Superfluo -【Sally Face】

By LaughingDollyPop

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"𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 𝐧𝐞𝐟𝐢𝐥𝐢𝐦. 𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 á𝐧𝐠𝐞𝐥, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐦á𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐮 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñ... More

:✮· Medianas cosas que aclarar · 🎀 ✮:
O1: Cosas raras para empezar.
O2: Locuras de niño hormonal.
O3: Los primeros contratiempos.
O4: Feliz Martes.
O5: Lo necesito.
O6: Sin comentarios.
O7: Inspiración.
O8: Razones de sobra.
O9: Intentándolo o dejar pasar.
1O: Dulce despertar.
1 1: Rizos pelirrojos; mañana peligris.
1 3: Desconectados.
1 4: Internamente.
1 5: "¿Te sientes bien?".
1 6: Extrañas manías.
1 7: "Voló, voló, voló, voló".
1 8: Mimos de un par de pubertos.
1 9: "Si así gustas y así quieres".
2O: "¿Quien soy yo para interponerme?".
2 1: "En efecto, es un libro".
2 2: Sostenme.
2 3: Dime qué esperar de alguien como él.
2 4: Vuelta a casa, otra vez.

1 2: "¿Quieres recordarlo?".

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By LaughingDollyPop


Entre toques de nostalgia y calidez de hogar, el peliazul frotaba sus manos frente al calor de la estufa; contemplando como el fuego, deshacía en pedazos todo lo que se le acercase demasiado, pero a la vez producía un sentimiento mucho más reconfortante, tras arrimarse aún más.

Era como el chico que en la cocina se hallaba; ayudando a Lisa a cocinar, y hablando a la vez con Henry sobre temas triviales, desde su perspectiva. Mientras tanto, recordaba con nostalgia el pasado, pero no yendo muy lejano, sino precisamente, el día en que la forma de ver aquello que ambos tenían, cambió para ser algo más... ¿serio?

Bueno, así se lo había contado el rubio.

. . .

Con nerviosismo caminaba de un lado a otro por el pasillo, mientras la castaña intentaba animarlo a dar aquel paso, y el pelirrojo usaba su mejor repertorio de palabras tranquilizadoras. No, no se sentía listo para ir y mirar de frente a aquel atrevido peliazul, y posteriormente mostrarse vulnerable ante él, tras entregarle como venía a su cabeza aquella confesión, junto a obviamente, su corazón.

Además, no era una simple nota, por Dios, tenían diecisiete años, ¿hasta cuándo se expresarían por cartitas o poemas, y no por palabras dichas en el momento? Así lo hacían el resto de chicos de su edad, tras intentar ennoviarse con alguien, ¿no?; ¿una confesión dicha en palabras mientras la otra persona pensaba en cómo tomársela?

─¡Vamos, Travis, sé que puedes!, después de todo, ¿no es Sal Fisher a quién esperas convencer?─.

─Sí... y ese es el problema, no sé como se lo tomará─.

─Por Satán y su madre, no me jodas, Travis, seguro estaba esperando a que se lo preguntaras de una vez─ habló el castaño, aún apoyado cómodamente contra el casillero.

─No lo presiones, Larry, no siempre es tan obvio para quien intenta confesarse─ habló el pelirrojo, reconfortando indirectamente al rubio ─Escucha Travis, sé que parece difícil, pero mientras digas las cosas como te salen del corazón, estarás siendo sincero, y mientras seas sincero, menos culpa o vergüenza sentirás luego de la respuesta que te dé Sal. Enserio, él de por sí es honesto, nunca te mentiría─.

─Lo sé... pero no quiero que se mienta a sí mismo tampoco. Espero no esté confundido cuando... le diga lo que quiero decirle─.

─Bueno, eso lo sabrá él, por ahora deberás hacer lo que hacen todos: confesarse y esperar una respuesta sincera. Lo que sea que te toque después, deberás aceptarlo, pero es obvio que no te romperá el corazón la respuesta─.

─Gracias, Ashley... Gracias a todos─.

─Vamos, viejo, échele ganas que se puede─ habló el castaño, moviendo animadamente los hombros del rubio con sus manos ─Te le declaras y listo, tendrán su romance de telenovela ya con la etiqueta correcta─.

─Eso que dijo Larry─ habló esta vez la castaña; acariciando los rizos del rubio ─Tú puedes, elegiste un buen partido, y sabrás hacer lo correcto─.

─Exacto─ acotó el pelirrojo, aún de brazos cruzados y mirando al grupo a un metro de distancia ─Todo saldrá bien, ánimos, Trav─.

─Gracias... por cierto, ¿dónde está Sal?─.

─Ah, seguramente en la entrada de la escuela. Dijo que necesitaba respirar aire fresco─ comentó el castaño; revisando dudoso su teléfono ─Hace como veinte minutos que está afuera─.

─Bien, ya es hora entonces... De nuevo, gracias por todo─ el rubio comenzó a caminar, con la mirada alta y tratando de no verse muy nervioso.

─No hay de qué, para eso están los amigos─ habló la castaña, despidiéndose con una sonrisa animada del chico.

─¡Después cuéntanos el chismesito!─ gritó el joven Johnson esta vez, intentando ser escuchado ─Hey... ¿cuánto a que se declara de la forma más impredecible posible?─.

─No seas cruel, Larry, ni que tú supieras más que él sobre esos temas─.

─Mmm, yo apuesto a que dejará embobado a Sal diciéndole todo sin darse una pausa─ habló el pelirrojo.

─Sí, creo que es probable─.

Finalmente, y como le habían advertido al moreno de apellido Phelps, el joven Fisher estaba tal cual lo dicho, en la entrada del instituto respirando aire fresco, aunque más que estar en la entrada, se hallaba sentado y cómodo, sobre uno de los muros que delimitaban contra la vereda.

El menor no tardó en notar la presencia del más alto, por lo que muy animado lo invitó a sentarse junto a él, aunque, para su sorpresa y motivo de confusión, el chico no reprochó ni nada similar. Simplemente aceptó la mano del peliazul y con algo de apoyo, que obtuvo subiéndose a una banca, finalmente tomó asiento.

─Haha, te tardaste en la charla esa que dijiste tendrías con los chicos─ comentó el peliazul, al principio entre risas, y después con cierto tono de preocupación, tras ver la mirada evasiva del rubio ─¿Pasó algo?... ¿te sientes bien?, Trav─.

─Aah... tengo algo que hablar contigo─.

─Oh... bueno, soy todo oídos, dime─.

─Sally, tú... ¿no has llegado a preguntarte, emm... cómo llamar a "esto" que tenemos?─.

─¿A qué te refieres?─.

─Dios, como me la complicas... ¿Has tenido curiosidad como para buscarle otro nombre a nuestra... "amistad"?─.

─Oh... por supuesto, sí, más que curiosidad he tenido... no sé, intriga, por como llamar a esto que tenemos, digo, amistad me suena muy vago, los amigos no se besan ni suelen pasear de las manos juntos si... ambos saben que sienten algo más por el otro, y es recíproco─.

─Ajá...─.

─Y bueno... sí, digo que... quisiera ponerle otro nombre, aunque no soy fan de las etiquetas, pero bueno... de alguna forma hay que llamar a lo nuestro, ¿no?─.

─Y-y... ¿crees que... si te aclaro lo que siento de forma directa y clara, puedas... puedas considerar verlo de otra forma?─.

─Travis, ¿intentas...?─ el peliazul no logró terminar la pregunta, tras ver como su compañero resoplaba molesto, y se bajaba del muro ─Ah, ¿qué haces?─.

─Mira maricón...─ el rubio se puso de pie cerca de la banca, y miró al peliazul, cruzándose de brazos mientras este lo miraba intrigado por el reciente apodo ─Me gustas, me gustas mucho... no sé de que otra puta forma te lo tengo que decir, así que como veo que no eres capaz de conectar dos jodidas neuronas, te lo diré así nomás, sin palabras bonitas: Me gustas, me gustas y mucho, ¿vas a ser maricón junto a mi o no?, reina de la vagancia─.

─Aah... yo─.

─Es increíble que me haya interesado en alguien tan lento...─.

─E-espera, déjame... reaccionar, Travis, por favor─.

─Estoy esperando─.

El peliazul respiró intentando aliviar todo pensamiento intrusivo, que por su mente se colaba evitando que se concentrase en la situación del momento, y posteriormente se giró aún sentado sobre el muro, para ver al rubio cara a cara, que estaba bastante sonrojado y con un coraje que nunca había reconocido en él.

En efecto ese coraje se le pasaría rápido, así que debía apurar su cerebro, pero detener su lengua antes de hablar de más y enchastrar el momento.

─¿Te gusto dices?─.

─Sí... me gustas, Sal─.

─Ah... y, ¿esto es una declaración?─.

─Pues... eso creo, no sé, intenté que sea una. Mil disculpas si a Su Majestad no le gusta, pero como sus neuronas estaban de parranda, me fue imposible ser menos directo─.

─Ay... calma, Travis, no te... no te pongas ansioso, me cuesta... me cuesta procesar algo así viniendo de ti─ el chico suspiró y se rascó la nuca, nervioso ─No sabes hace cuanto esperaba que hablaras de esto─.

─Uh... ¿de verdad?─.

─Sí, esperaba que lo habláramos pero... parece que te declaraste antes de hablarlo, igual... igual no me molesta, te puedo responder ahora si quieres─.

─Oh... pues, claro, hazlo─ la mirada del rubio se concentró en la del peliazul. Le era imposible no mostrar preocupación ante la posible respuesta.

─Yo... acepto tu declaración, y es obvio que tú me gustas. Hemos pasado por mucho, y me encanta cada momento que pasamos juntos, sería ilógico rechazarte─ intentando aún mantener las palabras, el chico continuó ─Pero... me parece algo pronto ver si ya somos novios o algo─.

─La puta madre contigo enano, ni siquiera sé porqué mierda le hice caso a...─.

─¡Espera!, no te vayas, quería... quería proponerte que lo pensemos, luego de la escuela, en la tarde... ¿te parecería arreglarlo en la heladería que está por aquí cerca?─.

─¿Estás... estás invitándome a salir?─.

─S-sí... eso estoy haciendo, ¿te gustaría...?─.

─Solo tú y yo... no es por nada pero, me gustaría que los chicos no estén como siempre, en medio de esos momentos─.

─Claro, claro, lo hablaré con ellos. ¿Quedamos entonces?─.

─Por supuesto...─ el rubio suspiró aliviado y sintió como lo último de coraje que le quedaba, se estaba desvaneciendo dentro de él, por lo que recordó una última cosa pendiente, y sacó el sobre que tenía en un bolsillo de su chaqueta ─Ah, Sal... toma, es para ti─.

─¿Un sobre?─.

─Ni modo, idiota, ¿qué otra cosa sería?─.

─Ah... no sé, ¿qué tiene dentro?─.

─No lo diré, me tengo que ir a ayudar con un par de tareas a Larry y Ashley ahora, pero... cuando puedas, léelo. Creo que lo que no te pude decir con palabras bonitas, en esta confesión patética, estaría compensado con lo que está dentro del sobre─.

─Oh... gracias, Travis, eres muy considerado─.

─Nos vemos luego─.

─Esta tarde─.

─Sí, esta tarde─.

Aquella vez en la que había visto marcharse al rubio, cada vez más incómodo a medida que se alejaba de él, fue una de tantas memorables, pero de las pocas veces, que realmente vio ese coraje en su mirada, impulsándolo a expresarse. Ni hablar de la bonita carta que dentro del sobre se hallaba; tan sincera y delicada, con tantas verdades y cursilerías que nunca vería venir, de su actual novio. Ese era otro recuerdo en sus manos, mientras admiraba el fuego de la chimenea.

Aquel Travis antes del peculiar incidente que lo marcó en ese mes de terror; aquel rubio puro e inseguro, ahora se hallaba caminando hacia él, a paso seguro y sin temer ante la presencia del frío en sus manos, o el fuego ardiente de la chimenea. Ese nuevo Travis era al que tenía a su lado ahora, pasándole chocolate caliente en una taza, y mirando en completo silencio, sin intercambiar palabras, el mismo fuego al que miraba el peliazul, mientras leía una carta en sus manos, y recordaba con nostalgia el no tan lejano pasado.

─¿Qué es eso?─ interrogó finalmente el moreno, cortando el silencio de la sala.

─Oh, ¿esto?... ah, velo por ti mismo─ el peliazul le alcanzó la carta a su compañero, quien con indiferencia la tomó; ocultando la intriga que por dentro sentía ─¿Lo recuerdas?─.

─Ah... sí, creo que sí─ con algo de vergüenza el chico leía lo escrito en aquel trozo de papel algo arrugado, y fruncía el ceño desconociendo ligeramente sus sentimientos de aquel entonces.

─Fue un gran día aquel─.

─No estaría tan seguro─.

─¿Por qué no?, ¿sigues sintiendo lo que está escrito allí?─.

─Sí, por supuesto...─ el rubio le entregó la carta al peliazul, y luego continuó mirando el fuego, guardándose la continuación de aquella respuesta en sus adentros.

«Aunque no sé si con la misma intensidad»

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