El alma de la sacerdotisa

By Ann_Ra

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Sinopsis
Preludio
Capรญtulo 1
Capรญtulo 3
Capรญtulo 4
Capรญtulo 5
Capรญtulo 6
Capรญtulo 7
Capรญtulo 8
Capรญtulo 9
Capรญtulo 10
Capรญtulo 11

Capรญtulo 2

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By Ann_Ra

Había una oleada de caricias por mi cuerpo tumbado, uno que ardía y estaba húmedo, respiraba un aire sexual que compartía con otra persona. Era el resultado de los estragos de un gran orgasmo.

Malkolm apareció ante mi vista con el hambre en sus ojos verdes. Y aunque cambió a unos dorados, el de su animal interior, no dejé de amarlo. Porque me sentía segura conmigo misma y en el mundo en sus brazos.

Le cubrí la mitad de la cara con mi mano. Tenía los labios brillosos de mis jugos y no me importó probarlo hasta que nos faltó el aire. Le dejé la boca roja.

—Estás deseando cerrar los ojos —Me dijo, casi canturreando. Su cuerpo aún descansaba contra mí; me gustaba. Se las arreglaba para compensar el peso y no aplastarme.

Negué con la cabeza con brusquedad para espantar el sueño. Cada orgasmo lo incitaba.

—No es verdad.

Malkolm frunció el ceño sin creerme. Su cuerpo dejó el mío para tumbarse a mi lado y colocarse de costado, lo cual yo seguí también. Me tapó con la sábana cuando sufrí un escalofrío por una corriente de aire. Un dedo voló a mi frente y empezó a trazar círculos y líneas que llegaban al puente de la nariz. Esos movimientos suaves no ayudaban a evitar el sueño.

—¿Qué haces?

—Hacerte dormir —Sonrió cariñoso—. Mi madre lo hacía cuando era pequeño.

Pues lo estaba consiguiendo. No quería dormir, no aún. La noche debía alargarse, pues así lo tendría más tiempo conmigo.

Le frené su inocente artimaña.

—¿Lo hacía a menudo?

Malkolm intuyó que quería hablar para no dormir. Aunque también aprovechaba para saber más de su madre.

—Sarah, duerme. Lo necesitas.

—Si me duermo, será de día y tendré que dejarte ir y no volveré a verte en muchos días —Me lamenté en voz baja.

Volvió a tocar mi rostro, pero no para hacerme dormir sino consolarme.

—Algún día no tendrás que volver a despedirte de mí.

—¿Eternamente? —Me burlé.

Su mano descendió a mi cuello. Se enfocó demasiado tiempo allí.

—Si así lo deseas...

Me dejó un poco trastocada la forma de decirlo. Lo decía totalmente en serio.

¿Había una eternidad para nosotros?

Era cierto que cuando diera a luz no tendría inmortalidad, sin embargo, Malkolm no podía renunciar a la suya.

No supe bien si cerré los ojos ya harta de estar despierta o no estaba preparada para seguir pensar en aquel asunto.


El sonido de la puerta se coló en mis sueños, bueno, eran recuerdos de la última noche que pasé con Malkolm. Lo ignoré, pero la próxima llamada me desperté entera.
Otra segunda noche consecutiva dormida sobre dibujos y el carbón pegado a mi mano.

Se me aceleró el pulso de ver a Malkolm delante de mí, como un reflejo proyectado desde el agua.

Sacudí la cabeza.

Ya no estaba.

¿Qué demonios?

Me apresuré a abrir la puerta con desgana y con el maldito dolor de espalda.

«Me faltaba dormir en el césped del patio.» pensé.

Olvidé mis quejas de encontrarme con la visita menos esperada. Mis finos dedos se afianzaron al bordillo de la puerta.

Era Alhadir.

—Perdona las horas... —Se disculpó.

—Alhadir... —Susurré sin dejar de apreciarse la sorpresa.

Comprobé con un sutil y rápido vuelo si estaba solo.
Y sí, en efecto. Me inquietó más. ¿Y dónde estaba el guardia de mi puerta que debía prohibir visitas de noche de desconocidos? ¿Fue a vaciar la vejiga? Yo lo mataba.

La dirección de la mirada de Alhadir se dirigió por encima de mi cabeza, al interior de la habitación. Detecté una oscuridad en él, como alguien que ve a un ex traicionero. Me giré, busqué el motivo y no encontré nada interesante. Sin embargo, recordé el reflejo de Malkolm al despertar.

—¿Va todo bien? —Le pregunté porque aquella pausa se hacía demasiado larga.

Tres segundos tardó en devolverme la mirada y recuperar la expresión que trajo antes.

—Sí. ¿Puedo pasar?

La respuesta fue clarísima a mi conducta en limitar el acceso entre la puerta y mi cuerpo. Loca estaría de permitir que un desconocido que me inspiraba amenaza entrara en mi habitación.

—Lo siento, no puedo. Normas del señor del castillo.

Mas o menos era verdad. Sólo los huéspedes no podían recibir visitas no autorizadas a sus dormitorios.

—Es una lástima. Deseaba conoceros mejor.

Alhadir me ponía la piel de gallina. Y no pude quedarme callada de recordar la vez que nos vimos.

—¿Cómo sabías mi nombre nada más verme? ¿Por qué me...?

—No es seguro hablar en este pasillo —Me cortó.

—Ya... —Suspiré con falsa amargura y me pareció que por su inamovible postura esperaba que cediera—. No voy a dejarte entrar.

—¿No sientes curiosidad?

—Sé esperar, sé controlar la curiosidad —mentí.

Alhadir mostró una perfecta fila de dientes como si le hiciera gracia. Sentí el cosquilleo insano de la rabia. Apoyó la mano en el umbral y se inclinó hacia mí. Me contuve de retroceder. Le hice frente con una expresión nula de emoción, quizás se robé a Daiah.

—¿Y si rompo las reglas y paso igualmente a tu habitación?

—Si esto es una clase de coqueteo, te digo que no va a funcionar y si es una amenaza, pues...—Tomé una pausa para dar más drama—. Te vas a arrepentir.

Alhadir se separó de la puerta manteniendo a raya la chulería. Parecía que tanto Breyton y como él eran unos soberbios de narices. Podría venir de su clan de asesinos asilvestrados.

—Os espero en la celebración —Y dicho, se largó.

Ya no pude pegar ojo el resto de la noche ni bloqueando la puerta con el baúl de ropa.

Los tambores que procedían del bosque era el anuncio de la tercera parte de la fiesta que comenzaba al ocultarse el Sol. Era la hora más conveniente para acudir. No sólo porque la noche ayudaba a camuflarse, sino porque la mayoría de la gente estaba pendiente de otras cosas como el banquete o tener la copa llena de hidromiel.

Hace dos días estaba emocionada por la llegada de aquel momento. Y pensaba en voz alta: «Ojalá Malkolm estuviera aquí para verme y acompañarme»

Ahora estaba en un estado prudente, con palabras que lo reforzaban:

"Y si... Y si pasa esto..."

Ese Alhadir era el culpable.

Algo oscuro iba a pasar. Pronto, probablemente en la fiesta. Podría ponerme al margen... Pero no. De alguna forma u otra me afectaría.

Daiah me dijo:

"Si ves lo que ves, tu destino y los que amas están implicados. Ignorarlo, se hará realidad"

Se me saltó el corazón cuando la puerta fue golpeada y adiviné por su forma de hacerlo que era Breyton. Me coloqué la corona de flores sobre mi cabeza antes de levantarme de la silla e inspirar profundamente para ocultar mi nerviosismo. Breyton entró antes que Seiren. Se notaba por sus aspectos desaliñados que se adelantaron a la fiesta, pero no me importó. Me sentí acosada con sus miradas evaluando mi aspecto, sobre todo Breyton.

—Bueno, ¿nos vamos o...?

Breyton levantó la mano.

—No es necesario la corona de flores.

—¿Por qué? Se ve bonita y he oído que la mayoría de las mujeres lo usarán.

—Estás preciosa con cualquier adorno o vestido —apreció Breyton. El calor se me subió a la cara ante el cumplido y agradecida, esbocé una sonrisa. Su cabeza pelinegra hizo una brusca sacudida y murmuró entre dientes—: y ese es el problema. Es "demasiado" para una invitada humana.

Y ya lo jodió.

—¿Prefieres que no esté bonita? Oh, perdona, no quiero hacerte la competencia ni a nadie.

Los hombros de Seiren se encogieron por una carcajada contenida. Contadas veces lo escuchaba reírse, tampoco es que compartiera mucho tiempo y espacio con él si no era en las cenas.

Breyton le dirigió una mirada fría, pero no consiguió borrar la sonrisa ni la mía.

Suspiró.

—¿Recuerdas las reglas principales?

—No alejarme de mis protectores —Conté con mis dedos—, seguir las tradiciones que involucran a los invitados extranjeros y no juzgar a nadie.

Breyton lanzó una mirada a Seiren que significó su retirada. La puerta se cerró y se acercó a entregarme una copa de lana; la noche profunda iba a traer niebla y humedad.

—¿Tienes la coraza que te entregué ayer?

—Sí —Con los nudillos golpeé la zona de mi estómago y sonó como hacerlo con una mesa—. Siento que voy a ir a la guerra.

Le arranqué una mueca de simpatía. Me ajustó las alforjas que sujetaban la tela superior del vestido y alguna que otra cosa que pasé inadvertida. Mi cabello recogido en un moño que me costó mucho esfuerzo fue deshecho.

—¡Ey! ¡No hacía falta!

Pero él ignoró mis quejas y no me dio explicaciones.

—Bien, ahora nos vamos.

Le detuve aferrando su brazo. No le gustó, me gruñó, pero no lo solté.

—Recogidos no. No insistas.

—No es eso...—Puse los ojos en blanco y lo libré de mi agarre—. Es para contarte una cosa importante —Breyton me observó un tanto inquieto, como si ya lo sospechara—. Anoche me visitó el sacerdote.

La nuez de su garganta se contuvo un momento y la soltó. Y la mandíbula se endureció cual roca. Estaba tenso.

—¿Qué quería? —Demandó saber.

—Quería pasar, pero se lo prohibí. Quería hablar conmigo sin que nadie más nos oyera. No sé el qué.

Su expresión se guío por sus pensamientos. Después, fui víctima de su mal genio que cada vez empeoraba. No sabía si se trataba por la cercanía de la luna llena o un problema personal.

—¿Cómo no se me ha informado antes?

—Porque no tenía oportunidad de verte. Estabas desde por la mañana en la celebración y tus guardias pasan de enviarte mis mensajes.

Sacudió la mano restando importancia a mi respuesta. Y como si no diera la conversación, me obligó a salir de la habitación sin más.

El jolgorio de la gente se hacía más y más fuerte. Mi cuerpo sufría ahora una tensión muscular por los nervios del momento bajo el caballo que montaba, que agradecía que se comportara dócil conmigo. Breyton cubría una parte de mi zona, Seiren la otra con Condor, atrás dos guardias de seguridad. Las primeras miradas curiosas y respetables que recibíamos de aquellos que se alejaban del centro de la festividad a las afueras del bosque.

Desde un kilómetro, una gran hoguera te invitaba confiarse y unirse a su luz. Breyton me ayudó a bajar del caballo sin ser del todo consciente del grado de atención que recogí de muchos, pero que volvieron a sus bailes y bebidas con entusiasmo. Con cada persona que pasaba traté de no parecer una acosada; eran extraordinarias el impacto visual de las pinturas de los cuerpos. Los que conservaban cabellos largos, tenían recogidos y con pequeños adornos. Algunas mujeres llevaban largos vestidos blancos como yo, la mayoría usaban túnicas menos llamativas, pero más cómodas. Aunque... estiloso me quedaría corta porque menuda joyas y arreglos. Los hombres les encantaba mostrar pecho o lucir sus tatuajes y pinturas. Había que decir que los hombres y mujeres que iban escasos de ropa, estaban bien sucios y sudorosos. Seguramente tendría relación con los populares juegos de cacería. Había ganadores y se veneraban durante el resto de la fiesta.

Breyton me entregó un vaso de hueso tallado. Era hidromiel, la bebida que tomaban los dioses, aunque yo creo que exageraban.

—Tienes que involucrarte —dijo cerca de mí, cuando me vio negada a probarlo.

Un poco de alcohol no afectaría tanto al bebé o eso quería convencerme. Miré al público de mi alrededor, que parecían dispersos en sus cosas, pero que realmente yo era como la celebridad. Solo que en vez de venerarla o acosarla con fotos la señalarían por ofender sus tradiciones.

—Sólo una copa —Puse de condición.

Con una sonrisa mientras insistía, inclinando con el dedo la base del vaso hacia mi boca. Esperé a que la bebida me arrasara la garganta y dejara una combinación de sabores dulces y amargos. Pero no pasó. El sabor fue... Agua. Era agua. Y antes de preguntarle, me roció un poco de su hidromiel en la falda de mi vestido. Estaba por gritarle, pero pronto dijo:

—El olor es la prueba —Me guiñó el ojo—. Si me disculpas...

Y acto seguido, se fue, a reunirse con un grupo de personas. Seiren se juntó conmigo cumpliendo su obligación de mantenerme protegida en ausencia de Breyton.

Miré el interior de la copa, como si encontrara las respuestas que necesitaba y luego, lo hice con Breyton.

Ya no sabía qué pensar de él.

¿Era bueno o malo?

Qué tonta, Sarah.

Nadie es puro de bondad o maldad. 


Finjo que no intenté subir el capítulo desde hace horas y que no vivo en la montaña.

Bueno... Preguntas 😏

¿Quién quiere una eternidad con Malkolm? 🌚🔥

Algo pasará en la fiesta con Alhadir. Denme teorías, quizás se cumplan jejejejeje

Hasta el próximo viernes 💖

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