Impuros

By evelynxwrites

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Dara es un ángel que desea conocer el placer y Kellen un demonio, que está dispuesto a mostrárselo. ✤♡✤ Dara... More

intro
sinopsis
personajes
prologo
parte I
capitulo 1
capitulo 2
capitulo 3
capitulo 4
capitulo 6
capitulo 7
capitulo 8
capitulo 9
parte II
capitulo 10
capitulo 11
capitulo 12
capitulo 13
capitulo 14
capitulo 15
capitulo 16
capitulo 17
capitulo 18
capitulo 19
capitulo 20
parte III
capitulo 21
capitulo 22
capitulo 23
capitulo 24
capitulo 25
capitulo 26
capitulo 27
capitulo 28
capitulo 29
capitulo 30
capitulo 31
capitulo 32
capitulo 33
capitulo 34
capitulo 35
capitulo 36
capitulo 37
capitulo 38
capitulo 39
capitulo 40
epilogo
LIBRO DOS
Noticia
Plantilla de lectura

capitulo 5

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By evelynxwrites

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DARA

Salgo por la puerta trasera sin problema.

En todos estos años, ninguna quebrantó reglas. Por esa razón, mis padres descansan sumidos en la tranquilidad, convencidos de que todo está bajo control.

Y, aunque la traición me sabe mal, cargo una especie de adrenalina que no había sentido antes. Se trata de un cosquilleo movilizador, producto de la emoción de estar yendo hacia lo impredecible.

Cruzo el cerco que decora el jardín delantero, camino a través de la acera, alejándome, pero llego a la primera esquina y regreso. Hago lo mismo una vez. Luego dos. Hasta tres. <<Suficiente. Ya llegaste hasta aquí. Sigue. Hazlo>>.

Contemplo el resto de la calle oscura, no hay rastros de gente, ni siquiera vehículos. Una corriente de aire fría hace que mi piel se estremezca, pero continúo.

Camiando rápido, llego a la calle final, la última. Hay un grupo de jóvenes reunidos a una orilla de la carretera y ahí, encuentro el primer signo de arrepentimiento. <<Regresa, aún estás a tiempo>>, pero no lo hago. No permito que el miedo tome el mando. <<Puedes con esto>>. Después de todo, la casa de Kellen está a unos pocos pasos. Así que acelero el ritmo, corro el último tramo, y mis pulmones se llenan de aire para resistir el tiempo suficiente.

Por suerte, solo oí un par de murmullos.

Llego.

A medida que me acerco a la entrada, escucho carcajadas mezcladas con el volumen alto de la música que proviene del interior. Las luces están encendidas, a pesar de que la mayoría del vecindario se encuentra durmiendo.

Y nuevamente ahí está, el arrepentimiento, las dudas y la inseguridad. Me toma algunos minutos recuperar la postura, auto convencida de que sacaré algo bueno de todo esto. Así que toco la puerta, golpeo hasta que alguien se asoma por detrás.

El chico, que tiene facciones similares a Kellen, pero de cabello castaño, me observa sin comprender.

—¿E-Está Kellen? —intento alzar la voz, sonar segura—. Lo siento, soy Dara. Una amiga. Tengo que regresarle su chaqueta —pronuncio, dominada por los nervios.

El contrario, pone una pequeña sonrisa y se hace un lado, permitiéndome pasar.

—Claro, ven. Te llevaré con él. Soy Azael, por cierto.

Lo sigo a través de un corto tramo, que nos lleva hasta la sala principal, donde distingo un sofá algo estropeado, una mesita repleta de comida y latas de bebidas, algunas abiertas, otras cerradas. En el centro, hay un televisor que está encendido, Levi juega videojuegos sentado en el piso. Un poco más allá, rodeado de personas que no conozco, veo a Kellen. Está apoyado al lado del parlante, como si estuviera dirigiendo la música.

—Kellen, te busca una amiga —dice quién me hizo ingresar.

El rubio me da un vistazo, notado que estoy ahí. Frunce el ceño.

—No es mi amiga —murmura, al mismo tiempo que baja el volumen y se aproxima.

Esas cuatro palabras bastan para hacerme sentir mal. Se sienten como un golpe directo al valor que junté para venir hasta aquí.

—Olvidaste esto en casa —le extiendo la chaqueta, que él de inmediato sostiene.

—¿Viniste hasta aquí a traer esto? —cuestiona y nuevamente siento el dolor de <<cometiste un gran error al venir>>. Podría estar en casa, segura en mi cama, descansando.

—Pensé que la necesitarías.

<<Oh, vamos. Que excusa más estúpida, Dara>>.

—Estábamos teniendo un poco de diversión. ¿Por qué no te quedas un rato? —Azael interviene, pero el rubio lo mira como si fuera a asesinarlo.

—Sí, quédate —otra chica habla, sonando amable y compasiva.

—No. No puede quedarse —cerciora Kellen, que responde por mí. Y en parte, tiene razón. No puedo quedarme porque, para empezar, no debería estar aquí. Este no es mi lugar. No sé en qué pensaba cuando decidí que esto era una buena opción para comenzar a tomar riesgos.

—Es verdad. No puedo —fuerzo una sonrisa que dicta <<está bien, no pasa nada>>, recojo los restos de dignidad que aún conservo y decido marcharme.

La puerta se cierra tras de mí, desciendo los escalones al inicio de la entrada y emprendo a caminar de regreso, decepcionada y con ganas de echarme a llorar, porque en el fondo, creía que esto valdría la pena. Creo que romanticé demasiado la frase <<quien no arriesga, no gana>>.

—Dara. Hey, Dara —reconozco su voz al instante. Ese sonido levemente rasposo y profundo, que me desestabiliza como lo haría una catástrofe natural.

KELLEN

Distingo a Dara en medio de la sala con mi chaqueta entre las manos y pienso que estoy alucinando. Luego, pienso que se volvió completamente loca, del mismo modo que enloqueció mi hermano cuando la invita a quedarse.

De inmediato, me niego a esa estupidez. Cualquier persona con sentido común sabría que dejar que se quede, es una mala idea. Podría meterme en problemas con sus padres y, luego de comprobar por mí mismo los comportamientos extraños que tienen, preferiría evitarlos.

Sin embargo, los que me rodean no están de acuerdo y me lo hacen saber a través de las diversas expresiones. <<Solo estaba siendo amable, ¿no te das cuenta?>> cuestiona Azael; incluso Tali me clava una mirada que emana desaprobación <<¿Es qué no tienes corazón?>> larga la chica, molesta.

Pongo los ojos en blanco, frustrado porque todos se han puesto de su lado –y se suponen que son mis familiares y amigos. Tragándome el orgullo, arrastro los pies y camino para hacer lo que nunca creí que haría.

La hallo a mitad de cuadra y le grito, intentando detenerla.

Finalmente, voltea y se limpia el rostro con el dorso de la mano.

Mierda, creo que hice llorar a la rarita y de algún modo, no se siente bien.

—¿Para qué me buscas?

—Puedes quedarte. Si todavía quieres —propongo y ella se encoge de hombros. Listo. Ya la invité. ¿De verdad tengo que insistir? No puedo creerlo—. Quédate —vuelvo a pedir, esta vez con más seguridad. Minutos atrás, me parecía una buena idea verla marchar. Ahora, me empieza a picar la curiosidad. Ella aparenta ser una verdadera caja de sorpresas—. Aunque primero, tienes que responder algo.

—Eres muy preguntón —lo dice como si fuera algo molesto.

Sonrío de lado. Solían decirme aquello cuando era pequeño. Siempre me gustó saber cómo funcionaba todo; porque una vez oí decir a alguien en televisión que el conocimiento es libertad.

—Lo sé. ¿Vas a responder o no?

—Está bien —larga un suspiro de cansancio.

Antes de hablar, me aproximo. Su respiración está agitada y lo interpreto como una señal de nerviosismo, o quizá es miedo.

—¿A qué viniste?

—A traerte la chaqueta.

Río por lo bajo y niego.

—Vamos, Dara. La chaqueta podía esperar. Nadie murió por olvidar un abrigo. Si vas a quedarte en mi casa, quiero la verdad —pido expresamente.

Ella se cruza de brazos, mientras su mirada se pierde en lo bajo. Creo que la intimido.

—Bueno, la tendrás. Como ya sabes, soy nueva aquí. No tengo amigos en el vecindario. Pensé... —titubea, soltando los brazos para acomodarse mechones de cabello tras las orejas. Sus ojos aún están lejos de los míos—. Eres la única persona que conozco y pensé que tal vez querrías pasar el rato —larga de una vez, al mismo tiempo que su mirada se detiene en la mía. De repente, suena convencida.

Por un momento, considero decir algo que pueda molestarla, pero el <<no tengo amigos>> toca alguna mierda sensible y soy incapaz de portarme mal. Tal vez Dara no tenga intenciones ocultas, tal vez solo sea una chica intentando divertirse un poco lejos de casa. Y lo entiendo, porque su casa es una maldita jaula.

—Vamos, Dara. Te presentaré al resto —acepto, sin rodeos. Además, afuera está haciendo un frío que mata.

La castaña sonríe con entusiasmo. Creo que es la primera vez que la veo así, exaltada.

El ambiente se torna nuevamente divertido tras verme ingresar con la chica, a quien le presento uno por uno. Primero, Bea y Levi, de paso, los envío a dormir porque ya no tienen nada que hacer aquí. Tali, que la saluda como si fuera una más y mis dos amigos más cercanos, Enzo y Caleb, que hacen bromas estúpidas pero inofensivas.

—¿Quién quiere un trago? —pregunta Enzo, que se dirige a la cocina, a unos escasos centímetros de la sala.

Todos respondemos <<yo quiero>>. Excepto Dara, que no dice nada, pero finalmente oímos un tímido "yo también". Sospecho que no está convencida, pero no digo nada. Supongo que sabe lo que hace, no es una niña.

Mientras, Tali que está a mi lado en el sillón, se inclina, rodeándome la cintura con una mano y me besa, hasta llegar a mi oído. En un susurro, me recuerda que debe irse pronto y que necesita un polvo rápido.

No se lo puedo negar, la manera en que me lo pide despierta las inmediatas ganas de hacerlo. Así que nos ponemos de pie y tomo su mano, en dirección a las escalinatas.

—Ya volvemos —les hago saber, aunque están acostumbrados a vernos desaparecer de vez en cuando.

Tali y yo coincidimos en que no tenemos por qué contenernos. Sostenemos la filosofía de disfrutar cualquier rato.

Antes de desaparecer, echo un último vistazo a Dara, que está en un sofá individual, riendo por algo que Azael cuenta. Estoy seguro de que el idiota le está hablando de alguna anécdota de cuando éramos niños.

✤♡✤♡✤♡✤

—No seas tan duro con ella —aconseja Tali, mientras recoge las prendas que están esparcidas alrededor de la cama. Yo simplemente observo, mientras fumo un cigarrillo—. Parece buena gente.

—No conoces a su familia —resalto—. Aparentan ser demasiados perfectos para ser real.

La pelinegra, que acaba de colocarse el sostén, se tira hacia atrás y me saca el cigarrillo de las manos para darle una calada.

—Que tengamos familias de mierda, no quiere decir que todas lo sean —aclara y me regresa el cigarro, para seguir vistiéndose.

—Olvídalo —cambio el tema, solo porque que es posible que ella tenga razón y no me agrada estar equivocado.

Tali termina de colocarse todas las prendas y yo, inicio a hacer lo mismo. Debería bajar para ver qué tal van las cosas. Aunque confío en que los chicos no harán ninguna estupidez.

Descendemos por las escaleras y Tali me proporciona un beso al final, despidiéndose porque tiene que ir a trabajar. La acompaño hasta la salida y luego, regreso a la sala. Lo primero que hago, es buscar a Dara con la mirada, pero no la encuentro.

—¿Se fue?

—No. Tomó un par de tragos con vodka y luego dijo que se sentía mal. Está en el baño —responde Azael.

—¿Y no se les ocurrió ir a ver?

Los tres niegan.

¿Recuerdan la parte en que dije que confiaba en los chicos? Bueno, retiro lo dicho. Pueden ser muy imbéciles. Además, parece que también ya están borrachos. Aunque no puedo cuestionarlos por eso, siempre lo hacemos cuando nos juntamos.

Resoplo, frustrado. Percibo que tendré que hacerme cargo de la situación y, a regañadientes, me dirijo al baño de la planta baja.

—Dara...— me dispongo a tocar la puerta, pero está entreabierta y puedo verla de rodillas en el piso, inclinada sobre el retrete—. ¿Estás bien? —me asomo.

—No lo creo —dice con la voz afectada. Vuelvo a resoplar. Apago el cigarrillo contra la fría cerámica del lavamanos y lo dejo ahí, para acercarme a la chica que intenta recomponerse, pero de inmediato regresa a la misma posición.

Le sostengo el cabello mientras vomita y le coloco una mano en la espalda, moviéndola en círculos.

—Lo siento —trata de hablar y otra nausea interrumpe.

—No hables. Déjalo ir todo, te hará sentir mejor —le recomiendo, basado en mi propia experiencia. Esto solía pasarme cuando era un adolescente que comenzaba a beber. A medida que crecí, aprendí a medirme y, además, mi cuerpo aprendió a soportarlo mejor—. ¿Ya está? —indago minutos después, viendo que las arcadas y los vómitos cesaron. Ella finalmente se inclina y asiente—. ¿Segura? No se te ocurra vomitar sobre mí o te echaré a la calle —intento bromear para despejar la tensión, pero solo obtengo una expresión asustada y sus ojos celestes, hechos agua.

Parece que no todo el mundo entiende mis chistes y admito que también puedo ser un poco bruto.

—Es broma —aclaro y suspira, aliviada. Seguido, se aleja para usar el lavabo, pero tengo que sostenerla porque su cuerpo se balancea. Los efectos del vodka aún están al acecho. Deja el agua correr, se limpia la boca y el resto de la cara, y extiendo el brazo para buscar una toalla para que pueda secarse.

—No puedo ir a casa así— dice, todavía al borde del llanto.

Me causa impresión que esté a punto de desbordarse en lágrimas, porque no sé cómo demonios debería actuar si se pone a llorar. Apenas la conozco.

—Quédate aquí hasta que te sientas mejor.

No dejo de sostenerla mientras salimos del baño, notando que a duras penas consigue caminar y que encima, está temblando de frío. Apelando a mi parte generosa, tomo de paso la chaqueta que ella me devolvió y que permanecía colgada a una silla, y se la pongo alrededor de los hombros.

—Puedo descansar en el sofá —propone, pero sé que es una mala idea. Los chicos aún están ahí. Además, podría llegar mi padre en cualquier momento y, por lo general, ese es su lugar predilecto.

—No. Nada de sofá. Subamos a mi habitación.

—Está bien —musita.

Dara se aferra a mi campera, dando la impresión de que le resulta reconfortante. La sostengo con más firmeza para subir las escaleras, entonces me doy cuenta que su cuerpo es ligero y que podría tomarla en mis brazos con facilidad.

Y no sé porque estoy pensando esa estupidez. 

✤♡✤♡✤♡✤

NOTA DE AUTORA: Gracias por el apoyo y la aceptación que le están dando a la novela. Son lo mejor que tengo ♥

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