“Al principio,” dijo Megatron, “yo no tenía un nombre.”
Hizo una pausa para que todos pudieran asimilar eso. No se escuchaba sonido alguno en la Cámara del Concejo.
“Ninguno de nosotros lo tuvo. En las minas y las fundidoras, nos comunicábamos los unos a los otros por firmas electrónicas. Nos referíamos a cada uno por funciones. Nos asignamos apodos. Yo era D-16, nombrado así por el sector de la mina en la que llevaba a cabo operaciones de demolición. Y entonces, de repente, vi mi primera oportunidad en los pozos gladiatorios.” Megatron se había dirigido exclusivamente al Concejo hasta aquí. Ahora había extendido un brazo hacia atrás y hacia arriba, señalando al grupo de bots industriales en el segundo balcón. “Fue entonces cuando aprendí cómo era la vida para las castas bajas, que ninguno de ustedes jamás se tomó un nanoklik en considerar. Cada cybertroniano en ese balcón ha visto personalmente a más cybertronianos morir que el resto de todos en esta tribuna. ¡Nuestras vidas no tienen valor!”
Su tono de voz se elevó hasta un grito en esta última oración. Reflexivamente, Halogen golpeó su mazo. “Hasta que,” Megatron dijo sobre el eco del golpe. “Hasta que decidimos que sí teníamos valor. Nosotros, los de las castas bajas. Nosotros, los bots que sufren en las fábricas y las industrias subterráneas, creando todas las cosas que ustedes disfrutan. Aprendimos que somos individuos al enfrentarnos los unos a los otros en los pozos gladiatorios de Slaughter City y Kaon, ¿y cómo supimos que éramos individuos?” Esperó un momento para que todos asimilaran esta pregunta. De nuevo, la Cámara estaba en completo silencio mientras la tribuna y el Concejo esperaban las siguientes palabras de Megatron.
“Supimos que éramos individuos porque mientras matábamos a nuestros oponentes en la arena, los vimos morir dándose cuenta de que ellos mismos eran individuos. Y nosotros también sabíamos que lo éramos. En la muerte, comprendimos la vida. Al ser la comodidad más inútil y desechable – un gladiador, cuyos restos son lanzados en una pila de chatarra para ser escogidas y descartadas, y las piezas útiles son vendidas a intermediarios de Iacon y Ciudad Cristal. – al ser desechables, descubrimos que teníamos valor. Algunos nos pagaban por lo que hacíamos. Algunos nos aclamaban cuando matábamos, y rugían con furia cuando moríamos.”
“Así que si nuestras vidas tenían valor alguno – incluso para otros tan inútiles como nosotros – entonces teníamos el derecho de tener un nombre,” concluyó Megatron. “Y así es como comenzó la secuencia de eventos que me llevaron a estar hoy aquí ante ustedes. A mi amigo Orion Pax, te agradezco por ayudar a que nuestra causa ganara tanta importancia; y al Alto Concejo, les agradezco por su tiempo y su atención.”
Y con ese final sorprendentemente conciliador – o así fue como lo sintió Orion Pax, en cualquier caso – Megatron se quedó en silencio, esperando preguntas. No se podía escuchar ninguna.
“¿De qué forma está usted relacionado a los bombardeos terroristas que se llevaron a cabo en Six Lasers y otros lugares hace algunos megaciclos?” preguntó Contrail.
“No tuve nada que ver con esas acciones,” respondió Megatron. “Un problema como este causa emociones intensas. Yo mismo me siento mal sobre lo que pasó. La diferencia entre aquellos que bombardearon Six Lasers y yo es que yo canalizo mis pasiones en una dirección que yo considero mejor para todos los cybertronianos. No autorizo cualquier acto que no proclame una nueva y mejor era para Cybertron.”
Sabias palabras, pensó Orion Pax. Recordó su conversación con Megatron en la cual él señalaba que la existencia de extremistas lo hacía ver prudente en comparación. Aquí estaba la prueba de que podía pararse frente al Alto Concejo y hacer declaraciones sobre el valor de la individualidad, mientras que los representantes de los Gremios se movían ruidosamente en las primeras filas del área del suelo.
“Claramente es usted bastante excepcional, especialmente para alguien de su casta,” dijo Contrail. “De cualquier forma, ¿sigue usted sin ser responsable de esto, aun si su retórica emociona a aquellos desafortunados sin su fuerza de voluntad? ¿No tiene usted la misma clase de responsabilidad que tiene este Concejo y sus miembros, si su posición de líder debe ser tomada en serio?”
“De lo deben preocuparse, es de lo que podría pasar si mi liderazgo no es tomado en serio,”, dijo Megatron.
“Parece que ya nos hemos dado cuenta de esto,” interrumpió una nueva voz, el poderoso Drivetrain. Uno de los patriarcas del grupo conocido por los constructicons, Drivetrain se desarrolló en las castas medias, asociadas con las construcciones y la ingeniería civil. Su influencia del Alto Concejo fue el resultado de un largo servicio y aceptación gradual por parte de los otros miembros, quienes venían de las castas altas, asociadas con las ciencias, el arte y el gobierno.
“Lo diré de nuevo. No tuve nada que ver con los bombardeos o con los ataques del casino de la estación de Altihex.” Megatron se mantuvo firme.
Orion Pax no podía decidir si admirarlo o sentirse escandalizado por poder levantarse frente al Alto Concejo e y pasar por alto la verdad. Vio una serie de movimientos en la parte de atrás de la tribuna y se dio cuenta de que Soundwave había entrado, con un minicon enganchado a su hombro. Los minicons corretearon a lo largo de los brazos de Soundwave y desaparecieron entre la multitud.
“Lo dirá otra vez, y yo de nuevo no lo creeré,” dijo Drivetrain. “¿Quiere usted que yo crea que su coconspirador, un recolector de datos en el Salón de Registros, fue el autor de una invasión y un secuestro usando una fuerza de bots que se identificaron a sí mismo como Decepticons, y proclamaron específicamente estar conectados a usted?”
“¿Decepticons?”, repitió Megatron. “Interesante nombre.”
“Podría apostarlo,” Drivetrain lo presionó. “Ya que fue usted quien lo inventó, ¿no es así?”
Megatron se enderezó a su estatura total. Era más alto que la mayoría de los cybertronianos, y la luz difusa de la Cámara del Concejo hacía que sus cicatrices de batalla se vieran plateadas, casi luminosas. “Creo que usted no debería implicarnos ni a mí ni a mi amigo Orion Pax hasta que tenga hechos. Lo que han dicho o no otros bots no significa nada para mí. Pero si van a darme la autoría del término Decepticon, ¡la aceptaré!” dijo él. “A veces la decepción es necesaria, cuando aquellos que deben escuchar la verdad no lo hacen, y sólo entenderán cuando se les mienta y sean forzados a ver sus propias mentiras.”
“Muy bien, Drivetrain. Lo has provocado,” dijo Ratbat. Miró a su alrededor, esperando a que otros Concejeros hablaran. Ninguno lo hizo. En ese momento Orion Pax pensó que todo era una farsa, que nunca iban a conseguir nada del Concejo…
Que si iba a haber una guerra, ya se había decidido antes de que alguno de ellos entrara a la Cámara. Quizás antes de que Alpha Trion hubiese logrado conseguir la audiencia.
Una pelea de gritos se formó de repente mientras Orion Pax se distrajo con el parloteo zalamero de Ratbat sobre las elecciones y el bien colectivo. “¡Lo que el Alto Concejo no ha logrado entender hasta ahora es que es nuestro derecho!” Megatron se hizo escuchar sobre el sonido del mazo de Halogen. “Todo cybertroniano tiene el derecho de cuestionar las acciones del Concejo, y de exigir un cambio de aquellas acciones que no sean suficientes bajo el mandato del Concejo.” Dicho esto, que fue aparentemente el último comentario que Orion Pax pudo escuchar, Megatron hizo una pausa.
“¿Qué dicen los Gremios?” dijo Halogen con voz ronca.
“El representante de los gremios, Sigil hablando,” dijo un cybertroniano aún más viejo y decrépito que Halogen. Se decía que habían emergido del Manantial el mismo día, y desde entonces se defendían el uno al otro cuando surgía un conflicto.
“Adelante, Sigil,” dijo el Alto Concejo en unísono.
“Los Gremios reclaman los derechos que les pertenecen.” Sigil señaló a los principales jefes de los Gremios, quienes administraban las castas y tenían el control absoluto sobre hacia qué casta debían ir los cybertronianos recién nacidos. “Por miles de órbitas y más – de hecho, desde la desaparición de los Primes – los Gremios de Cybertron han guiado a la población en sus decisiones sobre la vida y el trabajo. Sin los Gremios, no habría una sociedad organizada. No existieran los Puentes Espaciales. No existiera la meseta del puerto espacial de Hydrax. No existieran las Bases Lunares. No existiera el sistema de Teletraan-1, y no existiera la ciudad de Iacon para albergarlo.”
Se giró para mirar al Concejo, luego de dirigirse e a la tribuna durante la primera parte de su discurso. “¿Puede un criminal… un gladiador con las muertes de miles de inocentes en su conciencia… puede este asesino sufrir por quebrantar lo que el mismísimo Primus ha decretado para este planeta y ha sembrado para todos los cybertronianos a través del Manantial de AllSparks?”
La Red transmitía sus palabras a través de toda Cybertron, y parecía que el planeta entero estuviera escuchando. En los Cañones Sónicos, el silencio predominaba sobre los grupos de trabajadores laborando en la interface de Vector Sigma. Mientras hablaba, Sigil parecía ganar fuerza.
“Los Gremios han supervisado la prosperidad de todos los cybertronianos, y crearon una estructura en la que cualquier individuo cybertroniano podía encontrar su rol en la sociedad. Si a cualquier criminal infeliz se le diera la oportunidad de hacer añicos lo que nosotros hemos mantenido por megaciclos, entonces temo por el futuro de nuestra civilización. Temo por el futuro de todo Cybertron.”
Un estruendo de aprobación y descontento se propagó a través de toda la Cámara oyente del Concejo. Halogen dio golpes para silenciar a la audiencia y apuntó a Orion Pax con su mazo.
“Aquí hay otro que ha venido a testificar,” dijo con fuerza. “¿Qué tiene que decir usted, Orion Pax, recolector de datos del Salón de Registros en Iacon?”
“Primeramente digo que si Sigil no hace amigos entre cybertronianos desdichados es porque tiene una de las chispas más presumidas que puedan existir,” dijo Orion Pax. Estaba molesto por las descripciones erróneas que Sigil había dado y había decidido que, con todo lo que estaba sucediendo, no tenía sentido que escondiera su enfado.
Tenía reputación de ser sensato y calmado. Si tenía suerte, su muestra de enojo despertaría al Concejo y traería consigo el título de lograr la meta de tantos cybertronianos de llevar a cabo el movimiento anti-castas – por supuesto, junto a Megatron.
Cambiando su posición junto a la pared, Orion Pax caminó entre la multitud para llegar hasta el pasillo central, hablando mientras caminaba y otros miembros de la audiencia le abrían camino. Creyó ver señales sutiles de coraje de parte de muchos, y también rostros de odio en otros.
“Usted dice que los Gremios poseen el poder de determinar las vidas de todo cybertroniano,” dijo Orion Pax. “¿Es esto lo que los Trece hubiesen querido? ¿Acaso es coincidencia que mientras el poder de los Gremios aumentaba y las castas se arraigaban cada vez más, Cybertron fue perdiendo contacto con el resto de los otros mundos Transformers? A medida que confinan a cada cybertroniano en un espacio más y más reducido, con menos y menos espacio para ver y hacer lo que quieran, están creando un mundo en el que ya nadie sabe cómo mirar más allá. Nadie sabe cómo usar su imaginación.”
“Yo puedo imaginar un final para esta sesión,” gritó Ratbat. Toda la cámara explotó en risas. Orion Pax miró a su alrededor, temiendo que hubiese perdido la buena fe de la audiencia… y allí fue cuando vio a Jazz, justo en el medio del balcón más inferior, con sus colores brillantes resaltando. Jazz levantó uno de sus puños, mientras miraba a Orion.
Sé fuerte.
Orion Pax se volteó de nuevo hacia el Concejo. Había considerado la posibilidad de traer un discurso, e incluso pensar un poco sobre lo que iba a decir, pero ahora que el momento había llegado, no tenía idea de cómo empezar.
Así que empezó de forma sencilla. “Compañeros cybertronianos, miembros del Concejo, escúchenme. Megatron habla con severidad, pero dice la verdad. Ha visto la verdadera vida de muchos cybertronianos, vidas que son invisibles ante los ojos de muchos, y si está furioso, es por la furia que nace del amor por un ideal, y por un profundo sufrimiento en su chispa por el fracaso de ése ideal.
“Los ataques que se llevaron a cabo recientemente fueron salvajes e imperdonables – aun así, sólo fueron síntomas. Los disturbios que se propagaron por todo Cybertron no pararán con esos ataques, porque es la reacción natural de personas que han sido oprimidas por mucho tiempo, y cuyo potencial ha sido subestimado gracias a las falsas restricciones de las castas y los Gremios.
“Es natural, para un ser que nace con una chispa, que tenga un deseo incontenible por la libertad. Y es natural que los cybertronianos, que nacen para cambiar de una forma a otra, debería querer ser capaz de cambiar sus roles en la sociedad cybertroniana como un ser individual. Si las castas y los gremios luchan contra el cambio, estarán luchando contra nuestra propia naturaleza – y la naturaleza de Cybertron en sí. La ausencia de cambio no significa estabilidad. Significa entropía. Sólo las cosas muertas se mantienen iguales.
“Ningún cybertroniano es simplemente la suma mecánica de sus partes. Desde el minicon más pequeño hasta el combiner más grande, desde el procesador de datos más simple hasta los científicos que nos enseñan las leyes del universo, cada uno de nosotros contiene una chispa viviente que nos hace quienes somos, no lo que somos. La chispa dentro de nosotros nos abre los ojos a la posibilidad de libertad. Nos hace sentir vivos la idea de que podamos elegir en qué nos vamos a convertir – igual que hicieron todos ustedes, Concejeros. ¿Por qué no podemos hacerlo? La libertad de un bot no puede ser entregada ni arrebatada por nadie. Esto va contra la naturaleza de nuestra chispa, en contra de la naturaleza de Cybertron.”
“En el pasado, en tiempos de gran necesidad, nobles cybertronianos llegaron a ser Primes y guiaron a nuestra civilización fuera de la crisis. Recientemente, Sentinel Prime – quien fue uno de los honorables guardias de élite de esta Cámara – unió a todos los cybertronianos contra una grave amenaza. Los Altos Concejeros lucharon juntos en ese entonces, con fundidores y recolectores de datos, para ahuyentar a un invasor. ¿Qué quería este invasor? Quería esclavizarnos, volvernos de su propiedad, privarnos de nuestro derecho fundamental de la autodeterminación con el que nacimos junto a nuestra chispa. ¿Ahuyentamos a los Quintessons sólo para que luego nos esclavizaran las castas y los gremios? ¿Y destruiremos este nuevo movimiento hacia la libertad, sacrificando la libertad por el órden? Yo digo que no. El órden alcanzado por la fuerza jamás puede formar una paz verdadera. No puede haber paz por medio de la tiranía.
“Ha llegado el momento para que todos los cybertronianos estén unidos, y yo digo que necesitamos a un nuevo Prime para que nos una. No necesitamos a un Prime que nos mueva como si fuéramos parte de una gran máquina, que nos exija que seamos drones y esclavos por el precio de una paz que es sólo estasis. Los jefes de los gremios y los guardianes de las castas hacen eso, y miren en lo que nos han convertido. Cybertron necesita un líder por la libertad, un Prime que reconozca que todos los cybertronianos son robots autónomos, dueños de sí mismos, líderes de sus propios destinos.
“Voy a decirlo de nuevo. ¡Robots autónomos!”
“Recordaremos este momento, en la esta Cámara del Concejo, como el momento donde los robots libres rompieron las cadenas de la opresión que nos habían arrancado la belleza de nuestras chispas. Hoy, todos somos robots autónomos – Autobots, si de verdad necesitamos un nombre para resumir – y nosotros los Autobots declaramos que una chispa liberada jamás podrá soportar ser oprimida.”
“Hoy, deben elegir a un nuevo Prime. Escojan bien, porque un Prime puede conducir a Cybertron a una nueva era de oro en nuestra historia, o a una era de oscuridad y resentimiento, que provoque caos y guerra en todo el planeta.
“Miembros del concejo, la elección es toda suya. Sólo pido sabiduría en su decisión.”
Sabía que había hablado bien porque cuando terminó de hablar, la Cámara del Concejo se mantuvo en completo silencio. Incluso aquellos bots que Orion Pax sabía que eran sus enemigos, se vieron forzados a considerar lo que había dicho. El conocimiento de esto lo invadió en nanokliks, apenas terminó de pronunciar esa última oración; Orion Pax levantó ambos brazos, con los puños en alto, y gritó, “¡Por Cybertron! ¡Autobots!”
Sobre el sonido del mazo de Halogen, la multitud gritó. ¡AUTOBOTS!
“¡Por la libertad! ¡Autobots!”
¡AUTOBOTS!
Comenzó desde la parte más alta de la tribuna, donde se encontraban muchos de los seguidores más antiguos y fieles de Megatron. ¡AUTOBOTS! Y desde allí, se propagó. ¡AUTOBOTS! ¡AUTOBOTS! ¡AUTOBOTS!
Esta vez le tomó casi un ciclo completo a Halogen y a los otros concejeros calmar a la multitud de nuevo hasta el silencio. Y Orion Pax se dio cuenta de algo extraño. Cuando miró a Megatron a los ojos, esperaba aprobación. Pero lo que vio en el rostro de su amigo fue ira, y no sabía por qué. Ciertamente, hermano, pensó él, ¿crees que es más importante lograr nuestro objetivo que estar de acuerdo completamente con nuestros métodos?
No sabía si eso era lo que le molestaba a Megatron, pero Orion Pax conocía a su amigo, y sabía que tenía algo que decir. Si no era ante los oídos del Alto Concejo, entonces sería después. Claramente, Megatron tenía algo en su mente, y él no era un cybertroniano que se guardara las emociones para sí mismo.
Al menos no por mucho tiempo.