LIKE A PRAYER│DEAN WINCHESTER

Von vesnax

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LIKE A PRAYER ━━ ❛ OH DIOS, CREO QUE ESTOY CAYENDO ❜ supernatural ─⊹⊱ season four ↺ season six ⊰⊹─ (... Mehr

LIKE A PRAYER: THE WOMAN OF THE NIGHT
SEASON FOUR
━━ 01. after
━━ 02. two faces
━━ 03. woman
━━ 04. the powerpuff girl
━━ 05. hell
━━ 06. i lost a friend
━━ 07. lazarus rising (cry by my side)
━━ 08. fake smile
━━ 09. love story
━━ 10. queen of hell
━━ 11. skinny little bitch
dean's special: caregiver
━━ 12. arduenn v. winchester
━━ 13. judas is the demon I cling to
━━ 14. i was born demon
━━ 16. express himself
━━ 17. i bless the rain down in africa
━━ 18. the princess
━━ 19. fallen angel
━━ 20. mission
━━ 21. endgame
━━ 22. second seal
━━ 23. the one where they open their heart
━━ 24. pestilince
━━ 25. long time ago
━━ 26. resurection
━━ 27. 💔
prayer special: britney 2007 but this bitch could never
sam special: the monster at the end of the book
dean special: oh no! i'm falling in love
━━ 28. the next great hell dinasty
━━ 29. future queen
dean's special: choice
━━ 30. kid
━━ 31. lucifer rising

━━ 15. friends will be friends

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Von vesnax


◖𓈈﹗ ﹙ capitulo quince﹚
❛ ▬▬ LOS AMIGOS SERÁN AMIGOS. . . ❜


                   Reconocía en el reflejo del espejo a una mujer escondida en la pena, soportando el dolor con sustancias que lo transformaban en placer. Estaba a una hora de encontrarse en una cafetería para hablar de lo que había pasado. Judas le había traído un conjunto en un solo color blanco, priorizando el recuerdo de una pollera de tablas y un largo y holgado sweater que cubría sus brazos y la notoria delgadez de la que Dean se preocupaba. Si, había perdido peso por culpa de las drogas, era verdad. No tenía la intención de retomar su periodo anoréxico —jamás mancharía así la muerte de su mejor amiga—; el apetito se le había ido por los primeros meses, pero eso no significaba que estaba negada a comer y, tampoco, que dejaría las drogas, el mejor consuelo que tenía. Lilith sacó de una bolsa un recién comprado corrector de ojeras. Siempre había tenido un problema con ellas, eran marcadas, de morado oscuro y abarcaban gran parte de su rostro. Pintó sus labios con un brillo carmesí y no se olvidó de darle color a sus mejillas. Antes de que Judas la llevara a Salem, hizo sus ojos más despiertos al agregarle máscara de pestañas. Se veía bonita, cuidada y no como si no hubiese dormido hace una semana.

      —¿Estás lista? —La pregunta de Judas la hizo consciente del tiempo que por fin llegaba. Las manos le sudaban temblando por encender un cigarrillo.

      —Si —afirmó mirándose por última vez al espejo. Si, su aspecto la convencía. Mejoraba su estado, ocultando el cansancio y las huellas de las drogas. No quería mostrarse mal enfrente de Sam. No sabía por qué la molestaba que pensara que estaba destruida, nadando en basura, que era una niña perdida.

      La teletransportó afuera de la cafetería. Salem celebraba el Halloween con esmero, su cumpleaños estaba cerca. Un segundo cumpleaños sin mamá, planeaba hacer lo mismo de dos cumpleaños atrás. Tomar una poción que la desmayaría por veinticuatro horas. El anaranjado de las calabazas, posadas en la entrada de las casas, en las esquinas más transitadas asustando a los habitantes con terroríficos rostros de dientes afilados. Los comercios exhibían sus postres en temporada de Halloween, con galletas con formas de fantasmas, pasteles de cerebro de zombie y unas cómicas pizzas de cráneo. Salem despertó el turismo, había hordas de personas disfrutando de las atracciones, de las leyendas y las brujas. Le pareció irrealista que disfrutaran del terror, de los monstruos como si no existieran, para ellos no lo hacían y eso era lo más divertido de todo.

      Encendió un cigarrillo y miró su celular. No tenía mensajes y todavía faltaba media hora. Se recargó contra la pared y pensó en lo que diría: podría ser sincera, quería serlo. Contarle sobre su aventura con Lilith —aunque Sam la quería matar—, de la prehistoria y de los arcángeles. Sam fue muy devoto a la fe cristiana. Rezaba con frecuencia y se tomaba en serio los ritos. Que decepción se llevaría. Tenía un presentimiento de prosperidad acerca del encuentro, el primer paso que Sam había dado tenía que significar algo bueno. Su planteamiento se alejaba de las discusiones en las que sus palabras escapaban sin reparo y la droga cambiaba su actitud. Eran las dos de la tarde, llevaba todo el día sin haberse metido drogas, solo se la había pasado fumando.

      Los autos pasaban de un lado al otro, divisó todos los colores y modelos. A veces, creía escuchar el distinguido sonido del motor del impala y su corazón palpitaba acelerado, como si la hubieran despertado de un profundo sueño. Tuvo tres falsos sustos, hasta que el verdadero dobló la esquina. Por su mente se le cruzó largarse corriendo. Dean manejaba y Sam estaba de copiloto, encontró un lugar para estacionar a mitad de cuadra. Sam fue el único que bajó. Sus ojos se encontraron y él le sonrió acercándose contento, logrando tranquilizar a la bruja. Si el estaba contento de verla significaba mucho para ella, la alegraba un montón, tanto que no le había molestado ver que Dean se alejaba en dirección contraria.

      —¡Hey! —Sam la estrechó entre brazos—. Gracias por aceptar, te costó mandar el sí, ¿eh? —rio.

      —Estaba un poco asustada de lo que pudiera pasar.

      Él lo sabía y era muy tierno de su parte recordar lo que alguna vez fue una amistad fuerte. Sam había cambiado mucho en los últimos meses, tanto como ella lo había hecho. Las chispas de la esperanza que se notaban en sus ojos desaparecieron de un día para el otro, aquella ternura que recordaban a los ojitos de un cachorrito fueron cambiados por la rigidez que ni una sonrisa podía camuflar. Él se veía cansado, al límite del mundo y, ahí estaba abrazándola.

      —Entremos —dijo guiándola hacia una mesa pegada a la ventana y la única que no tenía personas alrededor. Le gustó la discreción y el adelanto de una conversación llena de palabras que alarmarían a la pobre anciana que disfrutaba de un té de hierbas y un pastel de limón.

      Antes de hablar pidieron una respectiva merienda: ambos un café con leche y crema batida y la bruja optó por un bocadillo salado, un tostado de queso y tomate. La masera les sonrió amablemente y se marchó todavía escribiendo.

      —Entonces —divagó Sam—, ¿Cómo has estado?

      —Supongo que bien —Dejó en claro que su concepto de Bien era poder levantarse de la cama y abrir el libro de creación de hechizos, de lo contrario podía estar todo el día en la cama llorando—. ¿Cómo estás tú?

      —He estado mejor —Lilith reaccionó con un asentimiento, entendía a lo que se refería. Ambos tenían unos problemas gigantes sobre sus cabezas—. Yo... um... He pensado mucho lo que has dicho sobre los cazadores, los monstruos y los ángeles. Admito que fui escéptico al principio, no creí que un ángel fuera capaz de matar a una persona. Creí que eran buenos y que tú lo habías imaginado. Pero, ahora te entiendo y siento mucho no haberlo hecho antes.

      —Está bien Sam, duele que no te crean o no escuchen antes de juzgar —Eso fue un comentario directo para Dean, aunque no estuviera allí, estaba segura que el mensaje no lo dejaría descansar en paz—. Es fuerte escuchar todo de golpe, pero, de verdad, tengo una explicación. Una buena —determinó.

      —Lo sé Lilith y sería muy hipócrita de mi parte no escucharte cuando yo hice lo mismo.

      —¿A qué te refieres? —se inclinó sobre la mesa, observando atenta las facciones que delataban incomodidad. Desvió por unos segundos la mirada que enfrentaba ambos ojos. Él también ocultaba cosas.

      —Volví a usar mis poderes, Ruby me enseñó.

      De todas las cosas que pudo haber imaginado, no se esperaba una decisión tan drástica —sin embargo—, Lilith conectó muy fácilmente los motivos detrás comprendiendo el duelo de haber perdido a su hermano y ser la última descendencia de la familia Winchester. El mundo tornaba gris a su alrededor de la misma forma que sucedió con ella, entonces, sus palabras y acciones serían las verdaderas hipócritas si no concebía dominar sus emociones que dictaban un rechazo hacia el nombre de la demonio. Lilith calló y escuchó como quería que la trataran.

     —¿Y por qué decidiste retomar tus poderes? —preguntó con normalidad. Esperando intrigada una respuesta, se percató que fue muy acertado, Sam levantó la mirada, descendió los hombros que habían estado tensos y se sentó mejor en la silla.

      —Llegó un punto en el que pensé que Dean no sería capaz de convertirse en demonio y nunca lo volvería a ver. Me empeñé en buscar venganza, creí que me daría paz para seguir adelante con mi vida. Quería matar a Lilith a toda costa, incluso si me costaba la vida. No me importaba. Así que —Hizo una pausa, colocó sus ojos en ella, estaba muy indiferente, y prosiguió—, Ruby me dijo que podía enseñarme, dije que sí. Aprendí una que otra cosa, puedo exorcizar demonios con mi mente. Salvé a muchas personas de posesiones estos meses.

      La camarera llegó con su pedido interrumpiendo la conversación. Le vino fenomenal para procesar la información. Lilith se mantuvo inexpresiva, como si le hubiera contado lo que hizo el domingo por la tarde después de volver de la misa. Explicaba muchas cosas y gran parte de su ausencia, un reflejo perfecto de su propia vida. No había sido la única que encontró una razón para trabajar en poderes mágicos, incluso, leyó entre líneas un comportamiento que compartían: el suicidio. Tenían mucho más en común de lo que parecía, y eso sin hablar de la venganza. La mesera dejó la taza del café y no tardó en darle un sorbo.

      —No eres el único que hizo todo eso Sam —A Lilith le pareció gracioso que la distancia entre ellos tenía el mismo origen—. ¿Sigues teniendo problemas con los poderes?

      —¿No vas a decir nada sobre Ruby?

      —Perra, yo estoy con la reina del infierno, ¿Qué voy a decir sobre un demonio cualquiera? Me preocupa más cómo te sientes, en el pasado tenías miedo que las visiones te conviertan en un monstruo, no te gustaban tus poderes. Quiero saber si cambiaste de opinión, no quién es tu profesor —Por cómo era Sam, debía odiar no poder escapar del termino "rarito". A ella le gustaba las excentricidades en las personas, era tener un don.

      Sam la miró divertido, sorprendido del enfoque que adoptaba. No le pareció alocado imaginar que la vergüenza surgió en el momento en que Dean regresó y posiblemente ya estaba enterado de todo, porque así era Dean, se las arreglaba para saber todos los secretos y, cuando no los sabía, ya tenía una clara sospecha.

      —¿Sabes? Yo sabía que ibas a decir algo así, ¿Quieres estudiarme o algo Lilith? —Ambos rieron por unos largos segundos—. Para que quede claro, no los estoy usando. Es jugar con fuego —divagó hasta que Lilith alzó las cejas proclamando saber toda la historia completa—. Los ángeles me vana a decapitar si no me detengo. 

      Lilith carcajeó tan fuerte e histérico que varias personas voltearon a verla.
      —Lo siento, eso fue la más puto gracioso que escuché en todo el día. Esas gallinas son capaces de arruinar la vida de quién se les antoje, ¿No te parece? 

      —Si —dijo—. Realmente me decepcionaron, creí que serían muy diferente.

      Sam divagó con su respuesta sin usar un tono afirmativo que lo ubicara en el mismo pensamiento extremo de Lilith. Tomó un sorbo del café y pensó de nuevo lo que había oído. "Es jugar con fuego" fue la frase resonante, la que desató un amplio entendimiento de sus miedos, unos que ya había tenido en el pasado. Rodó los ojos, Lilith jamás había tenido miedo a los poderes sobrenaturales, desde que la magia fluía físicamente de sus manos la había acogido como parte de ella. Sin miedo y con el absoluto control. Dejó caer su atención a una pareja que estaba charlando en la mesa de al lado, un hombre y una mujer jóvenes, comían un pedazo de torta de chocolate. La muchacha cortó un pedazo con el tenedor y se lo llevó a la boca. No había nada anormal en ellos, nada que los diferenciara del resto de personas. No había ningún indicio de que se ella se levantara tirando la silla, un estruendoso sonido que captó la atención de todos, y tomará al hombre de la camiseta amenazando con clavarle el tenedor en el ojo. Un niño gritó al fondo y unas señoras llamaban a Dios.

      —Los poderes son tuyos —dijo Lilith un segundo antes de que Sam levantara el trasero de la silla para detener a la muchacha—. La chica no le quitará el ojo al menos que yo lo quiera y, como no quiero, no sucederá —El tenedor cayó al suelo y la chica se puso a llorar, gritando que no sabía lo que le había pasado. No era ella la dueña de su cuerpo. Lilith bebió un sorbo del café, todavía estaba muy caliente para su lengua—. No te deberían de dar miedo tus poderes. Te lo dije antes, solo tú decides que hacer con ellos. Pero si es tu decisión no usarlos, está completamente bien.

      —Eso fue un poco dramático —Sam parecía a punto de desmayarse.

      —Si lo fue, pero es necesario. Dean suele demonizar todo a su alrededor, logra hacerte sentir mal por ser un poquito diferente, solo quería mostrarte que no tienes nada de que asustarte. ¿Te acuerdas cuando te dije que tu poder venía de los demonios? —Sam asintió en silencio con el ceño ligeramente fruncido—. No es tan importante como pareció porque, al final, todo los sobrenatural es obra de Dios.

      —Por el momento no quiero usarlos.

      —Y eso está bien, si es tu decisión —respondió con una sonrisa.

      —Sabes muchas cosas, ¿La otra Lilith te lo contó? —Notó que todavía sostenía su propia opinión sobre la reina sustentada es eventos anecdóticos y la palabra de Ruby que mostraban una parte oscura, sin la explicación del pasado.

      —La reina no es como Ruby contó, es diferente.

      —¿Y cómo es? —preguntó calmado, dispuesto a mantener su mente abierta y escucharla—. ¿Cómo es que ustedes dos empezaron a tratarse? 

      Hablar sobre el comienzo ponía trabas en su voz, en un estado absoluto de sobriedad era imposible hablar sobre aquel día. La piel se le había puesto roja, comenzaba a sentir las llamas lamer sus brazos, la picazón carcomiendo debajo de sus entrañas, apretando su garganta, cambiando la pureza del aire. El sabor agrio de las cenizas llegó a su lengua, ni un sorbo de café logró sacárselo. Empezó a escuchar un sonido constante, agudo, que no parecía acabarse: el de la uña de su dedo del medio contra el vidrio de la mesa. Cerró la mano en un puño. Necesitaba drogarse.

      —Fue ese día. Nos sacó de las llamas y me contó la verdad. Me dijo que un ángel llamado Uriel la mató por órdenes del Cielo para mantenerme alejada del apocalipsis, débil —Lilith trató de escupirlo lo más rápido posible, pero le estaba costando mantener la concentración en el relato. Se estaba sintiendo enferma, como si estuviera a punto de pillar una fiebre. ¿Podía encender un cigarrillo? No, necesitaba algo más fuerte—. Traté por unas semanas seguir con mi duelo... um... como cualquier otra persona supongo. Entonces, este... um. Ella vino un día y yo hice un trato —Otra vez, su dedo volvió a golpearse contra la mesa, tuvo que esconder la mano debajo—. No vendí mi alma, acordamos que si ella me ayudaba a... eh, hablar con mi mamá, yo me convertía en un ser poderoso y la ayudaba con el apocalipsis. ¡Qué historia! Tengo que ir al baño.

      Lilith se paró y casi que sale corriendo. Ni observó la reacción de Sam durante todo el relato —información que había necesitado—, el estado de su cuerpo era insoportable. El poder de curación trataba los síntomas físicos de la ausencia de drogas, sin embargo, no hacía la maravilla de calmar los dolores mentales. Eso era lo que más dolía. La imagen del rostro chamuscado de su madre yaciendo entre sus brazos, indefenso, una muerte tortuosa. El ángel no había tenido la piedad de acabar con su vida de forma rápida. No le habían dado la oportunidad de despedirse. Fue tan brutal como la primera vez. De un momento al otro su mamá despareció. ¿Cómo podían ser tan despiadados? ¿Y todo para qué? ¿Para verla sufrir? ¿Acaso eran un show para Dios? ¿Los ángeles estaban tan aburridos que un apocalipsis los mantendría ocupados un ratito? Si la dejaban morir las cosas serían muy fáciles, si le daban el honor de descansar en el cielo no tomaría acción en el apocalipsis. Lo juraba.

      —¡Mierda! —Lilith se encerró en un cubículo. No podía soportar sus pensamientos, dolían mucho—. Tengo que ser poderosa, yo tengo que matarlos a todos.

      De su bolso sacó una bolsa de heroína, la esparció encima de un cuaderno que tenía en el bolso y con un billete enrollado la esnifó toda. La tensión en sus músculos se fue luego de un rato en el que Lilith descansaba con las rodillas clavadas en el suelo y la cabeza encima del cuaderno. El tiempo pasó sin que ella lo notara, en cuanto la heroína hizo efecto se sintió mucho mejor, pudo sentirse normal y darse cuenta de lo estresada que había estado todo el día...

      —Lo siento Sam, tuve unos problemas de señorita —Volvió a la mesa. Sam simplemente asintió y no indagó más. No sabía por qué había mentido a pesar de su obvio cambio de humor y lo relajada que se sentía, como si estuviera a acabara de tener un orgasmo—. ¿Qué estaba diciendo? —Ahora, hablar sobre su madre no dolía y los pensamientos se transformaban en la brisa que navegaba los océanos. Se iba lejos y no volvía.

      —En tu trato con Lilith —dijo Sam neutral y muy paciente, le recordó a Dorian. Lidiando con su impuntualidad y secretos.

      —Claro. Hice ese trato y desde entonces he convivido todos los días. Me está enseñando brujería, es la creadora de las brujas. Soy su descendiente de sangre, ¿Puedes creerlo? Eso es putamente genial. Ella es una reina. Habla, se viste y se comporta como una reina. Es una líder. Su pueblo la adora, confían en ella... y su historia. ¡Dios Sam, no sabes todo lo que vi! Ella me mostró sus memorias, su relación con Lucifer. ¡Vi a bestias de la prehistoria! ¡¿Puedes creerlo?! Vi el Edén, vi a Lucifer y el arcángel Michael. ¡Sus alas! Escucha Sam: los ángeles han hecho esto desde siempre: no les gusta la libertad. Sabes la historia de Lilith es una historia de libertad. Ella quería ser libre de explorar más allá del Eden, pero Dios no se lo permitía. Hasta que un día, Lucifer la liberó y la llevó a ver todo el mundo. Ambos se enamoraron, Lucifer se enamoró de ella. ¿Y tú pensarás qué tiene de malo? Eso significaba rebelarse contra Dios, contra su naturaleza de arcángel. Ya viste como son los ángeles, parecen robots. Los ángeles persiguieron a Lilith, la querían muerta, pero Lucifer la mantuvo vivía, la cuidó hasta que pudo convertirla en demonio y así ella se defendería de los ángeles. ¿No es asombroso? ¡Me encanta saber todo eso!

      Como era normal debajo de la influencia de la heroína, la realidad tenía un único desembarco: la felicidad. Su cuerpo se relajaba, respiración lenta, latidos pausados y una sonrisa en sus labios. Pensaba en la mitología de su nombro, enamorándose más de haber sido honorada en llamarse Lilith.

      —Wow, eso es mucho para procesar —Sam se recargó en la silla. Su taza estaba vacía y no había pie de banana en el plato; en cambio, su pedido todavía estaba intacto. No tenía hambre, pero se acordó del hermano mayor que estaba en la cuidad y le mandaba todos los días mensajes para que comiera—. ¿Y estás segura que no es mentira? ¿Una ilusión?

      —Ella no me mentiría, no tiene motivos —suspiró una carcajada—. ¿No me crees? —Al menos fue escuchada.

      —Te creo Lilith —dijo seguro—. Solo quería estar seguro, no puedes negar lo que yo conozco de ella: me quiere muerto, ha masacrado a un grupo de personas y llevó a Dean a infierno.

      —Es una forma de verlo: ella no te quiere muerto, eso fue una mentira de Ruby. La reina me dijo a mi que ustedes la estaban persiguiendo y la querían matar porque tenía el contrato de Dean que, seamos honesto, Dean hizo porque quiso. Nadie lo obligó. El infierno tiene sus propias reglas: cuando un trato se hace se debe de cumplir. Ella se defiende de ustedes y sobre esas personas. No tengo explicación, pero no cambiará mi opinión sus motivos. Ella no quiere acabar con el mundo al liberar a Lucifer. Ella tiene un buen plan a diferencia de los ángeles, ellos si que quieren ver el mundo destruido.

      —Es la forma en la que tú la percibes. Ella no te quiere muerto, lo sé de su propia boca. Ustedes empezaron a cazarla porque pensaban que así Dean evitaría ir al infierno. Pero estaban equivocados. Cuando un contrato se hace queda sujeto a las leyes del infierno. El infierno no es una prisión, Dean sería libre al cumplir su condena. Si dejas a la reina en paz, ella no te intentará matar; Y sobre esas personas, estoy segura que tiene una explicación, no los mataría de puro placer.

      —¿Y los sellos para liberar a Lucifer? ¿Sabes que uno de ellos despertó a los fantasmas de personas que cazadores no pudieron salvar? Casi matan a Bobby, a Dean y a mí.

      Sam adoptaba una tranquilidad y parcialidad que empezaba parecerle sospechosa. Era evidente que había una gran diferencia entre la reacción que podría tener Dean y la que tenía Sam: Dean era impulsivo, dramático y era difícil que entendiera acciones que cruzaban su línea de tolerancia, en cambio Sam siempre fue de mente abierta y una buena persona para debatir, escuchar y entender. Entonces, era curioso lo tranquilo que estaba sabiendo que su explicación —o patética justificación— era contraria a la ideología heroica de un cazador. Talvez su descontento con la moralidad que llevaban había ocasionado graves cambios en Sam. Lilith agachó al cabeza y observó su mano calmada, ni siquiera estaba temblando y el dedo de la ansiedad permanecía dormido.

      —No sabía eso —terminó diciendo, la droga la ataba a las emociones felices—. Es una guerra Sam, personas inocentes van a morir. El cielo y el infierno tuvieron una reunión, yo estuve presente, se intentó llegar a un término medio, el infierno ofreció la paz y el cielo la rechazó. Yo no veo alguna intención de evitar las muertes.

      —¿Estás segura de lo que haces Lilith? Es un bando peligroso el que elegiste.

      —Si, no me arrepentiré. ¿Tú no lo escogerías?

      —No estoy escogiendo ninguno, solo creo en nosotros, en Dean, Bobby, y tú.

      —Hasta que tengas que elegir un lado, el que mejor te convenga, el que te ayude en tus intereses: es solamente eso. 

      No profundizaron más en cómo se sentían al respecto del apocalipsis, Sam solo la miraba estancado en su rostro. Se sintió analizada de pies a cabeza, en cada detalle que escondía su rostro: el maquillaje pesado debajo de sus ojeras, el constante sorbido de la mucosidad causada por la droga, la resequedad en sus labios que el gloss no podía mejorar y, probablemente, la mascara de pestaña se le había caído con el lagrimeado. Las prendas que usaban no eran ajustadas para que no se notara su pérdida de peso. Desde afuera era muy triste y patético, era imposible que Sam no se diera cuenta después de saber de su anorexia y todo lo que había ocurrido por su mente.

      —Tienes sangre Lilith —dijo pasándole una servilleta y señaló la nariz.

      —Oh —Lilith aceptó la servilleta para limpiarse, pero se curó con su poder.

      —Nosotros vamos a quedarnos por aquí unos días, ¿Quieres quedarte con nosotros? Extraño pasar tiempo contigo.

      —¿Qué piensa Dean? —La propuesta no sonaba nada mal, le gustaría pasar unos días con Sam. Le tendría que notificar a la reina y pausar los estudios, hasta le vendría bien quedarse en Salem. Le gustaría visitar a Mandy y Galilea en el aquelarre, y de paso, Dorian estaba allí.

      —Él fue el de la idea.

      —¿Está enojado?

      —Dean no quiso hablar sobre ti, ni te nombró, su típico modus operandi cuando está muy dolido. Pero sé que te manda mensajes todos los días y fue el primero en subirse al impala para venir aquí. Tienen que hablar.

      —Si, porque hacer que Dean exprese sus sentimientos es muy fácil.  







💬!▬ @vesnax
(author's note)


voten y comenten <3 el próximo capitulo estará lleno de dean y lilith 

also... no esperen que esto sea como la serie, son solo 7 sellos los que hay y se tiene que romper, todos con un significado importante para la historia. 

si tiene dudas, pregunten :)

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