la azabche. Ella dio media vuelta para verle caminar hasta ella y posicionarse a su lado— Para no perder ni sentirnos débiles —y observó al cielo, con un pequeño destello en su mirada, inmutándose mínimamente por el frío en comparación con ella.

La sorpresa en (Nombre) no desaparecía. Ver sus manos en los bolsillos, su espalda encorvada y un gesto tan sereno en sus fracciones, no era lo que esperaba encontrar a media noche fuera de los dormitorios..., en pocas palabras, nunca imagino encontrarse con Bakugo ¿Qué podría decir ante ello? No esperaba recibir una respuesta a esa inquietud que dejó escapar al aire creyéndose en soledad ahí afuera. No sabía si ya sería una costumbre encontrarse con él algunas horas después de las 8 de la noche, cuando Bakugo ya debería estar en su habitación y lo vería hasta el siguiente día ¿será que él, en todas esas veces, no habría podido dormir?

—¿V-vamos? —a esas alturas (Nombre) no podía pensar con mucha claridad, la sorpresa no se lo permitía. Sin embargo, escuchar aquellas frases en plural la desconcertaban bastante. Ella había hablado en singular, enfocándose solo en sus problemas sin la intensión de meter a nadie más para que no sufriera las consecuencias.

—No puedo decirte "Todo estará bien" como lo hizo el nerd—Bakugo citó inconscientemente el contenido de una página del diario—. Pero podemos hacer que todo esté bien... —hizo una pausa mordiéndose la lengua— debes aprender a usar tu habilidad —miró a otro lado.

Los ojos de (Nombre) se abrieron de par en par, incrédula. Completamente incrédula. Pensaba que todo era un sueño, que al salir de la habitación de Momo tomó rumbo a su habitación y el cansancio la envolvió como sus sábanas solo para tener ese sueño, porque Bakugo no podría estar ahí, Bakugo debería estar durmiendo... pero, para su sorpresa, y como una forma de aclararle que aquello no era un sueño. El aire gélido volvió a rosar sus cuerpos, estremeciendo a Katsuki y escuchándolo chasquear su lengua quejándose de la temporada de inverno.

Fue ahí donde (Nombre) recordó la vez en que Bakugo fue secuestrado por los villanos, quizá, aquella vez, la frustración lo invadió tanto, a tal grado de tener una pelea con Midoriya, reclamándole por qué se hacía más fuerte mientras él parecía quedarse atrás, o eso fue lo que escuchó al ir detrás de él dejando que su preocupación la llevara a arriesgarse a estar involucrada en esa pelea. Quizá todo se resumía a que él podría entenderla, relacionar su secuestro con el enfrentamiento que ella tuvo con un villano y asimilar las sensaciones de culpa, debilidad e impotencia por no poder hacer más. Lo había visto en un momento crítico sin que él lo supiera, y aunque quisiera no podría reclamarle nada en ese instante, por escucharle y meterse en su conversación con la nada.

—Claro... —respondió en un susurro que Bakugo oyó, dejando que el silencio volviera a envolverlos en aquel espacio solitario.

Estaba preocupado, lo admitida para sí mismo, pero no para los demás. Tras haber leído el contenido de aquel sobre no dejaba de pensar en todo aquello que (Nombre) debería estar pasando después de recibirlo y leerlo. Tampoco del momento en que se encontró en la persona misteriosa que se lo dio. Pero, a su vez, se sentía irritado por esa espinita que le provocaba saber que no fue el primero en darle palabras de aliento, era estúpido sentirse así. Quería ayudarle, sentía la necesidad de hacerlo, debía hacerlo..., sino, de lo contrario, no podría contar con una compañera que pudiera cubrirle la espalda en el futuro, había comprobado que era capaz de eso y mucho más. Admiraba la fortaleza que les demostraba a todos a pesar de sus pérdidas, aunque sabía que llegaba a tener debilidades detrás de la puerta de su habitación, incluso al verla en las clases de heroica y prácticas con Izuku esas pocas veces que los vio. Y él, hasta ese momento aceptaba que quería ser el centro de atención de (Nombre), que a él acudiera cuando tuviera una inquietud, que le pidiera ayuda y practicara con él para encontraran nuevas formas de manejar su habilidad, que juntos descubrieran quien era la persona que le observaba y lo que sucedería en el centro comercial cuando el tercer mes del año diera inicio.

Quería hablar más con (Nombre).

Esa noche él también salió al baño, quizá un poco irritado por oír los gritos de las chicas a pesar de la distancia y muros que les separaban, ese era su plan desde que salió de su habitación, pero cuando salió del sanitario la vio caminar por la sala de estar y apreciar su rostro inexpresivo hasta que salió de los dormitorios. Le observó a la distancia, caminó por el verde pasto y se detuvo en medio de la nada, en la oscuridad y el frío de invierno. La siguió y tras escuchar su monólogo solitario, sin pensarlo se metió en él y dijo todo lo que dijo sin arrepentimientos, porque así se sentía en ese momento y no encontraría otro para decírselo. Solo a ella.

A (Nombre) le era extraño tenerlo ahí con gran tranquilidad, seguía sorprendida por verlo a su lado, pero, de alguna forma, sentía que la soledad la había abandonado. Si quisiera explicarlo sería difícil, se sentía a gusto, tranquila, pero lo extraño era que la presencia que tenía a su lado era la del chico del que estaba enamorada; en otro momento quizá hubiera decidido huir y no estar con él a solas, pero había algo más que emoción y nervios dentro de su ser. A pesar de la situación en la que se encontraba —de saber que él tenía su diario, que lo había leído y de la incertidumbre que le provocaba no saber si él ya conocía su identidad—, la chica lobo lograba sentir la empatía que Bakugo tenía hacia ella, a su manera, y sin necesidad de decirlo abiertamente. No entendía esa extraña conexión del momento, pero aquello le hacía sentirse feliz por ese instante, libre de sus problemas, de sus preocupaciones. Quizá, esa era su forma de decir que todo estaría bien como ella esperó una vez escucharle decir; pero ese instante, ese silencio, superaba sus expectativas.

—¿Qué haces aquí? —Bakugō preguntó a los minutos con un gesto serio pero nada enfadado, tal vez tranquilo, aunque notaba las quejas que murmuraba por el frio del exterior gracias al invierno. Era un milagro que, después de todo el viento frio que corría y rosaba sus cuerpos, él siguiera ahí.

—Solo... pensaba —respondió ella mirándole de soslayo. Y regresó su vista al frente, a los árboles que formaban parte de las zonas verdes de la academia; queriendo ocultar la melancolía que le invadía al querer hablar con su padre y de su particularidad.

—¿Has tenido recuerdos? —Bakugō se interesó sin saber lo que provocaba en el interior de (Nombre), donde ella se golpeaba mentalmente para no pensar en otra cosa que no fuera el tema de la conversación. Nada de sentimientos, nada de amor...

—Solo cuando duermo —la azabache metió sus manos en los bolsillos, sin inmutarse por el frío en comparación con Bakugō—, aunque no quiere decir que sea cada noche y solo son recuerdos fugaces si lo comparo con aquel que tuve cuando... —hizo una pausa recordando la práctica donde casi le hace daño a Sero y a él— bueno, tu sabes —observó al suelo, mordiendo su labio inferior preguntándose cómo es que a pesar de ello, Bakugō se acercaba a ella.

Incluso, si lo pensaba con más detenimiento, desde ese momento el chico parecía acercarse más a ella, aunque no estaba segura del motivo; quizá por ser uno de los que presenció su descontrol y deseaba ayudarle, pero no iba a romperse la cabeza pesando en ello ni se lo preguntaría, solo sabía que teniendo su compañía más cerca de lo que recordaba, le impedía concentrarse en su totalidad para olvidar sus sentimientos hacia él. Quería alejarse, irse en ese preciso instante al interior de la residencia y con las chicas para no tener que soportar los nervios y hormigueos que la invadían cuando oía su voz, olfateaba su perfume o lo tenía cerca; pero, a la vez, no quería hacerlo, deseaba permanecer ahí creyendo que sería su última oportunidad de estar cerca de él hasta graduarse. Podía considerar el tiempo de trabajo juntos, pero eso no serviría de nada, pues todo se resumiría pláticas sobre la escuela y no a un tema tan personal como era ese.

—Tu... —(Nombre) pensó sus siguientes palabras— ¿Qué haces aquí? —le observó por el rabillo del ojo, no le preguntaría por qué salió de la residencia cuando justamente ella lo hacía directamente. Le parecía extraño el comportamiento que a veces tenía Bakugō, lo más normal era que estuviera durmiendo.

—Solo vine a tomar aire fresco —llevó su vista a diferentes sitios envueltos en completa oscuridad.

Él mismo se preguntaba que hacía ahí, lo hizo antes de escucharla y no encontraba la respuesta. La razón no era exactamente la que dijo. Su ceño se frunció sin darse cuenta al estar sumido en sus pensamientos, queriendo golpearse internamente por su repentino impulso de salir y seguirla; quizá la vaga idea de que una vez más perdía el control fue el principal motivo de su pequeña persecución hasta asegurarse de que estuviera bien; solo hasta oírla murmurar al cielo.

—¿A media noche? —la azabache inquirió con curiosidad, llevando sus manos a su espalda, entrelazándolas y jugueteando con ellas para reprimir el nerviosismo que la invadía—. Tal vez te creería si dijeras que salías a correr —bromeó poniendo en sus puños los nervios y el hormigueo que sentía, así como el temor de haber dicho algo estúpido a esas horas de la noche.

Pero el solo chasqueó la lengua y miró a otro lado—. A veces viene bien un descanso —dijo y las orejas lobunas de (Nombre) se alzaron en señal de sorpresa por su respuesta.

Ella esperaba un insulto, una respuesta diferente... quizá un "no es algo que te importe" hubiera estado bien para romper la paz y la tranquilidad del momento, pero, en su lugar, Bakugō parecía estar sereno, como si realmente deseara ese descanso que mencionaba, porque (Nombre) no terminaba por creerlo. Sin embargo, aquel ambiente se volvió más íntimo, más tranquilo en aquel aparatoso silencio fuera de la residencia.

—Tienes razón... —confirmó la chica tras unos minutos de silencio, observando al cielo después de perderse en su calzado y el pasto bajo sus pies; las estrellas brillaban, danzaban alrededor de la luna creciente de esa noche.

Y en ese instante, tras sentirse en plena comodidad en el silencio, (Nombre) pensó que quizá, a pesar de no ser correspondida, podría tener una buena convivencia con Katsuki.

—Mi papá y yo solíamos ver las estrellas y jugar a darles alguna forma imaginaria...

Había calma, jubilo y nostalgia en aquella oración y Bakugō pudo confirmarlo al apreciar el perfil de su compañera. Su sonrisa parecía ser como la de la luna sobre ellos, y sus ojos brillaban reflejando las estrellas que miraba con gran admiración, queriendo contener las lágrimas de un buen recuerdo con su padre. Ahí se sintió especial. Extraño tal vez. Y su estómago hormigueaba. Un escalofrió lo envolvió, pero no era por el frío de esa noche.

Chasqueó su lengua y miró al cielo como ella, intentando encontrar una forma a todo lo que sentía.

●●●

"Solo así, de esa forma, tendré de vuelta mi poder".

Recordaba muy bien esas palabras, aunque no sabía si después de escucharlas hizo lo correcto en decirle a ella lo que sucedía y la forma en que lo hizo; pero no podía arriesgarse a tanto yendo directamente a la estación de policía, pues la reconocerían al instante y no le dejarían hablar si así lo quisiera, y tampoco a que uno de sus curiosos compañeros la descubrieran ingresando a las instalaciones del enemigo, por ello, optó por una carta. Aunque claro, eso no pudo evitarlo de todas formas.

—¡No puedes hacer nada bien!

No podía odiarlo por completo. A pesar del maltrato que recibía de su parte, no podría odiarlo. No cuando él fue la persona que vio por ella desde la vez que se encontraron días después de aquel fatídico día, acogiéndola en la miseria que solo ellos dos supieron sobrellevar mandando al diablo las dificultades, aunque años más tarde se dio cuenta de la forma en que Kohaku se las apañaba para sobrevivir; sin embargo, aquel recuerdo le reveló la cruda realidad en la que vivía, así como el posible culpable de la muerte de su familia y otras personas, y las consecuencias de sus actos tras colaborar con él para asesinar a Grand Alpha. Sabía que no estaría absorta de lo que sucediera más adelante si las autoridades descubrían lo que Kohaku planeaba, al menos, esperaba que la chica entendiera su breve escritura.

Risas. Burla. Era lo único que podía rescatar de su alrededor, aquello que le permitía el dolor insoportable que sentía en cada parte de su cuerpo tras recibir los golpes del peligrís. Había descubierto su interacción con la hija del héroe gracias a Haru, una de las gemelas que por pura casualidad había ido al centro comercial el mismo día que ella lo hizo; aun no se explicaba cómo había descubierto su identidad, pero si Kohaku ahora repartía golpes por donde le diera gana entendía que aquellas chicas eran enemigos de los cuales debía cuidarse a partir de ese momento.

Tal vez darle aquella señal a esa chica y a los héroes por medio de la policía era el mejor que podía hacer y, posiblemente, de esa forma pagaría por todo lo que hizo en el pasado. Cerró sus ojos, aguantando como podía el dolor de los golpes de Kohaku y algunos cortes que realizaba al activar el don del héroe; no podía objetar contra ello, sin que estuviera ahí, el héroe GrandAlpha le hacía pagar por sus crímenes.

. . .

Seré el héroe número uno, eso seré.

Quiero ser tu número uno.

. . .


Nota de la autora: No sé si lo han notado, pero, cuando a lo largo del capítulo se hace mención de una página exclusiva del diario, al final estoy poniendo lo que Bakugo escribió en cierto momento..., nomás les aviso.

AGO092021

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