Arranged marriage. (D.M)

By badMalfoy7

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Isabella Rosier siempre ha soรฑado con salir de Hogwarts y dedicarse a lo que mรกs le gusta. Sin embargo, sus p... More

ARRANGED MARRIAGE.
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EPรLOGO

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By badMalfoy7

ISABELLA

Llegando a Venecia, el sol les acarició la piel suavemente y ambos sonrieron para si mismos.

Era más bonito que Praga, mucho más bonito.

Y en la casa en donde se hospedaban era preciosa...

La decoración era parecida a la mansión Rosier, y eso le hacía sentir a Bella como en casa.

Lo único raro era que allí no habían Elfos domésticos por toda la casa.

Eran una pareja de dos; mujer y hombre, dándole la bienvenida.

— Srta. Rosier, Sr. Malfoy.— los saludó una linda mujer, no tenía más de 30 años, y parecía muy agradable.

Bella al escuchar a aquella mujer llamarla por su apellido de soltera, se le formó una sonrisa en la cara.

«Ella seguía siendo una Rosier.»

Bueno — habló el joven a su lado, igual de unos 30 32 años —, deben de preguntarse por qué no somos elfos — dejó salir una pequeña risa —. Somos Squib, y estamos aquí para servirles.

— Gracias.— Draco arrastro las palabras.

— Mi nombre es Eric — se presentó el muchacho y a continuación señaló a la mujer junto a él —, y ella es Sophie.— ambos sonrieron, y Bella les estrechó la mano sonriente.

— ¿Pueden acompañarme, por favor? — pidió Sophie con amabilidad.

Los dos muchachos empezaron a seguir a Sophie por la casa.

— Como verán — Sophie prosiguió hablando —, no es una casa muy grande, cuenta con tres habitaciones, pero tengo la orden de informarle que solamente podrán usar una.— entró en una habitación y se hizo a un lado, dejando pasar a Draco y Bella.

La habitación era grande, con una cama king size en el medio. Todo era completamente blanco, con adornos en dorado y rosa pálido.

— En un momento traerán su equipaje.— informó la mujer y salió del cuarto.

— Me gusta.— murmuró Bella para si misma, observando la habitación.

— ¿Qué te gusta? — preguntó Draco arremangándose la camisa blanca —. ¿Eric? ¿Venecia? ¿La casa?

— Todo.— respondio Bella en su propio mundo.

— Pues, Eric al parecer está casado.

— ¿Qué dices? — Bella volteó a ver a Draco —. No, no. Eric no me gusta.

— Como sea. Me ducharé.— informó Draco entrando al baño.

Al igual que Draco, Bella entró a otro baño refrescándose.

Aún era temprano, y las ganas de Bella de recorrer Venecia cada vez eran más grandes.

No le importaba si Draco la acompañaría o no. Ella saldría a recorrer Venecia.

Poniéndose una falda un poco corta y una camisa a juego, al igual que unos tacones altos y una gabardina sobre sus hombros, salió.

Observó cada pequeño detalle de aquella ciudad. El cielo, los árboles, las personas, los restaurantes, las flores.

Se acercó a un pequeño puesto de café, y ordenó un frapuccino de vainilla; al tenerlo en su mano se acercó a un puesto de flores; comprando diferentes flores en un ramo.

Acercó su pequeña nariz a las flores e inhaló, sintiendo como el olor de las flores impregnaba su nariz.

Los canales de agua eran maravillosos. El sol brillante, la brisa fresca. Venecia.

Después de su pequeño recorrido por las calles de Venecia regresó a la casa. La tarde recién empezaba y ella estaba aún más emocionada.

Entró en la casa con algunas bolsas en sus manos, las dejó en un rincón y entró a la cocina.

Se encontró con una mujer de avanzada edad, cocinando algo.

— ¿Hola?

La mujer se volteó, y a ver a Bella se le iluminó la cara.— Isabella, la preciosa Isabella.— la mujer se acercó con sigilo hacia Bella —, soy Antoñeta — se presentó.

— Hola, yo... bueno, usted ya sabe quién soy.

— Cómo no saberlo, eras una bebé cuando te conocí.

— ¿Disculpe? — preguntó Bella sorprendida.

— ¡Oh, claro! Esta casa es de los Rosier, Bella, no es de los Malfoy.

— ¿Es nuestra? — pregunto Bella sin darle créditos a lo que había escuchado. Pues, sus padres nunca le hablaron de la casa de Venecia.

La mujer acercó dos banquitos, y le pidió a Bella sentarse.

— Está casa es de los Rosier, y no de sus antepasados, querida, es exactamente la casa de tu padre. La compró para tu madre.

Bella enarco ambas cejas, no se lo podía creer.— Yo creí... que era una de las muchas casas de los Malfoy.

La mujer negó con la cabeza.— No lo es, Bella, no lo es — la mujer le sonrió cálidamente y Bella hizo lo mismo —. Eras muy bonita de bebé, no más que ahora, claro.

— Gracias.— respondio Bella.

— Y Malfoy...— la mujer dejó las palabras al aire.

— ¿Huh? ¿Malfoy?

— También es un chico muy apuesto.

— Lo qué tiene de apuesto, lo tiene de idiota.— murmuró Bella para si misma, pero al parecer la mujer la escuchó.

— Idiota... idiota — repitió Antoñeta —, son los años.

— Él siempre ha sido así.

— ¿Matrimonio arreglado, eh?

— Pues si.— Bella suspiró.

— Mi niña, he visto tantos matrimonios arreglados en las familias de Sangre Pura... tu padre y tu madre son unos de ellos.

— Bueno, pero al menos ellos aprendieron a quererse.

— Ustedes también lo harán.

— Para nada.— respondio Bella.

— Todo viene a su tiempo.— dijo Antoñeta. Y Bella quería replicar, pero se lo guardo para si misma.

— Adelante.— escuchó a la mujer hablar.

— ¿Disculpe?

— Desahógate.

— Yo y él nos odiamos y siempre será asi. Nunca existirá amor entre él y yo, siempre será odio. Somos tan diferentes, tan... pero tan diferentes.

— Solamente están cegados por el egocentrismo, querida... No son tan diferentes.

— Él tiene novia, y está enamorado.

— Tú eres su mujer.

Bella volteó los ojos y suspiró nuevamente. 'Su mujer', ella no tenía ni una pizca de ser la mujer de Draco.

•~•~•~•

Bella entró a su habitación, encontrándose con Draco recostado sobre la cama, en una simple playera blanca y bóxer. En sus manos tenía un libro y leía, parecía concentrado.

Ella se dejó caer fuertemente sobre la cama, quitándose los tacones.

— ¡Oye! — escuchó a Draco quejarse.

Se volteó para verlo.— ¿Qué?

— Estoy leyendo, ¿puedes ser más cuidadosa?

— ¿Pues, qué hice?

— ¡Me desconcentraste! — se quejó.

— ¡Uy! Pues, lo siento.

— No lo vuelvas a hacer.— advirtió Draco.

— ¿Qué lees? — preguntó con curiosidad.

— No sé... un libro Muggle que encontré.

— ¿Libro Muggle?

— Pues, si... eso, un libro Muggle.

— Oh... interesante.

— ¿Dónde estabas? — preguntó Él sin dejar de mirar a su libro.

— Por ahí.— respondio Bella.

— ¿Dando un pequeño paseo?

— Sí... eso mismo.

— ¿Y qué te parece Venecia?

— Es muy lindo.

— Deberíamos dar un paseo en góndola.— sugirió él.

— ¿Lo haremos?

— Estamos aquí, obvio lo haremos.

— ¿Cuándo? — Bella giró sobre su cuerpo, quedando boca abajo. Uso sus manos para tener en alto su cara y mirar a Draco directamente, con una sonrisa pequeña. Sus pies pataleaban, esperando ansiosamente por la respuesta de su esposo.

— Cuando quieras...— Draco dejó salir un quejido al incorporarse, y dejó el libro a un lado.

— ¿Podemos ir ahora?

— ¿Ahora? — Draco miro por la ventana—, ya es un poco tarde. ¿Por qué no vamos mañana por la mañana?

— ¿Mañana? — Bella hizo un puchero —. Yo quiero ahora.

— Mañana tendremos todo el día. Saldremos por la mañana, desayunaremos en algún lugar, pasaremos por el puente Rialto, Piazza San Marcos... y, otros más.

— ¿Me llevarás? — preguntó Bella una vez más como niña pequeña.

Draco la miro fijamente a los ojos, y sonrió con delicadeza.— Te llevaré, Bell... Juntos conoceremos Venecia.

— Pero, si tú ya la conoces.

— No del todo.

— ¿Te faltan las discotecas? — bromeó.

— Si, eso mismo.

— Bueno... tal vez deberíamos conocerlas juntos.

— Si tú quieres, estaría bien.

Bella levantó la mano derecha.— Dame cinco.— le pidió.

Draco obedeció y le dio cinco a Bella, quedándose con las manos juntas por un tiempo. Él estaba a punto de juntar sus dedos, sus manos... pero ella antes de qué eso pudiera pasar separó sus manos, y le dedicó una sonrisa corta.

•~•~•~•

Al día siguiente Bella y Draco se levantaron. Draco tenía un brazo alrededor de la cintura de Bella, y Bella tenía su pierna sobre la pierna de Draco.

Al verse de aquel modo ambos fruncieron el ceño y se separaron de inmediato.

— Fue sin querer.— soltó Draco.

— No me di cuenta.— replicó Bella.

Ambos se levantaron de la cama y no dijeron una palabra más, metiéndose a los baños para tomar una ducha rápida, y estar listos para su día.

Claro, a Bella eso no le iba a quitar el buen humor que traía: Tenía una casa en Venecia, estaba en Venecia, e iba a dar un paseo por Venecia.

En tanto a Draco se sintió un poco raro. ¿Siempre amanecían de aquella manera? Normalmente Bella se levantaba primero que él, y él despertaba de su lado, o habían veces que se levantaba del lado de Bella, pero no le prestaba mucha atención.

Al encontrarse ambos en el vestíbulo; Bella le sonrió y Draco se obligó a hacerlo.

— ¿Iremos? — preguntó Bella —. ¿O ya te arrepentiste?

Sí, Draco después de eso no quería acercarse a Bella. Pero no podía negarse a aquella sonrisa llena de ilusión de la chica. Sería muy malvado de su parte; asi que asintió.

— Claro qué iremos, Rosier.— dijo Draco.

Salieron de aquella casa, dejándola atrás con cada paso que daban.

— ¿Adónde iremos?

— Bueno — Draco se paso el dedo índice por su labio inferior —, iremos a Piazza San Marco — pronunciaba aquellas palabras con total naturalidad —, hay muchos restaurantes en los cuales podemos desayunar. Dolce Vita Coffee, Pasticceria Tonolo, Pasticceria Ballarin, Dal Nono Colussi, y muchos más. Ya veremos qué se nos antoja.

— Bien, excelente.

Draco no quería caminar porque decía que se cansaba demasiado, y que era mejor tomar un 'Taxi'. Bella le dijo que ayer había visto unas bicicletas que transportaban a la gente, y que obviamente; ella quería subirse en una.

Draco acepto a regañadientes, y la primera bicicleta que vio, le hizo la parada y ambos se subieron; pidiendole al chofer llevarlos a Piazza San Marco.

El paseo por la bicicleta fue breve y al llegar a aquella 'Piazza', a Bella le encantó.

Estaba lleno de gente, era grande y hermosa.

Había una catedral gigante en el centro, también se podía ver el mar.

Era una ciudad majestuosa ante los ojos de Bella; el conjunto de toda una ciudad mecida por el cielo, el mar y sus encantadores lugares.

Entraron a un lugar pequeño pero encantador.

Draco comenzó a ordenar, pues era él, el que manejaba un poco el Italiano.

Y sin duda... escucharlo hablar así, te hacía querer tirarte a sus brazos, y que él simplemente te hable en Italiano. Deleitarse en cada palabra que salga de esa venenosa boca.

A Bella no le importaría que Draco la insulte si lo hiciera en Italiano.

El mesero les sirvió; Croissant, capuccino y varias delicias más.

Bella parecía una niña pequeña; probando de todo un poco, haciendo sonidos de placer al probar aquellos bocadillos.

Mientras Draco la miraba y reía para si mismo, viéndola haciendo eso... Le parecía demasiado pura e inocente.

— ¿Lista? — le pregunto al ver que Bella ya había terminado.

— Sí, lista.— respondio Bella.

— Bueno, por aquí se puede subirse a una góndola, y dar un paseo por los canales.— sugirió Draco.

— Me parece bien.

Al pagar la cuenta, ambos salieron de aquel restaurante.

— ¿Góndola? — preguntó Draco a un Señor.

— ¿Quiere pasear en Góndola?

— Sí, por favor. Pero, qué sea privada, para dos personas.

El Sr chifló, y otro Sr se acercó en un 'barquito' con un asiento. El Sr llevaba un remo en la mano y traía una boina sobre su cabeza.

— Góndola per innamorati.— pronunció aquel señor en Italiano.

Bella comenzó a reír y vio a Draco.— ¿Qué dijo? — le pregunto con curiosidad.

— Nada interesante.— respondio él curvando los labios hacia abajo.

Ambos chicos subieron a la góndola, la cual comenzó a moverse sobre los canales de Venecia.

El cielo se pinto de un lindo color naranja y morado, dándole la bienvenida a la tarde.

Se podía escuchar a lo lejos música, lenta y suave.

Bella no podía con aquella felicidad, pero a Draco se le veía indiferente.

— ¿No te gusta? — preguntó Bella.

— Es muy romántico para mi gusto.

— ¿Ah, si? —Bella enarco una ceja —, aún recuerdo aquellas lindas rosas que le regalaste a Astoria.— dijo ella recordando, cuando su amiga con gran alegria le mostró un gran ramo de rosas rojas, solamente había una de diferente color... era blanca, y estaba en el medio de aquel gran ramo. Con una pequeña cartita... la cual decía, «te amaré hasta que la rosa blanca se marchite.» la rosa blanca tenía un nombre, 'rosa eterna', porque nunca se marchitaba.

— Eso es diferente — dijo él —. Cuándo amas a alguién no te importa el romanticismo, al contrario, eso es todo lo que quieres hacer. Romantico, detallista, cuidadoso.

— Entiendo.— musitó Bella.

Su pequeño paseo por la Góndola habia llegado a su fin. Bajaron de ella con cuidado, y retomaron su camino a casa.

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