Melany
Abrimos la puerta determinados a enfrentar la realidad, aunque quizás nuestra triunfal entrada fue un tanto exagerada. Y digo esto porque al observar a nuestro invitado, este solo permaneció inmóvil como una estatua. ¿Cómo se supone que proceda? El rubio fue como un hermano mayor para mí, y aun así no lo contacté desde que abandoné la manada. Nathaniel Wigul, un alfa glorioso, pero que aún no había encontrado a su mate. ¿Nos odiaría cuando supiera la verdad?
Antes de irme siempre me contaba lo ansioso que estaba por encontrar a su pareja destinada, a la cual llevaba más de trescientos años esperando. Y en cambio nosotros descubrimos nuestro vínculo casi apenas después de transformarnos y no se lo dijimos. Podría excusarme diciendo que lo ocultamos del mundo entero por la protección de la manada, salvo que los tres sabemos que eso no aplicaba con Nath ya que él nos cuidó desde cachorros, alentándonos ante los desafíos y consolándonos frente a las derrotas. En cualquier momento, ya fuera por una tontería o cosa seria, el rubio se ganó ser considerado un fiel confidente. ¿Y cómo le pagué? Con mentiras y alejándome sin ninguna explicación tratando de huir de esta vida.
Pero ahora estamos todos aquí, y ya sea como gobernante, amigo u aliado, temo verle a los ojos y encontrar la decepción que sé que merezco. Así que agaché la cabeza dispuesta a por fin hacerme cargo de mis inmaduras acciones pasadas. Sentí que caminaba directo a mí y apreté los puños un tanto nerviosa.
—Melany Olsa.
Su voz era firme, pero cálida y suave; justo como en mis memorias. Y el ahora traidor de mi ex mate dio un paso al costado, dejándome a la merced que frenó a menos de un metro.
—Te fuiste y nunca te atreviste a mandarme una carta, siquiera un mensaje —empezó apuñalando duro—. ¿Tienes siquiera idea de lo preocupado que estaba?
—Espera, ¿qué?
Grité cuando la gravedad abandonó mi cuerpo por sus fuertes brazos que me elevaron en un asfixiante abrazo.
—Cachorra rebelde, no deberías preocupar así a tu hermano mayor.
De inmediato mis ojos se llenaron de lágrimas y mi cuerpo, que estaba tenso, se derritió ante el tacto del mayor. Sentí que me quebraba porque aquel gran peso que siempre me atormentaba se estaba disipando.
—¿No estás enojado? —pregunté aún incrédula, porque no tenía sentido que él dijera aquello de verdad.
En sus brazos volvía a tener cinco años y estaba tan nerviosa por su respuesta, que cuando me soltó del abrazo y en cambio me sujetó por los hombros para mirarme a los ojos, no supe qué esperar.
—¿Enojado? —negó con la cabeza— Jamás podría enojarme contigo, mi cachorra. Me tenías muy preocupado, y sabes cuánto tiempo me cuestioné en qué me equivoqué para que decidieras alejarte de mí y del resto de la manada. Quería ir a buscarte y llevarte conmigo a Wigul, pero tus padres insistían en que respetara tu espacio.
Esta vez fui yo quien lo abrazó con fuerza. Me aferré a su cuerpo y hundí mi cabeza en su pecho.
—Lo siento, Nath. Debí escribirte, pero no sabía cómo hacerlo, no me sentía capaz.
—Y yo debí ir de todas formas. Ninguno actuó de la mejor manera, pero ahora estamos aquí —sin dejar de acariciarme la cabeza le habló a Matt—. Ambos son fundamentales para mí y me dolió que ninguno haya confiado en contarme lo sucedido. Entiendan que sin importar lo que ocurra, siempre, de verdad que siempre, estaré para ambos. Pero necesito que me digan lo que sucede en lugar de ser tan imprudentes.
Todavía con la vista nublada y los labios temblorosos, me separé de él y asentí junto a Matt, que luego aprovechó para conseguir también su dosis de cariño del rubio. Era un alfa afuera, pero acá somos dos cachorros perdidos con nuestro amado hermano que no opuso resistencia y se dejó hacer por varios segundos hasta que el pelinegro se sintió listo para despegarse. Y una vez hecho eso, el mayor sonrió de una forma que nos heló la sangre.
—Ahora que se calmaron, creo que ambos me deben una explicación.
Ahí estaba su voz de alfa, aquella que casi nunca tuve la oportunidad de presenciar y que por primera vez se dirigía a nosotros. Para nuestra raza, no existe nada más potente e hiriente a que tu líder llegue al extremo de usar esta habilidad. Ya que su función es la de doblegar al enemigo y hacer sentir miserables a los otros por sus actos. Es una humillación de por vida que todo buen lobo evita a toda costa. Y ahora la voz de Nath solo se muestra firme en el sentido de que hablas en serio, pero sigue siendo horrible para Tori, y de seguro es peor para Max. Creo tener razón de hecho, ya que ambos nos miramos y el pelinegro me ofreció su mano en una silenciosa pregunta que tras respirar hondo acepté. Entonces tomamos asiento en uno de los sillones y Nath ocupó otro individual que estaba de frente.
—Vamos chicos, ¿por qué esas caras? No voy a negar que me dolió el enterarme por el increíble impacto de la voz de luna —la presión en mi pecho aumentaba al ver el entusiasmo en sus ojos—. Pero aun así estoy muy feliz por ambos, sé que serán los mejores líderes que una manada...
—No lo seremos —Matt cortó— O por lo menos, ella no lo será y nadie puede saber que somos mates.
—¿De qué diablos están hablando? —él nos miraba como si fuera una clase de broma— ¿Chicos? —aguardaba que dijéramos que fue una broma, pero nos quedamos en silencio— Lo dicen... lo dicen en serio.
De golpe se puso de pie, y por acto de reflejo apreté la mano de Matt.
—¿Por qué? ¿Por qué Mel no sería la luna? ¿Por qué...? —cuando frenó de golpe supimos que sacó la respuesta— Ya lo sabían, ¿verdad? —su vista se clavó en el piso— Ustedes ya lo sabían... y por eso Mel... —empezó a hablar en susurros, seguro debatiendo con su lobo por unos segundos— ¿Desde cuándo?
Matt me miró y respiré hondo, era mi turno para hablar.
—El día después de la noche de cambio —fui directa.
—La noche de cambio... —repitió la frase un par de veces antes de dejarse caer en el sillón— No lo entiendo, si lo sabían ¿qué pasó?
—La rechacé. Rechacé a Mel por Ema.
Podía sentir el rencor, la frustración y el arrepentimiento de mi mate. Su agarre se hizo aún más fuerte, y aunque lo busqué con la mirada, él solo me evitaba. Matt era mi amigo, estábamos en esto juntos, por lo menos ahora dejé de lado todo el rencor y los conflictos para posar mi mano libre en su hombro a modo de apoyo. Su cuerpo primero se tensó, y luego se relajó a causa del contacto. Sonreí levemente por ello.
—Mírame, está bien —alcé la mirada—. Fue una decisión mutua —suavicé mi voz lo máximo posible—. Yo acepté el rechazo, en todo caso es culpa de ambos.
—No puedo entenderlo —a Matt no le gustó que lo soltara, pero acercarme a mi "hermano mayor" era más importante—. ¿Qué pasó?
Bajo su atenta mirada me agaché junto a su sillón y tomé sus manos con cuidado de la misma forma en la que él solía hacerlo para centrarme en mantener el control. Porque en sus ojos había una chispa dorada que es necesario apagar si no quiero que el instinto lo domine.
—Fue algo apresurado. Todo pasó muy rápido, y antes de darnos cuenta ya estaba hecho.
—Matt, sal y espera afuera por favor. Necesito hablar un poco con Mel —suspiró—. Luego hablaré contigo, ¿está bien?
Matt me miró esperando mi respuesta. Yo asentí tratando de transmitirle seguridad. Nath no es peligroso y si bien yo tuve varias muestras de cercanía desde que entré, nunca se puso a la defensiva o celoso. Ambos sabemos que este hombre nunca nos haría daño, ni física ni psicológicamente. Pero entiendo su punto. Sigo siendo su mate, y la idea de verme mal o deprimida debe estar provocando a su lado protector, de la misma forma en la cual lo hizo conmigo antes.
—Avísenme cuando puedo volver —fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta.
La habitación volvió a quedar en silencio y mi loba estaba inquieta. Antes tenía a mi mate a mi lado para darme valor y tranquilizarme. Pero ahora que él se había ido, aún si solo nos separan un par de metros, siento la ansiedad creciendo en mi pecho y sé que debo relajarme o Matt no tardará mucho en destrozar la puerta para venir a buscarme. Y a pesar de que su compañía me alivia, esto es algo que necesito hacer por mi cuenta.
—Tranquila cachorra, solo somos tu y yo —ambos volvimos a sentarnos, él se quedó mirándome.
—¿Qué quieres saber? —le dije.
—Lo que tú quieras contarme —me sonrió y comenzó a despedir sus feromonas de alfa para intentar tranquilizarme—. No tienes que sentirte nerviosa, quiero poder entenderte.
Cerré los ojos y dejé que su aroma me rodee por completo antes de comenzar a contarle toda la historia sin omitir el más mínimo detalle.Merecía saber la verdad. Los minutos iban pasando y al final nos quedamos en silencio. Pero esta vez no era incómodo. Entendía que necesitaba un momento para procesar todo y mientras tanto yo podía tomarme un respiro para relajarme con su aroma. Es curioso. Las feromonas son como un analgésico que siempre evité. A lo largo de mi vida, estas siempre fueron molestas para mí. Mi madre me dijo que era normal, que mi loba solo quería sentir el aroma de su mate cuidándola, pero Nath fue la excepción a la regla. Él y Matt fueron las únicas personas además de mis padres cuyas feromonas aceptaba. Siempre fue fácil entender el porqué de Nath; era como un hermano mayor a fin de cuentas. Pero desde pequeña nunca había pensado seriamente por qué esto también sucedía con Matt o de forma simple daba por hecho que se debía a que era mi futuro alfa. Aunque recuerdo en ciertos entrenamientos de cachorros además de nuestra sagrada pregunta, él de forma inconsciente me "perfumaba" para darme seguridad. Luego, con el paso de los años, esto se detuvo. Está mal visto que un licántropo rodee a otro que no sea su mate o su familia, ya que puede ocasionar problemas territoriales con la verdadera pareja destinada de la otra parte. Pero lo curioso es que incluso sabiendo esto, en algunas ocasiones lo repetíamos sin pensar. Y lo he dicho antes: nosotros no éramos mejores amigos ni nada similar; solo compañeros de batalla que desarrollaron una fuerte conexión dentro y fuera de las arenas. Al grado de protegernos siempre y de llegar al punto de marcar al otro en algunos entrenamientos extremos, como ir a cazar osos. La verdad es que a ninguno le molestaba, pero igual nos disculpábamos por educación y el resto hacía la vista gorda porque se trataba de un alfa cuidando de su beta. O tal vez la diosa Luna nos presentó más pistas de lo pensado.
—A ver si entendí —su voz me trajo de regreso al presente—. Descubriste que Matt es tu mate, se rechazaron porque no te sentías capaz de separarlos y les deseaste felicidad. Luego estuviste sufriendo por varios días hasta que decidiste pedirle a Matt que te dé permiso para abandonar la manada renunciando al puesto de beta y yéndote a vivir al mundo humano —él se empezó a masajear la frente—. Te convertiste en guardabosques, pasó un año, tuviste tu primer celo sola y actualmente estas saliendo con un humano que resulta haber descubierto toda la verdad sobre nuestro mundo. Además de ello, están pidiéndote ayuda para elegir a tu reemplazo y te viste obligada a conectarte con Matt nuevamente —suspiró—. ¿Algo más?
—Hoy conocí a un omega con mucho potencial y pienso entrenarlo mientras que me quede.
—Claro, ¿por qué no?
Yo agaché la cabeza. Ambos estábamos cansados.
—Lo siento, debí contactarte.
—Sí, debiste hacerlo. Sabes lo importante que eres para mí, Mel. Con gusto te hubiera recibido en mi manada.
—Lo consideré muchas veces, pero necesitaba estar sola. Necesitaba alejarme de todo esto.
—Supongo que ya no hay nada que se pueda hacer —lo miré—. Hay una cosa que me importa, ¿eres feliz? ¿Ese humano es capaz de hacerte feliz?
—Lo amo.
Respondí sin vacilar, porque a pesar de que Harry no sea eterno ni mi mate, mis sentimientos por él son verdaderos y se fueron forjando día a día.
—Entonces no hay nada más que hablar —se puso de pie—. Puedes estar tranquila, cachorra; sabes que puedes contar conmigo. Así que no vuelvas a alejarme, ¿ok? —asentí con una tenue sonrisa—. Siempre serás bienvenida en la manada Wigul, no lo olvides.
—Gracias Nath, pero no tengo intención de unirme a ninguna manada por ahora.
—Lo sé, pero cuando llegue el momento estaré esperándote —él sacudió un poco mi pelo—. Ahora vete, tu humano debe estar esperando, y más te vale que pronto me lo presentes. Aún no tiene mi visto bueno.
Lo abracé de nuevo y solté una ligera risa antes de irme. Y juro que, al atravesar el marco de la puerta, dejé atrás muchas cosas y le di un fin definitivo a ese asunto pendiente. Se siente bien y me impulsa a querer resolver todo lo que me resta. Fui capaz de sacar todo lo que me atormentaba, y de recuperar el vínculo con mi tan querido "hermano", y es un avance enorme que planeo continuar.
En el pasillo, Matt me miraba fijamente; es probable que haya escuchado toda la charla, pero no me importaba.
—Nath te espera adentro.
¿Qué hablarían? No lo sé ni me importa. Porque mi humano me espera en casa, y esa es mi prioridad.
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Primero que nada,muchas gracias a todos por su apoyo, realmente no pensé que alguien leería esta historia.
Ya superamos las 500 lecturas, se los agradezco de corazón.
Quisiera poder leer sus comentarios y saber que piensan hasta ahora.
Nos volveremos a ver pronto mis aulladores 🐺
Att: raven moonlight