Matthew
Salir de la habitación, incluso sabiendo que se trataba de Nath, fue más difícil de lo que había esperado. Instintivamente quería quedar a su lado para acompañar a mi mate en esa delicada situación. Quiero que sepa que puede contar conmigo para defenderla y consolarla de ser necesario; aunque retomando el hecho de que se trata de Nath, es ridículo.
Sé que él no representa peligro alguno y que probablemente sepa mejor cómo ayudarla con toda esta locura, sin contar que necesitan ese espacio para retomar aquel hermoso vínculo. La verdad, siento celos; pero no de forma posesiva hacia mi alma gemela, sino por la atención de nuestro proclamado hermano mayor. Porque eso es para ambos desde que tengo memoria, y es algo curioso que, a pesar de compartir un hermano jurado, y que nuestros mismos padres también lo sean a causar de la relación alfa—beta, Mel y yo jamás nos vimos de esa forma. Ni como hermanos, ni mejores amigos a pesar de que confiábamos ciegamente la vida en el otro. Creo que la diosa nos dio más indicios de los que fuimos capaces de captar, o quizás estábamos cegados de forma intencional eligiendo responsabilizar a nuestro futuro como líderes en vez de considerar que se trataba de algo mayor. Cualquiera fuera la respuesta, no importa a estas alturas.
Por otro lado, un par de minutos tras salir Max se tranquilizó al sentir a nuestra compañera relajarse. Es un buen indicio y con una preocupación menos mi lobo decidió volver a su habitual personalidad burlesca para recalcar lo cerca que estuvimos de ella hace unos minutos, alegando que "todavía tenemos una oportunidad". Y si de forma natural ambos bajamos la guardia y nos apoyamos en que algo grave que nos afectaba, entiendo que se debió a que se trataba de Nathaniel y que no vale la pena sonreír como un idiota recordando la sensación eléctrica de sus manos tocándome.
—No es real.
Me guste o no tengo que aceptar la realidad. Claro, me acompaño; pero no porque me ame o porque sea su mate. Ella sólo actuaba como una buena ¿beta? ¿amiga? Me frustra no reconocer qué papel interpreta en realidad.
—Deberías prestar atención.
Otra vez Max interrumpió mis crisis existenciales, pero no lo agradezco. Quiero de corazón respetar la privacidad y el espacio del par, aunque no es tan sencillo. Primero, porque por soy un maldito licántropo con una audición que no deja escapar la caída de un alfiler; y segundo, porque Max (que también puede controlar nuestro cuerpo incluso si la forma humana me corresponde) insiste en estar pendiente. Y para cereza del pastel, si ellos de verdad quisieran que yo no escuche su charla, me hubieran mandando lejos en lugar de decirme que me quede aquí, y el aroma de Nath rodeándome a modo de consuelo no ayuda en lo absoluto. Literalmente es una forma pasiva para decirme que me quede y relaje. Cosa que, si bien aprecio, igualmente me genera cierta molestia. Lo dije antes, confío de forma plena en el rubio; pero mi instinto sigue repudiando que otra persona (y peor un macho alfa) marque a mi pareja. Ok, no es mi pareja, pero se entiende el maldito punto.
Ya de por sí traspasé las reglas al marcarla en mi despacho por los celos que el aroma de Harry me producía, pero que ella gustosa acepte andar perfumada por otros me hiere. No lo sé, Max quiere irrumpir en la alcoba y dejar en claro que es mía ante todo el mundo.
—Igual, prefiero a Nath antes que el humano —dijo Max.
—Diosa, espero que ella nos perdone.
Lo admito, terminé cediendo y un poco más pegué la oreja a la puerta a pesar de que no hacía falta. Pero juro que no me interesa usar nada de lo que escuche a mi favor, sino que me preocupa saber cómo fueron estos dos años para ella lejos de la manada, ya que en nuestra "charla" el primero día no nos dio la oportunidad de indagar mucho. En cambio, ahora parece dar una charla magistral a lujo y detalle para el alfa Wigul. Y durante el inicio no me sorprendí porque se trataba de nuestra historia desde su punto de vista, salvo que a medida que esta fue transcurriendo hasta después de nuestro público rechazo, me sentí horrible.
En aquellos días me centré tanto en mi propio sufrir que creo que nunca me puse a pensar en lo que fue para ella tener que no sólo sufrir nuestro rechazo, sino también su vida entera. A mí me costó horrores permitirle irse de la manada, y a ella el doble renunciar a su vida para abrirse camino en un nuevo mundo completamente sola. Mal que bien, mis padres, Ema y la manada fueron mi cable a tierra que me "obligaban" a mantener la cordura y avanzar con valentía, pero... ¿y para Mel?
Sí, sus padres la visitaban; pero esos encuentros eran una vez al mes y con suerte duraban dos días y medio a causa de los deberes del par, y no hay que ser un genio para entender que no bastaba para llenar su corazón. Y de nuevo mis sentimientos ante la existencia de Harry me ponen en un debate entre agradecer su presencia y odiarlo por ocupar un papel tan fundamental. Y a medida que su relato superaba el año lejos de Dalion, la impotencia crecía en mi interior porque llegó el momento de su primer celo. Al ser mitad bestia, los periodos de "calor" ocurren entre una y dos veces al año, y aunque ya no estuviéramos realmente conectados, hay cosas que igual se sienten. Recuerdo con lujo y detalle que ese día sentía mucho calor y una inmensa necesidad por buscar a mi compañera, y sufrí mucho al percatarme de lo que se trataba y odié pensar que ella compartiera ese momento tan íntimo con alguien más. Lo cual es ridículo teniendo en cuenta que un par de meses atrás yo pasé primero por lo mismo y que opté por pedirle ayuda a Ema. No tengo derecho alguno a reclamarle lo que haga o no con su vida sexual tras habernos rechazado, o incluso previo a conocer nuestro vínculo. Porque, bueno; por su aroma antes de abandonar la manada, se notaba que ya no era virgen y obvio que nunca le pregunté con quién andaba mientras todavía éramos compañeros de batalla; pero luego de su primer celo eso me cayó como un balde de agua helada que me taladraba la mente día y noche. Y por su lado, mi amado lobo me provocaba a querer reunir a todos los machos y hembras de la manada (nunca se sabe) y hacer confesar al responsable para torturarlo lentamente. No lo hice, pero lo pensé algunas (muchas) veces.
En fin, me estoy yendo por las nubes por cosas que no me incumben, y lo sé. Pero es natural que quiera saber el tema de su primer celo porque es obvio que Harry no era una opción, ya que no podría soportar estar con un licántropo a menos de que sea su mate y ya estén marcados. Entonces, o fue a pedirle ayuda a algún ex conocido de otra manada, o recurrió a algún lobo salvaje, o lo pasó sola. Y cada una de las opciones era horrible; las primeras por egoísmo y posesividad, y la última porque la primera vez en celo, tras ser un lobo completo, duele y abruma.
—A fin de cuentas, nunca seremos nosotros.
—Lo seríamos si siguiéramos mi plan —Max no perdió tiempo.
—Por décima vez, no voy a matar al humano, es un buen chico —suspiré—. Además ella no nos lo perdonaría.
—Entonces el plan B.
—¿Plan B?
—Es un chico curioso, de seguro estará fascinado de dar unas vueltas por nuestros territorios del oeste.
—No tenemos territorios en el oeste, Max. Sabes muy bien que le pertenecen a los Rogue —reproché.
—Él no sabe eso —se burló.
—Dije que no vamos a matarlo.
—No seríamos nosotros —negué con la cabeza—. Está bien, está bien. Pasemos al plan C.
—Ya no quiero escuchar tus planes. Es más, ¿cuándo hiciste planes?
—Veras que éste si te gusta —me ignoró y rodé los ojos—. No lo mataremos nosotros, sino él mismo.
—No vamos a pedirle a una bruja que controle su mente, Max. Tampoco nada que lo aliente al suicidio.
—Plan H y L, no te me adelantes —carraspeó—. Yo solo digo que es un humano. Eventualmente morirá, y aún tendremos otros mil ochocientos años para estar con Mel.
Debo admitir que esta vez mi lobo tiene un punto bastante lógico, salvo que hay que ver si ella estaría dispuesta a aquello o si pasará el resto de su existencia velando por el rubio.
—¿Entonces? —insistió con un tono bastante cínico.
—Supongo que no estaría mal intentarlo.
Max se removió complacido y empezó a parlotear sobre la infinidad de cosas que ya había empezado a planear para entonces, lo cual es tanto tétrico como adorable. Lo dejé ser sin problemas, hace mucho que su ánimo no subía tanto; pero tuve que cortar el link por el sonido de los pasos acercándose, y caí en cuenta de que me perdí una gran parte de la charla. En fin; retrocedí lo más que pude de la puerta, es vergonzoso que Mel me vea como a un niño espiando y ser descubierto en el acto. Salvo que la pelinegra casi no reparó en mi presencia. Solo me dijo que Nath me esperaba adentro y siguió su camino con un nuevo semblante que irradiaba seguridad y confianza. Quisiera poder apreciarlo un poco más, pero es mi turno de entrar. Así que, igual que antes, respiré hondo y empujé la puerta para entrar (la cual sin ella a mi lado se sentía diez veces más pesada). Adentro, el aroma de Nath se intensificó ante mis sentidos ya que ocupaba toda la habitación rodeándome de forma inmediata. Esto no se le permitiría jamás a un lobo en una manada ajena a la suya, y mucho menos en el territorio de un alfa; pero siendo Nath tan cálido y paternal, no tengo queja alguna. Por el contrario, tomé un par de segundos para cerrar los ojos y bajar mis defensas. Y al abrirlos, él me dedicó una dulce sonrisa invitándome a tomar asiento donde antes Mel estuvo narrando sus travesías. En silencio acaté el pedido y el hecho de que aún quedase algo de mi mate en ese sitio daba una sensación agridulce.
—¿Mejor? —preguntó, y yo asentí cual cachorro siendo consolado.
—Está bien, Nath. Puedes decirlo de una.
Agaché la cabeza, ya conozco el discurso que me toca. Mis padres, el consejo y prácticamente toda la manada se encargaron de dármelo cada día desde que ella cruzó por la muralla alejándose.
—¿Qué quieres que te diga, Matt? Salvo que hiciste lo correcto estos días, y que estoy orgulloso de lo bien que te has comportado.
Alcé la vista con las cejas fruncidas mostrando sorpresa y sintiéndome extraño. ¿Bien? ¿Orgulloso? ¿Qué clase de mala broma está haciendo?
—Mel me contó lo mucho que la has ayudado tanto para iniciar su vida en el mundo humano como en estos días. Y por lo visto la manada está de maravillas.
—Basta —lo frené antes de que siguiera con esa farsa, porque mis ojos ya estaban empezando a picar—. No trates de mentirme Nath, ya no soy un cachorro para que minimices mis errores.
—Jamás digo mentiras, lo sabes —despacio se puso de pie y se sentó a mi lado mientras llevaba su mano libre a mi cabello para acomodarlo—. En serio, lo has hecho increíble.
Me paré de golpe y marqué una distancia de más de un metro sintiendo cómo mis ojos se tornaban un tanto dorados por la conmoción acumulada.
—No, no es cierto —elevé mi tono—. Dime que fui un idiota, dime que he condenado a mi manada, que hice sufrir a mi mate —mi vista se volvía borrosa—. ¿Hacerlo bien? ¿Tú la viste? ¿Acaso no acabas de escuchar todo lo que le hice pasar? —retrocedí a la par que las primeras lágrimas empezaban a bajar— ¿Por qué me dices esas cosas? ¿Por qué me mientes?
—Digo la verdad —su tono, tan seguro, aumentaba mi coraje. Y estaba por empezar a gritar sin importarme el mandar todo al diablo, cuando su aroma volvió a envolverme transmitiendo que me calme—. Y no te trato como un cachorro a pesar de que siempre lo serás para mí, porque reconozco que quién está parado delante de mí es un alfa hecho y derecho que a pesar de estar sufriendo da lo mejor de sí por intentar solucionar las cosas, o por lo menos mantenerlas estables —sin notarlo se acercó despacio hasta abrazarme con delicadeza, pero siendo firme—. Escúchame, Matthew. Lo haces bien, mucho más que bien. Hay miles de lobos que en tu posición ya hubieran dejado que el instinto los domine, mientras que tú insistes en intentar controlarlo para no lastimar a nadie.
Mis músculos flojearon por primera vez en mucho tiempo; me dejé caer, seguro de que Nath actuaría como mi soporte, y cumplió. Hundí mi cabeza en su pecho, refugiándome y tratando de contener entre sollozos mis lágrimas para calmar todas esas emociones y hacer que mis ojos volvieran a su estado normal.
—Tú llevas tanto tiempo esperando a tu mate, y yo...
—No podemos cambiar el pasado, Matt. Y si la diosa no quiso enviarme a mi compañera, por algo será —siguió dándome pequeñas caricias en la espalda—. Eso no importa ahora, pero sí el hecho de que ambos salieran lastimados. No niego que actuaron de forma impulsiva e imprudente como un par de idiotas y que tal vez tomarse una pausa para hablar bien las cosas en lugar de huir pudo haber solucionado toda esta situación —tiene razón—. Pero son mis impulsivos imprudentes a los cuales amo, y siempre estaré aquí para ambos.
Perdí la noción del tiempo a partir de ese punto, pero sé que él pasó toda la noche a mi lado. Y si bien no romantizó la situación victimizando a alguno, ni actuó como "todo está perfecto", tampoco se puso a juzgarnos. Nada de gritos, reproches o reclamos como el resto de la manada. Se tomó el trabajo de consolarme intentando comprender mi situación. Por fin podía desahogarme tras tanto sufrir en silencio, y ni siquiera sabía que era capaz de explotar de esa forma.
—Descansa, cachorro —fue lo último que escuché.
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Con esto terminamos el capítulo 9 y el segundo día.
Nos quedan otros 12 ¿qué piensan?
Gracias por todo, hasta la próxima mis aulladores 🐺
Att: raven moonlight 🌑