Superfluo -【Sally Face】

بواسطة LaughingDollyPop

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"𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 𝐧𝐞𝐟𝐢𝐥𝐢𝐦. 𝐍𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 á𝐧𝐠𝐞𝐥, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐦á𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐮 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñ... المزيد

:✮· Medianas cosas que aclarar · 🎀 ✮:
O1: Cosas raras para empezar.
O2: Locuras de niño hormonal.
O3: Los primeros contratiempos.
O4: Feliz Martes.
O5: Lo necesito.
O6: Sin comentarios.
O7: Inspiración.
O8: Razones de sobra.
O9: Intentándolo o dejar pasar.
1 1: Rizos pelirrojos; mañana peligris.
1 2: "¿Quieres recordarlo?".
1 3: Desconectados.
1 4: Internamente.
1 5: "¿Te sientes bien?".
1 6: Extrañas manías.
1 7: "Voló, voló, voló, voló".
1 8: Mimos de un par de pubertos.
1 9: "Si así gustas y así quieres".
2O: "¿Quien soy yo para interponerme?".
2 1: "En efecto, es un libro".
2 2: Sostenme.
2 3: Dime qué esperar de alguien como él.
2 4: Vuelta a casa, otra vez.

1O: Dulce despertar.

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بواسطة LaughingDollyPop


La tenue luz del Sol se reflejaba sin timidez por detrás de las cortinas blancas, de la gran ventana del ático, y a su vez iluminaba los numerosos sobres de dormir, y la cama de la castaña, que roncaba como princesa. Hablando de ronquidos, los de Larry podrían hacer temblar las repisas, si no fuese porque Sal a mitad de la noche, y medio dormido, le pusiera una almohada en la cara, sin tener muy en cuenta el riesgo por el sueño que tenía, y con el único objetivo de poder dormir.

Chug se había ido a dormir con su disfraz de reina abeja, aunque boca abajo para no ensartarse el abijón. Maple solo dormía de lado, con su sobre cercano a la cama de Ashley, y esquivando la luz de la ventana al estar bajo su sombra. Luego estaba Travis, que dormía boca arriba, con las manos fuera del sobre y desparramadas sobre su cabeza, mientras todo su torso yacía descubierto.

Y Sal, bueno, dormía como siempre, de lado y con las rodillas algo flexionadas, mientras abrazaba su almohada y con una mano tapaba su cara.

Y llegada la hora, tal cual debía, el despertador sonó, y la joven Campbell fue la primera en despertar, de un salto de alegría por la noche anterior, y gritando aún sin despabilarse.

─¡Buenos días compañeros de ático polvoriento!─.

─Mmm... b-buenos días, Ash─ murmuraba Maple, aún intentando usar sus fuerzas para abrir sus ojos.

─Buenos días─ Larry con la voz ronca y lanzándole la almohada a Sal, finalmente despertó.

─Hummmm, ¿y-ya es de... día?─ la voz de Sal se veía apagada gracias a la almohada sudada que sobre su cara se hallaba.

─¡Efectivamente!, tenemos clases, hoy es Viernes, ¡así que vamos!, pónganse las pilas y a levantarse, que hoy será un excelente día─.

─¿Cómo putas tienes tanta... energía?, Ash─ el rubio masajeaba sus propios ojos con sus manos, en un intento por despabilarse más rápido.

─Bueno, no lo sé, solo sé que quiero aprovecharla ya que hoy amanecí de buenas, y fue una excelente noche así que venga, a levantarse─.

La castaña salió de la cama apartando con brusquedad, las frazadas que sobre ella yacían, y luego caminó tranquilamente y con cuidado, entre los sobres de dormir, rumbo a la puerta del ático, llevándose ropa para usar al ducharse. Mientras tanto, el resto recobraba fuerzas para levantarse, y algunos, como Larry, hacían una llamada a su madre para que le trajeran la mochila del colegio.

Luego de llamadas; duchas, y detalles de esa clase, todos estaban sentados en la sala de la casa, desayunando tranquilamente y conversando entre sí. Ashley había terminado primero que nadie su comida, y cepillaba su cabello con suavidad mientras Maple le hablaba. Chug solo comía y miraba atento al peliazul y al castaño discutir, por haberle pedido a Lisa que fuera hasta allí tan temprano por un descuido de Larry. Y Travis solo hacía de espectador fantasma, aunque sin tanto interés como el que tenía Chug al escucharlos hablar.

Llegada la hora, todos caminaban rumbo a la parada de autobús, y Larry se despedía de su madre, quien con un beso y un par de regaños, le había dejado su mochila de Sanity Falls con todos los útiles necesarios, para que empezase el viernes con todo, a diferencia de los días anteriores de la semana, donde siempre le faltaba algo.

El viaje no era muy largo, pero mejor que ir a pie seguramente era, y quizás por ello, es que el rubio no tenía ningún reproche acerca de viajar sentado al lado de Sal Fisher, un día después de haberse peleado con este. Debía admitirlo, por más que lo intentase, o el otro aveces le diera razones, le era imposible odiarlo; el cariño que le tenía era tan grande, que invisibilizaba cualquier cosa maligna que intentase entrometerse en su relación.

Aún así, sabía que Sal no era el único que evitaba obstáculos a escondidas del grupo, por miedo a no saber protegerse, él también lidiaba con alguien que podría decirse, que era su propio matón, aunque mucho más mayor, y por quien debía tenerle algo de respeto debido al lazo sanguíneo que compartía con este.

No decían una sola palabra, hasta que el tráfico se hizo notoriamente mayor, y la tardanza de ese autobús en llevarlos hasta aquel instituto, parecía ser una razón para decirse algo. Sal digirió meticulosamente sus palabras; debía tener cuidado de lo que iba a decir, no quería continuar la mañana mal, y aunque quería saber cómo estaba el rubio respecto a su padre, no podía saltar a ese problema sin haber resuelto lo que les impedía hablarse con tanta confianza.

─¿De verdad crees que lo que hice es imperdonable?─ interrogó el peliazul, aún con miedo de mirar a los ojos del otro ─Tus palabras y acciones realmente me afectan, pero no sabía que... en este caso, mis acciones sí te afectaban tanto─.

─Claro que lo hacen... aunque sé que exageré─ habló el rubio, aún mirando un punto aleatorio del autobús, y manteniendo un tono de firmeza, mientras que comenzaba a despertar algo de esperanza en el más bajo, por lo anteriormente dicho ─Tú me pides que no guarde secretos, y acto seguido para comenzar el año, no solo le guardas secretos a todos los que te quieren, sino que me incluyes también a mi en el saco de a quienes no confiarles nada... Realmente me has decepcionado─.

─No quiero sonar auto-compasivo, yo me hago cargo de lo que hago y digo, pero... estás siendo muy frío conmigo, ¿no podrías ponerte en mi lugar?─.

─Claro que puedo... por eso te perdono─ el peliazul levantó la vista y miró al rubio; no obteniendo su mirada aún así ─Lo que has hecho, eso de... fingir que nadie te molestaba solo para vernos sonreír, fue realmente estúpido, y exagero tanto ahora, porque no sé si en un futuro hagas algo de mayor calibre, por el mismo motivo... Sé que no quieres que lo haga, ¿pero me puedes asegurar que el día de mañana no harás o te dejarás hacer algo, y acto seguido no dirás nada, para vernos bien?... si no puedes asegurarme eso, deberé encargarme de dejártelo en claro ahora, por más pequeño que sea el asunto en realidad─.

─No creí que fueses tan... premeditado─ el peliazul suspiró ─Me alegra tener a alguien que mire más allá del presente por detalles así, y acto seguido actúe para evitarlo. Por esta vez... puedo ponerme en tu lugar, y agradezco el detalle... pero de verdad me haces pasar un muy mal rato haciéndome sentir culpable. Tú tampoco me puedes asegurar que el día de mañana, hagas lo mismo pero con cosas mayores, al final eso sería manipulación─.

─Sí, lo sería... por eso intento hacer esto pocas veces, no quiero ser tan premeditado. Sé que no soy vidente, y que habrán cosas que posiblemente crea que hoy pasarán, pero al final no...─ el rubio suspiró, aún cruzado de brazos ─Pero por favor, no seas tan jodidamente idiota. Realmente odio que las personas hagan lo que haces, de verdad, ¿no entienden que no solucionan nada dejándose joder y fingiendo que está todo bien al respecto?, es lo más idiota e insensible que he escuchado. Que poca capacidad de empatía y consideración hacia los que se preocupan por ellos, tienen─.

─Estás siendo demasiado duro e insensible con las personas, tú eras de aquellos que guardaban todo para sí mismo solo para no preocupar a nadie... bastante hipócrita de tu parte si lo dices así─.

─Sí... quizás sí─.

─Igual, perdón por también hacerlo...─.

─Agh, no te disculpes Sal, tú no has llegado tan lejos, solo no lo hagas. Promete que no lo harás, y dejamos esto aquí por terminado─.

─Lo prometo... por ti, y por lo nuestro─.

─Estás arriesgando demasiado...─.

─Una relación sin ello es aburrida─.

─Me alegra entonces convivir con un buen apostador. Hasta que demuestras tener valor─ el rubio rió un poco entre algo de sarcasmo ─Más te vale no retractarte después─.

─Yo no doy ningún paso atrás, Travis... siempre voy a por todo o nada─.

─Vaya vaya... bien, me agradas más ahora─ admirando con una sonrisa y algo de soberbia, al rostro serio del peliazul; refugiado bajo una prótesis, decidió dar por terminado el tema ─Bueno, ¿algo de lo que charlar?, señorito─.

─De hecho... quiero saber como estás─ el peliazul carraspeó un poco la garganta, intentando recobrar ese valor para preguntar lo que quería preguntar ─¿Cómo estás con lo de tu padre?, mejor dicho─.

De pronto, el rubio borró esa sonrisa y esa soberbia de su rostro, y miró algo desconcertado al peliazul, para luego fruncir el ceño y mirar indiferente a la ventana del autobús, que tenía a su lado.

─Estupideces, nada que debas preguntar─.

─Vamos, me das un discurso de no guardarme cosas y ahora lo haces. Sabes que puedes confiar en mi... dime, ¿qué te pasa?, ¿ha hecho algo?─.

─Bueno, fuera de ser tan idiota como siempre; preguntándome una y otra vez si los rumores que escuchó son reales, y pidiéndome que le confirme si realmente estoy con Sal Fisher, y sus amigos "drogadictos y degenerados", pues... bastante bien─ el rubio miró furioso el vidrio de la ventanilla, para luego suspirar con algo de tristeza en su mirar ─Realmente esto me tiene bastante mal... Perdón por adelantado si me ves de mal humor, no quiero arruinarle el día a otros de nuevo, por otro año más, a causa de no saber controlar esto─.

─Oh, no seas injusto, Trav... todos nos ponemos de mal humor según el momento, no eres menos humano expresándolo. La perfección es aburrida─.

─Quisiera... que él se esforzase en cambiar, no me importa si debo darle algún impulso, incluso lo visitaría siempre y charlaría con él todo lo que quisiese, si realmente quisiera cambiar... ¿Tú crees que no puedo hacer lo que hiciste conmigo, justo con él?, ya sabes, tú me ayudaste a cambiar─.

─Yo no te ayudé a cambiar, te ayudé a mejorar, y no lo hice sólo. No digo que si lo intentas estarás sólo, pero el punto es que... yo no te tomé de los hombros y te dije "mejorarás porque te lo digo", necesité de tu consentimiento y tu voluntad para hacerlo─.

─Lo sé... pero no puedo aún vivir en una realidad donde mi padre, ya no será mi padre, y solo será un viejo amargado y odioso, que aborrecerá a su hijo toda la eternidad. Digo, quizás me vaya al infierno o yo que sé, pero al menos quiero vivir sin amargura en este planeta, y me preocupa que él viva amargado pensando en lo que después de la muerte vivirá, y en el proceso me amargue a mi también─.

─Tu padre será tu padre, hasta la muerte y después de ella, Travis... eso jamás lo cambiarás, y tú solo tienes control sobre tus actos; pensamientos, y palabras mientras aún vivas, pero no sobre las de él. Yo solo digo que... tú tienes el control de dejarte amargar por lo que diga él. No, no es fácil cuando una opinión te importa tanto; seguramente su conducta te importará aún más, pero si te amargas a causa de su amargura, entonces el que se dejó amargar fuiste tú, pues él solo hizo cosas y escupió comentarios, tú decidiste escucharlos y hacerles caso─.

─Quiero que mi padre mejore, él está enfermo, y a una persona enferma no se le abandona─.

─El se dejó enfermar; él tiene la posibilidad de curarse, y él está decidiendo no hacerlo. No puedes ayudar a alguien que no quiere dejarse ayudar, es una de las tantas reglas de la vida─.

─Estúpidas reglas...─.

─Estúpidas quizás, pero previenen que los humanos hagan tantas estupideces. Si no evolucionamos a paso grande, es que nos tardamos en aprender de nuestros errores, estas reglas te orientan a no cometerlos, y de nuevo, el principio sobre que tú tienes el poder de escucharlas y hacerles caso, está en ti una vez más. Tú decidirás─.

─¿En qué momento nos pusimos tan filosóficos?─.

─No sé, pero me gustan estas charlas. Ojalá así fuesen nuestras mañanas─.

─¿De verdad?... bien, entonces, ¿qué tal si mañana hablamos del sentido de la existencia?, señorito filósofo─.

─Me parece genial─.

Entre un par de risas, y miradas cómplices, finalmente bajaron del autobús, pues el castaño había pegado tal cual el grito: «Hasta que al fin llegamos».

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