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Saboreó el delicioso sabor del whisky y dejo el vaso en la pequeña mesa. Posó mis brazos detrás de mi nuca dejando que mis músculos se relajen de la tensión.
Llevamos al redor de diez horas de vuelo, y es un jodido aburrimiento. El sujetó que tengo enfrenté se quedó dormido gran parte del tiempo y mi secretaría estuvo leyendo un libro. Aunque para mi buena suerte, la azafata me coqueteó provocando que la llevara al baño y me diera una mamada.
Eso fue relajante.
Observo a mi al redor y la mesa es un jodido desgaste, Gregorry tiene órdenes muy claras de parte mía «haz un plan ya». Teclea en su laptop con mala cara mientras que mi asistente está callada con la mirada perdida, no me interesa preguntar que le sucede.
En el contrato para trabajar en la empresa, derechos humanos le hacen la pregunta «¿Puede mudarse de país sin problema?». Desde que Gregorry planteó la idea de ir a vivir a Europa fue algo estupendo.
De tan solo imaginarlo el poder que generaría al comercializar en Roma es genial. Mis millones se multiplicarían.
En estos momentos agradezco ser soltero y no tener que lidiar con dramas al mudarme. Mis padres viven en Los Ángeles y tengo entre dos o tres años, que no lo veo. Aunque siempre están jodiendo con sus videollamadas por Facetime.
Empecé a ser independiente y alejarme de ellos desde que entre a Harvard, a estudiar ciencias políticas y económicas. Nunca fui tan cercano a mi madre, pero si a mi padre, él fue quien me enseñó que todo es posible con determinación, esfuerzo y dedicación.
Esas tres palabras me han llevado hasta donde estoy. A los pocos meses de que terminara mi carrera, entre a la empresa de mi padre. Él al ver que conmigo ahí estaba creciendo, me accedió el control total.
Su retiro tomó a los demás por sorpresa, pero se alegraron de que su legado quedara en mis manos. Me tomo todo un año poder adaptarme a Davilson inc., pero con la ayuda de Gregorry como contador lo pude lograr.
Con el paso de los meses y el ver como ganaba dólares, me volví ambicioso. Pero nunca creí, que esa ambición me llevaría al lado sucio, donde el poder vale más.
A mis veintisiete años tengo la dicha de decir que manejo mi propia empresa y próximamente ser uno de los líderes de la mafia Albanesa, una mafia donde se maneja solamente el narcotráfico, pero conmigo adentro, el lavado de dinero.
La mafia albanesa contrae varios miembros, entre cada uno se hace cargo de un país. La organización llega desde Montenegro a Estados Unidos, hace unos días hablé con el líder y le platiqué sobre mi mudanza a roma, Italia.
Él me ofreció una tentadora propuesta y sin titubeos acepté. El reto es hacer un trato con la mafia italiana, precisamente con la Camorra. Ya que ellos tratan el comercio de armas y empresas de construcción, al ser mi empresa que es la que lava el dinero les tengo un tentador negocio.
Que estoy seguro de que no me negarán
Al momento de que la Camorra acepten mi propuesta, me volveré oficialmente un líder de la mafia albanesa con mucho poder. Es importante ese acuerdo para no tener problemas a futuro con ellos y formar una gran alianza.
— Brian — me llama Greggory — Debemos sacar un nuevo proyecto, la competencia en Roma es fuerte y el estado financiero de la nuestra está por los suelos.
Esa puta empresa. Es todo un dolor de cabeza, me maldigo el día en que por caprichoso la mande a construir.
— Todavía ni llegamos y ya me estás ocasionando una jaqueca. — Greggory me da una mala mirada y lo ignoro.
— Hablaré con el ruso, y le diré que haga un nuevo proyecto. Entraremos al mercado con una excelente tecnología.
La amistad que llevamos es sorprendente. Ambos estudiamos en Harvard, pero él es todo lo opuesto a mí: tranquilo, gracioso y amable. Cuando se enteró de que trabajo para la mafia albanesa, se peleó conmigo
Duro enojado dos meses, hasta que por si solo entro en razón y no se quiso involucrar.
Emilia empieza a retirar los papeles de la mesa y un teléfono empieza a timbrar.
— Señor Brian — me llama — su madre Edén Davis está llamando nuevamente y con esta sería la sexta llamada en lo que llevamos del viaje — me anuncia mi asistente.
Esa señora es incontrolable. Maldita sea, nunca puede dejarme en paz.
— ¿no se supone que está en Luxemburgo? — le pregunto a Greggory y este sin despejar la mirada de la laptop sonríe
— No, hace unos días que está en Roma.
¡Infeliz!
— ¿y lo sabías? — asiente — eres un desgraciado. Sabes perfectamente que no tengo ganas de verla y escuchar sus sermones.
— Pon el celular en modo avión Emilia, no vaya siendo que explote por irresponsables — me ignora el idiota y mi asistente asiente.
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El resto del vuelo pasa normal, la azafata pasaba varias veces y notaba como en cada vuelta subía su falda hasta el punto de ver esas pequeñas bragas de encaje blanco.
Su aura tan inocente y traviesa me hizo que perdería el control y sin importar que mi mejor amigo y asistente estuvieran a escasos metros me la follara escuchando como pedía más.
Ambos quedamos satisfechos y le pedí su nombre para darle un aumento a su salario. Al salir de Greggory fue el primero en quejarse sobre los gemidos de la rubia mientras que Emilia, se puso aún más extraña.
— ¡abrochen sus cinturones caballeros aterrizamos en cinco minutos! — anuncia la azafata sonriéndome.
Le devuelvo la sonrisa y suelto una carcajada al ver la mirada que le lanzó mi asistente al no mencionarla. Después del calmado aterrizaje la puerta es abierta y salgo del avión dejando que los rayos de sol impacten en mi rostro.
Agarro los lentes negros marca Versace de mi camiseta y es donde aprecio el terrible clima y maravilloso paisaje. Lo primero que llama mi atención en la pista es el Bugatti veryron 1200, acompañado con dos camionetas Range rover.
Son alrededor de siete, y se ven que saben defenderse. Uno de ellos con traje negro se acerca
— Buen día, señor mi nombre es José luis y seré el encargado de su seguridad. — lo ignoro y sin decirle ordena por las maletas.
Greggory se pone a mi lado y suspira mirando la pista en medio de la nada.
— Nunca había venido a roma, es maravilloso poder sentir su aire fresco — me dice el ridículo.
El día está soleado y demasiado caluroso, en pocas palabras está terrible. El pantalón de mezclilla junto con la camiseta tipo polo hacen que me desespere.
— ¿por qué tanta seguridad?
— No es para ti. Me queda claro que te puedes defender solito, pero en cambio yo no puedo así que estoy velando por mi seguridad.
Dramático.
— Señor su madre... — de nuevo la voz de mi asistente.
La ignoro para apreciar nuevamente a la belleza que tengo delante de mí. Me quedo sin aliento al ver que hice una excelente compra en este Bugatti, su pintura negra reluce y esos rines color rojo con mis iniciales es lo que más le da su toque.
Un gusto culposo mío, son los autos lujosos. En Seattle tengo alrededor de diez autos cada uno personalizado, pero hace unos días compré este Bugatti y fue el único que mande a traer.
— Dile a Greggory — no escucho su respuesta y me adentro a la hermosa maravilla.
— Pero señor... — la ignoró.
— ¿a dónde vamos señor? — me pregunta el jefe de los escoltas y saco las llaves de mi pantalón.
Sonrió con satisfacción al escuchar como ruge el motor cuando lo enciendo. La piel del auto es de cuero color piel y los dos siguientes con el cabecero tienen también mis iniciales
— A la mansión, Greggory les dará instrucciones.
Él asiente y se aleja.
Sin esperar a que me sigan, arranco pisando el acelerador y la adrenalina recorre mi cuerpo al sentir a esta maravilla.
///♣️///
Después de una hora, llegó a una zona donde la mayoría es bosque. La mansión está ubicada en los lejos de lo urbano, en el transcurso noté que las mansiones están separadas, pero está en especial está más alejada.
El portón negro de hierro se abre dando paso al vehículo, en la caseta de vigilancia se encuentra un guardia, el cual me ve y levanta su mano en señal de bienvenida. Alzo las cejas sorprendido ante la gran mansión que consiguió Greg en tampoco tiempo.
Al entrar lo primero que veo es una fuente en medio y en su lado izquierdo se ve un gran espacio de cochera, pero eso no es lo que llama mi atención.
Una camioneta Range rover, está estacionada delante de la puerta principal. Estacionó el vehículo en el espacio de la cochera, y salgo con porte serio e intimidante
No tengo ni idea de quién mierda sea, los escoltas y Gregg no son, aún no llegan. Al dirigirme hacia esa camioneta, me detengo al ver que una de las puertas traseras se abre
Dejando ver a...
— ¡Hijo! — mi madre baja de la camioneta y su chófer rápidamente se baja a ayudarle.
Tenso mi mandíbula y me dirigí hacia ella quedando en la puerta principal de la mansión. Edén Davis, se ve jodidamente elegante y tengo que reconocer que se sigue viendo joven para su edad, tal parece que los años no le cobran.
— Madre. — digo firme al quedar delante de ella.
Me sorprende que mi padre no la acompañe. Ellos dos suelen ser uña y mugre, pero también están acostumbrados a viajar el uno sin el otro.
— ¿Madre? — espeta con sarcasmo — Eres un cínico. Llevo horas marcándote y no eres capas de responderlas, y para colmo descubro por medio de Greggory que te mudas a Roma.
Olvidaba por completo que Greggory es muy cercano a esta señora. Ese maldito idiota de seguro le dio la dirección y le aviso sobre mi llegada.
Edén Davis. Una mujer empoderada, que nunca busca ser el centro de atención, pero por sus ojos color azul y ese carisma, lo logra quiera o no. Hay que reconocer que es una gran diseñadora y una experta en la manipulación
Nuestra relación madre e hijo, suele ser muy fría y seca. Me molesta que siempre quiera presentarme a sus modelos, hijas de sus amigas o que siempre me llame para insistir en que me casé y forme una familia
— Es un placer verte querida madre. — suelto con sarcasmo molestándola — ¿no estabas de viaje en Luxemburgo?
— Prada se contactó con mi equipo para una colaboración, para tu mala suerte yo también estaré en tiempo indefinido.
Maldita sea. No estoy acostumbrado a pasar tiempo en familia, y por lo que sospecho va a querer quedarse en mi mansión.
— ¿Y ya tienes lugar? — le cuestionó cruzándome de brazos.
Ella ríe.
— ¿Sabes que es lo mejor? — cuestiona con burla — ¡Somos vecinos! Asi que tenía que darte la bienvenida cariño.
No hago ningún gesto dejando que el dolor de cabeza empieza a sentirse.
— Greggory me comentó que tienes problemas con la empresa de aquí ¿todo en orden?.
Ignoro su plática al escuchar el sonido de los motores y el ruido del portón al abrirse. Las camionetas hacen presencia y mi madre da media vuelta para ver.
— ¿Esa mujer es tu novia? — en su tono se escucha la esperanza y quisiera reírme.
Pero me causa náuseas al saber por quién pregunta. En la segunda camioneta viene Emilia con el vídeo bajo dejando ver, su cabello negro azabache que es lo único que reluce.
La detallo unos segundos y fea no es. Si tan solo supiera a relucir esa belleza que tiene por dentro. Lo único que sé dé ella, es que es mexicana.
Siendo sinceros sería vergonzoso que mi «novia» sea Emilia. La asistente torpe como la llamo, pero hace unos días pude detallar ese cuerpo que esconde detrás de esa ropa holgada de abuelita, me la follaría si tan solo dejara ver más ese par de tetas y culo.
— ¿A caso eres el presidente? Es totalmente innecesaria esa seguridad — bufo ante su pésimo sentido del humor
— La contrato Greggory.
La torpe y Greggory bajan de la misma camioneta, y ambos hablan muy animados.
— Pero si es la mismísima, Edén Davis. — Escucho que dice Greggory con felicidad.
— ¡Mira que grande estas! — Le responde mi madre.
De reojo veo que Emilia se hace aún lado y ruedo los ojos ante su estúpida presentación.
— El código — le pido señalando la puerta.
— ¿Y tú quién eres? ¿La novia de mi hijo o su próxima esposa? — le cuestiona mi madre a emilia.