YO NUNCA |BL|

Autorstwa CazKorlov

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Un chico que ve espíritus y un fantasma malhumorado deberán trabajar juntos para descubrir al asesino que les... Więcej

|Reparto|
|Nota de autora|
|Epígrafe|
0| Besé al hermano de mí ex
1| Encontré un cadáver en el baño
2| Gusté de los gemelos Florencio
3| Fumé en el colegio
4| Me cagué a trompadas con alguien
5| Malviajé con Enzo Florencio
7| Quemé la comida por un mensaje
8| Volví con mi ex
9| Discutí con un fantasma
10| Lamenté su muerte
11| Allané propiedad privada
12| Creí en los monstruos
13| Besé a un chico en un antro
14| Provoqué a un criminal
15| Rompí una promesa
16| Infringí la ley
17| Resistí la tentación
18| Fui el reemplazo de alguien más
19| Disfruté el carnaval
20| Tuve respeto por los muertos
21| Sentí celos cuando no éramos nada
22| Fui suficiente para vos
23| Acepté la ayuda de un fantasma
24| Gasté mis ahorros en caramelos
25| Mentí por una causa honesta
26| Lo volvería a intentar
27| Creí en los cuentos de mamá
28| Me metí a un frigorífico
29| Le tuve miedo a los fantasmas
30| Salí del clóset de cristal
31| Salvé a un amigo
32| Quise saber la verdad
33| Observé la oscuridad
[Especial] Festejé año nuevo
34| Visité el limbo

6| Me desmayé por ver sangre

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Autorstwa CazKorlov


Mi respiración se mezclaba con el peso de las arcadas, era una mano fantasma trepando por mi estómago y ocupaba todo el espacio de mi garganta, apenas podía respirar. Retrocedí lejos del cadáver, con ligeros temblores en las rodillas, lo único que me mantenía en pie era la visión de la sangre, tan brillante como lo había sido alguna vez el cabello de Ezequiel.

No podía tocarla, ni acercarme a él, por el terror que congelaba mis extremidades. Si alguien me encontraba...

La conciencia sobre lo que veía fue abrumadora.

«¿Cómo mierda le iba a explicar eso a la profesora? Profe, mire me acabo de encontrar un cadáver mutilado en el baño. ¿Puede ir a ver qué onda, o si soy yo el que no puede diferenciar la realidad?»

Era imposible, no se había cometido ningún crimen, estaba flasheando por las drogas que me había metido pensando en Enzo. Imposible, me recordé, a punto de vomitar.

Cerré la puerta con lentitud para suprimir cualquier ruido, y con la vista borrosa por las lágrimas, observé mi ropa vuelta una mierda, también a mis zapatillas llenas de barro, pero sin sangre. Exhalé en mi intento de tranquilizarme, el denso olor metálico mezclado con su perfume caro seguía en el aire. ¿O era el material con el que enceraban el suelo? No importó, porque terminé vomitando bilis en el tacho de basura más cercano.

Por suerte, nadie del piso de abajo me vio caminar por el pasillo, porque estaban todos concentrados en hacer cualquier otra cosa, que nada tenía que ver con mi presencia demacrada. Las porteras apenas habían llegado y tomaban mate en las oficinas, los profesores de a poco se acomodaban a los que iban a ser sus alumnos frecuentes todo el año. Me enderecé y caminé como si nada hacia la puerta principal del edificio, me limpié la boca con la manga de mi campera. Una vez que llegué, visualicé la reja exterior abierta para recibir a los que llegaban tarde, e hice lo que mejor sabía hacer.

Correr.

Un pie atrás del otro, parecía fácil, pero llegué a la entrada en un estado agónico, me iba a desmayar, lo supe por el sudor frío que corría por mi espalda y frente. Algún profesor fumaba contra la pared, justo en el límite donde me había apoyado, miraba su celular, y sin notar mi existencia, me tiró todo el humo en la jeta, pero eso no fue lo que sentí como una patada en los intestinos.

Fue el muchacho que chocó de bruces contra mí, cayó de rodillas entre gemidos de dolor, me hizo ver que tenía el rostro hinchado por los golpes y su camiseta pendía de su cuerpo ensangrentado. Pareció reconocerme, porque extendió un brazo en un pedido desesperado de ayuda, y el mundo entero comenzó a vibrar por los latidos de mi corazón al ver que le faltaban trozos de carne.

Me tropecé hacia atrás cuando él intentó hablar, pero solo logró vomitar sangre sobre mis zapatillas. Llamó la atención del profesor a mi lado, que al verlo juró en nombre de Dios y se me acercó para zamarrear mi cuerpo entre gritos, en ese punto yo no comprendía lo que decía.

Estaba paralizado.

Los ojos inundados en sangre me miraban sin parpadear.

Era Bruno.

|✝|✝|✝|

El desmayarme no había sido suficiente, porque en el interior de mi cerebro quemado comenzaron a desenvolverse miles de escenarios diferentes, cada uno cargado de extremidades arrancadas a la fuerza, y charcos de sangre.

Bruno interrumpía en el baño como si nada pasara, aún teniendo el cadáver de Ezequiel a los pies, me señalaba con sus palabras hirientes y empezaba reírse, hasta que el espejo revelaba su verdadera apariencia. Un muchacho con el rostro desfigurado, y el cuerpo lleno de piezas faltantes.

Ezequiel se levantaba entonces, como si lo hubieran despertado, se acercaba hasta violar mi espacio personal, y cerraba las manos ensangrentadas alrededor de mi garganta. No podía moverme, arañaba sus brazos, intentaba gritar, empujarlo y no había diferencia, era un bloque inflexible, me sentía morir.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Qué ibas a ganar con eso?

El brillo colérico en sus ojos verdes se oscurecía a medida que las preguntas salían de sus labios manchados, el esmeralda se transformaba en alquitrán y el reflejo de lo que veía resaltaba en el espejo, no era yo al que ahorcaba.

Me desperté de golpe porque un ardor fuertísimo me había estallado en la nariz, parpadeé e intenté incorporarme. Al toque me di cuenta que era imposible porque alguien me sostenía contra una camilla, en la sala de enfermería de la escuela.

—No te muevas, estás mareado, es normal —afirmó una voz alegre, las luces me cegaron un instante en el que intenté ver a la dueña de la mano repleta de anillos de oro que me sostenía—. Te hice oler un poco de lavandina para ver si reaccionabas, y mirá, sí funcionó.

El falso tono simpático de esa desconocida no concordaba con el estado deplorable de mi humanidad, tampoco su fuerza excesiva.

Arrugué la nariz, abrí la boca para hablar y ella aprovechó para meterme una pastilla. Me dieron más ganas de vomitar. Logré contenerme, no tenía nada en el estómago, lo próximo iban a ser mis intestinos.

—Tomá esto. —Puso en mi mano una taza con un líquido color caramelo que tenía un olor asqueroso, debió de ver mi cara porque agregó—: Hacelo de un trago, ya estás grande ¿puede ser?

Asentí y lo hice, era demasiado amargo. Intenté enderezarme, seguía mareado, pero no lo suficiente como para ignorar la apariencia de la mujer que me había dado ese raro menjunje. Tenía el cabello negro apenas recogido atrás de la cabeza, y formaba una larga melena lacia, que se extendía más allá de su espalda, su ropa y facciones angulosas colaboraban para formar una apariencia demasiado rara, casi atemporal.

Lo confirmé cuando se sentó sobre la mesa, entre las gasas y utensilios de enfermería, sus ojos grandes me escanearon con un brillo febril, casi entretenida con mi desgracia. No tenía pinta de médico, sino de bruja.

«¿Y si me había envenenado?»

Tosí.

—Agua —rogué—, por favor.

La mujer se movió a través de la habitación con la sutileza de un fantasma, luego se acomodó en el mismo lugar, en lo que yo tragaba como condenado, y sus largas uñas comenzaron a tamborilear sobre la mesa.

—¿Mejor?

—¿Quién sos? —pregunté, brusco.

Ella me sonrió con lástima.

—Mi nombre es Meluen, me encargaron cuidarte, ya ves.

—¿Cuidarme? ¿De qué? ¿Qué le pasó a....? —Me callé de repente, no sabía qué nombre iba a decir primero, y no quería quedar como un loco. Mis zapatillas estaban limpias.

«¿Al menos había sido real?»

Meluen entrecerró los ojos, y sus finos labios intentaron esbozar una mueca que no comprendí, su semblante entretenido había desaparecido.

—Bueno, vamos de a poco que todavía no estás del todo lúcido, querido. —Se bajó de la mesa y se acercó a mí, fue un mal momento para notar que era la mujer más alta que había visto nunca, al punto de que tuvo que inclinarse un poco para hablarme de cerca—. ¿Qué viste?

La visión de sus ojos marrón claro parpadeó bajo sus pestañas, como una bombilla a punto de encenderse. Abrí la boca sin saber bien qué decir, pero de forma repentina, la puerta se abrió con un golpazo, y mi hermana entró dando tumbos, me abrazó tan fuerte que pensé que iba a asfixiarme.

—Dios Dani, cuando me llamaron del colegio pensé que al que habían atacado eras vos.

—¿Qué?

Otra figura entró a la improvisada enfermería. El director se hizo a un lado y cerró la puerta, con la sutileza de alguien que no quiere esparcir los rumores al exterior, la humedad de las paredes desentonaba con su ropa pulcra, demasiado arreglada. Su barba, y cabello rojo hizo que me diera un retorcijón en el estómago. Mi hermana agarró mi mano, y el director nos miró a ambos, como si nos hubiéramos transformado en dos moscas pegadas a su comida.

Lo supe al ver sus fríos ojos de cemento, y la forma en la que reconstruyó su porte listo para humillarme públicamente, gracias a su enorme experiencia con chicos "como yo" soltó su sermón lleno de insultos cifrados con el único objetivo de hacerme sentir miserable, y habló de cómo tenía que estar agradecido porque una institución como esa me diera la posibilidad de estudiar ahí, después dirigió su misoginia a mi hermana dándole consejos de crianza. No se calló ni siquiera para registrar la presencia de la mujer sentada sobre la mesa.

Meluen había estado perdida en algún lugar de su mente, sin esbozar ni siquiera una respiración fuera de lugar, mientras hacía rebotar su pie, cruzada de piernas.

Justo cuando creí que por fin iba a cerrar la boca, mencionó lo que había estado esperando con dolorosa expectación, alcé la mirada, solo para recibir su ligero gesto de desagrado con la nariz.

—Soy plenamente consciente de que su situación es difícil, porque el muchacho nunca tuvo un buen ejemplo a seguir, pero le toca a usted revertirlo, antes de que sea demasiado tarde, y termine con su expulsión de esta institución.

La facilidad con la que ese hombre podía moldear las palabras en pedazos de vidrio incrustándose en mi garganta me doblegó, me obligó a asentir encorvado sobre mi estómago por las ganas de llorar.

—Le agradezco su consideración, él va aceptar el castigo correspondiente —mintió mi hermana, por el tono de su voz, adiviné que ganas de mandarlo a la mierda no le faltaban.

Alcé la mirada con vergüenza y los ojos gélidos del director me escaneaban con el disgusto tensando cada extremo de su mandíbula, sentí un intenso déjà vu, mientras se iba, me corregí a mí mismo.

Era obvio, si ese hombre de dos metros con rostro de piedra y cuerpo de titán era el padre de los gemelos Florencio.

|✝|✝|✝|

Al salir de la escuela caminamos en silencio, hasta que Lorena me codeó a mitad de la calle. Como me dediqué a ignorar su para nada sutil codazo a mis costillas, una cuadra antes llegar a la casa se paró repentinamente.

Su mueca comprensiva se fundió en la furia que sacaba por los ojos marrones enrojecidos, debido a la falta de sueño se le marcaban las ojeras, y con el uniforme de enfermera abajo del abrigo, parecía mucho más grande de lo que en realidad era. Me iba a reclamar, lo veía venir, me achiqué en mi sudadera.

—¿Qué mierda fue lo que te metiste, Danilo Rodríguez?

Su voz más aguda de lo normal fue una punzada directa a mi cerebro, me paré un par de pasos más adelante que ella, y la miré con las manos metidas en los bolsillos.

—Porro, nada más.

—Ajá, y Maradona también se da solo con "porro", pedazo de pendejo.

Arrugué el gesto.

—Uh ¿y qué tiene que ver Maradona con esto? —pregunté, Lorena me miró como si yo fuera imbécil, y en realidad solo fingía serlo, porque ya lo habíamos hablado demasiadas veces—. ¿Hace falta tener esta conversación ahora?

—Trato con personas drogadas todo el tiempo, no creas que no me doy cuenta de que consumiste algo más.

Empezó a caminar otra vez con paso apurado, Lorena tenía mi misma altura, con una contextura más robusta, pero a menudo parecía que de chiquita le habían puesto un par de pilas doble "a" en la nunca. Intenté alcanzarla con torpeza.

—Un par de pastillas capaz, no me acuerdo bien —murmuré bajo, no quería que todos los vecinos chusmas se enteraran.

Le chupó un huevo y medio, porque alzó la voz, quedándose quieta otra vez, me choqué con su espalda y ella aprovechó para agarrarme del brazo con fuerza.

—¿Pastillas? ¿Cuáles? ¿De dónde las sacaron? ¿Con qué las mezclaron? ¿Tenés idea de lo horrible que se podría haber puesto eso? Podría haber terminado en un desastre, Dani.

La cabeza me iba a explotar, y su interrogatorio no hacía nada por amainar el malestar, me tensé al recordar que, usaba el mismo método de cagarme a pedos de mamá, me clavó las uñas en el brazo. Me solté con brusquedad, haciéndome más daño.

—Ni idea.

—¡Danilo!

Apreté la mandíbula, podía sentir a los vecinos asomados atrás de las cortinas de sus casas, los odiaba, ya de por sí éramos el circo.

«¿Por qué parecía que jamás íbamos a dejar de serlo?»

Intentó agarrarme otra vez para darme la vuelta y me solté.

—¡Te dije que no sé, Lorena, metete en tu miserable vida y dejame en paz!

Apuré el paso y al toque me di cuenta de que no tenía idea de donde había dejado las llaves de la casa, las había perdido.

«Me cago en todos los santos que me abandonaron en este mundo de mierda».

Me abracé a mí mismo en lo que esperaba a que ella me abriera, tan solo me dedicó una mirada que me indicó cuánto le había herido mi comentario, traté de no mostrarme arrepentido.

«Justamente para eso lo dijiste, cagón de mierda»

—No vas a salir con tus amigos hasta que me digas que no vas a volver a consumir esa porquería, y no quiero escuchar peros, cuando crezcas lo vas a entender, te estoy cuidando.

Me reí, sin gracia.

«¿Qué amigos?»

Me aparté el pelo de la cara, me enderecé y la enfrenté antes de entrar, solo para mostrarle en una corta mirada, la superioridad que sentía que tenía, incluso le sonreí un poco.

—No te creas tanto, Lorena, no me podés prohibir nada, tengo dieciocho años, y vos apenas estás en casa porque te tienen de esclava en ese hospital.

Pasé con descaro frente a su mandíbula desencajada por la ira, y la escuché golpear la puerta de entrada con fuerza.

—Siguiendo esa línea tan lógica que planteás —bramó, las llaves repiquetearon en la pequeña mesa que teníamos en la cocina, solo para los dos. —¡Entonces también podés ir a la cárcel, pedazo de pelotudo! ¿Desde cuándo la edad es símbolo de tener la madurez necesaria para controlarte en una simple fiesta llena de pendejos hormonados? ¡Porque ni siquiera eso! ¡Mirate al espejo, mirá cómo estás, apenas podés caminar! ¡A este paso vas a terminar igual que mamá!

Me paré en seco, y me volteé, una carcajada histérica me lastimó la garganta.

—¡Y bueno, mejor! ¡Así ya no tendrías que hacerte cargo de mí, tarada!

Antes de que me respondiera corrí hacia mi habitación y la cerré de un portazo, a último momento me acordé de que esa porquería no tenía cerradura, solía bailar con un ruido tenebroso cuando la cerraba, y en ese momento, el karma dijo mi nombre, porque la fuerza que emplee para estrellarla rebotó contra el umbral y me dio de lleno en medio de la cara.

Sentí el dolor insoportable estallar en mi nariz, y me retorcí como una larva sobre la cama, entre puteadas escuché la puerta del baño abrirse y también cerrarse de un golpe parecido al que sentía en todo mi cerebro. Y ni siquiera así, mientras me volvía un pobre insecto tembloroso sobre un rincón de mi cuarto, pude borrar el peso de la frase que me había dicho antes de golpearme. 

|✝|✝|✝|

Flasheando: Se refiere a alguien que está delirando, diciendo algo incoherente, loco, o fuera de lo común.

Me chupa un huevo: No me importa.

(Si hay alguna otra, saben que siempre pueden preguntarme)

|✝|✝|✝|

Buenas noches, aparezco. ¿Cómo están?

Capítulo dedicado a  , muchas gracias por leer y comentar, belleza, lo aprecio muchísimo.

Por otro lado, Yo nunca llegó a 1K, ay, MUCHAS GRACIAS.

Hora de las preguntas:

¿Qué opinan sobre la reacción de Dani al ver lo que había en el baño?

¿Esperaban encontrarse con Bruno así?

¿A quién creen que ahorcaba Ezequiel?

¿Opiniones sobre Meluen mamacita? No lo envenenó, eso es algo.

¿Les agradó el papá de Ezequiel?

¿Aguantan a los vecinos chusmas? O no.

¿Les agradó Lorena (la hermana de Dani)?

Muchas gracias por leer, recordá que si te gustó podés recomendar la historia a tus amiguis Nos leemos.

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