1 semana después...
Las Bahamas.
Una isla tan preciosa con su agua tan cristalina, podría decir que es una de mis islas favoritas sin embargo lo amarga la compañía.
Hace unas semanas podía prometer que llevarme con Leonel sería amigable... Pero reiteró lo dicho. Su manera de ser tan machista, sus celos y ese egocentrismo...
No es lo mío.
Según mi padre, el viaje de negocios durará solo tres días. Unos inversionistas chinos se encuentran en el Caribe y que mejor que hacer una propuesta financiera para el nuevo proyecto.
El resto del viaje fue cómodo y rápido, Leonel se la pasó durmiendo y trabajando en su próxima inauguración del hotel. Por mi parte, repase junto con Jullie los datos del reloj y cuánto es la cifra en la que esos chinos darán.
Al ser la líder encargada de las finanzas y operaciones, mi deber es ir a este tipo de encuentros y explicar y alegar sobre el precio del producto. Mientras que jullie debe encargarse de hacer una excelente promoción y buscar inversiones.
El avión privado de la familia aterrizó hace unos veinte minutos, Leonel adelanto su viaje con la excusa de "pasar tiempo juntos". Jullie en el transcurso del avión me ofreció unos cuantos libros, pero los rechacé, leer no es lo mío.
Las Bahamas nos recibe con un exquisito clima, Leonel me ofrece su mano para bajar de la camioneta y la rechazó. Acomodo mis lentes de sol negros y miro la fachada del hotel, suspiro al ver que todo en este hotel grita «soy un estúpido millonario».
Miro a su alrededor y es bellísimo, grandes palmeras decoran el inmenso jardín y a lo lejos se puede apreciar un hermoso mar. El hotel es de dos pisos con grandes ventanales de cristal y con la fachada blanca.
Nos adentramos al momento que un empleado se acerca con los guardaespaldas y reciben las maletas. Al entrar nos recibe una de las recepcionistas con una agradable sonrisa.
— Bienvenidos al The ocean club, ¿tienen alguna reservación?.
— Si, a nombre de Leonel D'Ángelo y Jullise Becker.
Quiero detallar más el lugar, pero al solo escuchar que menciona dos nombres me saca de mi trance.
— ¿Pediste solo dos habitaciones? — le cuestionó enfrente de todos y el italiano me ignora.
— Gracias señorita. — le agradece y caminamos hacia el living. — Tu llave Jullise, trata de no perderla.
— Iré por.. — la calló.
— Maldición, Leonel yo quiero una habitación propia.
Este solo se ríe.
— Cariño... Te recuerdo que estamos comprometidos y lo más lógico sería dormir juntos. — más que preguntarme sale como una amenaza.
Quiero pelear con él por tomar este tipo de decisiones, sin mi consentimiento, pero termino callándome ante la presencia de mi mejor amiga.
Estoy tan cansada mentalmente que ya me aterra cualquier escándalo en la familia, quisiera poder hablar con mi psicóloga lía, pero se mudó a Nueva York. El trabajo me tiene desgastada y solo quería tener una maldita habitación para mi sola ¡maldita sea!.
— ¡Amelia! ¡Espérame! — la voz de él me hace apresurar mi paso y salir del hotel.
Normalmente cuando vengo hacia las Bahamas me quedo en el Rosewood, pero nunca había venido a este hotel. Sigo los caminos de piedra y me pierdo con la demás gente hasta que llegó a la isla.
Los días pasados más esta semana han estado muy cargados de trabajo, los empleados tratan de querer desafiar ante la falta de presencia de mi padre. Estoy muy estresada, y que este viaje sea también por motivos de trabajo me hacen tensarme más.
Hace unos días tuve una plática nada agradable con mi padre y me dejo hecha un lío.
(Flashback...)
— Cariño, ya no soportó a tu madre y... lo más probable es que me mude a Dubai.
Las palabras de mi padre salen tan rápidas que no me da tiempo de reaccionar y termine soltando el bolígrafo.
— ¿Q-que?
— Es una posibilidad, pero solo quiero asegurarme que contigo siendo la dueña esté todo a salvo ¿si?
— Papá esto no se dice de la noche a la mañana y.. — me interrumpe.
— Soy consciente de la gran mujer que te has convertido y el potencial que tienes para ser la líder me hace sentir confiado. — sigue — Eres mi más grande orgullo hija.
(Fin del flashback...)
Los siguientes días fueron lo peor, no podía dormir porque solo se repetía en mi mente ¿podría ser la dueña?, el que ni siquiera me preguntará si quería me hace enojarme, porque eso no fue un aviso, esta más que hecho.
Es una enorme responsabilidad y es demasiado notorio que no estoy preparada, y más cuando se avecina un enorme drama con mi compromiso.
Y ahora que lo pienso, si mis padres se divorcian sería un escándalo más que tendría que callarse anunciando que soy la CEO de la empresa más mi próxima vida con Leonel... todo sería un desastre, del cual no quiero.
Un camarero me trae mi tercer "Goombay Smash". Una bebida deliciosa y que me sugiero el camarero en cuanto llegue a este tipo "bar" frente a la isla.
Agradezco haberme vestido con un vestido blanco sencillo y nunca haber soltado mi bolso de mano. Pago con mi Mastercard, y me tomo mi bebida antes de irme al hotel, reviso mi teléfono y me asombró al ver que llevo tres horas y con algunas llamadas perdidas de jullie.
Al regresar al hotel, le pedí amablemente la habitación a la recepcionista. Después de tantos números e indicaciones llegó al correcto, segundo piso habitación 335B, doy un par de golpecitos a la puerta, la cual se abre dejando ver el torso desnudo de Leonel.
— ¿Dónde mierda estabas? — no le respondo — No eres ninguna niña para hacer esos berrinches.
Sin decirle nada camino directo hacia mi maleta y la subo a la cama. Empiezo a buscar un vestido para salir, pero entre la presión de Leonel y tantos trajes de baño me nublan la visión y termino agarrando el que sea.
No suelto en ningún momento mi bolso y ropa, antes que pueda meterme al baño me detiene del brazo.
— ¡Respóndeme maldita sea!
Lo miro fijamente y puedo ver como contiene la ira, su rostro está rojo marcando las venas de sus manos y cuello.
— Di un paseo — admito y él ejerce presión en el agarre.
— Mentirosa. ¡Apestas a Ron!
La bebida... — Suéltame que me haces daño — le digo calmada ante el dolor punzante de mi brazo izquierdo.
— ¡Dime la maldita verdad perra! Intento sacarme, pero solo obtengo que él me agarre de ambos brazos y me sacuda.
— ¡Respóndeme!
— ¡Me haces daño! — empiezo a defenderme para que me suelte y lo logro.
Doy varios pasos hacia atrás, dando pequeños masajes a la zona afectada y controlo mi odio.
— Controla tus impulsos, maldito loco.
Ni siquiera lo miro cuando termino de decirle y camino rápido hacia el baño de la habitación. Pero él me detiene agarrando mi muñeca.
— Mírame a la cara perra — amenaza — Eres una fracasada y no vas a venir a insultarme de esta manera.
Río mirándolo.
— ¿Fracasada? — repito — Controla tus ataques de desquiciado y deja en paz a esta «fracasada», porque no debe de importarte.
Sin esperar respuesta me adentro al baño y cierro la puerta con seguro. En cuanto término de darme un baño «relajante» que ni siquiera pude disfrutar con miedo a que Leonel intentara abrir la puerta.
Ahí mismo me pongo mi tanga rojo de encaje y un vestido corto línea a, color negro con la espalda abierta. Solo pude agarrar lo necesario de la maleta y busco en mi bolso de mano algo de maquillaje.
Aplico máscara de pestañas, un poco de polvo y un labial rojo vivo. Termino de cepillar mi cabello y hago una mueca al ver los dedos de Leonel marcados en mi brazo, no tengo maquillaje para poder tapar la rojez.
Ignoro eso y dejo la ropa sucia en el baño. En cuanto abro la puerta me lo encuentro sentado en la cama con la cabeza en sus piernas y el ruido de mis sandalias lo ponen alerta.
— ¿A dónde vamos?
Ignoro su pregunta y mi corazón empieza a palpitar cuando se pone de pie. La salida esta cerca sin embargo tengo miedo, doy pequeños pasos acercando a la puerta y Leonel vuelve a hablar.
— Estoy siendo amable contigo Amelia... no quieres conocer mi lado fuerte. — advierte sin embargo no hago caso.
Tomo un respiro y sin mirar atrás me dirigí hacia la puerta, empiezo a correr por el pasillo largo del hotel hacia el elevador, ignorando nuevamente sus gritos.
//♠️//
Una hora después...
El olor del mar y el ruido de las olas me relaja, cierro los ojos disfrutando de esta tranquilidad sin embargo me siento sola. Me recuesto en la arena y soy tan estúpida por cerrarme en mi mente olvidé a mi mejor amiga y no creo que sea buena idea, regresar al hotel con la actitud de Leonel.
Quisiera anular nuestro compromiso, pero como ya lo mencioné antes, se avecina muchos problemas y el que yo haga eso... sería la ruina.
Quise regresar al bar de hace unas horas, pero ya tomé demasiadas de esas bebidas, que no sería una buena opción amanecer borracha en la isla.
— ¿Por qué tan sola? — una voz masculina me hace abrir los ojos.
Al estar acostada miro una figura masculina gigante, que me hace levantarme de inmediato.
— ¿Qué haces aquí? — cuestionó asombrada.
— Vacaciones.
Alzo una ceja sacudiéndome de la arena. Viste un bañador corto negro y una playera, polo blanca con los primeros botones abiertos.
— Pero... Me habías dicho que tu empresa estaba en bancarrota.
Él ríe pasando una mano por su cabello.
— Tienes buena memoria. Y si, pero quería alejarme de mis problemas y divertirme.
— ¿Y lo has logrado? — le pregunto mientras detallo su atractivo rostro.
Quiero distinguir bien sus ojos porque podría juraría que son verdes, pero aquella vez en el antro se veían azules...
— La verdad es que no.. — se acerca — ¿y tú?
Niego levantando el rostro para poder verlo. Es muy alto, debe medir como 1,95, la playera que trae lo hace ver jodidamente más sexy.
— Por algunos motivos no puedo regresar al hotel.
— Si tú quieres, podemos ir a mi habitación y divertirnos. — me asombró ante su coquetería y él lo nota — Sé que estás comprometida y solamente te estoy ofreciendo un buen alcohol y diversión, sin necesidad de sexo.
Mierda, justo eso es lo que quiero.
Quiero sexo hasta que me duela todo el maldito cuerpo, quiero divertirme y olvidar de donde vengo y que tengo un maldito loco prometido.
— Acepto su tentadora propuesta, señor Brian.
Este ríe y me señala hacia el camino donde está un auto deportivo.
//♠️//
Me esperaba un hotel sin embargo estaciona en una casa de campo. Está algo retirado de donde me hospedó, pero soy tan ingenua al confiar en él... Muy apenas lo conozco.
— Ya te dije que yo te llevaré, tranquila. — me vuelve a repetir por quintesima vez.
Asiento al bajar del auto y él saca un juego de llaves de su short. La casa es de dos pisos y es algo rústica, al ser de noche no puedo detallar la bien y Brian me pedí que entre.
Al entrar un delicioso aroma de frutas llega a mi nariz y por instinto estornudo. Brian pasa de largo y camino detrás de él, me sorprendo al ver la cantidad de alcohol en la mesa, miles de botellas desde vodka hasta tequila.
— ¿Por qué tantas?
— El alcohol me ayuda a calmar el estrés. — dice sirviendo dos vasos de whisky — Obviamente no me tomaré todas en mi estadía aquí.
Le respondo un «Okay» y tomo el vaso que me ofrece. Tomamos asiento en un espacioso sillón y él recarga su brazo en el respaldo mirándome.
— Platícame de ti, Amelia.
Inicio con lo más sencillo, platicándole mi edad y en donde trabajo. El pasar de las copas junto con la plática, me van poniendo ebria, Brian me platica sobre su empresa en bancarrota y no pongo atención al estar detallando su rostro.
Él dice algo sin sentido para mí y yo suelto una carcajada y me inclino hacia él. Paso una mano acariciando su rostro y él me detiene.
— ¿Qué es lo que haces? — me pregunta a escasos metros de mi rostro.
— Eres muy atra-atractivo — la última palabra me cuesta decirlo por el hipo.
— Amelia, conmigo es la gloria o el infierno — dice y mi vista viaja hacia sus labios — Así que dime ¿cuál prefieres?.
Su mano pasa por mi labio inferior y cuando está en el centro lo chupo mirándolo.
— Ambas.