El perfume del Rey. [Rey 1] Y...

By Karinebernal

29.4M 2.3M 4.9M

Emily Malhore es hija de los perfumistas más famosos del reino de Mishnock. Su vida era relativamente sencill... More

YA DISPONIBLE EN FÍSICO.
Nota importante antes de iniciar la lectura.
Mapa de la trilogía.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capitulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Prueba.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Extra Emily.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo Final Parte I
Capítulo Final PARTE II
DETALLES DEL LIBRO EN FÍSICO.

Capítulo 3.

877K 59.3K 269K
By Karinebernal

-Ellas son mis hijas, Liz y Emily Malhore.- Nos presenta papá.

-¿Liz es una abreviación de Elizabeth? - Pregunta el joven de ojos miel.

-No, es simplemente así. -Se limita a responder. Es evidente que no se siente cómoda y no es la única.

-Creo que es mejor que nos presentemos. Soy Cedric -extiende su mano hacia ella - Él es Percival. -Señala al mayor de los 3.

-Y a mi me pueden llamar Mercader. - Se adelanta el joven de ojos verdes.

-¿No cree que deberíamos saber su nombre si vamos a hacer negocios?

-Sabrán lo necesario y mi nombre ahora no es algo urgente.

Mamá sirve la cena para todos mientras la mirada del mercader recae sobre mi cada medio minuto.

-¿Puedo hacerle una pregunta? -Escucho hablar a mi hermana menor, quien se dirige al hombre que me observa.

-Por supuesto. -Acepta el sujeto, dedicándole una sonrisa.

-¿Mi hermana le recuerda a alguien?

-¿A qué se debe el cuestionamiento?

-No ha dejado de mirarla.

-Solo me acostumbro a que su rostro se me hará muy familiar si se llegará a cerrar el trato.

-Entonces debería empezar a explicarnos su propuesta. -Interviene mi padre.

-De acuerdo, no esta de más decir que soy un importante hombre de negocios en Lacrontte y he querido ampliar el horizonte en mis negocios invirtiendo en otras naciones y que mejor que comenzar con la perfumería mas famosa del reino de Mishnock.

-Como familia agradecemos las adulaciones, pero podría ser más especifico.

-Bien. El joven Cedric, quien es su compatriota me comentó sobre su fama y creí que con una buena inversión podríamos extender el negocio hasta Lacrontte.

-¿A su rey no le importa tener una perfumería propiedad de un plebeyo del reino enemigo?

-Su majestad Magnus -interviene Percival -. No se relaciona mucho con el pueblo, solo le interesa que cumplamos con sus leyes y en ninguna se prohíben las alianzas de negocios con Mishnock. Es más, me atrevería a decir que ni siquiera lo notará, él jamás sale de su palacio.

-Entonces hablemos de inversiones.

Consumo la comida intentando no prestar atención a la reunión pero casi me atraganto cuando revelan que la cifra será de 3 millones de tritens.

-¿En qué se gastará? -Cuestiona mi padre, visiblemente desconcertado por el número.

-En Lacrontte nos gusta el lujo así que será necesario, ustedes obtendrán el 30% de las ganancias acumuladas allá y si logramos abrir sucursales aquí, obtendrán el 40%

-Esperábamos el 50% -refuta mi padre.

-Estoy ofreciéndole más de lo justo. Dentro del resto debo costear el nuevo sitio, empleados y materiales.

-Creo que es una buena propuesta, Erick. - Habla mamá.

-Bien, lo pensaremos como familia.

-No deberían tardarse tanto -alega el mercader -. No imaginan lo difícil que fue venir hasta acá, los permisos que se necesitan para salir del reino dado el caos que hay en la frontera por la guerra se vuelven cada vez más difíciles de conseguir.

-Lo haremos. No tiene que preocuparse.

-No debería contarles esto, pero el futuro esta en mi reino. El ejercito se esta dotando de grandes armas que seguro usarán contra ustedes, por lo que deben tener algo que los respalde fuera de Mishnock si la economía de esta nación llega a caer y yo vengo a ser esa solución.

-Parece que intenta manipularnos.

-Solo les muestro la realidad. Las guerras destruyen la economía y si las cosas siguen así, nadie les prestará atención a sus perfumes, en cambio, los grandes acaudalados de Lacrontte no tendrán problema en gastar dinero en lujos.

-Ya le dije -responde padre, dispuesto a no ceder bajo presión -. Lo pensaremos y les daremos una respuesta pronto. Ahora por favor cenemos.

-Hay algo más -interrumpe Percival, captando la atención de todos -. El joven Cedric nos dijo que este es un negocio familiar.

Todas las miradas se dirigen al moreno de ojos brillantes, quien solo se encoje de hombros.

-Soy su voz en Mishnock -dice con naturalidad -. Debo mantenerlos informados.

-Así que -continúa el mayor de los 3 -. Necesitaría que una Malhore se fuese conmigo a Lacrontte para que me enseñe todos los secretos de la perfumería.

-Mi esposo perfectamente puede viajar y enseñarle lo necesario. -Alega mi madre.

-No me están entendiendo. Requiero a alguien permanentemente a mi lado y creo que la encontré -sus ojos se desvían hacia mi hermana, quien baja la cabeza intimidada -. La señorita Liz ha captado mi atención.

-Mis hijas no están buscando un compromiso.

-Pues deberían, los enfrentamientos cada vez se incrementan más y pronto las familias no podrán mantenerse y bueno, ustedes tienen 3 hijas. Los impuestos subirán para mantener la guerra, la economía se centrará en la supervivencia, en los implementos básicos y entonces no tendrán para pagar y mucho menos venderán lo suficiente para vivir. En cambio, si Liz esta casada con un hombre generoso como yo, ella podrá tener una vida privilegiada y aportar a su familia con mi dinero.

-Para eso es el trato ¿no? -cuestiona mi padre -. La sucursal en Lacrontte nos ayudará a sobrellevar la situación aquí.

-Parece que no está entendiendo el trasfondo de la propuesta. Si no hay compromiso, no habrá negocio. No crea que voy a dejar mi perfumería e imponer su monopolio solo por dinero. Necesito una estimulación superior.

-Me pregunto por qué tiene que viajar al reino enemigo a conseguir esposa. ¿Qué reputación tiene en Lacrontte?

-La mejor y pienso codearme con su hija para extender mi patrimonio y renombre.

-No estamos interesados.

-Padre -mi hermana levanta la voz -. Creo que deberíamos pensarlo y aceptar.

-No tenemos que dejarnos chantajear.

-Él tiene razón. La guerra cada vez se agudiza más, Lacrontte es más numeroso y todos sabemos que sanguinario. Yo podría asegurar el futuro para todos. Estoy dispuesta a hacerlo por mi familia.

-No te precipites, Liz. -Intervengo por primera vez en la noche.

-Lo haré, es mi decisión. No deben preocuparse, soy consciente de lo que hago.

-Ni siquiera se conocen. -Ahora es Mia quien habla.

-Ya tendremos tiempo para hacerlo.

-Lo pensaremos como familia. Ninguna decisión esta tomada ahora. -Sentencia padre.

-No lo juzgo, señor Malhore -pide el joven Cedric -. Su hija es muy bonita y estoy seguro que si el mercader no tuviese pareja, invitaría a la segunda en línea.

-La señorita Emily es agraciada pero mi mente en estos momentos esta ocupada con alguien más. -Repone el recientemente nombrado.

-Y entendemos las razones. Su novia es una de las grandes bellezas de Lacrontte.

-Creo que es mejor que demos por terminada esta cena. -Padre se nota molesto, sin embargo, se esmera mantener la compostura.

-Ni siquiera han comido. -Interviene Mia en el peor momento.

-Descuide, señorita -expone el hombre de ojos verdes -. Ya tendremos otro momento para hacerlo. Quizás una boda.

Los sujetos se levantan rápidamente del comedor, dejando sus platos intactos o removidos escasamente como ocurre con Cedric.
Padre los acompaña hasta la puerta intentando ocultar el mal humor que lo gobierna y después de despedirlos se vuelve para encarar a mi hermana.

-No tienes que aceptar nada, no es tu obligación, la responsabilidad de sacar a la familia adelante es solo mía.

-No lo es -se adelanta a decir -. Todos podemos ayudar y si esa es la única manera que tengo para hacerlo pues la asumiré. Y con todo respeto, padre, ya soy una adulta y puedo tomar mis propias decisiones.

-¡No lo puedo creer, Liz Malhore! Siempre has sido la más madura de las 3 y ahora me sales con esto. ¿Es que acaso tienes deseos de casarte con tanta urgencia?

-Soy mayor y tampoco tengo prospectos, el único hombre que conozco es Edmund y no me atrae en lo más mínimo.

Él es su mejor amigo desde que tengo uso de razón y han sido inseparables desde que se conocieron, tanto así que Edmund ha empezado a albergar sentimientos no propios de una amistad y es algo que Liz aún no ha notado.

-¿Por qué hablas como si tuvieses 40? Tienes 22 años. Eres joven, no te precipites en querer buscar compromisos.

-No me malinterprete, padre, pero no me es sencillo entablar vínculos con las demás personas.

-¿Y cómo piensas hacerlo si ni siquiera lo intentas? Las personas no van a llegar y tocar a tu puerta, pidiendo ser tus amigos o parejas. Y me molesta ver que te conformas con lo primero que pisa esta casa.

Las discusiones realmente me incomodan y más aún cuando incluyen a miembros de mi familia.

-No es cuestión de conformarme. Esto nos sirve a todos y si tengo que aprovechar mi poca afinidad social por ustedes, lo haré. Es sencillo, me casaré y podré ayudarlos, esa es mi decisión -se levanta de la mesa un poco afligida -. Con su permiso, me retiraré a mi habitación.

Se aleja a zancadas, dejando a mi padre estupefacto y sin duda a mi también. No puedo creer que Liz piense tan limitadamente sobre ella misma. Entiendo el hecho que lo haga por nuestro bienestar, no obstante, me sorprenden y conmueven los sentimientos que la mueven.

-¡Esto es inverosímil! No termino de concebir la idea que una cena de negocios haya terminado en una disputa familiar -discute mi madre -. Que 3 hombres hayan acorralado a Liz de esta manera.

-Mía, Emily -se dirige a nosotras mi padre. -No es un secreto que con cada ataque la economía del reino tambalee y se reduzca. Eso incluso hizo que subiesen los impuestos, pero no por ello ustedes deben verse obligadas a aceptar compromisos solo por conveniencia. Quiero que cuando alguna se casé, lo haga completamente enamorada y no por ayudar a sus padres a salir de algún apuro ¿entendido? -cuestiona decaído y mi corazón se vuelve pequeño al escucharlo. -Ese reino solo trae problemas, caos y discordias. Así que quiero que todas ustedes se mantengan alejadas de cualquier Lacrontte.

-Lo prometo -acepto para nivelar su agonía -. Ahora creo que es momento que yo también me retire.

Camino escaleras arriba para buscar a mi hermana e intentar persuadirla, a pesar de la clara tensión que hay en el ambiente pero quiero escucharla, entender lo que siente más allá del compromiso.

-Liz ¿quieres hablar? -Pregunto una vez la alcanzo en su habitación.

-En realidad no hay mucho que decir. Lo hago por todos nosotros.

-Pero nadie te está pidiendo que lo hagas.

-De eso se trata el sacrificio. No te preocupes, yo estoy bien, estoy tranquila. Necesitamos esa inversión para salir adelante.

-Hay otras formas. No te ciegues solo por las promesas de un hombre que pretende engañarnos con dinero.

-Emily, necesitamos la ayuda -coloca las manos en mis hombros para obligarme a mirarla fijamente -. Y no habrá negocio sin compromiso. Es mi deber como hermana mayor, tú eres demasiado soñadora como para casarte por necesidad.

-Ese es el asunto. Ninguna de las 2 tiene que hacerlo.

-Mily, basta. -toma una actitud seria, ruda. - Ya tomé la decisión.

-De acuerdo -decido ceder al notar su terquedad -. Buenas noches.

Camino hasta mi alcoba dispuesta a no discutir con ella tal como lo ha hecho con mi padre.
En verdad quisiera encontrar una solución diferente a todo esto pero nada puede hacerse si la persona en cuestión no está dispuesta a tomar la mano que le ofrecen.

-Creí que nunca se terminaría la cena. -La voz de Rose me sorprende cuando arribo en mi habitación.

-¡Dios mío! No te esperaba aquí por ahora. ¿Cómo entraste?

-Por el patio. Escale la pared y luego subí hasta tu ventana. ¿Cómo crees qué ingresaremos cuando volvamos? Debes dejarla abierta para así tener la oportunidad de entrar sin hacer mucho ruido.

-En verdad no me termina de convencer esta hazaña.

-Saldrá todo bien, tampoco es como si fuésemos a matar a alguien.

-Si, a matar la confianza que mi padre ha puesto sobre mí.

-Te juro que no se va a enterar -dice mirándose al espejo -¿Me veo bien? ¿Crees que pueda conquistarlo con esto?

-Completamente segura que no podrá resistirse. Ahora ¿piensas que yo estoy muy arreglada?

Detallo junto a ella mi vestido crema de gasa que se ajusta a mi torso y se abre amplio en la falda, precedida con un cinturón verde claro y acompañada de tirantes repletos de apliques florales que dan la ilusión de tratarse de una hilera de pequeñas enredaderas.

-Claro que no, estas perfecta. Sin embargo, antes de irnos quería saber si puedes prestarme tus aretes de plata.

Acepto entregárselos sin chistar, pues considero que entre más rápido nos vayamos, más temprano volveremos.

-Si este encuentro resulta bien, le pediré a mi hombre que te presente un militar a ti.

-¿Tu hombre? -Cuestionó extrañada.

-Debo profetizarlo para que se cumpla -explica, colocándose los pendientes -. Además, nunca has tenido un novio y ya tienes 18.

-No estoy interesada en nadie.

-Revisa la lista, Emily -pide, refiriéndose al listado de los solteros -. Puede que haya uno que llame tu atención, después que no sea el príncipe. Ahí ya no tendrás posibilidad.

Después de arreglar los últimos detalles, Rose me ayuda a bajar por la ventana de mi habitación y por un momento me siento morir cuando la gravedad hace lo suyo y caigo hasta el suelo.

-Por más que intente imaginarte subiendo sola, no entiendo como lo lograste. -Alego una vez llega a mi lado para cruzar hasta el muro que cubre la casa, el cual también debemos escalar.

-Soy muy buena trepando cosas -explica mientras me da pie para subir -. Así que tranquila, cuando volvamos te ayudaré a entrar y luego me iré a casa.

Cuando nuestros zapatos tocan el asfalto del exterior, corremos por las calles de Palkareth, tomando callejones cuesta abajo. Caminamos por las escaleras que dan entrada al sur de la ciudad, las cuales están iluminadas por las lámparas que reposan a los costados. Levanto mi vestido para no arrastrarlo a medida que avanzamos.

Recorremos varios entornos hasta que las edificaciones se vuelven de piedra y nos reciben balcones llenos de flores, augurando que nos acercamos a los lugares de fiesta en el reino. La música comienza a escucharse y las personas en las calles se hacen presentes. Esquivamos unas y otras con la luna coloreando el cielo sobre nuestras cabezas e inmediatamente comienza a sentirse el olor a alcohol y el ruido callejero se eleva más ante la esencia nocturna que nos rodea.

-Debemos estar alerta a todo -habla Rose por encima del bullicio -. Este no es lugar para estar en las nubes, hay muchos ebrios por doquier.

-¿A donde vamos exactamente? -Cuestiono, rodeando un charco de agua que casi me hace ensuciar el traje.

-A la zona donde las personas suelen divertirse -me toma de la mano y me obliga a seguirle el paso -. No tengas miedo, ya he estado aquí, conozco cada rincón.

Algunos pobladores nos observan mientras caminamos, colocándome realmente incomoda.

-Prométeme que no nos meteremos en problema.

-Ya estamos en problemas, Emily. 2 jóvenes a las 10 de la noche, fugadas de casa en medio de alcohol y fiestas.

Nos adentramos a un callejón con macetas. Todo es paredes y flores, parece que nadie viviera por aquí y en cambio, se tratara de un sitio para esconderse.
Al final, la calle se abre dando espacio a un bonito círculo con una pequeña fuente en medio donde efectivamente hay un hombre con uniforme de la armada Mishniana. Su cuerpo es alto, musculado y vestido con azul oscuro y vino.

-Creí que no vendrías. -Levanta la voz cuando nos ve llegar.

-Las mujeres nos hacemos esperar.

-Y vale la pena aguardar por ti.

Cuando llegamos a él, la toma de la cintura y la lleva hasta si para besarla. Me siento incómoda, es decir, ¿a que vine? Esto es algo entre ellos.

-Permite presentarte a mi mejor amiga, Emily.

El sujeto por fin me observa y me sorprendo con lo que veo. Es uno de los 3 hombres que estuvo en la cena con mi familia.

-Él es Cedric Maloney.

El soldado de piel canela extiende la mano hacia mí y como esperaba, se asombra al verme. Es obvio que me reconoce, sin embargo, intenta aparentar lo contrario.

-Un gusto, señorita...

-Emily Malhore -la estrecho desconfiada. -¿Nos hemos visto en algún lugar? -cuestiono con intención de hacerlo hablar.

-No lo creo. -Se limita a decir.

-¿Seguro? Su cara me resulta familiar.

-Muchos me han dicho que tengo un rostro común. Fácilmente puede estar confundiéndome con alguien más.

-No, en verdad estoy segura que lo he visto. -Presiono.

-Seguramente lo has visto por ahí. Es un sargento, así que es muy probable que lo hayas visto en algún anuncio real. -Se apresura a decir Rose, totalmente ajena a la situación.

-Seguramente.

Sin embargo, estoy convencida que es el mismo Cedric de la cena. Podría jurar mi vida a ello.

-Emily, que tal si nos esperas en Milicius mientras él y yo hablamos un rato. -Me propone, dejándome desconcertada.

-Dijiste que no ibas a dejarme sola. Además, ¿qué es eso, alguna taberna?

-Exactamente y no esta lejos de aquí. Solo sigues derecho y encontrarás el letrero. Solo será un momento y es mejor que estés dentro del bar que afuera.

-Pide lo que quieras y diles que lo carguen a mi cuenta. -Invita el hombre. -Solo di mi nombre y ellos te servirán.

No me muevo. No quiero dejar a Rose con el sargento. No conozco sus intenciones y podría causarle daño, raptarla o cosas peores.

-Estaré bien, Emily. -habla ella, como si leyera mis pensamientos. -Ve a Milicius y espérame allí.

-¿Estas segura? -Insisto una vez más.

-No es la primera vez que me encuentro con él y no me ha pasado nada -dice, abrazándose a su cintura. -Así que anda que no está bien visto que una señorita este mostrando afecto con un hombre en público, necesitamos un lugar más privado.

-Bien. -acepto finalmente, caminando en busca del sitio indicado.

Salgo de la rotonda y camino unos metros hasta encontrar un lugar de fachada rocosa de la cual cuelga un letrero hecho de cobre que dice Milicius. Hay 2 grandes puertas de madera que me reciben y dudándolo un poco me adentro, para encontrar una taberna con gigantescos barriles de cervezas, música movida y estruendosa, mesas repletas de personas bebiendo, techos altos que sostienen candeleros, gente bailando y una barra con hombres sirviendo tragos.

Camino en medio del tumulto, algunos me observan y supongo que es debido a la curiosidad de no haberme visto nunca por aquí.
Mientras avanzo noto que la mayoría de clientes son hombres y solo distingo algunas mujeres sentadas en las piernas de estos sujetos, riendo y tomando licor.

Busco una mesa desocupada, lo cual se me hace imposible, así que voy a la barra a pedir un poco de agua para calmar el nerviosismo que en este momento me corroe al estar rodeada de tantas personas.

-¿Eres mayor de edad? -Me pregunta un hombre robusto, de poco cabello, barba sudoroso e intimidante cuando me siento. -Si no lo eres, es mejor que te marches porque no quiero que la guardia civil me cierre el bar por servirle alcohol a una menor.

-Soy mayor. Tengo 18.

-Demasiado preciso y sospechoso. Dime tu fecha de nacimiento.

-10 de Septiembre de la era 7-Estado temporal 3, año 4.

El sujeto comienza a contar, ayudándose de las manos desde la fecha que doy hasta el tiempo en que nos encontramos, para verificar mi declaración.

-Si, concuerda. ¿Qué vas a pedir?

-Agua.

-Niña, aquí no servimos agua. Pide cualquier licor. Cerveza, Whisky, Brandy.

-No quiero ninguna de esas cosas, señor. Solo agua.

-Entonces sal de aquí, porque no puedes quedarte sin consumir.

-Seguro querrá una deliciosa cerveza de raíz. -Un hombre alto, delgado, de cabello café y nariz larga se sienta a mi lado. -Sírvele, yo invito.

-No, no quiero cerveza. Además, lo que consuma será cargado en la cuenta de Cedric Maloney, no necesito que me invite nada.

-Así que eres amiga de Maloney. -dice con sorpresa -. Veo que ha mejorado en gustos. Por cierto, me llamo Faustus.

-Un gusto, señor, pero prefiero estar sola.

Mi nerviosismo aumenta ante la atención. No quiero tenerlo cerca pero temo que haga algo contra mí si lo rechazo.

-No tienes que fingir ser una puritana. -habla sin moverse. -¿Acaso esa es una nueva técnica para cobrar más? -cuestiona y yo no entiendo a lo que se refiere -. Me convenciste, lo pagaré porque se nota que eres nueva, no estarás muy usada.

-Le he dicho que me deje en paz.

Me levanto para irme, pero él me toma del brazo y me lo impide.

-Así me gusta, que cooperes. Parece que las mujeres solo se mueven por dinero y solo por ello te daré un Triten más.

Pasa a mi manos 4 monedas que inmediatamente le devuelvo indignada.

-No quiero su dinero. -Intento zafarme nuevamente pero me resulta imposible.

-No puedes marcharte, ya te pagué y ahora exijo que cumplas.

Parece que las personas a nuestro alrededor están demasiado ocupadas para darse cuenta de lo que sucede en la escena. Están demasiado alcoholizados o simplemente no les importa que pueda pasar.

-Creo que se ha confundido. Yo no necesito su dinero y tampoco estoy ofreciendo ningún tipo de servicios, ahora suélteme o gritare.

-Hazlo, créeme que nadie intervendrá. Todos aquí buscamos lo mismo y nos importan poco las mujeres como tú.

-Le exijo me respete.

-Cállate, mujer. Pague por ti ¿entiendes? Soy el hombre en este momento y debes obedecer.

Me hala con fuerza, lastimando mi brazo mientras me lleva a la salida. Intento agarrar el borde del barra para evitar ser arrastrada, sin embargo, mis dedos se resbalan ante la humedad del licor derramado.

-Suéltala, asqueroso -una voz interviene y para mi sorpresa se trata de una mujer -Ya te ha dicho que no quiere irse contigo.

-No te metas en esto, Shelly. Ya tienes tus clientes, deja que ella consiga los suyos.

-Pues tampoco te quiere a ti como su proveedor. -sentencia una mujer de vestido rojo, caminando hacia nosotros. -Por tu bien es mejor que la dejes en paz, porque nosotras podemos decidir con quién irnos y con quién no. Somos mujeres, no tú maldita entretención de una noche, así que antes de tocar a una ten presente que responderemos todas.

-A eso vienen aquí, a buscar hombres.

-Cállate la boca de una vez y guarda bien esa pequeña cosa tuya en tus pantalones porque voy a cortártela si sigues creyendo que puedes pasar por encima de nosotras. Lárgate de aquí, deja a la joven en paz y no la ensucies con tus mugrosas ínfulas de superioridad porque no estás por encima ni de la más grande meretriz del mundo. No te atrevas a creer que puedes tratarnos como se te da la gana por que nos dediquemos a esto. Valemos tanto como tú.

-Reserva tu discurso liberal para alguien a quien le interese. Este es el mundo de los hombres.

-No vas a llevártela, Faustus. -Toma su brazo para evitar que siga arrastrándome fuera.

-Ya deja a esas mujeres y toma asiento, voy a invitarte un trago -irrumpe el sujeto que atiende la barra -. No te desgastes con la asociación de meretrices.

-Bien, pero donde te vea -me señala -. Haré que me pagues esto.

Un escalofrío me recorre al escucharlo. El escaparme de casa fue una de las peores decisiones que tome esta noche.

-Vete de aquí -se dirige a mí la dama de vestido rojo con el enojo latente en su mirada -. Tienes buena ropa, se nota que eres de buena familia y que no te dedicas a esto y si lo estás intentando, es mejor que sepas cómo controlar estas situaciones o si no van hacer de ti cosas peores y no siempre habrá alguien que te cuide. Ve a casa y si buscas diversión haz una fiesta con los tuyos o asiste a un baile porque aquí solo encontrarás hombres así. -Señala sin reparos a quien llaman Faustus.

-Gracias. -Mi voz es baja, nerviosa. Intento abrazarla pero no me lo permite.

-No me gustan las lloronas, solo sal de aquí. Lamentablemente este mundo pertenece a los hombres y nos costará años hasta que nos escuchen y tomen en serio. -se da la vuelta y camina lejos de mí, sin dejar de hablar un segundo -. Se nota que nunca te has enfrentado a cosas malas, estás en una burbuja, mejor sigue allí porque el mundo exterior es una basura.

Camino hasta la salida después de escucharla atenta, intentando borrar de mi cabeza los últimos minutos vividos, pero antes de poder alcanzar la puerta veo el uniforme azul y vino ingresar en el bar.
Esto es lo último que me faltaba.

-¡Alto ahí! -la guardia real hace acto de presencia, adentrándose en el lugar -. Llegó la ley.

Uno de ellos coloca su mano en mi hombro bloqueando mi salida y llevándome hacía atrás.

-Nadie sale de aquí hasta que verifiquemos que pagaron los impuestos.

De inmediato se escucha una oleada de negaciones por el descontento que trae la noticia y la interrupción a su noche de fiesta.

-Sí, sí -camina uno de ellos entre las mesas -. Si tienen dinero para estar aquí es porque supongo ya cumplieron con lo que la ley estipula, así que empiecen todos a sacar su identificación.

¡Por Dios, la identificación! No la traigo conmigo, no creí que la necesitaría. Se supone que no iba pisar una taberna y mucho menos enfrentarme a estas situaciones.

Los oficiales comienzan a recorrer el bar, buscando en la lista a los morosos y tachando aquellos que efectivamente ya saldaron su deuda mientras yo me quedo estática, ideando una estrategia para salir de aquí.

-Identificación, señorita -me exige uno de ellos, dejándome en blanco -. No se lo voy a volver a repetir -alega cuando no la enseño.

-No la tengo aquí. -Es lo único que se me ocurre decir.

-¿Cómo que no? ¿por qué no la porta? - cuestiona autoritario - ¿Esta ocultando algo?

-La dejé en casa. -Intento defenderme pero es obvio que no me cree.

-Estos bares son frecuentados por militares y muchos Lacrontters aprovechan eso para infiltrarse y sacarle información a soldados ebrios o convencerlos de conspirar contra la monarquía.

-Yo soy Mishniana, oficial. Lo juro.

-No jures vano, niña. Si lo fueses tendrías una identificación.

-La tengo en casa, lo digo en serio. Puedo ir a buscarla y enseñarla.

-¿Crees que te vamos a dejar ir tan fácil? Puedes fugarte y en verdad estoy creyendo que eres infiltrada. Nadie viene a un bar sin identificación -comienza a dar golpes con su bolígrafo en el papel que tiene en la mano -No obstante y para que veas cuán benevolente soy, te daré el beneficio de la duda. Dame la dirección del lugar en donde vives y enviaré un oficial a buscarla.

¡Vida mía, no puedo hacer eso! Sí van a casa les abrirá alguno de mis padres y descubrirán que me he escapado. Es imposible que me exponga de esa manera.

-No, vivo sola. -Invento nerviosa, cosa que hace que el oficial me observe con desconfianza.

-La máxima edad que puedo colocarte son 20 años y no creo que tengas la estabilidad económica para ser independiente. Con esa declaración sólo haces que mis sospechas se incrementen. -me señala con la pluma en su mano -. No quieres decirme tu residencia porque no tienes y eso se debe a que no perteneces a este reino. Eres Lacrontter, así que camina porque estás detenida bajo el cargo de espionaje.

-¡¿Qué?! -suelto anonada -. No puede encarcelarme basándose solo en su intuición.

Mi corazón bombea rápido y un vacío en mi estómago se implanta ante la idea de estar en un calabozo.

El hombre me arrastra fuera y en pocos minutos comienzan a sacar más personas, por lo que rápidamente me encuentro rodeada de aquellos Mishnianos que no cumplieron con el pago de sus impuestos, y el miedo aumenta cuando veo un carruaje para transportar prisioneros en la acera.

-Suban todos -informa un soldado -. Espero ya le hayan pedido alguien que le avise a sus familiares para que vayan a saldar su deuda o se quedarán semanas tras las rejas.

-Yo ya pagué mis impuestos, no debo ir a la cárcel. -Levantó mi voz en protesta

-Eres espía, ese es un cargo mucho mayor -alega mientras me obliga a sentarme en una de las bancas de madera que hay dentro del transporte -. De comprobarse mi hipótesis pasarás mucho tiempo en prisión.

-¿Cuánto? -Cuestionó asustada.

-Toda la vida o aún peor, serás ejecutada.

-¡No, espere! -lo detengo cuando intenta cerrar la puerta -. Por favor vaya mi casa y pídale a mi padre que le dé mi identificación. Le juro que soy Mishniana.

-¿Acaso no dijiste que vivías sola? -Alega, levantando una ceja -. Ahora súmale otro cargo a tu condena por mentirle a un oficial.

-Por favor, señor, se lo suplico. Mándeme a casa con alguien y verá... -Cierra la puerta en mi rostro, haciéndome temblar ante el fuerte impacto y callando cualquier posible defensa ante el atropello.

En solo segundos somos transportados a la central de la guardia civil y llevados a una sala redonda, compuesta por un grupo se celdas que rodean una barra circular dispuesta en el centro, en la cual se mueven todos los oficiales de turno que hacen nuestro papeleo.

Mi corazón parece haberse transportado hasta mi garganta mientras me encierran en una de ellas, sin embargo, agradezco el hecho que me hayan colocado sola.

Estoy completamente desesperada, pero aún así intento ampararme en la serenidad para buscar una solución que me ayude a salir de esta situación.

-Oficial -me dirijo uno de ellos nuevamente -. Tengo derecho avisarle a alguien que estoy aquí.

-¿A quién? ¿A tu jefe en Lacrontte? -inquiere con burla -. En Mishnock los espías no tienen derecho a nada.

-Esto es injusto, no soy Lacrontter ¿cuántas veces lo tengo que repetir? -refuto temerosa -. Si quiere puedo cantar la marcha del rey.

-¿Por qué mejor no canta la sonata de guerra? -Réplica altivo, lo que supongo se trata del himno a Lacrontte.

En ese momento me doy cuenta que nada de lo que diga lo va a convencer de dejarme salir. Estoy aquí metida por una tonta identificación y sólo espero que Rose esté teniendo una buena cita para que así se compense todo este lío.

••••

Las horas pasan y sigo encerrada, me toca ver detrás de los barrotes como familiares de los otros prisioneros vienen por ellos, mientras yo continuo aquí, al borde de la demencia, con frío y zozobra. No es justo el trato que me están dando.

Tiempo después, un guardia se acerca a mi celda y tras colocar la llave en la cerradura, se adentra en ella con hoja y lápiz en mano.

-Voy a hacerte unas preguntas y espero contestes con la verdad.

Yo asiento, totalmente desconcertada pero dispuesta a mediar, guardando silencio mientras él se sienta en el otro extremo mirándome de forma intimidante.

-¿Quién es tu jefe en Lacrontte? -es lo primero que dice, enfureciéndome aún más -¿Desde cuando estas pasando información entre los reinos?

-Ya le he dicho, señor, que no soy una espía. Es una falta de respeto que me tengan aquí encerrada sin ningún tipo de pruebas y solo porque no tenía identificación.

-Querías huir de la taberna cuando nos viste llegar, ese es un comportamiento sospechoso.

-No pretendía huir, me estaba yendo. -alego frustrada -. Por cierto, deberían capturar a ese hombre Faustus que intentó propasarse conmigo. Él debería estar aquí y no yo.

-¿Tienes pruebas de que intentó tocarte? Si no las tienes, no hay nada que hacer

-Todo un bar fue testigo -me defiendo -. Además, es lo mismo que yo discrepo ¿por qué estoy aquí si ustedes no tienen pruebas?

-Para eso hago este interrogatorio. Así que es mejor que cooperes y eso podría ayudar a que no te ejecuten si no que solo cumplas ciertos años en prisión o si tienes mucha suerte, seas devuelta a Lacrontte para que sigas besándole los pies al rey Magnus.

-¡No tengo ningún vínculo con el rey Magnus! ¡No lo he visto nunca en mi vida y tampoco quiero hacerlo dentro de mil años!

-Mentir no te ayudará en nada, niña.

-No lo hago. Soy Emily Malhore, búsqueme en los registros. Soy hija de los perfumistas Malhore -la exasperación es clara en mi voz -. Tengo derechos, por favor envíen a alguien a casa por mi padre y él resolverá este asunto.

-No creo que una Malhore frecuente ese tipo de lugares. Le venden a los grandes señores de Mishnock y a los reyes. Tienen una reputación que mantener, así que le agregaré otro cargo por intento de usurpación de identidad.

-¡Esto debe ser una broma! ¿Cómo voy a usurpar mi propia identidad? - refutó indignada, pero de repente mi mente se ilumina -. Conozco a Cedric Maloney, él es un soldado de la guardia azul y sabe quien soy, estuvo cenando en mi casa esta noche.

-No conozco a ningún Maloney. Esta es la guardia civil, señorita.

-Buenas noches. -Una voz se escucha al otro lado de las rejas y el oficial se levanta de inmediato al sentirla.

-Esto no ha acabado aquí -me advierte mientras se levanta -. Cuando se vaya el príncipe Stefan seguiré con el interrogatorio.

¿El príncipe? ¡Por todas las flores del mundo! Él me vio esta tarde en la recaudación de impuestos. Es imposible que me recuerde pero al menos hará algo para ayudarme a salir, tal como intercedió por nuestro vecino, el señor Kingsley.

Cuando el guardia abandona la celda y me encierra nuevamente, me acerco a los barrotes para buscar la figura del heredero.
Después de buscar unos segundos, lo encuentro hablando con los oficiales en la misma vestimenta de hace unas horas. Alto, delgado y con postura incorregible.

-¡Alteza! -Le llamo, al borde de un colapso.

Él dirige su atención hacia mí, sus ojos azules me encuentran y su cabello oscuro cae en su rostro ante el movimiento de su cuello.

-Alteza, quisiera mostrar mi inconformismo ante el trato que me han dado y las acusaciones que han lanzado en mi contra porque yo no soy...

-Cállate, prisionera -interrumpe el guardia -. Eres espía, así que no tienes derecho a dirigirle la palabra al príncipe.

-Puedo defenderme y apelar.

-Estarás ejecutada al amanecer si no guardas silencio de una vez.

-Déjala hablar -sentencia él, caminando hacia mí -. Veo que se le acusa de espionaje ¿es eso cierto?

-No, claro que no -me defiendo -. Me trajeron aquí porque estaba en una taberna sin identificación y solo por eso dedujeron tal barbaridad.

-¿En una taberna? -Cuestiona extrañado.

-Si, es una historia larga pero el asunto es que nunca traicionaría a mi nación. Sé que los Lacrontte son malos y yo jamás trabajaría para ellos.

-No tiene ningún dato en Mishnock e intentó hacerse pasar por alguien más. - Contraataca el guardia.

-Eso tampoco es cierto. Quizás no me recuerde pero yo estuve en la plaza con mi padre, pagando los impuestos, usted nos ayudó cuando querían tomar a papá como prisionero por...

-Suéltenla. -Ahora es el príncipe quien me interrumpe.

-Alteza, es una espía. -Insiste el sujeto.

-Creo que he sido claro, suéltenla. Así no se trata a una señorita.

-No pretendo faltarle el respeto, pero estaba en un bar con las meretrices.

-Denme la llave. -Habla serio, extendiendo su mano para que el hombre se la entregue.

Cuando la toma, la acerca al cerrojo y comienza a abrir la celda. Mi corazón bombea fuerte al saber que saldré ilesa de esta injusticia.

-Se lo agradezco mucho, Alteza -me reverencio una vez estoy fuera -. En verdad no olvidaré esto. Prometo que le enviaré un obsequio de agradecimiento. - Comienzo a balbucear cosas sin sentido de manera frenética, mientras él escucha atento mis tonterías.

-No hace falta. -Agrega finalmente.

-Esta bien, pero nuevamente muchas gracias.

Le ofrezco una reverencia final y corro fuera del lugar en un intento por querer borrar las últimas horas de mi cabeza.
Cuando mi cuerpo se arropa con el frío del exterior y mis pies tocan el asfalto, miro hacia ambos lados para orientarme y totalmente ignorante de la hora en que me encuentro, comienzo a caminar rumbo a casa, siendo detenida por una voz a pocos metros.

-Señorita -llaman a mi espalda -¿A dónde cree que va? -Se trata del príncipe.

-A casa. -Paso las manos por mis brazos, abatida por la helada brisa.

-Permítame llevarla. Es peligroso que una joven recorra las calles sola a la media noche.

¡Por Dios! Si mi padre supiese que estoy fuera hasta tan tarde, me volaría la cabeza.

-No hace falta. -La vergüenza me carcome a pesar de saber que tiene razón.

-Es mi deber insistirle.

Camina hacia un carruaje color plomo de ruedas grandes y acabados opulentos, el cual lo espera en la salida de la central.
Abre la puerta y con un gesto me invita a adentrarme.

Quiero rechazarlo pero el frío y el peligro parecen quitarme la modestia y con el carmín en mi rostro voy hacia él y subo al transporte.

El interior de la carroza es despampanante cada detalle que la decora y la tapicería que la viste reflejan lujo, sin embargo, intento no mostrarme anonadada y guardar la compostura.

-Pecare por curioso y acepto el señalamiento pero me intriga saber cómo una señorita que vi de defendiendo a su padre en la plaza terminó en prisión. -Rompe el silencio una vez se sienta frente a mí.

Me resulta hilarante que recuerde ese suceso aunque supongo que su buena memoria fue lo que me ayudó a salir de prisión.

Dudo un segundo en hablar, pero supongo que cualquier cosa que diga no será peor después de todo lo que ha pasado.

-Estaba ayudando a alguien para que pudiese reunirse con su alma gemela.

-¿Y esa persona la abandonó en ese bar? -Cuestiona cuando el transporte comienza a moverse.

-No creo que me haya desamparado. Yo acababa de entrar a ese lugar, así que no le di tiempo de regresar por mi.

-Así que mientras usted luchaba tras las rejas, su amiga estaba rodeada en los brazos de un joven.

-¿Cómo sabe que es una mujer?

-Bueno, no creo que un hombre le pida ayuda a una dama para reunirse con alguien más.

-Ese comentario alguien puede tildarlo injusto y rayar en lo machista.

-¿Alguien o usted? -contraataca -. Espero no me juzgue con tanta facilidad. Solo hablo por experiencia

-No lo hago. Mi juicio no es tan frágil como para quebrarse ante esa declaración.

-Me alegra saberlo. No me gusta tener que disculparme por dar una opinión.

-¿Siempre es así de seguro?

-Solo si la ocasión lo amerita. Además, se me exige tener que convencer a los demás que lo que digo es cierto.

-¿Aún cuando no lo sea?

-Especialmente si no lo es -replica perspicaz -. Por cierto, creo que el cochero no sabe a donde vamos.

-Calle Lewintong - Casa 721.

Le da las indicaciones al paje para que este a su vez se las haga llegar a la persona al mando de nuestro viaje.

-Es decir, que se atribuye a usted mismo el título de mentiroso.

-No, pero debo brindarle sensación de confianza a los demás. Es mi deber -explica con naturalidad -. El deber de cualquier líder del mundo.

La actitud serena e inescrutable del príncipe me resulta inquietante pero al mismo tiempo fascinante y la elocuencia con la que se expresa evidencia que no deja nada al azar.

••••

El paje abre la puerta cuando llegamos a casa y con velocidad bajo y toco el asfalto. En este momento siento mucha impaciencia, pues solo deseo que se marche para poder buscar a solas una manera de escalar y entrar a mi habitación sin que él note la travesía, no obstante, toda esperanza se diluye cuando el príncipe baja después de mí.

No dice una palabra mientras pasa a mi lado y avanza hasta la casa, hecho que hace que me apresura a alcanzarlo para así evitar que toque la puerta.

-Por favor no llame. -Le ruego en un susurro cuando noto su intención.

-¿Por qué no? -Cuestiona en un tono alto.

-Alteza, no hable tan fuerte -observo a cada lado, pendiente que nadie nos descubra -. Me he escapado de casa, mis padres no saben que estoy fuera. -Revelo finalmente con la vergüenza haciendo mella en mi interior.

Levanta sus cejas con sorpresa ante mi declaración y en este instante quisiera hacerme pequeña y desaparecer.

-Eso explica muchas cosas -su expresión cambia radicalmente y ahora demuestra curiosidad e intriga. -¿Y cómo piensas entrar a casa? ¿Tiene alguna llave de repuesto?

-Escalando. -La pena me corre mientras señalo la pared.

-Quisiera ver eso, porque no creo que pueda hacerlo sola.

-Se supone que mi amiga me ayudaría con eso.

-Eso quiere decir que ahora yo tomaré el papel.

-No es necesario, Alteza, puedo hacerlo sola. Créame, soy muy buena montando cosas. -Repito lo que Rose me dijo hace unas horas.

Sus ojos se abren al escucharme y de inmediato capto la manera en que ha entendido mi mensaje.

-Me refiero a escalar. -Corrijo de inmediato.

-No la he acusado de nada.

-En su mente si.

-Fue inapropiado, me disculpo. Sin embargo, creo que es mi deber ayudarla a montar esa pared. -Me devuelve el chiste.

-Ya ha hecho mucho por mí esta noche. Con liberarme fue suficiente, creo que ya debe descansar.

-Créame, señorita que me espera una larga noche. Si he ido a la central no ha sido por casualidad, tengo asuntos pendientes de los que encargarme y usted se convirtió en uno de ellos.

-Con mayor razón no quiero quitarle más tiempo, es mejor que vuelva a su oficio.

-¡Mily! -un grito de mujer se escucha a la distancia -¡Por Dios, Mily! ¿Estas bien?

La persona se acerca con velocidad y mi corazón se detiene al pensar que se trata de mi madre, quien ha descubierto mi huida.

-Creí que no iba a encontrarte -corre hasta posicionarse a mi lado y respiro tranquila cuando descubro que se trata de Rose -. Fui por ti a la taberna y me dijeron que te habían llevado presa, casi me muero. Lo juro. ¿Acaso mataste a alguien?

-Claro que no, todo fue una confusión.

-Eso espero, porque me enojaría si llegases a matar a alguien sin mí.

Jadea a mi lado, apoyando sus manos en las piernas para inclinarse y tomar un poco de aire. Poco tiempo después, dirige su mirada al frente para tarde notar quien está conmigo.

-¡Alteza! -jadea absorta. Baja hasta el suelo en una reverencia exagerada que me deja sin palabras -. No lo había visto.

-Pude notarlo. -Se limita a decir éste.

-Permítame decirle que lo amo, siempre lo veo en el periódico o en la plaza cuando hay anuncios. Nunca me los pierdo.

-Es necesario mantenerse informado. -Dice descolocado ante la fanática actitud de mi amiga.

-Exactamente. Honor y gratitud. -Recita el lema del reino.

—Veo que es muy patriótica.

-Tanto así que soy novia de un militar. Azul y vino, siempre.

-Felicidades -aquella declaración, contiene una visible incomodidad suya ante la escena -. Supongo es usted la persona que ayudara a la joven a subir el muro.

-Por supuesto, soy muy buena escaladora.

-Entonces quisiera verlas entrar. No pienso marcharme hasta que estén dentro.

-Que caballeroso -se adelanta a decir -No entiendo porque aún está soltero, digo, es que lo vi en la lista de hombres libres de Mishnock.

-Nunca crea todo lo que lee, quizás tenga una novia en secreto... o dos.

Aquel comentario me hace reír, sin embargo, intento mantenerme pétrea y prudente, algo que a Rose le está costando.

Tomo del brazo a mi amiga y la llevo conmigo hasta el muro para subir de una vez y acabar con este vergonzante encuentro. Ella de inmediato entiende mi indirecta y me ayuda a escalar.

-Veo que tenía razón -habla el príncipe una vez estoy en la cúspide de la pared -. Es muy buena montando cosas.

-Odio montar a caballo. -suelto de repente y sin ningún sentido. ¿Por qué dije esa tontería?

Él me observa con extrañeza, haciendo brillar sus ojos azules con la luz de las lámparas que iluminan nuestro alrededor.
Su cabello oscuro resalta y su piel pálida lo hace aún más llamativo, cosa que verdaderamente distrae mis pensamientos.

-Claro. -Replica desconcertado y con una sonrisa pequeña, propia de una persona que sabe que está haciendo estragos en otra.

-Alteza -irrumpe Rose desde abajo - Usted dijo que tenía 3 novias ¿no le gustaría tener una tercera? Porque mi am... -pateo su hombro con discreción para evitar que diga algo indebido, haciéndola quejar por lo bajo -. Olvídelo.

-Bueno, ahora que están a salvo -se mueve, dando pasos hacia atrás. Es obvio que la actitud de Rose lo ha descolocado -. Es momento que me retire.

-Si nos visita otro día, le podemos ofrecer un té pero ahora no estamos en condiciones. -Se disculpa Alfort con una sonrisa.

-No hace falta. Espero estén bien, señoritas. -Inclina la cabeza a manera de despedida y camina de vuelta al carruaje sin mirar atrás un solo segundo.

Sube a su transporte y marcha lejos. Sé que debo irse con la imagen de 2 desadaptadas que se escapan de casa a media noche y no lo culpo, porque eso somos.

-¿Viste eso? Ya somos amigas de su Alteza. -Habla Rose, sacándome de mis pensamientos.

-No creo que él piense eso.

-Seguro si, además, no te hagas la santa; Mientras yo estaba con Cedric, tú no perdías el tiempo al lado del príncipe. ¿Se besaron?

-¡Claro que no! -Refuto ante sus desvaríos -. Solo me salvó de prisión.

-Bueno, pues ya yo tengo novio, así que la única que falta por un hombre eres tú y al parecer el príncipe ya tiene 2 novias secretas. Ahí no hay posibilidad.

No hago caso a lo que comenta pues solo queda en mi mente su primera declaración. Es novia de Cedric Maloney y aunque quisiera alegrarme, no puedo estarlo. Ese joven no me genera confianza y tengo razones para sentirme así.
Primero llega a casa con inversionistas de Lacrontte, luego finge no conocerme aún cuando nos acabamos de ver hace minutos y finalmente, ese hombre en el bar se puso muy extraño desde el momento en que mencioné que venía de parte de Maloney.
No sé que se trae ese sargento en sus manos, pero de entrada sé que no puedo fiarme de alguien que solo acepta verse con la chica en quien esta interesado, tan tarde en la noche y en un lugar donde nadie los vea.

Nota de autor

¡Hola! Hello! Hei!

Si eres nuevo, gracias por la oportunidad. Si eres antiguo, no coloques spoiler por favor.

Este es un nuevo capítulo, el cual no existía en la primera versión de la historia, así que no es obligación leerlo porque no afecta la trama actual para aquellos que ya leyeron El perfume del rey, sin embargo, profundizará más la historia.

Sin más que decir, nos vemos más adelante.

Me puedes encontrar en Instagram, Twitter y TikTok como @karinebernal

Continue Reading

You'll Also Like

110K 5.4K 26
Hebe Ibsen Vinter, es una chica reservada sin amigos a causa del abandono de su papá cuando tenía once años. Siete años después regresa para llevarl...
35.6K 2.8K 46
《 - ¿Qué estamos haciendo? - ella gime contra su oído, estremeciendo la totalidad de su cuerpo. Las manos de él recorren su espalda lentamente mientr...
6.6K 88 13
Emiliano, Emi, para sus amigas, descubre un lado desconocido de sí mismo.
1.2M 140K 135
Apex Predator El verdadero depredador superior. Mostrando los mejores recursos de supervivencia y cazando las mejores presas.