𝕱𝖔𝖗𝖊𝖛𝖊𝖗 𝖆𝖓𝖉 𝖆𝖑𝖜�...

By MaraxGrindelwald

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ғᴏʀᴇᴠᴇʀ ᴀɴᴅ ᴀʟᴡᴀʏs | Blair Maddison Granger, es una chica muy hermosa e inteligente, a quien lastimaron y le... More

‒ ᴘʀᴏʟᴏɢᴏ
[ EL CÁLIZ DE FUEGO ]
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[ LA ORDEN DEL FÉNIX ]
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By MaraxGrindelwald

Molly entró al cuarto de Ginny donde dormían las tres chicas. Las llamó unas tres veces pero ninguna de se había levantado o mostraba indicios de querer hacerlo.

-¡Vamos niñas, se que es temprano pero no llegarán a tiempo! -Habló la Sra. Weasley abriendo la cortina, por la ventana se veía todo oscuro, en serio era temprano.

Blair no había podido dormir bien en la noche, básicamente hace dos años que no lo hacía, pero como pudo se levantó y tomó su ropa para dirigirse al baño para bañarse y demás. El Sr. Weasley les había dicho que tendrían que ir con ropa muggle para poder pasar desapercibidos, así que entre Her y Blair le prestaron ropa a Ginny.

Se había puesto, unos Jeans algo gastados, tenis blanco y una blusa color crema, en su cintura tenía atado un suéter gris por si hacía frío y se hizo una coleta alta con su larga cabellera castaña.

Cuando las tres ya se cambiaron bajaron encontrándose a los chicos todavía dormidos mientras desayunaban.

-¡Buenos días!-saludo la Sra. Weasley al ver bajar a las chicas- Blair, cariño, ¿Te encuentras mejor?-pregunto mirando a la castaña.

-Si, no te preocupes, solo tengo sueño-Respondió Blair sentándose junto a los gemelos.

-¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy?-preguntó George, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.

-Bueno, van a aparecerse, ¿no? -dijo la Sra. Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo-así que pueden dormir un poco más..

-O sea, que siguen en la cama... -dijo Fred de malhumor, acercándose su cuenco de gachas- ¿Y por qué no podemos aparecernos nosotros también?

-Porque no tienen la edad y no han pasado el examen -contestó bruscamente.

-¿Por qué nos hemos levantado tan temprano? -preguntó Ginny bostezando.

-Tenemos por delante un pequeño paseo-explicó el Sr. Weasley.

-¿Paseo? -se extrañó Harry-¿Vamos a ir andando hasta la sede de los Mundiales?

-No, no, eso está muy lejos -repuso el señor Weasley, sonriendo-Sólo hay que caminar un poco. Lo que pasa es que resulta difícil que un gran número de magos se reúnan sin llamar la atención de los muggles. Siempre tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de viajar, y en una ocasión como la de los Mundiales de Quidditch...

-¡George! -exclamó bruscamente la señora Weasley, sobresaltando a todos.

-¿Qué?-preguntó George, en un tono de inocencia que no engañó a nadie.

-¿Qué tienes en el bolsillo?

-¡Nada!

-¡No me mientas!

La señora Weasley apuntó con la varita al bolsillo de George y dijo:

-¡Accio!

Varios objetos pequeños de colores brillantes salieron zumbando del bolsillo de George, que en vano intentó agarrar algunos: se fueron todos volando hasta la mano extendida de la Sra. Weasley.

-¡Les dijimos que los destruyan! -exclamó, furiosa, la señora Weasley, sosteniendo en la mano lo que, sin lugar a dudas, eran más caramelos longuilinguos- ¡Les dijimos que se deshicieran de todos! ¡Vacíen los bolsillos, vamos, los dos!

Fue una escena desagradable. Evidentemente, los gemelos habían tratado de sacar de la casa, ocultos, tantos caramelos como podían, y la señora Weasley tuvo que usar el encantamiento convocador para encontrarlos todos.

-¡Accio! ¡Accio! ¡Accio! -fue diciendo, y los caramelos salieron de los lugares más imprevisibles, incluido el forro de la chaqueta de George y el dobladillo de los vaqueros de Fred.

-¡Hemos pasado seis meses desarrollándolos!-le gritó Fred a su madre, cuando ella los tiró.

-¡Ah, una bonita manera de pasar seis meses! -exclamó ella-¡No me extraña que no tuvieran mejores notas!







(...)





El ambiente estaba tenso cuando se despidieron. La señora Weasley aún tenía el entrecejo fruncido cuando besó en la mejilla a su marido, aunque no tanto como los gemelos, que se pusieron las mochilas a la espalda y salieron sin dirigir ni una palabra a su madre.

-Bueno, pásenlo bien - dijo la señora Weasley- y pórtense como Dios manda-añadió dirigiéndose a los gemelos, pero ellos no se volvieron ni respondieron-Enviar a Bill, Charlie y Percy hacia mediodía -añadió, mientras el señor Weasley, Harry, Ron, Hermione, Ginny y Blair, se marchábamos por el oscuro patio precedidos por Fred y George.

Hacía fresco y todavía brillaba la luna. Sólo un pálido resplandor en el horizonte, a su derecha, indicaba que el amanecer se hallaba próximo.

-Entonces, ¿Cómo vamos a llegar todos sin que lo noten los muggles?-preguntó Harry llegando al lado del Sr. Weasley.

-Ha sido un enorme problema de organización -dijo el señor Weasley con un suspiro- La cuestión es que unos cien mil magos están llegando para presenciar los Mundiales, y naturalmente no tenemos un lugar mágico lo bastante grande para acomodarlos a todos. Hay lugares donde no pueden entrar los muggles, pero imagínate que intentáramos meter a miles de magos en el callejón Diagon o en el andén nueve y tres cuartos... Así que teníamos que encontrar un buen páramo desierto y poner tantas precauciones anti-muggles como fuera posible.

» Todo el Ministerio ha estado trabajando en ello durante meses. En primer lugar, por supuesto, había que escalonar las llegadas. La gente con entradas más baratas ha tenido que llegar dos semanas antes. Un número limitado utiliza transportes muggles, pero no podemos abarrotar sus autobuses y trenes. Ten en cuenta que los magos vienen de todas partes del mundo. Algunos se aparecen, claro, pero ha habido que encontrar puntos seguros para su aparición, bien alejados de los muggles. Creo que están utilizando como punto de aparición un bosque cercano. Para los que no quieren aparecerse, o no tienen el carné, utilizamos trasladores. Son objetos que sirven para transportar a los magos de un lugar a otro a una hora prevista de antemano. Si es necesario, se puede transportar a la vez un grupo numeroso de personas. Han dispuesto doscientos puntos trasladores en lugares estratégicos a lo largo de Gran Bretaña, y el más próximo lo tenemos en la cima de la colina de Stoatshead. Es allí adonde nos dirigimos.

El señor Weasley señaló delante de ellos, pasado el pueblo de Ottery St. Catchpole, donde se alzaba una enorme montaña negra.

-¿Qué tipo de objetos son los trasladores?- preguntó Blair con curiosidad.

-Bueno, pueden ser cualquier cosa-respondió el señor Weasley- Cosas que no llamen la atención, desde luego, para que los muggles no las tomen y jueguen con ellas... Cosas que a ellos les parecerán simplemente basura.

Caminaron con dificultad por el oscuro, frío y húmedo sendero hacia el pueblo. Sólo sus pasos rompían el silencio; el cielo se iluminaba muy despacio, pasando del negro impenetrable al azul intenso, mientras se acercaban al pueblo.

Cuando emprendieron la subida de la colina de Stoatshead ya no les quedaban fuerzas para hablar, y a menudo tropezaban en las escondidas madrigueras de conejos o resbalaban en las matas de hierba espesa y oscura.

A Blair le costaba respirar, y sus piernas empezaban a fallarle.

-¡Uf! -jadeó el señor Weasley, quitándose las gafas y limpiándoselas en el jersey- Bien, hemos llegado con tiempo. Tenemos diez minutos...

Hermione llegó en último lugar a la cresta de la colina, con la mano puesta en un costado para calmarse el dolor que le causaba el flato.

-Ahora sólo falta el traslador-dijo el señor Weasley volviendo a ponerse las gafas y buscando a su alrededor- No será grande...Vamos...

Se separaron para buscar. Sólo llevaban un par de minutos cuando un grito rasgó el aire.

-¡Aquí, Arthur! Aquí, hijo, ya lo tenemos.- al otro lado de la cima de la colina, se recortaban contra el cielo estrellado dos siluetas altas.

-¡Amos!-dijo sonriendo el señor Weasley mientras se dirigía a zancadas hacia el hombre que había gritado. Al reconocer la voz Blair se enderezo, ya que estaba apoyada sobre George, le dolía todo el cuerpo pero olvidándose de eso comenzó a subir la colina detrás del Sr. Weasley.

El señor Weasley le dio la mano a un mago de rostro rubicundo y barba escasa de color castaño, que sostenía una bota vieja y enmohecida. Al llegar a la cima de la colina Blair salto a los brazos de unos de los hombres que se encontraban ahí.

-Yo también te extrañe enana-dijo abrazándola éste, casi caen al suelo en el momento que salto sobre el.

-Hola Sr. Diggory-cuando se separaron Blair volteo y vio al segundo hombre a su lado.

-Hola Blair, ¿Cómo estás?-Pregunto mientras la abrazaba.

- Muy bien -en ese momento todos se acercaron a ellos.

-Éste es Amos Diggory-anunció el señor Weasley-Trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocen a su hijo Cedric.

Cedric Diggory, era un chico muy guapo de unos diecisiete años, era capitán y buscador del equipo de Quidditch de la casa Hufflepuff, y es el mejor amigo de Blair, junto con los gemelos desde que llegó a Hogwarts.

-¡Hola! -saludó Cedric, mirándolos a todos.

Todos le devolvieron el saludo, salvo Fred y George, que se limitaron a hacer un gesto de cabeza. Aún no habían perdonado a Cedric que venciera al equipo de Gryffindor en el partido de Quidditch del año anterior.

-¿Ha sido muy larga la caminata, Arthur?-preguntó el padre de Cedric.

-No demasiado-respondió el señor Weasley-. Vivimos justo al otro lado de ese pueblo ¿Y ustedes?

-Hemos tenido que levantarnos a las dos, ¿Verdad, Ced? ¡Qué felicidad cuando tenga por fin el carné de aparición! Pero, bueno, no nos podemos quejar. No nos perderíamos los Mundiales de Quidditch ni por un saco de galeones... que es lo que nos han costado las entradas, más o menos. Aunque, en fin, no me ha salido tan caro como a otros...

Amos Diggory echó una mirada bonachona a los hijos del señor Weasley, a Harry, Blair y a Hermione.

-¿Son todos tuyos, Arthur?

-No, sólo los pelirrojos-aclaró el señor Weasley, señalando a sus hijos- Ésta es Hermione, amiga de Ron, a Blair ya la conoces... y éste es Harry, otro amigo...

-¡Por las barbas de Merlín!- exclamó Amos Diggory abriendo los ojos- ¿Harry? ¿Harry Potter?

-Ehhh... sí -contestó Harry.

-Ced me ha hablado de ti, por supuesto-dijo Amos Diggory-Nos ha contado lo del partido contra tu equipo, el año pasado... Se lo dije, le dije: esto se lo contarás a tus nietos... Les contarás... ¡que venciste a Harry Potter!

Harry solo permaneció en silencio. Fred y George volvieron a fruncir el entrecejo y Cedric parecía incómodo.

-Harry se cayó de la escoba, papá -mascullo-Ya te dije que fue un accidente...

-Sí, pero tú no te caíste, ¿a que no?-dijo Amos de manera cordial, dando a su hijo una palmada en la espalda-Siempre modesto, mi Ced, tan caballero como de costumbre... Pero ganó el mejor, y estoy seguro de que Harry diría lo mismo, ¿a que sí? Uno se cae de la escoba, el otro aguanta en ella... ¡No hay que ser un genio para saber quién es el mejor!

-Ya debe de ser casi la hora -se apresuró a decir el señor Weasley, volviendo a sacar el reloj- ¿Sabes si esperamos a alguien más, Amos?

-No. Los Lovegood ya llevan allí una semana, y los Fawcett no consiguieron entradas -repuso el señor Diggory- No hay ninguno más de los nuestros en esta zona, ¿o sí?

-No que yo sepa -dijo el señor Weasley- Queda un minuto. Será mejor que nos preparemos.

El Sr. Weasley volteo a ver a las hermana Granger y a Harry.

-No tienen más que tocar el traslador. Nada más: con poner un dedo será suficiente.

Con cierta dificultad, debido a las voluminosas mochilas que llevaban, los diez se reunieron en torno a la bota vieja que agarraba Amos Diggory. Todos permanecieron de pie, en un apretado círculo, mientras una brisa fría barría la cima de la colina. Nadie habló.

-Tres... -masculló el señor Weasley, mirando al reloj-dos... uno...

Ocurrió inmediatamente: Blair sintió como si un gancho, justo debajo del ombligo, tirara de ella hacia delante con una fuerza irresistible. Sus pies se habían despegado de la tierra; a Hermione y a Ginny, cada una a un lado, porque sus hombros golpeaban contra los suyos. Iban todos a enorme velocidad en medio de un remolino de colores y de una ráfaga de viento que aullaba en sus oídos. Tenía su dedo índice pegado a la bota, como por atracción magnética. Y entonces...
Toco tierra con los pies. Her se tambaleó contra ella haciendo que caiga al suelo. El traslador golpeó con un ruido sordo en el suelo, cerca de la cabeza de Harry quién se encontraba también en el suelo.

Cedric y el Sr. Weasley y Diggory permanecían de pie aunque el viento los zarandeaba. Todos los demás se habíamos caído al suelo. George le extendió la mano ayudando a Blair a levantarse del suelo.

-Desde la colina de Stoatshead a las cinco y siete-anunció una voz y Cedric con su padre se separaron para dirigirse a su carpa, no sin antes el cobrizo despedirse de su mejor amiga.









(...)





Caminaron con dificultad ascendiendo por la ladera cubierta de neblina, entre largas filas de tiendas. La mayoría parecían casi normales. Era evidente que sus dueños habían intentado darles un aspecto lo más muggle posible, aunque habían cometido errores al añadir chimeneas, timbres para llamar a la puerta o veletas. En medio del prado se levantaba una extravagante tienda en seda a rayas que parecía un palacio en miniatura, con varios pavos reales atados a la entrada. Un poco más allá pasaron junto a una tienda que tenía tres pisos y varias torretas. Y, casi a continuación, había otra con jardín adosado, un jardín con pila para los pájaros, reloj de sol y una fuente.

-Siempre es igual -comentó el señor Weasley, sonriendo-No podemos resistirnos a la ostentación cada vez que nos juntamos. Ah, ya estamos. Miren, éste es nuestro sitio.

Habían llegado al borde mismo del bosque, en el límite del prado, donde había un espacio vacío con un pequeño letrero clavado en la tierra que decía «Weezly».

-¡No podíamos tener mejor sitio!-exclamó muy contento el señor Weasley-El estadio está justo al otro lado de ese bosque. Más cerca no podíamos estar-Se desprendió la mochila de los hombros-Bien -continuó con entusiasmo-siendo tantos en tierra de muggles, la magia está absolutamente prohibida. ¡Vamos a montar estas tiendas manualmente! No debe de ser demasiado difícil: los muggles lo hacen así siempre... Bueno, Harry, ¿por dónde crees que deberíamos empezar?.

Harry no había acampado en su vida: los Dursley no lo habían llevado nunca con ellos de vacaciones, preferían dejarlo con la señora Figg, una vecina anciana. Sin embargo, entre él y las hermanas Granger, fueron averiguando la colocación de la mayoría de los hierros y de las piquetas, y, aunque el señor Weasley era más un estorbo que una ayuda, porque la emoción lo sobrepasaba cuando trataba de utilizar la maza, lograron finalmente levantar un par de tiendas raídas de dos plazas cada una.

Se alejaron un poco para contemplar el producto de su trabajo. Nadie que viera las tiendas adivinaría que pertenecían a unos magos, pensó Harry, pero el problema era que cuando llegaran Bill, Charlie y Percy serían once. También Hermione y Blair parecían haberse dado cuenta del problema: las chicas dirigieron a Harry una risita cuando el señor Weasley se puso a cuatro patas y entró en la primera de las tiendas.

-Estaremos un poco apretados -dijo-pero cabremos. Entren a echar un vistazo.

Blair se inclinó, se metió por la abertura de la tienda y se quedó con la boca abierta. Acababa de entrar en lo que parecía un anticuado apartamento de tres habitaciones, con baño y cocina.

-Bueno, es para poco tiempo-explicó el señor Weasley, pasándose un pañuelo por la calva y observando las cuatro literas del dormitorio-Me las ha prestado Perkins, un compañero de la oficina. Ya no hace camping porque tiene lumbago, el pobre.

Tomo la tetera polvorienta y la observó por dentro.

-Necesitaremos agua...

-En el plano que nos ha dado el muggle hay señalada una fuente -dijo Ron, que había entrado en la tienda detrás de Harry y no parecía nada asombrado por sus dimensiones internas-Está al otro lado del prado.

-Bien, ¿por qué no van por agua Harry, Hermione y tú?-El señor Weasley les entregó la tetera y un par de cazuelas-Mientras, los demás buscaremos leña para hacer fuego.

-Pero tenemos un horno-repuso Ron-¿Por qué no podemos simplemente...?

-¡La seguridad anti-muggles, Ron! -le recordó el señor Weasley, impaciente ante la perspectiva que tenían por delante- Cuando los muggles de verdad acampan, hacen fuego fuera de la tienda. ¡Lo he visto!

Después de una breve visita a la tienda de las chicas, que era un poco más pequeña que la de los chicos pero sin olor a gato, Harry, Ron y Hermione cruzaron el campamento con la tetera y las cazuelas.

Blair entro a la tienda de las chicas y se recostó en una de las camas, estaba un poco cansada y quería dormir un rato, así que si es lo que hizo, cayendo en los brazos de Morfeo.









(...)






-¡Aléjate!.. ¡Por favor!.. ¡Por favor!-llorando y gritando.

-¡Cállate!-su mano impacta contra su mejilla obligándola a callarse.

-¡Blair!.. ¡Blair!- la castaña abrió los ojos y se encontró con Bill a su lado. El pelirrojo se sentó a los pies de la cama y la miro preocupado - Hey tranquila, fue un sueño.. - la abrazo notando como le costaba respirar.

-¡Blair, me ayud... ¿Qué le pasó?- Ginny se acercó preocupada a su amiga, quien seguía llorando en los brazos del pelirrojo.

-Estaba dormida y gritaba.-respondió Bill mirando a su hermana.

-Bill déjanos solas- el pelirrojo la miro sin comprender -¡Bill rápido!... Y cuando veas a Hermione dile que venga.

Bill se levantó y miró una vez más a ambas antes de salir, Ginny la abraza y antes de salir de la tienda escucho como su hermana decía:

-¿Otra vez?.... Tranquila, ya viene Her.

Bill salió de la carpa y busco a su padre, esté se encontraba junto a Percy y Charlie que acaban de llegar.

- Papá, ¿Viste a Hermione?-preguntó Bill acercándose a los tres hombres junto a la fogata apagada.

-No, pero ya deben de llegar... Oh, ahí están-Hermione venía llegando junto a Harry y Ron, quienes traían gorros y demás cosas que compraron para alentar a Irlanda.

-¡Hermione! - Bill llamó a la castaña que se acercó junto a sus amigos- Tu hermana, está llorando...-En ese momento Hermione entró rápido a la tienda dejando a los chicos con Bill.

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