JUGANDO CON FUEGO
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— ¡Lilith! — Draco exclamó felizmente con una sonrisa enorme.
— ¡Malfoy! — lo imité sentándome junto a Liv, entre los dos. — ¿Tanto me has echado de menos?
— Si, la verdad. Tengo una noticia — dijo señalando con orgullo una pequeña placa en su pecho. — Soy el nuevo Prefecto de Slytherin.
Lo miré sorprendida. Draco no era el tipo de chico que se metía en problemas, al menos, no el tipo de chico al que pillan metiéndose en problemas, así que no me extrañó que hubiesen elegido como Prefecto, pero ¿a quién en la Tierra le gustaría tener esa responsabilidad?
— Será mejor que te portes bien, Arambella. No me gustaría castigarte — bromeó comiendo una manzana verde. Había crecido mucho este verano y definitivamente llamaba la atención de algunas de las Slytherins más jóvenes, aunque para mí seguía siendo el mismo niño.
— Ambos sabemos que no me vas a mandar a dirección, Draco.
— Shhh, por favor, tengo una reputación que mantener.
Tan pronto como el tren se detuvo, agarré la mano de Liv para salir juntas mientras que Draco casi se arroja al compartimento donde estaba Potter para meterse con él.
Algunas cosas nunca cambian.
Ser recibida por el aire veraniego de Escocia era muy reconfortante, y estar al lado de mi mejor amiga era aún mejor.
Mientras arrastrábamos nuestro equipaje hasta los carruajes, le di una rápida mirada a Fred. Se estaba riendo de algo con George y su inseparable amigo Jordan. Fruncí el ceño. Desde que habíamos subido al tren, no había recibido ni una sola mirada de él, lo cual era muy extraño ya que estos últimos meses podía sentir sus ojos marrones sobre mí cada cinco minutos y aunque se sintiera rara esa indiferencia, sabía que probablemente era por estar de vuelta con sus compañeros y tener más gente para entretenerlo. Pero no era como si me importara o algo así.
Querría haber ido al carruaje de Draco y Blaise pero Liv me arrastró al de ella y Luna. Obviamente, no me quejé. Pronto, todos los carruajes empezaron a avanzar, guiados por los Theastrals, esas criaturas que no podía ver y como el nuestro era uno de los pocos carruajes que no estaba completo, teníamos compañía. ¡Y qué compañía! ¡El trío dorado y Neville Longbottom!
— Hola, Mione — dije saludando a la morena y ella sonrió. — ¡Nev, te he echado de menos!
— ¡Yo también te extrañé, Lilith! ¡Mucho!
— Hola, Lilith — Hermione dijo en voz baja, y pronto sus ojos se dirigieron directamente a Luna y Liv. — Oh, chicos, estas son Olivia y su hermana Lunat...— se detuvo y abrí mis ojos ampliamente. —Quiero decir, Luna Lovegood, lo siento.
Noté a Liv tensándose a mi lado y a Luna tratando de ignorarlo.
— ¡Hermione! — la llamé en un susurro. No me digas que ella era una de las personas que se metía con Luna, por favor. Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas, nerviosos y muy avergonzados.
— Lo siento mucho. Oh, Dios mío, no sé lo que estaba pensando. Lo siento mucho.
— Está bien — Luna simplemente dijo mientras Liv tomaba su mano y la acariciaba.
Continuamos el viaje en silencio hasta las puertas del castillo. Una vez abajo, mientras todos tomaban sus cosas, Hermione se acercó a mí un poco tímida.
— ¿Lilith? ¿Estás enfadada? — preguntó suavemente con voz temblorosa. — Lo siento mucho, yo...
— Hermione — la interrumpí. — Está bien. No estoy enfadada contigo, entiendo que tengas ese nombre en tu mente por lo mucho que lo usan los malditos Raves, pero la próxima vez, trata de tener más cuidado, ¿de acuerdo? Luna ya tiene demasiado con lo que lidiar.
Ella asintió y extendió los brazos discretamente.
— ¿Me das un abrazo?
Puse los ojos en blanco, pero estuve de acuerdo y la abracé con fuerza. Maldita sea, estaba rodeada de llorones.
✵ ✵ ✵
Los primeros tres días en Hogwarts fueron bastante normales. Teníamos una nueva profesora de DCAO -qué novedad, ¿eh?- Dolores Umbridge, enviada por el Ministerio para vigilar a Dumbledore. Muy rara la mujer.
Ya había recibido mi horario y mi primera clase con ella era mañana, esperaba que las clases de Remus hubieran mejorado mis habilidades.
Las primeras clases de Encantamientos, Transformaciones y Pociones fueron bastante fáciles y me animé por echar un vistazo a todos los libros escolares antes de comenzar, pues el haber decidido que solicitaría la plaza para las Arpías de Holyhead no significaba que no quisiera mantenerme en la cima de los mejores estudiantes de Slytherin de mi curso.
Cuando entré a la biblioteca en busca de un libro de Herbología - ese tema era mi Némesis, encontré un montón de Gryffindors de mi curso y otros más bajos, un par de Ravenclaws, algunos Hufflepuff - Liv no incluida ya que estaba teniendo su primera clase con Umbridge, y algunos Slytherin dispersos, Draco uno de ellos. Cuando pasé frente al lote de Gryffindor, sentí que alguien silbaba.
— ¡Joder, Arambella! ¡No me importaría follarme a una Slytherin si todas tuvieran tu cara de ángel! — gritó un capullo, haciendo reír a algunos de sus compañeros.
— Cállate — grité bastante enojada. Así que las bromas sobre mi madre ahora se habían convertido en bromas sexuales, genial... ¡qué gran año de mierda me esperaba!
— ¡¿Puedes no faltarle el respeto a las mujeres así?! — escuché quejarse una voz femenina familiar. — Ella es una mujer, no un objeto.
Hermione se levantó de su asiento y se acercó a mí. La miré sorprendida. ¡Vaya, no me lo esperaba!
— ¿Qué te pasa, Hermione? — Sienna Plums escupió cerrando su libro. Se veía bastante bien, parecía más adulta y elegante, aunque solo fuera su apariencia.
— ¿Primero crees en la mierda de Potter sobre el regreso de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado y ahora la defiendes? ¿Por qué estás defendiendo a la pequeña Snape?
— Primero que nada, Harry dice la verdad, si prefieres creer lo que dice El Profeta, entonces ese es tu problema, y segundo, ¡ella tiene un nombre, Sienna! Y no voy a permitir que ningún idiota insulte o incomode a ninguna mujer así. ¡Soy Prefecta y como me entere de que esto se repite el susodicho se va a ganar una detención!
Había escuchado lo que la gente decía de Potter últimamente, por alguna razón no creían al niño sobre el regreso de ese hijo de puta. ¡Uff, esa era la cosa más insensata que había escuchado en mucho tiempo! ¿Cómo diablos murió Cedric entonces? ¡¿Por diversión?!
Sienna se cruzó de brazos enfadada por la respuesta de Hermione. Espera, ¿iba a tener a Gryffindors de mi parte después de todos estos años? Qué maldita ironía.
— Mione está bien. Puedo defenderme sola, no te preocupes — le aseguré con una sonrisa.
— Oh, lárgate, Pequeña Snape, ¿quieres? — Plums se quejó.
— ¡Eh, Sienna! Tranquilízate — intervino George Weasley todavía con su tono relajado. No era uno de los capullos que se habían reído de esa estúpida broma, ni su gemelo, quien todavía no me había mirado ni una vez desde que llegamos a Hogwarts. ¿Qué diablos tenía que hacer para captar la atención de ese idiota? Fruncí las cejas mientras lo miraba, seguía ocupado con Jordan hablando de alguna nueva broma. — Esa broma de 'Pequeña Snape' está demasiado usada, ya no tenemos 15 años.
Plums chasqueó la lengua con desdén.
— ¡Lilith! ¿Vas a estar en el equipo de Slytherin este año? — George me habló llamando la atención de todos, que nos miraban sorprendidos. Nadie esperaría que un Gryffindor me hablara amablemente - y menos un Weasley, considerando cómo a su adorable hermano le encantaba meterse conmigo y la rivalidad que teníamos en el campo.
— Sí, ¿tú en el equipo de Gryffindor?
— Supongo que sí, si finalmente nos dan el maldito horario de práctica — sonrió y luego bromeó, con amabilidad. —Supongo que volveremos a vernos la cara en el aire.
Asentí con la cabeza, todavía desconcertada por tan buen comportamiento y fui directamente a uno de los sofás donde Draco estaba sentado en silencio dándole una mirada mortal al lote de Gryffindor con un libro de Pociones en sus manos.
Me senté a su lado exhaust y me recosté en el sofá con los brazos cruzados, dejando que mis piernas descansaran sobre las suyas mientras él las acariciaba con torpes palmaditas y volvía a prestar atención a su libro.
— ¿Tienes el libro de Herbología que te pedí? — pregunté después de un tiempo. Draco asintió y aún en la posición en la que estábamos, agarró uno de los libros junto a él y me lo entregó. Me recliné abriendo el libro y traté de concentrarme durante un buen par de minutos pero no pude, porque sentía los ojos de alguien sobre mí.
Levanté la cabeza y vagué mi mirada por toda la biblioteca hasta que mis ojos se encontraron con los suyos. Ahí estaba él. Fred estaba tratando de mirarme discretamente, pero estaba fallando catastróficamente.
Sus ojos estaban fijos justo donde la mano de Draco descansaba sobre la piel desnuda de mis rodillas. Arqueé una ceja. Malfoy y yo solíamos sentarnos así muchas veces cuando estábamos en la sala común, al chico no le gustaba mucho el afecto físico pero a veces nos arrojábamos en los brazos del otro para abrazarnos. Era algo normal para nosotros dos, especialmente porque considerábamos nuestra relación más como la de un hermano pequeño y una hermana mayor. Pero casi nadie lo sabía.
Los ojos de Fred se posaron en mi cuerpo y finalmente hicimos contacto visual por primera vez desde que llegamos. Estaba tratando de no mostrarlo pero, incluso en la distancia, pude ver que estaba enfadado. La parte diabólica de mi cabeza se iluminó como una señal luminosa y la sentí mi cerebro bailar de puro orgullo.
¿Sería posible que Fred Weasley estuviera celoso de Draco? Maldita sea, sería realmente divertido y tenía el plan perfecto para que se enfadara aún más.
Si Fred quería ignorarme, le haría saber que no lo necesito.
— Draco — empecé tocando su mejilla, el chico rubio me miró. — ¿Puedes traerme algunas de las notas de Snape del Libro de Pociones Avanzadas de séptimo año? No quiero hablar con él.
Él suspiró pero asintió.
— Seguro.
— ¡Ohh! ¡Que mono! — bromeé lanzándome a abrazarlo con fuerza, revolviéndole un poco el cabello y haciendo que se me subiera un poco la falda. Draco me tomó entre sus brazos, riendo y tratando de deshacerse de los besos en la mejilla que le estaba dando.
— ¡Está bien, está bien, cálmate! — siguió riendo. —¿Qué te pasa, Lilith? Pensaba que solo te sentías cómoda acurrucándote en la sala común.
Eso era cierto. Todos los Slytherin sabían cómo funcionábamos Draco y yo, ya que tratamos de evitar el afecto frente a los Gryffindors para que los incómodos rumores entre él y yo no crecieran y arruinaran nuestra amistad.
— Es mi último año en Hogwarts, Draco. Sinceramente me importa un mierda todo — anuncié levantándome y caminado hacia la puerta consciente de que los ojos de Fred seguían fijos en mí, luciendo como si quisiera matarme o follarme. Solo él lo sabía.
Antes de salir de la biblioteca, me volví hacia él y le guiñé un ojo discretamente haciéndolo respirar profundamente. Tal vez había sido un poco infantil de mi parte, pero el pequeño diablo dentro de mí estaba muy contento y clamaba por más.
Prepárate, Freddie. Vengo a jugar.
✵ ✵ ✵
La última clase de hoy era nada más y nada menos que Defensa Contra las Artes Oscuras. Antes de irme a dormir ayer, tuve la oportunidad de preguntarle a Olivia cómo le había ido; "horriblemente aburrido" me había dicho simplemente haciendo un pequeño puchero.
Bueno, me encantaba DCAO pero tal vez era mejor que fuera aburrida a que fuera enseñada por el demente de Crouch. Me froté los ojos ya que apenas había dormido durante la noche pensando en la mirada de Fred sobre Draco y mí.
Encontré la puerta de la clase abierta con la profesora Umbridge sentada en el escritorio con una taza de té frente a ella. Ya había algunos Slytherins eligiendo sus asientos, yo elegí uno en el medio, cerca de las ventanas.
— Buenos días — dije mientras me sentaba.
La mujer me dirigió una rápida mirada de arriba abajo y fingió una sonrisa. Que rara.
Pronto la clase estuvo llena y una vez más, teníamos que compartirla con los Gryffindors, así que no me sorprendí cuando vi a Fred sentarse perezoso, descuidado y desinteresado, en un escritorio un par de filas detrás de mí. Su corbata estaba mal atada, su camisa tenía uno o dos botones abiertos y su cabello estaba desordenado a propósito.
— ¡Buenos días a todos! — la señora comenzó con una voz un poco molesta y aguda, un tono infantil y un acento increíblemente elegante. Todos murmuramos un perezoso "buenos días" pero ella hizo una mueca. — ¿Así es como saludáis a vuestra nueva profesora? Vamos de nuevo, ¡buenos días clase!
— Buenos días — todos dijimos más alto pero todavía bastante desconcertados.
— Eso está mejor — se rió y descubrí que su risa era aún más molesta que su voz. — Por favor, guarden sus varitas en sus bolsillos y saquen sus libros.
— ¿Las varitas? ¿Por qué? — preguntó un chico de Slytherin.
— Si quieren hablar en mi clase, tendrán que levantar la mano — su tono se volvió más áspero por un momento pero luego volvió a esa sonrisa estúpida y plástica. El chico levantó la mano ya un poco molesto. — ¿Si?
— ¿Cómo vamos a hacer magia con nuestras varitas en los bolsillos?
— Oh, pero esta es una clase teórica, querido — otra risita. — No creo que tengáis que practicar magia aquí.
¿Qué diablos le pasaba a esta mujer? ¿DCAO sin magia?
— Este año seguiréis un sistema programado por el Ministerio que os preparará para los EXTASIS.
Levanté mi mano, ella me miró de nuevo con asco que intentó disimular con su sonrisa. Le di una mirada arrogante y rápida de arriba a abajo como lo había hecho conmigo.
— ¿Sí? Señorita...
— Arambella.
— Sí, claro, continúa.
— ¿Cómo vamos a aprobar los EXTASIS si no hacemos magia? Esto no es quinto año, estamos estudiando magia avanzada que puede salir realmente mal si no la practicamos tanto como podemos.
— Si estudias completamente la teoría, no habrá ningún problema.
— Pero...
— Señorita Arambella — me interrumpió tratando de sonar dulce. — Este es un sistema aprobado por el Ministerio y lo siento pero parece que usted, una chica sencilla que aún no se ha graduado, está tratando de cuestionarlo — esa risa de nuevo. — Sé que eres la sobrina del profesor Snape, pero te sugiero que no sigas su tendencia a ir en contra del Ministerio.
Ahí vamos de nuevo. ¿No podría haber pasado un año en Hogwarts sin que alguien mencionara mi posición como sobrina de Severus, verdad?
— ¿Y si nos atacaran?
— ¿Por qué demonios sería atacado un grupo tan dulce de niños durante mi clase?
— Esto es DCAO. Tal y como dice su nombre tenemos que defendernos en contra de las Artes Oscuras, practicar hechizos defensivos y todo eso — un Gryff protestó bastante obvio.
— ¡Tu mano! — advirtió. — No es mi intención criticar a ninguno de vuestros docentes anteriores, pero algunos magos eran bastante irresponsables, sin mencionar algunos híbridos extremadamente peligrosos...
— Si es del profesor Lupin de quien está hablando, debería detenerse ahí mismo, profesora. Remus es el mejor profesor que hemos tenido — dije haciendo mi tono más frío. Podría ser una verdadera Snape si quería.
— ¡Señorita Arambella, levante la mano! No lo volveré a repetirlo. También me refería a mi predecesor, el cual creo que no solo practicó maldiciones imperdonables frente a usted, sino que también las practicó con usted —
Me moví en mi silla incómoda mientras sentía los escalofríos cubriendo mi cuerpo ante el recuerdo de la maldición Imperio sobre mí. — Eso no sucederá en mi clase, y para evitar esas situaciones no habrá magia en absoluto — ella sonrió de nuevo.
— Menuda puta mierda — escuché a Fred susurrar haciendo que su gemelo y otros compañeros asentieran en silencio.
— ¿Disculpe, Sr. Weasley? ¿Ha dicho algo? — Umbridge habló acercándose a Fred con sus ojos fríos como la piedra y mirándolo con esa sonrisa falsa en su rostro.
— Nada, profesora. No tenía la mano levantada — se disculpó mirando a la insoportable señora a los ojos con una sonrisa divertida pero moviendo una de sus piernas repetidamente.
— Eso pensaba — murmuró Umbridge con ojos de advertencia.
Después de dos horas enteras lidiando con una mierda del maldito libro que nadie podía entender, finalmente nos dejó ir.
Joder, DCAO se estaba arruinando y era culpa de todos los malditos profesores. Si tan solo Remus estuviera aquí...
Una vez que todos salimos de allí, fuimos directamente al Gran Comedor. Me encontré con Draco en la mesa de Slytherin, acompañado por Blaise y rápidamente les hablé de Umbridge. Blaise tampoco parecía gustarle demasiado, pero Draco no estaba tan preocupado por ella.
— Tampoco es tan mala.
— Draco, cariño, será mejor que sigas bebiendo tu jugo de manzana y que dejes que Blaise y yo hablemos como los adultos que somos — le dije llevando la pajita directamente a su boca para callarlo un poco agresivamente.
Mis ojos divagaron detrás de la figura de Blaise y un par de ojos familiares marrones me estaban mirando una vez más. Fred tenía el tenedor colgando de su mano, una cara aburrida pero una mirada molesta. Le levanté una ceja, con una sonrisa arrogante, desafiándolo.
Resopló riendo falsamente y volvió a la conversación con sus compañeros en la mesa, pero no se me escapó cómo apretó la mandíbula y cómo se mordió la lengua.
Estaba jugando con fuego y quería que me quemara.