𝕱𝖔𝖗𝖊𝖛𝖊𝖗 𝖆𝖓𝖉 𝖆𝖑𝖜�...

By MaraxGrindelwald

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ғᴏʀᴇᴠᴇʀ ᴀɴᴅ ᴀʟᴡᴀʏs | Blair Maddison Granger, es una chica muy hermosa e inteligente, a quien lastimaron y le... More

‒ ᴘʀᴏʟᴏɢᴏ
[ EL CÁLIZ DE FUEGO ]
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[ LA ORDEN DEL FÉNIX ]
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By MaraxGrindelwald

– ¡Chicas!, ¿Cómo están?– la Sra. Weasley salio de su casa con una gran sonrisa en su rostro. Recibió con un abrazo a las hermanas Granger y luego se acercó a su esposo para darle un beso.

– Muy bien, gracias por invitarnos al mundial– dijo Blair tomando su baúl.

– Es un gusto tenerlas aquí, chicas. ¿Cómo están sus padres?

– Bien, les mandan saludos.– comentó Hermione, imitando la acción de su hermana.

– Déjenme les ayudo, niñas.– el Sr. Weasley movió su varita y ambos equipajes comenzaron a flotar mientras entraban a la casa detrás de él.

– Genial.– ambas castañas rieron.

Un grito capto la atención de las tres mujeres que seguían de pie fuera de la casa. Por una ventana se asomaron tres cabezas pelirrojas.

– ¡Chicas/Blair!– gritaron a la par los gemelos y Ginny, entraron todos a la casa y escucharon como los chicos venían bajando las escaleras a toda prisa.

– ¡Blair!– Los gemelos se abalanzaron sobre su mejor amiga para abrazarla mientras Ginny saludaba a Hermione.

– ¡Ya chicos!, No la dejan respirar– habló Ginny divertida y los gemelos la soltaron.

– También los extrañe chicos– dijo está para después saludar a Ginny con un abrazo.

– Chicas, van a dormir en el cuarto de Ginny– habló Molly y miro a los gemelos– Ayuden a las chicas a subir sus baúles.

El trío subió las escaleras con los gemelos quejándose mientras llevaban los baúles.

– Oye Maddie, dime, ¿Llevas un muerto o algo parecido?– preguntó Fred y la castaña rio.

– En realidad dos.– respondió viendo como su amigo intentaba subir solo el baúl.

– Amo tu cuarto–  Hermione miro a Ginny y dijo su vista nuevamente en su habitación, la pelirroja sonrió con sus enrojecidas.

– Gracias– respondió. Se sentó en su cama e hizo señas para que las chicas ocupen las camas pre armadas a un lado. – Ya se pueden ir.– Ginny se dirigió a sus hermanos, quienes intentaban controlar su respiración.

– ¿Qué?– dijeron al unísono.

– Después del esfuerzo que hicimos, ¿Nos echan?– Fred comentó indignado.– Vámonos hermano, no nos quieren.

– No esperaba esa traición de ti, Maddie.– George "ofendido" miro a su amiga que reía mientras se despedía con la mano.

– Bien ya no están, ¿Qué pasa?– preguntó Hermione mirando a la pelirroja, después de escuchar a los pelirrojos bajar las escaleras.

– Tengo dos cosas que decir– Blair hizo señas para que continúe – La primera es que hoy viene Harry.. – antes de que pueda seguir Blair la Interrumpió.

– ¡¿Viene hoy?! – Ginny asistió– ¿A que hora?

– Los gemelos, Ron y mi papá van a ir a buscarlo ahora.

– Yo estaba muy preocupada, no me respondió mis ultimas dos cartas– habló Hermione, mirando a ambas chicas, en ese momento un ruido se escucho del otro lado de la puerta.

– Ginny hay alguien detrás de la puerta– susurro la castaña mayor y Ginny se levantó para abrir lentamente la puerta, haciendo que caigan dos pelirrojos al suelo.

– ¡Estaban espiando!– preguntó Ginny, aunque fue más una afirmación.

– Íbamos a tocar, pero te nos adelantaste Ginny– el primer pelirrojo se levantó sacudiendo su ropa y se acercó a las dos castañas– Hola, soy Charlie Weasley– se presentó para estrechar su mano y ambas correspondieron.

Charlie era bajo y robusto, y tenía los brazos musculosos. Estaba tan lleno de pecas que parecía bronceado. Ambas chicas sonrieron.

– Soy Hermione Granger y ella mi hermana, Blair– detrás de Charlie, el segundo pelirrojo ya se había levantado y estaba hablando con su hermana menor.

– ¡Qué sea la última vez William!– habló la pelirroja, apuntando con el dedo índice a su hermano mayor.

– Esta bien, perdón– el pelirrojo se volteo y vio a ambas chicas y a su hermano, que lo miraban divertidos al ver como Ginny lo reprendía.

– ¡No te rías Charlie, también va para ti!– volvió a hablar la pelirroja.

– ¿Y yo que hice?– las castañas soltaron una pequeña risa y los tres voltearon a verlas.

– ¡Oh!, ellas son Hermione y Blair Granger– habló la pelirroja presentado a sus amigas– Chicas el es mi hermano mayor Bill.

– Un placer– dijo Blair estrechando la mano del pelirrojo y al mismo tiempo ambos sintieron una corriente que les recorría todo el cuerpo.

– ¡Bill, Charlie!– grito su madre desde abajo, haciendo que ambos se separen, los pelirrojo salieron de la habitación dejándolas solas nuevamente.

– ¿Qué fue eso?– preguntó Ginny luego de que sus hermanos salieran de su cuarto.

– ¿Qué fue, que?– preguntó Blair confundida. Hermione y Ginny se miraron y sonrieron– ¿Qué les pasa?.

– No te hagas la tonta, sabes de que habló– volvió a hablar Ginny.

– No, no lo sé, pero vamos que debe de estar por venir Harry.

– Si cambia de tema– Her y Ginny se reían mientras bajaban las escaleras detrás de Blair.

Mientras bajaban, el trío logro escuchar algunos gritos de la Sra. Weasley y se dirigieron a la cocina, donde estaban todos los Weasley, junto a Harry.

– ¿Qué tienes que decirme, Arthur?– repitió la Sra. Weasley en un tono de voz que daba miedo.

– Nada, Molly – farfulló el señor Weasley– Fred y George sólo... He tenido unas palabras con ellos...

– ¿Qué han hecho esta vez?– preguntó la señora Weasley– Si tiene que ver con los « Sortilegios Weasley »...

– ¿Por qué no le enseñas a Harry dónde va a dormir, Ron? – propuso Hermione desde la puerta.

– Ya lo sabe – respondió Ron– En mi habitación. Durmió allí la última.

– Podemos ir todos – dijo Hermione, con una significativa mirada.

– ¡Ah! – exclamó Ron, cayendo en la cuenta– De acuerdo.

– Sí, nosotros también vamos – dijo George.

– ¡Ustedes se quedan donde están!– gruñó la señora Weasley.

Harry y Ron salieron despacio de la cocina, acompañados por Hermione y Ginny, Blair decidió quedarse para que no maten a sus amigos. Entre ella, Arthur y Bill lograron calmar a Molly, mientras Charlie reía apoyado en el marco de la puerta. 

La Sra. Weasley comenzó a preparar la cena y los demás bajaron nuevamente.

– Vamos a comer en el jardín – les aviso la Sra. Weasley en cuanto entraron– Aquí no cabemos doce personas. ¿Podrían sacar los platos, chicas? Bill y Charlie están colocando las mesas. Ustedes dos, lleven los cubiertos – les dijo a Ron y a Harry. Con más fuerza de la debida, apuntó con la varita a un montón de patatas que había en el fregadero, y éstas salieron de sus mondas tan velozmente que fueron a dar en las paredes y el techo– ¡Dios mío! – exclamó, apuntando con la varita al recogedor, que saltó de su lugar y empezó a moverse por el suelo recogiendo las patatas– ¡Esos dos!– estalló de pronto, mientras sacaba cazuelas del armario. Era obvio que la Sra. Weasley hablaba de Fred y George– No sé qué va a ser de ellos, de verdad que no lo sé. No tienen ninguna ambición, a menos que se considere ambición dar tantos problemas como pueden.

Depositó ruidosamente en la mesa de la cocina una cazuela grande de cobre y comenzó a dar vueltas a la varita dentro de la cazuela. De la punta salía una salsa cremosa conforme iba removiendo.

– No es que no tengan cerebro – prosiguió irritada, mientras llevaba la cazuela a la cocina y encendía el fuego con otro toque de la varita– pero lo desperdician, y si no cambian pronto, se van a ver metidos en problemas de verdad. He recibido más lechuzas de Hogwarts por causa de ellos que de todos los demás juntos. Si continúan así terminarán en el Departamento Contra el Uso Indebido de la Magia.

La señora Weasley tocó con la varita el cajón de los cubiertos, que se abrió de golpe. Harry y Ron se quitaron de en medio de un salto cuando algunos de los cuchillos salieron del cajón, atravesaron volando la cocina y se pusieron a cortar las patatas que el recogedor acababa de devolver al fregadero.

– No sé en qué nos equivocamos con ellos – dijo la señora Weasley posando la varita y sacando más cazuelas– Llevamos años así, una cosa detrás de otra, y no hay manera de que entiendan... ¡OH, NO, OTRA VEZ!

Al tomar la varita de la mesa, ésta lanzó un fuerte chillido y se convirtió en un ratón de goma gigante.

– ¡Otra de sus varitas falsas!– gritó– ¿Cuántas veces les he dicho a esos dos que no las dejen por ahí?– Tomó su varita auténtica, y al darse la vuelta descubrió que la salsa humeaba en el fuego.

– Vamos – le dijo Ron a Harry apresuradamente, agarrando un puñado de cubiertos del cajón– Vamos a echarles una mano a Bill y a Charlie.–  dejaron sola a la señora Weasley y salieron al patio por la puerta de atrás.

Apenas habían dado unos pasos cuando Crookshanks, el gato color canela y patizambo de Hermione y Oreo el gato negro de Blair, salieron del jardín a toda velocidad, persiguiendo lo que parecía una patata con piernas llenas de barro. Aquello era un gnomo. Con su palmo de altura, golpeaba en el suelo con los pies como los palillos en un tambor mientras corría a través del patio, y se zambulló de cabeza en una de las botas de goma que había junto a la puerta. Los chicos escucharon al gnomo riéndose a mandíbula batiente mientras Crookshanks metía la pata en la bota intentando atraparlo. Al mismo tiempo, desde el otro lado de la casa llegó un ruido como de choque. 

Comprendieron qué era lo que había causado el ruido cuando entraron en el jardín y vieron que Bill y Charlie blandían las varitas haciendo que dos mesas viejas y destartaladas volaran a gran altura por encima del césped, chocando una contra otra e intentando hacerse retroceder mutuamente. Fred y George gritaban entusiasmados, Ginny junto a Blair se reían y Hermione rondaba por el seto, aparentemente dividida entre la diversión y la preocupación.

La mesa de Bill se estrelló contra la de Charlie con un enorme estruendo y le rompió una de las patas. Se oyó entonces un traqueteo, y, al mirar todos hacia arriba, vieron a Percy asomando la cabeza por la ventana del segundo piso.

– ¿Quieren hacer menos ruido? –gritó.

– Lo siento, Percy – se disculpó Bill con una risita– ¿Cómo van los culos de los calderos?

– Muy mal – respondió Percy malhumorado, y volvió a cerrar la ventana dando un golpe. Riéndose por lo bajo, Bill y Charlie posaron las mesas en el césped, una pegada a la otra, y luego, con un toquecito de la varita mágica, Bill volvió a pegar la pata rota e hizo aparecer por arte de magia unos manteles.





(...)





A las siete de la tarde, las dos mesas crujían bajo el peso de un sinfín de platos que contenían la excelente comida de la señora Weasley, y los nueve Weasley, ambas Granger's y Harry, tomaban asiento para cenar bajo el cielo claro, de un azul intenso.

Al otro extremo de la mesa, Percy ponía a su padre al corriente de todo lo relativo a su informe sobre el grosor de los calderos.

En el medio de la mesa, la señora Weasley discutía con Bill a propósito de su pendiente, que parecía ser una adquisición reciente.

– ... Con ese colmillazo horroroso ahí colgando... Pero ¿Qué dicen en el banco?

– Mamá, en el banco a nadie le importa un comino lo que me ponga mientras ganen dinero conmigo – explicó Bill con paciencia.

– Y tu pelo da risa, cielo– dijo la señora Weasley, acariciando su varita – Si me dejaras darle un corte...

– A mí me gusta – declaró Ginny, que estaba sentada al lado de Bill– Tú estás muy anticuada, mamá. Además, no tienes más que mirar el pelo del profesor Dumbledore.

– Ustedes que dicen chicas.. Necesita un corte o ¿no?– La Sra. Weasley miró a las hermanas Granger quienes escuchaban la conversación entre la matriarca Weasley y su hijo.

– Yo digo.. Que es su decisión– habló Hermione restándole importancia.

– ¿Y tu Blair, qué dices? – el pelirrojo miraba atento a la castaña y esta dejo el zumo de calabaza para mirar por unos segundos a Bill.

– Se ve bien, lo hace ver rudo.– respondió sacándole una sonrisa Bill, Molly al ver las miradas entre ellos decidió dejar el tema allí y unirse a la conversación de Arthur y Percy.

Fred, George, Charlie, Ron y Harry hablaban animadamente sobre los Mundiales.

– Va a ganar Irlanda – pronosticó Charlie con la boca llena de patata– En las semifinales le dieron una paliza a Perú.

– Ya, pero Bulgaria tiene a Viktor Krum – repuso Fred.

– Krum es un buen jugador, pero Irlanda tiene siete estupendos jugadores – sentenció Charlie– Ojalá Inglaterra hubiera pasado a la final. Fue vergonzoso, eso es lo que fue.

– ¿Qué ocurrió? – preguntó interesado Harry, lamentando más que nunca su aislamiento del mundo mágico mientras estaba en Privet Drive.

Harry era un apasionado del Quidditch. Jugaba de buscador en el equipo de Gryffindor desde el primer curso, y tenía una Saeta de Fuego, una de las mejores escobas de carreras del mundo.

– Fue derrotada por Transilvania, por trescientos noventa a diez – repuso Charlie con tristeza– Una actuación terrorífica. Y Gales perdió frente a Uganda, y Escocia fue vapuleada por Luxemburgo.

Antes de que tomaran el postre, helado casero de fresas, el señor Weasley hizo aparecer mediante un conjuro unas velas para alumbrar el jardín, que se estaba quedando a oscuras, y para cuando terminaron, las polillas revoloteaban sobre la mesa y el aire templado olía a césped y a madreselva.

Miren qué hora es – dijo de pronto la señora Weasley, consultando su reloj de pulsera – Ya tendrían que estar todos en la cama, porque mañana se tendrán que levantar con el alba para llegar a la Copa. Harry, si me dejas la lista de la escuela, te puedo comprar las cosas mañana en el callejón Diagon. Voy a comprar las de todos los demás porque a lo mejor no queda tiempo después de la Copa. La última vez el partido duró cinco días.

– ¡Espero que esta vez sea igual! – dijo Harry entusiasmado.

– Bueno, pues yo no – replicó Percy en tono moralista– Me horroriza pensar cómo estaría mi bandeja de asuntos pendientes si faltara cinco días del trabajo.

– Desde luego, alguien podría volver a ponerte una caca de dragón, ¿eh, Percy? – dijo Fred.

– ¡Era una muestra de fertilizante proveniente de Noruega! – respondió Percy, poniéndose muy colorado– ¡No era nada personal!

– Sí que lo era – le susurró Fred a Blair, cuando se levantaban de la mesa– Se la enviamos nosotros.

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