Al empezar junio, volvieron la excitación y el nerviosismo al castillo. Todos esperaban con impaciencia la tercera prueba que tendría lugar una semana antes de fin de curso.
Mientras tanto los exámenes finales llegaban y tanto Blair como los gemelos están algo perdidos, bueno, más los gemelos que Blair, debido al nuevo invento no tenían tiempo para hacer sus deberes.
Cuando Hermione se entero de esto, tomo el papel de hermana mayor y comenzó a regañar a Blair por prestar atención a, como ella dijo, tonterías y juegos, en vez de sus deberes. Tampoco tardo en llegarle una carta de Bill, también recibiendo un regaño por parte de este, la menor de las Granger se había tomado el tiempo de comunicarle a su cuñado sobre lo ocurrido con Blair y los chicos. También les llego un vociferador a los gemelos, donde Bill les decía que si su novia bajaba las notas por su culpa, los encerraría en una pirámide para que una momia se los coma. Ante esto, Blair se estuvo riendo durante toda una semana por la cara que pusieron sus amigos al escuchar las voz seria de su hermano mayor ante tal amenaza.
El desayuno fue muy bullicioso en la mesa de Gryffindor la mañana de la tercera prueba. Junto a Harry se encontraba la Sra. Weasley, quien con una sonrisa y un abrazo saludo a Blair.
-Hola cariño - dijo Molly abrazándola y al separarse de ella la tomo por los hombros.- ¿Me puedes explicar como es eso de que estas saliendo con uno de mis hijos?- inmediatamente tanto los menores Weasley, Harry y Hermione se voltearon a ver y se acercaron más para escuchar la conversación de las mujeres paradas frente a ellos. Por su lado Blair, estaba totalmente sonrojada.
-Bueno, yo... Chicos..- busco ayuda en sus amigos pero estos la miraron divertidos y simularon estar haciendo otra cosa.- Bueno Molly...
En ese momento unas manos envolvieron la cintura de la castaña y la Sra. Weasley abrió los ojos y la boca sorprendida al ver a su primogénito, con una sonrisa abrazando a una muy sonrojada Blair.
-¿Qué ocurre?- pregunto Bill mirando a su madre.
-¿Cómo no me dijiste, William?.- lo regaño y este la miro confundido.
-¿De que hablas?
-De eso habla.-dijo Ginny señalando sus brazos alrededor de Blair.
-Mamá... Bueno, sorpresa.- los chicos se reían ante la reacción del la pareja y la cara de Molly.
-Mira William Weasley, más te vale no estar jugando con esta hermosa chica, porque te juro que te dejare pelado.- la Sra. Weasley lo señalo con el rostro completamente serio, Bill trago en seco mientras los chicos reían y Blair intentaba ocultar su risa.
-Tranquila, amo a Blair y nunca la lastimaría.- respondió serio.
-Mejor así.- se acerco nuevamente a Blair y la abrazo.- Me alegra tenerte por fin en la familia. Sinceramente creí que terminarías con uno de los gemelos.- dijo sentándose junto a Harry y la pareja la imito sentando frente a ella.
-Nosotros dijimos lo mismo.- hablaron los gemelos, Ginny y Ron al coro.
-Maddie.- Cedric se acerco a ella.- Hola Sra. Weasley, les robo un momento a Maddie.- dijo éste y Molly asintió con una sonrisa.
-Oye, solo nosotros podemos decirle Maddie.- se quejaron los gemelos.
-No comiencen, ustedes dos. No me tardo.- con lo ultimo se dirijo a Bill y el asintió no muy convencido.- Sr. Diggory, es un placer volver a verlo y un placer conocerla Sra. Diggory.-saludo al llegar hasta la mesa de Hufflepuff donde estos se encontraban.
-El placer es todo mío, cariño. Cedric me habla maravillas sobre ti, supongo que eres su novia, ¿verdad?.- dijo la Sra. Diggory.
-No mamá, Blair es mi mejor amiga, además ella tiene novio.- explico Cedric.
-Oh, pues que afortunado es ese muchacho, ¿Estudia aquí?
-No, no estudia con nosotros pero hoy si vino, para apoyar a Harry.- dijo Blair.
-Harry Potter, cariño. Nuestro hijo compite contra, Harry Potter.- la emoción en los ojos del Sr. Diggory lo decía todo, se notaba que estaba muy orgulloso de su hijo y Blair también lo estaba, su amigo había llegado muy lejos con mucho esfuerzo y lo merecía.
- Eso es grandioso pero recuerda Amos, no se trata de competir, se trata de divertirse.- Blair sonrió ante las palabras de la Sra. Diggory, y sintió una mirada sobre ella. Al buscarla dio con la cara de su novio completamente seria y noto que Cedric la estaba abrazando por los hombros, sonrió al darse cuenta que el pelirrojo estaba celoso, muy celoso.
-Fue un placer conocerla, pero debo volver con mis amigos antes de que Harry se vaya.- ellos asintieron.
-Saluda a tus amigos de mi parte, cariño y eres bienvenida a nuestra casa cuando quieras.- Alaia les sonrió nuevamente y se despidió de ellos acercándose hacia la mesa de Gryffindor.
-¿Por que tardaste tanto?- le pregunto Bill apenas se sentó a su lado, el resto aún no noto la presencia de la chica y si lo hicieron solo la ignoraron.
-Estaba hablando con ellos, ¿Por que? ¿Celoso Weasley?- pregunto ella divertida.
-¿Yo, celoso de un adolescente hormonal que tenia las manos sobre mi novia?. No, para nada.- Blair rio ante la exageración y el drama que ponía en sus palabras.
-Que dramático.- le iba a dar un beso en la mejilla pero el pelirrojo corrió la cara uniendo sus labios con los de Blair.
-¡Agh!, Oigan, estamos acá.- se quejo George.
-Consigan un cuarto.- le siguió Fred.
-Fred Weasley.- lo regaño Molly y todos rieron.
Blair y Bill pasaron la tarde dando un largo paseo por el castillo y volvieron al Gran Comedor para el banquete de la noche. Para entonces, Ludo Bagman y Cornelius Fudge se habían incorporado a la mesa de los profesores. Bagman parecía muy contento, pero Cornelius Fudge, que estaba sentado junto a Madame Máxime, tenía una mirada severa y no hablaba. Madame Máxime no levantaba la vista del plato y parecía tener los ojos enrojecidos. Hagrid no dejaba de mirarla desde el otro lado de la mesa.
Hubo más platos de lo habitual, aunque la castaña no comió mucho lo que sorprendió a Bill, le comento que estaba nerviosa, y era cierto ella no competía pero si dos de sus amigos que consideraba hermanos. Cuando el techo encantado comenzó a pasar del azul a un morado oscuro, Dumbledore, en la mesa de los profesores, se puso en pie y se hizo el silencio.
-Damas y caballeros, dentro de cinco minutos les pediré que vayamos todos hacia el campo de Quiddicht para presenciar la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos. En cuanto a los campeones, les ruego que tengan la bondad de seguir ya al señor Bagman hasta el estadio.
Harry se levantó. A lo largo de la mesa, todos los de Gryffindor lo aplaudieron. Los Weasley y las Granger le desearon buena suerte, y salió del Gran Comedor, con Cedric, Fleur y Krum.
(...)
Llegaron al campo de Quiddicht, que estaba totalmente irreconocible. Un seto de seis metros de altura lo bordeaba. Había un hueco justo delante de ellos: era la entrada al enorme laberinto. El camino que había dentro parecía oscuro y terrorífico. De inmediato empezaron a ocuparse las tribunas. El aire se llenó de voces excitadas y del ruido de pisadas de cientos de alumnos que se dirigían a sus sitios. El cielo era de un azul intenso pero claro, y empezaban a aparecer las primeras estrellas. Hagrid, el profesor Moody, la profesora McGonagall y el profesor Flitwick llegaron al estadio y se aproximaron a Bagman y los campeones. Llevaban en el sombrero estrellas luminosas, grandes y rojas. Todos menos Hagrid, que las llevaba en la espalda de su chaleco de piel de topo.
Bagman se apuntó a la garganta con la varita, murmuró «¡Sonorus!», y su voz, amplificada por arte de magia, retumbó en las tribunas:
-¡Damas y caballeros, va a dar comienzo la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos! Permítanme que les recuerde el estado de las puntuaciones: empatados en el primer puesto, con ochenta y cinco puntos cada uno... ¡el señor Cedric Diggory y el señor Harry Potter, ambos del colegio Hogwarts! -Los aplausos y vítores provocaron que algunos pájaros salieran revoloteando del bosque prohibido y se perdieran en el cielo cada vez más oscuro-. En segundo lugar, con ochenta puntos, ¡el señor Viktor Krum, del Instituto Durmstrang! -Más aplausos-. Y, en tercer lugar, ¡la señorita Fleur Delacour, de la Academia Beauxbatons!.
Blair aplaudió a Fleur por cortesía, sin duda aún no le agradaba nada esa francesa y Bill pudo notarlo por la mueca que esta hizo al escuchar dicho nombre pero no dijo nada solo la miro divertido.
-¡Entonces... cuando sople el silbato, entrarán Harry y Cedric! -dijo Bagman-. Tres... dos... uno...
Dio un fuerte pitido, y Harry y Cedric penetraron rápidamente en el laberinto. Se escucho por segunda vez el silbato de Bagman: Krum acababa de entraren el laberinto. Se escuchó por tercera vez, distante, el silbato de Ludo Bagman. Ya estaban todos los campeones dentro del laberinto.
- Hey tranquila, estas temblando.- Bill abrazo a su novia y Hermione le tomo la mano, estaban ambas igual de nerviosas, sabían que Harry estuvo estudiando hechizos que no había visto antes pero sinceramente no era tan bueno.- Va a estar todo bien, ya lo veras.
-Eso espero...- susurro pegando mas su cuerpo al de Bill sin soltar la mano de su hermana.
El estadio estaba en un completo silencio, nadie sabia cuanto tiempo paso exactamente pero unas chispas rojas aparecieron en el cielo y los profesores que rodeaban el perímetro del laberinto ingresaron con las varitas en alto. Minutos después, apareció McGonagall con Fleur Delacour un poco anonada, completamente despeinada y con su ropa sucia.
-¿Qué le habrá pasado?- pregunto Hermione viendo como a la francesa se la llevaban con Madame Pomfrey.
-No lo se, pero esto no me gusta nada.-dijo Blair, volviendo su mirada hacia el laberinto.
Después de unos cuantos minutos, aparecieron chispas rojas en el cielo y nuevamente los profesores se adentraron al laberinto, saliendo con Viktor Krum, este estaba peor que la francesa, tenia sus ojos nublados y Hermione ahogo un grito al verlo.
-Por Merlín, espero que Harry este bien.- dijo la Sra. Weasley con notable preocupación en su voz y Blair miro a su novio pero este estaba igual, todos estaban iguales.