Una parada en Colonia Basilia

By antoenletras

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Un desperfecto en su camión de carga lleva a Tadeo a pasar un fin de semana bastante peculiar. Nunca imaginó... More

Prólogo
1 - Bienvenidos a Colonia Basilia
2 - En medio de la ruta
3 - Un rincón lleno de vida
4 - Con más carisma que habitantes
5 - Una gran familia recibiendo visitas
6 - Con espíritu de turista recién llegado
7 - De rincones especiales
8 - Y una gran historia detrás
9 - Un lugar llamado hogar
10 - De conexiones inexplicables
11 - Y fuertes impulsos
12 - Un mundo por conocer
13 - Con pasados que son ruinas
14 - Y futuros que se encienden
15 - Un latido en común
16 - Un sentir desafiante
18 - Soltar el control
19 - Un antes y un después
20 - En el comienzo de un sueño
21 - Abriendo las puertas al futuro
22 - De la mano del amor
23 - Y de las nuevas oportunidades
24 - Un nuevo presente y un futuro que asoma
25 - El frío del mañana
26 - El quiebre del presente
27 - Y el refugio del ayer
28 - Una promesa
29 - Y una despedida
30 - Una lógica que duele
31 - Una decisión que acecha
32 - Y lo inesperado de la vida
33 - Amando a destiempo
34 - Latiendo a lágrimas
35 - El después del adiós
36 - Los nuevos comienzos
37 - La magia de la vida
38 - Apostar al latido
39 - Un lugar, un hogar
40 - Colonia Basilia
Agradecimientos
Nota de autor
Epílogo

17 - Y confesiones que conectan

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By antoenletras

Olivia despertó un tanto desorientada hasta que logró reordenar los hechos del día anterior. Estaba en casa de Tadeo, con Tadeo, en Valedai. Suspiró y una sonrisa se dibujó sin que pudiera controlarlo.

La noche anterior habían cenado en el living mientras miraban una película que habían elegido mientras esperaban a que llegara la comida. Por suerte, se habían puesto de acuerdo rápido. Olivia amaba las películas antiguas en blanco y negro, y Tadeo no tenía desagrado hacia ellas, así que aceptó. Aun así, apenas había logrado llegar despierto al final. El viaje lo había agotado así que se había ido a dormir temprano. Le había dicho a Oli que si quería podía pedir helado, cuyo número también estaba en la heladera.

—Te dejo la cuenta de Netflix abierta —le había dicho antes de despedirse para ir a dormir.

Pero Oli prefirió lavar las cosas que habían ocupado y acostarse a descansar. La madrugada nunca había sido su fuerte, el sueño solía atacarla pasadas las doce sin que pudiera huir de ello.

Para su suerte, se había dormido rápido y había descansado bien a pesar de estar en cama ajena. Eso siempre había significado un problema, más cuando había vivido allí años atrás.

No había logrado acostumbrarse al colchón ni a la almohada. Aunque después de unos meses, había traído consigo la almohada de Colonia Basilia, pero ni eso sirvió para ahuyentar las ganas de huir de allí.

Esta vez tuvo suerte. Tal vez algo había cambiado, aunque fuera algo pequeño como el hecho de poder dormir tranquila.

La casa parecía estar en silencio, así que se permitió quedarse un rato más en la cama antes de levantarse. En el silencio de la habitación, logró captar los ruidos del exterior... Los sonidos de la gran ciudad. En ningún momento antes de dormirse se habían pausado, y al despertar, parecían seguir allí; incluso haber aumentado su potencia. Motores de vehículos, voces de personas que pasaban por la acera, sirenas de ambulancia y policía, ladridos de perros... Afuera el mundo estaba viviendo.

A pesar de ser tan ajeno a su realidad, se encontró haciendo una reflexión bastante diferente a la que había hecho años atrás. Tal vez dejaba de ser molesto si lograba verlo como una compañía a la distancia, como una especie de recordatorio de que todo seguía latiendo sin importar las circunstancias.

Un leve golpe en la puerta la alejó de sus pensamientos.

—Oli, ¿estás despierta? —su voz sonaba a que recién se había despertado... Y sonaba tan linda.

Oli se incorporó desperezándose y se puso de pie para ir a abrirle.

—Buen día —le dijo media dormida.

Él la miró en silencio y le sonrió.

—Buen día. ¿Has dormido bien?

Ella asintió.

—Muy bien. ¿Y tu?

—También. Estoy como nuevo. Listo para llevarte a conocer la gran Valedai.

—Creo que primero necesito un buen desayuno.

—A eso venía. ¿Te gustan las tostadas?

—¿Con dulce? Si.

Mientras Olivia se cambiaba, Tadeo se encargó de hacer el desayuno. Cuando ella llegó al comedor, estaba todo preparado. Dos tazas de café acompañadas con un vaso de naranja cada una y una fuente llena de tostadas para comer con dulce.

—La cocina no es mi fuerte, pero espero que te guste.

Oli no pudo hacer mas que sonreír.

Mientras desayunaban en silencio, le fue imposible ignorar el hecho de que su interior estaba un poco alborotado de emociones que hacía mucho tiempo no sentía. Cada tanto, miraba a Tadeo distraído en su tostada, y sonreía. Definitivamente, haber coincidido con él aquella mañana había sido un golpe de buena suerte. Y también haber decidido ayudarlo cuando se había sentido perdido en su pueblo.

Le parecía raro recordar aquel primer día y en ese momento verse allí, sentada frente a él, desayunando, a kilómetros de Colonia Basilia, en la ciudad a la que tanto temía. Raro, pero lindo.

—¿En qué piensas? —le preguntó con media sonrisa antes de tomar un sorbo de su taza.

El corazón de Olivia se aceleró. Quería decírselo. Quería expresarle todo eso que comenzaba a sentir... Pero se acobardó. Y luego, se odió por eso.

—En los lugares que visitaremos hoy —le dijo mientras pasaba el dulce por la tostada.

¿Por qué costaba tanto dejarse llevar por los sentimientos? ¿Por qué se obligaba a ir en contra de lo que en verdad le hubiera gustado decir? ¿Por qué pasaban esas cosas casi de forma natural?

—Bueno. Tengo el gran deber de hacerte amar esta ciudad, casi tanto como tu me has hecho amar tu pueblo... No es tarea sencilla.

—Encima tienes la contra de que ya huí de aca una vez.

Tadeo rió.

—Es cierto. Arranco con desventaja.

El resto del desayuno, lo pasaron planeando las visitas que harían ese día. Tadeo quería mostrarle varios lugares, pero no lograba decidir el orden, así que se los nombró a Olivia para que ella decidiera.

En primer lugar, optaron por comenzar con dar un paseo por el jardín Montermoso. Quedaba cerca del lago donde Tadeo había querido que Oli lo acompañara a comer, así que luego irían a almorzar allí. Después decidirían el camino a seguir.

—Pensé en ir al centro comercial, pero no se si te agrada tanto.

—Me gusta —le había dicho Oli—. Pero primero quiero conocer lugares al aire libre como el que me has dicho.

Y así lo hicieron. Tomaron dos autobuses para llegar a destino y aun así debieron caminar un poco. Eso era algo que a Olivia le molestaba un poco de las grandes ciudades, las distancias que se requerían para llegar a cualquier lugar.

—Pero es porque estábamos en un barrio alejado —se defendió Tadeo—. Después queda todo cerca... Y hay muchas opciones —le dijo en tono de burla.

—Bueno, no te lo discuto. Pero igual queda lejos.

No pudo sumar mas quejas a la lista porque justo llegaron a la entrada. Cuando sus ojos se encontraron con aquel paisaje, sintió que todo el viaje y tiempo habían valido la pena. Aquel lugar parecía un rinconcito de magia perdido en el medio de todo lo que significaba la ciudad.

Un cartel en la entrada indicaba que allí se reunían mas de mil especies de plantas diferentes; varias nativas y muchas otras exóticas. Al leer eso, Olivia supo que las horas antes del almuerzo serían muy pocas para lograr recorrer todo.

Ingresaron por el sendero principal y se dejaron guiar por los carteles para elegir el camino a seguir. Había muchas opciones y todas resultaban interesantes. Optaron por el camino de las flores y avanzaron a paso lento.

—¿Has venido alguna vez antes? —le preguntó Oli sin poder dejar de observar a su alrededor.

—Si, venía varias veces con mi abuela. Ella amaba este lugar. Y también habíamos venido con la escuela... Solían llevarnos bastante de excursión.

—¡Que lindo! Nosotros salíamos poco del pueblo... ¡Mira! —le dijo sintiéndose atraída por una flor—. Nunca la había visto.

Era una flor blanca con pequeños pétalos en color violeta. Y en el centro tenía una forma rara, pero muy linda.

—Es la flor del mburucuyá —le dijo Tadeo leyendo el cartel mientras Oli tomaba la quinta foto.

Las horas pasaron volando. Olivia estaba maravillada observando cada flor y cada planta que aparecía en su camino. Y Tadeo se dejaba invadir por el entusiasmo que desprendía la joven.

En ese momento entendió lo que Oli le había dicho cuando visitaron el río. La magia que significaba ver como alguien observaba lugares que para uno eran cotidianos o normales. Y se alegró de saber que esta vez era ella la que estaba en ese lugar de turista. Porque en verdad merecía saber lo que era experimentar esa sensación de ver un lugar por primera vez.

Tuvieron que irse antes de alcanzar a recorrer todo porque la hora de almorzar y el hambre los alertaron pasadas las doce. Avanzaron caminando a paso lento mientras Oli hablaba de lo que mas le había gustado del lugar.

—¿Cuando estuviste viviendo aquí no habías ido?

—No. No sabía que había algo así... La verdad, desconocía casi todo.

—Bueno. Ahora tienes un punto a favor; muchos planes para cuando estés libre —intentó animarla.

Olivia no dijo nada mas y Tadeo temió haber tocado tema sensible.

—Allá está el lago —le dijo señalando un sendero hacia su derecha.

Para su suerte, quedaban unas mesas libres al borde del lago y decidieron sentarse allí. Nuevamente, apareció un brillo especial en los ojos de la joven.

—¿En serio nadie quería acompañarte aquí? Es hermoso este lugar.

Tadeo se limitó a sonreír, feliz de poder coincidir en gustos. Y de manera repentina, sintió algo extraño en su pecho mientras la observaba. Su corazón se aceleró y no podía dejar de sonreír. Y entonces, dos palabras empezaron a hacer fuerzas para poder salir y expresar lo que estaba sintiendo. Porque de un momento a otro, lo entendió y ni siquiera se permitió dudar de aquello.

"Me gustas" le hubiera gustado decirle, pero justo apareció el mozo con la carta.

A Tadeo le costó reaccionar y logró hacerlo cuando Olivia le preguntó qué quería comer él. Tuvo que hacer fuerzas para que aquellas palabras no salieran allí, en medio de la nada.

Finalmente, eligieron pastas. Era el plato del día y él sabía que allí eran muy ricas.

—Quiero enseñarte algo —le dijo por impulso cuando terminaron de almorzar.

Por alguna razón, sintió muchas ganas de compartir eso con ella. Se puso de pie y le dijo que la acompañara.

—¿A dónde me llevas?

Él rió al notar la intriga en su voz.

—No es algo muy genial, pero para mi es importante. Y quiero que conozcas.

Llegaron hasta la calle y Tadeo frenó a un taxi que pasaba por allí. Subieron y él le pasó una dirección que Olivia desconocía. La única que lograba recordar era la del edificio donde había vivido. Y prefería no tener que pasar por allí.

El viaje duró menos de diez minutos y el taxi se detuvo frente a una casa que parecía tener bastante historia encima.

—¿Qué es este lugar? —le preguntó intrigada.

Tadeo sacó las llaves de su bolsillo y avanzó hacia la puerta.

—Desde hace una semana, mi nueva casa —le dijo invitándola a pasar.

—¿En serio? ¿La compraste?

Él rió y le contó lo que había pasado con su abuela mientras abría las ventanas para dejar ingresar la luz.

—No quería aceptar, pero la señora Griselda es bastante obstinada en sus decisiones y sabe justificar bien cada una de ellas.

Cuando se dio vuelta, encontró a Olivia perdida observando el piano.

—Al parecer, era de mi madre —le dijo acercándose a ella.

—¿Al parecer?

—Es lo que me dijo mi abuela. La familia de mi madre vivió aquí. Yo no he sido parte de esta vida.

Olivia lo miró sin entender y Tadeo supo que si había ido hasta allí era porque en parte, necesitaba contarle ese retazo de su vida.

—Mi madre murió cuando yo era muy chiquito. En un accidente de moto. Iba con mi padre —le dijo mientras pasaba el dedo por el borde del piano, sin poder mirarla a los ojos—. Desde ese día la familia de mi madre le echó la culpa de todo a mi padre y la familia se quebró. Por eso he vivido con mi abuela paterna.

—Que feo. ¿Manejaba tu padre?

Él asintió. Al menos esa parte parecía saberla.

—Amaba las motos y la velocidad. Mi madre también parecía disfrutarla. Pero bueno. Han tenido mala suerte yendo por la ruta. No se bien como ha ocurrido, la verdad es que pregunté muy poco sobre eso.

—Está bien. Supongo que debe ser difícil para ti y también para tu familia hablar de eso.

Tadeo se limitó a asentir. Sabía que en algún momento de su vida tendría que resolver esa gran incógnita. Pero no quería obligarse a hacerlo. Quería hacerlo cuando estuviera preparado para eso. Y aun no se sentía preparado. Aun dolía. Aún había porqués que la vida no le había respondido, aunque él también había dejado de preguntarlos.

Suspiró antes de seguir hablando.

—Cuando mi abuela falleció, después de superar el dolor y todo lo que significó perderla, me reencontré con mi abuela materna.

—¿Cómo fue? —le preguntó Oli.

Tadeo se permitió mirarla y descubrió un interés genuino en su mirada. Le sonrió antes de dirigirse al sofá.

—Estaba paseando por la ciudad y frené en un puesto de la calle a comprar el dije de colibrí... Ese que te regalé.

Olivia sonrió y se tocó el cuello. Alcanzó la cadenita con sus dedos y se la enseñó. Allí estaba, colgando escondido bajo el sweater que llevaba puesto.

—Lo llevo como amuleto de la suerte.

—Eres genial —le dijo sorprendido.

—Ha sido uno de los regalos mas lindos. Pero si es importante para ti...

—Me gusta que lo tengas. En serio.

—Gracias —masculló ella mientras se dirigía a sentarse al lado de él.

Entonces Tadeo continuó con la historia. Le contó que en ese puesto estaba un abuelito que había conocido en el hogar de ancianos que visitaba con su abuela. Haberse reencontrado con él le había despertado emociones muy lindas y cuando lo invitó a regresar al hogar, no había dudado un segundo en hacerlo.

—Volví para ayudar, sobre todo los fines de semana. Hay muchos abuelitos a quienes nadie visita así que los acompañaba. Jugabamos naipes o al tutti frutti. También salíamos a pasear. Y un día apareció una mujer.

—¿Tu abuela?

Él asintió.

Al parecer, tenía una amiga que había llegado hacía poco tiempo al hogar y había ido a visitarla. Tadeo se había enterado de su presencia gracias a una de las abuelas que jugaba naipes con él.

—Se llama Griselda Marén. Viene casi todos los días a ver a Gloria. He hablado con ella y parece muy buena persona —le había dicho haciendo referencia a su nueva amiga.

—¿Griselda Marén has dicho? —le había preguntado él sintiendo como su interior se alteraba.

—Si. Creo que hoy vendrá. Si quieres te la presento.

Y así había sucedido. Doña Paulina había llevado al joven junto a Gloria y Griselda y lo había presentado. Tadeo, cuando vio a Griselda, a su abuela, sintió que parte de su historia comenzaba a encajar. Tenía rasgos de su madre, incluso la sonrisa que él había visto en fotos estaba viva en ella.

—Hola, soy Tadeo Fioren.

Tras mencionar su nombre completo, Griselda se había puesto de pie automáticamente y sin poder dejar de mirarlo, se había acercado a él.

—¿Eres... tu?

Él había asentido y en cuestión de segundos, los brazos de ella lo atraparon en un fuerte abrazo que él había respondido con la misma energía.

—Y desde ese día ha sido un continuo reconstruir de historias —le dijo finalizando con el relato.

Olivia quedó congelada observando al joven, intentando procesar por lo que había pasado.

—Debió haber sido muy fuerte todo.

—La verdad que si. Fueron muchas cosas juntas. Pero no sabes lo agradecido que estoy de haberla encontrado y haber podido rellenar esos vacíos de historia. Había sido que el que le echó la culpa a mi padre era mi abuelo, no toda la familia —le dijo bajando la mirada—. Pero su palabra siempre había tenido mucho peso y los demás no hicieron más que respetar lo que decía.

Griselda se había visto obligada a respetar la decisión de su esposo de alejarse de Osvaldo y de su nieto, aunque ella los quería mucho a ambos. Después de todo, habían sido parte de su familia, y era lo que quedaba del amor de su propia hija.

—Cuando nos reencontramos me dijo que me había intentado buscar, pero no sabía cómo contactarme. Tenía mucho miedo también. No sabía cómo podía reaccionar yo y tenía miedo de que no quisiera ni verla —rio—. Lo que hubiera dado porque estuviera presente desde que yo era chiquito.

—-Bueno, pero la tienes en tu vida ahora. Es lindo que la vida te haya dado esa oportunidad.

—Si, estoy agradecido por eso cada día de mi vida. Aunque ahora nos veamos menos por el tema de los viajes.

—Pero la visitas seguido. ¿O no?

Él asintió. Cada fin de semana, cada día libre que podía, pasaba por allí.

—¿Y tu padre que ha dicho?

Un suspiro prolongado de su parte indicó que aquel era tema sensible.

—Mi padre es mas frío y estructurado. Aceptó las disculpas de mi abuela, pero no es que se relacione mucho con ella. Igual mi otra abuela me ha dicho que no ha sido siempre así de frío. Parece que el accidente lo cambió.

Olivia hizo una mueca.

—Es entendible. Me imagino que no debe ser fácil aquello.

Tadeo negó lentamente.

—Que la persona que amas muera en un accidente donde tu conducías es demasiado. Y que encima haya personas que te echen la culpa... En cierta parte, admiro a mi padre por su fortaleza para seguir adelante. Y por haber decidido rearmar su vida.

—¿Se ha casado?

Tadeo asintió y le contó que hacía casi diez años había iniciado una relación y había logrado formar otra familia.

—A mi me han tenido de jóvenes ambos. Eso fue otro punto negativo para mi abuelo materno. Igual, me quedan muchas cosas por preguntar aun de mi madre.

—¿Y por qué no lo haces?

Él se encogió de hombros.

—A veces me asusta que no sea tan genial como mi otra abuela me ha contado —rio.

—Nadie es perfecto. Pero creo que es mejor conocer la realidad que quedarse con las preguntas sin respuestas.

Él asintió lentamente. Sabía que debía hacerlo.

—Lo haré. Preguntaré por su vida. Lo prometo —le dijo mirandola de reojo.

—Y si luego necesitas hablar, sabes que puedes llamarme.

Entonces sonrió.

—¿Eres así siempre?

—¿Así como? —le preguntó Oli un poco confundida.

—Tan... amable. Abierta con las personas. Siento que puedo confiar en ti aunque se me caiga el mundo y tu vas a estar.

Olivia rio nerviosa.

—Contigo es fácil ser así. También siento que puedo confiar en ti. Mírame donde estoy —le dijo señalando el lugar.

Tadeo rio y se dio cuenta que aquella charla y todo lo que había compartido de su vida con ella, había creado una conexión mas fuerte. Y las palabras volvieron a golpear la puerta de salida. Esta vez no hubo nadie que pudiera interrumpir.

—Oli... —buscó su mirada antes de hablar—. Me gustas. Me gusta la persona que eres, me gusta como eres conmigo desde que me conoces... Y me gustas tu. De verdad.

La seriedad invadió el rostro de la joven por unos segundos y Tadeo temió haber metido la pata. La impulsividad, nuevamente había hecho de las suyas. Aunque no se arrepentía. Su interior se sintió mas tranquilo después de haber podido decir lo que sentía. Siempre había sido así.

El corazón de Oli se disparó luego de las dos primeras palabras y no hizo mas que incrementar su velocidad a medida que Tadeo seguía hablando. Y cuando terminó, el silencio golpeó sus oídos.

Intentó encontrar su voz, pero parecía haberse tomado un viaje.

La espontaneidad del chico parecía haberla sacado de eje. Y también el hecho de que hubiera podido poner en palabras todo lo que ella estaba sintiendo. Era como si le hubiera leído los latidos.

—Yo...

—Lo sé —la interrumpió Tadeo—. Me desubiqué. Lo siento.

—¡No! También me gustas.

Esta vez, el que pareció haber sido sorprendido fue el chico, que la miró sin entender.

—¿Qué has dicho?

Oli rio y logró despertar su accionar.

—También me gustas —le dijo acercándose a él—. Es más. Creo que me estoy enamorando de ti.

La sonrisa de Tadeo no tardó en aparecer.

Su interior encontró una paz mucho más grande después de esa confesión.

Su mirada no podía alejarse de los ojos de ella. Su cercanía volvió a sentirse como imán. Con un poco de nervios, posó su mano en su mejilla y se acercó más a ella.

Olivia cerró los ojos cuando sintió su piel. Y en cuestión de segundos, Tadeo llegó a sus labios.

Y en ese pequeño instante, todo lo que antes pudo haber sido mala suerte, se convirtió en la mayor suerte del mundo.

Se habían encontrado.


***

¡Holaa!

¿Qué les pareció el capítulo? 

¿Y qué opinan de la vida de Tadeo? Recién ahora se animó a contar un poco mas sobre sus dolores pasados que aun lo acompañan...

¿Y qué les parece la pareja que hacen Olivia y él? Yo siento que complementan muy bien... ¿Se siente la conexión desde el otro lado? Espero que si ♥

Nos vemos el próximo sábado ♥ Los leo en comentarios!

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