WICKED HATE | FRED WEASLEY (t...

By acirel_

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AVISO: lenguaje maduro, contenido sexual, violencia y uso de drogas y alcohol. Fred Weasley siempre ha odiado... More

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By acirel_

RUÉGAME
TW: contenido sexual
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— No estoy tratando de ponerte celoso — respondí actuando inocentemente. — Solo estaba ayudando a un amigo con su tarea...

— Mmh, ¿entonces quieres que crea que no me estabas provocando? — dijo muy cerca de mi cara, dejando que su pulgar jugara con mi labio inferior y haciendo que su otra mano subiera hasta casi llegar a mi ropa interior. Abrí más mis piernas y Fred sonrió.

— ¿Y si es así, Freddie? ¿Qué vas a hacer al respecto?— me burlé y luego, manteniendo contacto visual, toqué su pulgar lentamente con la punta de mi lengua, mirándolo respirar profundamente y sonreír diabólicamente.

Lo siguiente que sentí fue cómo me arrastró hasta la puerta más cercana que pertenecía a un aula vacía. Rápidamente lanzó un hechizo de bloqueo a la puerta, conmigo todavía pegada a su cuerpo.

Lenta y pacientemente, Fred se separó de mí y con su mirada feroz y penetrante, metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.

— En el escritorio. Ahora — dijo con una voz dominante pero suave.

Las mariposas dentro de mi estómago formaron un huracán y con los latidos de mi corazón ya concentrados ahí, caminé hacia el final de la clase, hasta el escritorio vacío del profesor y me senté allí, dejando mis piernas un poco abiertas. Con mis manos en mis rodillas, lo miré levantando una ceja.

Fred se acercó lentamente y cuando estuvo lo suficientemente cerca, sacó una mano de su bolsillo y acarició suavemente mi mejilla, bajando por mi cuello, mis pechos para pasar a mis muslos.

Su otra mano pasó rápidamente alrededor de mis caderas para acercarme a él, haciéndome abrir más las piernas para darle más espacio. Sus dedos se detuvieron justo antes de tocarme sobre mi ropa interior.

— ¿Quieres que te toque, Lilith?

Sonreí y pasé mi mano lentamente por su cuello, presionando un poco y acercando su rostro más cerca del mío. Estaba tratando de mostrarse indiferente a mí, pero ya podía sentir el calor que provenía de su cuerpo, su respiración errática y sus pantalones cada vez más apretados.

Presioné mis labios contra los suyos en un beso perezoso y dolorosamente lento en el que ambos estábamos tratando de reclamar el control, me di por vencida cuando mordió mi labio inferior y un suave gemido escapó de mi boca.

— Sí, Freddie, tócame — murmuré contra la piel de su cuello, poniéndole la piel de gallina. Instantáneamente, sentí su pulgar acariciado mi clítoris sobre la ropa interior. En círculos. Sin prisa. Haciéndome jadear.

Su otra mano acarició mi muslo, apretando un poco, subiendo hasta llegar a mi ropa interior y sacarla. Me hizo abrir más las piernas y empujó suavemente mi cuerpo contra el escritorio para que tuviera la espalda tocando la madera polvorienta, todavía con la ropa puesta pero completamente expuesta. Su toque, ahora más profundo, se volvió casi eléctrico y no pude evitar gemir más fuerte. Mis manos se agarraron al borde del escritorio cuando sentí dos de sus largos dedos entrando dentro de mí, levanté los ojos y lo encontré admirando mi cuerpo, mordiéndose el labio inferior mientras sonreía. Fred se inclinó hacia mí y comenzó a besar y chupar mi cuello mientras sus dedos seguían entrando y saliendo de mí y su pulgar seguía jugando con mi clítoris.

Este chico iba a acabar conmigo.

— ¿Quieres que te folle, cariño? — me susurró al oído.

— Sí — logré articular sin tartamudear, cerrando los ojos para disfrutarlo más.

— Ruégame, Lilith— respondió besando mi cuello y haciendo que sus dedos fueran más profundos.

— Yo no ruego.

— Oh, ¿es así como estamos jugando? — se rió entre dientes con su voz ronca, enviando escalofríos por todo mi ser. Fred sacó sus dedos de mi interior y estaba a punto de quejarme cuando literalmente se puso de rodillas, con sus ojos fijos en los míos y sus manos sujetándome los muslos para abrir aún más mis piernas y dejarme expuesta frente a él. — Voy a hacerte suplicar, Lilith, y voy a mostrarte que soy el único que puede mojarte así.

Sus labios besaron mi muslo interior, bajando lenta y tortuosamente. Se detuvo justo antes de llegar a donde quería. Sentir su aliento contra mí hizo que mi respiración se volviera más errática y torpe, cada nervio de mi cuerpo lo ansiaba. Jadeé cuando sentí la lengua de Fred yendo de mi entrada a mi clítoris y sus ojos enfocándose en los míos por un momento, con fiereza y sed brillando en ellos. Sus labios se hundieron más en mí, haciéndome gemir más fuerte de lo que quería y provocando que llevar mis manos a su cabello.

— Sabes tan jodidamente bien.

Pasó su lengua por mi entrada, tomando toda mi humedad y bebiendo de mí como un animal sediento.

— ¡Mierda, Fred! — gemí tratando de cerrar mis piernas, pero él logró mantenerme firme. Sus manos entraron dentro de mi camisa y mi sostén para tocar mis pechos. Al sentir sus caricias sobre mi piel, incliné mi cabeza hacia atrás, tratando de llenar mis pulmones de aire mientras su lengua entraba y salía y sus labios aún estaban sobre mí.

— ¿Lista para suplicar, Lilith? — susurró sonriendo contra mí y haciéndome sentir su aliento.

— Mmh, en t-tus sueños tal vez — murmuré tratando de mover mis caderas inútilmente, puesto que sus manos me tenían agarrada firmemente sosteniéndome contra él y la mesa. Se rió disimuladamente y siguió comiéndome. Ya estaba sintiendo una gran hoguera formándose en mis entrañas y mi vista cada vez se volvía un poco más borrosa.

Un fuerte y ronco gemido escapó de mis labios cuando Fred introdujo dos de sus dedos dentro de mí mientras su lengua volvía a jugar con mi clítoris. Las sensaciones se multiplicaron y sentí mis piernas temblar mientras él sonreía contra mí. Sentí que mi corazón se aceleraba y me golpeaba el pecho. No podía soportarlo más, lo necesitaba.

— ¡Freddie, por favor! — grité.

— ¿Por favor qué, cariño? — preguntó quitando sus dedos de mí y luego dándole una lamida perezosa a mi clítoris, haciéndome retorcerme bajo su agarre.

— Fóllame.

— Eso es lo que pensaba.

La orgullosa sonrisa cubrió su rostro y se levanto mirándome con sus penetrantes y salvajes ojos marrones y la tenue luz de la tarde cubriéndonos. Finalmente, me miró con arrogancia, la cabeza un poco levantada y una sonrisa mientras se quitaba el cinturón. Estaba tan desesperada por sentirlo de nuevo que el tiempo que pasó bajándose un poco los pantalones y los bóxers y dejando su erección libre y las venas de sus caderas más marcadas que nunca, se sintió como una eternidad.

— Voy a hacerte olvidar el nombre de cualquiera que no sea yo — dijo todavía sonriendo con arrogancia y agarrando mis caderas con fuerza. Clavando sus dedos en mi piel, Fred se empujó dentro de mí con solo un fuerte empujón. Gemí más fuerte, sintiéndolo llenarme y Fred suspiró y cerró los ojos. — Tan jodidamente bueno...

— Freddie...— grité tratando de acercarme más para sentirlo más profundo.

Parecía conocer mis intenciones porque aún agarrándome por las caderas, comenzó a moverse más rápido y más profundo mientras dejaba escapar suaves y roncos gemidos. Sus caderas chocaron contra las mías mientras, con una sola mano, abría agresivamente algunos botones de mi camisa, mostrando el comienzo de mis senos. Se puso a mi altura, todavía empujando con fuerza y haciendo de la tensión en mis caderas una mezcla de dolor y placer que me secó la boca.

— Me estás volviendo loco joder — susurró contra mi boca jadeando mientras sus movimientos dentro de mí se volvían más rápidos y bruscos. Lentamente empezó a desplazar sus labios por todo mi cuerpo, desde mi mandíbula hasta mis pechos, pasando por el cuello y dejando besos, mordiscos y chupetones por el camino. Se me puso la piel de gallina y pude sentir como mi mente se quedaba en blanco: solo podía sentirlo a él y al placer que me estaba haciendo alcanzar. — Te encanta cuando te follo así, ¿no?

Asentí con la cabeza porque me parecía imposible formar una sola palabra. El sonido de sus caderas chocando contra las mías, su mano alrededor de mi cuello y la sensación de su punta golpeando mi punto más débil me estaba llevando hasta el límite. La humedad entre mis piernas creció y me apreté más a su alrededor. Cuando creí que me ayudaría a terminar puso una sonrisa traviesa y diabólica, desacelerando sus movimientos. Gemí quejándome, llevando mis manos de su cuello hacia su espalda para acercarlo más a mí.

— ¿Quieres correrte, cariño? — preguntó juguetonamente mientras llevaba su pulgar de regreso a mi clítoris sobreestimulado y hacía círculos suaves y lentos en él. Estaba tan jodidamente cerca que casi me dolía.

— ¡Sí! — me quejé con una voz ronca y exhausta mientras movía mis caderas para tratar de sentirlo de nuevo, pero su mano me sujetaba firmemente.

— Tú eres mía, Lilith, y solo mía, ¿entiendes? — susurró besándome el cuello y la mandíbula.

Sus palabras me excitaron tanto que un suave gemido salió de mi boca que le rogaba en silencio que siguiera follándome.

— Dilo, Lilith.

— Soy mía, Freddie, pero seré tuya cada vez que me folles— susurré atrapando su rostro entre mis manos para luego morder su labio inferior, haciéndolo sonreír y gemir. Aunque pensé que sus palabras eran producto del deseo y su papel dominante durante el sexo, no pude evitar sentir un cosquilleo en el estómago.

— Buena chica.

Sus manos fueron a mis muslos para hacerme rodear sus caderas y sin dudarlo, Fred comenzó a empujar de nuevo, incluso más fuerte que antes mientras sus ojos me perforaban.

Lo sentí en cada centímetro de mí, mientras su respiración se volvía pesada y sus gemidos más fuertes. Me apreté a su alrededor y él gimió hundiendo sus dedos en mis muslos. Haciéndome jadear. Estaba tan cerca de mi límite de nuevo, que sentía que me quemaba.

Fred gimió contra mis labios, haciéndome llegar al orgasmo. Mis ojos se cerraron con dureza y jadeé sintiendo la electricidad cubriéndome de arriba a abajo mientras mi corazón subía y bajaba, como en una montaña rusa. Joder, se sentía demasiado bien para ser real.

— ¡Fred! — Jadeé arañando su espalda sobre su ropa.

Empezó a empujar más fuerte y rápido, gimiendo profunda y roncamente al mismo tiempo que se corría dentro de mí, inclinando la cabeza hacia atrás y dejándome dejar besos en la piel expuesta de su cuello.

Cogimos aire al mismo tiempo, con él todavía dentro de mí y nuestros ojos brillantes encontrándose.

— Guau — soltamos ambos al mismo tiempo justo antes de estallar en carcajadas.

Eso había sido increíble.

✵ ✵ ✵

— ¡Lilith! — Liv me llamó justo cuando salía de mi sala común, tratando de ignorar el dolor y el temblor de mis piernas. Había tenido toda la noche para recuperarme, pero parecía que no era suficiente. — ¿Dónde estabas ayer? Te estuve buscando para preparar las cosas para el viaje a Hogsmeade, ¿no te acuerdas?

—Estaba un poco ocupada— Dije simplemente, aclarándome la garganta, con una sonrisa misteriosa. Frunció el ceño, pero luego, cuando sus ojos se posaron en mi cuello, volvió a mirarme y sonrió.

—¿Oh, en serio? ¿Estabas ocupada con Weasley?

—¿Qué?— Llevé rápidamente mis manos a mi cuello. Por la mañana mientras me duchaba había visto los chupetones en mi pecho y los pequeños moretones en mis piernas y caderas pero Fred probablemente me había dejado la piel de mi cuello marcada también. Mierda. Me reí. —Bueno, no puedo ocultártelo. ¿Son las marcas demasiado obvias?

—Desearía poder decirte lo contrario, pero lo son, ¿te estás follando a un chico o un vampiro?

—¡Liv!— Me quejé, riendo.

—¡Lo siento, pero es verdad! Puedes esconderlos si te pones la bufanda, hace un poco de frío, así que no será extraño.

En el momento exacto en que saqué la bufanda de Slytherin de mi bolso, los gemelos aparecieron en el pasillo, seguidos por un grupo de Gryffindors de su curso, así que rápidamente me la puse alrededor de mi cuello, viendo a Olivia luchar por contener la risa.

Los ojos de Fred y los míos se encontraron por un breve momento y levantó las cejas cuando vio la bufanda. Su mente probablemente conectó los puntos porque una pequeña y orgullosa sonrisa apareció en su rostro y me guiñó un ojo mientras se alejaba, bajando discretamente su bufanda de Gryffindor para mostrarme que también tenía el cuello cubierto de chupetones.

—¡Lilith! ¿Están ustedes dos follando o tratando de matarse el uno al otro? ¡Mírale el cuello!— Liv susurró, riendo sorprendida.

—No lo sé— respondí inocentemente. —Tal vez ambas.

—¡Merlín!— se rió mientras enredaba su brazo con el mío y comenzaba a caminar. —Vámonos antes de que alguien más vea las marcas, o peor, ustedes dos empiecen a follar de nuevo.

Con el escozor entre mis piernas y el recuerdo de su toque, salimos de Hogwarts, con mis ojos fijos en su espalda y una sonrisa tonta en mi rostro.

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