~Daphne~
Era hoy, hoy me iría de casa, yo ya tenia 17 años y como miembro de una familia real de Europa tenía que ir a el colegio Trono di rose para futuros gobernadores, en Italia.
Saldría de Londres, una ciudad de lluvia, frío y gris para ir a las afueras de Roma, con calor, sol y a una hora de la playa.
Viviría en un edificio que fue levantado por los romanos y que fue remodelado en el barroco, por lo que tiene un estilo bastante personal, aunque es un edificio precioso.
Sinceramente nunca he estado fuera de casa tanto tiempo, así que no sé muy bien que hechas en la maleta, supongo que todo, incluidos mis libros, lienzos y pinturas.
Me encanta pintar, si no tuviese que hacerme cargo de un país algún día me habría gustado ser artista, me parece una forma preciosa de decirle a todos cómo se ve el mundo a través de mis ojos.
No podré pintar mucho en la escuela, tengo muchas clases y responsabilidades, tengo q ir dar administración de un país, protocolo, estilo, modales, discursos, mas todos los eventos sociales, porque más que otra cosa, las monarquías eras todas puro entretenimiento para el pueblo, el mío era uno de los pocos países en el que el rey o reina seguía teniendo mucho poder, cosa que cualquiera agradecería, peor en mi caso, solo me arrebataría lo que más deseaba en el mundo, el arte.
Justo sonó la puesta detrás de mi, y allí con esa expresión sería de siempre, metida en su vestido negro, con ese peinado tan sofisticado y esos accesorios tan caros apareció mi madre, con su digna elegancia de siempre.
-Daphne, recuerda llevártelo todo, no quiero que llames en una semana pidiendo que t Ema demos algo.
-Si madre, ya me lo ha dicho cinco veces.
-Bastante que me preocupo yo personalmente de que te acuerdes de todo.
Se acercó a ver mi maleta, y puso una expresión de desagrado que yo ya conocía, no le gustó no ver ni un vestido en toda esa maleta, yo ya sabía que era por eso.
-Daphne, no pensarás..
-Tranquila madre los vestidos están en otra maleta.
Señale a una pequeña maleta al fondo de mi habitación.
-Bueno, se que no te los pondrás en tu día a día, peor hija, te recuerdo que vas con otros futuros reyes y reinas, se un poco más..
Sabía perfectamente lo que iba a decir, peor yo ese día no podía escucharlo.
-Si, madre, procuraré ser como tú. Dije con un tono serio y ligeramente molesto.
-No quiero que seas como yo, quiero que dejes claro quien eres, y que transmitas la elegancia y clase de nuestra familia.
-Si madre.
Sinceramente estaba deseando que llegase la tarde para coger mi avión a Italia y no verla, salvo en visitas puntuales de máximo un fin de semana, hasta que yo cumpliera 19 años, se que sólo serían dos años pero era más que suficiente para descansar de ella.
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Ya era por la tarde, mis maletas ya estaban en el avión y mis padres me estaban esperando al lado de la puesta de este.
-Daphne compórtate, y no nos decepciones, que tengas un buen viaje hija.
-Si madre, seré un ejemplo a seguir se lo prometo.
Después de esto se fue, me quedé sol con mi padre, mi padre era mi gran apoyo dentro de todo este palacio de locos, no sé si sería porque él nunca ha tenido la presión de tener que gobernar nada pero él era distinto a los demás, se preocupaba de verdad por mi.
Mi padre fue el que me enseñó a pintar, el que se molestó en que yo fuera más que la futura reina de Inglaterra, mi padre me hizo ser Daphne.
-te voy a echar mucho de menos tortuguita. Así me llamaba mi padre.
-y yo a ti papá.
-cuando llegues píntame algo del lugar y mándamelo por favor.
-será lo primero que haga.
Justo cuando dije esto mi padre me abrazo.
-Se que tienes que irte ya porque es un nuevo país y estarás allí mucho tiempo, pero en el fondo de mi corazón no entiendo la necesidad de que te vayas ya en junio, el castillo estará vacío sin ti.
-Gracias papa, gracias por darme algo que ser, te voy a extrañar muchísimo.
-Y yo a ti hija.
Nos dimos el último abrazo y me metí en mi avión, camino a una nueva vida a mil cuatrocientos kilómetros de mi hogar.
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Después del largo viaje aterrizamos.
Sinceramente no sabía que esperar de Italia, nunca había esta allí, baje del avión en un aeropuerto normal, peor en el coche de campo a la escuela el písame era precioso, lleno de colinas y montañas, por no hablar de las calles que vi de Roma.
Me gustaba eso de que la escuela no estuviese en plena ciudad, me apasiona pintar paisajes, y esas montañas me estaban pidiendo a gritos que las plasmase en papel.
Cuando el coche se paró solo vi un portón grande, al que le seguía una enorme pared de piedra por cada extremo, y abajo del portón, una losa con el nombre de la academia inscrito.
Cuando pasamos me quede maravillada con los jardines, sus colores, si vida, su movimiento, creo que fue amor a primera vista.
Después de cruzar todo el largo camino d ellos jardines vi un edificio enorme, altísimo, como un palacio, normal, era para que residieran futuros monarcas, que podía esperar distinto a un castillo.
Me abrieron la puerta, mientras alguien cogía mis maletas, un hombre me indicó que fuese hasta la puerta junto al resto de la realeza que llegaba para este curso.
El hombre que llevaba mis maletas me acompañó hasta la puerta, pero una vez allí el se dirigió hacia otro lado, supongo que iría a llevar mis maletas a mi habitación.
Y allí estaba, sola, delante de a un gran castillo junto a otras diez personas de mi edad, seguramente tan perdidas como yo.
-Creo que estás un poco perdida.
Me di la vuelta y vi a una chica ligeramente más baja que yo, mediría uno sesenta y cinco, de pelo corto y negro, como sus ojos, nariz larga y fuerte, con labios finos de color melocotón.
No fueron sus rasgos los que me llamaron la atención de ella, sino cómo iba vestida, mientras que yo llevaba un vestido blanco con vuelo largo, lo más arreglada que le había permitido a mi madre querer vestirme, ella, ella iba en chándal, con una sudadera de cremallera y un top, y lo que llevaba al cuello eran cadenas, uñas negras y unas Jordan, desde luego esta chica no podía ser princesa.
-Emm si, e.. si no se que tengo que hacer ahora.
-Veras pues mis padres me han dicho que ahora vendrá alguien mayor a hacernos un house tour o algo por el estilo. Después de decir esto se hecho a reír.
-Lo siento se que tengo un humor pésimo, y que es bastante prepotente reírse de mis propios chistes, pero es que me caigo genial a mi misma.
-Emm, no, ha sido gracioso, enserio.
-Uy! Se me ha olvidado por completo, soy Virginia Rossi, pero llámame Ginny, hija de los reyes de Italia, ¿y tú quien eres? Anda que si llegas a ser una asesina en serie, ya me vale siempre hablando con la gente como si todos supieran quién soy, hay lo siento, he vuelto a irme por las armas, suele pasarme
Empecé a reírme muchísimo
-¿Siempre eres así? Jajaja me encanta, yo soy
Daphne, Daphne Monroe princesa de Inglaterra
-Debí suponerlo, ya sabes, tú acento.
-¿Se nota mucho?
-Si, pero a mi me encanta, es una forma de que tu voz pueda decir quien eres, es guay.
-Gracias, creo que nadie había dicho algo tan bonito sobre mi acento jamás.
-Bueno, pues de nada
En ese momento apareció una chica alta de pelo platino y corto y de ojos azules.
-Buenos días, soy Selene , y os voy a enseñar el castillo.
Lo decía sin muchas ganas, a ver, yo la entiendo, no sería muy divertido hacerles una visita a los nuevos.