Extras Pecados Placenteros (E...

By Zachl0604

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Extra del Día de la Mujer

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By Zachl0604

Eva: No puedo darles un regalo que llegue a cada una de sus casas, Deseo esta en pausa, así que traigo este extra para entretenernos un rato.

Isla de Chipre

Tyler.

La terminal de transporte está llena de turistas que se pasean con maletas mientras espero sentado con la mirada baja, la gorra y la chaqueta puesta. Acomodo las mangas que tapan las heridas recientes y mi cabeza repite los últimos acontecimientos.

Huí de Francia después de que la teniente James se enfrentó a la mafia Italiana. La Élite se rindió, ya que prefirió estar en prisión a estar en manos de Antoni Mascherano mientras que yo tomé mi propio rumbo hasta que hallé el pueblo donde llamé a Death con el fin de que me diera la mano.

No fue fácil, tardé ocho días viajando, pero entre los dos nos las apañamos para que llegara hasta aquí. Miro la hora y me levanto del asiento buscando la salida, me aseguro de que nadie me siga y al levantar la vista reconozco al miembro del Mortal Cage con ropa de civil.

Las manos me sudan de inmediato y me humecto los labios mientras que él se empieza a acercar. Los atuendos con chaqueta de cuero han quedado de lado y ahora luce como un civil cualquiera con playera de manga larga, jeans clásicos y cabello recogido.

La distancia se acaba y quedamos uno frente al otro.

—Hola —saluda y miro mis agujetas mientras salimos de la terminal.

—¿Cómo estás?

—Bien.

Me sigue poniendo nervioso todavía, es que aún no me acostumbro a esta parte de mí. Hubieron besos en el bosque y dejé que me acariciara los brazos, pero hasta ahí, ya que Ivan me llamó en la radio y tuve que marcharme.

En los días siguientes él no estuvo de lleno en la cabaña y cuando estaba me daba pena acercarme, porque no quería y no quiero que nadie se entere de los besos.

—¿Qué tal estuvo el viaje? —pregunta y nuestros brazos se rozan en la caminata.

—Agotador —pongo distancia.

La isla es asombrosa y nos movemos entre el tráfico hasta llegar a la playa. El sol quema, los turistas se broncean y seguimos avanzando hasta la zona llena de Kioscos y restaurantes.

—No quiero que me juzgues, ni qué piensas mal —me dice él— Le he dicho que no haga esto, pero, sin embargo, ella insiste...

No entiendo a que se refiere y me señala uno de los Kioscos donde está Emma James sirviendo bebidas. La alegría por verla me hace soltar la mochila de inmediato apresurandome al sitio, ella nota mi presencia y la sonrisa le ilumina el rostro de inmediato.

Deja la bandeja de bebidas saliendo del establecimiento y esperaba ver a una persona destruida por el secuestro, pero estoy viendo a una chica hermosa y radiante.

—¡Ty! —se lanza a mis brazos besándome la mejilla y correspondo de la misma manera.

—¿Cómo está mi hermana? ¿Mis sobrinos? —me acosa con preguntas mientras se limpia las lágrimas— Death me comentó que estaban vivos la última vez que los viste, ¿Es Verdad?

Asiento y es como si le diera un misero mendrugo de pan, el cual le calma el hambre, porque asiente respirando hondo como si el saber que están vivos fuera el mejor de los premios.

—¡Oye! Vas a trabajar, ¿Si o no? —la regaña el del puesto y ella se devuelve de inmediato.

—Te veo en casa —se despide— Me alegra que estés aquí.

Sigo caminando con Death que me adentra en un vecindario de casas pequeñas, no es la gran cosa, pero es acogedor.

—Solo hay dos habitaciones —me explica.

—Puedo dormir aquí en el sofá —señalo el mueble— No ocupo mucho espacio.

—Oh, claro que no —se niega— Puedo dormir yo aquí y tú en la alcoba, estoy acostumbrado...

—No, como crees—insisto—Es tu casa, no vengo a incomodar.

—No es incomodar, es que quiero que estés cómodo —me quita la gorra.

El calor me inunda la cara, reitero que esto es muy raro, o sea, he pasado más de veinte años teniendo clara mi sexualidad y ahora pasa esto.

—¿Te apetece ir a conocer la isla?

—Definitivamente me quedaré en el sofá —me muevo al sitio y él nota mi incomodidad.

—Te dejo solo entonces, hablé con mi jefe y te conseguí un empleo en mí mismo sitio —busca la puerta— En la nevera hay comida.

—Gracias.

Se va y me pregunto qué rayos me sucede. Cuando estamos a solas me gusta, pero sopeso la reacción de otros si se llegan a enterar y la pena me corroe. Me echo en el mueble agradecido de estar aquí y no en prisión. El cansancio me gana y termino durmiendo toda la tarde hasta que abren la puerta; es Emma que entra con varias bolsas.

—Haré la cena —desempaca y me acerco— Tengo mucha hambre y espero que esté pronto.

Reparo las cicatrices que tiene en las manos mientras pica, me apena y subo a su cara la cual alberga los labios rosados y a los ojos azules como los de la teniente James. Las mangas cortas del uniforme de camarera me dejan ver la marca con quemadura que tiene en el brazo y ella lo nota.

—Lamento lo del diario del cazador —le digo— Ellos fueron unos animales...

—No quiero hablar de eso, Ty —me corta.

—Ojalá se mueran todos los Romanov.

—Haré macarrones con mucho queso —me da la espalda siguiendo con lo suyo. Death llega y me muevo de nuevo al sofá, Emma es mi amiga y no quiero que me vea como un raro. La comida ya está, él se queda comiendo en la barra y, al no haber espacio en la sala, Emma come en la cocina y yo en el sofá.

Charlamos por encima, les cuento todo lo que pasó y ellos hablan de su vida aquí. Emma se acaba de matricular en la universidad local en línea, Death trabaja en una isla aledaña cargando containers, ya que el Mortal Cage está bajo la mira y, por ende, ha tenido que parar las actividades, aparte de que también está siendo buscado.

—Tengo clase —Emma se va— Descansen.

Death se queda en la barra como si quisiera seguir con la charla, pero me acomodo en el sofá.

—Hasta mañana.

—Te traeré una sábana —se marcha y vuelve dejándola a mis pies.

—Gracias.

No tengo sueño y no hago más que dar vueltas en el mueble en las horas siguientes moviéndome a cada nada. Pienso en lo que me depara el futuro y entre especulaciones absurdas llega la madrugada.

El recuerdo de los besos del bosque me ponen incómodo, de la nada tengo calor y me entran las dudas porque me sentía cómodo con mi sexualidad y no me siento preparado para gritarle al mundo que me gusta otro hombre.

Es mejor que eso le deje claro a Death, que no se esmere y no pierda el tiempo conmigo porque no me siento preparado para salir de ningún closet. Me pongo de pie en busca de su alcoba, avanzo decidido y...

Las arcadas de vómito que sueltan en el baño me detiene cuando intento tocar la puerta de Death, «Hay alguien despierto». Encienden el lavado, tiran de la cadena y me volteo rápido en busca del sofá, pero abren la puerta y es Emma la que sale descompuesta.

—¿Ty? —arruga las cejas— ¿Qué haces despierto a esta hora?

—Iba para tu alcoba...

—¿Mi alcoba? No estás parado frente a mi alcoba, esa es la de Death.

Death abre la puerta y siento que mi cara es un fogón cuando los tres terminamos en el pasillo.

—¿Te ibas a meter a la alcoba de Death?

—¡Claro que no! —los nervios me ganan— Iba a meterme a tu cama porque quiero cogerte como a una golfa.

La traigo a mi pecho y frunce más el cejo.

—Ok, eso se oye muy tentador —me aparta moviéndose a su puerta— pero acabo de vomitar, no me siento bien y mi pochola tampoco tiene ganas de que la cojan como a una golfa.

Ignoro a Death posandome en el umbral, demostrándole que le tengo ganas y lo mejor es que cambie de opinión.

—No iba a entrar a la habitación de Death —insisto— Vine aquí a buscarte porque tengo muchas ganas de coger.

—Pero estabas frente a la puerta de Death...

—¡Era tu puerta la que buscaba, lo juro por mi madre! —exclamo y ella se asusta con mi comportamiento.

—Bueno, pero calmate....

—¡Es que desde que vi a tu sobrino no estoy pensando con claridad!

—¿Qué tiene que ver mi sobrino?

—¡Es el anticristo! —grito— ¡Algo cambió en mí desde que lo vi! ¡Es un monstruo!

—¡Monstruo tu pito! —me empuja fuera estrellándome la puerta en la cara y Death sigue en el mismo punto mirándome decepcionado.

—Oye, yo...

Cierra la puerta también y no me queda más alternativa que devolverme al sofá. Desde que empecé a trabajar con los Morgan y los James todo es un complique.

La mañana llega y me levanto a hacer el café después de bañarme. Death no me saluda, simplemente se arregla para la jornada laboral.

—No veo la necesidad de conseguir otro trabajo —discute con Emma cuando ella sale con su uniforme de camarera— ¿Limpiar tablas? No estás acostumbrada a eso y yo te puedo ayudar a pagar la universidad....

—Lo necesito, Death. No me juzgues, apoyame...

Le ofrezco la taza de la bebida y ella la recibe con indiferencia.

—Lamento lo de tu sobrino, no vuelvo a decirle así.

—Más te vale porque a la próxima te saco, pero de la casa —advierte antes de irse.

Death sigue sin hablarme cuando salimos juntos a trabajar. La zona turística no se ha despertado todavía y abordamos una lancha rumbo a otra isla donde me dedico a transportar cajas toda la mañana.

La mayoría de los hombres trabajan solo con el mero vaquero puesto debido al calor y Death es uno de ellos luciendo el cuerpo esculpido gracias al ejercicio. Machismo es lo que se respira con los chiflidos hacia las mujeres que pasan por el puerto. Se burlan de los turistas homosexuales y Death mantiene un papel serio.

—¿Agua? —me acerco.

—No te acerques —me dice— No vaya a ser que alguien se entere de lo que te avergüenza.

Se aleja y las dos semanas siguientes evita hablarme a como dé lugar. La rutina es la misma de todos los días; levantarnos, venir a trabajar, cenar en casa y dormir. Emma nos empaca el almuerzo todas las noches y no tiene mucho tiempo de hablar, debido a que sale a las 5:30 am y llega después de las siete encerrándose en su alcoba a estudiar.

No sé para qué es lo que tanto ahorra, pero tiene un frasco lleno de propinas. Death insiste en llevarla al médico, ya que vomita casi todo lo que come y en ocasiones se pone pálida de un momento a otro.

Discuten por lo mismo casi todas las mañanas y ella prefiere irse mientras que el ex peleador no deja de verse preocupado en el transcurso del día.

—Ha de ser alguna gastritis —le digo mientras almorzamos.

No hablamos más que el buenos días y el buenas noches, pero ahora tengo ganas de hablarle.

—No es solo el que esté enferma —contesta— Ella es una James, de seguro su padre no la crió para que esté trabajando así. Estuvo en cautiverio y lo mínimo que se merece es una vida llena de comodidades.

Lo entiendo en cierta parte. El jefe de las bodegas se acerca, me levanto a la defensiva alejándome de Death que hace lo mismo y no sé porqué lo siento ofendido.

Me gusta, no lo niego. Lo pienso durante el día, en la noche antes de acostarme y también me molesta que lo pongan a cargar mas peso solo por ser el más grande. Reparo el cuerpo lleno de sudor y la piel maltratada que me dan ganas de tocar.

Voltea a verme y echo a andar a otro lado cuando mis genitales reaccionan a su mirada encendiendo las ganas.

Volvemos a casa y él se baña primero cuando estamos adentro. Soy el siguiente en tomar una ducha, Emma no ha llegado todavía y busco qué cocinar mientras él enciende la tele. He visto que siempre halaga el filete que hace Emma, así que busco el que está en la nevera, pero está congelado y el refrigerador se termina sacudiendo cuando lo muevo.

—Te ayudo —él se acerca tomando un cuchillo para sacarlo.

Es amable, siempre lo es, sin embargo, a lo largo de la semana ha empezado a actuar como si ya no le gustara y eso me incomoda. Le está costando trabajo sacarlo y meto la mano en el congelador también, su cuerpo está a milimetros del mío y aprovecho para tocarle el antebrazo.

—Es mejor hacer otra cosa —se aparta y no sé porqué me interpongo para que no salga de la cocina.

—¿Qué te apetece que prepare?

—Lo quieras, no importa —insiste en querer salir y vuelvo a interponerme.

—Dime —me seco las manos en el pantalón.— Me has acogido, ayudado y quiero hacer algo que te guste...

Cruza los brazos sobre el pecho.

—Que te aceptes como eres, eso me gustaría —ambos miramos al piso— No hay nada de malo en ti, Ty, ni en mí...

—Lo sé, eres fantástico.

—Tú también lo eres y me gustas mucho de verdad, pero no quiero que te sientas incómodo a mi lado —confiesa— Yo no voy a obligarte a nada y tampoco te haré pasar vergüenzas.

—No me siento incómodo a tu lado, avergonzado tal vez si —se me escapa la risa nerviosa— pero incómodo no.

Doy un paso al frente y la cocina es tan pequeña que quedo frente a él. Huele a loción de afeitar y mis nudillos quieren pasearse por su piel. Él vacila tocando uno de mis dedos y yo toco su cara.

—Si no te apetece... —dice y me alzo dándole un beso casto que nos hace reir a los dos y es él quien da el segundo paso.

—Ahora yo...

El calor de su boca endurece mi miembro cuando nos besamos suave y lento disfrutando el uno del otro. Humecto mis labios cuando me da tregua y reinicio el momento extendiendo el instante, dejando que su lengua entre en contacto con la mía. Me atrevo a ubicar la mano en sus caderas y...

—Ando hot, primer aviso —hablan en la sala y ambos nos apartamos de inmediato— ¿Puedo participar?

Es Emma y no sé ni cómo pararme mientras ella tiene una sonrisa de oreja a oreja.

—Se sonrojaron los dos, qué crazy.

Empieza y me voy de la cocina muerto de vergüenza mientras que Death se pone a lavar los platos.

—¡Exijo una explicación! —sigue— Y detalles sucios también.

—No pasa nada, pequeñuela.

—¡Exacto!— replico alterado— ¡No pasa nada!

—Ok, no me cuenten —alza las manos.— Es sábado, recibí mi paga hoy y quiero invitarlos a comer algo, ¿Quieren? ¿O quieren comerse uno al otro?

—Me parece bien ir a comer, ya que todo está congelado —dice Death.

—Me voy a bañar.

Me mira y me hago el idiota.

—Y mientras lo hago quedaran solos otra vez —sigue sonriendo— y hare ruido cuando esté por volver...

—Emma, ya basta —la regaña Death y ella me guiña un ojo antes de irse.

Quedo a solas con Death que cruza miradas conmigo y en vez de lamentarme, ambos soltamos a reír. Ya no tiene caso negar lo que vio.

Me cambio la playera, dejo que ella nos invite a comer al sitio donde trabaja y es tan infantil que se adelanta a quitar una de las cuatro sillas con el fin de que me siente al lado de Death y no de ella.

Tiene una mirada pícara y una sonrisa que no se le borra.

—¿Quién es el pasivo? —pregunta y Death se pone de todos los colores mientras que yo miro a otro lado— Diganme para poder imaginarlo bien.

Traen las cartas y ella no deja de reír como cuando estábamos en Londres.

—Ya deja dejate de jugarretas y dime qué te ha dicho el médico —le dice Death— Has estado en chequeos constantes.

Ambos enfocamos la atención en ella que se pone a ver el menů.

—¿Qué es lo que no quieres decirme? —se preocupa Death— ¿Estás enferma?

—¡No! —sigue con la carta— Relájate y mira todo lo que trae la cazuela de mariscos.

Enfoco la vista en los platos, Death hace lo mismo y ella nos explica lo que trae cada cosa.

—Hay una muy buena promoción de piña colada, estoy embarazada y no se contengan a la hora de pedir, ya que pagaré toda la cuenta —dice cerrando la carta— Entonces diganme, ¿Qué van a ordenar?

—Espera, ¿Qué fue lo que dijiste? —se altera Death.

—Que hay una muy buena promoción de piña colada...

—¡Dijiste que estás embarazada! —parece que le va a dar algo— ¿Cómo que estás embarazada? ¿De quién? ¿Cómo, cuándo y dónde?

—Calmate...

—¿Quién es el padre? —pregunto y se queda en silencio mirando a todos lados como si alguien fuera a escuchar el nombre si lo dice.

—Emma —Death sigue nervioso— cuentas conmigo para lo que sea. Así que dime ¿Quién es?

—No sé, amanecí así y ya está —se encoge de hombros.

—Si sabes quien es, ¿No confías en mi? —insiste él.

—Por supuesto que confío en ti, pero eso no importa —replica ella— Tomé la decisión de tenerlo después de pensarlo durante varios días.

—¿En estas condiciones? Emma, acabas de salir del cautiverio —baja la voz— Estás en la universidad, tienes un montón de traumas encima, te están buscando.

—No tengo familia, Death. No le caigo bien a mamá, Sam se avergüenza de mí, papá está preso —se le limpia los ojos cuando se le llenan de lágrimas— Rachel no está y si vuelve muchos la van a esperar con los brazos abiertos, ¿Pero yo? Yo no tengo a nadie que me anhele.

—¿Y yo?

—Eres mi mejor amigo y te adoro —confiesa— pero hace mucho que estoy deseando una verdadera familia, alguien que, por más que haga lo que haga, nunca me deje de querer y el bebé y yo seremos eso; una pequeña familia. No voy a dejar la universidad, ni seré una carga porque estoy ahorrando para que no seamos un estorbo.

—Nunca serían un estorbo.

El que le ofrezca su apoyo incondicional hace que no pueda dejar de mirarlo. Pelea en las jaulas mortales, pero detrás de eso hay una persona que vale más que cualquier trajeado con trabajo decente.

—Bueno, basta de drama —ella respira hondo— Comamos que quiero ir a ver porno gay con ustedes.

La noche resulta provechosa, no nos dice quien es el padre y tampoco somos quienes para presionarla, por ello preferimos hablar de otros temas como el trabajo y la universidad.

Cenamos comida de mar y la mesa se llena con la promoción de la piña colada, volvemos a casa pasadas las diez. Ella suelta las llaves después de abrir la puerta y Death tropieza conmigo antes de entrar.

—Sigue tranquilo —se hace a un lado y con el pasar de las horas la tensión se ha vuelto cada vez más insoportable.

—Gracias por la cena, Emma —le digo a ella.

—La comida de mar es afrodisíaca —empieza logrando que me arda la cara— En fin...

Nos da un beso a cada uno.

—Estoy tan cansada que me quedaré dormida enseguida recalca— Le pondré seguro a mi puerta, me colocaré los audífonos y no saldré en toda la noche.

—Y nos dices esto ¿Por? —pregunta Death.

—Por nada, lo comento por si alguien quiere saber mi rutina, pero no me pongan atención, solo descansen —se voltea— ...Si quieren.

Nos volvemos a quedar solos y tomo asiento en el mueble, él me sigue y no hallo un tema para hablar.

—¿Te sientes bien aquí? —me pregunta.

—Bastante —me acomodo quedando frente a él.

—Lo que te incomode avisame, o si tienes dudas....

—¿Cuándo tenga ganas también puedo avisarte?

Se ríe nervioso y me gusta que no sea el único al que se le sube el calor en la cara. Se acerca más y no me muevo, simplemente paso saliva correspondiendo a la cercanía de sus labios.

He besado a muchas chicas y a un solo hombre, es nuevo, pero se siente la diferencia a la hora de las caricias; una chica pasea las manos por tu cuerpo con delicadeza, pero Death lo hace con un poco más de fuerza y eso es algo que me satisface.

Sus manos maltratadas se deslizan debajo de mi playera mientras mi boca desciende por su cuello, vamos con calma besándonos por largo rato en aquel sofá. La erección de ambos resalta por encima de los vaqueros y con duda poso la palma sobre la de él dejando que haga lo mismo mientras vamos tomando confianza uno con el otro.

No coordinamos muy bien a la hora de movernos, pero deja que le quite la playera para que luego él quite la mia. Baja al centro de mis pectorales y pasea la lengua por mis tetillas, la sensación me refriega en el sofá a la vez que siento que el vaquero empieza a sobrarme.

—¿Quieres ir a mi alcoba? —pregunta y asiento.

Dejo que me lleve y a puerta cerrada dejo que tome el control de la situación posándose a mi espalda, despuntando el vaquero que baja junto con el boxer antes de apoderarse de mi miembro con la mano.

Su brazo rodea mi torso mientras lo sacude complaciendome con las masturbación constante que me entrega a él, ya que me complace el sentir cómo la maneja. Las chicas se cansan, pero él no y acaricia mis glúteos tocando como si no quisiera asustarme. Sé lo que pasará, sin embargo, no lo detengo cuando introduce los dedos en mi recto mientras arqueo el cuello dejando que me bese.

—Buscaré algo, dame un segundo —se aleja mientras mantengo a mi miembro sobre mi mano en tanto se desnuda y va a su mesita sacando el preservativo que se coloca para luego untar con el aceite que tiene sobre el mueble.

Vuelve a mi sitio y su miembro se toca con el mío. El momento va definiendo todo, mi cuerpo sabe lo que quiere y vuelvo a voltearme quedando de espaldas contra él mientras que ambos caminamos a la cama. Nunca he hecho esto, pero siento que ahora es algo necesario.

Dejo las rodillas sobre la cama y él besa mis glúteos antes de abrirme y ubicarse en mi orificio. Estoy tan perdido y tengo tantas ganas que me apoyo en una sola mano mientras que con la otra no dejo de masturbarme.

—Déjame —toma control de mi miembro y el roce constante de su mano me distrae de lo que sucede y es la presión de su verga sobre mi ano. Va lento, despacio, queriendo que me ajuste, sale cuando me tenso y se ayuda con los dedos cuidando de no lastimarme.

Los besos sobre mi espalda se vuelven algo constante y estoy tan duro que me niego a que suelte mi miembro. Las ganas aumentan por parte de ambos y suelto un pequeño quejido cuando posa la mano en mi cintura hundiéndose en mí; duele y aprieto la mandíbula.

—¿Quieres que pare?

—No.

Me apetece sentirlo ahí y duele mientras me expando, pero el dolor trae sensaciones que no conocía y me hacen moverme con un ritmo suave que ambos sensaciones que no conocía y me hacen moverme con un ritmo suave que ambos trazamos. Se controla cuando le digo que vaya despacio y el tensarme hace que acaricie mis muslos. La saca de vez en cuando pasándola entre la línea de mis glúteos queriendo que lo conozca y así lo hago.

Mi cuerpo se familiariza con el suyo, sabe dilatarme ahí atrás y el que me voltee dejando mi miembro sobre mi V aumenta mis ganas. Los músculos de su abdomen quedan sobre mi capullo y abro las piernas dejando que ubique mi orificio donde entra mientras me besa, a la vez que siento el calor de su cuerpo sobre mis testículos.

Follamos como yo lo hacía antes, con la gran diferencia de que es a mí al que están penetrando mientras besan y soy yo el que tiene el miembro adentro. El roce, los besos y la fricción logran mi derrame como así también él logra el suyo vaciándose en el preservativo que se quita antes de hacerse a un lado.

—Puedes dormir aquí si quieres —dice mientras cubro mis partes.

—Si —contesto— Me baño y vuelvo.

Tomo la toalla dejándolo en la cama y él se ve feliz. Busco la puerta y...

—Me gustó —confieso.

—A mí también.

Le sonrío y me adentro en el baño con una estúpida sonrisa.

***

Meses después.

Emma.

Estiro la mano apagando la radio de Death, la cual lleva semanas repitiendo lo mismo. Han pasado semanas y todo sigue en la mierda; los Romanov están siendo cazados, el ruso sigue desaparecido, Rachel está con los italianos, papá sigue preso y hasta en las noticias locales se sabe lo del "Diario del cazador".

Mi caso es algo que ha impactado al mundo, los curiosos quieren saber dónde estoy y oir mi versión de los hechos. No sé nada de Sam, ni de mamá y en este estado me siento algo sola, a decir verdad.

Me trago una bocanada de aire concentrándome en mis tareas, cada que me entra la idiotez prefiero estudiar. La universidad local me ayuda a ocultar mi nombre, ya que el director es un viejo amigo de Death.

Repaso, me preparo para los exámenes y me levanto de la silla acomodandome la blusa que se me pega al vientre reluciendo mis veinticuatro semanas de gestación.

Salir a la luz es tener que dar explicaciones y por ello trato de depender de mí misma. Saldré, pero en su momento y no es ahora. Tomo mis vitaminas prenatales y al día siguiente me baño como todos los días.

El almuerzo de Tyler y Death lo dejé empacado en la noche, el lugar de comidas donde trabajo abre antes y el que esté embarazada ha logrado que saquen cualquier excusa para querer despedirme, sin embargo, necesito el empleo y por ello estoy tratando de llegar una hora antes para que vean que tengo la voluntad de trabajar.

Salgo con mi mochila cruzada en el pecho, el kiosco está abriendo y ayudo a acomodar las sillas. La propina es buena, de seis a dos y treinta trabajo aquí y de tres a siete limpio el negocio de tablas de surf donde me gano un par de billetes más.

Lo que viene en camino es mi responsabilidad, no la de otros. El parto no puede tomarme con las manos vacías y por ello todos los días compro una cosa, así sea pañales, una toalla y ropa que me permita estar preparada.

Me esmero por la propina porque gracias a ella tengo la pañalera llena y el frasco de ahorros por la mitad. Debo tener un respaldo financiero y este debe aumentar, por ello, evito los gastos innecesarios como los antojos que he tenido que evadir, ya que cada moneda cuenta y sé que voy a necesitar el dinero más adelante.

Las citas médicas, las ecografías y el medicamento las pago con mi trabajo.

—La mesa cuatro pidió un café hace dos minutos —me regaña el dueño— ¡Muévete!

—Un segundo —dejo los platos yendo por el otro cliente al cual me esmero por atender para que no coloque la queja, pero de nada me sirve, porque la coloca y en la tarde el dueño del establecimiento me pide que no vuelva.

Obviamente es un problema para ellos el tenerme aquí sin seguro social. El puesto de las tablas es lo único que me queda y me esmero en la limpieza del kiosco. Acomodo las tablas como todos los días y después de terminar me voy a casa no sin antes preguntar en los kioscos si tienen vacantes.

—Yo puedo encargarme de los gastos —me anima Death— Ya quédate aquí en la casa.

No puedo hacer eso, le digo que lo pensaré para que se tranquilice y minutos después Tyler entra a reiterarme lo mismo, pero no les hago caso y me paso la madrugada ideando cómo invertir los ahorros para sacar dinero.

Madrugo como todos los días yendo al mercado y compro accesorios para revender. Empiezo con pañuelos que luzco como estrategia de ventas, no me va mal y sumo lentes, pulseras y tobilleras que me hacen recorrer la playa. No paro hasta que me quedo sin nada.

La caminata me cansa, pero lo bueno es que conozco gente nueva. Llenar la despensa no me sale tan costoso, ya que los vendedores al conocerme me dan la comida a un precio más económico.

—Ya vete a casa, mujer —me molestan los pescadores— Ese bebé se te va a salir antes de tiempo.

—Me iria si me compraras esta tobillera para tu esposa —le muestro y sacude la cabeza— Los detalles hacen al hombre y ella se lo merece, Mira que está cuidando a tus hijos.

—Déjame ver —me llama y sonrío cuando saca los billetes.— Ya está, es la tercera cosa que te compro este mes.

Pedí que me dejaran limpiar las tablas de surf de cinco a siete y ese es otro ingreso que ahorro.

Llego a la casa muerta. Después de un baño me pongo con las clases que van de ocho a once y repaso hasta que me vence el sueño. Las semanas siguen pasando y cada vez estoy más preparada para el parto.

Recuperé lo que invertí y la ganancia tiene el frasco lleno. El calendario me indica que estoy en la semana treinta cuatro.

Death y Tyler siguen juntos, salen en la mañana y están llegando después de las diez, debido a que la bodega ha duplicado las actividades.

—Estaré unas semanas por fuera —comenta la chica del puesto de tablas de surf mientras limpio.— No tengo reemplazo, ¿Me cubres? Ya no estás para estar caminando tanto con esa panza tan grande..

—Vale.

La noticia es un respiro, ya que con tantos meses mi espalda es una tortura y, como estoy en época de examenes, puedo traer los textos para estudiar. Death

La noticia es un respiro, ya que con tantos meses mi espalda es una tortura y, como estoy en época de examenes, puedo traer los textos para estudiar. Death está más tranquilo con este nuevo empleo porque solo me encargo de rentar tablas.

El último mes pasa, no me va mal en los exámenes y celebro que la universidad me dé unos días de descanso. Cumplo con mi rutina y la mañana del viernes no me siento muy bien, sin embargo, madrugo a abrir el puesto de tablas mientras Tyler y Death se van a trabajar.

La jaqueca no me deja concentrarme en mis audios de idiomas, el almuerzo no me provoca ingerirlo y solo quiero que se acabe el día para irme a casa, ya que tengo dolores bajitos desde las diez, pero no puedo dejar el puesto tirado.

Me seco el sudor agradecida con la llegada de la noche que me permite cerrar el puesto. El chico que limpia termina, hago el inventario y termino más estresada cuando noto que me falta una tabla.

Empiezo a deambular por la playa en busca de la tabla. Recuerdo a quien se la di,pero no lo veo por ningún lado.

Los dolores aumentan con cada paso, me han encomendado esto y debo aprender a hacer mi trabajo sin fallas. Sigo caminando, ya no hay turistas y a lo lejos veo la tabla flotando en el mar contra las rocas, «Maldito».

Las puntas del vestido se me mojan cuando entro con todo y sandalias. Se aleja con la corriente y nado a su sitio, pero debo quedarme contra las rocas cuando una fuerte contracción me avasalla quitándome la capacidad de moverme y me quedo quieta esperando que pase.

«Estoy cerca», tomo lo que vine a buscar, pero la siguiente contracción me hace llorar. No hay nadie a la vista y mi grito de ayuda se pierde con el sonido de las olas sujetando la tabla.

El dolor vuelve y no me siento capaz de volver a la orilla, hago un esfuerzo por moverme y la siguiente contracción triplica el dolor.

Quiero detenerlas, pero no puedo y saco la tabla dejándola sobre las rocas mientras me apoyo en ellas. Las ganas de pujar me encogen. «Va a pasar» y no puedo llegar a la orilla, asi que recojo el vestido, me quito las bragas y clavo la frente en las piedras haciéndole caso a mi cuerpo.

No hay una mano que me sujete, ni una voz de aliento, un familiar cercano y mucho menos alguien que me saque de aquí. Las cuerdas vocales me arden, siento que me están fracturando por dentro y duro así varios minutos hasta que el dolor me arquea hacia adelante. Las piernas se me abren y mi bebé sale de mi cuerpo entintando el agua de sangre.

No tengo idea de nada, pero débilmente busco a mi hija sacándola a flote que sigue unida a mí por medio del cordón umbilical. Está con los labios temblando presa del frío, llora conmigo y tenerla en mis brazos me hace sonreír, ya que he dado a luz a la familia que nunca me dará la espalda y para la que nunca seré menos.

—¡Mujer! —me grita uno de los pescadores alumbrándome con una linterna y solo le basta ver lo que tengo en los brazos para activar el silbato que trae a sus compañeros— Tranquila...

La ayuda no se hace esperar, me sacan del mar y una ambulancia me atiende en la orilla trasladándome al hospital zonal donde llega Death con Tyler.

—¡No te costaba nada quedarte en casa! —me regañan.

Mi hija conoce el mundo y yo me vuelvo mamá con diecinueve años. Estamos bien los dos, es una criatura sana y como no tiene complicaciones me permiten llevarla a casa.

Guardo las semanas de reposo que se requieren valiéndome de mis ahorros, logro sacar el primer semestre con éxito y con las certificaciones listas le comento a Death que debo partir, ya que aquí tardaré en tener el futuro que quiero y es brillar о у en el patinaje.

No pueden ir conmigo con todo tan reciente, la FEMF sigue jodiendo y no pueden exponerse a ser capturados. Death se enoja conmigo, pero no le queda más alternativa que dejarme ir y con Amelie parto a Londres a hacer lo que quiero hacer y es dar la maldita cara.

La llegada a la ciudad me da nostalgia al recordar que no está Rachel, tampoco puedo ver a papá, no me puedo presentar con Amelie en público y no me confío de los lugares de cuidado de infantes, ya que cada vez que lo sopeso me acuerdo de los Lazareva.

Rento una habitación de hotel mientras le doy vueltas a la cosa, pero todo me llega a un mismo punto, así que me preparo, visto bonito a Amelie y me arreglo yo también optando por un atuendo el cual impida que me reconozcan a simple vista.

Sé que la casa de Rachel ha estar siendo vigilada por la FEMF, por ello busco un sitio más casual y es el trabajo de mi hermana. Death me comentó que está trabajando en el hospital militar y procuro que no se repita lo de la vez pasada.

La mochila que cargo son cosas de la bebé en su mayoría y espero a Sam a las afueras del edificio. Tarda horas, pero casi a las diez sale rumbo al vehículo que la espera y es mamá la que la está recogiendo.

—¡Sam! —la llamo.

Voltea a verme y no doy un paso más, ya que Luciana se baja. Ambas se ven pulcras como siempre y yo no estoy mal vestida, pero a comparación de ellas no me veo al mismo nivel.

—¿De dónde sacaste esa bebé? —es lo primero que me dice mamá— ¡¿Dónde estabas metida?!

Vacilo, su tono es de molestia pura y me toma del brazo llevándome a las sombras.

—Llevo meses preocupada por ti, tu padre está preso, no tenemos idea de tus sobrinos, Rachel está con la mafia italiana y tú no te tomas la molestia ni de llamar.

—Lo siento, yo estaba con lo del embarazo y...

La mención de la última palabra hace que me suelte de inmediato, se mira con Sam y ambas reparan a la bebé que tengo en brazos.

—Se llama Amelie James —no sé porque me pongo sentimental— ¿Podemos ir a casa? Vine a desmentir a Gema Lancaster.

Me molesta la mirada de asco que le dedica mi madre a lo que tengo en brazos y Sam no sabe qué decir.

—¿Ves? —le dice mamá a Sam— Un ser normal trae traumas de un secuestro, pero ella trae un hijo, ¡De quién sabe qué asqueroso! ¿Qué rayos te pasa, Emma? ¿Qué parte de que solo tienes 19 años no entiendes?

—Esto debe tener una explicación —se mete Sam.

—¿De quién es? —pregunta— ¿Producto de qué es? O sea que mientras unos se lamentaban por ti, tú llegas con un hijo fruto de un secuestro, ¿Qué van a decir las Mitchels? ¿Los James?

No contesto nada, los tacones le suman altura y Sam intenta tranquilizarla. Le pide que me escuche, pero se niega sacándome en cara el que no entienda la situación actual.

—Sube al auto —me exige antes de echar a andar y me quedo en mi puesto— ¡Sube al auto, Emma!

—Me alegro verlas —es lo único que digo antes de marcharme— Agradeceria que no le digan a nadie que la tengo.

—¡Tranquila que es algo que nadie quiere relucir! —me grita mamá y Sam se me viene detrás.

Avanzo varias calles y ella para un taxi adentrándome en este, le indico al taxista el sitio donde me estoy quedando.

—¿Quién es el papá? —insiste mi hermana— ¿Es algún pandillero? ¿Uno de los verdugos asquerosos de la celda?

—No es de ningún asqueroso, es mía y ya está.

Según el "Diario del cazador", sólo salía de mi celda a patinar, era torturada 24/7 y siempre estaba rodeada de los voyevikis, más no de los Romanov. Evalúa la habitación cuando llegamos al hostal.

Se queda conmigo, le insisto en que nadie debe saberlo. Mamá no dirá nada, suficiente tiene con lo que está pasando y prefiere quitarme el apellido a pasar más vergüenzas.

Me cuenta la situación con papá y en la mañana se queda con la bebé mientras yo salgo a lo que vine. Necesito dinero para moverme, ya que con mamá nunca se logra nada y no queda más alternativa que vender los patines para no padecer.

Los empaco y hago la fila en la compraventa, tendré muchas libras en un abrir y cerrar de ojos. Los reparo, los detallo y evoco como brillan en la pista.

—Siguiente —piden y...

Me largo siendo incapaz de venderlos, ya conseguiré dinero en otro lado. Cuelgan de mi mochila y me muevo al centro de Londres, hay un evento judicial que se anunció en los periódicos y tengo fe en que la viceministra de la FEMF esté ahí.

Entro al centro diplomático, hay soldados por todos lados al igual que periodistas. Es imposible acercarse a los jerarcas con tanta seguridad, me quedo a un lado mientras Bratt Lewis se toma los micrófonos con Gema Lancaster hablándole al cuerpo policial de Londres.

Alardean no sé qué mierda sobre los derechos humanos, todo el mundo los aplaude y no son más que un par de mojigatos. Alzan las manos juntos al final del discurso y eso detona mi rabia.

—¿Por qué no dicen que atropellaron mis derechos publicando algo que no pedi?! —grito atrayendo la atención de todos— i¿Por qué no dicen que se vanaglorian con un rescate que nunca hicieron y han mentido con declaraciones falsas que nunca confesé?!

Los periodistas me abren paso y los soldados de la FEMF intentan tomarme. El capitán a cargo pide que me saquen y doy dos pasos más mientras las cámaras me apuntan.

—Emma que alegria verte, sabemos que estas pasando por un mal momento —habla Gema— Ha de estar siendo amenazada y....

—Públicamente acuso a la FEMF de calumnia, injurias, de violar y divulgar el Diario del cazador sin mi previo consentimiento porque eso fue lo que hicieron.

El capitán me saca y la rabia hace que el pecho se me conmocione mientras intentan llevarme no sé a dónde, ¡Estoy harta de que siempre nos pisoteen! Uno de los soldados me lanza un puñetazo en la cara y me zafo a la vez que Bratt aparece con Gema en una sala aparte.

No hacen más que aumentarme el cólera, así que busco la salida y Bratt Lewis intenta tocarme, la ira me toma y le echo mano a los patines tomando los cordones antes de estrellarselos en el rostro rompiéndole la boca en segundos.

La sangre me salpica y el siguiente golpe de los reclutas me tira al piso y me vuelvo a levantar con lágrimas en los ojos.

—¡Nos las van a pagar! —me limpio los ojos— ¡Lo de Rachel, lo de mi papá y lo mío!

Sigo gritando y pataleando, ya que no me gusta que me arrastren porque los gusanos son los únicos que andan en el piso.

—Te voy a demandar a ti y a ella —advierto.— Me vas a tener que mostrar cuándo y dónde culpe a mi hermana por el secuestro.

Avanzo a la salida y...

—Cuidado —espeta él.— Entiendo tu enojo, pero espero que tú entiendas que Rick sigue preso y yo que tú cuidaría mi actos —me amenaza— No vaya a ser que quede en el mismo pabellón donde yacen todos los presos que encerró.

—¡Saquenla por atrás! —demanda Gema y termino en uno de los callejones.

Estoy tan rabiosa por el mero hecho de que tengan tanto poder ahora y no les va a costar nada lavarse las manos. Pensar en papá me saca más lágrimas y las limpio bruscamente abordando el autobús que me lleva a casa.

Sam se altera cuando me ve y busca la manera de limpiarme la cara, pero no hago más que recoger mis cosas mientras ella sostiene a Amelie.

—Han hecho con nosotras lo que han querido —me dice y asiento.

—Pero todo es temporal, ¿Sabes? —le respondo mientras recibo a mi bebé antes de irme— Ellos están disfrutando su momento, pero cuando llegue el nuestro les va a pesar el haberse metido con nosotras.

Me da su móvil para que estemos en contacto y le doy un beso en la mejilla, sujeto a mi hija y me largo de Londres. No creo nada de lo que se rumora de Rachel y algo me dice que solo tengo que sentarme a esperar, porque ellos no saben que una James por su familia hace lo que sea.

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