Isabella Rosier siempre ha soñado con salir de Hogwarts y dedicarse a lo que más le gusta. Sin embargo, sus padres tienen otros tipos de planes para ella; unir su vida a la de Draco Malfoy.
𝐃𝐨𝐬 𝐚𝐥𝐦𝐚𝐬 𝐜𝐞𝐠𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐚𝐫𝐫𝐨𝐠𝐚𝐧...
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— Es una mala idea.— insistió Draco mientras se abotonaba la camisa blanca, frente al espejo de cuerpo completo.
— ¿Por qué? — le pregunto Bella mientras se arreglaba el cabello.
Draco se acercó hacia ella, se inclinó un poco y besó su hombro desnudo.— No sé.
— Creo que será divertido y además es otro paso...
— ¿Y si no me controlo? — Draco miro el reflejo de su esposa en el pequeño espejo y comenzó a pasarle las horquillas.
— Estaré contigo por si eso pasa.— tomó la horquilla de la mano de Draco.
— ¿Quién irá?
— No tengo idea.— admitió Bella.
— Es una mala idea.— insistió.
Siguió pasándole las horquillas a Bella y la ayudo a recogerse el cabello.
— No lo es. Iremos y todo saldrá bien.
— ¿Y si... va Theo o Astoria?
— Pásame eso — Bella señaló un labial y Draco se lo pasó, entonces añadió —. Si van ellos dos, los ignoramos y listo.— Bella le sonrió a su esposo por el espejo.
— ¿Y si algo sale mal?
— ¿Qué puede salir mal, Draco? — se volteó y lo miro.
— No sé... algo.
Bella colocó su mano sobre el brazo de Draco y comenzó a acariciarlo perezosamente.— Nada saldrá mal. Si algo sale mal, nos vamos, ¿bien?
— Bien.— Draco suspiro y se inclinó, hasta que sus labios tocaron los de Bella.
— Te ves bien.
— Lo sé, ¿cierto? — le guiñó un ojo.
Bella puso los ojos en blanco y volvió a voltearse. Mirando su reflejo en el espejo y comenzando a pintarse los labios.
Bella traía un vestido negro, el pelo recogido en una corona de trenzas, su maquillaje era sencillo pero tenía los labios pintados de un rojo oscuro.
Draco traía una camisa blanca, pantalones y saco negros.
Draco se recostó sobre la cama y se apoyó en un codo, mirando hacia Bella.— Tú también te ves bien.
Bella le sonrió y le agradeció. Entonces con un movimiento sencillo de varita; apareció ante Bella, una caja envuelta en papel negro y atado con un hilo de plata. Bella se volteó a ver a Draco y ahí estaba él, sonriendo.
— Feliz primer mes de casados, querida Bella.
— No...no era necesario.
— Claro que lo es. Me gusta darte regalos y ver como te sonrojas.
