Extras Pecados Placenteros (E...

By Zachl0604

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DESEO: Extra 1(Ángela)

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By Zachl0604


            La espada y la pared.

Angela

Quién no ha estado bajo tu piel no tiene derecho a juzgarte, porque no sabe lo que duele ser tú, no conoce la soledad que llevas dentro ni los motivos que te hacen actuar como lo haces. De poder tener un don pediría ver el pasado de alguien, las cargas, sus penas, con el fin de saber cómo tratarla, cómo entenderla. 

Si la sociedad supiera lo que sufrió la Ángela nacida en el prostíbulo entendería porque huí lejos de la vida de mi madre. 

Si mis colegas hubiesen presenciado mi adolescencia cargada de burlas, me ofrecerian amistad en vez de verme como una amenaza. 

Si Christopher Morgan hubiese sabido lo que significaba Santiago para mí y mis motivos para buscarlo, no me habría atacado echandome la culpa, ya que a él nadie lo juzgó cuando quiso ir por Rachel a Positano, 

Nadie le dijo "No lo hagas", por el contrario, lo apoyamos aún sabiendo que ir por ella era un peligro. 

A simple vista yo era la culpable de la desgracia, pero lo que muchos no saben era que Christopher estaba sin fuerzas, sin gente. Bratt fue un daño colateral que no se esperaba, sin embargo, seguí firme a su lado, pero como sabía que esto iba a tardar quise tener a Santiago a mi lado porque lo quería y él a mí. 

Me pongo de pie y salgo al balcón con los brazos cruzados sobre mi pecho, recordando el momento en el bosque que aún me empañan los ojos cada que lo recuerdo, «Fue el peor día de mi vida». Vi morir a Santiago, un civil cualquiera que no sabía ni tomar un arma. No tuve tiempo de avisarle a mis compañeros en la huida, sin embargo, me adentré en el bosque queriendo ser un refuerzo para ellos cuando la FEMF los atacó.

Patrick sabía que los estaba siguiendo y no dijo nada porque comprendió que estaba desecha, dañada y herida por lo de Santiago, Christopher lo notó, no me entendió, no se puso en mi lugar e inmediatamente arremetió contra mí sin darme tiempo de explicar que estaba con él, con Rachel y sus nenes. 

Tuve que huir, ya que el bosque era un campo minado de franceses e italianos, para colmo, Christopher le disparaba a todo lo que veía. Corrí tanto que las fuerzas se me acabaron y no hice más que llorar odiando a Gema y a Bratt por provocar todo esto. 

Emprendí la huida de nuevo, me perdí, no hallaba ningún tipo de salida e intenté esconderme cuando capté la cercanía de los Halcones, pero mis fuerzas no eran iguales y caí. Terminé en manos del enemigo que me arrastró a los pies de su jefe dejándome sin armas antes de encararlo. 

Di todo por perdido, sabía que había llegado mi fin cuando vi a Antoni liderando el grupo de hombres que lo seguían. Me obligaron a arrodillarme a las malas con un arma en la cabeza y él se acercó con lentitud. 

—¿Esa es la forma de tratar a una dama? —le pregunto a los hombres que me tenía— Hice una pregunta, ¿Es la forma? 

Los hombres clavaron la mirada en el piso y levanté la vista convencida de que bromeaba, pero su seriedad denotaba todo lo contrario y su seguidor dio un paso atrás soltandome las manos de inmediato. 

Mis ojos analizaron el perímetro ideando a cuántos podría matar en una pelea, pero eran más de cien y no tenía ninguna ventaja. Me vi rodeada como la vez que Meredith me traicionó en Londres y terminé en manos de Daniel. 

—Antoni Mascherano —extendió su mano con un gesto que claramente no me esperaba. 

Seguía en el suelo, dudosa, sin saber cómo proceder. 

—Anda, recíbela —dijo ante mi duda.— De querer hacerte daño ya lo hubiese hecho. 

Lo miré a la cara correspondiendo el gesto el cual me puso de pie. Su palma era suave, sus dedos también. 

—¿Cómo está Rachel? —preguntó— ¿Está herida, enferma? ¿Necesita algo? 

Sacudí la cabeza y él asintió satisfecho. 

—La vas a matar— solté su mano rabiosa— para eso la quieres y vas a matarme a mi también. 

—Claro que no, bella —sonrió con soltura— Eres su amiga y ya la cuidaste una vez, solo estoy agradeciendo eso —volvió a tomar mi mano dándome un beso en el dorso.— Gracias por quedarte en el bar. La fidelidad no es una cualidad de todo el mundo, ¿Sabes? 

Un nudo salado se armó en mi garganta, es la tercera persona que me lo agradece después de ella y su madre. 

—Sáquenla de aquí —le ordenó a sus hombres, La noto triste y entre nosotros no va a descansar. 

Me sacaron del bosque con diez hombres más y no me dejaron en un calabozo. Tuve una habitación propia donde me dieron comida, agua y ropa para que me aseara. Estaba encerrada con llave, pero no me maltrataron, torturaron u obligaron a dar información, simplemente me tenían ahí suministrando todo lo que necesitaba. 

A los dos días me trasladaron a Italia con las medidas de seguridad necesarias para que no pudiera huir y se repitió el mismo patrón. Permanecía en una habitación encerrada donde no hacía más que llorar, que lamentar la muerte de Santiago detestando a la entidad en la que arriesgué mi vida un sin fin de veces. 

Había perdido mi carrera, mi amiga, mi novio y prontamente perdería la vida también. A los tres días, estando en Italia, el mafioso volvió enfundado en un traje gris, su rostro no tenía rastro de golpes, pero caminaba despacio como si estuviera herido. 

—Ahora si vas a matarme, supongo —comente resignada, era lo más obvio, el estar encerrada y sumida en la tristeza no era un camino para mí, además ¿Qué me quedaba? 

—Christopher y Patrick Linguini murieron, tus compañeros huyeron y ahora están apresados —terminé de empeorar con su noticia.— Rachel está inconsciente con un trauma en la cabeza. 

La muerte del coronel y el capitán, la situación de mis compañeros y el estado de mi amiga me hicieron temblar los labios al punto de volver a llorar. Patrick era un buen colega, me permitió seguirlos y hasta dejó botellas de agua en el camino para que bebiera. 

Christopher había sido mi jefe durante años y el imaginarme a Rachel... 

—Solo venía a avisarte —se dio la vuelta y le cerré el paso. 

—¿Cómo está mi amiga? —me sequé las lágrimas— ¿Qué le pasó? ¿Dónde está? 

—Tuvo una pelea con Ali —me confesó.— Tuvo que dejarla inconsciente en un intento por defenderse. 

—Dejame verla —le volví a cerrar el paso— Soy su amiga, déjame verla. 

Anclo su mirada a la mía y volví a apartar las lágrimas. Su rostro denotaba una elegancia aristocrática y su postura complementaban el aire de Ángel del inframundo.

—Solo quiero cuidarla —le aseguré.— No intentaré nada, lo juro, y si lo hago mátame. 

—Lo haré, no lo dudes —señaló la puerta antes de llevarme con él al hospital. 

Hombres armados lo rodeaban, Italia era su zona y era el tipo de hombre el cual sabe que no tiene que lanzar advertencias, ya que el poder y los alcances se le notaban por encima. 

Rachel estaba en una clínica de lujo, su habitación estaba en la última planta siendo resguardada por varios antonegras. Llevaba días en el mismo estado, lo primero que hice fue sujetar su mano queriendo que supiera que estaba aquí y me mantuve a su lado esperando que despertara. 

No se merecía esto, ninguna de las dos y quería que despertara, pero a la vez tenía miedo, ya que presentía lo mucho que le iba a doler la muerte del coronel.

¿Cómo iba a superar eso? Yo más que nadie sabía lo mucho que lo amaba. En la memoria tenía grabada la cara de felicidad a la hora de casarse, así como en navidad. Tenía perpetuado el brillo en sus ojos cada que lo miraba. 

La escuché susurrar su nombre como cuando la volvieron a drogar en Londres y en medio del psicótico alzaba las manos llorando, queriendo tocar la imagen inexistente del coronel. No me separé de su lado en los días siguientes y el italiano estaba pendiente de todo. 

—¿Qué es eso? —le pregunté cuando sacó una jeringa del estuche— ¡No más drogas! 

—Es solo para que se recupere más rápido y estoy eliminando las toxinas que le dejó el anterior veneno —confesó vaciando la jeringa.— Haré que vuelva a ser la misma de antes, ¿No quieres eso? 

Le apartó el cabello de la cara besándole la frente y su hombre de confianza dejó en la mesa un gran número de periódicos de la FEMF. 

—Para que estés informada —me dijo antes de marcharse y durante doce horas no leí más que noticias de Gema, Bratt, mis compañeros y empecé a odiarla más de lo que la odiaba ya. 

Era una maldita mojigata y Bratt no era más que un tramposo. Por culpa de ellos Rachel y yo estábamos sin nada ahora, seguía sin despertar y empecé a idear las mil formas de acabar con el nido de hipócritas que tenia la FEMF. 

Los soldados que nos buscaban habían sido entrenados por Christopher y por la Élite, y les lavaron el cerebro para que nos atacaran. En pocas palabras, habíamos afilado nuestros propios cuchillos. 

Tres noches más pasaron y ella seguía sin despertar. Antoni no la tenía esposada, tampoco la maltrataba, por el contrario, llegaba, le besaba el dorso de la mano y le decía palabras en italiano. 

—Es muy hermosa, ¿Cierto? —me preguntó y asentí. Lo era, pensé lo mismo cuando la vi por primera vez— Merece que la venere hasta que ambos dejemos de respirar. 

—Puedo cuidarla —aseguré sin dudar.— Hemos sido colegas durante años y lo ha perdido todo, deja que tenga una amiga. 

Fijó los ojos negros en mí. Afuera estaba siendo buscada, la FEMF se las iba a apañar para encontrarme y encarcelarme como los demás, además, ya no tenia ganas ni fuerzas para esconderme. 

—Ya veremos —comentó antes de encaminarse a la puerta.— Tu comportamiento me dirá cómo tratarte. 

El Antoni que venía todos los días no era el mismo que pintaban en los expedientes, no era el mismo que Rachel decía odiar, ya que este no tenía ningún atisbo de ser un monstruo. 

Al mediodía me bajaban a la cafetería a almorzar, en la noche a cenar y en la tarde del día siguiente bajé a comer. Me tardé más de lo acostumbrado, ya que anímicamente no estaba bien, era uno de esos días donde Santiago no salía de mi cabeza y lo que me sacó del trance fue la alarma del hospital. 

Rachel había despertado. Había matado a cinco enfermeras y los cuatro antonegras que la cuidaban con un bisturí. Huyó por una de las ventanas en bata y salí tras ella con los otros hombres preocupada porque la FEMF la capturara. 

El italiano no me agredió, ni desconfío como Christopher en el bosque, dejó que instruyera a Ali y con él la encontré vagando por las calles de Florencia. 

La Rachel que veía vagar me partía el corazón porque lucía perdida, desorientada y su dolor emocional era notorio llevándose las manos al vientre cada dos por tres. 

Tenía un perfil psicótico, su comportamiento era el de alguien con alzheimer o pérdida de memoria; tres veces pasé frente a sus ojos y no me reconoció. 

Alí le aviso al italiano que se unió a mi siguiéndola en un auto con uno de los doctores que le confirmó la amnesia basándose en su comportamiento y en los estudios realizados anteriormente. 

A cada nada se llevaba las manos a la cabeza, a cada nada se ponia llorar, supe las intenciones de Antoni cuando sacó el anillo que tantas veces le vi a Christopher en el dedo anular. 

Habló conmigo, puso las condiciones sobre la mesa y no tenia problema con que me quedara en Italia, que me entendía y que era bienvenida a su lado, pero debía entenderlo a él también y es que iba a actuar a su manera. 

La imagen de Rachel me hizo cuestionarme si era justo lidiar con la pérdida de Christopher, si era justo que volvieran a drogarla, torturarla y padecer sobre sus hijos enfermos. 

—Esos niños están sufriendo estén donde estén —me aseguró el.— Conozco mis creaciones, la muerte es un buen castigo ahora que no conocen de la vida. Ella tiene la opción de dejar todo atrás, ser lo que ha sido siempre y es dama de la mafia. 

Baje del auto dispuesta a todo, si me iban a pegar un tiro por decir la verdad que lo hicieran. 

Rachel se adentró en un edificio y la seguí hasta la azotea, la observé desde lejos queriendo buscar las palabras menos dolorosas, pero no las había. Ella miró a la nada con las manos sobre el abdomen por horas donde hasta el mismo Antoni sabía que lo mejor era acercarse despacio. 

Me acordé de su embarazo, de cómo se ponía cada que hablaba de sus mellizos. Miré al italiano que la había cuidado todas las noches anteriores. 

¿Por qué ser una cautiva más sí podría tener todo lo que ella se merecía? 

Verla llorar hizo que volviera a maldecir a Gema y me juré destruirla. Actué sumergida en su tristeza y en la mía, por ello le hice caso al italiano para que dejara de sufrir por los niños que ya no tenían salvación. Le di algo a que aferrarse y fue al italiano que tomó el papel del coronel. 

La encaré, verla de cerca me convenció de mis decisiones. Perder la memoria ahora no era un castigo, era una bendición teniendo en cuenta todo lo que había pasado. La abracé y le pedí que juntas mataramos a Gema y a Bratt por haber dañado nuestro momento. Dejé que Antoni se le acercara, ya que anteriormente había demostrado que le importaba. 

No me equivoqué, porque la llevó a su casa donde volvió a quedarse dormida bajo los efectos del sedante que le suministro. Mientras ella dormía, yo le contaba a Antoni toda su vida con Christopher, como lo quería, las cosas que había hecho por él, le hablé de las elecciones, de la recaída, de la boda y sus hombres se encargaron de borrar el rastro del coronel. 

Hizo desaparecer las fotos que ella tenía con Christopher en la prensa y me sentía mal, pero cada que le veía los ojos hinchados de tanto llorar me convencía de que era lo mejor. 

Despertaba con lagunas mentales, con ataques de llanto y estuve ahí abrazándola. Secunde la historia del italiano y fue terca. Estaba tan cargada de rabia que a cada nada agredía a Antoni y luego no se acordaba del porqué, pero él fue más paciente todavía y fue otra cosa que me sorprendió.

Su manera de tratarla, de arrodillarse ante ella, besarle las manos como si fueran los protagonistas de algún poema y es que Antoni era un caballero todo el tiempo. 

—Es para que vuelva a ser la misma de antes —me explicaba cada que le iba a suministrar algún tipo de medicamento.— Borra las secuelas. 

Sus caricias, atenciones y cuidado fueron calando en Rachel, ya que después de las cuatro semanas empezó a portarse mejor, escuchaba con más atención. 

—¿Y mis bebés? —preguntó y él le mostró la foto que habíamos conseguido. 

—Haremos cumplir la ley de sangre por sangre, no te preocupes —respondió el italiano. 

Reparó la foto paseando los dedos por ella y movió la cabeza en señal de asentimiento. La Rachel que vivía ahora en Italia era mucho más fría, ida y solo le sonreía a Antoni, a mí y a Damon cuando se lo presentaron. 

Los italianos me acogieron. El padrino de Antoni, Ali, sus hombres y la hospitalidad dada hizo que reflexionara sobre mi pasado. 

Christopher Morgan intentó matarme por un error y Antoni Mascherano me hizo parte de su círculo con tal de hacer feliz a Rachel. Ya no era parte de la FEMF, era parte de la mafia italiana. 

No me despegaba de mi amiga. Ella dejó de ser la teniente habladora, ahora se mantenía más callada, fría y llena de rabia. Habían pasado siete semanas y un grupo de Halcones entró a la casa después de la cena. 

—Hallamos esto —trajeron la placa de Stefan— en las montañas de Suecia, creo que estamos cerca. 

—Si encuentran la placa del que los tiene y no a los engendros me hace dudar de la capacidad de tus hombres, Alí —lo regañó Rachel antes de mirar a Antoni.— Falta inteligencia y perseverancia aquí. 

Se fue molesta y no quiso que la acompañara. Los hombres se quedaron en la sala y en los días siguientes siguió furiosa, rechazaba los detalles y eso desesperaba al mafioso, más cuando no se dejaba tocar. 

—¿Qué quieres? —le preguntaba el italiano— ¿Qué necesitas para que te sientas mejor?

—Salir a matar a esos niños —respondió ella rabiosa. No me siento en paz con ellos respirando y por ello quiero salir a matarlos. 

La conciencia se me removió, pero la mentira ya estaba dicha. A mí me daba pesar el que vivieran padeciendo con alguna enfermedad dolorosa y es que Antoni ensayaba sus creaciones en personas que bien libradas no salian. 

—Quiero ir por ellos yo misma —pidió y él la complació. 

Estaba mal, pero si ella era feliz con eso yo no dejaría de apoyarla. La recompensa por los mellizos era alta, Los Halcones querían esa suma, por ende, estaban moviendo cielo y tierra para encontrarlos. 

Ella lideró las búsquedas, estaba tan llena de rabia que arrasaba con todo lo que se le topaba. No la abandoné, buscábamos a los mellizos juntas, pero no los hallamos. Thomas Morgan los tenía y sabía mover a Stefan, ya que cada que creíamos que los encontrariamos no estaban. 

Rachel y yo nos fuimos ganando una reputación cuando empezamos a sabotear los operativos de la FEMF, cosa que aumentaban las ganas de Bratt por capturarla. 

Juntas labramos estrategias que nos permitieran el arrodillamiento de los rusos, pero estos eran unos obstinados. Se les atacaba, quemábamos sus negocios, sus fuentes de dinero, sin embargo, seguían negándose. Los dejamos sin socios y ni así nos rindieron pleitesía. 

—Hay que dejarlos —le dijo Rachel a los miembros de la pirámide.— Cuando llenko muera se les va a acabar el aire revolucionario. 

Rachel detestaba a los rusos, en especial a los Romanov. A cada nada los amenazaba, los perseguía y dejaba en claro lo que iba a pasar si aparecian. 

Todo lo que hacía hizo que la admiraran más, ya que por ella los rusos se escondian como ratas. Era la enemiga número de la FEMF. Antoni le daba todo lo que quería, dos o tres veces por semana nos llevaba a cenar y ella caminaba de su mano mientras Damon Mascherano sujetaba la de su padre.

Reforcé todo hablándole de él, de lo mucho que la amaba, de lo que estaba dispuesto a hacer por ella. Inventado o no, ¿Quién dice que las mentiras no inyectan felicidad? 

—¿Te puedo contar algo? —inquirió una vez mientras desayunábamos solas— Pero primero debo preguntarte si puedo confiar en ti y si estás conmigo como dices. 

—Claro que lo estoy —apreté su mano y respiró hondo desviando la vista al jardín. 

—Amo a Antoni, pero cada que me toca se me viene a la cabeza un hombre diferente —pasé saliva con su confesión.— No le veo el rostro, pero no es mi esposo, ya que tiene tatuajes. El cuerpo no es igual y tampoco la forma de besarme. Se apodera tanto de mi pecho que me hace llorar con recuerdos agridulces. 

La duda en sus ojos encendió mis alertas de amenaza, si notaba que le mentí perdería a mi amiga para siempre. 

—A lo mejor es una fantasía —le dije sonriente.— Ya se te pasará. 

Asintió. 

—No le digas nada a él —pidió.— Me ha tratado bien y no quiero que piense mal. 

—Tranquila —le aseguré. 

Su confesión era algo grave, la Rachel de antes repudiaría al italiano y nos quedaríamos sin los alcances que teníamos ahora. 

Ella sola no podía contra la FEMF. Siendo ella correría buscar a sus hijos enfermos. Aquí era venerada como una reina, el italiano la estaba componiendo, reparando las secuelas de los componentes que tenía en el cuerpo. 

Hablé con Antoni en la noche, obviamente no le gustó la noticia. Nos contactamos con un experto y este nos dijo que ese tipo de recuerdos relámpagos podría contribuir a que recuperara la memoria. 

Hay casos donde los recuerdos vuelven de golpe y otros donde se da poco a poco con actividades o patrones que se hacían antes. 

—¿Qué harás? —le pregunté al italiano. 

—Seguir venerándola —contesto.— Su mera presencia me satisface y soy un hombre paciente —se acarició los labios— Su toque, verla a mi lado, besarla.... No podría definir el éxtasis que recorre mi cuerpo cada que la miro.

Se puso de pie y se plantó frente a mi. 

—Ella es extraordinaria, Angela —siguió— Verla dormir ya es un privilegio, el que me hable de cerca, que nuestros labios se unan, el que duerma sobre mi pecho y el que el azul de sus ojos cale en el negro de los míos —me miró y se acercó a mi oído apartandome el cabello que en ese entonces me llegaba a los hombros.— Puedo entenderla, pero lo que no puedo tolerar es que él ocupe aunque sea un mínimo espacio en su cabeza.

Segui apoyando a Rachel convirtiéndome en su mejor amiga, juntas éramos las damas de la mafia italiana, Antoni me dio el puesto de su mano derecha y con ella planeamos la masacre de la boda de Gema que se iba a casar con Bratt.

Sacó a Bernardo Mascherano de la cárcel e hizo quedar mal a Bratt frente al Concejo que tanto le lamía los pies. Bratt se negaba a entregar a Lucian, él tampoco quería salir del ejército y la FEMF era un bloque sólido, ya que el ex capitán y ahora ministro no hacía un mal trabajo. 

Bernardo se unió a la familia con su hijo de seis años, Domenico Mascherano, quien era primo de Damon y quien también empezó a ser instruido por Antoni. 

Mi admiración por el italiano crecía cada vez más; la inteligencia que se cargaba creando venenos letales, píldoras tan fuertes que te mataban con un infarto en segundos y drogas de sumisión capaces de que una persona haga y actúe como tú quieres. 

—¿Admirando la inteligencia italiana? —la voz de Bernardo Mascherano me hizo voltear. 

—¿Está prohibido en la mafia? 

—Fisgonear si —se cruzó de brazos. 

—Entonces me retiro.

—O puedes dejar que te invite una copa de vino —propuso cuando iba a pocos pasos y me alcanzó ofreciendo el brazo.— Concédame una copa, señorita Klein. 

Acepté porque no tenía nada más que hacer y la compañía del italiano no resultaba tan desagradable a la hora de compartir una copa frente a la chimenea. Angelo, el padrino de Antoni, se unió a la charla y me dió la oportunidad de conocerlos. 

Desayunar en familia se fue convirtiendo en una buena costumbre. Rachel era una esposa y madrastra ejemplar. Estaba perdidamente enamorada del italiano y a veces se sentía mal por el trauma en la cabeza, pero él la entendía y ella amaba eso de él. 

Era una dama excepcional a la hora ganarse la admiración de la pirámide y el cariño de Damon que dormía con ella. 

Conociendo a Christopher, he de imaginarme qué habría de follarla todos los días, pero Antoni no. 

A ella le bastaba tocar la mano de su esposo para que la complaciera en lo que quisiera. 

Él respetaba el que ella durmiera con su hijo. Desde mi perspectiva, Antoni le hacía el amor mediante los besos apasionados, también le acariciaba las piernas con los labios cada que ella se acostaba con las piernas desnudas. 

Su relación era como la de un poeta y su musa. Es que Rachel tenía una manera de tocarlo, de atraparlo en su belleza y a mí me alegraba que él le bajara la luna si ella se lo pedía. 

Le tenía el mundo a los pies y como no, si estaba más hermosa que nunca luciendo modernos trajes Channel. 

Los vestidos ceñidos entubados se ajustaban. sus curvas, el cabello recogido resaltaba los atributos de su cara y los ojos azules embelesaban al italiano cada que se acercaba a acomodar el nudo de la corbata. 

Él la adoraba así, pero en ocasiones se salía de las casillas cuando Rachel se ponía en plan depresivo y desde los pasillos captaba las acaloradas discusiones que sostenian. 

Pero eran eso, discusiones de pareja, ya que él nunca dejaba de besarla, de buscarla. En las reuniones la lucia como una joya, la mafia le aplaudia el que supiera evadir tan bien a la FEMF y el que protegiera sus negocios de los marginados de la Bratva. 

Damon Mascherano la llamaba "mamá" y a ella no le molestaba, al italiano menos porque era el niño que amaba estar a su lado.

Y mientras Rachel tenía la vida que se merece, Bernardo no perdía oportunidad para asediar, sin embargo, no era un hombre que se sobrepasara. 

Los Mascherano tienen elegancia a la hora de hablarte y él era un buen partido siendo socio de Antoni. Angelo, en las reuniones, lanzaba indirectas sobre que Domenico necesitaba una madre que hiciera parte de la mafia.

Accedí a las cenas queriendo encajar y no me la pase mal, Bernardo era un hombre atractivo, interesante y me volví a dar una oportunidad de la cual no me arrepentí, ya que ser su pareja me dio más estatus. Ya no era solo la mano derecha de Rachel, era la novia de un Mascherano. 

Segui apoyando a mi amiga. Dieciocho meses al lado de Antoni le quitaron el asma y el italiano ya estaba trabajando para que su cuerpo estuviera bien por dentro y por fuera, como si nunca hubiese tocado ninguno de sus componentes. 

Rachel tenía mucho porque estar agradecida, pero después del año las discusiones con Antoni fueron aumentando. 

Conservaba su lugar, claro está, pero habia cosas en las que preferi no opinar. 

En ocasiones me sacaba de las casillas cuando se ponía obstinada y digna sacando en cara los errores de Antoni que le daba de todo, porque lo teníamos todo. No teníamos necesidad de estar cazando a los mellizos y ella insistía con lo mismo queriendo ser parte de todas las búsquedas. 

Le era indiferente cada que se le daba la gana, los humos se le subieron y es que Antoni tenía motivos para rendirle pleitesía, ya que sus equivocaciones no eran fáciles de tapar. 

Los italianos estaban más poderosos que nunca, el dinero se movía por montones y con Bernardo y Domenico me di el lujo de conocer toda Italia. El patrimonio de los Mascherano era tan grande que en cada sitio había hospedaje. 

El primo de Antoni fue borrando poco a poco el recuerdo de Santiago a quien decidí atesorar como un buen recuerdo. La ley de la atracción se hizo presente y un caballero me trajo a otro caballero. Bernardo me daba mi lugar y por el soportaba a Domenico, que era un testarudo, afanoso y mentalizado a ser el próximo Sottocapo de la mafia italiana. 

Los aires de paz me gustaban. Llevaba nueve meses de relación con Bernardo y, mientras salia de la cama tapando mi desnudez con las sábanas, se me acercó por detrás dejando un cofre descubierto frente a mis ojos. 

El anillo con perla era algo hermoso y voltee a verlo extrañada. 

—Sé mi esposa, Angela —tomé el cofre entre mis manos detallando lo que había adentro— ¿Qué dices? Necesito una y te quiero a ti. 

Angelo Mascherano dijo una vez que la familia va primero y aceptar la propuesta de Bernardo me convertía en su familia. Pensé en Rachel, en la FEMF, en la mafia italiana, volvi a reparar el anillo y miré los ojos de Bernardo soltando la respuesta que cambió mi destino.

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