Léiriú I: La rebelión

By LuxMatnfica

620K 15.6K 4.1K

La alocada Madelaine desea venganza. Para ello se unirá a un grupo muy peculiar de rebeldes liderados por una... More

Prólogo
Operación Desembarco: 1ª parte
Operación Desembarco: 2ª parte
1.Idril I: Cómo ser invencible
1.Idril I: La Promesa
2.Madelaine I: La niña que creyó en los cuentos de hadas
3.Rosalie I: La princesa colibrí
3.Rosalie I: Un superhéroe
3.Rosalie I: De acampada en la zona maldita
3.Rosalie I *última parte*
4.Gelsey I: Comienzan los preparativos
5.Idril II: El despertar del ensueño
6.Grisel I: La reunión
7.Adrián I: Destino irónico(Reescrito)
Adelanto especial
7.Adrián I: Churri
8.Elijah I: El Amo del Bosque
8.Elijah I: Huida magnabulosa
-SEGUNDA PARTE: La rebelión-
9.Madelaine II: El reencuentro
10.Rosalie II: El primer beso
11.Nissa I: El origen de los feéricos
12.Gelsey II: Tres mujeres
13.Elijah II: Enfrentamiento
14.Adrián II: Caos
15.Idril III: El salto del elfo
16.Grisel II: Tuli
17. Nissa II: El Hada Maravilla
ESPECIAL HALLOWEEN: Primera Parte
ESPECIAL HALLOWEEN. Segunda Parte (ARREGLADO)
18.Gelsey III: Limonada rosa
Entrevista de 100 preguntas a Idril
19.Idril IV: 57
20.Joker I: Una batalla muy peculiar (1ª Parte)
Joker I: Una batalla peculiar (Segunda Parte)
Epílogo
Índice de relatos
Información sobre la segunda parte
Entrevista al más magnabuloso
¡Entrevista intensa a Adri!
Nuevo adelanto: capi de Adrián (disponible temporalmente)
Adelanto: Capi de Idril
¡Tachán!
Una importante aclaración y una disculpa
¡La ilusión de Fehlion (#Léiriú 2) ya disponible!

Adelanto Léiriú II

5.1K 152 140
By LuxMatnfica

Primero de todo, aprovecho esta actualización para agradecer a mis lectores por todo el apoyo y la paciencia. Sé que estoy tardando con Léiriú II, cada día prácticamente recibo comentarios de gente preguntándome por ella, algunos son más educados, otros son muy apasionados y enérgicos y mi respuesta es la de siempre y la repetiré aquí una vez más:

CUANDO QUEDE POCO PARA PUBLICARLA AVISARÉ. OS HARTARÉIS DE MIS AVISOS.

De verdad siento mucho no poder publicar aún, soy la primera que se disfruta y emociona con ello, pero escribir un libro no es cosa de hacerse corriendo y menos cuando le tengo tanto cariño y quiero que quede un libro perfecto porque esta historia y estos personajes lo merecen y yo aún soy una escritora bastante amateur y me frustra mucho que no quede tan bien como me gustaría. Motivos por los que estoy tardando tanto:

-No me gusta actualmente cómo me quedó la primera parte, por lo cual es un problema ya que si quiero cambiar cosas en esta segunda parte, el cambio puede quedar muy brusco y encontrar el tono adecuado para esta historia es verdaderamente dificil.

-Mi maldito perfeccionismo. A lo mejor en una época escribo mucho y parece que voy a buen ritmo, pero cuando lo he dejado reposar un poco no me gusta nada y tengo que reescribilo todo. Me paso la vida reescribiendo capítulos y eso me quema muchísimo.

-He pasado por una etapa verdaderamente mala en que he estado realmente mal y todo lo veía negro, lo que pasa que estas cosas no me gusta irlas pregonando por ahí. Actualmente estoy rehaciendo mi vida y todo parece estar yendo un poco mejor, al menos al fin estoy estudiando algo que me encanta y he conocido gente nueva magnabulosa <3. El problema es que todo esto me lleva al siguiente punto:

-Apenas tengo tiempo para escribir. Yo necesito estar muy melancólica, lo cual es difícil durmiendo apenas cinco horas al día, estudiando, necesito urgentemente un trabajo, ayudar a mi familia con los miles de problemas por los que estamos pasando... y un montón de cosas que tengo pendientes por hacer. Y creedme que he sacrifiado muchas cosas por poder escribir, si yo soy la primera a la que no le importaría estar retenida en una isla desierta (con Internet, eso sí) para solo tener que escribir, pero tengo veinticinco años (esa maldita fase en la que de repente se me vienen encima todas las responsabilidades de adulto sin sentirme adulta aún *snif* )y no puedo descuidar mi vida real por una ficticia para publicar gratis una historia. Si al menos cobrara por ello pues es una forma de ganarme la vida, pero es que es algo que estoy compartiendo gratis pese al riesgo de que me plagien y se arruinen mis sueños porque no me sabe bien dejaros con la historia a medias.

Pero no todo esto es malo, estoy aprendiendo un montón de cosas que me son muy útiles para mejorar la historia (motivo también por el que cada vez me gusta menos la primera parte xD). Al principio decidí que Léiriú sería ligera y opté por no dar demasiados datos ni geográficos ni políticos, etc. para no hacerla pesada y que diera sensación de cuento, pero me he dado cuenta de que si quiero que Léiriú sea tomada en serio y algo grande, debo hacerla mucho más profunda y compleja. Tampoco pretendo convertirla en un ensayo filosófico XDD pero escribir un libro de fantasía y hacerlo bien es más difícil de lo que parece: van caminando por un sendero y de pronto se encuentran con unos centauros de un clan que llevan cientos de años aislados mágicamete del resto del mundo. ¿Cómo creéis que reaccionarían los centauros?

Para emepzar la legua que usan debería ser distinta, las costumbres, sus ideologías, su forma de actuar... Son cosas en las que hay que andar pensando constantemente y eso ralentiza la escritura porque no puedo ponerme a escribir diálogos a lo loco. Y creedeme que no exagero, una vez en un foro de literatura bastante famoso leí cómo criticaban El nombre del viento (un bestseller actual de la fantasía épica) porque su autor no había explicado el sistema económico de las ciudades. No sé si conoceréis el libro, pero yo me quedé a cuadros porque a mí me parece que su autor escribe precioso y que trabajó muchísimo su universo. Así que ya véis que para que una historia de fantasía sea tomada en serio, su autor tiene que saber de: economía, política, historia, sociología, antropología, teología, esgrima, artes marciales, tácticas militares, lingüística, erotismo(XD), etc. y además tener imaginación y hacer algo diferente y entretenido.

Así que disculpad todo este royo, no soy muy dada a hablar de mi vida, tal vez por eso resulta a veces fácil que la persona del escritor quede diluída y parezca una persona que en realidad es una vaga por no ponerse a escribir de una maldita vez. No tengo por qué dar explicaciones sobre por qué tardo tanto, lo pubicaré cuando lo tenga, pero ojalá alguien que no había recaído en estas cosas se vuelve más comprensivo no solo hacia mí, sino también con el resto de autores. Agradezco cada comentario que recibo, el saber que alguien está impaciente por seguir leyendo es un gran premio para su autor, pero comprended que por lloriquearme y exigirme la continuación de pronto no voy a acabar el libro (más bien me pone de mal cuerpo y si escribo así quién sabe lo que puede pasar....) , mejor enviadme un cheque y entonces así seguro que puedo avanzar más rápido jajaja ;)

Para que veáis que sí que he estado trabajando voy a dejar un adelanto. También es porque soy la primera que odia haceros esperar, no sabéis cómo extraño las épocas de actualizar por aquí capítulo. Siento de verdad ser tan lenta escribiendo (No me hagáis caso, en realidad solo quiero vengarme de esos malditos escritores lentorros que me hacen sufrir esperando durante años a que saquen de una vez el próximo libro). No sé si me vais a odiar más tras leer este adelanto por aumentaros las ganas, quien quiera que lo lea xD

Me he puesto a seleccionar material y cuando me he dado cuenta llevaba veinte páginas ya que eso equivale perfectamente a un capítulo larguísimo, a varios de otras historias ya que en Wattpad los capítulos suelen tener entre 3-7 páginas xD. Pero no son capítulos enteros porque no quería poneros una descripción aburrida y ya, pero tampoco hacer mucho spoiler. La historia se va a volver un poco más oscura, aunque como veréis aquí los personajes siguen siendo ellos y siguen metiéndose en situaciones muy peculiares xD

Bueno, lo dicho, quien quiera leer que los lea y así echáis un vistazo a lo que estoy haciendo y podéis juzgar si tiene buena pinta o no. Si no lo vais a leer, saltad hasta las notas finales que tengo algo que os puede interesar ;P

Advertencia: este material no es definitivo, conociéndome lo más seguro es que lo acabe reescribiendo. Veréis también que a veces faltan palabras, generalmente son nombres propios que aún no he creado XD. La selección que vais a leer está en un proceso de borrador

Todos los héroes caen si luchan contra el enemigo equivocado”

La letra tallada sobre la piedra era caligráfica y estilizada. Estaba escrito con el abecedario élfico regio, el que usaban los elfos de alto rango cuando bueno, todavía quedaban elfos de alto rango. Las hojas secas y ramitas crujían bajo los pies de Manolo. K.D. estaba de espaldas, subido a un montículo y observando el sol desangrarse. Un escalofrío recorrió de arriba a abajo la espalda del gnomo. ¿Observaría de la misma forma a sus víctimas vaciarse de sangre? En todo el tiempo que llevaban allí no había conseguido sacarle ni una sola palabra, ni un gesto.

Había algo extraño en aquel lugar. Manolo no lograba identificar el qué, pero había algo. Un viento desangelado removía las hojas estrelladas de los árboles; doradas, rojas y anaranjadas. Nunca habían tenido otro color en los cuatro meses que habían pasado. Léiriú era una sombra, un sueño, una ilusión.

Notas como talladas en cristal y producidas por cuerdas de oro comenzaron a acunar sus oídos. Era una melodía cadenciosa, tan compleja como sencilla, que hacia ondular el aire en suaves olas y, como una flecha, se clavaba en su pecho, anidando lágrimas en sus pestañas. El flechazo había avivado el fuego con el que ardían los recuerdos de su querida familia.

—¿Qué es esa melodía? —se atrevió a preguntarle al elfo para asegurarse de que no se había vuelto loco y que no era el único al que unas notas musicales lograban hacerle llorar, mas el elfo se fue de allí con un ágil salto y desapareció.

La música seguía llenando el paisaje. Era extraña pues hacía arder su corazón, pero al mismo tiempo no calentaba; la calidez que ofrecía era falsa como un espejismo en mitad del desierto.

—No deberías estar aquí, gnomo. Pronto anochecerá y va a nevar.

Un hombre había aparecido en el ciprés de al lado. Sus ropas azules de trovador y su laúd indicaban que era él el autor de la melancólica música.

—¿Quién eres tú, bardo? Es la primera vez que nos vemos, ¿qué es eso de que va a nevar?

Manolo miró al cielo, pero éste seguía igual de crepuscular que siempre. El bardo miraba hacia las hojas de los árboles, doradas como el ámbar. Este hecho tampoco le asustó mucho, estaba acostumbrado a tratar con gente extraña, en su mayoría acosadores de su adorada Maddie, siempre persiguiendo su aroma sin igual.

El bardo rió, como si acabara de hacer un chiste que sólo él podía comprender.

—Lo siento... Este lugar me inspira versos muy dolorosos.

—¿Puedes leer lo que pone en las inscripciones? —Él no sabía élfico regio.

—Claro que sí. —Y había tristeza en su voz.

La curiosidad de Manolo estaba ya por las nubes. El bardo lo detectó.

—”Todos los héroes caen si luchan contra el enemigo equivocado”. Eso es lo que pone.

Hacía frío, Manolo estaba empezando a anhelar el calor de su cabaña.

—Te advertí de que pronto empezaría a nevar.

El gnomo seguía sin vislumbrar ni un solo copo de nieve, tan sólo hojas doradas que se desprendían de sus ramas.

—¿Qué es este lugar realmente? —se atrevió a preguntar por fin.

El bardo se puso en pie y acarició con cuidado la lápida de piedra. Había tristeza entretejida en ese gesto.

—Aquí se enfrentaron por última vez los Héroes del Invierno a Kra Dereth. Aquí perecieron todos y cada uno de ellos.

Manolo estaba comenzando a dudar de si la tiritera se debía al frío o a algo mucho más inquietante. Aquellas ruinas eran un cementerio, un panteón a los héroes caídos en combate, y el propio K.D. tenía por costumbre visitarlo.

—No todos —musitó. El bardo le miró con cara interrogante—. No todos cayeron. Ellette de Llyr sobrevivió.

Una sonrisa iluminó tenuemente el rostro del artista.

—En realidad fueron dos los que lo hicieron: la princesa Ellette y el ahora legendario Killian que por aquel entonces no era más que un humano normal y corriente.

A Manolo le entusiasmaba recopilar nueva información, así que el misterioso bardo tenía ganada toda su atención.

—¿Cómo pudo sobrevivir a Kra Dereth un simple humano?

—¿No conoces las historias, gnomo?

—Hay habladurías... pero no me gustan. Una princesa hada jamás haría algo así.

—A mí tampoco me gustan esas historias. Me alegra el haber conocido a alguien que no cree en ellas.

—El bien siempre vence al mal. Ellette de Llyr logró derrotar a Kra Dereth a tiempo, sin trampas y sin engaños —declaró convencidísimo de ello. Quería creer que el mundo era más sincero de lo que la mayoría pensaba. La sonrisa del bardo decayó—. ¿Ocurre algo? ¿Acaso hay otras versiones?

—Está la mía... pero todavía no he conseguido acabarla. Me temo que es una canción que mi mecenas prohibiría.

—¿Por qué iba alguien a hacer algo así? Al no ser que hables a favor de Kra Dereth.

—Mi canción habla de esperanza e ilusiones. No está a favor, ni en contra de nadie. Sólo de los enemigos del amor.

Pues Manolo no comprendía entonces dónde estaba el problema. Una nueva sensación se había instalado en su pecho. Una pequeña molestia que, al sentirse ignorada, empezó a tirar y tirar para hacerse notar. Cuanto más trataba de averiguar de dónde procedía, más grande se hacía. Iba a volverse loco.

—Tienes curiosidad por oírla, ¿eh?

Manolo comprendió que era eso lo que pasaba. Asintió con más vehemencia de lo que pretendía.

El bardo volvió a sonreír. Las ramas de los árboles se agitaron, animándole. Manolo contuvo la respiración.

***

GELSEY I

Desperté yaciendo sobre la húmeda hierba de Léirú, bajo su inabarcable cielo crepuscular. Me dolían las heridas del cuerpo y la cabeza me martilleaba. El sueño, o visión o lo que fuera que acababa de tener me había dejado alterado, como si acabara de vislumbrar un incendio. Estaba aturdido y desgraciadamente fue la voz del bufón ridículo la que me trajo de vuelta.

—Bien. Ahora voy a mataros a todos.

Obviamente no iba a permitirlo, así que me incorporé y puse en guardia de inmediato. A mi lado Enora también se había recuperado. El otro que había caído con nosotros era el hechicero rebelde. El dinosaurio se había dado de bruces contra el suelo, cayendo sobre su propia cola y aplastándosela. Eso me hizo sonreír para mis adentros; su escudo de llamas se había apagado y así, gimoteando, no daba ni una pizca de miedo. Entonces comprendí por qué el bufón se veía tan crispado: no había ni rastro de Idril por ninguna parte. Ni de Maddie.

—¿Y ahora qué, Gelsey? Y lo más importante de todo: ¡¿dónde carajos estamos?! —me susurró Enora colocándose junto a mí. La híbrida se había recuperado rápidamente, recogiendo la espada de la Sala del Tesoro que había caído junto a ella.

Iba a alzar la vista al cielo para situarnos, por si había alguna remota posibilidad de que reconociera los astros, pero el sonido que escuché me dejó la mente vacía de todo pensamiento. Pocos sonidos hay en el mundo capaz de dejarnos a todos en silencio. Aquel fue un aullido hiriente y a la vez, sobrecogedor que hendió el cielo en dos y me heló la sangre.

Al alzar la mirada quedé ensimismado por la belleza del espectáculo: en vez de nubes, el cielo estaba infestado de dragones. Sus cuerpos se ondulaban majestuosamente, las alas translúcidas producían ráfagas calientes. Había como media docena y sus escamas eran de un verde muy oscuro, casi negro, y con la luz parecían poseer de vez en cuando reflejos morados. Luchaban contra otro dragón más pequeño de escamas escarlata que destacaba entre todos ellos como un rubí entre cientos de cuentas de obsidiana. Sus garras parecían de cristal oscuro que dividía la luz en infinitas partículas luminosas. Ya no quedaban de esas criaturas en el mundo, los cazadores de dragones los habían exterminado siglos atrás. Estaba sobrecogido y a la vez, aterrado.

—Me pregunto dónde te esconderás cuando comience la lluvia de fuego —supo leer el Joker mis temores. Él parecía bastante indiferente por el espectáculo.

—Están demasiado altos.

Aquella dimensión no dejaba de resultarme extraña. Las primeras estrellas ya tendrían que haber aparecido y sin embargo, el cielo estaba vacío.

Los dragones negros se arrojaron al unísono contra el rojo. Una lluvia de cenizas cayó sobre nosotros. No, no eran cenizas. El hechicero se agachó y recogió una escama del suelo. Ocupaba casi toda su mano y podía ver su reflejo en la superficie metálica.

—Está fría por el reverso, pero cálida sobre mi palma... —comentó para sí mismo, ensimismado por su belleza. Al darle la vuelta reparó en unas inscripciones—. ¿E-0...? El siguiente número parece un uno, pero está partido.

¿Por qué alguien le pondría números a unas criaturas como aquéllas? ¿Sería Kra Dereth?

Hablando de Kra Dereth... El bufón estaba muy quieto, como un gato observando a su presa. Parecía haberse olvidado de nosotros. Me pregunté si ése era el momento de atacarlo o si debía aprovechar y largarme.

—Fehlion —masculló sin desclavar la vista de lo que fuera que hubiese captado su atención.

Era la primera vez que oía ese nombre pronunciado en voz alta. Debía de referirse a otro, no podía ser…

—¿El dios del Otoño? —me atreví a preguntar, desconcertado.

Enora me miró, perpleja. El Joker se limitó a cerrar fuertemente el puño.

—¿Aquí hay un dios? —insistí.

—El dios de las ilusiones y de aquello que se desvanece para dejar paso a la oscuridad —recitó con sorna.

—¿Entonces los dragones son una ilusión? —La escama me parecía demasiado real.

—Oh no, prueba a chamuscarte y verás lo reales que son.

Él se puso a palpar el aire como si buscara el pomo invisible de una enorme puerta y balbuceaba para sí mismo. Yo por mi parte intentaba contactar con la naturaleza que estaba demasiado muda. La magia flotaba en el ambiente, pero se trataba de una muy antigua que no me producía buenas sensaciones. ¿Cómo reaccionaría mi magia en un lugar así? Quizás el Joker estaba en lo cierto y sí que había un dios. Pero admitirlo dañaba mi orgullo, así que simplemente fijé mi atención en el artefacto mágico que yacía a las patas del dinosaurio. Era el objeto con el que Idril lo había invocado. Aun a distancia podía sentir la magia del Corazón del Bosque que emanaba de su interior. No sólo la humana se había apoderado de algo que me pertenecía, sino que también había utilizado su magia para crear todo tipo de armas.

Joshua debió leer mis intenciones y se lanzó corriendo a por el artefacto, sin embargo yo fui más rápido y logré hacerme con él antes.

—Ahora te controlo yo —declaré triunfante, dirigiéndome al dinosaurio—. Vamos, Enora, sube.

—¿Lo dices en serio?

—¡Claro que sí! Desde aquí arriba con tu vista élfica deberías poder encontrar a los demás.

Enora seguía sin ver muy claro esto de subirse a un dinosaurio rosa que no cesaba de gimotear. El Joker también nos observaba con las cejas enarcadas.

—Al fin podrás cumplir tu sueño de la infancia, Jazmín.

Odiaba que me llamara así, sólo Maddie tenía derecho a hacerlo y a salir viva pese a ello, pero quejarme quedaría muy infantil. Ya bastante surrealista era todo.

—Cuando el Mundo sea mío, entonces sí habré cumplido mi sueño.

El payaso rio burlonamente.

—Kra Dereth no te permitirá que hagas daño al chico. —De pronto desapareció y sentí algo frío sobre mi oído—. Y yo, menos —siseó justo detrás de mí.

—No le temo a dos hombres que fueron derrotados por Ellette.

Me aparté de él y me dirigí a Dini para comenzar a trepar hacia su lomo. El Joker debió de lanzarme una mirada asesina, pero yo estaba de espaldas a él, así que no la vi.

—Kra Dereth no fue derrotado por Ellette.

—Eso es lo que cuenta la Historia y a ti te encerró en una carta, ¿verdad? Te escuché hablando con Floripondio.

Llegué a la cima de mi escalada, es decir, al lomo de la criatura, y me sentí poderoso y dueño de las vastas tierras que tenía frente a mí. Nos rodeaban brazadas y brazadas de terreno indómito y naturaleza prisionera del otoño. Vi un lago y también lo que parecía un túmulo. El bosque cada vez iba espesándose más y las ramas juntas y entrelazadas protegían una pequeña cabaña. Hacia el noroeste se erguían los restos de un templo con forma piramidal y, sobreponiéndose al horizonte, una gigantesca estructura que debía de ser el lugar donde se celebraría el maldito torneo del que hablaba Madelaine. Allí estaban aguardándome Helena y la Rosa Dorada que me otorgaría el poder. También debía de ser la guarida de Kra Dereth, pero si lograba hacerme con el poder no le temía a nada ni a nadie. Ni siquiera a los dioses. Enora llegó junto a mí con un par de saltos ágiles.

—Vamos, en marcha —le ordené al dinosaurio, agitando el artilugio mágico. Al estar imbuido con la magia del Corazón del Bosque pude hacerlo funcionar—. Vosotros tendréis que ir a pie.

«Y con suerte sois aplastados por las patas», pensé.

—Como si me importara —masculló el hechicero—. No quiero contagiarme de vuestra hipocresía.

***

La tela del vestido se rasgó por el fuerte tirón y así Madelaine logró liberarse de lo que fuera que se hubiera enganchado a su vestido. Estaba completamente sola en aquel lugar salvaje y desconocido y para colmo no lograba oír nada.

-¿JOKER? ¿ADRI? ¡¡¿DÓNDE DIABLOS ESTÁIS, IDIOTAS?!! OS ODIO MUCHÍSIMO.

Si Gelsey no fuera un maldito, no la habría dejado caer sola por ese portal, pero él había preferido a la elfa. ¿Es que nadie se daba cuenta de que era una humana y por tanto carecía de súper habilidades físicas? Por supuesto que eran conscientes de lo humana que era, a ellos mismos les encantaba recordárselo con voz y miradas perturbadoras, pero a la hora de la verdad, la abandonaban.

Se detuvo frente al gran montículo rosa recubierto de hojas y mariposas. Las espantó y se arrojó de brazos abiertos sobre la mole rosada.

-¡Dini!

Lágrimas de felicidad cayeron por sus mejillas. ¡Ya no estaba sola! Su hijo postizo la protegería de los peligros de aquel bosque encantado. El dinosaurio frotaba su mejilla de gran tamaño contra el pecho de la humana, que le daba palmaditas. El suave roce de las alas de las mariposas les provocaba cosquillas.

-Lo sé, lo sé. Estás hambriento. Si vemos unos canguros por aquí te haré tus croquetas favoritas.

Seguía con el oído dañado, pero para escuchar a su hijo no lo necesitaba, le bastaba con el corazón.

Subida en Dini, resultó mucho más fácil atravesar el bosque. Pocos árboles superaban los cinco metros así que divisar la cabaña de madera fue fácil. Esperaba poder pasar la noche en una cama más o menos mullida. Al llegar, el dinosaurio inclinó la cabeza con cuidado y Maddie bajó. Pretendía abrir la puerta a lo bruto y entrar con todo el descaro, pero en el último momento se lo replanteó.

Toc, toc, resonó la puerta de madera bajo los golpecitos de sus nudillos.

Un largo silencio que dio lugar a que comenzara a brotar cierta ansiedad en el corazón de ambos. Dini percibió pasos al otro lado y meneó la cola, emocionado.

La puerta se abrió.

-¡Mi querida flor!

-¡LOLO!

El gnomo abrió los brazos para abrazarla. Maddie se hizo la loca y entró dentro de la cabaña que olía que se le hacía la boca agua. Dini recubría de lametones a su padre simbólico, así que la humana se puso a inspeccionar la cabaña por su cuenta. Estaba decorada con muebles rurales y perfectamente ordenada. En el centro de la sala principal que ocupaba casitodo el perímetro de la cabaña, burbujeaba un caldero. Dicho caldero emitía un humo denso que adoptaba formas y colores fácilmente reconocibles para la humana.

-¡Oh, mi flor! No te puedes imaginar lo feliz que soy de veros nuevamente sanos y salvos a los dos.

-¿QUÉ HAS HECHO MUCHAS COSAS IMPURAS EN NUESTRA AUSENCIA?

Manolo se le quedó mirando con el ceño fruncido. Algo le pasaba a su pequeña flor, arrugaba demasiado los ojos y alzaba los oídos.

-¿Qué les ha pasado a tus oídos? ¡Espera un momento! ¡¡Yo los curaré!!

Salió corriendo hacia la cocina dejando a Maddie sola sin comprender qué le pasaba. Se encogió de hombros y se dejó caer sobre un comodísimo sillón que tenía para apoyar los pies. Con lo adoloridos que estaban, le vino de fábula. La cabaña de Manolo era un lugar muy confortable. Manolo apareció unos minutos después portando una bandeja con una taza humeante y un plato de pastas, arrimado una silla para sentarse junto a ella.

Beber un sorbo fue milagroso: el tapón invisible que inutilizaba sus oídos desapareció, las heridas se curaron produciéndola un dolor que le hizo cubrírselos con las manos, pero éste pasó rápido y de nuevo podía oír. Un laúd vibraba melancólicamente desde algún lugar del bosque.

-¡Al fin! Gracias Lolo.

-Lo que sea por ti, amor mío.

Maddie estaba sumida en una nube de placer, completamente relajada, como para prestarle atención. Cierto humo aromático la hacía flotar y el té estaba riquísimo, tan caliente que le daba sueño.

-¿Ése de ahí no es el idiota de Idril? Jijiji -preguntó señalando hacia las imágenes que trazaba el vapor del caldero.

-Sí, desde aquí tengo control de toda la zona. Jijiji.

Ambos pegaron otro largo sorbo a sus tazas.

-Jijiji.

-Oye Lolo, ¿qué pasa si pulso esta palanca de aquí? Jijiji

Los dedos de la humana se cernían en torno a un cordón que caía del techo.

-Eso liberará al monstruo del lago. Jijiji.

-Oh, pues ya he tirado. -Un sorbo más la caldeó asta los dedos de los pies. Se sentía realmente a gusto y relajada.

-Oh, pobre príncipe.

-Se lo merece. Jijiji

***

JOKER (este no creo que llegue a la versión definitiva y ni siquiera los pensamientos están bien, pero sé que le amáis xD)

Siempre me gustaba burlarme de todo. Me entretenía y atenuaba un poco mi aburrimiento. Y tenía mucho material para ello: desde Maddie vestida de cuero, hasta una centaura tratando de ligar futilmente con el centauro homosexual. Sin embargo no me burlé. Idril se encontraba en peligro y eso me ponía furioso. Muy furioso. Así que imaginaros el aura tenebrosa que me revestía. Joshua o tenía problemas de visión o era bobo perdido o el amor le había dejado atolondrado porque no parecía darse cuenta de nada.

-Tenemos que salvar a esa pobre dragona -me dijo señalando al dragón rojo que tenían encadenado en otro poste.

Tardé unos largos instantes en comprender que me estaba hablando a mí.

-En mi lista de gente que debe ser rescatada hay otras prioridades.

-El veneno que me han dado... Me está consumiendo... -agonizaba la vampira.

«Pues muérete de una vez»

-Callaros, prisioneros. La sacerdotisa va a hacer acto de presencia.

Tras este breve anuncio todos los centauros se arrodillaron y apareció una mujer de piel oscura como el ébano. Llevaba un vestido muy suelto y numerosos aros de colores recubriendo sus brazos.

«Otra fresca»

Estaba empezando a comprender a Adri.

-Tiskis toris amadeus tuskis -bramó con voz retumbante alzando dramáticamente los brazos.

-¡Tuskis tu tu tu! -gritaron todos los centauros a la vez sacudiendo con fuerza sus pezuñas contra el suelo, como si estuvieran tocando tambores.

-Mis oídos está sufriendo demasiado por hoy.

Pretendían intimidarnos, achicar nuestra fuerza de voluntad hasta hacernos sentir culpables por respirar y acabásemos suplicando ser sacrificados.

-¿Qué están diciendo? -preguntó Joshua.

-Dicen algo como “bestias de los siete infiernos, aquí tenéis a unos idiotas para divertiros con ellos. Su sangre es caliente y sabrosa... menos la de la vampira que es una lujuriosa. A ella hay que castigarle de una forma más apropiada” -me inventé.

IDRIL

Faith se había levantado y no sé qué le pasaba, pero nos estaba llamando a todos. Me incorporé y el Joker me siguió, refunfuñando acerca de lo increíblemente pesados que eran los demás.

—No eres muy social, ¿eh?

—Extraño a Adri —fue su respuesta. Arqueé las cejas. Él emitió un suspiro al darse cuenta de mi reacción—. Se me olvida que no eres Maddie para tontear con estas cosas.

—¿De qué la conoces?

—Sigue a Adri a todas partes —se limitó a responder con un encogimiento de hombros dando a entender que no había más misterio en torno a su relación.

No era muy normal que una humana siguiera a un íncubo que tenía un trauma con las mujeres. Pero ninguno de nosotros tampoco era normal.

—Idril... —me llamó una vez más. Le miré con curiosidad—. No te pienses tampoco que no le importas a tu padre. —Una nube oscura eclipsó mi semblante—. Sé que parece que no se preocupa mucho por ti... Pero en realidad no puedes saber si te ha estado cuidando a través de las sombras... por ejemplo.

«Al menos podría haberse molestado en verme. En no dejar que me sintiera solo».

—Así que le defiendes, ¿eh? —dije con el tono más sarcástico del que fui capaz. Me salió solo a pesar de que era consciente de que el bufon sólo intentaba perturbarme una vez más. Entonces me acerqué a Faith, dejándole con la palabra en la boca —y muchas cosas más—.

—¿Qué ocurre? —pregunté.

—¿Por qué habéis elegido acampar aquí?

—Eh... ¿Porque era seguro y no nos faltaba nada?

—Este lugar... es un cementerio.

La piel se me erizó. Joshua dormía recostado en *spoiler*, Elijah nos miraba de reojo mientras vigilaba el fuego y la humana se había quedado dormida junto a la fogata y alguien la había tapado con una manta.

—¿Y qué? ¿Acaso a los espíritus les molestan los ronquidos de Maddie y el brujo? —inquirió el Joker, con su talante cínico ya recuperado.

—Tal vez deberíamos mostrar respeto. No está bien molestar el descanso eterno de los caídos en combate —opinó el Capitán.

—Este lugar intenta decirme algo —insistió la vampira—. Oigo muchas voces, están muy alteradas y no logro entender nada.

El Joker dio un bufido y completamente harto, giró la cabeza, examinando el lugar. Se detuvo sobre unas lápidas de piedra que estaban semi ocultas en la maleza.

—¿Por qué diablos hacéis tanto escándalo? —inquirió Maddie ya puesta en pie, pero todavía más dormida que despierta.

Faith gritó y se hizo un ovillo, tapándose con desesperación los oídos. Yo me acuclillé junto a ella tratando de consolarla hasta que el hechicero apareció por detrás y me apartó de un empujón.

—¿Dices que aquí yacen guerreros que murieron en combate? —le pregunté al lobo, por si eso ayudaba a Faith. No quería ponerme a discutir con el hechicero.

—Las marcas que hay en la tierra, en algunos árboles, los restos de piedra que yacen por todas partes. Son signos de una cruenta batalla.

El Joker se había acercado a las lápidas. Maddie seguía confusa.

—Sólo alcanzo a entender el nombre de Kra Dereth... —Faith temblaba y estaba cubierta de un sudor gélido. Su voz era débil y se quebraba. Joshua la sujetaba tratando de conjurar algún hechizo que pudiera reconfortarla.

Maddie fue la única que se atrevió a acercarse al Joker. Agudicé el oído.

¿Qué diablos está pasando?

Un ardid...

—Fue una masacre... —temblaron los fríos labios de Faith, a punto de extinguirse su voz.

—¡Alejadla de aquí! —alegó Elijah, preocupado.

El Joker partió la piedra con su puño. Estaba lívido y todo su cuerpo temblaba de furia.

—¡Te vas a hacer daño! —le reprendió Maddie.

—...Una masacre —habló Faith por última vez. Y se extinguió. Joshua la mantuvo abrazada y decidió hacer lo que Elijah decía, a ver si así mejoraba.

El Joker se internó en el bosque. La vegetación se apartaba a su paso. Sus pasos eran enérgicos y crispados.

—Voy a tratar de calmarlo —anunció Maddie, yéndose tras él.

Nos habíamos quedado solos de repente Elijah y yo, confusos por el rápido giro que habían tomado los acontecimientos.

—Se pondrá bien, ¿verdad? —pregunté. No me había pasado desapercibida la cara de pasmado esquizofrénico que había puesto al ver a Faith, como si la vampira tuviera un basilisco saliéndole por la boca o algo aún más inquietante.

—Supongo...

—¿Y tú estás bien? No esperaba que con lo correcto que pareces en realidad tengas esas turbias fantasías... Es porque sueles reprimirte, ¿verdad?

—¡¿Qué?! —Me miró como si estuviese realmente mal.

—Soy más inteligente de lo que aparento...

—Así que al fin admites que te ves como un idiota —me interrumpió soltando un bufido. Decidí ignorar dicho comentario.

—A lo que voy es que soy un tipo observador. He visto cómo mirabas a Faith en ese estado.

Mis palabras le dejaron muy perplejo.

—El funcionamiento de tu cerebro no deja de sorprenderme. No sé cómo has llegado a esas conclusiones, a saber por qué traumas infantiles has pasado porque en serio, estás muy mal...

—Venga, sé que algo ha pasado dentro de esa cabeza animalesca tuya.

—Es solo que tuve un dejavú... No he podido evitar recordar a mi esposa —admitió agachando la mirada, como si eso le avergonzara—. La misma de la que dijiste burradas unas horas atrás.

Vale, sí que me hizo sentir un poco culpable por ser tan bocazas, pero estaba descontrolado por lo que sea que nos poseyó a ambos, y recalco el ambos porque no fui el único que perdió el control precisamente. No quería que el lobo volviera a recaer en esos pensamientos oscuros, así que traté de distraerlo.

—Ya queda poco para llegar al Estadio. Kra Dereth me estará aguardando, a saber qué te hace cuando sepa que casi me destrozaste la garganta.

—¿Es una amenaza? Tal vez al archipoderoso Kra Dereth le parece que su hijo es una nenaza debilucha que llora por un rasguñito de nada —me provocó, un colmillo asomó entre su arqueada sonrisa—. De todas formas, Idril... No creo que debamos llegar al estadio. Creo que éste es el momento de aprovechar y huír.

—¡¿Qué?! —Esta vez fui yo el que no se lo esperaba.

—Los rebeldes... ¿Acaso quieres seguir siendo su prisionero? No te soporto, pero sigues siendo un miembro de la familia real.

Lo que pasaba era que echaba de menos a la boba de Rosalie, que no me viniera con cuentos sirénidos.

—Pues estuviste a punto de despedazarme con esas garras tuyas, ¿eh? Que de “rasguñito” nada; mi voz ya nunca será la misma y mi presteza, tampoco.

—Ya, claro. Tu voz sigue sonando tan irritante como siempre y te veo igual de debilucho que de costumbre.

—Me tranquiliza saber que no has estado observándome detenidamente.

—Empiezo a pensar que estás desarrollando síndrome de Stócólm.

—¿Y eso qué narices es?

—Así es como llaman los humanos a la barrera mental en que se envuelven los secuestrados para protegerse del trauma de la situación. Llegan a cogerle afecto a sus captores e incluso colaboran con ellos —explicó tratando de mostrarse serio por fuera, pero algo me decía que por dentro se burlaba de mí.

Comprendí lo que estaba insinuando.

—No es eso, pero llegamos hasta aquí a través de un portal mágico que sólo el Joker sabe abrir. No servirá de nada que tratemos de huir. ¿Adónde iríamos?

—¿Entonces qué pretendes?

Volví a buscar el estadio que seguía sobresaliendo del paisaje.

—Allí es dónde se encuentra mi padre...

—¿Ése que se burlará de ti cuando vea lo llorón que eres y que me descuartizará por haberte bajado un poco los humos?

—Sí, ese mismo —repliqué con una tirante sonrisa.

—Entonces es cierto... Eres el hijo de Kra Dereth.

¿Acaso lo dudaba? Yo no iba alardeando de estas cosas por ahí y menos cuando de pronto todos querían matarme por ello. No soy como cierta humana tan necesitada de atención que tiene que ir soltando mentiras por la vida para sentirse importante ya que en su sangre no hay ni una gota de linaje especial, sino pura mediocridad diluída.

—Eso parece. —Le miré. Sorprendentemente no había habido acusación en sus palabras. Sólo perplejidad—. Pero yo no soy en absoluto como él.

Asintió con la cabeza.

—Por supuesto que no. Eres demasiado ridículo... Sabes que no tienes por qué ir con él, ¿verdad?

—Lo sé. Supongo que quiero que me mire a los ojos y me diga por qué nos abandonó a mi madre y a mí.

Esta vez fue Elijah quien volvió la vista hacia el estadio. Estaba pensativo.

—A diferencia que tú, yo no sé mucho sobre tu vida. Sé que perdiste a tu madre y desde entonces Gelsey es tu tutor.

—Es lógico que no sepas mucho sobre mí. Es mejor así.

Elijah arrugó levemente el ceño, como si no estuviera seguro de aquello.

—Tampoco tienes por qué acompañarme —insistí.

—Mira, Idril. El palacio debe de ser un caos en estos momentos. No sabemos si los rebeldes los han pasado por el cuchillo a todos o si mis hombres lograron apaciguar la revuelta. La princesa Rosalie debe seguir atrapada allí, pero no voy a abandonarte en este lugar de locos. Tampoco es que pueda, como tú mismo has dicho —se apresuró en añadir.

Estaba loco por Rosalie y no le hacía ninguna gracia tener que soportarme, pero su ética le impedía dejarme aquí, eso era lo que trataba de decirme. Comprendía cómo se sentía. Ambos habíamos perdido a una mujer muy importante en nuestras vidas, pero los dos lo habíamos afrontado de maneras muy diferentes. Él había sido capaz de enamorarse de nuevo y sin embargo, yo... Ninguna chica me parecía más hermosa que mi madre, ni mejor. Salvo quizás, Grisel. Ella tenía algo que me volvía loco. La deseaba y eso ya era un cambio.

—¿Estás bien? ¿Por qué estás poniendo esa cara tan rara ahora tú?

—Estoy bien, estoy bien. —Bajé a tierra. No podía decirle que me había enamorado de la líder de los rebeldes o volvería a decirme que tenía el síndrome ése del Colmo.

Se entretejió un silencio incómodo entre los dos. Ya no sabíamos qué más decir y los demás estaban tardando mucho. A saber qué estaría pasando entre la humana y el Joker.... No quería ni imaginarlo.

—Principito —me llamó una última vez. Parecía inseguro sobre lo que iba a decir—. Tienes unos acosadores muy extraños, pero ni pienses que voy a dejar el destino del Mundo en tus patosas manos. La sola idea me estremece, así que quítatela. ¿De acuerdo?

Sonreí.

ADRIÁN:

Estaba comportándome como un idiota. Lo sabía, me lo estaba repitiendo constantemente en lo que llevábamos de noche o de día... el tiempo se había vuelto confuso en este lugar, y Nissa estaba haciendo que me volviera completamente loco.

Esa última vez fueron los centauros quienes me salvaron. Querían que Nissa se pusiera un traje de cuero y actuase todas las noches en uno de los bares que había en este lugar hasta cubrir el coste de los fuegos artificiales desperdiciados. Sathair les mataría, por lo que no tuve más remedio que convencerlos de que yo trabajaría en su lugar y así fue cómo acabé trabajando de camarero, con la esperanza de que el Joker aparecería pronto y haría algo al respecto. Ahora que había visto en los televisores que estaban más o menos bien, no tardarían demasiado en llegar y provocar jaleo.

Sathair me esperaba recostada en la cama, con el pelo rojo de Nissa desparramado por la almohada y abierta para mí. Mi cuerpo quería correr hacia ella y adueñarse de su voluntad.

Le subí el vestido hacia arriba y esparcí besos desde su ombligo, ascendiendo lentamente para tardar lo máximo posible para llegar a sus pechos. Mis manos habían acariciado su cuerpo con sumo cuidado, esforzándome por que éstas no fueran más que un roce y llegué hasta las esposas que logré quitar. Nissa volvió en sí. Quería besarla intensamente, pero temía que volviese Sathair, así que simplemente la llamé para traerla de vuelta y le expliqué lo que había pasado con los centauros. Fue ella la que acabó besándome. Me estaba poniendo malo. La obligué a que se quedara descansando mientras yo me daba una ducha fría. Nissa nunca hacía lo que le pedía, menos mal que previsor, había bloqueado la puerta. Eso la puso furiosa y cuando salí, ella se había vestido con uno de los trajes que había en el armario. Los centauros me esperaban para que me pusiera a trabajar de una vez y Nissa encontró un nuevo divertimento en el usarme para que atendiera sus caprichos, que lejos de disminuir la deuda, sólo la aumentaron.

Así hasta que los otros idiotas al fin hicieron acto de aparición. Al ver al Joker y a Maddie pensé que habían sido mi salvación, aunque una parte de mí sentía que había perdido la posibilidad de estar feliz con Nissa.

El estado del Joker me alarmó y ni siquiera tuve oportunidad de hacer algo al respecto porque se había ido con Idril a encontrarse con Kra Dereth. Por lo visto Maddie no había logrado hacerle cambiar de opinión y a ella parecía darle igual. Era como si sólo hubiera venido hasta aquí para estar de vacaciones, más preocupada por tomar una maldita piña colada que por ponerme al día.

***

Las hojas de los árboles suspiraban, el viento susurraba. Así, entrelazados, se sentían fuertes, se sentían bien. Felices. Adrián no quería perderla y Nissa no quería tener que dejarle.

—¿Adrián?

—¿Mmm?

Pero en el último momento se acobardaba y buscaba la boca de él para no poder meter la pata yéndose de la lengua.

Estaba aterrada. No quería volver a su palacio sino quedarse ocultos en aquel pedacito de bosque a salvo del mundo entero. Ya tenía ciento sesenta otoños y la consideraban una especie de desviada por no estar interesada en el juego de poder. No le importaba. Les despreciaba a todos.

Adrián le había pedido que se quedara con él un poco más y ella había accedido a pesar de que sabía lo que le deparaba cuando regresara. Adrián, por supuesto que no lo sabía. Tampoco sabía lo de la noche anterior. De hecho, el íncubo prácticamente no sabía nada de su vida en la Corte de los Feéricos de Oscuridad. No conocía lo terrorífico que podía resultar el palacio de Breogán por la noche, iluminado solamente por ojos de ruselkas, cristalizados y fantasmagóricos. Tampoco podía saber de la existencia de la espada de Orna, clavada en medio del Jardín de los Susurros; sus afiladas palabras clavándose en las entrañas con cada frase que susurraba aquella maldita espada. No podía imaginar cuán despiadada llegaba a ser Raissa...

—¿Amor?

Adrián volvía a estar dispuesto. Ella también le deseaba. Siempre se deseaban, así que volvieron a agitarse, ansiosos, y de nuevo hicieron el amor hasta perder la consciencia. Era nuevo para ella todo aquello. Normalmente eran los hombres los que se sacudían hasta la extenuación, pero con Adrián, los papeles se invertían. Eso también estaba empezando a darle miedo.

Despertar mucho más allá del anochecer con el cuerpo saciado y agotado y verse rodeada por los brazos de su amante, Raissa jamás podría arrebatárselo. Él pasaba por completo de los juegos de poder. Estaba loco por ella y sólo por ella. Aunque su hermana lo intentara, fracasaría.

«Como con Kra Dereth»

Las veelas lloraban y los sátiros reían desdeñosamente cuando sus pies descalzos pisaron nuevamente la obsidiana del palacio de Breogán. Su pelo rojo chorreaba agua violeta del lago. Los guardias de la puerta la miraron perniciosamente y uno de ellos corrió a informar a la reina. Elatha Pinpetos de la Luna Carmesí se hallaba sumamente ocupada con sus amantes, por lo que no acudió de inmediato. En su lugar, Raissa no tardó en presentarse en el patio. Nissa había tratado de ocultarse tras unos saúcos, pero no podía ocultarle su fragancia a su hermana mayor. Al descubrirla, su piel se volvió de rocío y sus carnosos labios formaron media elipse. Nissa rogó con todas sus fuerzas que Raissa no supiera de Adrián todavía.

Sabes que eso es imposible. Ella ya fantasea con él y gime su nombre en brazos de sus consortes —susurró la espada de Orna.

—Nissa, hermana —le saludó despectivamente—. ¿Dónde has estado todo el maldito día? Hoy fue Ilmboc, ¡te perdiste Ilmboc!

—Muerte sobre tus labios —la maldijo, dándose media vuelta. Muerte sobre sus labios.

***

La capa del héroe empezaba a estorbarle, pegándosele al cuerpo. Antes de patir a lomos de su caballo, le había parecido una buena idea el pesado terciopelo rojo; pensó que le protegería del frío de la noche, pues desde el reino de XXX, hasta XXX, tenía que cruzar el frío páramo helado. Pero ahora el tercipelo, oscurecido por el fango, le apestaba y tiraba como un lastre de él hacia abajo mientras se abría paso por la densa vegetación. Cortaba las ramas cada vez con más ahinco, como si a medida que se adentraba en el corazón del bosque, lo fuera haciendo en el de su propio corazón empozoñado, enfrentándose a sus diablos interiores, y eso lo malhumoraba y le hacía volverse impetuoso y arisco, asestando manodobles a diestra y siniestra. Si no las cortaba, las ramas se le enganchaban a la capa y no podía permitirse el llegar asta su amada princesa con la capa menguada en trocitos raídos.

Algo no iba bien, su caballo se percató de ello antes que él, negándose a seguir avanzando.

-¿Pero qué pasa xXX? Vamos, no podemos detenernos ahora, ya puedo oler su perfume, ya puedo ver sus ojos asustados rogando al cielo porque aparezca a rescatarla…

Pero CCC no se dejó engatusar. A ella la princesa le importaba bien poco, sólo quería el festín de zanahprias que le había prometido su jinete.

El héroe que no podía creer qué diantres le pasaba a su fiel montura, empezó a darle pequeñas palmadas en los cuartos traseros del animal, instándole con una dulce voz a que siguiera avanzando. El caballo como respuesta coceó, terminando por acabar con las buenas maneras del héroe.

-¡Ya está bien, bestia estúpida! ¿Se puede saber qué es lo que te pasa? ¡Te ordeno que sigas adelante, soy tu jinete!

Pero el caballo lo derribó de su montura y salió despavorido.

El héroe quería llorar, mas un héroe nunca hacía algo así. Con esas palabras de aliento trató de empujarse a sí mismo y seguir adelante, a pesar del dolor de su pierna, probablemente se la había torcido, al menos seguía con la cadera sin dislocar, al caer se había enredado con su propia capa y casi muerto asfixiado por ésta. Estaba harto de toda esta empresa, pero la recompensa merecía la pena. ¡La mano de la princesa FFF, nada más y nada menos!

Era su destino, lo había sabido desde siempre, cuando no era más que un niño y la observaba cantar en la plaza del mercado, cuado le vio muriéndose de hambre y en vez de asustarse de sus ropas harapinetas y confundirlo como un ladrón, le había ofrecido una manzana. ¡La princesa ofreciéndole alguien, a un huérfano como él!

La había amado desde entonces: la mujer más pura de todas, a pesar de que había probado a lo largo de su vida a muchas otras mujeres, ninguna de ellas podía compararse a la pureza de una princesa de verdad. Más tarde, cuando rescató al hada del Bosque, una ninfa de cabellos etéreos que brillaban como los hilos del mismísimo sol, el hada en recompensa le había prometido que se convetiría en un héroe y que se casaría con la princesa. Eso le había llenado de brío y esperanza. Ahora sí que sabía que no estaba loco y podía seguir adelante con su empresa de convertirse en héroe pese a que todos sus conocidos y amistades se habían burlado de sus pretensiones cuando anunció que salía en captura de un dragón. Además no solo, el hada del Bosque le había concebido un don mágico que le hacía brillar por encima de todos los hombres, la princesa DDD podría ver ese aura mágica y distinguirlo de entre la urdimbre de hombres mediocres y corrientes.

Recordaba cómo el hada le había hecho arrodillarse frente a la orilla del lago, que estaba toda enfanganda, y su rodilla se hundió entre el lodo, estropeándose así sus mejores calzas. Sintió sus áureos cabellos cosquillear bajo su mentón. Los ojos de ese ser eran atrayentes, desmemerizantes. De un verde más brillante que la más grande esmeralda, más fascinante que el bosque frondoso. Esos ojos escondían los secretos del tapiz del tiempo y ahora estaban posados sobre él, descifrándolo, devanando su propo tapiz y le había asegurado que sería un héroe y que se casaría con la princesa FF. Ella era suya. Le eprtenecía. Y la dulce y embriagadora voz del hada le envolvió, acunándolo, y por un momento se olvidó de todo.

Y cuando todo paró y despertó de ese fantástico sueño, el hada seguía ahí, sonriendo con un halo de misterio. Todo había sido real, nada de un sueño dorado. FFF era suya, y ahora él se sentía más ligero. Si entornaba los ojos a la luz del cadencioso atardecer podía dintinguir un polvillo dorado cubriéndole la piel. Ahora era poseedor también de un don mágico. El hada del bosque le explicó con su melodiosa y cantarina voz, tal vez algo traviesa para lo inocente de su aspecto, que ese don constía en poder entender a los pájaros del bosque. Cualquier ave, por exótica que fuera, él podría compreder su canto e imitarlo.

Ese don hasta ahora no le había resultado especialmente útil, todo fuese dicho. Pero a las mujeres les gutaba que las llevara hasta su claro preferido del bosque, su rincón secreto del amor como él lo llamaba, y entonces ponía morritos y las notas agudas y melodiosas empezaban a inundar todo el bosque y las aves acudían a él y se posaban sobre su brazo estirado, y las doncellas reñían entusiasmadas y estiraban con cuidado y nerviosismas sus propias delicadas manos para acariciar al ave de la palma de su mano. Y todos sabían que las princesas amaban hablar con los pájaros. Después él les pedía a ellos que le contaran lo que la princesa les había dicho. A veces le obedecían y otras no, su don sólo le ermitría comunciarse cin ellos, no darles órdenes. ¡Oh, cuantas cosas había descuierto así sobre FFF!

Puesto que su caballo no pensaba colaborar, no iba atener más remedio que usar su don para seguir avanzando por el bosque. Odiaba tener que poner esos morritos tan ridículos y se sentía especialmente idiota piando como una niña, pero todo fuese por salvar a su amada.

Las agudas notas empezaron a brotar de sus labios amohinados y a deslizarse por la asfixiante humedad. El héroe aguardó con los ojos cerrados para poder detectar mejor de dónde procedería la respuesta. Sin embargo solo cayó en sus oídos silencio y más silencio, salvo el vaivén de algunas plantas que se movían por la acción de algún viento misterioso.

Qué extraño resultaba todo aquello. Las aves no piaban, su caballo se rehusaba a seguir andando. Incoscientemente, se llevó la mano a la empuñadura de su magnífica espada y se aferró a ella con fuerza, a medida que se iba adentrando más y más en el bosque. Las plantas se iban cerrando tras él, borrando sus huellas de la tupida hierba e impidiéndole retroceder. Cuanto más se atrevía a avanzar, más sobrecogedora era la belleza que encontraba. Flores de vivos volores y tan fragantres que le recordaban a todas las cosas buenas de su niñez y a momentos más veleidosos y dulces de su adolescencia. Crecían por doquier libres, salvajes, alcanzando sus pétalos el tamaño deseado.

***

GELSEY

Caminando por el jardín del Estadio tuve la sensación de que estaba siendo observado y eso tampoco me extrañaría en absoluto, la tecnología que tenían en este lugar superaba incluso a la de los humanos y eso me intimidaba un poco, pero no podía traslucirlo. Avanzaba como si no me importara en absoluto este hecho; que me vieran, qué más me daba, así no sabrían nunca sobre mis recelos. Pero no era solo la sesación de estar siendo espiado. Oculta bajo la maleza había cables que parecían serpientes grisácesas y otro mecanismos que le daban al lugar la sensación de tratarse de un enorme invernadero y no un jardín al aire libre, sensación extraña puesto que sobre mi cabeza se hallaba el cielo con sus extrañas constelaciones y sus misteriosos dragones negros que parecían nubes noctunas. Y todo eso me transmitía una sensación de familiaridad que no debería tener. Estos jardines me recordaban a algún lugar en el que ya había paseado antes y al mismo tiempo jamás había estado en un lugar tan intrigante.

Cerré los ojos un momento para dejarme embriagar por la fragancia de las flores y la esencia de la naturaleza. Podía percibir el rumor del viento aunque no entendía nada, el calor de la tarde se había disipado y ahora hacía un viento frío y cruel. Sí, aquel viento tenía garras y estaba hambriento, hambriento de la fragancia de las flores. Era un viento que quería absorberlo todo y consumirlo, empezando con el otoño y sin dejar rastro de vida tras de sí, tan sólo la esperanza de que algún dia, las ramas peladas volverían a llenarse de hojas verdes si lograban vencer al invierno. Pero para vecer al invierno, primero tiene que llegar éste, ¿no? No tenía pinta de que aquel otoño fuera a marcharse fácilmente cuando le llegara el momento.

Entonces la sentí, oculta entre los troncos de los árboles, observándome escondida como si en serio pensara que podía ocultarse de mí. Sin ni siquiera volverme, podía convocar su imagen desaliñada, su frágil cuerpo de jazmín y su melena castaña recogida en algún recogido que sólo liberaba más su fragancia a dicha flor. Y el poder pulsante que se concentraba en uno de sus bolsillos.

—No deberías haber salido sin un manto o algo para cubrirte. Vas a coger frío –le dje acercándome hasta donde sabía que estaba.

Madelaine se dejó ver, nerviosa por que la había descubierto, aunque esto jamás lo admitiría.

—La rebelión sigue en curso, Gelsey. Así que no deberías pasearte tan campantemente por aquí. Tu bando es el que tiene los números pequeños.

—Seréis más numerosos, pero no sois más que una banda de críos jugando a la guerra. De todas formas no estoy aquí como parte de mi plan, solamente quería pasear un poco.

—Entonces ahora eres Gelsey. Simplemente Gelsey, el silfo que conocí custodiando la reliquia hace cincuenta años.

La observé en silencio rememorando sin remedio todos aquellos felices recuerdos. Madelaine no comprendía que no podía volver a ser el de antes, no después de todo lo que había ocurrido.

—A quién pretendemos engañar, el paso del tiempo es inexorable para ambos. Aunque tú parezcas eludirlo, ¿puede el Corazón del Bosque mantenerte idéntica desde entonces? Físicamente ya veo que sí, pero ¿y qué hay de tu interior?

—Esta humana está envenenada por las ansias de venganza, silfo. Si tú no me hubieras hecho daño, tal vez sí que seguría siendo la misma.

—Nunca quise dañarte. Lo pasado, pasado está. Ninguno de los dos puede olvidar, se trata de ser más fuertes que todo esto y ver si todavía puede crecer algo entre los dos. Es fácil amarse en primavera, cuando todo es feliz y prometedoramente esperanzador. El reto es superar el mal tiempo.

—¿De dónde has sacado esas palabras? –preguntó de pronto extremendamente a la defensiva.

Sus ojos se habían entornado. Me miraba acusatoriamente.

Yo no comprendía el por qué de ese cambio tan repentino.

—Solamente se me acaban de ocurrir –confesé, sincero.

Tras contemplar mi palabras y considerarlas válidas, se relajó un poco.

—Me hablas he echar raíces juntos, ¿qué hay de Helena?

Helena y su voluptuoso cuerpo.

—Helena me gusta mucho, lo admito, como a alguien puede gustarle un pastel de... de algo que te guste. Tiene una voluntad fuerte y eso para mí fue fundamental poque ya sabes lo que les ocurre a la mayoría con mi encanto feérico. –Me sentía atrapado en un mundo monótono de venganza y rencor y pocas cosas había al día que llamaran mi atención—... ¡Espera, Madelaine, no te vayas! –exclamé reteniéndola por un brazo. No quería hacerle daño, solo impedir que se marchara. No sabía cuándo íbamos a disponer de otro momento a solas como éste y con ella me había olvidado de los cables y cámaras del lugar, éramos solo ella y yo luchando con mis sentimientos y tratando de explicarlos. Nunca antes había hecho algo similar—. Lo que quiero decirte es que pensar en ti y en la venganza me estaba volviendo loco, Helena apareció en el momento justo en el que la necesitaba. Pero ahora milagrosamente estás aquí. Ya no la necesito –confesé. El corazóm me bombeaba muy deprisa, pero lejos de sentirme patético por soltar todas estas cosas me sentía valiente.

—Así que solamente la usaste al igual que usaste a Ellette. Y ahora pretendes usarme a mí hasta que te canses –me acusó.

—No, no, no. Nunca podría cansarme de ti.

Madelaine no estaba comprendiendo mi esfuerzo. No es que me costara admitir que tengo sentimientos ni nada de eso, simplemente no suelo dar explicaciones de por qué hago las cosas.

—Eso no puedes saberlo, Gelsey. ¿Cuántos años te quedan hasta que envejezcas tú? ¿Setecientos?

—¿Estás pensando en cuántos años de vigor sexual me quedan? –inquirí, no sabía muy bien si sentirme curioso o indignado.

—¡No me refería a eso!

—Mira. Los silfos no elegimos a nuestras parejas así, porque de nada sirve tratar de adivinar el futuro. Sé que eres especial, la más especial de todas las mujeres que he conocido y probablemente conoceré. Eres única, inimitable. De momento con eso basta, después depende de los dos.

—¿Entonces ganarás la Rosa Dorada para mí?

—Te hablo de amor y sentimientos y tú me sales con preguntas sopechosamente pragmáticas –le acusé esta vez yo.

—¡Porque sé que eres un hombre obsesionado con la vengaza!

—¡Y tú me acabas de confesar que también lo eres! Pero yo no deseo vengarme de ti, mis planes no tienen que ver con hacerte daño.

—Eres un hombre malvado que quieres dominar el mundo y acabar con todos los humanos. ¿Pretendes que me una a ti?

—Son esos humanos los culpables de que nos separáramos –le recordé con amargura.

—Tengo camaradas. Hice un trato con ellos, no puedo cambiarme de lado. Y aunque pudiera no lo haría, ¡no soy una traidora!

—Y es mejor permitir que sea ese Kra Dereh el que domine el mundo.

—Él no quiere dominar el mundo.

—¿Y para qué quiere entonces a Idril?

—¡Es su hijo!

—Si fuera solamente eso ya tendría lo que quiere, pero sigue adelante con todo esto del torneo, así que debe de haber algo más.

—Venganza, tal vez.

—Así que su venganza y la tuya son válidas, la mía no.

—¿No eres consciente de lo que hace en ti la venganza? Te cambia por completo, Gelsey.

—¿Le dijiste esto mismo a Kra Dereth?

—Aunque no lo creas, sí. A él intenté persuadirle también. Los hombres cuando os ponéis en plan testarudo sois un peligro incluso para vosotros mismos.

Soberana estupidez. ¿Y qué pasa con las mujeres cuando son ellas las que se empecinan?

—Si sigues entre los rebeldes, tú también estarás en peligro.

—Si me amaras como dices, no me amenazarías.

—Estás siendo injusta conmigo, Madelaine.

*ESTE FRAGMENTO NO ES DE LÉIRÚ II, SOLO UN DIVAGUE QUE NUNCA ACABÉ Y QUE AL ENCONTRARLO ME HA HECHO GRACIA XD. No me odieis por estar tan loca*

Elleizel sultana

Isma´il → Principe Idril

Gelseyfar: Visir Real

Mariam: Custodio de Agrabah

Nadim

Anissa: Califa de Agrabah

Adib: patrón de los asesinos

Jabir: genio

Khair Al Adin

Hisel: sayyida

De entre las frías corrientes de viento, la luna gobierna las huestes de estrellas y jirones de nubes. Ella es la Custodio de todo ese mar de dunas de arena cuando las sombras se alzan y extiende su negro manto. El aire huele a especias picantes y perfumes exóticos, la tierra está emocionada. Es un lugar peligroso y cautivador; un pie en falso y un escorpión puede condenarte a no ver nunca más el último amanecer.

—¡Ah! Ah! Salaam aleikum apreciados gatitos. Por favor, por favor, acercaos, acercaos. Un poco más, no seáis tímidos. ¿Sentís el calor del desierto? Eso. Bienvenidos a Ágrabah, ciudad de misterios y de encantamiento. Donde encontraréis las mejores rebajas a este lado de Río Jordan, venid, vosotras gatitas también. Cuando el sol baje más mirad bien y veréis una luz que os hechizará. Ésa es la señal, el momento especial en que Arabia ante ti surgirá.

Si a Arabia tú vas al cruzar ese umbral tus sueños allí se harán realidad con su magia oriental.
Si a Arabia tú vas no debes olvidar que allí hay otra ley que debes cumplir si quieres vivir.

—¿Habéis visto este artefacto? No, no es un consolador moderno, esto es Ágrabah, gatitos. Parece una simple lámpara, mellada y sin brillo, pero las cosas nunca resultan ser lo que aparentan. Este objeto oculta una gran historia que seguro que os interesaría... en otra ocasión, supongo, porque ahora arderéis en deseos de bailarme una danza árabe... ¿Qué decís? ¿Qué queréis oírla? Hace frío, gatitos. El desierto resulta abrasador de día pero de noche... ¿Aún así queréis escucharla? Bien, gatitos míos, seré vuestra Sherezade pues. Todo comenzó una noche oscura donde un joven muchacho y su antigua amiga esperaban a un hombre de oscuros propósitos...



—¿Crees que aparecerá? —preguntó el joven Isma´il.

Dos ojos almendrados le miraron en medio de la noche.

—¿Acaso dudas de mis contactos?

—Siempre son muy raros, no sé de dónde los sacas...

—Oh, pequeño Isma´il. ¿Desde cuánto hace que somos amigos? Sabes que tengo un gran carisma, no te preocupes. Jamás te utilizaría para conseguir algún objeto complicado de conseguir ni nada por el estilo..., ¿eh? Así que no desconfíes.

El joven Isma´il suspiró. Las luces del palacio estaban apagadas y el chico se preguntó si la hermosa Hisel estaría ya durmiendo entre sedas y damascos. Mariam leyó su rostro.

—¿Te ocurre algo, pequeño Isma´il? ¿Quieres dátiles? —le ofreció sacando un tarro de cristal.

—No es nada... Es sólo que la sayyide jamás se fijará en alguien tan pobre como yo...

Mariam se aguantó un bufido y se llevó a la boca uno de aquellos dátiles tan jugosos.

—Mo fé qué fes en esa mujef.. —rezongó con la boca llena.

Isma´il arqueó las cejas.

—Para empezar, ella no habla con la boca llena, estoy seguro de ello.

La susodicha se encogió de hombros.

—Y hay muchas cosas geniales que yo sé hacer y ella no —repuso tras haber tragado.

—Bueno, tus pasteles de chocolate tienen bastante fama. Lástima que yo sea alérgico al chocolate —replicó, lacónico.

—Shh, ¡ya viene! —Mariam corrió a ajustarse la capucha y los pañuelos para cubrir la mitad de su rostro—. Déjamelo a mí, tú no abras la boca o meterás la pata.

—¿Tan peligroso es?

—¡Claro que sí! Se trata del Patrón de los asesinos y espías de Ágrabah.

El rostro del joven se volvió líbido y quiso zarandear a su amiga por meterle en esos líos, al final optó por obedecer y permanecer al tanto por si la situacion requería un héroe.

Mariam adoptó una mirada de determinación y se acercó unos pasos hasta el hombre que desmontó de un camello blanco.

—Ya podíamos haber quedado en una tetería o algo así, Adib —le saludó tratando de mostrarse tranquila y familiarizada.

—Cuánto tiempo sin verte, Gran Custodio de la ciudad.

A Isma´il se le desencajó la mandíbula.

—¡¿Eres la Custodio de Ágrabah?!

—Sí, bueno... ¿Acaso crees que me puse a repartir panecillos entre los pobres por aburrimiento? —respondió Mariam, tratando de quitarle importancia a la revelación. Isma´il era su mejor amigo desde que eran niños y vecinos en el arrabal, por lo que no quería que se enfadara con ella por no haberle contado este detalle antes. Hacía frío, así que se arrebujó más entre las ropas.

Adib, Patrón de asesinos y espías era un hombre alto y fornido, con el semblate oscurecido por una barba incipiente y perilla. Sus ojos color café estaban perfilados en negro, dándole un aire misterioso. Vestía prendas negras, sencillas pero elegantes, que se fundían con las sombras así como su camello blanco lo hacía con la arena.

—¿Quién es éste? —preguntó Adib refiriéndose a Isma´íl.

—Es algo así como... Esto... ¡Mi mascota! No me gustan los monos ni los animales en general, así que le tengo a él.

—¡¿Qué?! —protestó el susodicho—. Por favor, Mariam, sabes que estás loca por mí, así que no lo ocultes.

Adib alzó las cejas.

—¿Habéis echo venir al Patrón de los Asesinos y Espías para hacerle presenciar una riña amorosa?

—¡¡Que no me gusta ese idiota!!

—¡Ey!

—¿Entonces a qué viene todo esto?

—Verás, Adib, el idiota este, quiero decir, este pobre muchacho de gran corazón, está loco por la sayyida —el muchacho emitió un suspiro al oír que mencionaban a su chica—, pero ésta no se fijará jamás en un patán como él —prosiguió, ignorando el suspiro—. Mira su pelo: ¡plateado! Casi mejor que lo lleve sucio y desarreglado...

Adib suspiró.

—Ya entiendo. Estáis aquí porque habéis visto los carteles.

—¿Qué carteles? —inquirió Isma´il.

—Aquellos en los que un patrón misterioso solicitaba ayuda para un trabajito especial... —explicó.

—Exacto —afirmó Mariam—. Creo que es una buena oportunidad para los tres.

Adib los examinó con cautela. El chico parecía... enclenque e ingenuo y Mariam... Bueno, a ella la conocía, sabía que bajo esa cabellera clara y ojos alocados se ocultaba una mujer tan astuta como peligrosa.

—No sé qué decir... Éste no es un trabajo cualquiera...

—¿De qué se trata? —preguntó Isma´il, confuso pero con curiosidad.

—Se trata de conseguirme un objeto que se haya oculto en la Cueva de las Maravillas...

—¡¿En la Cuva de las Maravillas?!

—¿Ves, Mariam? Te dije que no estaba capacitado.

—¡Espera! ¿Quién ha dicho eso? Mariam y yo bajaremos a esa cueva esta misma noche y te conseguiré el dichoso objeto. ¿De qué se trata? ¿Una gema mágica con el poder de acabar por fin la sequía de este país? La sultana seguro que me lo agradecería con creces y entonces la sayyid...

—Oh no, no existe tal gema, Isma´il. Me temo que ningún objeto mágico podría salvar a Ágrabah de sus desgracias actuales, pero por eso nosotros, ciudadanos de las sombras, debemos aprovechar el caos.

—¿Aprovecharlo para qué? —cuestionó, perspicaz.

Adib sonrió.

—Eso es asunto de la Custodio y yo, pero igualmente necesito esa vieja lámpara.

—¿Una lámpara vieja? ¿Eso es todo? —Isma´il estaba decepcionado.

—En otros tiempos supongo que reluciría, pero lleva demasiado tiempo abandonada en esa cueva. —Isma´il seguía sin convencerse—. Perteneció a la sultana Elleizel. La sultana lleva un tiempo deprimida, mis agentes aseguran que se debe a que lamenta la pérdida de esa lámpara. Si vosotros la conseguís, podré devolvérsela y entonces ella recuperará los ánimos, se casará con algún millonario de otro país y Ágrabah se recuperará de su pobreza. Seréis héroes.

—Algo no me cuadra aquí —inquirió Isma´il—. Una vez que tengamos la lámpara, ¿por qué te la daríamos a ti en vez de acudir directamente a la sultana?

—Piensa con la cabeza, chico. No eres más que un ladronzuelo. Elleizel te estará agradecida, sí, pero después te cortará los dedos. Mas uno nunca olvida. ¿Ves esa duna de allí? No se formó de la noche a la mañana. Primero el viento empujó unos cuantos granos de arena. Bien, yo soy el viento de Ágrabah. Empiezas con una justa recompensa recuperando una vieja lámpara y algún día la propia sayyide te invitará a su alcoba.

Isma´il seguía reticente, había algo en ese hombre y la forma en que intercambiaba miradas con Mariam que no le daba buena espina. Adib pudo leérselo en los ojos.

—¿Lo trajiste? —preguntó clavando sus ojos en Mariam.

La muchacha rebuscó entre los pliegues y extrajo lo que parecía la mitad de un escarabao dorado. Sus labios sonrieron de medio lado.

Adib sonrió también y mostró la otra mitad del escarabajo.

—Como ves, chico, si queréis entrar en la cueva necesitais medio escarabajo que sólo poseo yo, por lo que se trata de un trato a tres bandas. Los tres saldremos benficiados de esto.

—Ya me estoy aburriendo de tanta palabraría —declaró la Custodio—. ¿Aceptas o no, Isma´il? Yo confiaba en ti, no me dejes mal parada.

—Está bien, conseguiré la dichosa lámpara y espero que la recompensa me dé al menos para comprarme un traje elegante y un turbante con plumas. He visto uno con un zafiro que parecía diseñado para mí, yo lo sé.

—Trato hecho —le cortó Mariam—. Partamos de una vez.

Adib y ella juntaron las dos mitades del escarabajo que se atraían como imanes. Tiraban tan fuerte la una de la otra, que se les escapó de los dedos. Al fusionarse saltaron chispas doradas.

—¿Y bien? —preguntó Isma´il, escéptico.

—Espero que no me hayas estafado, Adib.

—Lo mismo digo.

Isma´il observó curioso su alrededor, pero no veía nada más que dunas y más dunas; montañas de arena plateada teñida por la luna.

.

—Quizás hay que recitar unas palabas mágicas —propuso.

Los granos de arena empezaon a temblar.

********************

Creo que mejor será que pare ya u os acabaré poniendo medio libro xD. ¿Se os ocurren teorías al respecto tras leer estos nuevos fragmentos y los relatos de Omnisciente Sensual?

Por cierto, hablando de O.S., no sé si habéis leído su nuevo relato (el de Sueños e Historias), si no lo habeis hecho ya estáis tardando porque es el mejor relato que he leído en mi vida. *O* Eso sí, contiene una escena muy intensa y subida de tono, así que para las mentes más inocentes cuidado ;)

Y por último quería recordar que no me importa poner a los personajes secundarios y en general de nombres propios que necesite los nombres de mis lectores. Antes llevaba una lista mental, pero ahora tengo tantos nuevos lectores que ya me he hecho un lío al respecto, por lo que ya que estamos, aprovecho y os pido que dejéis aquí en un comentario el nombre que queráis (ya sea el vuestro o uno que os haga ilusión) y la raza y personajes que os gustan para tenerlo en cuenta. Tened presente que la historia ya la tengo más que pensada en mi cabeza, por lo que no puedo poneros en un personaje importatísimo y que soy consciente de que el favorito de la gran mayoría es el Joker, pero no puedo hacerle hablar con un montón de personajes secundarios xD (de hecho él no habla con nadie que no sean ni Maddie, ni Ari ni Idril...XD). Pero bueno, por hacérmelo saber no queda de más, yo intentaré hacer lo que pueda xD

Si no habéis leído mi otra historia, Dolce Inferno, yo creo que os puede gustar tanto o más que Léiriú. Se nota que la escribí de más joven, pero la historia creo que es incluso mejor porque es un primer libro más completo, lo que habéis leído hasta ahora de Léiriú no es más que una introducción xD. Otra historia de fantasía que me encanta de aquí por Wattpad y que recomiendo que leáis si aún no lo habéis hecho es la de Leyendas de Olimpia, de la genialosa MissEmerty :DD

Hasta la próxima mis magnabulosos lectores, ojalá no tarde demasiado con el libro. No prometo nada porque todavía me falta bastante, pero que os tengo muy en cuenta todo el momento es un hecho y los comentarios de apoyo y críticas para mejorar siempre serán bien recibidos :)

Continue Reading

You'll Also Like

1.8M 241K 47
En un mundo oscuro, ella es un brillante faro... Portada hecha por: Austrova ♥️
41.4K 5K 46
Ocho años atrás Nina Salazar dio su libertad a cambio de ayudar a un desconocido, y así emprendió su camino como cazadora mitológica. No ha sido ni...
394K 54.9K 129
Titulo Original: Después de Renacer, ya no quería ser Carne de Cañón! Capítulos: 405 (novela original) Mu Chen estaba acostado en la cama, pensando s...
81.8K 6.8K 63
Adam Houchein perdió a su padre en un incendio de su antigua casa cuando apenas era un niño y desde entonces vive con su madre Elizabeth Houchein y s...