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By LancasterMar

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| π–π„π‹π‚πŽπŒπ„ π“πŽ... 𝐓𝐇𝐄 π”ππˆπ•π„π‘π’π„ πŽπ… ππ€πŠπ”π†πŽ πŠπ€π“π’π”πŠπˆ | β€§β‚ŠΛšβœ§| Diferentes mundos... More

Mi juego, mis reglas.
Pilar de excusas.
Kiss Cam.
El valor de un gesto.
GruΓ±osito.
Únete a mi.
Únete a mi. II
Únete a mi. III
Grita Ho Ho Ho~
A tus cuidados.
Lo que no fue.
Encierro.
CariΓ±o amargo.
CariΓ±o amargo. II
CariΓ±o amargo. Extra.
Vibra a lo alto.
Vibra a lo alto. II
Vibra a lo alto. III
A tu manera.
DetrΓ‘s del peligro.
Revisa tu pulso.
Revisa tu pulso. II
Visitante.
Un paso mΓ‘s.
Caricias maritales.
Primer encuentro.
Un futuro contigo.
ImaginaciΓ³n carnal.
BΓ‘lsamo al corazΓ³n.
Receta de vida.
The host.
Ese momento.
Disputas y enojos.

Slap ass.

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By LancasterMar

‧₊˚✧| 𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀𝐒 |

· Bakugõ y la protagonista son adolescente. 

· Los estudiantes de 1 A asisten al tercer año de heroísmo.


✧‧₊˚✧‧.





El sol despuntaba en el cielo de la tarde de una serena manera no apabullante, sin llegar a asfixiar con su alta temperatura, sino más bien que acompañaba a la silenciosa calma sentada en toda la academia de la U.A en la tarde del viernes. No obstante, bajo aquella arboleda junto a los dormitorios de la clase 3 A, en la fría sombra que generaba el conjunto de hojas y el encierro de los arbustos, una mayor temperatura principiaba más que ninguna otra cosa que pudiera igualar semejante calor.

Ajenos a cualquier ruido del entorno natural, pero atentos y bajo alerta por el temor a ser descubiertos in fraganti, Bakugõ y tú creaban e intercambiaban la fogosidad de un beso entre caricias anhelantes y jadeos satisfechos.

Las manos de tu novio aprisionaron tu cintura con fuerza y te atrajeron a él con rapidez, posesión y dominio, logrando así que sus bocas profundizaran el beso que tanto habían ansiado durante días darse. Ambos ladearon sus cabezas para que las lenguas se unieran y se abrazaran en una inmensa calidez, gestándoles un hormigueo que llegó hasta vuestros pies y subió en una ida y vuelta hasta erizar sus pieles en el paso; con escalofríos placenteros combustionados por la inmensidad de sus sentimientos y revoloteando dentro de sus cuerpos fructíferas sensaciones cosquilleantes, así como lo hace una ventisca otoñal al elevar las coloridas hojas.

El rubio no pudo evitar inspirar con profundidad por la nariz a mitad del beso debido a esas tantas sensaciones que por primera vez era testigo en su adolescencia; sintiendo desde un profundo vuelco en su estómago hasta una sensación liviana en sus pies que le recordaba la experiencia de estar volando así como cuando usaba sus explosiones para propulsarse en el aire..., pero con la rara y curiosa contrariedad de que las explosiones se daban en el interior de su pecho.

Ciñó su torso sobre ti hasta lograr que arquearas la espalda, y sentiste cómo una de sus grandes manos ascendió por tu cervical hasta sujetar tu cuello mientras la mano sobre tu cintura hundió sus dedos en tu carne, amenazando con elevar tu remera y acariciar también la suavidad de tu piel...

Y es que Bakugõ llevaba mucho tiempo conteniéndose.

Llevar una relación no era un asunto difícil para ustedes dos; habiendo coincidido con los sentimientos en el mismo momento en que ambos se enamoraron a mitad del segundo año, pero el día a día era más que un reto cuando habían establecido desde un principio dejar en secreto el noviazgo, dejando de lado llamar la atención en la academia cuando, tanto tú como Bakugõ, tenían sus propios objetivos y metas claras; las cuales estaban como prioridad. Sin embargo, no por ello iban a negar u ocultar lo que tanto les embargaba el corazón, y que también habían coincidido al no tolerar más la tensión amorosa y las miradas a la distancia. Pero no todo sería así por siempre; porque entre las variadas e importantísimas metas que cada uno llevaba, entre ellas se encontraba —luego de la graduación— formalizar vuestra unión sin secretos.

Fue inevitable para ti emitir una leve sonrisa intercalada en el beso al sentir el profundo deseo de Bakugõ con cada partícula de su ser, eyectándolo sin límite y con el poder suficiente para subir más que el calor del ambiente. Sus codiciosos labios te hacían saber en cada encuentro clandestino cuánto era que te deseaba y disfrutaba estar contigo sin necesidad de absurdas palabras. Por esto mismo es que algunas veces llegaba a sorprenderte cómo es que él podía pasar días enteros sin expresar nada, con la seriedad en su rostro y su comportamiento silencioso, ermitaño y lejano al del resto de la clase, sin embargo, terminaste descubriendo que estaba conteniéndose, esperando aquel momento para capturarte sin sospechas y demostrarte en vuestra soledad lo que tanto sentía y lo estaba ahogando en su interior... Y es que para él jamás salías de su mente... Ni siquiera cuando intentaba dormir. 

Cuando Bakugõ separó sus labios y cortó el beso, no quiso soltarte. Abrió un poco sus ojos para apreciar tu rostro sonrojado, acalorado, todavía con los parpados sellados y una suave sonrisa. Y, ante tu inmovilidad, comenzó a plantar besos castos por todo tu rostro; emprendiendo su camino por tus labios hasta tus mejillas, pasando por la punta de tu nariz y bajando hasta tu mandíbula y, finalmente, caer en tu cuello. Empezó con un ritmo suave, lento, así como el paso de un arroyo por pequeñas piedras, hasta que aumentó su nivel de modo bruto, pasando a ser una zambullida de sus labios contra tu piel.

─Tendré que salir a correr contigo más seguido ─confesaste entre sus besos, sintiendo el cosquilleo de sus húmedos labios grabar sus sentimientos en tu piel. 

Internamente, agradecías haber aceptado salir a entrenar con él luego del almuerzo y haber postergado el estudio para los próximos exámenes... Pero es que sabías que eso también sería una oportunidad para estudiar junto a él.

─Esto es tu culpa ─reprochó contra una de tus mejillas, con tono sereno y ronco─. No aguantas nada. Ni siquiera llegamos a correr un kilómetro.

─Creo que me estás culpando injustamente. ─Rodeaste su cuello con tus brazos y expandiste más tu sonrisa enamorada─. Te recuerdo que yo solo me detuve a tomar agua, pero tú me arrastraste hasta aquí y me be-

Bakugõ cortó tu frase con otro beso en tu boca, perdurándolo más segundos para que no terminaras con la verdad de los hechos que iban en contra de mantener ocultas sus intenciones; no queriendo reconocer en voz alta que desde que te vio aquella mañana y salieron de los dormitorios quiso detener todo para probar tus labios; aquellos que tan tentadores y sabrosos eran para él. No iba a reconocer que interrumpió el entrenamiento de aquella tarde y te llevó tras unos árboles solo porque le había resultado una debilidad ver tus labios mojados por el agua, formando un beso para tomar de la botella mientras tu respiración seguía agitada por el trote.

Y por querer delatar su debilidad, finalizó el beso mordiéndote el labio inferior, arrastrando sus dientes hasta tirar y pellizcar tu piel e hinchar aún más tus rosados labios.

Auch ─susurraste con un dolor fingido, mirándolo con cariño en los ojos.

─Debo enseñarte a hablar menos ─murmuró contra tu boca, observándote a través de sus ojos entornados, con el rojo brillando tanto como el sol de esa tarde.

Pegaste más tu pecho contra el suyo y sentiste un profundo vuelco en tu estómago que te obligó a remover tus pies inquietos sobre el verde césped y, por un momento, creíste que tu corazón latía tan bruto y acelerado que incluso Bakugõ llegaba a sentirlo contra su tórax; como si tu corazón llamara a su puerta para ser bienvenido... Solo que no sabías que, para ti, hace mucho tiempo había un lugar. 

Un suspiro involuntario y silencioso abandonó tu boca y chocó con la de tu novio; quien aleteó sus pestañas al sentir un vuelco tan profundo como el tuyo...

─¿Y cómo harás eso? —interrogaste divertida, con voz suave, chocando la punta de tu nariz con la suya.

─No te diré ahora, no lo entenderías... Pero me aseguraré de ir a tu cuarto hoy luego de la cena para dejarte bien en claro el cómo. ─Sus dedos pellizcaron tu cintura y su comisura izquierda se elevó hasta el cielo─. Abre a tiempo porque no estaré parado como un idiota esperándote, y si me llego a enterar de que no estás, no será una enseñanza lo que te dé.

─¿Es una amenaza? ─cuestionaste con jocosidad y una sonrisa tan tonta como acalorada por sus palabras. Y para provocarlo, agregaste─: Mmm, perro que ladra no muerde.

Bakugõ soltó una risa corta y áspera que ante ti sonó burlona, y se acercó hasta tu oído para tomar entre sus labios tu lóbulo, chupándolo y succionando con un pequeño ruido hasta tirar de él y soltarlo. Luego, acercó más sus labios para que lo oyeras bien.

─Idiota... Yo hago más que morder ─susurró con sus intenciones coladas en medio de su enronquecida y grave voz, y lentamente bajó su mano hasta tu trasero, tomando un glúteo y apretándolo entre sus dedos con fuerza, a su vez que te acercaba para que sus caderas choquen una con la otra.

Volvió a posar sus labios en ti, esta vez en tu hélix, y bajó con besos hasta que sus dientes atacaron una vez más tu lóbulo, pellizcándolo con picardía y soltando también un gruñido áspero de satisfacción, altanería y gozo ante los pensamientos que surcaban su mente por lo que te podría hacer y hasta dónde podrían llegar sus mordidas juguetonas. Un escalofrío que gestó calor en cada parte de ti te recorrió el cuerpo hasta hacerte tomar una profunda bocanada de aire por la boca y apretar los hombros de Bakugõ con las manos, logrando también que tensaras tu postura ante su cálida respiración acariciando tu cuello, sintiendo adversamente que cada músculo se debilitaba por su contacto y presencia. Pero era difícil centrarte en todas las sensaciones que él te producía; cuando la más fuerte brotaba en tu bajo vientre ante aquella insolente mano que masajeaba tu trasero como si fuese una masa.

Finalizó con un beso casto pero largo en tu cuello, y alejó su torso para mirarte a los ojos y reírse de tus expresiones a su control.

─Vamos. Se está haciendo tarde, nena, y no seré yo quien tolere las malditas quejas del cuatro ojos ─informó con aquella sonrisa ladina que tanto te conquistaba. 

Sin embargo, al instante que su diestra abandonó tu trasero, haciéndote creer que te dejaría, te diste cuenta que había sido un engaño y solo había tomado carrera para nalguearte de un modo tan fuerte que el impacto de su palma creó un clamoroso ruido bajo aquella arboleda. El golpe juguetón te sorprendió al tomarte desprevenida, logrando que casi soltaras un chillido, y a las segundos sentiste el intenso hormigueo que picaba la piel de esa zona. 

Bakugõ volvió a soltar una pequeña risa taimada, divirtiéndose con tu rostro sorprendido de boca abierta, y se separó totalmente de ti para emprender su camino fuera de la arboleda donde se escondieron, dirigiendo sus pasos de regreso a los dormitorios. Mientras, tú te quedaste sobando tu trasero, con un puchero en los labios y apreciando la sonrisa orgullosa en el rostro de tu novio, con aquel modo tan superior que tenía de caminar; con las manos en sus bolsillos y el mentón en alto. 

─¿Sabes que pica demasiado cuando lo haces así, no? ─cuestionaste con un ceño fruncido pero con diversión mientras caminabas atrás suyo.

Bakugõ destapó la botella de agua que ambos compartían y que recuperó del suelo —donde previamente la había lanzado por la desesperación de atacar tus labios— y, antes de llevar el pico a su boca, te miró por encima de su hombro con indiferencia y encogió su figura con desdén; importándole poco y demostrándotelo. Luego volvió la vista al frente y tomó con tranquilidad el agua de su botella... Sin saber lo que le esperaba. Mientras la bebida fría pasaba por su garganta, sintió un fuerte golpe en su trasero que logró desestabilizarlo y que escupiera lo que tenía en la boca. La sensación caliente y hormigueante se expandió por su nalga izquierda y, con sus ojos bien abiertos por la sorpresa, con gotas de agua deslizándose por su mentón hasta pender de su mandíbula, giró lentamente su cuello para verte parada a sus espaldas, con las manos apostadas en tus caderas, el mentón en alto y una sonrisa triunfante.

─Como hiciste este gesto... ─Copiaste el momento en que se encogió de hombros para ti─. Creí que entonces no te importaría recibir una también.

Te esforzaste para no reírte en su cara y comenzaste a caminar hacia la entrada de los dormitorios, ignorando de buena manera la mirada rojiza y penetrante de tu novio cuando pasaste por su lado, y que luego la sentiste clavada en tu cuello hasta gestarte una sensación incomoda en la zona. Supiste enseguida lo que habías creado en él, pero no le temías. Conocías su lado competitivo, con una gran chispa de venganza... Sin embargo, quizá habías sido algo tonta al no esperarla ya mismo... Siendo tarde cuando lo consideraste porque, antes de que pudiera llegar eso a tu mente, Bakugõ ya estaba impulsando su fornido brazo con la palma extendida, teniendo sus ojos fijos en tu trasero.

Cuando la mano llegó, un sonoro ruido más alto que el anterior llegó a tus oídos y su fuerza incluso logró empujar tus caderas. La ardiente sensación que chispeó tu piel no se demoró en crearse a los segundos, picándote el doble al habértela dado en el mismo lugar que la primera. Esta vez chillaste, mientras dabas un pequeño salto y llevabas tus manos a la zona del leve dolor a fin de masajearte para mermar el ardor. Pero, sin embargo, cuando giraste el cuello y viste a Bakugõ a tu lado, caminando a la par de ti y llevando también esa sonrisa divertida, burlona y pretenciosa en su rostro, sabiendo y demostrando que él sería el ganador y el último en actuar, comenzaste a reír por los juegos creados entre ustedes dos... Descifrando también en el rojo de sus ojos que, aunque había sido la segunda nalgada en tan solo minutos, aquella no sería la última del día.

Continuaron su andar de camino a la entrada, entre bromas y molestándose mutuamente, haciendo todo antes de cruzar el umbral de la puerta y estar ante la vista de todos sus compañeros y tener que cambiar sus comportamientos para que las sospechas de que estaban juntos no se expusieran a la luz.

No obstante, fueron ajenos a los ojos ambarinos que, tras una las ventana, habían observado con curiosidad y gran confusión toda la escena de nalgadas. Kaminari posó su mano en su mentón y rascó la zona con uno de sus dedos mientras pensaba y rebuscaba entre sus análisis mentales una respuesta a lo que acababa de ver. ¿Por qué sus dos amigos estaban nalgueándose mutuamente con tanta fuerza?

Cuando llegó a la respuesta, sonrió y alzó sus pequeñas cejas, y chasqueó sus dedos por haber llegado a la clara y muy obvia respuesta, culpándose por haber sido tan tonto de haber tardado en tenerla.

─¡Claro! Ya entiendo ─expresó con frenesí, hablando consigo mismo─. ¡Hoy es viernes!

Corrió con celeridad hasta la entrada, teniendo una amplia sonrisa por la emoción de su pensamiento. Se paró junto a la puerta cerrada y encorvó su espalda para dar una postura de sigilo, cargándose a su vez de ansiedad a que la puerta se abriera y ambos, tú y Bakugõ, se adentraran a la sala. Desde el sillón, Sero observó sus movimientos con confusión, frunciendo su ceño y ladeando el rostro, preguntándose internamente qué le ocurría ahora. Kaminari, al verlo, comenzó a reírse y se tapó la boca con una mano para no largar una carcajada, y luego posó su dedo índice sobre sus labios para indicarle a Sero que no dijera nada.

Cuando la puerta se abrió, Kaminari quedó por detrás y no fue visto por ti cuando pasaste primero. A tus espaldas, Bakugõ avanzaba mientras te hablaba de un entrenamiento que había hecho con Deku días atrás, sin embargo, cuando cerró la puerta, el mayor problema se avecinó sin haberlo esperado nadie.

─¡Slap ass Friday! ─vociferó Kaminari y nalgueó con gran fuerza el trasero de Bakugõ, logrando empujar su pelvis hacia delante.

El fuerte clamor que creó la palma de su mano contra la nalga derecha del rubio se escuchó en toda la sala en común, logrando callar a todos los presentes que miraron la escena con el terror en sus caras. Kirishima, que comía una manzana, quedó con su boca abierta y la fruta cayó de su mano hasta rodar por el piso. Sero casi escupió el refresco que estaba tomando; mientras que el resto de la clase palidecía por lo que le esperaba a su compañero de particularidad eléctrica.

─Casi lo olvido por completo. ─Cortó el silencio Kaminari, dejando escapar una risa cantarina─. Ese reto fue tendencia por mucho tiempo en internet. ¿Volvió a estar de moda o qué?

Cuando te volteaste, viste que Kaminari orientaba su mirada de ti a Bakugõ, esperando la respuesta y también la explicación de porqué los vio haciendo eso. Pero, al ver a tu novio, quedaste sin aire al notar que permanecía con el mentón bajo y su mirada se ensombrecía a causa de su flequillo que le cubría los ojos... Conocías muy bien esa postura; con sus hombros tensos, puños cerrados y portando un leve temblor por la fuerza que ejercían, a su vez que el filo de su mandíbula se remarcaba por el vigoroso modo en el que apretaba sus dientes. La botella que cargaba en una de sus manos cayó al piso y rodó en silencio, alejándose de la escena como si aquel objeto inanimado también supiera lo que ocurriría ahora.

Tragaste grueso y diste un paso atrás, sabiendo que era inútil meterte para detener la mayor catástrofe que se avecinaba.

Y así fue y nadie se atrevió a detener a Bakugõ cuando corrió y persiguió a Kaminari por todo el edificio, impulsándose con sus explosiones a fin de patear el maldito trasero de su compañero, y llevando el reto de Slap Ass Friday a un Exploded Ass Murder.


✧‧₊˚✧‧.


Aclaraciones:

》Ningún culo fue dañado en la creación de este escenario.《

···

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