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Jane no podía dejar de sonreír como una tonta enamorada a su propio reflejo. Aunque claro, estaba perdidamente enamorada y no sólo eso, sino que básicamente era su primer amor. Jake no contaba, aquel prefecto de cuando ella estaba en primer año, él sólo había sido algo así como un flechazo fugaz.
Regresando al tema, Jane acomodó la tiara que Cécile le había hecho, resultaba un tanto complicado pues no lograba mirar la parte trasera de su cabeza para poner los pasadores y los brazos ya le dolían por tenerlos tanto tiempo alzados.
—¡JANE!— escuchó a James llamándola.
La chica dejó su tiara en su tocador y fue a la habitación de James. Apenas asomó un poco la cabeza por la puerta, vio a su hermano con el ceño fruncido, mirándose en el espejo y batallando con su corbata. Jane no pudo evitar reírse de él por todo el lío que estaba haciendo, incluso su cabello se había despeinado y seguramente lo tendría que volver a arreglar. James era el que más se tardaba en arreglarse en esa casa y Jane no entendía cómo era eso posible.
—¿Sí?
—No puedo ponerme la corbata.
—¿Y?— se encogió de hombros— James, se supone que llevas seis años usando una para el colegio.
El chico sonrió.
—Es Remus quien siempre me deja hecha la corbata. Mis dedos sirven para todo menos para hacer nudos de corbata.
—Ugh, ¡JAMES!— hizo una mueca y le dio un golpe en el brazo.
El nombrado dejó salir una fuerte carcajada mientras se alejaba un poco de su hermana.
—Lo siento. ¿Me ayudas?
—¿Por qué no se lo pides a papá o a mamá?
—Tú estabas más cerca.
Negó un poco pero finalmente se rindió y se acercó para ayudarlo.
—Enserio eres un idiota.
Jane comenzó a acomodar la corbata de su hermano, pero James era tan infantil que no dejaba de moverse. Al final lo consiguió.
—Hasta pareces descente— mencionó la chica con una sonrisa.
—Admítelo, soy el hermano guapo de esta familia.
—Pues técnicamente eres el único hombre, pero aún así, sigo pensando que eres pariente de los trolls, aunque siento que los estoy ofendiendo. Sigo sin entender por qué Lily aceptó salir contigo.
James la miró mal y de pronto le revolvió el cabello con fuerza, provocando un fuerte grito por parte de la chica.
—¡JAMES POTTER!— tuvo que contenerse de comenzar una pelea con su hermano pues no quería arruinar su vestido— te juro que una de estas noches te mataré mientras duermes.
Salió de la habitación escuchando las fuertes carcajadas de James de fondo y tuvo que ir a acomodar su cabello de nuevo. Al menos, esta vez logró colocarse la tiara sin mayor problema.
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Sintió unas terribles náuseas cuando su madre le dijo que era hora de irse, las manos y las piernas le temblaban aunque no estaba tan segura de por qué se sentía tan nerviosa. Sólo era Regulus Black, su novio, el chico al que había estado besando los últimos meses, del que estaba profundamente enamorada y estaba por conocer a sus padres, además de que medio mundo mágico le aterraba Walburga Black.
Sí, nada que debiera temer.
Tuvo que contener la respiración varias veces sólo para no desmayarse o vomitar. También tuvo que abrazar el brazo de James con gran fuerza para no terminar en el suelo por sus piernas de gelatina.
Logró distraerse gracias a que comenzó a admirar el bellísimo salón, todo lucía tan elegante aunque se notaba que tenía ese toque Black, algo oscuro y ligeramente aterrador.
Cuando regresó a la realidad, se dio cuenta de que estaba frente a Walburga Black, junto a ella estaba su esposo Orión y detrás de ellos estaban Sirius y Regulus. La pareja se miró al instante, ambos ahogando una sonrisa, claro que eso sólo fue sencillo para Regulus.
Los adultos se saludaron, luego fue el turno de presentar a los hijos. Orión presentó a Sirius y a Regulus a los Potter, aunque claro, ellos ya conocían a la perfección a Sirius, se había quedado algunos días durante los últimos años con ellos.
—Él es James, nuestro hijo mayor— el nombrado sólo asintió y miró con asco y poco interés— y ella es Jane.
La nombrada comenzó a temblar y dio medio paso al frente.
—Es un placer conocerlos— logró decir sin que la voz le temblara.
Walburga la miró de pies a cabeza sin mucho interés y fue Orión quien aligeró el ambiente y estiró su mano en dirección a la chica. Ella la tomó con la poca seguridad que le quedaba.
—Es un placer conocerte, Jane. Eres muy hermosa.
Ella sonrió mostrando los dientes.
—Gracias, señor Black.
—Por favor, disfruten de la fiesta.
Cuando se alejó, pudo liberar el aire que había estado reteniendo y junto a James corrieron en busca de algo para beber.
Fue entonces que se dio cuenta que sonaba música por todo el salón. Eso la ayudó a relajarse bastante.
Permaneció junto a su hermano no más de diez minutos cuando este se fue corriendo junto a Sirius y seguramente sus otros dos amigos.
Entonces Jane quedó sola y no, no le molestaba pues no tardó en encontrar a alguien con quien hablar como si no hubiera un mañana.
Había pasado una o dos horas, Jane hablaba animadamente con su padre cuando casi sin querer, sus ojos dieron con los de Regulus.
Ambos se sonrieron discretamente y el chico le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera. Jane miró a su padre que le estaba hablando y esperó con cierta impaciencia a que terminara.
—Umh, tengo que ir...— señaló con su pulgar ningún lugar en particular— ya vuelvo.
El hombre asintió con una sonrisa mientras le daba un sorbo a su copa y la chica caminó entre los invitados, tratando de no ponerse a correr.
Entró en un pequeño pasillo, que fue por donde había visto que Regulus había ido, no había gente por allí pero aún se escuchaba el ruido de la fiesta.
Miró en todas direcciones, pero no fue capaz de dar con la figura de Regulus. Hasta que sintió cómo la acorralaban contra la pared, sonrió un poco al ver a Black y este rápidamente atacó sus labios en un profundo y lento beso.
Se separaron apenas un poco.
—Te extrañé— dijo Jane.
En el par de semanas que habían pasado, no habían tenido contacto alguno. Regulus sonrió sobre sus labios y sin soltar la cintura de la chica.
—Luces bellísima, Jane— elogió.
Ninguno dijo nada más cuando se dieron un beso más profundo, ambos necesitados del otro.
Tuvieron que separarse cuando sintieron que sus hormonas estaban a punto de estallar dentro de ambos.
"Sin sexo hasta el matrimonio", es lo que habían dicho sus familias desde que tienen uso de razón. Claro que no todos seguían esta regla, como Sirius y James, evidentemente.
—Lo siento— se disculpó Regulus con los ojos cerrados tratando de calmar su calentura.
Jane tenía las mejillas rojas y el corazón latiendo más rápido que nunca. Trató de pensar en alguno de los múltiples libros que había leído para tratar de calmarse.
—Está bien— la chica llevó su mano a la nuca de su contrario.
Ambos se miraron un momento y al final dejaron salir una corta risa. Se separaron y se recargaron en la pared, Jane mirando el techo y Regulus el suelo.
—Tu hermano se acercó a mí hace como una hora y me pidió disculpas— mencionó el azabache— aunque fue algo agresivo y tenía esa cara que pone cuando algo no resulta como quiere.
La chica sonrió un poco.
—Le dije que si no te pedía disculpas, no le volvería a hablar.
—No debiste hacerlo, sabes que no me importa lo que hizo.
—Lo sé, pero aunque no hubieras sido a ti a quien golpeara, hubiera hecho lo mismo.
Ambos se quedaron en silencio, la suave música llegó hasta sus oídos. Allí adentro no hacía nada de frío pero estaban seguros de que si ponían un pie fuera de aquel lugar, se congelarían al instante.
—Bailemos— habló de pronto el ojigris, extendiendo una mano.
Jane lo miró un momento y finalmente puso su mano sobre la de él. Caminaron hasta la pista de baile, frente a los demás invitados y se unieron a los pocos que estaban bailando.
Fue un momento espectacular que ambos deseaban que durara eternamente. Al final de la canción, Regulus hizo una pequeña reverencia sin soltar la mano de su pareja y dejó un suave beso en sus nudillos.
Se alejaron de la pista para ir en busca de algo para tomar. La mesa de bocadillos estaba en la esquina y no había casi nadie por lo que fue una buena opción.
—No sabía que se habían vuelto amigos— escucharon la voz de Sirius.
Jane miró al hombre con irritación, en serio no quería dejar de ser amable con nadie, pero Sirius había superado su límite de ser un completo imbécil.
—Luego de pasar varias horas juntos en la enfermería, comenzamos a llevarnos bien— habló Regulus con increíble naturalidad.
Remus, que también estaba presente junto a Peter y James, miró las manos entrelazadas de ambos y le hizo una sutil seña a la chica. Ninguno de los otros chicos había notado ese pequeño detalle y Jane la soltó con disimulo.
Sirius dejó ver una estúpida y arrogante sonrisa mientras ponía sus manos en su cadera.
—Bueno, creo recordar que cuando nos encontramos dijiste algo como que no soportabas a Jane y que nunca dejaba de hablar de tonterías.
Black menor se puso tenso, sentía una terrible furia recorriendo sus venas.
—También dijiste que era una estúpida, que nunca estarías con ella ni en un millón de años...—
—Sirius— habló James con advertencia, poniendo su mano en el hombro de su amigo. Había visto cómo los ojos de su hermana se cristalizaban y por más que quería fastidiar a Regulus, parecía ser Jane a la que le estaban afectando esas palabras.
Pero Sirius sólo miraba a Regulus con odio puro, quitó la mano de James y dio un paso más cerca de su hermano.
—Según tú— Sirius presionó su dedo índice contra el pecho de su hermano— sólo la soportabas porque compartían pociones.
Se escuchó un fuerte sonido cuando Jane le dio una bofetada a Sirius que lo hizo voltear la cara. Su mejilla se había tornado roja a causa del golpe y cuando reaccionó a lo que había pasado, miró a Jane con sorpresa.
En realidad todos lo hicieron y por un momento contuvieron el aliento. Jane lloraba y miraba con odio a Sirius. Nunca nadie la habían visto enojada.
—Jane...— murmuró Sirius, llevando su propia mano a la zona del impacto, donde aún sentía un hormigueo.
—No quiero que vuelvas a estar cerca de mí nunca más. Te lo advierto Sirius, si te acercas, me hablas o me miras… yo misma me haré cargo de matarte.
Los hombres abrieron la boca con sorpresa. ¿Jane dando amenazas de muerte? Incluso Regulus estaba sorprendido, ver a Jane llorando no le gustó para nada.
Sirius estaba por decir algo, pero James se lo impidió. La chica dio media vuelta pero antes de que diera un paso, el mayor de los hermanos Black la tomó del brazo.
Todo sucedió tan rápido de pronto.
Regulus estaba sobre Sirius golpeándolo con fuerza, James sostenía de los hombros a su hermana para que no se acercara a los hermanos en el suelo, Peter miraba divertido y Remus seguía en un estado de shock y no fue capaz de reaccionar.
Había muchísima sangre por todos lados y cuando Sirius reaccionó también golpeó a su hermano, pero estaba en notable desventaja.
—¡Regulus, detente!— gritó Jane suplicante. Pero él no parecía escuchar nada más que su propio pulso en las orejas.
Más personas se acercaron, era como si hubieran olvidado que estaban en un evento social y recién lo recordaron.
Jane vio a Lucius Malfoy, el chico que había salido del colegio hacía un año. Tomó a Regulus de las axilas y lo separó de Sirius.
Remus reaccionó y se puso frente a Sirius cuando este se puso de pie, con la furia reflejada en sus ojos y dispuesto a seguir peleando.
Malfoy se llevó al menor y Sirius se quedó allí tratando de recuperar el aliento. Jane se soltó del agarre de su hermano y dio media vuelta en busca de Regulus.