DRACO
El sol se filtraba por la ventana de la habitación de los recién casados.
Bella ya estaba caminando por los jardines de la mansión.
Mientras que Draco Malfoy todavía estaba acostado. Abrió los ojos con pesadez (a causa del sol) con una mano se tapó los ojos y resopló.
El dolor le perforaba la cabeza. Draco se incorporó en la cama y estiró ambos brazos, bostezando.
Giró un poco la cabeza y pudo notar que Isabella ya no se encontraba en la cama.
Él suspiró y los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente.
Draco rió.— No tenía pensado dormir en esta habitación, junto a ti.— dicho eso Draco se dirigió hacia la puerta y abandonó la habitación.
Salió de la habitación, bajando por las escaleras con rapidez, tomó un vaso de agua y salió a las calles de Praga.
Habia tomado lo suficiente en el avión para considerarse 'ebrio', pero su cuerpo le pedía más...
Quería más alcohol, más droga.
Quería olvidarse de su miserable vida y de su 'esposa'.
Estuvo caminando por varias horas por Praga, hasta que encontró un bar. Entró, tomó, bailo y conoció algunas mujeres.
Salió de ese bar y se dirigió a otra discoteca, haciendo lo mismo que en el bar anterior, esta vez usando las drogas.
Draco inhalo un polvo blanco, hasta que la mandíbula se le entumeció y la nariz comenzó a arderle. De repente... todo se veía más lúcido y se escuchaba más claro. Los colores, la música, los ruidos... todo.
Una mujer morena con ojos claros, se acercó a Draco, coqueteándole.
— ¿Estas solo? — le preguntó la mujer.
Draco asintió.— Solo, ¿y tú?
— Estoy igual que tú, cariño.
Draco paso mitad de la noche con aquella mujer, la cual Draco no conocía ni su nombre.
Tenía el dinero suficiente para hospedarse en un hotel, pero lo único que Draco sintió al ver la espalda desnuda de la chica que se hallaba a su lado... era asco.
Él había hecho eso muchas veces en Hogwarts y en el mundo Muggle.
Pero él le había prometido a una persona que dejaría de hacerlo, y así fue... él dejó de hacerlo, hasta esa noche en Praga.
Volvió a la mansión casi al amanecer.
Indie la Elfina apareció junto a su amo.— ¡Buenos días, amo Draco!
— Buenos días, Indie — Draco aún estaba muy drogado y borracho, pero aún así él pudo ver que la mesa del comedor estaba arreglada y había comida sobre ella —. ¿Por qué la mesa está arreglada?
— La ama Isabella, le pidió a Indie cocinar para ella y el amo Draco — informó Indie —. Pero la ama Bella subió a su habitación, cuándo Indie fue a buscar al amo Draco y no lo halló.
— ¿Isabella te pidió que cocinaras para nosotros? — inquirió Draco ladeando la cabeza.
— La ama Isabella lo ha hecho, señor.
— Bien. ¿Dónde está ella?
— La ama Bella no ha salido de su habitación.
Draco asintió y subió las escaleras, entró en la habitación oscura y pudo comprobar que su esposa estaba profundamente dormida.
Draco se maldijo, se sentía mal. Las náuseas punzaban su estómago, el dolor de cabeza era insoportable, y la cruda moral era peor.
¿Por qué ella actuaba de maneras tan diferentes? A veces era alguién dulce y amable, y otras veces lo único que mostraba era odio hacia su esposo.
Draco quería entenderle pero no podía. Ni siquiera con Legeremancia podía entenderle a Isabella y eso lo molestaba.
Draco se levantó de la cama y se metió al baño; abrió el agua y una vez que esta se calentó, se metió. Dejando que el agua corriera por todo su cuerpo.
El baño tenía un olor a flores y vainilla, un olor que Draco nunca había percibido.
Pero le era agradable, le gustaba aquel olor.
Respiro profundamente y dejó que su nariz se llenara de aquel olor nuevo y agradable.
Después de una ducha larga, salió con una toalla alrededor de su cintura y otra alrededor de su cuello.
Comenzó a buscar en el closet ropa fresca y limpia.
— ¡Oh, por Dios! — exclamó Isabella al entrar en la habitación y ver a su esposo semidesnudo.
Draco se dio la vuelta encontrándose con Bella; ella vestía un vestido corto, pegado a su pecho, en la parte de abajo el vestido caía suelto y no traía tirantes, era de un color rojo.— ¿Nunca has visto a alguién desnudó? — Draco se burlo.
Bella no pudo evitar la marca un poco descolorida en el antebrazo de Draco, dejó de respirar por unos minutos y se mordió el labio.— No es eso... No crei... qué tú estuvieras despierto.
— ¿Tenias planeado evitarme o algo así?
— Si... en realidad si.— admitió Bella.
— ¿Puedes cerrar la puerta? Me es muy incómodo vestirme y que la puerta esté abierta.
— Oh, si, bueno. El desayuno está hecho.— Bella se dispuso a salir de la habitación y cerrar la puerta.
Pero escuchó la voz de su esposo:— Bell...
— ¿Si? — Bella respondió sin mirarlo.
— ¿Te puedes quedar un momento?
— ¿Estarás desnudó?
— Sólo será un momento.
— Bien — Isabella entró nuevamente y cerró la puerta, se dirigió a una butaca y se sentó —. Soy todo oídos.— dijo mientras jugaba con sus dedos. El anillo de compromiso que tenía en el dedo brillaba con intensidad, atrapando la atención de Bella.
— Bell... no sé cómo decir esto.
— Si no sabes cómo decirlo, tal vez es porque no quieres decirlo, Draco, y está bien... No creo que algo bueno salga de tu boca.
— ¡Quiero decirlo! — exclamó Draco.
— ¿Entonces por qué no lo dices y ya? — Bella levantó la mirada viendo hacia Draco. Él seguía desnudo y parecía no importarle. Se paseaba por la habitación en una toalla, su piel pálida y húmeda a la vista, su pelo platino rubio cayéndole a los lados. Su perfecta mandíbula, y sus ojos grises brillando con intensidad... él es todo lo qué una mujer alguna vez soñó. Bella queria admirar su belleza y suspirar cómo una niña enamorada, pero en cuanto Draco abría la boca y palabras llenas de veneno salían de ella, a Bella se le quitaban las ganas.
— Nunca lo he dicho antes.
— ¡Eres un egoista! — Bella se puso de pie mientras se cruzaba de brazos.
— Tienes razón.— Draco le dio la razón.
Bella achico los ojos y comenzó a pasearse por la habitación, sus pasos eran seguros y duros, mientras hablaba.— Nunca he conocido a una persona tan egoista cómo tú, no tienes una pizca de sentimientos y no te mereces nada bueno — hablaba con rapidez mientras caminaba —, lo único que mereces en tu vida es dolor y odio, personas egoístas y para nada buenas... porque así eres tú.— ella se quedó quieta por un momento y vio a Draco. Draco estaba sentado sobre la cama viendo a Bella, jugaba con sus anillos inconscientemente.
— Lo sé y lo siento.
Bella abrió la boca en una perfecta 'o', sorprendida.
— ¿Tú qué?
— Lo siento, Bell — repitió Draco —, me he comportado como un completo idiota, lo soy pero me he comportado más idiota de lo normal.
— Tienes razón.— Bella alzó su barbilla.
— Eso era lo único que quería decirte...
— Bien.
— Te lo recompensare.
— No quiero recompensa, Draco. No quiero nada de ti — suspiró —, solamente quiero una amistad contigo, eso es todo.
— No tengo amigas mujeres.— respondió en un tono coqueto.
Bella resopló y puso los ojos en blanco.— Eres un idiota.— dicho eso salió de la habitación y cerró la puerta de un portazo.
— Pero, Bell...— escuchó Bella exclamar a Draco desde la habitación. Ella se pasó las manos por su vestido y bajó a la mansión.
Draco se vistió y bajó también, buscando a Isabella.
La encontró después de recorrer toda la mansión, ella estaba en el jardín, sentada con un libro en sus manos, leyendo.
— ¡Vamos a conocer Praga! — gritó Draco mientras corría para llegar hasta Bella.
— Tú ya la conociste ayer.— contesto Bella si quitar los ojos de su libro.
— Solamente sali a unos bares y discotecas, no fue la gran cosa.— Draco se detuvo para tomar aliento.
— Es por eso qué olías a alcohol y drogas.
— ¡Estabamos lo bastante lejos! ¿Cómo pudiste olerme?
— A mitad de la noche te acercaste lo demasiado para poder olerte.
— Eso no puede ser cierto.— Draco se rascó la nuca.
— ¿En qué lugar estabas cuando te levantaste esta mañana?
Draco intento recordar, y entonces se dio cuenta que Bella tenía razón, él estaba en el lugar de Bella esta mañana.— Oh, bueno. ¿Hice algo más?
Bella negó.— Nop.
— Vamos, hagamos algo.
— No quiero salir contigo, Malfoy.
— ¿Seguirás hablándome por el apellido?
— Lo seguiré haciendo hasta mi último aliento.
— ¿Por qué? — Draco se sento a su lado.
— Porque para mi no eres nada y no tengo porque llamarte por tu nombre.
— Yo te llamó por el tuyo.
— Pero yo no soy tú y yo no quiero llamarte por tu nombre.
— A veces lo haces.
— No me he dado cuenta.
— ¿Estás enamorada de Theo? — Draco estiro sus piernas, sacando un cigarrillo de la caja que traía.
— No, no lo estoy.
— ¿Te gusta? ¿Te sientes atraída hacia él? — prendio el cigarrillo y le dio una gran calada.
— Nada de eso... Él... él siempre fue mi amigo.
— Cuando hablas de él, no puedes evitar suspirar.
— Cállate.— espetó Bella.
— Vamos... — insistió Draco—. Hay qué salir, conocer Praga. Te invito a cenar.
— No quiero cenar contigo.
— Ayer querías comer conmigo.
— Estaba tratando de ser amable.
Bella suspiró y cerró el libro, se volteó a ver a Draco.— Bien. Pero si haces algo que me molesta, me iré a casa.
— ¿A cas-
Bella lo interrumpio.— Si, y no hablo de esta casa, hablo de mi casa en Londres, Malfoy.— dicho eso se levantó.
— ¿Adónde quieres ir a cenar?
— Sorpréndeme, Malfoy.— dijo y se alejó.
Draco sonrío para si mismo. Se sentía mal con Isabella, quería recompensárselo, eso era todo.
Él llamó a un elfo, el cual apareció enseguida.
Le pregunto sobre lugares carísimos y elegantes en dónde él pudiera ir a cenar y el elfo le respondía y le sugería lugares.
Sería una cena más, con alguien más, nada más que eso.
—
Dejen aquí sus pensamientos sobre Draco y Bella, quiero leerlas.